UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
PERIODO COLONIAL
1471-1480
CAPITULO VIII
Eduardo
Pedro Garcia Rodriguez
1480 Febrero 4. Una real cédula promulgada por los Reyes Católicos en la
ciudad de Toledo, ordena a Pedro de Vera, genocida y gobernador colonial impuesto
de Tamaránt (Gran Canaria) que “proceda al repartimiento de todos los exidos
(campos de labor) y dehesas y heredamientos de a dicha ysla entre los
caballeros e escuderos e marineros e otras personas que en dicha isla están”.
Este repartimiento empezaría tres años antes de concluir la conquista de la
isla, que finalizó el 29 de abril de 1483.
1480 Febrero (s.d.) (s.i.) (F. 175). Iguala y composición de la
capitulación que los doctores de Talavera, Villalón y Lillo, del Consejo,
firmaron en nombre de los reyes con Alonso Quintanilla, contador mayor de
cuentas del Consejo, y Pedro Fernández, capitán de la mar, sobre la armada que
éstos preparan para Gran Canaria. El acuerdo mantiene los términos del memorial
ya existente, fechado en Toledo el 24 de febrero de 1480, salvo en los 100.000
maravedís consignados para que un mercader llevase ropa y otras cosas menudas;
estos términos son: 200.000 maravedís de trigo y cebada, 250.000 maravedís del
flete de los navios de Pedro Fernández Cabrón y de otros que se han de mandar,
36.000 maravedís para el capitán Pedro de Vera, 48.000 maravedís como sueldo de
los veinte caballeros, 120.000 como sueldo de los cien vasallos de monte y
20.000 maravedís de los gastos hechos por Juan Rejón; estas sumas más las que
irán apareciendo antes de la partida hacen 900.000 maravedís, de los que Alonso
de Quintanilla pone 300.000 y Pedro Fernández 600.000, ofreciéndose a Pedro de
Vera participar con la mitad de la parte correspondiente a Pedro Fernández,
debiendo proveer los beneficiarios las gentes y navíos necesarios en un plazo
de 10 años. Se concede que durante l0 años ni el Almirante ni sus
lugartenientes lleven derecho alguno sobre las pesquerías y presas hechas en
Gran Canaria, renunciando los reyes a los quintos sobre cueros, sebo, esclavos
y armazón y sobre las presas hechas en las islas de infieles, salvo en la Mina de Oro, y
comprometiéndose a impedir que Diego de Herrera haga presas en Gran Canaria y
que concierte paces en Tenerife y La
Palma. [falta el final] (E.Aznar; 1981)
1480 Julio. Una
armada zarpó del pequeño puerto jerezano de Alventos, apenas en la Villa del Real, Vera reanudó
la guerra, con los soldados de Juan Rejón. Conquistó "muchos pueblos"
de Tamaránt (Gran Canaria), padeciendo grandes "penalidades", pues
los socorros llegaban tarde o nunca. Terminada la conquista a finales de año,
Juan de Lugo (hermano de Alonso), a más de no cobrar, perdió la orchilla,
siendo concedido el monopolio a Gonzalo de Cárdenas, comendador mayor de León,
en la isla y las islas, "que están por conquistar". Género de difícil
manipulación, Cárdenas hubo de acudir al despreciado Juan de Lugo, que para
colaborar, exigió ser reconocido, en real provisión, dirigida a Pedro de Vera,
como el único que podría "comprar y sacar" orchilla de las islas, sin
más carga fiscal que el quinto. (L. Al. Toledo)
Alonso de Lugo (futuro jefe de los mercenarios invasores
de Benahuare y Chinech) sirvió en la conquista, pues participó del
repartimiento de las tierras usurpadas en Tamaránt (Gran Canaria), pero su
papel distó de ser relevante. No aparece en la documentación, ni al texto de
Pulgar, pero hechos posteriores, aconsejaron a Bernáldez, repartirle papel
estelar. Episodio central de la contienda, la batalla de Ventegay, se cuenta
que los cristianos atacaron a Telde, con ayuda de Galdar (Guanarteme Shemidadan
o Fernando Guanarteme. Emboscados los canarios en sus riscos, los honderos
causaron 200 bajas en las filas cristianas, cerrando la jornada vergonzosa
retirada. Apurados Vera y Lugo, negociaron tregua. Ultimada a la puesta del
sol, dormían los canarios en sus alturas, confiando en la palabra de los
