Ricardo A. Guerra Palmero y Aarón León Álvarez
Introducción.
Canarias en la década de 1930 era
un territorio que presentaba numerosas particularidades con
respecto al conjunto
del Estado. Entre
otros motivos, por su
posición geográfica en el noroeste
de África (a
más de 2.000
kilómetros de la Península); por su modelo económico basado en el
régimen de Puertos Francos y en la exportación agraria a mercados europeos, que
había motivado una vinculación económica con el exterior mayor que con España1;
por la gran importancia de los
1 El «hecho
diferencial canario» se
puede definir resumidamente
como la constatación
de «las singularidades evolutivas
que se adecuan al carácter específico de la economía canaria». BERNAL, A.: «En torno al hecho económico
diferencial canario», en Canarias ante el cambio, Santa Cruz de Tenerife,
Instituto de Desarrollo Regional de la
ULL, Banco de Bilbao, Junta de Canarias, Facultad
de Ciencias Económicas y Empresariales de la ULL, 1981, p. 29. La expresión teórica del «hecho
diferencial» toma forma a lo largo del siglo XX, configurando el eje de las
reivindicaciones burguesas y el argumento último de la ideología de la clase
dominante. Para una aproximación a la evolución de dicho concepto y su crítica,
véase Ibid., pp. 25-37. Sobre las especifidades económicas, fiscales y
administrativas son de obligada consulta las siguientes obras: BOURGÓN TINAO,
L. P.: Los puertos francos y el régimen especial de Canarias, Madrid,
Instituto de Estudios de Administración Local, 1982. CARBALLO COTANDA, Antonio: Canarias islas francas. Las
especialidades económico-fiscales del Archipiélago, COCIN, Santa Cruz de Tenerife, 1970, y del mismo autor: Canarias
región polémica. Análisis crítico del régimen económico-fiscal del
Archipiélago, Madrid, EDICUSA, 1972.
En el caso de la presencia
extranjera en la economía canaria, destacaba la británica, pese a, que a partir
de los años veinte y la década de 1930, su influencia empezó a declinar.
No obstante: «a principios de
1933, Fyffes recolectaba y exportaba la mayoría de los plátanos de Gran Canaria
y buena parte de los tinerfeños, mientras las casas británicas controlaban en
gran medida la actividad del Puerto de la Luz en lo que se refiere a depósitos de víveres,
carbón, aceite y fuel-oil, además de la consignación de buques».
Asimismo, un contingente
importante de la burguesía canaria y de los profesionales liberales
establecidos en las islas era de origen extranjero. Ingleses naturalizados o
descendientes de ciudadanos de ese país que en unión de intereses británicos
metropolitanos formaban la denominada burguesía anglocanaria, descendientes de
irlandeses asentados en las islas desde el siglo XVIII
y descendientes de italianos y de franceses asentados desde la edad moderna y
en el siglo XIX. Entre los numerosos
títulos publicados sobre la relación entre canarias y el extranjero se pueden
destacar: GUIMERÁ RAVINA, A.: Burguesía
extranjera y comercio atlántico. La empresa comercial irlandesa en Canarias
(1703-1771), Santa Cruz de Tenerife, Consejería de Cultura y Deportes del
Gobierno de Canarias-CSIC, 1985; QUINTANA
NAVARRO, F.: Barcos, negocios y burgueses en el Puerto de la Luz, 1883-1913, Las Palmas de
Gran Canaria, La Caja
de Canarias, 1983; del mismo autor, «Los intereses británicos en Canarias en
los años treinta. Una aproximación», en Vegueta, 0, movimientos migratorios
con dirección a
América, que presentaba
históricamente diferencias con la de otras regiones.
La dictadura, por su parte, trató
de unificar todos los territorios españoles mediante un exacerbado centralismo
y una visión excluyente y unicista de lo español. En este marco, el
Archipiélago fue sometido a un proceso que nosotros denominamos de
españolización, tanto en el plano político, como en los económico y cultural. A
este empeño se unieron los falangistas, cuyo discurso político se puede
calificar en gran medida como extraño a la sociedad canaria, dada la escasa presencia
del partido antes del golpe de estado de julio de 1936 y a las características
y peculiaridades de las islas.
Por españolización aquí se
denomina al conjunto de procesos paralelos y en ocasiones interconectados que,
a lo largo del periodo estudiado y en la década de 1950, modificaron el
desenvolvimiento económico del Archipiélago y permitieron una mayor imbricación
de ésta con la Península2.
A lo que hay que añadir a la mayor presencia del Estado en la política insular
y los intentos uniformadores en los planos ideológico y cultural en el seno de
la «unidad de destino» que postulaban los vencedores en la guerra civil, en
especial los falangistas.
La guerra civil y los años
cuarenta se pueden considerar como el momento de liquidación del modelo de dependencia
iniciado en 1852 con la promulgación del Decreto de Puertos Francos y el origen
del modelo de desarrollo económico que surgió a partir de la década de 1960. No
obstante, en esos años se reconstituyó el bloque dominante isleño, una vez
resueltas las condiciones que provocaron las contradicciones
y los enfrentamientos
intraburgueses del periodo anterior3 y
se afirmó de nuevo la identidad de intereses entre los sectores más poderosos
de la burguesía canaria en torno a las reivindicaciones de las especificidades
canarias: puertos francos (que incluía un régimen fiscal y arancelario
diferencial), protección a la agricultura de exportación, propiedad privada del
agua, internacionalización de la economía canaria, etc4.
En ese marco fue donde se desenvolvió
Falange en las Islas e intentó, al menos desde una parte de sus jerarquías,
ejecutar su programa político. En términos generales, las principales
aportaciones programáticas efectuadas
por el partido
se realizaron durante los años de
la guerra civil y los inmediatamente posteriores, a través de sus jefes
provinciales y de los Servicios Técnicos. Estas propuestas se centraban en
cuestiones de ordenación económica y en análisis parciales de la sociedad
isleña, en los que destacaba el intento de lograr una mayor inserción de la
economía canaria en el conjunto de la española y conseguir la asimilación
social y cultural de las Islas, a lo que hay que añadir la propaganda que a
través de la prensa, la radio, mítines, actividad cotidiana de las organizaciones
de encuadramiento, etc., se desplegó masivamente.
Por tanto, en este trabajo se
realizará una aproximación parcial a la valoración falangista de la sociedad
insular y a los medios empleados para imponer su discurso «unificador» en la
población canaria durante la guerra civil y los años de la II Guerra Mundial. De
manera que centraremos nuestra atención en la visión de la realidad de las
Islas por parte de algunos destacados jerarcas falangistas y, además,
plantearemos la españolización desde el punto de vista de las propuestas del
partido y su plasmación en el terreno de la propaganda en sus diversos
vehículos. que se tradujeron en tensiones internas graves en Acción Popular
Agraria en Tenerife y la constitución de una lista electoral independiente de
cara a las elecciones de febrero de 1936 (Asociación General de Agricultores de
Tenerife). Las tensiones en torno al control de la exportación también tuvo
implicaciones en Gran Canaria y abrió aún más la brecha entre las dos
formaciones que integraban la
CEDA en esa isla: Acción Popular Agraria y el Partido Popular
Agrario Autónomo de Mesa y López. Sobre estas cuestiones: CABRERA ACOSTA,
M. A.: La II República en las Canarias Occidentales, Santa Cruz de Tenerife,
CCPC- Cabildo Insular de El Hierro, 1991, pp. 509-526; YANES MESA, J.
A.: «Productores contra intermediarios: la otra crisis del sector
frutero canario en la
Segunda República», en El Museo Canario, LII, Las Palmas,
1997, pp. 267-294 y La gran depresión en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, CCPC, 1999, pp. 31-128. Sobre las derechas en
Gran Canaria durante la
II República: MONTEIRO
QUINTANA, Mª. L.: La
Derecha en Las Palmas durante la II República: el
Partido Popular Agrario Autónomo, Tesis doctoral, ULPGC,
2004.
LA ESPAÑOLIZACIÓN DE CANARIAS.
La valoración de Canarias por los jerarcas falangistas.
Durante los años de la guerra
civil, los informes de los gobernadores civiles y otras fuentes de origen
falangista mostraban extrañeza ante las prácticas y costumbres de la población
isleña y emitían juicios extremadamente negativos sobre las islas,
fundamentalmente contra los sectores más pudientes y poderosos.
Las costumbres
«extranjerizantes», la tradición liberal y el regionalismo de una parte
sustancial de la burguesía canaria, el destacado peso de la masonería en la
época anterior5, la vinculación al extranjero y la presencia de numerosos
elementos burgueses de origen extranjero, así como el desarrollo de
asociaciones como el Rotary Club6, entre otros factores, fueron elementos que
concitaron las críticas de numerosos falangistas y justificaron la intervención
del partido único en sentido uniformador.
Las valoraciones
negativas de la
vida insular, además
de basarse en los
prejuicios y en la ideología de los falangistas, partían de las dificultades
que estos encontraban para hacerse con el control político del archipiélago,
con las tensiones y enfrentamientos que se desarrollaron en esos años en el
seno de FET-JONS y entre el partido y
otras instituciones o individuos destacados de la sociedad y la economía local.
De ahí que los principales testimonios críticos provengan de los gobernadores
civiles falangistas más conflictivos que hubo en ese periodo: Antonio García
López en la provincia de Las Palmas de Gran Canaria y Vicente Sergio Orbaneja
en la de Santa Cruz de Tenerife.
Antonio García López describía al
Archipiélago como un lugar «donde siempre ha existido un gran desvío hacia todo
lo que significan directrices generales del Gobierno»7. Por su parte, Vicente
Sergio Orbaneja, justificando sus sanciones y detenciones a miembros de la
clase dominante tinerfeña, llegaba a afirmar que «esta provincia presumía hasta
hace poco y de antaño el echar a las Autoridades del Gobierno que se oponían a
sus ilícitas pretensiones»8.
Según los gobernadores civiles
este desvío se producía por varios motivos: primero, porque
el Archipiélago había
estado históricamente abandonado
por los poderes centrales del
Estado; segundo, en palabras de Sergio Orbaneja, porque:
La ideología predominante en la
provincia ha sido liberal, y en la última etapa marxista. Hay que hacer notar
sin embargo que sobre estas dos
ideologías ha predominado la amoralidad política, y como necesaria
consecuencia, el transformismo o adaptación en términos de verdaderas clientelas
electorales.
