viernes, 15 de agosto de 2014

MANOLO MILLARES SALL



1972 agosto 14.

Falleció en Madrid (España). El pintor canario Manolo Millares Sall.

Manuel (Manolo) Millares  Sall  nace  en el  seno de  una  familia  de  intelectuales grancanarios, cuya dedicación principal fue la historia, la paleografía, la poesía. Esta ascendencia va a jugar un papel fundamental en su obra.

Agustín Millares Torres, su abuelo, fue autor de la célebre Historia General de las Islas Canarias, cuya lectura emprende el artista cuando contaba apenas catorce años. A través de este investigador, el joven trabaría conocimiento con la cultura hispánica y su aniquilación. Su tío, Agustín Millares Carló, destacado paleógrafo y latinista, recogería el interés por la arqueología. La poesía sería la dedicación de su hermano Agustín Millares fue, asimismo, un poeta de la resistencia- perteneció al partido comunista -. Jane, dos años más joven que Manolo, también se halla inmersa en la actividad artística, si bien su obra está aún por estudiar en profundidad.

La trayectoria artística

Se  ha  comentado  en  alguna  ocasión  (Fernando  Castro,  1982,  p.  277),  que Millares  podría  haber  mostrado  afición  por  la  práctica  de  las  manifestaciones pictóricas durante los dos años que pasó en Lanzarote, en ocasión del destierro al que, por sus ideas republicanas, había sido castigado su padre.

Los primeros trabajos de Millares son acuarelas de paisajes canarios, de las que recoge una muestra la Exposición de Acuarelas, celebrada en el Círculo Mercantil de su ciudad natal en 1945, cuando contaba 18 años de edad. Tres años más tarde, en 1948, recibe una beca del Cabildo para ampliar estudios en Madrid, pero decide permanecer en Gran canaria.

Sus inquietudes le llevan a formar parte del grupo Ladac (Los arqueros del Arte Contemporáneo), cuyo logotipo estaba constituido por unos arqueros en una cueva levantina. Surgido en la capital grancanaria, fue un grupo ciertamente efímero (1950-
1952), del que formaron parte Plácido Fleitas, Juan Ismael, Felo Monzón, y otros. Pretendían realizar un arte distinto del oficial. Se trata de un grupo heterogéneo, en el que predominaba el lenguaje surrealista, con tendencias bien dispares, desde la figuración de Ismael y Escobio hasta la abstracción de Millares. Organizaron exposiciones, la primera en el Museo Canario el propio año 1950 y la última como grupo en 1952. Hemos de indicar que, en esta institución grancanaria tuvo lugar, en
1950, la exposición “Arte absoluto 1849/50”, formada por obras pictóricas abstractas del palmero José Julio Rodríguez (Nuez Santana, 1995, p. 41 y ss).

Durante estos años, Millares realiza una conocida serie, sus Pictografías, formadas por figuras geométricas que, bajo pautas que recuerdan a Miró, recrean el mundo prehispánico  aborigen,  teniendo  como  fuente  las  pintaderas  halladas  en  la  cueva pintada de Gáldar y los grabados del barranco de Balos (Pictografía canaria, 1952, colección particular, óleo sobre lienzo, 60 x 70 cm.).

Volvemos al grupo Ladac para indicar que, en él, como afirmaba Juan Ismael, “cada uno respiraba con sus propios pulmones”, esto es, sus componentes mostraban tendencias distintas. Este inconveniente, junto al escaso ambiente cultural que ofrecía canarias entonces, trajo consigo que, en 1952, el grupo quedase prácticamente desperdigado.

Desde 1952, la obra de Millares   da un notable giro, y los símbolos citados desaparecen. Tenemos así los Muros (Muro, 1953, técnica mixta sobre táblex, 64 x 73, Colección particular, p. 21), recreaciones en las que ya aparecen las arpilleras o telas de sacos, y que muestran clara tendencia a la abstracción (Muro, 1954, técnica mixta sobre arpillera, Colección particular, Madrid, p. 20)

En 1955 se ausenta de Canarias. Junto a otros artistas (Elvireta Escobio- su esposa desde 1953-, Martín Chirino, Alejandro Reino y Manuel Padorno), se establece en Madrid. Allí formó parte del grupo El Paso, constituido en 1957 y disuelto tres años después, que lo catapulta a la escena internacional.

