RETAZOS DE CULTURA GUANCHE
Según el Dr. Juan Bethencourt
Alfonso, en: Historia del Pueblo Guanche
Recopilado por Eduardo P. García Rodríguez
I.—Modos
de subsistencia: Alimentación;
Agricultura; Ganadería y Pastoreo; Recolección terrestre; Caza; Pesca; Recolección marina.
II.—Cultura Material: Mobiliario,
ajuar e indumentaria; Cerámica;
Aprovechamientos vegetales; Trabajo del cuero y cordelería; Técnicas
constructivas; Natación y
Navegación.
III.—Cultura intelectual: Contabilidad; Medicina; Religión y Culto a los muertos; Fiestas y Música; Comunicaciones.
I. MODOS DE SUBSISTENCIA 1. ALIMENTACIÓN:
—Alimentos. Cebada, miel de abeja y carnes.
Como fruta: el higo
vicariño, pequeño y de color de aceituna madura; la sáquita; el mocan; el vicácaro (del tamaño de un higo de leche, cuando
maduro de color amarillo; tiene costuras a
lo largo y afecta la forma de una campana), el madroño (amanillo de guayabo,
cascara lisa y en puntitas, algo
mayor que la avellana (Taganana). Comían raíz de helécho, creses, etc. (Araya). Gáite. Otros dicen gaita,
o torta. Sin duda llaman gáite
a la torta o pan de helécho-, como gainás, al puño de gofio amasado, etc. (Arona).
Torta gaita,
hecha de gofio amasado o de gofio escaldado, y luego puesta en el tiesto o fuego
para asarla (Jerónima, de Arona).
—Condutos. El mastuerzo es un mato de costa,
cuyas hojas y palitos
mascados pican como pimienta (que sirve a algunos de conduto para comer papas asadas). ¿Será el
taferte?
La semilla del mastuerzo que se
parece a una pimienta, majada quema como la
pimienta; también queman los tallitos. (Es parecida a una pimientita, con semilla dentro, que se pone de
color algo encarnado; se puede hacer
mojo con ella). Se cría mucho en Las Galletas, Guasa, etc., y otros puntos de la costa. (Arona).
La hoja del taferte quema y
la comen como conduto con gofio. Quema
como rábano y es de buen sabor. De la semilla nada se dice, sino que la que quema es la de mastuerzo.
—Mojos. Para mojos guanches: manteca de
puerco, una cucharada
sustituye al aceite pero ha de ser en caliente. El vinagre lo sustituían por tallos de trebina,
machacados, y es bastante agrio. Y la pimienta,
por una semilla, la del marmojayo (?) que machacada pica como pimienta.
El zumo de la vinagrera
puede hacer el papel de vinagre (Arona).
ALIMENTOS DE ORIGEN VEGETAL
—Chafeña.
A la chafeña de maíz o
trigo, para darle un sabor dulzaino,
y un bonito color encarnado, después de tostarlos y aún caliente, se les riega
con sangre de drago (Taganana).
—Jaya.
Según tradición era una
vianda preparada por los guanches,
como aún se conoce en Arico. Consiste en una pasta que hacen con cebada que aún no esté del
todo madura y que después de mondada la tuestan y
rolan; que luego ponen a hervir dentro de leche hasta que adquiere cierta consistencia pastosa (Sur de Tenerife).
La hacen de
cebada o trigo ya granado pero aún tierno. La tuestan y muelen dejando el grano ahincado
o sea rolan o a medio moler. Luego
la guisan con leche o agua para comerla.
—Pinas. Cuando la pina está aún verdosa, la ponen dentro de brasas y se abre. Cuando seca se pone al sol, con
algo debajo para recoger el piñón,
al que se le quita la cascarita para comer la almendra. También se lo comen con cascara, es decir se
chascan la cascara. Se lo comen crudo (Sur de Tenerife).
ALIMENTOS DE ORIGEN ANIMAL
—Carne
(salada). La salaban,
lavando fresca la carne en el mar; operación que repetían tres veces, con
intervalos de 2 a 4 días y colgándola a la sombra hasta que secara.
Así la conservaban sin sabor
a sal.
La carne la
salan y luego la ponen al sol que dura 6 ó más meses. Si la ponen al sol se enrancia,
pero se seca mucho. Colgada a la sombra, se conserva siempre amorosa y no se
enrancia (Sur de Tenerife).
—Cecina. Quitan las cabras viejas en Agosto
y Setiembre, y hacen la
sesina, porque los pastos secos son los que dan más nutrición y más sabrosa la carne, más
sebo, etc. En Julio y Agosto, en los días caniculares, porque hay menos leche y sale el
queso muy seco y malo, (porque
se destila mucho) hacen la manteca (porque hay más manteca) y tal vez menos caseína; pues hay más cuando el pasto es verde o tierno.
La sesina, de julio en
adelante, es cuando está en mejor condición.
—Pringos. Con sebo de cabra (Sur de
Tenerife).
—Matanza.