Dicha enfermedad política obtuvo
gran formación en los últimos tiempos de constitucionalismo republicano
con los
partidos ‘Republicano Tinerfeño’ y
más tarde
‘Unión Republicana’. Puede
apreciarse por esto como podrán encontrarse las directrices generales del
Gobierno en una masa de tal formación […]
Es una gente que ha llegado a
estimar como medios legales de vida la defraudación y el contrabando [...]
puede comprenderse qué difícil es arraigar en este pueblo las directrices
generales de un gobierno que honradamente ha venido a gobernar9.
En tercer lugar, porque el
Archipiélago había tenido una importante vinculación con el extranjero,
especialmente con Inglaterra10, lo que implicaba, además de unas peculiaridades
económicas, unos hábitos o costumbres sociales en las clases dominantes isleñas marcadas
por la imitación
de los gustos
extranjeros, fundamentalmente
británicos, que contrastaba con las maneras de los gobernadores y jefes de
Falange procedentes de la
Península, marcados por la exaltación de los valores
imperiales:
Existe en esta Provincia, como
característica primordial de las clases elevadas –que generalmente residen
fuera de la capital
(Orotava, Garachico, La Laguna)– un deseo fomentado continuamente de imitar,
adoptar y asimilar costumbres extranjeras, principalmente inglesas. Este deseo
también lo tienen las clases ricas de la capital formada principalmente
esta clase por
comerciantes o negociantes y merodeadores del Puerto Franco.
Es posible que alguna razón
exista para ello. Hay que confesar que la Península ha tenido anteriormente en completo
abandono las Islas Canarias [...] y aun cuando es visiblemente palpable que se
sienten españoles y que a su modo quieren a España es frecuentísimo el que los canarios
que pueden hacer viaje de recreo se vayan al extranjero [...] en lugar de
visitar su patria11.
Respecto a las clases populares,
García López tenía una visión distinta que le lleva a afirmar que estas tenían
gran apego a las tradiciones y «un gran españolismo», por lo que planteaba
como medida urgente
de encontrar una
pronta asimilación de los
principios inspiradores del Movimiento y «desarraigar la influencia extranjera
que indudablemente existe en el pueblo canario», motivada por el olvido y
abandono sufrido las islas por parte del Estado, lo que le lleva a considerar a
las islas como «hijas resentidas de la madre patria»12.
La lucha contra lo extranjero y lo «extranjerizante».
La tarea de desarraigar las
influencias extranjeras, fundamentalmente británica, pasaba, según esta
interpretación de la realidad (matizada con posterioridad, como se verá más
adelante), por reforzar los vínculos económicos con la Península, por hacer más
efectivo el poder del estado y del Partido Único en la política y
administración local y en adoptar una actitud enérgica ante las influencias
«extranjerizantes» y ante los propios colectivos foráneos.
Acerca de la mayor inserción de
Canarias en la economía nacional, FET y
de las
JONS
elaboró, a través de sus Servicios Técnicos, una serie de directrices
económicas con la intención de insertar más a la economía canaria en España y
de paliar los efectos de la crisis y el paro. Muchas de estas propuestas eran
aceptables para algunos sectores de la burguesía, especialmente de la agraria,
y se caracterizaban por su nacionalismo españolista y por sus orientaciones de
signo autárquico, aunque con matices, que, favorecidas por las circunstancias
creadas por la Segunda
Guerra Mundial y por la orientación económica «cuartelera» de
los primeros años del régimen, prosperaron en cierta medida.
Las medidas económicas
formuladas, en líneas generales, compartían los fundamentos de las directrices
económicas dictadas desde el Estado y tenían como base la intensificación de la
producción agraria, la reducción de importaciones del extranjero, la mayor
participación de la producción isleña en el mercado peninsular y el fomento de
un tejido industrial dedicado a la sustitución de importaciones, o lo que es lo
mismo: dar un giro autárquico, con el objetivo central de reducir el déficit de
la balanza comercial13.
El tipo propuesto de inserción en
el mercado español atacaba frontalmente a la base de la economía canaria desde
el siglo XIX, los Puertos Francos, y se
promovía reformar el sistema aduanero para facilitar la entrada en España de
los frutos canarios y limitar la importación del exterior. Sin embargo, algunas
de estas medidas fueron llevadas a cabo por los gobiernos civiles y la
autoridad militar, en colaboración con instituciones creadas a tal fin,
integradas en muchos casos no por falangistas, sino por miembros destacados de
la burguesía canaria14.
Posteriormente el discurso de FET-JONS acerca de la economía canaria se iría
confundiendo con el del resto de los sectores dominantes y de las instituciones
canarias, asimilándose a las reivindicaciones en defensa del «hecho diferencial
canario»15.
En lo tocante a hacer más
efectiva la presencia del Estado en las Islas, los jerarcas del partido
reclamaban una mayor presencia en las instituciones para quebrar el poder de
los sectores dominantes tradicionales. Esta reivindicación mostraba su
incapacidad para convertirse en la fuerza hegemónica de la coalición
antirrepublicana y traslucía las luchas por el poder entabladas en esos años, en
el que el poder militar y la influencia de los sectores más reaccionarios de la
burguesía eran los dominantes.
Con relación
a las medidas
para extirpar las
influencias extranjeras y «extranjerizantes» los falangistas
adoptaron o apoyaron varias vías de actuación. En primer lugar se trataba de
limitar y eliminar la influencia extranjera, británica principalmente16, en la
economía de las Islas, así como controlar e incluso expulsar a los miembros de
algunas colonias extranjeras. Entre las medidas sugeridas destacan las que
propuso el jefe provincial de Las Palmas, Manuel Romero Ojeda, en un informe de
marzo de
1938. El documento
partía del reconocimiento de
que Canarias era la
provincia cuya prosperidad
más había dependido
del extranjero, en
parte por el abandono del poder central:
Y por otros [motivos] a que
Canarias por estar minada por los intereses extranjeros, ni el poder central ha
sido potente para desarraigar tales intereses. La solución del problema es en
verdad difícil puesto que indudablemente no es posible una sustitución
inmediata y momentánea de los intereses extranjeros creadores de riqueza
y de trabajo por
otros idénticos o mejores de tipo nacional, pero si nuestra consigna es
el Imperio y nuestro afán constante
no cabe duda
de que ha
llegado el momento
de que nuestra
aspiración españolista, pronto, muy pronto, pueda ser una tangible
realidad y la llave que abra el arcano de nuestro deseo puede ser precisamente
la justa pero inflexible aplicación de la orden de 5 de enero actual17.
La dependencia del extranjero,
según este informe, había creado un problema de trabajo para
la clase media
y los artesanos,
porque buena parte
de las labores cualificadas en el puerto y en otras
empresas eran desempeñadas por foráneos.
El grupo más importante era el de
los súbditos ingleses, que, según Romero Ojeda, representaba «el interés
masónico». Refiriéndose a los intermediarios británicos en el negocio frutero
concluía que: «Por ello debe negarse la permanencia en España a quien tal
trabajo realice ya que sobre [todo por] no ser necesaria es
contraproducente»18.
Como se puede observar, el ataque
se centraba en los principales enemigos de los
sectores agroexportadores más
conservadores y de
paso se planteaba
que la expulsión de los
británicos era la única forma de que pasasen a manos españolas las concesiones
portuarias.
Respecto a los hindúes, se
afirmaba que este colectivo, al poseer varios establecimientos de comercio de
productos exóticos y explotar el turismo, le hacía la competencia a
los productos del
país. Se criticaba
que la actitud
de aquellos era «intolerable», porque en sus tiendas casi
no había personal nacional y pagaban sueldos míseros. Por esos motivos el jefe
provincial solicitaba la prohibición del trabajo de estas personas y el cierre
de sus negocios, medida que no se llegó a efectuar.
Otro grupo de extranjeros
denostado en el informe era el integrado por libaneses, sirios, árabes y
palestinos. Estos residentes, en general, se dedicaban al comercio minorista;
por ello, según lo escrito en el informe, arruinaban a los pequeños comercioslocales
y su moralidad dejaba mucho que desear, por lo que era «una plaga que es
preciso exterminar»19.
El último grupo reseñado era el
de los sudamericanos, de los cuales la gran mayoría eran emigrantes canarios
retornados de Cuba durante los años treinta como consecuencia de la crisis
económica en la Gran
Antilla. Tanto para el jefe provincial como para el gobernador
civil de Las Palmas, según lo escrito en la memoria ya citada de 1938-1939, era
preciso limitar su entrada porque: «No es justo que estos españoles extranjeros
por su voluntad sigan compartiendo con los nacionales el pan nuestro de cada
día»20. Por el contrario, los alemanes, segunda colonia en importancia
numérica, y la pequeña colonia italiana eran los mejores grupos, aunque en el
caso de los alemanes era preciso no consentir la presencia de elementos
«judaicos o masones», en referencia a individuos opuestos o no significados a
favor del régimen nazi.
Posteriormente también se
acusaría a los intereses extranjeros, principalmente anglosajones, de favorecer
la oposición al régimen haciendo propaganda contra las potencias del Eje,
contra la Falange
y por obstaculizar la labor del partido21. En algunos partes y en el Informe
Guitart se acusaba a empleados de la Casa Hamilton, de Santa Cruz de Tenerife, de
tener contactos con la masonería internacional, mientras que a la Unión Eléctrica de
Canarias, de capital estadounidense, se le imputaba el favorecer reuniones
«masónicas».
Prensa y propaganda.
En Canarias, al igual que en el
conjunto del Estado, el activo papel de la propaganda falangista resultó
fundamental en la construcción simbólica de la dictadura franquista y,
especialmente, en la
identificación de determinados
elementos como propios de la España victoriosa. Los
mitos imperiales, las figuras de los Reyes Católicos y las referencias a
cualquier hecho glorioso del pasado español aparecen constantemente en sus
textos, discursos e
imágenes representativas. El
objetivo no era
otro que relacionar la guerra con
algunas de las gestas del pasado español y, especialmente, que la victoria
final de los sublevados significaría el resurgir de un país que había sufrido
las desastrosas consecuencias de la democracia. Resulta evidente que una de las
claves para entender la nueva situación era la necesidad de destruir cualquier
relación con el pasado más reciente, algo que será una constante a lo largo de
estas décadas. La República
había resultado ser, en esta perspectiva, un proyecto ruinoso y destructivo en
lo moral y material, habiendo dañado la esencia de un país que necesitaba de un
renacer al que parece que únicamente Franco podría conducir de manera
satisfactoria. De modo que, la actuación de la propaganda se centró en reiterar
el carácter dañino de la
República y, especialmente,
en legitimar el
nuevo marco político
y social de
España. Esa legitimación se
manifestará a través de un discurso22 de
permanente vigencia a lo largo de las cuatro décadas de duración de la
dictadura y que mantendrá un eje vertebrador,
Interpretando la historia a
través de la poderosa lente nacionalcatólica, el régimen situó su particular
edad de oro a restaurar en la
España de los siglos XV Y XVI,
la España de
los Reyes Católicos, artífices de la unidad religiosa y territorial, y de los
grandes reyes del Imperio español, especialmente de Carlos V y Felipe II, con
quienes Franco gustaba compararse23.