castellanos, cuando fueron atacados, a traición y con nocturnidad. Muerto Tedle
a manos de Galda, los supervivientes dieron vasallaje. Bautizados por el obispo
Juan Frías, algunos por tercera vez, aparece mencionado, como muerto, un Michel
de Muxia, vizcaíno de nación, "que era capitán bajo Pedro de Vera",
sin duda el canario Michel de Monxica, al que convenía desintegrar. La batalla,
si la hubo, tuvo lugar, necesariamente, en diferente lugar o momento, pues en
1483, había terminado la conquista de Tamaránt (Gran Canaria). Necesitando más
gente de la que "allá está", para "acabar de ganar" a los
canarios, a "nuestra santa fe", el 12 de diciembre, Isabel ofreció
perdón de culpa y pena, a los "omicianos" de las Cuatro Villas y la Merindad de Trasmiera, a
cambio de servir a su costa, durante seis meses, contados desde el día en que
se presentasen ante Monxica y Vera, en la conquista de Tamaránt (Gran Canaria),
"que está en poder de ynfieles". Siendo el indulto premio suficiente,
no participarían del botín, ni del reparto de heredades. Antes de terminar el
mes, Fernando de Cabrera, receptor general "que fue", en las
"Yslas" de Gran de Canaria, rindió cuentas a Michel de Monxica,
"mi receptor que agora es de la dicha Gran Canaria", porque la isla
estaba conquistada. (L. Al. Toledo)
Años después, el canario Juan Manuel, recordaba a los
Católicos, que los naturales de Tamaránt
(Gra Canaria), nunca fueron "vencidos", pues dieron vasallaje
voluntario, contra la promesa de que sus personas y bienes, serían respetados,
por lo que "no son ni pueden ser esclavos". Confirma el supuesto
Juana Canaria. Sometida la isla a "nuestro servicio", quedó en
libertad "con los otros canarios, que nos mandamos que fuesen
libres", por haberse dejado bautizar, sin resistencia. Preparándose
"para yr a la Ysla
de Tenerife", cuando Vera invitó a los varones a seguirle, prometiendo que
saldrían aprovechados. Barruntando que terminarían en el mercado de esclavos,
rechazaron la oferta. El gobernador quiso capturarlos, pero "se
absentaron", echándose al monte. Huido el marido de Juana, fue acusada de
recibirle de noche, prestándole ayuda. Condenada a cautiverio, en Andalucía la
compró un jerezano, destinándola a esclava doméstica. (L. Al. Toledo)
Probablemente sin saberlo, Bernáldez corroboró la
declaración de Juana. A punto de salir hacia Chinech (Tenerife), no queriendo
dejar a su espalda 600 hombres "de pelea", Vera aplicó el arma del
político español, que es el engañó. Asegurando a cuantos le siguiesen, que
"ganarían para vestirse", consiguió embarcarlos por su pie.
Encerrados "debajo de la tilla", para que no se orientasen por el sol
o las estrellas, les llevó a Cádiz y Puerto de Santa María. Puestos en venta,
los barcos regresaron, en busca de las mujeres y los hijos. Subieron a bordo
sin chistar, con decirles que las llevaban, donde estaban sus maridos.
Superada la demanda por la oferta, los invendidos quedaron
abandonados en libertad, por no alimentarlos, permitiendo que se alojasen
extramuros de Sevilla, junto a la puerta de Milhojar. Muertos los más, al no
aclimatarse, otros se desperdigaron por el reino, regresando a Tamaránt (Gran
Canaria) los menos, para formar núcleo de población castellanizada.
Condicionado por la extraña interpretación de la ética, que impera entre
españoles, el cronista celebró la felonía, declarándola virtud, porque se
perpetró por razón de estado, en aras de la "pacificación" de la
isla. (L. Al. Toledo)
1480. Las continuas pugnas y desacuerdos entre los mercenarios
invasores castellanos: las desavenencias motivadas por el reparto de las
rapiñas entre el jefe de los mercenarios Juan Rejón, y el clérigo católico deán Bermúdez, Pedro de
Algaba y el obispo Frías contribuyeron a constantes discrepancias tácticas y
luchas por el poder, careciéndose de acciones globales y efectivas conforme aun
plan bélico coherente, acentuado por la falta de alimentos y refuerzos.