Sus serie Homúnculos (el término había aparecido en la obra de Paracelso De Natura Rerum) corresponden a finales de los años 50 y la década de los 60. En ella emplea la arpillera, elemento que ya había utilizado en 1954 como soporte para la aplicación del pigmento, y que se ha relacionado con los trabajos del italiano Alberto Burri (1915-1995), quien, miembro del grupo Origine, en 1952 adquiere el interés de los críticos por sus sacos rotos, telas deterioradas, etc., llamados sacchi. Éste la utiliza como efecto meramente formal, mientras que en Millares adquiere una carga dramática. Los años sesenta suponen su producción de mayor intensidad dramática. Las arpilleras estrujadas, cosidas, taladradas, recogen una variedad cromática limitada al blanco, el negro y en ocasiones el rojo. El homúnculo, en palabras de profesor Fernando Castro (1982, p. 280), es la reducción de lo humano a su esencia moral y dramática.

Tanto la serie Muros como especialmente homúnculos, recrea al hombre que sufre, la víctima. Los Homúnculos representan la imagen trágica de la vida. El propio artista afirmaba que sus telas de sacos suponen un “testimonio vital de desenmascaramiento” (1997, p. 61). Este trasunto de Millares se ha puesto en parangón con el hombre que ataviado con camisa blanca, se coloca en 1808 frente al pelotón de fusilamiento en la famosa obra de Goya El Tres de mayo (1814, Prado). Es esta tela lo que atrae nuestra atención es principalmente la camisa blanca, no tanto el hombre que va a morir. El homúnculo viene a ser la reencarnación del hombre que clamaba en 1808 contra la tiranía, pero también el hombre que en todas las épocas clama contra la injusticia (Fernando Castro, 1982, p. 281).

Antropofauna recoge la misma técnica (Antropofauna, técnica mixta, 1970, 110 x
130 cm., colección particular, Madrid),   pero aquí hay ya un predominio del color blanco, mensaje sin duda de paz, de confianza en el ser humano.
Millares destacó asimismo por la obra gráfica. Ejemplo de ello son Mutilados de Paz, Auto de fe, Torquemada y Antropofauna, las cuatro realizadas en la década de1960.

Textos

La formación de Millares

La influencia y los consejos de Monzón me fueron, estoy seguro, muy beneficiosos, y si bien me considero autodidacta en los caminos de la pintura, a él debo, en aquellos meses, no pocos ánimos y aliento (VV.AA., 1998, p. 62).
Manolo Millares y la cultura prehispánica insular

(En 1939) En casa de mi tío Sixto a quien no dejaba yo ni a sol ni a sombra por tenerle un gran cariño, pasamos una época de espera. De su biblioteca me cayó en las manos la “Historia General de las Islas Canarias” de la que era autor mi bisabuelo, Agustín Millares Torres. ¡Gran descubrimiento¡ La leo con gran pasión y está en ello el comienzo de mi interés por los primitivos canarios, sus costumbres y mi iniciación como aficionado a la arqueología (1998, p. 53).

Millares y sus “Muros”

En cuanto a mí, empezaba (53-54) mis primeras experiencias con materiales varios como la arpillera, trozos de cerámica, madera y polvo de madera con arena. Hasta aquí se remonta el origen de toda mi obra posterior. Los diferentes materiales están dispuestos con cierto orden constructivo, donde seguían apareciendo, si bien muy estilizados, algunos grafismos que arrancan de las anteriores “Pictografías canarias”. Yo los llamaba “Muros”, siempre con el pensamiento puesto en una imaginarias “Pinturas rupestres” (sic) de los aborígenes (1998, p. 128).

