1980.
se incrementa en los cincuenta y pasa a experimentar un gran
desarrollo en la década de los sesenta y primer quinquenio de los 70, en
concreto hasta 1975, fecha en la que se produjo la descolonización del Sahara
occidental;
Las últimas oleadas emigratorias, 1941-1980
Fue América sin duda - escribe Valentín Medina Rodríguez - el principal destino por lo que se refiere a la emigración de los canarios en los últimos cuarenta años. Sin embargo no podemos decir lo mismo para el conjunto español, puesto que en este período las salidas con destino a América (1940-1941) y África (1942-1946), primero, de nuevo a América (1947-1960), y, por último, a Europa (1961-1980), rompen con la uniformidad que encontramos en nuestro Archipiélago.
Analizar en pocas líneas lo que ha significado el
proceso emigratorio canario, desde los años cuarenta hasta la década de los
ochenta, encierra una gran complejidad. Y esto, porque se trata de acercar al
lector fenómenos tan complicados como el alcance de la emigración legal y
clandestina, junto a los reagrupamientos familiares hacia América Latina, sin
olvidarnos de nuestra proyección transmigratoria, en este caso reducida, en
dirección a los continentes europeo y africano.
La emigración transoceánica
Es América sin duda el principal destino por lo
que se refiere a la emigración de los canarios en los últimos cuarenta años.
Sin embargo no podemos decir lo mismo para el conjunto español, puesto que en
este período las salidas con destino a América (1940-1941) y África
(1942-1946), primero, de nuevo a América (1947-1960), y, por último, a
Europa (1961-1980), rompen con la uniformidad que encontramos en nuestro Archipiélago.
Las fuentes estadísticas, con datos desglosados para Canarias desde 1945, no dejan lugar a dudas. Fueron más de 130.000 salidas las que se produjeron desde las Islas a diferentes países latinoamericanos. Y decimos salidas porque no se pueden identificar con igual número de emigrantes, puesto que algunos viajaron más de una vez a América. La década de los cincuenta constituyó la de mayor volumen emigratorio, con 76.064 individuos. Por su parte, las Canarias occidentales se convirtieron en el principal espacio expulsor, alcanzando el 89,35% del total. Respecto a los países receptores, serán Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay yla
República Dominicana , los que drenaron el traslado
transoceánico, situándose a la cabeza del flujo, de manera muy destacada, el
país venezolano, fundamentalmente por motivos económicos, con el que
manteníamos una importante tradición migratoria, principalmente
canario-occidental.
La migración neta fue negativa en las dos primeras décadas; es decir, las salidas superaron a los retornos. Ello se explica desde el punto de vista doméstico por una etapa de autarquía que determinó la vida económica y social canaria hasta 1960, con grandes cotas de sufrimiento para la población. Un sistema económico propio, por otro lado, de una economía de posguerra y que en el Archipiélago se encargó de dirigir los militares a través del Mando Económico. Se prolongó hasta 1946, año desde el que se advierte un mayor desarrollo de la iniciativa privada. Al mismo tiempo las repúblicas iberoamericanas vivían un período de bonanza, sobre todola Venezuela de la época
dorada de Marcos Pérez Jiménez [1952-1958], que, si en lo político instauró una
verdadera dictadura, en lo económico impulsó el subsector industrial, muy
especialmente el vinculado con las actividades petrolera y agrícola, sobresaliendo
en ambas tareas el canario.
Las fuentes estadísticas, con datos desglosados para Canarias desde 1945, no dejan lugar a dudas. Fueron más de 130.000 salidas las que se produjeron desde las Islas a diferentes países latinoamericanos. Y decimos salidas porque no se pueden identificar con igual número de emigrantes, puesto que algunos viajaron más de una vez a América. La década de los cincuenta constituyó la de mayor volumen emigratorio, con 76.064 individuos. Por su parte, las Canarias occidentales se convirtieron en el principal espacio expulsor, alcanzando el 89,35% del total. Respecto a los países receptores, serán Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay y
La migración neta fue negativa en las dos primeras décadas; es decir, las salidas superaron a los retornos. Ello se explica desde el punto de vista doméstico por una etapa de autarquía que determinó la vida económica y social canaria hasta 1960, con grandes cotas de sufrimiento para la población. Un sistema económico propio, por otro lado, de una economía de posguerra y que en el Archipiélago se encargó de dirigir los militares a través del Mando Económico. Se prolongó hasta 1946, año desde el que se advierte un mayor desarrollo de la iniciativa privada. Al mismo tiempo las repúblicas iberoamericanas vivían un período de bonanza, sobre todo
Disipada la pujanza económica americana,
surgieron inmediatamente políticas inmigratorias restrictivas en muchos países.