Pero evidentemente, a ese momento
de esplendor le siguió con otro de de posterior de caída que, como decíamos,
sería superado por una figura única como la de Franco y por la victoria en la
guerra civil: el franquismo interpretó los siglos XVIII
y XIX como las terribles centurias causantes de los males españoles,
siglos de reyes extranjerizantes, de penetración de ideas revolucionarias y de
liberalismo, uno de los demonios familiares más odiados por Franco. Finalmente,
tras la culminación del proceso de caída sufrido por España con la victoria del
Frente Popular en febrero del 36, la guerra civil y la Victoria habían supuesto
la completa eliminación del Mal antiespañol y la Restauración de la España tradicional, la España católica, misionera
e imperial de los Reyes Católicos y del glorioso siglo XVI español, tradición
áurea de la que el franquismo se consideró restaurador y continuador24.
En ese proceso de construcción
simbólica y de establecimiento y creación de lazos identitarios que permitieran
unir los destinos de España y Canarias, hay que tener en cuenta que también se
asiste a la incorporación de toda una serie de festividades religiosas y
políticas que marcarán el calendario de los españoles25. El 12 de octubre, el
8 de diciembre o el 18 y 25 de
julio se convirtieron en fechas señaladas como festividades pero también como
días en los que el discurso, las páginas de los periódicos españoles se
llenaban de referencias, textos e imágenes de exaltación de la grandeza de
España y de su tradición católica y conservadora26. El orden impuesto tras la
victoria en la guerra, la paz conseguida por Franco, pasaron a convertirse en
ejes vertebradores de buena parte de esos actos. El culto a la victoria fue la
base sobre la que se sustentó todo esa arquitectura simbólica que permitió a la
dictadura mantener toda la vigencia de la misma a lo largo de su existencia,
exaltando la virilidad, el patriotismo y españolidad de quienes, bajo el mando
unívoco de Franco, habían logrado conducir a España hacia su resurgir. Y en ese
discurso las islas también tuvieron algunos ejemplos claros, aunque en realidad
la mayor parte de los símbolos y referencias de la guerra procedían de la Península. Aún así,
aparte del hecho mencionado sobre la salida de Franco de Canarias como punto de
partida de la Cruzada,
tenemos que tener en cuenta que en las islas también asistiremos a la
elaboración de un discurso propagandístico capaz de incorporar algunos hechos
propios del archipiélago. El caso de los excombatientes y la necesidad de
ayudarlos, la exaltación religiosa de algunas festividades insulares o,
especialmente, el destacado papel de algunos falangistas en las islas y,
posteriormente, en la guerra, así como los «mártires locales»27, fueron objeto
de atención de la
Delegación Provincial de
Propaganda.
Teniendo presente todo lo
expuesto más arriba, lo que ahora debe centrar nuestra atención es cómo y en
qué condiciones se construye y qué elementos componen ese discurso tendente a
resaltar la españolidad de Canarias.
Como en otros aspectos de la vida
de FET-JONS en Canarias, las quejas de
los jerarcas provinciales son numerosas en lo referido a los medios de que
disponían para llevar a cabo su labor propagandística, a las interferencias a
sus tareas y están enmarcadas en las tensiones y pugnas, tanto internas al
partido como con otros poderes. Además, el partido contaba con la limitación de
su escasa implantación anterior previa a la sublevación y con el
desconocimiento, cuando no hostilidad, de la gran mayoría de la población de
sus propuestas, programa e ideas.
Los vehículos de transmisión
utilizados por el partido fueron variados y, entre ellos, destaca la prensa
escrita, el uso de la radio28, los mítines y conferencias y la acción
adoctrinadora de sus servicios y organizaciones de encuadramiento. En el plano
organizativo las delegaciones provinciales de prensa y propaganda durante la
guerra civil trataron de divulgar el nacionalsindicalismo, que, según la
delegación provincial de propaganda de Las Palmas, «se desconoce totalmente en
los barrios», mientras que la en las áreas rurales se vivía «una realidad
triste y de espaldas al nacional sindicalismo» 29.
En lo referido a prensa escrita,
Falange se dotó de varios diarios y de otras publicaciones. Los
principales medios escritos
eran el vespertino
Falange de Las Palmas de Gran Canaria30; el diario
Amanecer de Santa Cruz de Tenerife31 y
Escuadras en Santa Cruz de La
Palma32. A los que se suman en distintos momentos
publicaciones como el semanario
lagunero Arriba España33
o las publicaciones
de los distintos servicios y organizaciones
falangistas.
La propaganda en estos periódicos
era lo dominante y en ellos lo principal, a lo largo de los dos primeros años
de la guerra civil, era, además de exaltar a los sublevados y a Franco,
intentar explicar el programa y virtudes del nacionalsindicalismo. En este
sentido se desarrollaron campañas para explicar los «26 puntos» y se destinaba
un espacio relevante a artículos de fondo cuyo objetivo era explica la doctrina
falangista, la política a seguir y tratar de captar simpatías a base de una
demagogia furibunda. En esos textos el ultranacionalismo españolista y el
concepto imperio eran empleados profusamente. Gran parte de los textos
publicados eran de «importación», aunque una parte menor, tampoco desdeñable
era producción local, destacando, en el caso tinerfeño, los artículos y
transcripciones de conferencias del que fuera delegado de prensa y propaganda y
jefe provincial Francisco Aguilar y Paz.
El catálogo de actividades
propagandísticas desplegado por los falangistas fue amplio y variado, tanto de
cara al adoctrinamiento de los militantes y adheridos como de cara al público
general. Destacaban los desfiles, concentraciones y conferencias en fechas
señaladas, así como las alocuciones radiofónicas sobre nacionalsindicalismo, el
desarrollo de la guerra y otros temas «patrióticos». Asimismo, fueron muy
eficaces las acciones destinadas a la infancia, como las actividades de
propaganda en las escuelas, que consistía en visitas semanales y conferencia a
los niños en las que se daban premios a niños aplicados, se reclutaba para las
falanges juveniles y, de paso, se tomaban notas secretas sobre las aptitudes y
características de los maestros, realizándose informes confidenciales al
respecto34.
En lo concerniente al discurso
españolizador y al papel de Canarias en la guerra y en el nuevo Estado, se
puede identificar una doble vertiente que dio forma a esa idea común del deber
de Canarias para contribuir a la victoria en la guerra: su esencia como
territorio desde el que se inició el Movimiento y su papel fundamental como
retaguardia del frente de guerra peninsular. En ese discurso, aparte de las
referencias al momento histórico, se puede entresacar igualmente una
particularidad esencial: la españolidad de Canarias. Estos tres aspectos
entrelazados conforman la base sobre la que se sustenta buena parte de la
propaganda falangista en las islas y que, en general, tiende a resaltar su
condición de territorio unido a los destinos históricos de España. Para ello,
hemos de decir que la prensa fue uno de los ámbitos en los que se manifestó con
mayor evidencia este discurso legitimador y de reivindicación del pasado
glorioso y su relación con la nueva España. En el caso de Canarias disponemos
de varios ejemplos que podrían servirnos perfectamente para mostrar cómo se
construyó ese discurso, cuál fue su base y su relación con el momento histórico
por el que atravesaba el país. Uno de ellos y, que utilizaremos en este
apartado, es el del periódico falangista, Amanecer, editado en Santa Cruz de
Tenerife entre agosto de 1937 y febrero de 1939 35.
Tras la victoria del Frente
Popular en febrero de 1936 se dispuso la dispersión de aquellos militares
considerados desafectos al régimen republicano, ante el temor a un posible
golpe de Estado. Entre ellos, en marzo de ese mismo año, Francisco Franco fue
nombrado Comandante Militar de Canarias. A partir de ahí, su actividad durante
este breve período de tiempo en el archipiélago es bastante conocida,
destacando especialmente que será de éste desde donde partirá con destino a la Península tras el golpe
de Estado de 18 de julio de 193636. Eso permitió que, poco tiempo después, se
llegase a decir de Tenerife que fue la «cuna del Movimiento Nacional», por
haber sido
«el solaz consolador de un héroe español en los días de
amargura en su vida, y por haber
sido templo lleno de majestad, donde se verificó el misterio
sublime de la unción de nuestro Caudillo»37.
De tal modo que, a partir de ese momento, la relación entre
Canarias y Franco, Canarias y España se va a mantener a lo largo de toda la
dictadura, como un referente que dio paso a las largas décadas de paz y
estabilidad social. Así, se entiende Canarias como punta de lanza, inicio de
una nueva etapa triunfal y el 18 de julio de 193638 como un nuevo referente
histórico. Un hecho éste que venía a demostrar esa españolidad, esos nexos de
unión existentes entre la
Península y las Islas:
Me hace pensar que al encontrar
nuestro Caudillo entre vosotros el momento sublime de Iniciar el
Glorioso Movimiento Nacional,
y al
contar con vuestra
adhesión, habéis demostrado, cómo
Tenerife entre todas sus virtudes posee la más sublime, la más grande, la más
excelsa, que es la de su amor a España39.
Esa relación e identificación llega
hasta el punto de que el archipiélago canario es asimilado, desde el punto de
vista de la propaganda, con un nuevo punto de partida para la reconquista y la
unidad de España bajo el liderazgo de Franco, pues «desde esta tierra
atlántica, la más apartada provincia española, se comienza, después de trece
siglos, a escribir la nueva epopeya de una raza que expulsa a los enemigos de
nuestra fe, de nuestra historia, de nuestro destino»40.