(Por tradición). Juan Caleta mataba
las reses sin dejar
vestigios de sangre. Para ello tan pronto era en meterles el cuchillo como en aplicarles la boca a
la cisura por la que les chupaban toda la sangre sin que quedara gota (Güímar).
Se dice, y es
esto confusión, que los guanches no mataban ninguna
cría, sino cuando estaban grandes en carne. Y no saben con qué cuajaban la leche para hacer el queso. Los
ganados debían ser grandes, porque
la momia que encontró (esto es información recogida de un pastor del Sur de Tenerife, por parte de
Bethencourt Alfonso) tiene un zurrón
enterizo que va desde los hombros a los pies, anudado por debajo. Esta momia no tiene un cuero.
Sólo mataban los machos para la
carne, y la piel destinada a la ropa
(Güímar).
—Leche:
Beletén o Tafór. Calostro
de la cabra. La gente lo come
pero cocido, pues crudo produce evacuaciones.
Consideraban a la leche
cruda más saludable que la guisada.
—Miel. La miel de abeja de leña blanca
era la preferida. Era algo verdosa
y de sabor ácido-dulce, había mucha por la Caldera (Arona).
La miel más
dulce es la de flor de balo; y después de la miel de retama, que son éstas las más dulces
y las más blancas. La de flor de tabaiba salvaje y la de cardón son las más malas, porque
quema en la boca y lloran los ojos, siendo el gusto
muy amargo. En los beriles de Guasa
hay aún muchas abejeras, en las Arenitas, en las Lajitas (Arona).
—Queso. El curado al humo dura de 1 a 2 años; siendo el humo de la
tabaiba mansa de costa el mejor. A los 3 ó 4 días de hecho, lo lavan con agua tibia y cuelgan con juncos sobre el hogar. Estos quesos ofrecen
una cintura en derredor del canto por donde atan el junco; a las pocas semanas están curados (El Palmar).
Los ponían
en cañizos hechos con varas de leña blanca, dentro de cuevas a la sombra.
Dicen que
empleaban además como preservativo, a la par que como cuajo, leche de cardo. Aseguran que de este modo conservaban el queso uno o dos años.
—Sebo. Hay aún quien come el sebo crudo
de cabra, al matarla, aún
caliente (Arona).
Cuajaban la leche con cuajo,
como ahora (Guía).
2. AGRICULTURA:
Cosechas:
El trigo lo
desgranaban, después de arrancarlo, apaleándolo (Arona).
El trigo los
desgranan mejor estregándolo con la mano, sobre una laja.
Cuando se
recolectaban las mieses se pagaba un tanto de lo cogido al rey (Güímar).
Sementeras:
No se podía
sembrar ni realizar ninguna operación agrícola sin que el tagoro lo acordara por orden del rey (Güímar).
Sembraban y
luego le pasaban las cabras, otros a fuerza de brazo con una pala o palo terminado en una pala en forma
de garabato (Sur de
Tenerife).
Existe la
tradición de que el sitio llamado La Laguneta , en Guasa, donde hay muchas plantas olorosas, como
tomillo, incienso, romero,
etc., y donde se acumulan las aguas de las vertientes inmediatas, de donde le viene su
nombre, tenían los guanches la costumbre de esperar a que se embebiera el agua; después
sembraban, y luego metían
grandes rebaños que los paseaban por toda la laguna, a fin de que el trigo fuera de ese
modo enterrado (era una manera de arar) (Arona).
—Arado. En Jama, en el barranco de Chija
está la cueva donde llaman
los arados de los guanches (éstos eran como un timón y rabisa y diente del arado, que eran de
leña nuel y sabina) (Arona).
Rompían la
tierra con un cuerno de macho cabrío sujeto a un palo como de un metro, y las mujeres
iban detrás depositando la semilla (Granadilla).
Cereales:
Avena.
Dicen que sólo conocieron
los guanches el centeno o la avena;
que sólo después de una invasión, parece que en un punto donde pusieron a comer a un caballo
cebada, nació ésta; pero que antes no la conocían en Tenerife. De allí salió la semilla para
toda la isla.
Sobre las
lajas de la cueva donde se encontró la momia boca abajo, había un lecho de pinillos y una mata de
avena o cerrillo (El Roque,
en la Cañada
del Hoyo de Ucanca).
En la Cueva del Roque (Cañada de
Ucanca) se encontró un pie seco de avena o
cerrillo, del tiempo de los guanches, debajo de ellos y encima de las lajas (Ucanca).
(Ibídem).
Cebada. Desgranaban la cebada con los pies
y aventaban con las manos
(Granadilla).
Centeno. El centeno lo desgranan
sacudiéndolo contra una piedra.
Trigo
guanche. Se le
encuentra en Acoroma, Atosaro, en la
Vera , etc.,
de Igueste (Igueste de Candelaria).
Dicen que
tenían trigo aunque no mucho; y que lo saben no sólo por tradición sino por haber encontrado en las camas
de los guanches, en cuevas
que no habían sido tocadas, paja de trigo, así como otros objetos. El trigo lo sembraban
echándolo a la tierra y después haciendo que los rebaños se pasearan encima (Arona).
