Eduardo Pedro García Rodríguez*
Año 1502: La situación bélica continúa siendo
inestable en la isla de Tenerife, última del Archipiélago en ser conquistada.
Si bien los españoles dan por sometida a la isla desde 1496, la realidad es que
una parte importante de la población guanche continúa sosteniendo una guerra de
guerrillas contra el invasor, atacando los asentamientos europeos, asaltando
los hatos de ganados, recuperando así parte de lo que habían sido despojados por
los conquistadores. Éstos no podían organizar campañas militares contra los
denominados alzados por carecer de efectivos suficientes, ya que las tropas
mercenarias tuvieron que ser licenciadas ante la imposibilidad de Alonso
Fernández de Lugo y sus financiadores de la conquista para continuar
sosteniendo la nómina del ejército de mercenarios. Los pocos soldados que
decidieron quedarse en la tierra como colonos, más las tropas de indígenas
auxiliares de las otras islas, eran insuficientes para mantener la seguridad de
los recién implantados poblados europeos. Además, Lugo, en su insaciable sed de
rapiña, estaba inmerso en la preparación de una armada para la captura de
esclavos y saqueo de las costas del continente, en la que obligaba a participar
a un buen numero de conquistadores y guanches de paces, actitud tiránica
habitual en el conquistador que motivó el que varios de los invasores y algunos
guanches de paces elevaran sus quejas ante el trono de España.
A pesar de las inhumanas acciones represivas
llevadas a cabo por los invasores, la resistencia opuesta por un importante
núcleo del pueblo guanche iba en aumento, haciendo temer a los conquistadores
la inminente expulsión de éstos. Una de las medidas tomadas para tratar de
sofocar la resistencia consistió en crear, bajo coacciones y amenazas,
cuadrillas de guancheros formadas por guanches adictos o sujetos a los
españoles, que eran además perfectos conocedores de los escarpados parajes de
las sierras donde se refugiaban los alzados, y donde los invasores no se
atrevían a penetrar. Así, entre otros acuerdos que había venido tomando el
Cabildo referente a la represión de los guanches resistentes, el 19 de enero de
1500 dispone: « que visto el mucho daño en la isla hacen los esclavos que
cualquier esclavo que se huyere de hoy en adelante, que muera por ello, y si
fuere muger que le den cien azotes y le echen de la tierra. »
Los innumerables atropellos a que continuamente
eran sometidos los infelices guanches, por Lugo y su panda de desalmados,
tuvieron eco en la corte, por ello el Consejo de Castilla trata de poner freno
en lo posible a los desmanes del Adelantado, quien en su afán de rapiña ni
siquiera respetó las condiciones pactadas con los bandos de paces. El 29 de
marzo de 1498, el Consejo remite orden al Obispo de Canaria y al gobernador de
la isla de Gran Canaria, López Sánchez de Valenzuela, para que informe sobre la
demanda presentada por el procurador Rodrigo de Bentazos, en nombre de los
bandos de Adeje, Abona, y Güimar, en las que acusaban a Alonso de Lugo,
gobernador de Tenerife, de haber vendido a gran número de canarios de éstos
bandos, a pesar de las paces que asentaron con Pedro de Vera, de su condición
de cristianos y de la ayuda que le prestaron en la conquista de Tenerife. Con
la misma fecha se remite orden a dicho gobernador de Gran Canaria para que
tenga en secuestro a los guanches de los bandos de Adeje, Abona y Güimar, que
están en poder de Alonso de Lugo, hasta que los reyes decidan sobre ellos. A
pesar de la diligencia de Rodrigo de Bentazos, Lugo ya había vendido 700 almas
de las 1.000 que había apresado de los bandos de paces quedando bajo la
responsabilidad de Valenzuela 300 desgraciados sometidos a esclavitud por el
conquistador y sus secuaces.
Paralelamente a las gestiones de Valenzuela, el
Consejo ordena al licenciado Maluenda, juez de término de Sevilla, "para
que informe sobre los canarios de los bandos de Adeje, Abona y Güimar,
precisando si realmente son cristianos, donde y por quien fueron bautizados si
eran de paces y si guardaron estas, y se unieron a Alonso de Lugo, cuando éste
fuera a la conquista de la isla de Tenerife, obedeciendo las órdenes del
conquistador y auxiliándole con mantenimientos."
