Tras
unas consideraciones iniciales reproduzco un artículo –El Dios de Israel vomita
fuego- escrito en la anterior invasión
de Gaza por las tropas israelíes (Diciembre 2008-Enero 2009) con la “Operación
Plomo Fundido”. Lo reproduzco sin cambios pues basta sustituir el nombre de
Edhud Barak por el de Benjamín Netanyahu, el de Bush por el del gringo teñido Obama
y el de Shaul Mofaz que en aquel entonces propugnaba la aplicación de la nazi “solución final” por la de la
parlamentaria judía Ayelet Shakel que solicita el exterminio de todas las
madres palestinas: «Tienen que morir y sus casas deben
ser demolidas. Ellos son nuestros enemigos y nuestras
manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto también se
aplica a las madres de los terroristas fallecidos», escribió en su cuenta de Facebook. Su discurso también
añade: «Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los
cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes
enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las
madres de los
mártires, que los envían al infierno con flores y
besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos (ABC.es).
También habría que cambiar las cifras totales en continuo
aumento, aunque los porcentajes de civiles o niños asesinados siguen igual que
en 2009. Hasta hoy 651 muertos palestinos de los cuales el 80% son civiles
(“daños colaterales”) y de ellos 217 niños y cerca de 6.000 los heridos con sus
hospitales bombardeados, además de que los obligados por las octavillas
sionistas a desplazarse a ningún lado en la ratonera de Gaza son 200.000
habitantes cuyas casas están siendo sistemáticamente destruidas y, de ellos,
120.000 vagan ya perdidos e indefensos por los barrios gazadíes. Lo demás, la
inoperatividad, la desidia criminal de ONU y el Parlamento europeo, la
vergonzante actuación de palanganeros de los estados de la civilizada Europa-
con el gobierno colonial español en posición destacada- y el apoyo conjunto de
la UE a las tesis gringo-sionistas de la supuesta “autodefensa israelí”, junto
a toda la parafernalia universal de massmedias
que reproducen fielmente la “voz de su amo”, siguen invariables y no
tiene visos de hacerlo a pesar de la presión ciudadana que en muchos de ellos
se está ejerciendo.
Israel está fabricando con sus crímenes en Gaza a los nuevos
terroristas del mañana, pero ahora mismo ya se ve una diferencia. La Alta
Comisionada de la ONU para los Derechos humanos ha declarado (textual) “los ejemplos
que acabo de mencionar parece que muestran que hay una gran posibilidad de
que la ley humanitaria internacional haya sido violada hasta
un alcance que podría constituir crímenes de guerra”, importante declaración aunque solo valga de ejemplo,
ya que cualquier propuesta de condena en el Consejo de Seguridad se enfrentará,
como siempre, con el veto gringo aunque, por primera vez, la población de USA
está dividida en dos mitades en su apoyo a Israel haga lo que haga y el rechazo
total a la masacre sionista en Gaza.
Además de lograr paralizar el aeropuerto de Tel Aviv, el Tzáhel
ha tenido más bajas en esta invasión que en ninguna de sus operaciones
anteriores y el ánimo de Israel va decayendo como podemos ver en este enlace
judío:
De nada valen “altos el fuego” que mantengan vigente el bloqueo
y la situación dantesca que constituye la realidad cotidiana de Gaza. Aquí
añado el artículo antedicho:
EL DIOS DE ISRAEL VOMITA FUEGO
Tu mano alcanzará a todos tus enemigos,
tu derecha vencerá a los que te aborrecen.
Los convertirás en un horno encendido,
cuando se manifieste tu presencia.
Yahvé los consumirá con su enojo,
el fuego los destruirá por completo.
Eliminarás su estirpe de la tierra,
y a sus descendientes de entre los
hombres
David. Salmo 21, (8,9,10,11)
He tragado hiel por más de medio mes
siempre con la absurda esperanza de que esta humanidad, a la que supuestamente
pertenecemos todos, moviera más que sea un dedo para acabar con la masacre
perpetrada por Israel sobre el pueblo palestino, pero, aunque la mayoría de los
pueblos, de la gente del común, han manifestado su absoluta repulsa -al tiempo
que su rabia y su impotencia- los gobiernos, los que realmente podrían impedir el
genocidio, encabezados por el gringo “defensor mundial de la democracia”, han
mirado cobardemente para otro lado, salvo, hay que decirlo, el venezolano. Han
escudado su cobardía y vileza en los Qassam, que en Canarias llamaríamos foguetes
o voladores de cañón, con los que se intentaba romper años de bloqueo tras los
muros del gueto en que Israel ha convertido a Gaza, por el terrible pecado de haber
ganado Hamas unas elecciones democráticas y tratar de gobernar dentro del campo
de concentración gigantesco que Israel, ahora, quiere borrar del mapa a sangre
y fuego, haciendo suyas hoy las palabras bíblicas de Job a Bildad: “Piedra de azufre será
esparcida sobre su morada. Abajo se secarán sus raíces, y arriba serán cortadas
sus ramas. Su memoria perecerá de la tierra, y no tendrá nombre por las calles.