Esta trascendencia histórica de
las Canarias no se limitó únicamente a una exaltación simbólica sino que,
además, se persiguió una plasmación real, toda vez quelas islas quedaron
identificadas como punto de retaguardia41. Hay que tener en cuenta que Canarias
aparece como un territorio con características propias y –al menos,
inicialmente– con una situación política diferente a la de buena parte de un
país que combate en el frente. Y es que, incluso más allá de su lejanía
geográfica, lo verdaderamente importante fue la ausencia de frentes de batalla
y que los sublevados lograran hacerse rápidamente con el control de la
situación política y social en las islas, convirtiéndolas en uno de los
primeros territorios ganados en ese proceso que se identificaría con la
reconquista de España.
Este hecho se vio enmarcado
dentro de una idea general que se difundió durante estos primeros años:
Canarias entendida como retaguardia, como zona de colaboración y sacrificio
para el frente de guerra. De tal modo que mientras que en aquellas lejanas
tierras se decidía el destino de España, las islas debían convertirse en
ejemplo de servicio a la Patria
como retaguardia que ayudara al definitivo impulso de la victoria en la guerra.
Porque en realidad de lo que se trataba no era sólo de ganar una guerra sino de
ganar por encima de todo la independencia del país frente a la supuesta amenaza
e injerencia extranjera representada en todo aquello que pudiera ser
identificado con la
República.
Probablemente fuese el tema más
recurrente durante el período de la guerra, la necesidad de que desde las islas
se colaborase activamente con el frente, que se cumpliera con una misión
histórica. De tal manera, que tanto valor tendría luchar en el frente como
las suscripciones patrióticas, el
alistamiento al Ejército
o las manifestaciones de adhesión
y entusiasmo en los desfiles. Se trataba de evidenciar que es necesario
«compartir el sacrificio de nuestros hermanos de la Península», pues las
consecuencias de la guerra también afectarán a las Islas.
Así fue Canarias en los tiempos
en que España necesitaba de sus hombres. Así tiene que ser ahora, cuando la Patria se bate en empañada
lucha. Si hemos de hacer honor a la tradición de nuestras islas, no podemos
permitir que otras regiones españolas, por más castigadas o cercanas al corazón
de Castilla, nos dejen atrás en la cooperación, en el entusiasmo, en la
identificación con los que luchan, con los que sufren, con los que mueren por
la noble causa nacional42.
En ese marco propagandístico, una
de las constantes será la relación que se establece entre el territorio insular
y el peninsular, tratando de resaltar continuamente el carácter español del
primero y los lazos históricos y nacionales que une a ambos. Incluso no se
duda en
atacar a quienes
desde la
Península
ven a los
canarios como «seres adormecidos, aplatanados, en
soñarrera, galbana y modorra. Pero es que no conoce tu alma como nosotros […]
¿Tú, dormida, Canarias? ¡Si no hay otra tierra más alerta y vigilante de
España!»43.
De tal modo, que a lo expuesto en
los párrafos anteriores, tenemos que añadir que Canarias se integró en ese
discurso como parte de la unidad nacional, buscándose los lazos de unión y los
elementos identificadores de su tradición española en el pasado.
Canarias –y esto conviene
acentuarlo como precedente honroso para las islas– estuvo siempre ligada tanto
a las tristezas como a las alegrías de España. Ya dijo aquel isleño ilustre que
se llamó Galdós, «que nosotros, los más distantes, somos los más cercanos en el
corazón de la Patria».
Todas las demás destacadas personalidades de la Península que han pasado
por nuestras islas, han hallado en nosotros una virtud característica: el
acendrado españolismo. Canarias, decía
un significado político español, es tan médula de la Patria como el propio
Toledo44.
A pesar de su lejanía y mayor
proximidad geográfica al continente africano que al europeo, en la propaganda
se exaltará su españolidad45, habitualmente con la grandilocuencia propia del
falangismo, especialmente utilizando adjetivos y una retórica destinada a
reivindicar la pureza isleña. Es el caso de algunos de los textos de Ernesto
Giménez Caballero que
fueron publicados en
la prensa tinerfeña
y que permiten observar algunas expresiones o
aspectos que se resaltan con relativa frecuencia46. El siguiente fragmento, por
ejemplo, lo consideramos bastante representativo al respecto,
¡Canarias! ¡España! Cuando un
pueblo consigue poner en alerta y celo a una tierra como la de Canarias –sólo
ese pueblo puede decir que la posee–. Y nuestro pueblo posee a Canarias porque
logró lo que ningún aventurero logrará nunca: desposar a esa tierra, tener
hijos con ella, haciéndoles hablar su lengua y empuñar sus armas. Logró: vencer
la
«feminidad» huidiza de Canarias
con la ‹‹maternidad››. Haciéndola: madre.
Sí, todos los viajeros tienen
derecho a la ilusión de descubrir y enamorarse de Canarias. Pero sólo nosotros, los
españoles –que la poseemos con sangre de
nuestra sangre. tenemos el deber de defenderla47.
En parecidos términos se
pronunciaba Dionisio Ridruejo, que había visitado las Islas Canarias «con la
misión de ensanchar allí la españolidad peninsular». En su caso, más que
destacar su feminidad o su belleza –«es una naturaleza convulsionada, trágica,
muchas veces colosal,
otras desolada, con
frecuencia paradisíaca»–, retoma
ese discurso de Canarias como exponente histórico del Movimiento y como
tierra española que comparte las más profundas raíces imperiales.
Es considerable ver, en medio de
tan largos abandonos, como
se ha
mantenido en Canarias la conciencia de españolidad. Como en Ávila o en
Burgos. Se ve allí el dolor de un imperio mutilado del que las islas son el
último extremo actual, cuando fueron en tiempos escala de nuestros itinerarios.
Se ve en todo el cruce africano-americano (es decir, el cruce de nuestra
historia y nuestro porvenir), en suma, la España larga, la que iba lejos […] Canarias es un
buen sitio para soñar con una España poderosa. Es como una escuadra a la que un
día se podrá decir otra vez: avante48.
Queda claro pues, que Canarias
tenía suficientes raíces históricas como para participar en el esfuerzo de
guerra y que, a su vez, compartía verdaderos lazos de unión con el territorio
peninsular para lograr expulsar al enemigo y para contribuir a que la victoria
en la guerra fuera decisiva en la construcción de la paz de Franco49.
Al igual que en los demás
territorios de la zona sublevada, el exacerbado españolismo adoptó la forma de
un centralismo de base castellanocéntrica, no obstante,elogio de los tomates
canarios. Bastará que el español los pruebe, los saboree, los acaricie con
labios, lengua, dientes, entrañas y obtenga el frescor dulce y sabroso de su
jugo: sabroso a mar y sol, pinos, palmas y volcán; a islas divinas, atlántidas,
vesperales; a islas alíseas. ¡Tomates de Canarias! Frutos paradisíacos de
España». «Los tomates de Canarias», por Ernesto Giménez Caballero. El Día,
Santa Cruz de Tenerife, 19 de junio de 1941.
como han resaltado algunos autores, la movilización también
apelaba al ámbito de lo local en una difícil combinación entre exaltación de lo
español y de las aportaciones de las tradiciones de las provincias y de lo
rural contra la modernidad y lo antiespañol50.
En este sentido, la exaltación de lo típico regional en el
seno de la «unidad de destino» con objeto de reforzar la «unidad de la patria»
y desterrar las influencias extranjeras adoptó numerosas manifestaciones. El
papel de Falange en esa labor fue destacadísimo, tanto en las manifestaciones
artísticas como en el de la cultura popular.
Respecto a
la arquitectura, se
trató de homogeneizar
el aspecto de las
edificaciones, tanto públicas como privadas, a partir del estilo neocanario que
había dado sus primeros pasos pocos años antes. En esa labor destacaron las
fiscalías de vivienda y numerosos arquitectos que en etapas anteriores se
habían encuadrado, en su gran mayoría, en las filas del racionalismo51. El
neocanario tuvo así la hegemonía durante los años de la guerra civil y la
década de 1940-52.
En lo tocante a la recuperación
de las «esencias patrias», identificadas con la exaltación de lo rural y lo
folclórico, el medio rural fue idealizado y convertido endepositario de las
virtudes del espíritu nacional, y de ahí que a lo largo de los años cuarenta y
en el periodo posterior el partido dedicase una importante atención, al igual
que en el resto de provincias y regiones, a la difusión de la artesanía y del
folclore. Eso sí de un folclore convenientemente adaptado, expurgado todo
aquello que no convenía a los tópicos y a los valores sustentados por la
dictadura53.
Este fenómeno de exaltación de lo
rural, del supuesto espíritu del pueblo (volkgeist), se produjo también en los
otros países fascistas. A través de la Sección Femenina
y de las obras sindicales se desarrollaron las actividades tendentes a reforzar
esa visión ideal de lo canario dentro de la «unidad de destino»54. Trajes
típicos, coros y danzas, exposiciones de artesanía55, romerías, reinvención de
las indumentarias tradicionales, manifestaciones folclóricas
y surgimiento de
la llamada «canción canaria», conversión definitiva de
la lucha canaria en un deporte reglado56, etc., se producen en estos años y en
la década siguiente, estableciendo tópicos, modificando o eliminado o vaciando
de contenido elementos de esas manifestaciones de cultura popular57.
A modo de conclusión: la recepción de la españolización.
La búsqueda de elementos que
definieran la españolidad de las Islas Canarias centró una parte considerable
del esfuerzo de los servicios técnicos y de propaganda de Falange durante el
período de la guerra civil y de la posguerra. Como hemos planteado en este
trabajo, se asistirá
a la elaboración
de un discurso
tendente a resaltar
la condición del archipiélago como territorio español, fundamentalmente
a partir de la difusión de una serie de mitos castellanos y de la conexión de
los valores de la guerra y de los conceptos de victoria y de paz para la
retaguardia canaria, cuestión ésta que, por ejemplo, en el caso de la prensa
fue una constante durante el período estudiado. Pero paralelamente, los
dirigentes del partido se encargarán de explicitar en sus informes los
efectos dañinos de la influencia
extranjera en las Islas y,
especialmente, sobre las deficiencias y debilidades existentes en
el conjunto del territorio insular. Ante ambas cuestiones, se evidencia una
clara preocupación por parte de los falangistas por reducir cualquier
influencia exterior –especialmente británica- y por reforzar los lazos
económicos y culturales de Canarias con la península.