Por julio de 1498, se desplaza a Tenerife el
gobernador de Gran Canaria, López Sánchez de Valenzuela, con comisión de
secuestrar (poner bajo amparo) a todos los guanches indebidamente esclavizados
–según la terminología de la época– siendo recibido por el teniente Trujillo ya
que, -casualmente-, Lugo se había trasladado a La Gomera , pregonándose por
toda la isla la cédula real de que era portador y sacando de las casas de los
aprehensores a los esclavizados. Esta actuación del Gobernador alarmó a los
secuaces de Alonso de Lugo, quienes protestaron la justa medida aduciendo
además que con la puesta en libertad de los esclavos, la isla habría de ser
conquistada de nuevo, tratando de ocultar con este planteamiento el verdadero
motivo que impulsaba a los mercenarios a privar de libertad a los guanches, que
no era otro que el desmedido afán de enriquecerse comerciando con seres
humanos.
Ante esta actuación de López Sánchez de
Valenzuela, siguiendo órdenes del Consejo de Castilla, el esclavista Alonso
Fernández de Lugo se vuelve más cauto en sus razzias sobre los naturales, tal
como expone en una carta dirigida al Cabildo el 29 de Julio de 1498, y que
sirvió de base para una nueva ordenanza persecutoria contra los guanches, «De
acá fueron ciertos esclavos. Estos y los que se apregonaren serán de quien los
tomase; y llamad todos los vecinos y facer vuestras cuadrillas de todos los
ombres sueltos, y fáganse cinco o seys que bayan a buscar todos. Y yo los do
byen tomados, salvo los de Adexe y Abona y Anaga y Guymar; que todos se dé por
cada uno mill maravedís. Y esto tomad por máxima y por byen, para que por esto
haced vuestros pregones; y por ésta lo prometo y asy lo prometer, y con toda
diligencia. Que mucho vos ama = Alonso de Lugo.
Una de las cuadrillas de guancheros, cuya
formación fue forzada por la genocida y ninfómana Beatriz de Bobadilla, (por
esas fechas ya casada con Alonso Fernández de Lugo, no cabe duda que eran tal
para cual) y por el teniente de gobernador Jerónimo Valdés, fue la constituida
por varios guanches de la familia real de Tacoronte, menceyato que habiendo
sido de los bandos de guerra, en estas fechas colaboraban con los
conquistadores, posiblemente debido a algún pacto secreto llevado a cabo antes
de la batalla de La Jardina ,
(Aguere) como veremos más adelante.
El 25 de noviembre de 1502, el Cabildo se reúne
en la incipiente iglesia de La
Concepción , y trata, entre otras cuestiones, de la formación
de la cuadrilla de guancheros formada por los Tacorontes.
Por esas fechas estaba preso en la cárcel de la
villa don Diego de Adeje, posiblemente hermano del mencey, quien estaba recluido
por sospechas de acoger y ayudar a los alzados. Los Tacoronte, aprovecharon la
oportunidad para conseguir diplomáticamente la libertad del infante, el cual
posteriormente tuvo una participación decisiva en la digresión de los alzados
en el reino de Adeje, vemos como se discurrió la mencionada sesión, «E luego
pareçió ende presente Simón e Fernando Tacoronte e Gaspar e Francisco de
Tacoronte, guanches, e por lengua de Guillén.
E hizieron un requerimiento al dicho señor
alcalde mayor Pero Mexías que estava presente, que por cuanto el señor
Gobernador Alonso de Lugo e por la señora Bovadilla e regidores les ha sydo
mandado que tomen los guanches alçados ladrones, que ellos están presto de lo
hazer e cumplir e trabajar en ello con todo su poder, con tal que les sean dado
los mantenimientos y espensas necesarias y las otras cosas; e que por cuanto al
presente el señor alcalde tiene preso a un guanche que se dize don Pedro de
Adexe, el cual sabe la tierra del reyno de Adexe do andan los alçados, que por
tanto se lo mandase dar e que ellos se obligavan e obligaron con sus personas e
bienes muebles e raíces para se lo dar cada que se lo pediese e demandare, so
pena sus personas a merced del rey e los bienes perdidos.»