De la luz será lanzado a las tinieblas, y echado fuera del mundo. No tendrá
hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas. Sobre su día se
espantarán los de occidente, y pavor caerá sobre los de oriente. Ciertamente
tales son las moradas del perverso”. Job 18:7-21.
Israel, como estado, es un hijo de
Hitler. Nace en 1948 como expiación del Holocausto nazi, pero la ONU no lo crea
en Alemania o en Polonia, donde las SS nazis perpetraron sus matanzas. Nace,
por la presión sionista del “retorno a los territorios históricos” y la
creación del “Hogar Nacional” judío, en la Palestina otomana que los aliados
tomaron en la 1ª Guerra Mundial favoreciendo una intensa inmigración judía, en
un territorio ocupado por los ingleses en que una vez se asentó la tribu de
Judá, aunque ya los Filisteos (de su Filistina viene Palestina) vivían allí antes de que el Rey David les
arrebatara las tierras por primera vez, por la fuerza de las armas y la ayuda
de Jehová. De esa primera ocupación nace el salmo de acción de gracias que
encabeza este escrito, hechos y salmo que se repiten hoy, tres mil años
después.
Tras
la Primera Guerra árabe-israelí, desatada por los árabes que no admiten la
partición de Palestina en dos estados según la resolución de la ONU, Israel
aumenta su territorio inicial en más de un 40% y cercena toda posibilidad de
continuidad geográfica entre los territorios palestinos, territorio ocupado que
aumenta mucho más tras la Guerra de los Seis Días en que ocupa el Golan sirio,
la Cisjordania –entonces transjordana- Jerusalén, Gaza y el Sinaí egipcio. Tras
los avatares de varias guerras los palestinos se organizan autónomamente y
reclaman la soberanía de su expoliado territorio. Jordania traspasa la
Cisjordania a la soberanía palestina ejercida por la OLP y desde el exilio
argelino el Consejo Nacional proclama en 1988 el Estado Palestino. El primer
paso del nuevo estado es aceptar la Resolución 252 de la ONU (Nov.1967) que
obliga a Israel a retirarse de los territorios de Gaza, Cisjordania y Jerusalén
Este, ocupados en la Guerra de los Seis Días y al regreso de los refugiados, el
libre acceso y libre navegación en la zona, a la vez que reconocía el derecho
al Estado de Israel a su existencia y a una paz justa en los territorios
reconocidos internacionalmente. Ahí debieron terminarse los conflictos, pero
Israel responde anexionándose Jerusalén Este y aumentando la ocupación ilegal
de territorios palestinos. Su brutalidad en Gaza provocó la Primera Intifada a
finales de ese año, que enfrenta a niños con piedras y palos contra soldados
experimentados provistos de tanques, y misiles.