Las arpilleras

Las arpilleras, que en fechas anteriores habían sido rasgadas pero permanecían casi siempre en un plano, comienzan a engrosarse, de tal modo que la propia arpillera sirve, torsionándose, para crear volúmenes en los que el artista, además, suma a veces objetos  de  procedencia  dispar,  casi  siempre  de  evocación  humana  (zapatos,  latas, botes,  etcétera),  “materias  no  dignificadas”,  escribiría  el  artista.  Las  gruesas arpilleras son pintadas de negro, blanco y también rojo; muchas veces los colores son aplicados mediante chorreados o “drippings”. Al mismo tiempo muchas de sus arpilleras se llenan de elementos sígnicos, muchos de ellos de difícil reconocimiento, creándose así un alfabeto propio de Millares. Cuadros de fantasmal remembranza en los que se alejaba de agradar al espectador, yacentes entre la nada de chorreantes blancos calizos, el luto del negro y el rojo evocador de la sangre (2006, p. 175).

El homúnculo

De Paracelso, de la alquimia medieval, atrapó la palabra homúnculo. El hombrecillo que debía, según los nigromantes, salir de sus esfuerzos cabalísticos, adquiría así proporción y forma en sus cuadros. (Ángeles ALEMÁN, 1989, p. 22).

Millares y la función del arte

El arte no debe serlo porque agrade (que no andamos en tiempos de buenas digestiones ni de reír por tonterías) sino más bien porque duela rabiosamente.
Nada de explicaciones o entendimientos.

El arte no puede ser el cómodo asiento de lo inteligible, sino el camastro pavoroso de los pinchos donde nos acostamos todos para echarle un saludo intemporal a la aguardadora muerte (Manolo Millares, “El homúnculo en la pintura actual”, 1959, Papeles de Son Armadans, nº 37)

La obra de Millares

Millares realizó poco más de quinientas pinturas durante su vida artística. Su mayor período  creador  coincidió  con  los  inicios  de  la  década  de  1960.  Cuarenta  y  tres cuadros pintados en 1961, cuarenta y uno en 1959, treinta y ocho en 1961 y 1964 y seis en 1962 (2006, p. 175)

Bibliografía

-   ALEMÁN HERNÁNDEZ, Ángeles (1989): “Millares. Más allá de la pintura”. En Manolo Millares. Obra en Canarias. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.
-    BETANCOR, Fernando   y BRITTO, Orlando (2001): “Paneles didácticos para el arte del siglo XX en Canarias”. En Canarias siglo XX. Instrumentos para el análisis del arte de un siglo. Catálogo editado por la Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, pp. 178 a 245.
-    CASTRO, Fernando (1982): “La emigración a Madrid: Manolo Millares y Martín Chirino”. En Historia del Arte en Canarias. Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 277 a 283.
-    HERNÁNDEZ CABRERA, Eduvigis (1997): “La pintura en Canarias de los años
50 hasta los 70”. En Introducción al Arte en Canarias (3). Edición del Centro
Atlántico de Arte Moderno. Las Palmas de Gran Canaria, pp. 50 a 72.
-    MILLARES, Manolo (1998): Manolo Millares. Memorias de infancia y juventud.
Prólogo y notas de Juan Manuel Bonet. Edición del Ivam. Valencia.
-    VV.AA. (1997): Gaceta de Arte y su
-    época. Catálogo. Edición del CAAM y la Viceconsejería de Cultura y Deportes del
Gobierno de Canarias.
-    -(2006): Manolo Millares. A destrucion e o amor. Exposición organizada por la Fundación Caixa Galicia, La Coruña, del 14 de julio al 20 de octubre de 2006. Tres volúmenes.
-    ZAYA,  Antonio  (1992):  Millares.  Edición  de  la  Viceconsejería  de  Cultura  y
Deportes del Gobierno de Canarias. Biblioteca de Artistas Canarios, nº 10.


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