1866 diciembre 28.
Al hacerse cargo José Trujillo de la celaduría del barrio de San
Francisco, no estaba del todo curado de los males que contrajo en la terrible
campaña de Santo Domingo.
D. José Trujillo y Monagas, abogado y jefe de
Policía de la provincia de Santa Clara.
Nació en la ciudad de Las Palmas (Canarias). Vino
a Cuba muy joven, después de haber cursado el bachillerato en su país, con
notable aprovechamiento.
Ya en la ciudad de La Habana, donde a la sazón se
hacían los preparativos belicosos para una expedición armada contra la isla de
Santo Domingo, ingresó en el cuerpo de Sanidad Militar, que se estaba
organizando, con el objeto de prestar sus valiosísimos servicios a su
desventurada patria, que iba a entrar en sangrienta lucha contra los que, pocos
años antes habían proclamado su unión a la nacionalidad española.
Enumerar uno por uno los hechos de este hijo de
las Afortunadas en la campaña de Santo Domingo, tomando parte personal en más
de un encuentro, batiéndose a toda prueba y con un valor extraordinario y, más
aún en el cuerpo de Policía al que pertenecía, sería necesario escribir muchas
cuartillas, y formar un volumen en cuarto mayor de 471 páginas, como el que
tenemos a la vista, donde se relatan con mano maestra los servicios más
sobresalientes de nuestro biografiado.
De la referida obra tomamos las noticias históricas, que siguen:
«En 28 de diciembre —1866— al hacerse cargo
Trujillo de la celaduría del barrio de San Francisco, no estaba del todo curado
de los males que contrajo en la terrible campaña de Santo Domingo, y esto,
unido a que relevaba a un empleado que, además de los años que llevaba en
aquella demarcación, era muy temido por la gente de mal vivir y por la
ignorante que allí abundaba, y que, comparados físicamente, no podían
considerar a todo lo que podía llegar Trujillo Monagas, sin tener la figura de
otro en quien veían en constante sombra, sin llevar a cuentas que no puede
juzgarse por la apariencia de aquí que Trujillo Monagas viese desde el primer
momento todo lo que tenía que vencer, y ya que, a falta de salud, le sobraba
fuerza de voluntad y firmeza de carácter, emprendió en tal concepto la difícil
tarea de la persecución de los malhechores.
Y no podía ser de otra manera. Adornado el Ldo.
Trujillo Monagas, que acababa de aceptar el cargo de celador, de energía,
talento, astucia, valor y otras muchas circunstancias que bien pronto la gente
de mal vivir que, por desgracia, infestaba por entonces el barrio de San Francisco,
de conocer al celador Trujillo Monagas que llegó a hacerse temer, logrando en
medio de sus achaques, contenerlos, como lo demuestra el número de prisiones
llevadas a cabo, y las efectuadas en los últimos tiempos de su cargo —1869—en
que, acrecentándose sus dolencias, cayó verdaderamente enfermo por fuerza de la
vida azarosa que llevaba, se le separó del destino en razón a su estado y sus
otros precedentes, marchando a su país natal, con el fin de reponer su salud
grandemente quebrantada».
Ya de regreso a su país fue nombrado, a propuesta
del jefe de Policía D. Ricardo áanchez —1873— subinspector de vigilancia del
distrito tercero, demostrando asimismo en esta ocasión las altas dotes que
tenia para el cargo que se le confiaba, prestando en el servicios de la mayor
importancia.
Un autor manifiesta que José Trujillo y Monagas,
por su talento, ilustración, perspicacia, mirada penetrante y buen sentido,
había nacido para policía.
En cualquier otro país, como el de los Estados
Unidos, Inglaterra y Alemania, por ejemplo, donde el benemérito cuerpo de
Policía está organizado en forma que no se roza con los asuntos
político-administrativos, José Trujillo y Monagas habría alcanzado
induda?lemente uno de los puestos más elevados del ramo.
Perseguir a los ladrones y nada más que a los
malhechores, sin confundirse con la política verdaderamente dicha, como
garantía de todo ciudadano honrado, es la misión. Los hombres políticos,
cualquiera que sean sus principios, jamás deben confundirse con los criminales.
Éste es un error que nosotros no cometeríamos nunca como hombres de gobierno.
El gobernador y capitán general de Cuba, D. Ramón
Banco, apreciando los méritos de José Trujillo y Monagas, en julio de 1881 lo
nombró segundo jefe del cuerpo de Policía de la Provincia de La Habana, creando para el
efecto esa plaza que antes no existía.
En una palabra, si fuéramos a seguir paso a paso
al hijo de las Canarias en su carrera de orden político señalando todos sus
servicios, sería nunca acabar según lo dejamos significado más arriba. Y
hacemos aquí punto final.
Además, el licenciado en jurisprudencia José
Trujillo y Monagas fue durante muchos años miembro de la Asociación Canaria
de Beneficencia y Protección Agrícola de La Habana, abogado consultor de la benemérita
institució, y uno de sus más sinceros y decididos defensores.
Fue el Ldo. José Trujillo y Monagas poeta y
periodista. Si mal no recordamos, hacia el año de 1865 formaba parte e la
redacción del periódico denominado “La Prensa de La Habana”, que a la sazón dirigóa Gil Gelpi, uno de
sus más respetables amigos. (Los Canarios en América / José Antonio Pérez
Carrión)
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