El éxito de la propaganda y de la política falangista de
cara a la divulgación de su ideario, la españolización de Canarias y la
exaltación de los «valores eternos» isleños en el seno de la unidad del país
fue desigual. En el terreno de la integración económica con la Península y de expulsar
las influencias británicas se puede decir que fracasaron en gran medida, sin
embargo, sí se logró una mayor integración comercial y se reservó el mercado
peninsular para los plátanos canarios, aunque esto no lo consiguieron los
falangistas.
La posición de los falangistas
contrastaba con la de buena parte de la población, que identificaba la
presencia de extranjeros, principalmente británicos,
con la normalidad económica
y con la
etapa puertofranquista por
oposición a la
crítica situación creada a partir de la sublevación militar por las
medidas tomadas por el poder central. La «españolización» económica y
administrativa de Canarias no era bien vista por muchos y se manifestaba en un
incipiente sentimiento antipeninsular, que se iba intensificando ante la
llegada de personal civil y militar de la Península, que era considerado por muchos como
una invasión:
Since that time (1936), a tight centralised
economic control has gripped the islands, crushing local commercial initiative.
Numbers of military and civil officials from Spain
began to arrive and as these arrivals continued
in such volume the local population refers to their presence as an invasion58.
Esta opinión
e identificación entre
puertofranquismo, o defensa
de las singularidades canarias
con progreso y
bienestar, frente a
autarquismo y «burocratización
peninsular» tendría posteriormente una importante trascendencia en sectores
populares y en el renacimiento de expresiones de nacionalismo canario desde la
década de 1960. También se convertiría en un arma de presión en manos de los
sectores dominantes, porque ir contra esas especificidades implicaba un
decaimiento en el patriotismo del archipiélago59:
Por lo que respecta a nosotros,
los isleños, podemos decir que, hasta hace pocos años, éramos, como los de la
provincia de León, los más patriotas de España, pero aquel patriotismo tan
profusamente arraigado en ambas provincias canarias, una vez más demostrado al
estallar el Movimiento Nacional, ha ido, poco a poco marchitándose a causa de
la abalancha [sic] de ‘godos’ que han caído en nuestras ciudades como una plaga
de insectos destructora. El sistema que fue empleado en nuestras perdidas colonias,
va consumiendo la esencia de nuestro patriotismo. La abalancha [sic]
burocrática, con plus
de residencia, ha
hecho que en
ambas provincias canarias aumente considerablemente la
carestía de la vida y disminuya el tradicional patriotismo...60.
No obstante, afirmaciones como la
anterior no implicaban, ni por asomo, separatismo, sino más bien, malestar. En
periodos pretéritos la población se consideraba española, solo que abandonada
por el poder central, y en los años cuarenta se sentía agredida por unas
políticas que empobrecían aún más a las islas y por la prepotencia de
algunos elementos de
origen peninsular. La
conclusión fue que
las jerarquías del partido,
salvo excepciones, acabaron
asimilando y apoyando
buena parte de las
demandas tradicionales de la burguesía canaria.
Escámez en esas fechas. Archivo Histórico de la Transición en Canarias
(AHTDC). Fondo Francisco Fajardo
(Universidad de La Laguna).
Dirección General de Seguridad (DGS). Caja 3, legajo 4.
Notas:
DÍAZ
BENÍTEZ, J. J.: Anglofilia y autarquía en Canarias, Santa Cruz de
Tenerife, Ediciones Idea, 2008, pp.43-44. Acerca del control de servicios
estratégicos por compañías extranjeras es imprescindible la consulta de MILLARES CANTERO, A.: «Sobre el papel de las
compañías imperialistas en Gran Canaria, Canary Islands, UNION, COPPA, CITY, SELP, CICER, UNELCO Y TRANVÍAS»,
en Aguayro, 1978, pp. 31-34 (98), 31-34 (99), 39-42 (100) y 31-33 (101). Una
relación de las empresas británicas radicadas en Canarias a la altura de 1936
figura en MORALES LEZCANO, V.: «Esbozo de
Canarias en
la edad contemporánea
(1850-1936)», en Historia general de las Islas Canarias de Agustín Millares
Torres. Vol.
5, Edirca, Las Palmas de Gran
Canaria, 1977, pp. 296-297. También este cuadro está reproducido en: MACÍAS HERNÁNDEZ, A.: «Algunas consideraciones
sobre la economía canaria entre 1900-1936», en VV.
AA., Canarias siglo XX. Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, 1983, pp.
290-291.
1992, pp. 149-172. SUÁREZ
BOSA, M.: «Empresas y empresarios franceses en canarias en el siglo XIX», en
Boletín Millares Carlo, UNED,
Centro Asociado de Las Palmas, 27, 2008, pp. 157-180.
2 Sobre la economía
en la etapa autárquica consúltese la siguiente recopilación de artículos: RODRÍGUEZ
MARTÍN,
J. Á., CARNERO LORENZO, F., NUEZ YÁNEZ, J. S. y GUERRA PALMERO, R. A.: La
autarquía en Canarias, Santa Cruz
de Tenerife, Ediciones
Idea, 2009. También
RODRÍGUEZ
MARTÍN, J. Á.:
«La economía contemporánea (III), de la Autarquía a la
integración en la CEE», en MORALES PADRÓN, F. (dir.), Historia de Canarias, Vol. IV,
editorial Prensa Ibérica, pp. 733-752 y GUERRA PALMERO, R. A.:
Sobrevivir en Canarias (1939-1959). Racionamiento, miseria y estraperlo, Santa
Cruz de Tenerife, Ediciones Idea,
2006.
3 A lo largo de los años treinta,
como consecuencia de la crisis económica, la depreciación del plátano y el
incremento de la conflictividad social, se produjo un enfrentamiento en torno a
la obtención de la hegemonía
en el sector exportador que opuso
a una parte sustancial de los terratenientes productores de plátanos con los
exportadores y el
resto de los
elementos agroexportadores. Las
reivindicaciones de los
terratenientes agrupados en torno al Sindicato Agrícola del Norte de
Tenerife y sus aliados de otras islas se concretaban en cuatro cuestiones:
demanda al Estado de la inclusión de las islas en el crédito agrícola español
para la liquidación de las deudas de los cosecheros; sindicación forzosa de los
productores para gestionar y controlar
la exportación frutera; concentración de la comercialización en torno a las
asociaciones; rebaja de los fletes y en general del transporte, llegando a
plantearse la creación de una compañía de navegación o flota propia. A todo
esto hay que añadir la crítica a los organismos que, como las comisiones de
exportación, eran consideradas como instrumentos de los exportadores. Estas
pugnas tuvieron implicaciones políticas ya
4 Acerca
de las demandas
canarias sobre un
régimen económico-fiscal y
administrativo diferencial
durante el periodo autárquico: GUERRA PALMERO,
R. A.: «Economía e ideología de la clase dominante en Canarias
(1940-1960)», en XV Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran
Canaria, Patronato de la Casa
de Colón-Cabildo Insular de Gran Canaria, 2002; Íd.: Autarquía y hecho
diferencial canario (1936-1960), Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea, 2005,
pp. 1088-1100.
5 El gran arraigo y la
importancia numérica de la masonería en las Islas se puede comprobar con la
lectura de: PAZ SÁNCHEZ, M. de: Historia
de la francmasonería en las islas Canarias (1739-1936), Las Palmas de Gran
Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1984 (reeditado en dos volúmenes en
2009 por Ed. Idea). La represión a la masonería ha sido poco estudiada, para
esta cuestión se cuenta con PAZ SÁNCHEZ,
Manuel de y FELIPE GONZÁLEZ, R.: «Sobre
el 18 de julio y la represión de la masonería en Canarias: informes y denuncias
(1936-1939)», en VI Coloquio de Historia Canario-Americana (1984), Las Palmas
de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1984, pp. 1.037-1.060.
6 El club Rotario de Tenerife se
formó en 1934. Esta asociación colaboró con los militares golpistas, pero, como
afirman en su web: «A poco de iniciarse el levantamiento, comenzó a atacarse al
club rotario por algunos exaltados y en vista de ello se acordó suspender las
actividades de club, dándose cuenta de ello a la Comandancia General
mediante escrito en el que se decía que, considerando que las energías que por
algunos se empleaban en combatirnos se debían dedicar a mejor fin, acordábamos
suspender nuestras reuniones y entregar los fondos de que disponíamos. El
comandante general acusó recibo a esta carta felicitando al club por su
patriótico proceder» (http://www.rotaryclubtenerife.org/esp/secc221.asp). Los
rotarios enviaron la misiva a la Comandancia General el 29 de mayo de 1937, pero
los ataques a esta asociación
prosiguieron por parte
de los falangistas.
En el «Informe
sobre la situación
política en Tenerife» (Sección
Presidencia, Dirección Nacional de Provincias, caja n.º 21. S/C de Tenerife
1939- 1940), firmado por José Guitart en Madrid (11-1-1940), se acusa a doce
falangistas de haber sido miembros de este club. El juicio que emite Guitart
acerca de la isla de Tenerife es igual o más duro, si cabe, que el del
gobernador Sergio Orbaneja. Calificó a Tenerife como lugar de «recia estirpe
liberal- demócrata, con sus tres logias y la influencia extranjera dueña del
comercio y la industria», y afirmaba que: «La Masonería ayudada por
los elementos marxistas adquiere cada día mayor predominio en sus actuaciones.
Se infiltra en las organizaciones proletarias, obreros del puerto sojuzgados
por las casas extranjeras, y los exhorta públicamente a repudiar los Sindicatos
del Movimiento que denominan mito irrealizable».
7Archivo General de la Administración
(AGA), Sección Gobernación, Subsecretaría de Interior. Administración
Provincial y Municipal. Gestión Administrativa, «Memorias 1938-1939», Carpeta
IV, Las Palmas de Gran Canaria, caja n.º 2.791.
8
AGA, Sección Interior-Gobernación, Subsecretaría de Interior,
Administración Provincial y Municipal,
«Memorias 1938-1939», Santa Cruz
de Tenerife, caja n.º 2.792.