3. GANADERÍA Y PASTOREO:
ESPECIES ANIMALES
—Cabras salvajes. Las cabras salvajes las cogían a la carrera ayudados de lanzas cuando era por riscos, o
escoteras cuando el terreno era menos fragoso. Otras veces las acorralaban en
ciertos puntos (Barranco Hondo).
Dice
que sólo oyó hablar al viejo Sierra, que fue el que daba estas noticias del
siglo pasado, de cabras (Arona).
Ahijaderos. El
Valle de San Lorenzo, pago de Arona, fue y aún es conocido con el nombre del Valle del Ahijadero; y cuenta la tradición
que los guanches lo habían destinado a ahijar (es decir, que las cabras que les
faltaba poco para parir, eran llevadas a aquel sitio abrigado, y antiguamente
abundante en pasto, para que la cría pasara los primeros días de la vida). Después los conquistadores siguieron la misma costumbre.
—Cerdos.
Los guanches conservaban la
tradición de que los cerdos los adquirieron
robándolos a gentes que llegaron a Tenerife en barquitos, antes de la conquista (Arafo).
—Ovejas. A las ovejas llamaban cotias (Guía).
—Perros.
(Chírres, chílres). Creo
que el chírre es el perro de los guanches: pequeño, grueso, de patas
pequeñitas y orejas chicas; son
de color sajonado o chocolate oscuro; muy rabiosos y excelentes para voltear el ganado; de noche
un verdadero centinela y si bien olfatean la caza, como corren poco no son cazadores
(Arona).
CABAÑA GANADERA
—Abundancia
de ganado. Cuentan que
había tanto ganado en la región de Acentejo, que teniendo el camino antiguo de
San Cristóbal (antes sólo
sendero) 28 varas de ancho; sobre todo desde la montaña de La Morra a la ermita de Guía,
que distan casi una legua, se cubría completamente de ganado estando la cabeza de los
rebaños en la Morra ,
por ejemplo, y la cola en la ermita de Guía, cuando lo
transportaban de unos puntos a otros (La Victoria , La Matanza y Sta. Úrsula).
CAMINOS Y VUELTAS DEL GANADO
—Caminos
(ganado). Tenían
veredas públicas de cumbre a costa (y aún existen algunas) y en ciertas partes
espacios muy anchos para hacer noche o sestear el ganado, etc. (Guía).
—Vueltas del ganado. Los ganados de la parte de Imoque, del rey de Adeje, tenían
su vuelta que aún se conoce (así como las de la parte acá del de Abona) que iban al Charco del Rey en el barranco de
dicho nombre, que la separaba de Abona. (Arona).
Los guanches
bajaban a las costas en invierno y subían a las cumbres en verano, llevando
sus ganados y enseres (Chío).
Los bajaban a
las costas en Octubre o Noviembre, y los subían en Febrero o Marzo (Guía).
Se llevaba el
ganado en las costas después de recogida la siembra y se transportaba a los altos en épocas señaladas
por los tagoros; señalando
cada tagoro sus pastizares a los ganados, de los que no podían salir ni
llevarlos por otras vueltas (Güímar).
CORRALES
—Corrales
(Corral del rey guanche). Aún
lleva este nombre el que se encontraba en las Mesas de Guasa. Aún hay restos de
las paredes que tenían forma circular (Arona).
PASTOREO
—Pastoreo
(Cabritos). Sólo
permitían que los cabritos mamaran una sola vez cada 24 horas, después de ordeñar las cabras.
Y para que
los baifos no pudieran mamar le ponían un pegón de tabaiba dulce (Granadilla).
—Pastores. El rey tenía un número de pastores
ilimitado, pero los demás los
que les correspondían (Arafo).
—Pastos. La yerba empieza en la costa como
en Noviembre, según llueva
o no y dura hasta Mayo. Luego seca, hasta Julio. En los altos empieza en Febrero hasta fin
de Julio más o menos (Arona).
PROPIEDAD Y TRIBUTOS
—Cómputo
de reses. (Censo). Es
tradicional que los propietarios de ganados pagaban un canon anualmente. Una
cabeza por cada cierto número
o una cría por tantas que nacieran, aunque no he podido averiguar la cifra exacta. Lo que sí se
sabe es que por cada res que mataban le daban, un cuarto de carne en La Orotava y un octavo en
Güímar, al mencey (Güímar).
—Marcas. Aún se conservan algunas marcas
del ganado, desde el tiempo de
los guanches (Arafo).
—Zurrón. Cubierta externa del feto del
cabrito. Las cabras se los comen si las dejan, pero se los quitan porque les
entra diarrea.
—Propiedad del
ganado. Todo era del
rey como dueño absoluto, por
más que cada uno tenía lo suyo. El reparto de la tierra lo hacía el
rey, así como señalaba las vueltas
del ganado y los puntos de abrevaderos (Barranco Hondo).