Ante el cariz que tomaba el
establecimiento de los invasores europeos y dada la imposibilidad de
expulsarlos de la isla, los canarios desarrollaron una nueva estrategia
adaptativa. Después de un infructuoso acuerdo con los portugueses afines de
1478, abandonan los asentamientos del litoral y se repliegan a poblados más
resguardados de las incursiones castellanas, contando con recursos alimentarios
almacenados en los Cenobios (graneros-fortaleza) de diferentes puntos de la
isla para el desarrollo redistributivo. A tenor de la centralización de su
sistema político, inician un proceso de pactos y treguas con los invasores
acercándose ocasionalmente al Real de Winiwuada (Las Palmas) a increpar a la
hueste invasora extranjera.
1480. Los fenicios comercializaban
añil o índigo, cuyo origen es planta conocida por pastel o glasto. De uso común
en la Europa
medieval, es considerado originario de la India , como el algodón. Pero el que transportaban
barcos documentados, por haber sido robados en la mar, procedía de Guinea o
Berbería. En tiempo de la guerra de Guinea, el "pastel" era
carga que denunciaba al que frecuentó los "rescates", sin
licencia de la Corona.
Perdida la guerra, el rey de Portugal recuperó el control de
su "conquista", cerrándola al castellano, que no pasasen por
la taquilla portuguesa, pagando las debidas licencias y el quinto de la carga.
Dedicados los excluidos al corso, porque de algo tenían que vivir, lo
practicaron tan cerca de casa, que alejaron a los extranjeros, de los puertos
de Castilla, desapareciendo de Sevilla "oro, cera, cobre, añil y
cueros", productos que atraían al comercio. Depreciando el
almojarifazgo por falta de clientela, mermó la renta, ausentándose los
aspirantes al arriendo. Alarmada la
Católica , en 1480 quiso enderezar la situación, dando real seguro
a los navíos, que trajesen géneros de Guinea, amenazando con pena de muerte, y
confiscación de bienes adjunta, al vasallo que intentase robar a extranjero.
(L.A. Toledo)
1480 (s.m.) (s.d.) Toledo (f.266). Mandamiento y emplazamiento al
protonotario don Gabriel Condulmario, provisor que fue del obispado de Cuenca,
para que pague al. bachiller Diego Rodríguez de Alcaraz, receptor y tesorero de
las bulas de la
Santa Indulgencia de Canaria en dicho obispado los 85.000
maravedís que llevó por derecho de impetra, ya que la bula papal ordena que no
se pague ningún tipo de derecho recibiendo de él carta de pago, que evitará,
junto a esta carta, que le sean demandados de nuevo. El Rey. Canfañas.
Quintani/la. Acordada: Andreas, Antonius. Reg: Diego Sánchez. (E. Aznar; 1981)
1480 (s.m.) (s.d.) Toledo (f.267). Incitativa a las justicias
ordinarias y de hermandad de todo el Reino para que obliguen apagar a Diego de
Soria y Francisco Pinelo, depositarios de los maravedís de la bula de la Santa Indulgencia
de Canaria, a los que tomaron o se empadronaron para tomar tales bulas y no las
han pagado, y en caso de fallecimiento de éstos a sus herederos, debiendo
actuar contra las personas y bienes de los que se nieguen a hacerlo. Se ordena
que les sea prestado todo el favor y ayuda para cumplir su misión. El Rey.
Camañas. Rodericus. Quintani//a. Acordada: Andreas. Reg: Diego Sánchez. (E.
Aznar; 1981)
1480 (s.m.) (s.d.) Toledo (f.268). Mandamiento a quienes tienen en
su poder maravedís, libros, mulas, ropas y otras joyas del difunto maestre
Gayo, tesorero y receptor que fue de las bulas de la Santa Indulgencia
de Canaria en el obispado de Cuenca, para que paguen las deudas que éste dejó
en su cargo, y quienes deben maravedís de dichas bulas para que también los
paguen. Dicha sumas han de ser entregadas a una persona (cuyo nombre aparece en
blanco), quien se otorga poder cumplido.
Se ordena a las justicias ordinarias y de hermandad de Cuenca y Huete que
procedan contra las personas y bienes de quienes no cumplen este mandamiento. El Rey. Camañas. Quintanilla. Acordado.