9 Ibid.
10 Los intereses británicos
apoyaron mayoritariamente el golpe de Estado de julio de 1936 y colaboraron con
los sublevados, no obstante hubo elementos que se opusieron y los intereses de
ese país fueron puestos bajo
sospecha y atacados, DÍAZ BENÍTEZ, J. J.: Anglofilia y autarquía…,
op. cit., pp. 51-60; véase también ALCARAZ
ABELLÁN, J. ANAYA HERNÁNDEZ, L. A. y MILLARES
CANTERO, S.: «Los extranjeros y la Guerra Civil en la
provincia de Las Palmas de Gran Canaria (1936-1939)», VII Coloquio de Historia
Canario- Americana, Patronato de la
Casa de Colón-Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de
Gran Canaria de Gran Canaria, 1986, pp. 99-132. Una de las más sonadas
colaboraciones de las empresas británicas con los sublevados fue la cesión de
los almacenes de Fyffes en Santa Cruz de Tenerife para crear la Prisión Militar
Costa Sur y la donación por parte de la casa Elder-Dempster del alambre de púas
para esa prisión de triste recuerdo. RIVAS
GARCÍA, R.: Tenerife 1936. Sublevación militar: resistencia y represión,
Canarias, La Marea,
1998, pp. 68-69.
11 AGA, Sección Interior-Gobernación, Subsecretaría
de Interior, Administración Provincial y Municipal,
«Memorias 1938-1939», Santa Cruz
de Tenerife, caja n.º 2.792.
12 Los entrecomillados están extraídos de:
«Primera Memoria elevada a este Ministerio por el Excmo. Sr. Gobernador Civil
de Las Palmas de Gran Canaria», 7 de septiembre de 1938. AGA, Sección
Gobernación, Subsecretaría de Interior. Administración Provincial y Municipal.
Gestión Administrativa, caja n.º 3.123. La
dureza de la expresión del
gobernador García López indica algunos sentimientos de la población, pero ante
todo indica un ataque a los
sectores vinculados al puerto, importadores-exportadores, y urbanos que
constituían los principales
apoyos del Partido
Republicano Radical y
del Partido Agrario
Popular Autónomo.
13 FALANGE
ESPAÑOLA TRADICIONALISTA Y DE LAS JONS:
Trabajos de los
Servicios Técnicos / Islas
Canarias, n.º 1, abril de 1937, Santa Cruz de Tenerife, Litografía Romero, pp.
10-11. El segundo trabajo de los Servicios Técnicos fue publicado en la
imprenta Falange de Las Palmas de Gran Canaria en junio de 1937. También véase
«Memoria de los trabajos de los Servicios Técnicos de FET y de las JONS de Las
Palmas de Gran Canaria», 18 de noviembre de 1937. AGA, Sección Presidencia,
Secretaría General del Movimiento, Secretaría Política, caja n.º 18.947.
14 La participación falangista en
la gestión de los abastos y de la economía canaria en general se vio limitada
por las atribuciones de la Comandancia General durante los primeros años de
la guerra civil y por la creación del Mando Económico del Archipiélago en
agosto de 1941. Este último organismo, adscrito a la Capitanía General
y cuyo jefe era el capitán general, dirigió la economía de las Islas hasta su
disolución el siete de febrero de 1946. Además, en Canarias se crearon desde
los años de la guerra civil varios organismos de regulación e intervención
económica al margen de los falangistas o en los que su participación era
reducida.
15 En 1946 Canarias fue asimilada
a lo dispuesto para el conjunto estatal y la política local se reorientó en un
sentido tradicional en el que los cabildos y otras instituciones y organismos
controlados por la burguesía isleña se encargaron de la intermediación con
Madrid y de la defensa de los intereses y «singularidades» canarias. En este
marco se debatió el fracasado proyecto de Ley de Bases sobre régimen
administrativo de 1948. En los informes de los distintos ministerios hay que
destacar que aquellos controlados por falangistas.
(Trabajo, Justicia, Gobernación,
además de Marina
y Obras Públicas) apoyaron ese texto
descentralizador. La actitud positiva a las demandas canarias de esos
ministerios puede estar relacionada con la influencia de Blas Pérez González y
por el reconocimiento por parte de jerarcas del partido de que la situación de
las Islas en materia de abastos y de la situación económica catastrófica que se
había agravado desde la supresión del Mando Económico. GUERRA PALMERO, R. A.:
Autarquía y hecho diferencial…, op. cit., pp. 313-322. A medida que pasaba el
tiempo la comprensión de la opinión dominante en torno al «hecho diferencial»
fue mayor en las filas falangistas, aunque todavía algunos elementos
consideraban esas demandas al Estado como manejos separatistas. Algunas
muestras del cambio de actitud a la hora de valorar el pasado reciente de
Canarias las tenemos en varios documentos, como el informe del gobernador civil
de Las Palmas de Gran Canaria, García Hernández, enviado al secretario general
del Movimiento el 17 de diciembre de 1948 (AGA, Sección Presidencia, DNP, caja
n.º 279) o en el escrito del Delegado nacional de Sindicatos, Fermín Sanz
Orrio, al ministro secretario general del Movimiento de 28 de noviembre de 1949, donde da cuenta del viaje oficial
efectuado a Canarias para examinar la situación de los organismos sindicales
(AGA, Sección Presidencia, caja n.º 18.997). Otras muestras de la asimilación
por los falangistas por las demandas tradicionales canarias está en la
tramitación del frustrado proyecto y de la unidad del bloque dominante lo
constituye el Primer Congreso Provincial de FET y de las JONS en Tenerife, de
septiembre de 1953 (AGA, Sección Presidencia, Secretaría General del
Movimiento, DNP, caja n.º 282), en el que se reivindica la restitución de los
puertos francos, obras hidráulicas y extensión de los regadíos, protección a la
agricultura de exportación, mayores facilidades para importar del extranjero,
potenciación del turismo, dotar de mayores competencias a los cabildos
insulares y una
mayor descentralización
administrativa. Se solicita
del Gobierno que «el
régimen especial creado para
Canarias por la
ley de Cabildos
se complete, estructurando una
forma de descentralización que, sin romper la unidad de la organización
administrativa española [...] que tuviere facultades resolutivas, en las
materias que se especificase, análogas a las que normalmente corresponden a los
escalones secundarios de los diferentes Departamentos Ministeriales».
16 «En julio de 1938, el cónsul
británico en Tenerife, Mr. Paterson, redactó un alarmante informe sobre la
situación de los intereses británicos en el archipiélago. La política del nuevo
régimen había acabado con una prosperidad económica que, según dicho cónsul, se
debía únicamente al sistema de puertos francos y la influencia británica. Las
exportaciones británicas habían cesado desde el inicio de la Guerra Civil, lo cual
había obligado al cierre temporal o definitivo de muchas de las principales
firmas inglesas. El control del comercio por las autoridades del gobierno de
Burgos perjudicaba a la economía isleña, al tiempo que favorecía la penetración
de la influencia alemana a costa de los intereses británicos. La incompetencia
dominaba a la
administración pública, cuyo
abuso de poder
estaba matando a
la iniciativa privada, nostálgica de la influencia
inglesa». DÍAZ BENÍTEZ, J. J.: Anglofilia
y autarquía…, op. cit., p. 42.
17 «Informe de la Jefatura de FET y de las JONS
de Las Palmas de Gran Canaria expresivo de sus puntos de vista del problema de
los extranjeros residentes en esta Provincia», marzo de 1938. AGA, Sección
Presidencia, Secretaría General del Movimiento, Secretaría Política, caja n.º
19.174.
18 Ibid.
19 Ibid. Durante la guerra civil se detuvo en
Las Palmas de Gran Canaria a 69 personas de origen árabe, siendo el motivo del
elevado número de detenidos de esta procedencia «la xenofobia de que eran
objeto, sobre todo por parte de la burguesía comercial local...». ALCARAZ ABELLÁN, J. ANAYA HERNÁNDEZ, L. A. y MILLARES
CANTERO, S.: «Los extranjeros y la Guerra Civil…», op.
cit., p. 116.
20 AGA, Sección Gobernación, Subsecretaría de
Interior. Administración Provincial y Municipal. Gestión Administrativa,
Memorias 1938-1939, Carpeta IV, Las Palmas de Gran Canaria, caja nº 2.791. La
parte dedicada a extranjeros en esta memoria es casi idéntica al informe
anteriormente citado de marzo de 1938.
21 Una de las grandes preocupaciones de los
militares y de la Falange
a lo largo de la
Segunda Guerra Mundial era el progreso de la anglofilia en el
conjunto de la población canaria, tanto en los sectores burgueses que añoraban
una «época dorada» en términos económicos de la mano del capitalismo inglés,
como por parte de las clases populares y opositores al régimen, agobiados por
el hambre y la nefasta política económica adoptada por el régimen y esperanzada
por una victoria aliada en la conflagración mundial. Acerca de esta cuestión,
cabe destacar que es una temática que está presente, especialmente a partir del
capítulo tercero, en DÍAZ BENÍTEZ, J. J.:
Anglofilia y autarquía…, op. cit. Los partes de las jefaturas provinciales de
Falange daban cuenta de los avances de la «aliadofilia» y mostraban un panorama
poco alentador en lo referido a los progresos y aceptación de las consignas del
partido. GUERRA PALMERO, R. A., La Falange en Canarias…, op.
cit., pp. 158-161.
22 ESCOLANO
BENITO, A.: «Discurso ideológico, modernización técnica y pedagogía
crítica durante el franquismo», en Historia de la Educación: revista
interuniversitaria, 8, 1989, p. 7. Este mismo autor destaca los efectos de ese
discurso en el ámbito de la enseñanza y como, por ejemplo, en el caso de la Historia se buscaba
inculcar el amor a la Patria,
concediéndosele la máxima importancia a destacados hechos del pasado,
especialmente a aquellos de marcado carácter bélico, nacionalista e
imperialista, como las gestas de Sagunto, Numancia o la Guerra de Independencia.
Según sus palabras, estaríamos pues, ante
«una historia evidentemente
sectaria y con severas amputaciones, ordenada a la legitimación» (Ibid, p.
11).
23 BOX, Z.: «Secularizando el
Apocalipsis. Manufactura mítica
y discurso nacional
franquista: la narración de la
victoria», en Historia y política: ideas, procesos y movimientos sociales, 12,
2004, pp. 150-151.
24 Ibid. En el caso canario esa
visión de la historia tuvo sus exponente más destacado obispo de la diócesis
nivariense, Fray Albino González Menéndez-Reigada. Su beligerancia contra todo
aquello que tuviera relación con la modernidad y los «funestos» siglos XVIII y XIX fue constante a lo largo de su
estancia en Tenerife (1925-1946) y
está presente en
la casi totalidad
de las pastorales
de su mandato.