—Tributo
de reses. Afirma la
tradición de que los vasallos pagaban al año una contribución de reses al mencey, proporcionada
y fija según el número de cabezas de ganado que cada uno tenía; y que por cada
res que se matara había de dar
al rey un cuarto de carne. No he podido averiguar si sucedía lo mismo con la cebada, creses, mocanes,
mariscos, etc.; cosa
que parece natural a menos que la guardia permanente que tenía no fuera dedicada a la labranza y recolección de los frates,
etc., dichos, cuando las necesidades del
servicio no los retenía (Güímar).
4. RECOLECCIÓN TERRESTRE:
—Aderno. Este fruto, como del tamaño de un
garbanzo, del árbol del
mismo nombre, es un fratito parecido a la crese aunque algo mayor.
Éste lo comían fresco y no
hacían gofio de él.
—Angoja. (¿Es un mato?). Se come el tallo,
cuando es tierno, algo hueco
como caña, erado. Es sabroso; pero amarga la cascara por fuera que tiene como leche.
—Berros. En los manantiales (guisado y
crudo).
—Cardo alcancil. El tallo es dulce.
—Creces. Fruto del haya, de sabor rispido,
y que, después de seco, lo
tuestan y hacen gofio como era costumbre entre los guanches (Tacoronte).
Este fratito del haya, las
comían frescas, pasadas y hechas gofio.
Cuando
frescas son de sabor astringente. Las pasaban, como reserva para el invierno. Para esto
las tendían al sol hasta secarse, removiéndolas de vez en cuando.
Como los higos crían azúcar.
Las comían con la pepita.
—Helécho. No las helecheras machos, que
destinan a adornar.
Sacaban la raíz; lavaban; después
picaban; luego las tostaban y molían para
hacer gofio o mejor harina, a fin de confeccionar últimamente las tortas.
—Pan de Helécho. Lo hacían de la raíz del helécho.
—Juncos. Los cogían en el Barranco del Infierno, la Madre del Agua, etc. Los mojaban y luego los ponían a
secar. Para usarlos hay que ponerlos antes de remojo. Hay una variedad más
delgado, que es el mejor.
Se cogen cuando están
granados. Los mojan y ponen al sol para orearlos, y así que están oreados, los dejan curtir
a la sombra para que resulten
más fuertes.
Los recogían también en el
risco de los Juncos, en Teño.
—Licores. Era para los grandes (adultos). Lo
sacaban del mocan. Los
ponían de remojo en un tarro, luego los secaban etc., hasta tres veces, y luego sacaban el licor.
—La sáquita,
fruto del tamaño y color de la guinda; de él sacaban los guanches el licor de sáquita (Taganana).
—
Madroños.
Era la fruta predilecta del
rey de Güímar. En el barranco de Badajoz, hay
aún muchos madroñeras por el pico de Acre.
Parece había
(establecida) por el Estado una época en que disponía comerlos, para evitar
calenturas.
Son
como del tamaño de nueces, de figura y con semilla como la del tomate, y del
color y con piquitos como la cresta de gallo.
Hay que comerlos maduros y
muy en sazón para evitar calenturas.
No pueden pasarse porque se
pudren.
—Miel de mocan. La hacían muy bien.
—Norza. (Raíz). La produce una planta
parecida a la pantana de Guinea,
muere todos los años y vuelve a nacer la rama. La raíz es de 1 a 2 cuartas, cumplida, parecida a
una batata larga y del grueso de un duro más o menos. El color, cuando se parte, es blanco, más blanca que la papa; pica en crudo, de sabor
soso y la comen asada. La rama se da en otoño; es lo primero que revienta en las primeras
aguas. Es buen pasto. Hay
mucha en la costa húmeda y sombría, no muy enterrada.
—Repasaya.
(Yerba). Comen los tallos
tiernos, es sabrosa y fresca.
Hay tallos como de dos dedos de grueso: es maciza y jugoso el tallo. Comen hasta el tronco.
—Tabaiba
dulce. Fabrican la
tabaiba practicando hendiduras en los tallos del arbusto tabaiba dulce para recoger la leche en unos ganiguitos que colocan al efecto (Arona).
—Tacorontía.
La raíz es algo redonda,
como una cuarta de largo y
una muñeca de grueso. Da una rama parecida a la norza.
—Taragontía.
Comían y comen la cebolla,
que son como el puño. En
crudo pican mucho.
Estas cebollas calaban la tierra como un jeme.
Así que las
cogían, cavándolas, les quitaban la cubierta o tela mas externa, y después de
picarlas muy menudo, las tendían al sol para secarlas. Luego las molían para fabricar la harina.
Cuando querían hacer las tortas de
taragontía, sobaban la harina en
agua como el pan, para darles seguidamente la forma de tortas y someterlas al tostador u horno.
Estas tortas recuerdan el
gusto de la papa.
5. CAZA:
—Caza de
aves. Con lazos de
cuerdas de juncos o de correas, armando trampas con lajas, y con redes de
juncos que por las noches colocaban con el mayor
silencio a la entrada de las cuevas donde dormían
las aves. Después de colocadas, entraban uno o dos con luces y dando gritos
para espantarlas y cogerlas al enredarse (Granadilla).