La Intifada enseña a la sociedad
palestina que tiene que luchar sola, sin esperar ayudas, para conseguir recuperar
su nación y construir su Estado. Los palos y las piedras no van a lograr la
derrota militar israelí, pero si su derrota moral, lo que va a llevar a la
Conferencia de Paz de Madrid de 1991 y a los “Acuerdos de Oslo” de 1993, por
los que los palestinos reconocían oficialmente al estado de Israel y los judíos
reconocían a la Autoridad Nacional Palestina, a la que se comprometían a
devolver gran parte de los territorios ocupados, aunque preveían mantener
asentamientos judíos en ellos bajo su control, además de las carreteras que los
comunicaban, lo que de facto impedía la formación de cualquier entidad estatal
palestina real. A pesar de todo, la ANP aceptó firmar el Tratado y estableció 8
entidades autónomas alrededor de las ciudades palestinas más importantes, pero
al no poder transitar libremente entre ellas la solución era una burla trágica
que Hamas y otras organizaciones palestinas no aceptaron. Israel, por su parte,
no solo no cumplió lo firmado sino que estableció un férreo bloqueo sobre las
ciudades palestinas y continuó, protegida por sus fuerzas armadas, ampliando y
multiplicando los asentamientos de colonos judíos, expropiando sus tierras a
los propietarios palestinos. Aquí comienza un ciclo trágico de “eliminaciones selectivas” por Israel –trágico
eufemismo para asesinatos políticos condenados por la Convención de Ginebra
como “terrorismo”- de los opuestos a
sus planes de expansión y la respuesta de Hamas –y otras organizaciones- con
atentados sobre israelíes, muchos veces de forma suicida, producto de verdadera
desesperación. Israel, en contra de lo firmado, ordena en 1996 la construcción
de 900 nuevas viviendas en la Cisjordania ocupada y la expropiación forzosa de
viviendas y terrenos palestinos en Jerusalén Este. Arafat considera que esto
equivale a “una nueva declaración de
guerra” pero Hamas va más allá y reanuda atentados suicidas en Israel, por
lo que Arafat, que se ha conformado con declarar media jornada de huelga
general, ordena la detención de dirigentes de Hamas y los EE.UU y la UE declaran
a Hamas como “organización terrorista”. La
Intifada rebrota con fuerza en Hebrón al año siguiente donde Israel causa
centenares de heridos entre jóvenes palestinos, destruyendo luego las casa de
los heridos. Hamas contesta con otro atentado, en que dos suicidas palestinos
matan a 14 israelíes en un mercado de Jerusalén Oeste. En ese espacio de tiempo 546 palestinos murieron a manos de
Israel y miles siguen en prisión por el delito de ser palestinos
De
todas formas, el proceso de paz, -proceso que nunca existió- saltó por los
aires definitivamente cuando, a pesar del apretón de manos entre Rabín y Arafat
en la Casa Blanca, en septiembre del 2000, en medio de las conversaciones sobre
Jerusalén Este, el entonces jefe de la
oposición israelí, el criminal Ariel Sharon, con la connivencia del primer
ministro Ehud Barak, provocó conscientemente la Segunda Intifada con el paseo
por la Explanada de la Roca de la Mezquita de Al Aqsa. Hamas, en protesta,
convoca al “Día de la Ira” en que las
tropas israelíes causan once muertos entre los jóvenes que protestaban y se les
enfrentaban a pedradas, y los blindados judíos invaden de nuevo todos los
territorios palestinos, recluyen a Arafat en Ramala -tildándolo de “terrorista”
aunque pedía un alto el fuego- y, al más puro estilo nazionista, Shaul Mofaz,
Jefe de la Fuerzas Armadas, propugna la aplicación de la “solución final” al pueblo palestino.
En
2001 Ariel Sharon gana las elecciones israelíes y la destrucción de la ANP y,
por ende de Palestina como pueblo, se convierte en el objetivo primordial de
Israel. Se rompen todas las relaciones y las tropelías israelíes van en
constante aumento. No podía esperarse otra cosa del criminal Sharon que, ya en
1953, había ordenado bombardear hasta su destrucción las 40 casas que formaban
el pequeño pueblo de Qiby en Cisjordania con sus habitantes dentro, y que
protegió e impulsó a la Falange libanesa en Sabra y Chatila donde asesinaron,
en 1982, a 1.700 refugiados palestinos desarmados.
Envenenado
el Presidente Arafat en 2004 se convocan elecciones de acuerdo a la
Constitución Palestina. Hamas llamó a la abstención y Fatah, con Mahmoud Abbas,
ganó las elecciones de enero de 2005 pero, a pesar de la actitud entreguista y
colaboradora de Abbas, Israel se negaba a cumplir ningún acuerdo porque,
pretextaban que Abbas no destruía a los grupos
terroristas de Hamas. Realmente era solo un intento –logrado- de desgastar
a la ANP y a cualquier institución legal palestina, de impedir cualquier
progreso en la construcción del Estado. Hamas, fortalecido ante la pasividad de
Abbas, gana luego las elecciones municipales y se presenta a las legislativas
de 2006. Europa y USA, obligados por Israel que ahora ve al desprestigiado
Abbas como un amigo, actúan para supervisar la limpieza democrática de esas
elecciones y, para su sorpresa, Hamas las gana limpiamente, obteniendo mayoría
absoluta en el Parlamento Palestino, con 76 de los 132 escaños, lo que provoca
la inmediata dimisión del primer ministro Ahmed Qurei y el nombramiento de
Hismail Haniya de Hamas como primer ministro en febrero de 2006. Tanto Israel
como USA y Europa, que habían impulsado las elecciones, se niegan a reconocer
los resultados, a pesar de que Haniya declaró que “no descartaba en absoluto una negociación con Israel”. Israel
provoca el enfrenamiento interpalestino con su apoyo –y el de USA y Europa- a
Abbas frente a Hamas y el feroz bloqueo que desde ese momento se impone –aún
más rígido que antes- sobre los territorios palestinos. El palo del hambre y la desesperación,
combinando con la zanahoria del apoyo al “moderado” Abbas, al que propone
negociar, provocan el duro enfrentamiento de Hamas con un Al Fatah ganado por
la corrupción y el desaliento y conducen a la situación actual de una Gaza,
gobernada por el ganador democrático de unas elecciones, asediada y masacrada
por el ejército nazionista.