Andreas. Reg. Camañas. Rodricus. Quintanilla. Diego Sánchez. (E. Aznar;
1981)
1480 (s.m.) (s.d.) Toledo. Mandamiento a Juan Tejedor y a otros
vecino de Madrid para que entreguen los maravedís de las bulas de la Santa Indulgencia
de Canarias, que han recaudado sin tener poder de Diego de Soria y Francisc
Pinelo, depositarios generales de los maravedís de dichas bulas, y los padrones
memoriales de los que deben maravedís de tales bulas. Dichas sumas han de St
entregadas a una persona, cuyo nombre aparece en blanco. Se ordena alas just
cias ordinarias y de hermandad de la villa de Madrid y de su tierra que proceda
contra las personas y bienes de quienes se nieguen a hacerlo. El Rey. Camaña. Quintanilla. Acordada: Andreas.
Reg. Diego Sánchez. (E. Aznar; 1981)
1480.
Entre otras cosas que el gobernador Pedro de Vera hizo, luego que envió preso a
Juan Rejón, fue mandar aprestar dos navíos, diciendo quería ir hacer guerra a
Tenerife, a los guanches, y hacer una entrada; y mandó a percebir doscientos
canarios de los que andaban en el real, haciéndoles grandes promesas y ruegos,
con intento de desembarazarse de ellos, enviándolos a Castilla, por la poca
confianza que de ellos tenía y por entender que, teniéndolos consigo, no se
podía hacer ningún ardid contra los canarios, que ellos no fuesen avisados de
éstos.
Y así, tenía tratado con los maestros de los
navíos que, como se viesen fuera del puerto, navegasen la vuelta de Castilla.
Embarcáronse los doscientos canarios, y con ellos el valiente Adargoma. Iba por
capitán de esta empresa Guillén Castellanos, que había venido a esta conquista
de Canaria por orden de Diego de Herrera, hidalgo de mucha confianza.
Como los canarios se vieron en el
golfo, y no divisasen en el viaje al pico de Teide, y que antes iban en
continuo alejándose dél, quisieron alzarse los canarios y matar a Guillén
Castellanos y a los maestros de los navíos, y quisieron desfondar los navíos,
para que todos se fuesen al fondo, con rabiosa determinación. Guillén
Castellanos y los maestros, viéndose en este trance, arribaron a Lanzarote, y
allí echaron a los canarios en tierra. Fueron apaciblemente recibidos por Diego
de Herrera, y los naturales de Lanzarote los aposentaron; y allí quedaron por
vecinos, hasta que después pasaron en socorro del Cabo de Aguel, donde casi
todos perecieron. Súpose este suceso en el real de Pedro de Vera, y los
canarios que allí se hallaron, escandalizados de este caso, se alzaron y
metieron la tierra adentro, con los demás, y comenzaron a hacer nueva guerra,
con mayor coraje y fervor. (Abreu Galindo, 1977)
1480. cuando
Doramas, el “último de los canarios” en palabras de Sabin Berthelot, cae
abatido por Pedro de Vera en las lomas de Arehukas, se desvanece esta visión
idílica de la naturaleza insular y comienza otro periodo histórico, el de su
explotación y repartimiento. Los siglos venideros acogerán la consolidación,
entre otros, de los monocultivos de la vid y del azúcar, y sobre todo, una
nueva visión de la propiedad de la tierra y sus recursos, una visión
antropocéntrica del uso de la naturaleza, que lleva pareja la merma de la
visión paradisíaca del bosque.
En la actualidad, Doramas es uno más de los topónimos grancanarios que se esconde en las faldas de una antigua montaña, cubierta en su día de un extenso bosque. Este pequeño pago de Moya, desde el que se divisa la cuenca de Azuaje -el Aumastel de los aborígenes que desciende desde las altas cumbres al Atlántico- fue en el siglo XVI una de las puertas de entrada a la célebre Montaña. A la vera del camino se erigió una ermita, la de Nuestra Señora de Guadalupe, y se organizó un ingenio de moler caña de azúcar que perteneció a Pedro Cerón y Ponce, Capitán General de Canarias desde 1533 hasta 1577, con grandes vínculos tanto él como otros miembros de su familia, con la implantación de la industria azucarera en la isla (Caballero Mújica, 1973).