También hay
la tradición de que los guanches preparaban con la leche de cardón y de tabaiba
una pasta llamada hoy liria (liga) para cazar aves. Con esta pasta untaban
pajitas de cerrillos que abandonaban a las orillas de los bebederos o charcas.
También
cazaban las aves a pedradas (Barranco Hondo, Candelaria).
—Caza de pardelas (sistema utilizado en el siglo xix pero que entronca directamente con épocas más antiguas):
Conocidas, en los riscos, sus
casas que llaman cubiles, siempre son de
boca lo más ancha de una tercia, pues no entran en cuevas de boca mayor; a
ciertas (horas) del día, unos palitos que sirven de señal para saber por la noche si está o no dentro, según
estén caídos o de pie. Si están
dentro (que por lo regular no hay más de una o dos) emplean dos procedimientos. Uno, hacer fuego en la
boca de entrada con tea, y obligar con el humo a que salga la pardela (a
veces, se rebellón); y las cogen con las
manos; y otro, consiste en untar una caña con leche de cardón y tabaiba, que se entra en el agujero y le empieza a pinchar y dar vueltas, hasta que las sacan
pegadas de la caña. Esta cacería se
hace de 9 a 10 de la noche (Tacoronte).
En Mayo y Junio es la época
de coger las pardelas en las cuevas.
6. PESCA:
—Aparejos: Pescaban con anzuelos formados naturalmente por la madera y la liña era de juncos.
Los anzuelos los hacían de
leña blanca.
Con los juncos hacían
cuerdas, redes y hondas.
Hacían
correas muy finas de las tripas y otras más bastas de la piel de cabra.
El aparejo lo hacían con
cuerda de junco a la que ataban el anzuelo.
Cuerdas o
cabos los hacían de juncos hasta para fondear barcos (Hasta hace unos 60 años los utilizaban en el
cabotaje).
Los anzuelos
los hacían de leña blanca, pescaban con estos anzuelos y liñas hechas de correas.
Hacían
anzuelos de espinas (de pescado) y de huesos, así como de los cuernos de las cabras.
—Apatuscos. Pescaban con anzuelos de leña
blanca y liñas hechas de correas. También dicen hacían como redes o pandorgas
con trenzas de pieles de cabra (Chasna,
Vilaflor).
—Fisgas. Las hacían de leña blanca, con las que
arponeaban al pez de noche metiéndose en el
mar con hachos encendidos para encandilarlos. Sólo tiene uno o dos
espichas, con barbada. Para coger cangrejos,
pulpos, etc.
—De fisgón. Con una vara de 3 ó 4 varas,
llevando fija por un extremo
un trozo de tabaiba seca; sobre cuyo pedazo espetan hacia el centro tres espichas de leña blanca de ájeme, que terminan
abiertos. ¿Para coger sólo los erizos?
—Pincho de
caña. De caña o de
otro material, de tamaño similar a la fisga pero sin barbada, y se utilizaba para coger pulpos.
—Redes. Las hacían de junco a manera de
gueldera. Hasta el año 60 del siglo pasado, Francisco Javier, de las Socas en
San Miguel, pescaba con una. También las
pandorgas o redes las hacían con trenzas de
correas de cuero de cabra.
—Técnicas de
pesca: Embarbascar y
pesca en corrales. En La Gomera ,
como en Tenerife, embarbascaban los charcos con leche de cardón y de tabaiba
salvaje.
Entre
los charcos en donde embarbascaban conocemos los siguientes: el Charco de La Caleta , el del Becerro, y
el de Diego Hernández, en Adeje; el del Vidrio, del Clavito, del Cardóse, de
Punta Negra, de la Ca rrera
y el de la Laja
de Gregorio, en la jurisdicción de Guía; Charco del Marqués, Charco de los de Adeje, de la Carnada , del Cabezo, del
Lino, de las Gallinas y de los
del Valle, en el pueblo de Arona; Charco en Abaes, en la caleta del Ganado, en la caleta del
Agua, y en la caleta del Cagao,
del antiguo reino de Abona. (Unos estaban destinados a embarbascar y otros & pescar en
corrales, o a ambos usos indistintamente).
La pesca por medio de
corrales consistía, como lo indica su nombre, en hacer en ciertos puntos de la ribera
corrales de piedra seca, como
1 a 1 1/2 metros de alto, con la boca mirando hacia la parte del mar por donde acostumbra a recalar
el pez.
Cuando
comienza a descabezar el mar, es decir, al iniciarse el reflujo o descenso de la marea, uno
o más hombres se arrojan al mar silenciosamente y tapian con ahulagas etc., la puerta, y dan comienzo a
los gritos, palos, etc., para ajoriar al pez hacia el charco y no se salga.
Embarbascaban
los charcos descubiertos a marea baja poniéndoles leche de cardón (¿trozos?),
a fin de coger después los peces aturdidos cuando entraban a marea alta. Embarbascaban los charcos
con leche de cardón, como es tradición en el charco de
las Lisas, en Los Cristianos; y para esto
tenían que preparar las paredes nadando y ajoriar más tarde al pez para que no se escapara por la puerta al mar, cuando comienza a vaciar (Arona).