Esto, unido a que se produjo un incremento significativo en la demanda de mano
de obra dentro de las Islas, es lo que explica que en los años sesenta y
setenta los saldos migratorios sean ya favorables. Canarias, debido al sector
servicios (con el auge del turismo) y al empuje de éste sobre la construcción
y, en menor proporción, gracias también a la agricultura, se convirtió en una
región receptora de población, entre ella emigrantes que comienzan a retornar a
su tierra y algunos de sus descendientes, pero a muy pequeña escala todavía.
Los habitantes de las Canarias orientales marcharon
igualmente hacia América, aunque en mucha menor cantidad. Aquí, también, el
desplazamiento de población actuó como válvula de escape a las tensiones del
mercado laboral, sin embargo la dirección de éste, que tradicionalmente había
sido la isla de Cuba y Argentina, por este orden, cambió
decisivamente y se orientó de manera importante hacia el fronterizo continente
africano, con mejores perspectivas económicas, lo que no ocurría con los países
citados, y los lazos que mantuvieron históricamente con Venezuela no
fueron tan fuertes como con la provincia vecina.
Las emigraciones ilegales, en la década de los cuarenta y cincuenta (véase
el despiece anexo), dan paso a otro tipo de emigraciones ordenadas y
sistematizadas en función de las necesidades de los países receptores y emisores.
Se crea así el CIME (Comité
Intergubernamental para las Migraciones Europeas), que canalizó junto al
Gobierno español (ayudado por el Instituto Español de Emigración y Canarias y la emigración europea
La emigración canaria a Europa se inició a
finales de los años cincuenta y se desarrolló fundamentalmente entre la segunda
mitad de los sesenta e inicios de los setenta. Su prolongación en el tiempo fue
corta y nunca alcanzó los niveles de importancia que observamos en la española,
como ya hemos puesto de relieve. Un ejemplo: el aporte de la emigración isleña
al global español, entre 1960-1967, fue del 0,20%, es decir, 1.000 emigrantes
frente a 486.522. Pero tampoco fue significativa si la comparamos con la que se
dirigió desde el propio Archipiélago a América, que durante dicha fase ascendió
a 39.145 individuos. El principal país de acogida es el Reino Unido, de
forma abrumadora, seguido a larga distancia de los Países Bajos, Alemania
y Suiza, y ya con un carácter casi testimonial Francia y Bélgica.
Se caracterizó por su mayor predominio en las Canarias occidentales, con el
84,78% del flujo entre 1964 y 1973 (5.818 emigrantes). Tal realidad, en
hipótesis, viene determinada por el hecho de que los habitantes de éstas
estaban más acostumbrados a desplazamientos de larga distancia y se amoldaban
mejor a los nuevos requisitos.
África: un contrapunto migratorio
canario-oriental
Un rasgo esencial del fenómeno de la emigración
canaria al África occidental, a diferencia de otros destinos ya analizados, es
la de que no disponemos de datos estadísticos que nos ofrezcan la magnitud del
proceso. Un alcance, que a pesar de lo expresado, era bien palpable en la
sociedad canaria, como bien refleja la prensa del momento y las actas
registrales de los ayuntamientos, donde muchos ausentes lo eran “por estar
en África”. Es una manifestación casi exclusiva de las Canarias
orientales, entre otras causas por su cercanía geográfica. Arranca en los
años cuarenta, coincidiendo con una importante emigración española a este
continente; se incrementa en los cincuenta y pasa a experimentar un gran
desarrollo en la década de los sesenta y primer quinquenio de los 70, en
concreto hasta 1975, fecha en la que se produjo la descolonización del Sahara
occidental; área donde los canarios se emplearon en los servicios, la
construcción y en las minas de fosfatos. Otros destinos fueron igualmente Ifni
y Guinea Ecuatorial.
Título original: Las últimas oleadas emigratorias, 1941-1980(Valentín Medina Rodríguez es historiador y profesor de Secundaria. En: Canarii)
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