A esta protocolaria solicitud, el alcalde mostró
su conformidad a la petición de los Tacoronte, pues ya tenía preparada la
estrategia para tratar de minar la unidad de los alzados, valiéndose del
ascendiente que tanto don Diego de Adeje como los Tacoronte tenían sobre
algunos de los alzados, por ello se mostró conciliador: «E luego el señor
alcalde dixo que lo requerido por los dichos guanches le parece bien, pues que
le dan fiador de la faz que les da el dicho guanche; que pedía a los señores
regidores le digan su parecer:» «E luego todos los dichos regidores dixeron e
parecer es que al dicho guanche que asy está preso se lo de el dicho alcalde a
los dicho guanches para sacar los dichos alçados, pues que es servycio de Dios
e bien e pro de la isla; con tanto quel dicho alcalde reciba fiança bastante de
la haz del dicho guanche.». El arbitrario encarcelamiento de don Diego de
Adeje, queda expuesto por el propio alcalde al exponer a los regidores el
fundamento de su decisión: «E luego el dicho alcalde respondió al voto e
parecer de los dichos regidores, en que dixo que en presencia de todos, que la
señora Bovadilla le encomendó la vara de justicia, con acuerdo de todos ellos,
para que él feziese justicia a servicio//de Dios e de sus altezas, y que el
dicho guanche él le tenía preso por ciertas querellas que del dieron, de las
cuales el dicho alcalde ha quesydo saber la verdad y no ha hallado por do pueda
proceder contra él por ningún rigor de justicia, e que el dicho guanche está
preso y que él no lo ha soltado fasta más yformar, y que pues al parecer de tos
los señores regidores e suyo es que el dicho guanche puede aprovechar para
ayudar a tomar los alçados que andan robando la tierra e vecinos della, e que
le plaze dar en fiado a todos los cuatro guanches que hezieron la dicha
obligación, para que cada e cuando se lo pediere el alcalde u otro juez lo
pornán en la cárcel segund que se obligaron.»
Es evidente que la fracción del pueblo guanche
que ofrecía tenaz resistencia al invasor iba ganando en número y en
organización, pues se incrementaban con muchos guanches de los bandos de paces
que habían experimentado la "paz" de los invasores y un considerable
número de gomeros, conformes éstos comprobaban en propia carne los verdaderos
designios que le tenían reservado los conquistadores. Así, los alzados de los
distintos menceyatos en julio o agosto de 1502, deciden reconstruir el
Menceyato de Adeje, donde había residido el trono universal de la isla,
proclamando mencey al noble adejero Ichasagua, uno de los nobles que no se
acogieron al tratado de los Realejos. Era Ichasagua guerrero enérgico y de
poderosas fuerzas, de pocas palabras y hombre de acción. Fue vencedor en varias
ediciones de los juegos Beñesmeres, siendo hombre valeroso y de gran sagacidad
y serenidad. Estableció su corte en la fortaleza de Ahiyo, entre Adeje y
Arona, señalándose por la tamusni, en la falda sur de la montaña de Hengua
la cueva Menceya como parte integrante del auchón real.
La proclamación del Mencey Ichasagua, conmovió
los inseguros cimientos de la recién implantada sociedad europea. Comprendiendo
Lugo todo el alcance político que tenía un hecho de esta naturaleza, en un país
que no estaba totalmente pacificado, ordena la invasión del territorio de los
alzados, aprovechando para esta operación las fuerzas que estaba preparando para
sus correrías y saqueo del continente. Decreta la prisión del príncipe Izora,
hermano de don Diego de Adeje, Pelinor. (El cual fue rescatado por los
Tacoronte como hemos apuntado más arriba) Y la invasión del menceyato de Adeje,
por dos puntos distintos. Un grupo de tropas españolas apoyadas por guerreros
isleños especialmente canarios y guanches de paces, superando las cumbres
desembocaba por Chasna. Este ejército iba comandado por Guillén Castellano,
lanzaroteño, Jerónimo Valdés, Sancho de Vargas, Andrés Suárez Gallinato y
Francisco Espinosa. Simultáneamente, desembarcaba por la playa de Los
Cristianos el mercenario flamenco mal llamado borgoñón, Jorge Grimón, al frente
de 50 espingarderos y ballesteros, portando además socorros alimenticios para
las tropas que habían penetrado por las cumbres.