Pescar de charco. Esto lo hacen de noche, 1 ó 2 veces al mes y en los puntos que se prestan de la ribera, que
asemejan a una herradura o pequeño
golfo, disposición natural que ha de tener el charco o que se le pueda
dar artificialmente con pared seca; dejándoles una boca de una vara de ancho, sin que llegue al suelo.
Estos
charcos a pleamar, como en el Tablero, la Laja , la
Romba , etc., en Tacoronte,
pueden ofrecer una altura de 2 a 4 varas; a donde acostumbra ir el pez a descansar, en cardume o aisladamente.
Cuando
comienza la marea baja, un pescador se dirige silenciosamente provisto de la
estiva o séase de un haz de arbustos, con que tapa la boca al charco.
Tan pronto la tapa,
varios provistos de hachos de tea se ponen junto
a la estiva para espantar a gritos los peces, para que no ganen el mar;
y cuando ya éste no entra en el charco, arrojan raspas o (¿res-pas ?) o sea musgos del mar empapados en leche de
cardón, para adormecer al pez, que cogen con fija o a la mano o con
cestos. No entran de ordinario (en el agua) por la acción irritante de la
leche, especialmente sobre las partes
genitales (Tacoronte).
Pescaban de este modo:
1.° Por medio de
anzuelos que ataban al extremo de una cuerda de
juncos.
2° Arponando
(arponeando) al pescado con fisgas de leña blanca, entrando de noche a las orillas del mar con
luces encendidas para
encandilarlos.
3.° Embarbascando charcos,
es decir, poniendo leche de cardón en charcos descubiertos a la manera baja, a fin de
recoger después los que quedaban
aturdidos cuando entraban con la alta marea.
4." Con redes de juncos
a manera de gueldera (Granadilla).
Marisquerías y Pesquerías
—Húrgaos
(Burgados) curados.
Procuraban mariscar el burgao así que comienza a descabezar el mar o vaciar, porque no estando adherido
a la roca es más fácil cogerlo a la mano, en tal abundancia a veces, que un
hombre podía reunir hasta una fanega en una sola marea.
Tres almudes
de húrgaos con concha, puede rendir un almud de húrgaos curados. El burgao real lo reputaban por más
sabroso que el arrechante.
Comidos con exceso y bebiendo agua encima, provocan diarreas.
Para
mondarlos los pasaban por agua hirviendo, siendo tanto más fácil extraerlos
cuanto más pronto lo sometían al agua caliente. Cuando el burgao estaba destinado a ser
comido en el acto, le sacaban la carne al primer hervor porque con la carne sale el rabo;
pero como este rabo entra en putrefacción al poco tiempo, poniendo en peligro
la conservación del marisco, y desaparece cuando se hierve más tiempo,
prolongaban la
ebullición para prepararlo en conserva o sea el burgao curado.
Después lo tendían al sol hasta
secarlo; luego cogían puñados y los
estregaban entre las manos para que perdieran el opérculo o esca-milla, pasando
enseguida a la entretenida maniobra de mondarlos valiéndose de una espina de pescado. Ya mondados los
húrgaos, de nuevo los tendían al sol
hasta que estuvieran bien secos, y así curados, los guardaban durante meses.
—Hígado de
Quelmes. Acabado de
extraerlo del pez se lo comían
crudo amasado con gofio, a modo de ralera. Lo comían así para purgarse.
—Hígado de
Vieja. Guisados los
comían revueltos con gofio y en caldos.
—Lapas. Además de comerlas crudas, recién
cogidas, ¿y guisadas?, las
conservaban por muchos meses por el procedimiento que hoy se llama de lapa
curada.
Existían
sitios muy abundantes de lapas, al extremo que en las dos mareas del día dos personas
podían coger una fanega —una delante desprendiéndolas con arrejada de madera y otra detrás recogiéndolas— que rendían 4 almudes de
lapas curadas.
Aprovechaban ciertas épocas del
año las grandes mareas para orbre,
en hacer en ciertos puntos de la ribera corrales de piedra seca, como 1 a 1 1/2 metros de alto, con
la boca mirando hacia la parte del mar por donde acostumbra a recalar el pez.
Cuando
comienza a descabezar el mar, es decir, al iniciarse el reflujo o descenso de
la marea, uno o más hombres se arrojan al mar silenciosamente y tapian con
ahulagas etc., la puerta, y dan comienzo a los gritos, palos, etc., para
ajoriar al pez hacia el charco y no se salga.
Embarbascaban
los charcos descubiertos a marea baja poniéndoles leche de cardón (¿trozos?),
a fin de coger después los peces aturdidos
cuando entraban a marea alta. Embarbascaban los charcos con leche de cardón, como es tradición en el charco de
las Lisas, en Los Cristianos; y para esto tenían que preparar las paredes
nadando y ajoriar más tarde al pez para que no se escapara por la
puerta al mar, cuando comienza a vaciar (Arona).