Aquel bosque grancanario permaneció escondido y respetado por los insulares hasta que se consolida la conquista de la isla por los invasores castellanos. Nada se nombra de él en los escritos y narraciones que sobre estas Islas Afortunadas proliferan en la edad antigua y el periodo greco-romano de nuestra historia. Este silencio venerable coincide con la visión que de
Si ha existido alguna vez un pueblo respetable sobre la tierra, ese es el guanche. Cuando casi todas las naciones asfixiaban el instinto moral bajo una vil acumulación de supersticiones, los insulares de Canarias, adoraban a la naturaleza y sólo a ella.
Posiblemente, el Guanarteme Doramas, coincidiera en su línea de pensamiento natural, con el gran jefe indio Seattle cuando elevó su voz salvaje allá en el año 1855:
cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo,
cada brillante hoja de un árbol,
cada niebla en el oscuro bosque, cada claro,
cada insecto que zumba es sagrado,
para el pensar y el sentir de mi pueblo.
La savia que circula por los árboles
lleva con ella el recuerdo de los hombres.
(Carlos Suárez Rodríguez)
1480 Febrero (s.d.) (s.i.) (F. 175). Iguala y composición de la
capitulación que los doctores de Talavera, Villalón y Lillo, del Consejo,
firmaron en nombre de los reyes con Alonso Quintanilla, contador mayor de
cuentas del Consejo, y Pedro Fernández, capitán de la mar, sobre la armada que
éstos preparan para Gran Canaria. El acuerdo mantiene los términos del memorial
ya existente, fechado en Toledo el 24 de febrero de 1480, salvo en los 100.000
maravedís consignados para que un mercader llevase ropa y otras cosas menudas;
estos términos son: 200.000 maravedís de trigo y cebada, 250.000 maravedís del
flete de los navios de Pedro Fernández Cabrón y de otros que se han de mandar,
36.000 maravedís para el capitán Pedro de Vera, 48.000 maravedís como sueldo de
los veinte caballeros, 120.000 como sueldo de los cien vasallos de monte y
20.000 maravedís de los gastos hechos por Juan Rejón; estas sumas más las que
irán apareciendo antes de la partida hacen 900.000 maravedís, de los que Alonso
de Quintanilla pone 300.000 y Pedro Fernández 600.000, ofreciéndose a Pedro de
Vera participar con la mitad de la parte correspondiente a Pedro Fernández,
debiendo proveer los beneficiarios las gentes y navíos necesarios en un plazo
de 10 años. Se concede que durante l0 años ni el Almirante ni sus
lugartenientes lleven derecho alguno sobre las pesquerías y presas hechas en
Gran Canaria, renunciando los reyes a los quintos sobre cueros, sebo, esclavos
y armazón y sobre las presas hechas en las islas de infieles, salvo en la Mina de Oro, y
comprometiéndose a impedir que Diego de Herrera haga presas en Gran Canaria y
que concierte paces en Tenerife y La
Palma. [falta el final] (E.Aznar;1981)
1480 Febrero 3. Toledo (f. 155). Orden al Almirante mayor de la
mar, al guarda mayor de la saca del pan de la ciudad de Jerez de la Frontera y sus
lugartenientes, y al concejo y vecinos de Jerez de la Frontera , así como a los
del Puerto de Santa María y demás villas de señorío del arzobispado de Sevilla
y del obispado de Cádiz, para que permitan al alcaide Pedro de Vera,
venticuatro de Jerez, o a quien su poder tuviere, sacar doscientos cahices de
trigo y doscientos de cebada para la gente que va o está ya en la conquista de
Gran Canaria y otros treinta cahices de trigo y veinte de cebada para una
fortaleza [el nombre está en blanco], bajo juramento de emplearlos para tal
fin. Se ordena que dicha saca tenga prioridad sobre cualquier otra ya acordada.
El Rey y la Reina. A
vila. Acordada y señalada: Villalón y Li//o. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar;1981)
1480 Febrero 4. Toledo (f. 2). Orden al concejo y vecinos de
Sevilla para que levanten en la ciudad y su término cien ballesteros de monte
que han de unirse a la gente que Pedro de Vera, gobernador y capitán de Gran
Canaria, llevará a la conquista de dicha isla; dichos ballesteros han de
presentarse con sus ballestas y almacén, y para su alimentación se concede que
tengan parte en las presas que allí se hagan. El Rey y la Reina. Camañas.
Acordada y señalada: Villalón y Lillo. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar; 1981)
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