GUERRA PALMERO, R. A. Ideología y
beligerancia: la cruzada de Fray Albino, Santa Cruz de Tenerife, Ediciones
Idea, 2005.
25 Sobre esta cuestión, Claudio
Hernández ha planteado el concepto de «cultura del tiempo» franquista que
«estuvo conformada por el
conjunto de discursos, mecanismos y políticas empleados por el régimen que,
persiguiendo la regeneración y renacimiento de la nación, definieron el pasado,
el presente y el futuro que en base a su historia le correspondía a la Patria, tratando de imponer
unos “ritmos” y “estilos temporales”
precisos a la vida de los
ciudadanos». HERNÁNDEZ BURGOS, C.: «La
“cultura del tiempo” en España: la
Guerra de la
Independencia en el discurso del franquismo», en HAOL, 25,
2011/Primavera, p. 146.
26 Véase, GÓMEZ FUENTES, C.: «La construcción de la memoria franquista
(1939-1959): mártires, mitos y conmemoraciones», en Studia Historica. Historia
Contemporánea, 25, 2007, pp. 87-123.
27 Un caso paradigmático al
respecto es el de Francisco Javier Centurión. Véase, Amanecer, Santa Cruz de
Tenerife, 2 de diciembre de 1937, 21 de junio de 1938, 31 de agosto de 1938, 11
de diciembre de 1938 y 9 de febrero de 1939. La atención prestada en la prensa
a los caídos en los frentes peninsulares fue amplia y permanente, como también
ocurrió con el recuerdo del joven católico lagunero Santiago Cuadrado, primer
«mártir de la Cruzada en Tenerife».
28 Véase, YANES MESA, J. A.: «La propaganda radiofónica de la España nacional en Canarias
durante la Guerra Civil,
1936-1939», en Anàlisi, 41, 2011, pp. 101-116.
29 Programa de la Delegación Provincial
de Propaganda de Las Palmas para el año 1938 (AGA
Sección Presidencia, Fondo VI Secretaría General del Movimiento, secretaría
política, IDD 17.02, caja 19.174). La
delegación de propaganda de Las Palmas desde diciembre de 1936 hasta el 20 de
noviembre de 1937 se articuló
siguiendo el siguiente
organigrama: servicio de
prensa, propaganda escrita
y agencia de colaboración; propaganda oral, propaganda
de radio, propaganda plástica, propaganda en cines y teatros, concentraciones y
fiestas, propaganda comercial. En ese primer periodo los delegados provinciales
de propaganda han sido: 21 septiembre 1936 Luis Aulet Escurra, 13 diciembre de
1936 Antonio de la Nuez
Caballero; 22 diciembre 1936 Diego Mesa Suárez; 22 febrero
1937 Luis Alvarado Moreno; 29 mayo 1937
Arturo Sarmiento Valle, 21
noviembre 1937 Juan Marqués Peñate. El paso de cuatro delegados provinciales y
la posterior reorganización indican provisionalidad y posibles deficiencias de la Delegación, de hecho se
solicitó la reorganización de los efectivos de la delegación y de las locales.
Las locales estaban desconectadas en parte de la provincial y limitadas a pegar
carteles y a algún que otro discurso incontrolado, porque «La propensión de
nuestros isleño a dormirse no excluye a los que ostentan cargos en nuestra
delegación» (nótese el prejuicio). La delegación se reorganizó y quedó
integrada por los siguientes servicios: de oral-radio-música; servicio de
plástica cine teatro; servicio de fiestas desfiles masas; propaganda especial
en fábricas y cuarteles; propaganda especial en hospitales y cárceles,
propaganda especial en escuelas.
30 Vio la luz el 7 de diciembre,
tras el intento frustrado de crear otro diario (Arriba) en agosto de dicho año,
y que contaba con una tirada de más de tres mil ejemplares. Ibid.
31 Inició su andadura el 1 agosto
de 1937 con el subtítulo de «Diario de la Revolución Nacional
Sindicalista» (que cambió el 7 de agosto de 1937 por el de: «Diario de Falange
Española Tradicionalista y de las JONS») y su último número salió el 12 de
febrero de 1939. Dos días después se unificaba con La Prensa dando lugar a El
Día.
32 Fusionado en 1939 con Acción
Social y Diario de Avisos.
33 Era el órgano de Falange en La Laguna y desapareció a
finales de julio de 1937. Entre sus firmas se hallan presentes numerosas de
personajes reconocidos de la cultura insular sumados a los sublevados, como
Andrés de Lorenzo Cáceres, Agustín Espinosa, Leopoldo de La Rosa o el rector José
Escobedo y Alberu.
34 Programa de la Delegación Provincial
de Propaganda..., op. cit.
35 Véanse, MARTÍN MONTENEGRO,
S. F.: Índices de periódicos y libros durante la década de los treinta
en Tenerife con especial atención al período 1936-1939, Memoria de Licenciatura
inédita, Universidad de La
Laguna, 1981. LEÓN ÁLVAREZ,
A.: «Combatiendo desde la retaguardia. Prensa y propaganda en Tenerife:
el periódico Amanecer», en Boletín de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife. El periodismo y la cohesión
territorial del Archipiélago: actas del I Congreso de Historia del Periodismo
Canario, celebrado en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna entre los días 20 de
octubre y 5 de noviembre de 2010, coord. por YANES
MESA, J. A., San Cristóbal de La Laguna, RSEAPT,
2010, pp. 471-488.
36 RIVAS GARCÍA, R.: «La Guerra Civil en
Tenerife», en CABRERA ACOSTA, M. A.
(ed.): La Guerra Civil
en Canarias, Francisco Lemus Editor, La Laguna, 2000, pp. 47-55.
37 «Tenerife en el Movimiento
Nacional» (conferencia pronunciada por Luis Cabrera Puntero en Radio Club
Tenerife), Amanecer, Santa Cruz de Tenerife, 29 de julio de 1938.
38 «El 18 de julio viene a
recordarles a los españoles que su misión en el mundo no está terminada. Porque
ahora no se trata de descubrir nuevas tierras ni de completar la unidad
geográfica, sino que nuestra
segunda imperial
empresa está encaminada
a salvar todo
un mundo, con
todo lo que
ese mundo representa.
Ya no se trata de civilizar
indios y enseñarles una fe y un idioma, sino que ahora hemos de oponernos al
paso de la barbarie que se ha despertado en Europa y amenaza extenderse, para
trastocar los destinos de los pueblos que han cumplido la suprema misión de
alumbrar la marcha de las generaciones, con la luz de la civilización y de la
cultura. Y esta nueva obra de España, realizada con dolor y con sangre, a costa
del mayor sacrificio que puede realizar un pueblo, tiene la suprema
trascendencia que siempre tuvieron en nuestro suelo las grandes gestas de la
raza». «12 de octubre: día imperial de España», Amanecer, Santa Cruz de
Tenerife, 12 de octubre de 1937.
39 «Tenerife en el Movimiento
Nacional» (conferencia pronunciada por Luis Cabrera Puntero en Radio Club
Tenerife), Amanecer, Santa Cruz
de Tenerife, 29 de julio de 1938.
40 «Covadonga reconquistada»,
Amanecer, Santa Cruz de Tenerife, 2 de octubre de 1937. La identificación
simbólica de los avances de los sublevados queda vinculada en este breve
fragmento de ese mismo artículo:
«Hoy, cuando
las invencibles tropas
de Franco, el
Caudillo y segundo
Reconquistador, devuelven
Covadonga a la civilización cristiana y occidental, el viejo Teide, símbolo de
nuestra grandeza geográfica, quiere elevar más y más su altura, acortar los
espacios, para en una visión maravillosa saludar las peñas sagradas que fueron
un día cuna de la España
Una, Grande y Libre que volverá a los caminos de su tradición
por el triunfo de Franco».
41 «Por un lado, la zona de
vanguardia, zona de peligros, de sacrificios, de luchas y de triunfos a costa
de la abnegación de la juventud de España. Por otro lado, la zona de la
retaguardia, apacible, normalizada en su vida, sintiendo este relativo bienestar—dentro
de la preocupación natural de la guerra—que ganaron los que a tiempo hicieron
la ofrenda de su vida para impedir que el marxismo nos envolviera en su
sangrienta embestida». «Asistencia al frente», Amanecer, Santa Cruz de
Tenerife, 30 de noviembre de 1937.
42 «Canarias y el momento
español», Viva España, diciembre de 1936.
43 «Canarias, la madrina de
España», por Ernesto Giménez Caballero. El Día, Santa Cruz de Tenerife, 12 de
abril de 1941.
44 Ibid.
45 De tal modo, que su lejanía llega a
convertirse en algo positivo, lo que permite a Giménez Caballero definirla como
«Centinela de España en medio del Océano, fé nacional. Ésta fue y será siempre
el genio
inmortal de Canarias, el corazón
del Guanche y la fidelidad del can». «Canarias, la madrina de España», por
Ernesto Giménez Caballero. El Día, Santa Cruz de Tenerife, 12 de abril de 1941.
En parecidos términos puede verse la siguiente interpretación, «estas islas que
son como una escuadra fondeada en el Atlántico».
«Significado y alcance de la Exposición de Canarias
en Madrid», El Día, Santa Cruz de Tenerife, 1 de abril de 1941.
46 Un ejemplo paradigmático de esa exaltación de
Canarias, la encontramos en un artículo de Giménez Caballero sobre el tomate
canario. Con un lenguaje literario y profusamente adornado de adjetivos
destinados a resaltar la belleza y pureza de las Islas, ensalza su pasado
mitológico y la grandeza de su presente manifestada en su producción agrícola.
Valga de ejemplo que, para él, el tomate canario «con sus celdillas rojas llenas
de simientes amarillas, es el fruto totalitario de la bandera española. Que es
el clavel comestible de las huertas hispánicas». Pero, igualmente, cabe
resaltar que no hace más que recordar que ese producto de la tierra canaria es,
en realidad, un producto español: «No será menester hacer ningún
47 «Canarias: posesión española»,
por Ernesto Giménez Caballero. El Día, Santa Cruz de Tenerife, 7 de junio de
1941. Un deber de defensa que viene determinado previamente por la conquista de
las islas a finales del siglo XV y que en las primeras décadas del siglo XX
tenía interpretaciones como ésta: «Los conquistadores de
Canarias hallaron en
este Archipiélago una
raza aborigen, fuerte
y noble, que
valientemente luchó contra el
invasor, antes de someterse a él, reconociendo la superioridad de su cultura,
de su civilización y de su fe. Lo propio sucedió en América, y en esto, el
comportamiento de los guanches de Canarias puede ponerse en parangón con el de
los indios de allende el Atlántico». «Canarias y América», por R. Hardisson
Pizarroso, Amanecer, Santa Cruz de Tenerife, 12 de octubre de 1937.