Hamas
es, según ONU, USA y Europa, un
movimiento terrorista, pero no es Hamas sino el “democrático” ejército judío quién, el pasado día 4 obligó en
Zeitun, barrio el este de Gaza, a 110 habitantes del mismo a abandonar sus
viviendas y concentrarse en un edificio
que, al día siguiente, bombardea causando 31 muertos, la mayor parte niños.
Tampoco fue el malvado y terrorista Hamas quien impidió durante los tres días
siguientes que nadie saliera ni entrara al edificio bombardeado y que, cuando
finalmente lo autorizó, hubo que sacar a muertos y heridos en carros de mulas
porque no permitían la llegada de ambulancias. Tampoco han sido los
“terroristas” de Hamas quienes sistemáticamente han bombardeado los hospitales
de la Media Luna Roja, con médicos y heridos dentro, ni quienes han impedido a
la población civil recoger a sus muertos que quedan durante días en las calles
a la disposición de los perros, ni quienes condenan al hambre absoluta a millón
y medio de personas o bombardean los depósitos de víveres de ayuda humanitaria
con fósforo para que ni siquiera se pueda intentar apagarlos, con el mismo
fósforo blanco que usan contra la población civil violando todas las
legislaciones internacionales ¿Seguimos? ¿Es necesario o ya conocemos -gracias
a Al Yazira porque Israel ha prohibido el acceso a la prensa para testificar la
masacre- cual es el “humanitario”
comportamiento de su Ejército? Incluso algunas escasas voces judías, que salvan
su honor humano, se han horrorizado con la actuación de un ejército que
consideraban suyo. Richard Falk, judío
norteamericano, enviado especial de la ONU, calificó a la actuación israelí
como “crimen contra la humanidad” y
en el rotativo inglés The Guardian,
75 judíos británicos publican una carta en que equiparan a Gaza con lo que
ellos sufrieron en el Gueto de Varsovia.
Pero
no, Israel y Bush, el salvaguarda de la civilización occidental y
democratizador de Irak, mantienen el carácter terrorista de Hamas y eso, para el Occidente es palabra de Dios
(probablemente Yahvé). Para el embajador de Israel en Madrid, Raphael Schutz,”Hamas es el peor enemigo de los palestino y
las operaciones en Gaza solo tienen objetivos militares”. Isaac Herzog,
Ministro israelí de Bienestar, declaraba que “Israel hace todo lo posible por ayudar a la población de Gaza”.
Ehud Barak no se recata en afirmar que solo se ataca a objetivos militares, entre los que, por supuesto, cuentan no solo
el millar largo de muertos y los más de cinco mil heridos, sino que están las
escuelas de policías, las comisarías urbanas, los hospitales, los centros de
ayuda a los refugiados, las mezquitas, las universidades y escuelas. ¡Incluso
han bombardeado el más antiguo cementerio musulmán de Gaza!
Lo
dejo antes de que la indignación y la rabia me dañen más profundamente al
comprobar, no solo la hipocresía de la “civilización”, de los gobiernos de toda
laya –con más gravedad y bajeza la de los gobiernos musulmanes- sino y sobre
todo, mi propia impotencia para enfrentarme a esa masacre. Aunque no soy
palestino, si estuviera en mis manos y pudiera, apoyaría en todos los aspectos
la lucha que allí se desarrolla. Es una simple cuestión de dignidad humana.
¡Que
Yahvé proteja a su pueblo elegido porque lo que hoy está sembrando lo recogerá,
con creces, tarde o temprano!
Francisco
Javier González. Canarias a 23 de julio de 2014
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