Pescar de charco. Esto lo hacen de noche, 1 ó 2 veces al mes y en los puntos que se prestan de la ribera, que
asemejan a una herradura o pequeño
golfo, disposición natural que ha de tener el charco o que se le pueda
dar artificialmente con pared seca; dejándoles una boca de una vara de ancho, sin que llegue al suelo.
Estos charcos
a pleamar, como en el Tablero, la
Laja , la Romba ,
etc., en Tacoronte, pueden ofrecer una altura de 2 a 4 varas; a donde
acostumbra ir el pez a descansar, en cardume o aisladamente.
Cuando
comienza la marea baja, un pescador se dirige silenciosamente provisto de la estiva o
séase de un haz de arbustos, con que tapa la boca al charco.
Tan pronto la tapa, varios provistos de hachos de
tea se ponen junto a la estiva para espantar
a gritos los peces, para que no ganen el mar; y cuando ya éste no entra
en el charco, arrojan raspas o (¿res-pas ?)
o sea musgos del mar empapados en leche de cardón, para adormecer al
pez, que cogen con fija o a la mano o con cestos. No entran de ordinario (en el agua) por la acción irritante
de la leche, especialmente sobre
las partes genitales (Tacoronte).
Pescaban de este modo:
1.° Por medio de
anzuelos que ataban al extremo de una cuerda de
juncos.
2° Arponando
(arponeando) al pescado con fisgas de leña blanca, entrando de noche a las orillas del mar con
luces encendidas para
encandilarlos.
3.° Embarbascando charcos, es
decir, poniendo leche de cardón en charcos descubiertos a la manera baja, a fin de recoger después los que
quedaban aturdidos cuando
entraban con la alta marea.
4.° Con redes de juncos a
manera de gueldera (Granadilla).
Marisquerías y Pesquerías
—Burgaos
(Burgados) curados.
Procuraban mariscar el burgao así que comienza a descabezar el mar o vaciar, porque no estando adherido a la roca es más fácil cogerlo
a la mano, en tal abundancia a veces, que un hombre podía reunir hasta una fanega en una
sola marea.
Tres almudes
de húrgaos con concha, puede rendir un almud de húrgaos curados. El burgao real
lo reputaban por más sabroso que el arrechante. Comidos con exceso y bebiendo agua encima, provocan diarreas.
Para mondarlos los pasaban
por agua hirviendo, siendo tanto más fácil extraerlos cuanto más pronto lo
sometían al agua caliente. Cuando el burgao estaba destinado a ser comido en el acto, le sacaban la carne
al primer hervor porque con
la carne sale el rabo', pero como este rabo entra en putrefacción al poco tiempo, poniendo en
peligro la conservación del marisco, y desaparece cuando se hierve más tiempo,
prolongaban la
ebullición para prepararlo en conserva o sea el burgao curado.
Después lo tendían al sol hasta
secarlo; luego cogían puñados y los
estregaban entre las manos para que perdieran el opérculo o escamilla, pasando enseguida a la entretenida maniobra
de mondarlos valiéndose de una espina
de pescado. Ya mondados los búrgaos, de nuevo los tendían al sol hasta que estuvieran bien secos, y así curados,
los guardaban durante meses.
—Hígado de Quelmes. Acabado de extraerlo del pez se lo comían crudo amasado con gofio, a modo de
ralera. Lo comían así para purgarse.
—Hígado de
Vieja. Guisados los
comían revueltos con gofio y en caldos.
—Lapas. Además de comerlas crudas, recién
cogidas, ¿y guisadas?, las
conservaban por muchos meses por el procedimiento que hoy se llama de lapa
curada.
Existían
sitios muy abundantes de lapas, al extremo que en las dos mareas del día dos personas
podían coger una fanega —una delante desprendiéndolas con anejada de madera y otra detrás recogiéndolas—
que rendían 4 almudes de lapas curadas.
Aprovechaban ciertas épocas del
año las grandes mareas para organizar
la cogida colectiva del marisco bajo la dirección del Estado y preparar esta
reserva alimenticia con destino a los depósitos públicos. Por esto se encuentran aún los restos, en enormes cantidades,
en varios puntos. A medida que los
mariscadores se apoderaban del marisco,
otros los transportaban a determinados lugares; donde habían encargados de separar la carne de la concha para
curarla.
Dos procedimientos empleban
para separar la pulpa:
—Se
reducía el uno a introducir, por 8 ó 10 segundos en una vasija con agua hirviendo, cestitos
llenos de lapas. En el acto queda separada la carne de la concha. Por este procedimiento la lapa
se pone dura y
pierde sabor.
—Por el otro
sistema es más engorrosa la operación pero conserva el
marisco mejor sus propiedades de gusto, aunque en ambos casos quedan como cuero. Consistía en mondar la lapa a
la mano, una tras otra, valiéndose
de una cascara de lapa a guisa de palanca. Así que tenían como dos tercios de una cesta, ponían dentro
de ésta unos cuantos calladitos o
pequeños cantos rodados, y metida en un charco del mar, pisoteaba las lapas un
hombre hasta dejarlas limpias haciéndolas perder la parte negra del vientre, que es lo que da mal gusto y hace daño.