48 «Dionisio Ridruejo habla de su
viaje por Canarias», El Día, Santa Cruz de Tenerife, 3 de julio de 1941.
49 Fue habitual que durante el
período estudiado en este trabajo se publicaran numerosos artículos sobre la
importancia y trascendencia de la ‹‹paz de Franco››. Algunos ejemplos
destacados sobre este concepto y la propaganda, se pueden consultar en
Amanecer, 4 de septiembre de 1938 o El Día, 27 de marzo y 1, 14 y 17
de marzo de 1942.
50 «La preponderancia del
imaginario castellano se vio matizada y acompañada, al menos durante los dos
primeros años del conflicto, por el uso frecuente de otros motivos regionales y
locales en diversos escalones territoriales de la propaganda franquista de
guerra. Una razón esencial para no resaltar en exceso el castellanocentrismo
del nacionalismo español de los sublevados era la necesidad de movilizar a la
población con llamamientos, lemas e imágenes concretas y cercanas». «Asimismo,
era una vindicación local, de pueblo. Se trataba de la redención de la España degenerada […] por
parte de la porción más sana de la nación, la que todavía estaba incontaminada
por el virus del impío progreso, mantenía el vínculo con las sanas tradiciones
rurales y las envolvía en un halo de religiosidad y respeto por la familia y la
sociedad orgánica. Es decir, la parte más auténticamente española y castiza del
país: la provincia en sentido figurado». NÚÑEZ SEIXAS, X. M.: «La España regional en armas y el
nacionalismo de guerra franquista (1936-1939)», en Ayer, 64/2006 (4), pp. 209 y
211.
51 La integración de elementos
típicos que dio lugar al racionalismo comenzó a finales de los años veinte. En
la imposición del neocanario tuvo un papel destacado el arquitecto tinerfeño y
fiscal de vivienda José Enrique Marrero Regalado. Asimismo, en Gran Canaria
destaca el paso que desde el modernismo hacia el tipismo dio el pintor Néstor
Martín-Fernández de la Torre
y su hermano Miguel, arquitecto racionalista. Además de esos inicios locales,
el propio Estado tenía la «voluntad de fomentar lo regional como reflejo del
nuevo orden que se acababa de instaurar». NAVARRO SEGURA, Mª I.: Arquitectura
del Mando Económico en Canarias. La posguerra en el Archipiélago, Santa Cruz de
Tenerife, Cabildo de Tenerife, 1982, pp. 108-
109.
52 En esa revaloración manipulada de la
arquitectura típica canaria algunos falangistas actuaban o se expresaban
mostrando, además de ignorancia, su profundo reaccionarismo estético. Por
ejemplo, en la memoria de la
Delegación de propaganda de Las Palmas antes citada, hacían
hincapié en fomentar la
arquitectura típica, «que si bien
no tiene ninguna marcada originalidad, ni tampoco un valor artístico de
relieve, posee una gracia ingenua y un sello especial que generaciones
anteriores se han enconado – incomprensiblemente– en destruir y desaparecer,
cometiendo verdaderos crímenes sobre todo en los humildes templos de los
pueblos, que son, por otro lado, los que poseen en mayor abundancia la gracia
primitiva de esta pequeña arquitectura colonial». Sobre la ciudad de Las Palmas
decían que «de la capital poco podremos salvar» en arquitectura, salvo Vegueta,
barrio «señorial y españolísimo». Está claro que la arquitectura modernista y
racionalista de buena parte de esa ciudad no tenía ningún valor artístico y
mucho menos español. Otra muestra del desconocimiento de la arquitectura
popular era la afirmación de que pintar las casas de colores intensos era una
«tendencia fetichista-africana», en vez de una herencia cultural portuguesa.
53 A la exaltación de lo rural se
debe añadir la ruralización que supuso la guerra civil y la autarquía en las
islas, tanto en términos de población activa como de actividad económica.
54 La presentación y potenciación de algunos rasgos
«típicos» regionales no entraba necesariamente en contradicción ni con el
centralismo del Estado, ni con el ideario falangista. Los puntos iniciales de
Falange, de 7 de diciembre de 1933 (publicados en el n.º 1 de FE, Madrid, pp.
6-7) afirmaban que «... una nación no es una lengua, ni una raza, ni un
territorio. Es una unidad de destino en lo universal Esa unidad de destino se
llamó y se llama España. Bajo el
signo de España cumplieron su destino –unidos en lo universal– los pueblos que
la integran...». Por
este motivo, algunas
manifestaciones regionales eran
toleradas y potenciadas. En
cambio, aquellos aspectos del folclore, las costumbres... que cuestionaban de
alguna manera esa unidad eran perseguidos con saña, como por ejemplo las lenguas
vasca y catalana. Muchos de los prejuicios y los tópicos que se atribuyen como
características regionales fueron creados o reforzados durante el periodo de la
dictadura. En este sentido, durante la guerra civil «el discurso del
españolismo regional se superponía, chocaba y a veces invadía el terreno del
españolismo de patria chica y de provincia, aun sin salirse un milímetro del
marco discursivo heredado, que incidía en una neofolclorización de la tradición
y su exaltación como esencia más orgánica de la nación». NÚÑEZ SEIXAS, X. M.: «La España regional…», op.
cit., p. 230.
55 Las exposiciones de artesanía «típica» del
país organizadas por las CNS o por la Sección Femenina
tuvieron una importante cobertura en la prensa de la época y fueron utilizadas
como herramienta demagógica por parte de los falangistas, tanto para la
exaltación de lo rural como para la crítica de valores
y actitudes modernas y
«antiespañolas», cuestión que se hace extensible a la música popular y las
danzastradicionales, en las que su difusión se convertía en arma de lucha, al
igual que para la Iglesia,
contra los bailes pecaminosos como el tango o la «danza negra» y «música
selvática», músicas inventadas, según los propagandistas, por judíos o por
razas inferiores. Véase, por ejemplo, «Obra de la CNS / Exaltación del
artesanado», «Exaltación de lo típico», «El campo depositario de los valores
eternos», «Insistiendo sobre tipismo», El Día, Santa Cruz de Tenerife, 24 y 25
de abril de 1940.
56 Para un análisis de la identificación como deporte
de la lucha canaria y la creación de las federaciones provinciales en los años
cuarenta, véase PALENZUELA, M. y MORALES MAGYÍN,
J. V.: La lucha canaria, Santa Cruz de Tenerife, CCPC-Cabildo de Tenerife, 2004.
57 En lo concerniente a este
tema, se puede decir que su huella ha sido más profunda de lo que se pudiera
pensar en un primer momento, en tanto que buena parte de las propuestas e
intervenciones falangistas en este campo han perdurado y siguen siendo
valoradas y utilizadas como elemento identitario en la actualidad, incluso por
individuos o colectivos que se identifican como nacionalistas.
58 «Canary Islands. Annual report, economic
(A)», 15 de abril de 1946. NARA, PRO. FO.
371/60396.
112331 (anexo 1, texto 4). «Al
parecer, los peninsulares enviados a Canarias se comportaban como si estuvieran
en una colonia, tratando a la población local con una extrema dureza, lo cual
hacían con el consentimiento del Gobierno español. Según el informe [se refiere
a un informe de Gerald Miller de julio de 1941], a ello había que añadir que
las relaciones de los peninsulares con la ley eran fraudulentas y corruptas,
perjudicando siempre a los canarios, con lo que la hostilidad entre ambos
aumentaba aún más. También afirmaba
que la población peninsular
residente en Canarias
constituía un grupo
aparte y minoritario, formado por
los funcionarios enviados por el Estado y que si bien disfrutaban de una gran
influencia, también eran acusados de ser maleducados, deshonestos e
impopulares, siendo relevados con cierta frecuencia.
No obstante, es preciso matizar
estas afirmaciones. El trato despectivo y prepotente no era generalizable a
todos los funcionarios enviados a las islas. Quizá se tratase más bien del
desconocimiento de las costumbres locales, lo cual pudo haber sido interpretado
en más de una ocasión como una falta de respeto hacia los isleños. Por otro
lado, es posible que el ser destinado a Canarias influyera negativamente en el
comportamiento de más de un funcionario, ya que parecía ser interpretado como
un castigo en vez de un destino más, proyectando la frustración resultante
sobre la población isleña, con lo cual se creaba una imagen negativa que
terminaba siendo generalizada erróneamente al conjunto de los peninsulares». DÍAZ BENÍTEZ, J. J.: Anglofilia y autarquía…,
op. cit., p.155.
59 Sobre los orígenes del moderno nacionalismo canario de
base popular, véase GARÍ HAYEK, D.:
Historia del Movimiento Canarias
libre: 1960-1962. Santa Cruz
de Tenerife-Las Palmas
de Gran Canaria,
Benchomo, 1990. ÍD.: Historia del nacionalismo canario,
Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran
Canaria, Benchomo, 1992, pp. 85-138. También pueden
consultarse otras investigaciones más recientes como, LÓPEZ TRUJILLO, Z.: Imaginar la nación canaria. El papel de
Antonio Cubillo en el resurgimiento de los movimientos obrero y nacionalista en
Canarias (1956-1978), Universidad de La Laguna, Memoria de Licenciatura, 2010 (Inédito); CABRERA ACOSTA, M. A. y LÓPEZ TRUJILLO, Z.:
«Antonio Cubillo: de la oposición
al franquismo al
independentismo africanista canario»,
en NÚÑEZ SEIXAS, X.
y MOLINA APARICIO, F.: Los
heterodoxos de la patria, biografías de nacionalistas atípicos en la España del siglo XX,
Granada, Editorial Comares, 2011, pp. 221-241.
60 Carta, sin firma,
enviada al capitán general desde Las Palmas de Gran Canaria, 24 de enero de
1950. Argumentos similares se encuentran, por ejemplo en un escrito de la firma
Jiménez y Cía enviada a García-
No hay comentarios:
Publicar un comentario