Interviene en la navegación interinsular canaria
El comercio de La Habana sometió en 1827 al
gobierno un proyecto de envío regular de la correspondencia por barco, que fue
aceptado. A partir de entonces se estableció una línea regular de buques que
salían con el correo de España a La
Habana y Puerto Rico, zarpando en invierno y primavera de
Cádiz y en verano de La Coruña ;
en su viaje se detenían en Santa Cruz, tanto a la ida como a la vuelta, dejando
y recogiendo la valija de la correspondencia. A partir de 1851, el servicio del
correo fue alquilado a la compañía de navegación de Arieta, Villota y Comp.,
cuyas fragatas pasaban por Santa Cruz dos veces al mes, en su viaja de ida,
pero sin tocar a la vuelta. A este correo antillano, que seguía la misma ruta
que el anterior, se le añadía un correo bimensual de Cádiz a Santa Cruz,
asegurado por los míticos "Corzo" y "Buen Mozo", además del
correo inglés que pasaba a principios de cada mes de Liverpool a África, y en
el sentido contrario a fines de mes. En 1861 hubo un cambio importante en este
programa, debido a la introducción de los barcos de vapor. El gobierno contrató
el correo con la compañía Bofill, Martorell y Comp., de Barcelona, que se
obligó a servir esta línea con buques de mil toneladas y motores de 200
caballos. La primera salida de Barcelona del nuevo correo se hizo el 15 de
abril. Los barcos salían de Barcelona los 15 y 30 de cada mes, hacían escala en
Valencia, Málaga, Cádiz,, llegaban a Santa Cruz los días 26 y 11, iban a Las
Palmas, volvían a Santa Cruz y estaban de regreso en Barcelona los días 10 y
25. Con la introducción de esta nueva línea cesó la misión de correo del
"Buen Mozo", con quien hacía pareja ahora el bergantín
"Veloz"; pero ambos navíos siguieron haciendo regularmente el viaje
de Cádiz a Santa Cruz y regreso, mucho tiempo después de haber dejado la
valija. Seguía también el correo de las Antillas, cuyo servicio fue adjudicado
en 1862 a la sociedad de Antonio López, que se transformaría en 1881 en la Compañía Trasatlántica
Española. De este modo continuaba, aunque en condiciones algo diferentes, el
doble servicio mensual de las dos líneas de correo, de la península a Canarias,
y de la Península
a las Antillas con escala en Santa Cruz. Hubo, sin embargo, bastantes
altibajos. Se suprimió la escala santacrucera del correo americano, no sabemos
si en 1865, y se restableció en 1868, a insistencias de la Diputación Provincial ;
se volvió a suprimir en 1875 y se repuso en 1877, para trasladarla al Puerto de
La Luz en Gran
Canaria, con gran escándalo de unos y júbilo de otros; hasta que, finalmente,
hubo tantas líneas y tantas posibilidades de viajar o de embarcar
correspondencia, que estos exclusivismos se quedaron desfasados y faltos de
interés. Las relaciones con las demás islas eran por lo menos tan importantes
como las con el exterior. El tráfico interinsular era intenso, servido por unos
25 bergantines de 25 a 30 toneladas; pero la idea de las líneas regulares no se
había impuesto aun. Las relaciones más frecuentes, con Gran Canaria, se
mantenían con ritmo bastante regular: en 1815 había un barco que viajaba entre
las dos islas dos o tres veces a la semana. El cabotaje estaba prohibido a los
navíos extranjeros, pero los franceses habían conseguido, como resultado de su
reciente intervención militar, el privilegio de poder navegar entre las islas.
Vapores Interinsulares Canarios:
La primera línea regular interinsular fue creada
en 1855. Había sido sugerida a la Diputación Provincial
por el exgobernador de la provincia Manuel Rafael de Vargas. Hacia 1860 el
servicio se componía de seis viajes por mes a Las Palmas, además de dos
mensuales a Santa Cruz de La
Palma , con salida del Puerto de la Cruz. En 1888 se fundó la
compañía de Vapores Interinsulares Canarios, en realidad simple filial española
de Elder Dempster, que aseguró a partir de aquella fecha las relaciones
marítimas entre las islas. Los servicios se inauguraron el 6 de septiembre de
1888, con la llegada a Santa Cruz del "Viera y Clavijo", seguido
luego por el "León y Castillo", dos vapores de 511 ton. De registro
bruto que fueron, como decía la prensa que celebraba el acontecimiento,
"una de las piedras fundamentales del grandioso edificio de la unión y
prosperidad de la provincia". Los correillos han sido, en efecto, una
pieza capital dentro de la economía y el tráfico local. Resumida brevemente, su
historia se descompone en tres etapas. La primera empieza en 1888; la segunda
en 1912, cuando la misma compañía de navegación sustituye sus primeros barcos
con otros más modernos, y la tercera, a partir de 1975, cuando interviene en la
navegación interinsular la Compañía Trasmediterránea con sus ferries.
(Mgar.net)
No hay comentarios:
Publicar un comentario