Recopilado por Eduardo P. García Rguez.
Cabellos: Tanto
los hombres como las mujeres llevaban suelto el cabello, muy bien escarmenado,
a la espalda. Los más tenían el pelo rubio o castaño, algunos rojos, y
otros negros como ala de cuervo. Los hombres eran bien barbados, y se dejaban
crecer la barba sin cortarla nunca (Arona).
Todos llevaban el cabello suelto sobre los
hombros y se dejaban crecer la barba (Barranco Hondo, Candelaria).
El color del pelo era rubio (Arafo).
Se cuenta que las guanchas tenían hermoso
cabello que llevaban suelto que lo recogían
formando un ruedo sobre la cabeza para que descansara
el cántaro cuando iban por agua.
Vestidos: Pieles
de oveja para los vestidos, que es lo que se han encontrado
en las momias de Taganana (Taganana).
Llevaban el vestido sin mangas; y gorritas o cachuchas
de cuero. Se recogían el pelo (Igueste de Candelaria).
En Abona vestían los hombres como un pantalón
de pieles ceñido a las piernas hasta el tobillo, sujeto a la cintura, y una
zamarra que le caía más baja de la cintura en
invierno, abierta por delante y abrochada con unos
palitos —a guisa de botones— que sabía antes cómo los llamaban. La cabeza la cubrían con una especie de sombrero semiesférico o algo cónico, hecho de piel con los pelos para afuera, con cuatro costuras
que se partían en cruz sobre la copa y quedando los
bordes como pequeñas alas.
Otros se ponían un pequeño zurrón como si
fuera ensanchado por la boca, tirando el fondo atrás
sobre la nuca, como gorro catalán.
Las mujeres llevaban como una camisa más o
menos ceñida desde el cuello a los tobillos, sin
formar piernas o pantalón como en el hombre; cubriéndose la cabeza con una barretina o gorro catalán (modelo), de piel, tirando el fondo a la espalda. Al cuello llevaban
varios hilos de cuentas de barro.
El vestido en vida no era igual al
amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos
que se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados
y puestos de intento de cierto modo, y otros sorprendidos
por la muerte sin haber sido amortajados (Arona).
Los vestidos eran de pieles de distintos
colores y de juncos, con collares de cuentas de arcilla y de hueso (Granadilla).
Las mangas en las mujeres terminaba ceñidas,
como una vuelta a manera de pulsera (Arafo).
El vestido era como una camisa larga sin
cuello que llegaba a media pierna (Igueste de
Candelaria).
En una cueva de Igueste de Candelaria
descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de 9 cadáveres... Los
más tenían collares de cuentas de arcilla
al cuello y algunos, además, alrededor de la cintura (Igueste de Candelaria).
La mujer se ponía una correa alrededor de la
frente; y otra en el cuello para diferenciarse la soltera de la casada (Sur
de Tenerife).
Tamarcos. El tamarco de los niños se lo ataban por detrás, recogido hacia arriba con una
correa (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).
Sombreros: Por
sombreros, unos usaban pequeños zurrones de ganado
cabrío u ovejuno —conservando el pelo hacia afuera— y otros pequeños casquites, como si fueran sacados de la cabeza o de parte de
ella de las ovejas (Güímar).
Montera. La
montera se llamaba guapilete.
Usaban monteras de pellejas (que no
recuerda el nombre), que se ataban por debajo de la barba, le caía por detrás
una cosa, y era picudo como una mitra (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).
Las monteras de los guanches las
llamaban guapiletes (Agustín Reyes,
del Valle de San Lorenzo).
—Zapatos: Los
usaban de piel de perro, buen calzado; de piel de cerdo, era fuerte para la
plantilla o suela; de piel de macho cabrío, bastante
fuerte para plantilla o suela.
Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo se encontró habrá 60 años, en las dos cuevas de la Fuente de Beñas, en el
barranco de Chija, un xerco o majo de suela de cochino, con la forma de
los xercos de la baja nobleza,
según hemos descrito; y otro mejor que el anterior, pero ya incompleto (Arona).
(Otro informante) No sabe de zapatos, pero
dice vio algunas momias con cueros envolviendo los pies, pero que no sabía (Arona).
Indumentaria de los reyes. Los reyes tenían corona. (Según Cipriano
Arribas, era como un pellico o gorro de pieles, con 5 orejas hacia arriba, por delante).
El rey usaba corona de flores silvestres en ciertos
actos (Arona).
El rey usaba una especie de calzón corto de pieles y encima como una pequeña túnica ceñida a la cintura con un cinto de juncos; al
cuello un collar de conchas marinas y huesitos; a la
cabeza como un gorra de juncos y en la mano un palo como de un metro a guisa de cetro.
Siempre le acompañaba una comitiva (Barranco
Hondo, Candelaria).
Vestidos de los nobles. Los príncipes y oficiales se ceñían la cintura con una faja más ancha
que la mano, con pieles de colores especiales, berrendas, según su categoría, además de un
bastón o palo de forma también especial según sus
categorías: ambas cosas eran insignias de mando. La añepa
era una lanza labrada de un modo particular (Arona).
(Juan Bethencourt
Alfonso)
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