Preparadas
las lapas por uno u otro procedimiento las tendían sobre lajas del mar, unas cuantas horas, hasta que
estando bien secas las
engraneraban metidas en especies de espuertas, balayas o taños.
—Manió. Lo solían hacer con los meros
grandes y gordos. Después
de cogidos los dejaban sin aliñar hasta que daban señales de haber entrado en descomposición.
No bien olían mal, le quitaban la cabeza, menudo
y espinazo y lo guisaban hasta que desaparecía toda la carne.
Lo comían con gofio escaldado
y bebían el caldo.
—Pescado
jareado. Jareaban la
vieja, cazones, morenas, etc. El cazón, que era como el bacalao de los guanches, les duraba seis, ocho y más meses.
Abrían el
pescado por el vientre de la cabeza a la cola, limpiaban y lañaban con sajas profundas a lo
largo, que rellenaban de sal. Luego lo cerraban y
apilaban dentro de cestos hasta el siguiente día, en que lo lavaban perfectamente en el mar y después lo tendían sobre las
lajas noche y día hasta que estuviera en condiciones de ser guardado. Cuidaban meter piedrecitas entre las lañas
más hondas, para que secara bien.
El pescado
jareado quedaba tieso, duro y seco como madera; y lo conservaban muchísimo tiempo.
Cuando lo
mojaba la garúa (llovizna) lo consumían antes (Lan-zarote).
—Pescado salado. Ha sorprendido a algunos cómo la
industria de la salazón
del pescado, tal como la realizan en la actualidad nuestros costeros en la costa fronteriza de
África, nació desde los primeros días de la conquista en el Archipiélago; por no parar
mientes en que la referida
industria existía entre nuestros aborígenes, aunque en escala más reducida y
con medios primitivos y rudimentarios. Por manera que el fenómeno inexplicable se redujo a una
sencilla transformación, al cambio de la tahona, la naca y féines por
cuchillos de acero; a los artefactos y aparejos de juncos, correas, orijama,
hueso y leñablanca por
otros metálicos; a los troncos de tabaiba fondeados con pótalas de piedra, a los charcos intoxicados
con el jugo de euphorbias y al jilme-ro, por buques, lanchas y pescadores de alta mar.
De modo que
los procedimientos en la salazón del pescado de hoy
son los mismos que ayer con ligerísimas diferencias —que ya existían entre las islas— aunque con un cambio
radical en los medios empleados y en la magnitud de la industria.
Para la
salazón del pescado esperaban a Marzo y Abril, que es el tiempo de la arribada
del pescado emigrante.
7. RECOLECCIÓN MARINA:
—Mariscar. Como a unos sesenta metros de la desembocadura del barranco
de la Síbora ,
próximo al pueblo de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se dirigían a nado los
guanches de aquel tagoro a pescar y a coger mariscos.
También iban
los pescadores nadando desde tierra firme a la Baja de Acentejo, a la de Adeje, y a los Roques
de Anaga; como así mismo salvaban a nado una distancia de uno a uno y medio
kilómetros, que puede haber entre la
Punta de Guamojete a Las Vueltillas, en las riberas de
Barranco Hondo en Candelaria.
Se sabe iban a
mariscar a la cueva de Roma, en el Risco de Los Cristinos, que no es accesible por tierra sino arrojándose al mar por el
Tancón, para ganar la cueva, donde
abunda y es muy sabroso el marisco. La cueva está separada del Tancón más de
50 metros, habiendo por dicho lugar
un mar de mucho fondo (Arona).
—Salinas. Como no escapó a la república
guanchinesca el venero de riqueza que le
ofrecía el mar bajo diferentes puntos de vista estableció la administración comunal con la misma severidad reglamentaria que los demás ramos de la vida nacional, para
explotarla ordenadamente con el mayor provecho.
Contaba para
esto con personal adiestrado en los tagoros costeños, sometidos a la más rigurosa vigilancia de hombres
inteligentes que disponían todas las
operaciones según los tiempos, las estaciones, épocas de recaladas, recolección
de sal, conservas, salazón, etc. Los rendimientos
que obtenían del mar contribuían poderosamente al mantenimiento de la
república, sin embargo de los medios rudimentarios y aparejos groseros de que podían echar mano.
¡Verdad es que nuestras riberas eran
abundantísimas en peces y mariscos! Según la tradición, en algunos reinos había épocas en que a pesar de
consumir todos bastante pescado, depositaban cantidades de consideración, en
estado de conserva, en los almacenes públicos.
Recogían la
sal del mar y salaban las carnes para conservarlas (Güímar).
Aprovechaban el marisco
pasado (lapas y húrgaos).
—Viveros. (Donde guardan las bogas para
carnada, dentro del agua).
Hacen cestos de corteza de cardón y leña blanca. Estos duran y pueden utilizarse para muchos
fines.
No así los
fabricados con tabaiba dulce, que no sirven para viveros, porque al secarse se
estallan (Arona).
Imagen tomada de: El cuaderno de Pili.
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