C. LA ÉPICA DE LOS PERDEDORES
En
el Romance de las Guayarminas (Cantos de Mestizaje, edit. Cam-Pds,
2011), un poema épico en el que se describen, desde la perspectiva de Arminda y
de los derrotados, los hechos de la guerra de conquista de Gran
Canaria, dediqué dos de los cantos al rapto y rescate de Tenesoya:
En cruciforme
palacio,
junto a la regia
capilla,
la niña crece bien
sana
al cuidado de
Tasirga.
Los juegos que más
aprecia
son los besos de su
prima,
de la donosa
doncella
que es Tenesoya
Vidina.
Un mal día del
invierno
se torna en llanto
la risa
cuando acontece el
secuestro
de su adorada
madrina.
Ojos verdes de
lujuria
tras de unos matos
vigilan
a la regia diosa
rubia
que desciende a la
marina.
Al salir del
bañadero,
desnuda como una
ninfa,
viles faunos al
acecho
le dan caza en
plena orilla.
A Lanzarote la
llevan,
junto a Orchena y a
Tasirga,
que a pesar de ser
ya viejas
con dientes y uñas
la cuidan.
Será
Guadarteme “el Bueno”
quien tome la
iniciativa
de un canje de
prisioneros
por su joven
guayarmina.
¡Ciento a una es la
propuesta!
¡Tanto quiere a su
“sobrina”
que, por las ansias
de verla,
echa el resto en la
partida!
Desde Teguise
retorna
áurea diosa
rediviva,
mas la dulce
Tenesoya,
a la vuelta no es la
misma.
ya no despierta con
risas
sino con quedas
congojas
que desconciertan a
Arminda.
Hasta que una noche
negra,
sin que “el Viejo”
se aperciba,
huye de la alcoba
regia
enfrentándose a las
brisas
para llegar a una
playa,
en recóndita bahía,
donde una barca
varada
aguarda a la
amanecida.
De allí zarpa con
su Acteón,
apuesto
perdonavidas
de apellido
Betancor,
llamado en la santa
pila
como su abuelo,
Maciot,
el que vino a la
conquista
con su tío el Gran
Señor
de la Casa de Gran Villa.
Con él se casa en
Teguise,
a la vez que la
bautizan,
en ceremonia
sublime
que el sortilegio
invalida
cuando inmersa en
agua santa
se convierte en
doña Luisa,
en loor de un Rey
de Francia
que fue onceno en
larga lista.
(Faneque Hernández)
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