Según la tamusni estas fuerzas se pusieron
en contacto y recorrieron el territorio sin poder librar una verdadera batalla,
ya que Ichasagua, conociendo las tácticas de combate de los españoles, ordenó a
sus tabores que se desplegaran por todas partes; pero en cuanto el ejército
invasor se fraccionaba en columnas los alzados se concentraban y arremetían
contra los invasores, trabando encarnizados combates, de los cuales salieron
siempre victoriosos los guanches gracias a la nueva estrategia empleada por
Ichasagua y porque ya eran muchos los guanches que tenían armas europeas,
arrebatadas a las tropas españolas durante los encuentros mantenidos con éstas
y especialmente en la gran batalla de Acentejo. Estas escaramuzas se
mantuvieron varios meses sin resultados positivos para los invasores. Las
pérdidas y el desgaste que estaba sufriendo el ejército español por los nuevos
métodos de guerrilla empleados por Ichasagua, obligaron al adelantado a cambiar
de táctica, empleando las argucias políticas y de engaño que tan buenos
resultados le habían dado en campañas anteriores. Así decidió replegar las
fuerzas dejando a algunos guanches comprometidos con su causa, los cuales
tenían por misión sembrar la discordia entre los Tabores de los alzados.
Retomemos la cuadrilla de guancheros formada en La Laguna por don Pedro de
Tacoronte, sus parientes y el príncipe Izora, éstos mantienen contactos
secretos con determinados Sigoñes de los tabores de Ichasagua, transmitiendo
una serie de promesas de parte de los conquistadores, las cuales, por otra
parte y como era habitual en ellos, jamás cumplirían. Por fin, don Pedro de
Tacoronte en compañía de otros notables consigue reunir en Tagoror a algunos de
los sigoñes alzados en un lugar a Abona que posteriormente se conocería como Los
Parlamentos, del Valle de San Lorenzo.
Llevaban los comisionados poderes del adelantado
para negociar la paz bajo las mismas condiciones del tratado de Los Realejos,
con olvido de todo lo pasado; proposiciones que acabaron por aceptar los
principales alzados, siempre que el Mencey Ichasagua entrara en el concierto.
Aceptado el principio de acuerdo, la asamblea se
dirigió hacía el píe del actual pueblo de Arona, al lugar denominado El Llano
del Rey, el cual hasta fines del siglo XVIII en los documentos oficiales se
cita como El Llano del Rey Ichasagua. Cuando llegó la comitiva a presencia del
Mencey encontraron a éste en píe rodeado de algunos de sus consejeros, mirando
al numeroso grupo que se le aproximaba, al frente del cual venía el infante
Izora, cuando éste llegó a su presencia y después de dirigirle un saludo le dio
a conocer su misión y las proposiciones de paz. El Mencey Ichasagua, sin
corresponder al saludo de Izora, sin pronunciar una sola palabra, recorrió con
la mirada los rostros de todos los circunstantes como tratando de adivinarles
el pensamiento, tiró de pronto de un puñal que llevaba al cinto y se lo hundió
en el pecho. Así, cumpliendo con la tradición de sus ancestros, mediante el
suicidio ritual murió el penúltimo Mencey Guanche, sin siquiera molestarse en
dar repuesta a las propuestas que el verdugo Alonso Fernández de Lugo le
trasmitía a través de unos renegados.
Tras el fallecimiento del Mencey Ichasagua,
algunos de los conjurados aceptaron las paces propuesta por los conquistadores
y consiguieron arrastrar consigo a muchos de los alzados. La historia es
testigo del poco honor que los españoles hicieron a lo pactado, como es
habitual en ellos. Otros, los más indómitos, se dispersaron por las cumbres y
montes manteniendo viva la lucha contra el invasor. Con el transcurso del
tiempo, unos se fueron integrando en la nueva sociedad, otros, continuaron su
lucha y su vida en las zonas más inaccesibles de nuestra geografía, y si bien
con el tiempo las acciones de guerra se fueron aminorando, no es menos cierto
que estos alzados jamás se rindieron al invasor, por tanto, podemos afirmar que
aún continuamos en guerra con la potencia invasora, en una especie de tregua
indefinida no declarada.
La conflictividad social en las islas Canarias,
ha sido una constante durante más de cinco siglos de opresión de un sector
minoritario y pudiente de la población sobre el resto de la misma. El sector
más desprotegido se vio siempre sometido, primero con la esclavitud, después
por una situación de vasallaje y, posteriormente, obligados a sobrevivir bajo
las férreas estructuras Caciquiles, las cuales no escatimaban -ni escatiman-
medios para dominar todas las etapas productivas del país sometido, sumiendo al
pueblo en el más abyecto estado de miseria y embrutecimiento, hasta bien
entrado los años sesenta del pasado siglo XX.
*Miembro
de la
Asociación Sociocultural Kebehi Benchomo
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