lunes, 29 de septiembre de 2014

Los correos y el cabotaje s.XIX



1975.
Interviene en la navegación interinsular canaria  la Compañía Trasmediterránea con sus ferries.

El comercio de La Habana sometió en 1827 al gobierno un proyecto de envío regular de la correspondencia por barco, que fue aceptado. A partir de entonces se estableció una línea regular de buques que salían con el correo de España a La Habana y Puerto Rico, zarpando en invierno y primavera de Cádiz y en verano de La Coruña; en su viaje se detenían en Santa Cruz, tanto a la ida como a la vuelta, dejando y recogiendo la valija de la correspondencia. A partir de 1851, el servicio del correo fue alquilado a la compañía de navegación de Arieta, Villota y Comp., cuyas fragatas pasaban por Santa Cruz dos veces al mes, en su viaja de ida, pero sin tocar a la vuelta. A este correo antillano, que seguía la misma ruta que el anterior, se le añadía un correo bimensual de Cádiz a Santa Cruz, asegurado por los míticos "Corzo" y "Buen Mozo", además del correo inglés que pasaba a principios de cada mes de Liverpool a África, y en el sentido contrario a fines de mes. En 1861 hubo un cambio importante en este programa, debido a la introducción de los barcos de vapor. El gobierno contrató el correo con la compañía Bofill, Martorell y Comp., de Barcelona, que se obligó a servir esta línea con buques de mil toneladas y motores de 200 caballos. La primera salida de Barcelona del nuevo correo se hizo el 15 de abril. Los barcos salían de Barcelona los 15 y 30 de cada mes, hacían escala en Valencia, Málaga, Cádiz,, llegaban a Santa Cruz los días 26 y 11, iban a Las Palmas, volvían a Santa Cruz y estaban de regreso en Barcelona los días 10 y 25. Con la introducción de esta nueva línea cesó la misión de correo del "Buen Mozo", con quien hacía pareja ahora el bergantín "Veloz"; pero ambos navíos siguieron haciendo regularmente el viaje de Cádiz a Santa Cruz y regreso, mucho tiempo después de haber dejado la valija. Seguía también el correo de las Antillas, cuyo servicio fue adjudicado en 1862 a la sociedad de Antonio López, que se transformaría en 1881 en la Compañía Trasatlántica Española. De este modo continuaba, aunque en condiciones algo diferentes, el doble servicio mensual de las dos líneas de correo, de la península a Canarias, y de la Península a las Antillas con escala en Santa Cruz. Hubo, sin embargo, bastantes altibajos. Se suprimió la escala santacrucera del correo americano, no sabemos si en 1865, y se restableció en 1868, a insistencias de la Diputación Provincial; se volvió a suprimir en 1875 y se repuso en 1877, para trasladarla al Puerto de La Luz en Gran Canaria, con gran escándalo de unos y júbilo de otros; hasta que, finalmente, hubo tantas líneas y tantas posibilidades de viajar o de embarcar correspondencia, que estos exclusivismos se quedaron desfasados y faltos de interés. Las relaciones con las demás islas eran por lo menos tan importantes como las con el exterior. El tráfico interinsular era intenso, servido por unos 25 bergantines de 25 a 30 toneladas; pero la idea de las líneas regulares no se había impuesto aun. Las relaciones más frecuentes, con Gran Canaria, se mantenían con ritmo bastante regular: en 1815 había un barco que viajaba entre las dos islas dos o tres veces a la semana. El cabotaje estaba prohibido a los navíos extranjeros, pero los franceses habían conseguido, como resultado de su reciente intervención militar, el privilegio de poder navegar entre las islas.
Vapores Interinsulares Canarios:

La primera línea regular interinsular fue creada en 1855. Había sido sugerida a la Diputación Provincial por el exgobernador de la provincia Manuel Rafael de Vargas. Hacia 1860 el servicio se componía de seis viajes por mes a Las Palmas, además de dos mensuales a Santa Cruz de La Palma, con salida del Puerto de la Cruz. En 1888 se fundó la compañía de Vapores Interinsulares Canarios, en realidad simple filial española de Elder Dempster, que aseguró a partir de aquella fecha las relaciones marítimas entre las islas. Los servicios se inauguraron el 6 de septiembre de 1888, con la llegada a Santa Cruz del "Viera y Clavijo", seguido luego por el "León y Castillo", dos vapores de 511 ton. De registro bruto que fueron, como decía la prensa que celebraba el acontecimiento, "una de las piedras fundamentales del grandioso edificio de la unión y prosperidad de la provincia". Los correillos han sido, en efecto, una pieza capital dentro de la economía y el tráfico local. Resumida brevemente, su historia se descompone en tres etapas. La primera empieza en 1888; la segunda en 1912, cuando la misma compañía de navegación sustituye sus primeros barcos con otros más modernos, y la tercera, a partir de 1975, cuando interviene en la navegación interinsular la Compañía Trasmediterránea con sus ferries. (Mgar.net)

No hay comentarios:

Publicar un comentario