1916 abril 2. (II)
A las once de la noche del
día 2 de abril de 1916 falleció Francisco Fernández de Béthencourt en su
domicilio del paseo de la
Castellana de Madrid.
Apuntes
para una biografía de Francisco
Fernández de Béthencourt [1850-1916] (y II)
La propuesta de Béthencourt para
académico correspondiente de la
Real de Historia, por Canarias, la firmaron los numerarios
don Pedro Sabau, don Juan Facundo Riaño y don Vicente de la Fuente el 28 de febrero de
1879, y fue admitido, como ya se dijo, el 12 de abril del mismo año. Se le
propuso por primera vez para numerario por los señores Rodríguez Villa,
Asensio, Maldonado y Catalina García, el 15 de noviembre de 1898, para cubrir
la vacante de don Vicente Barrantes, que fue retirada. Por segunda vez fue
propuesto, el 25 de mayo de 1900, para ocupar la Medalla número 14 vacante
por fallecimiento de don Celestino Pujol en 1891, pues aunque fue elegido en
dicha vacante el marqués de Hoyos, éste no llegó a tomar posesión de la misma.
Esta segunda propuesta figura avalada por los numerarios señores Sánchez
Moguel, marqués de Laurencín, Rodríguez Villa y Catalina García, siendo elegido
en junta de primero de junio de 1900. Tomó posesión de su plaza en otra
pública, del 29 de junio del mismo año, disertando sobre La Genealogía y la Heráldica en la Historia contestándole,
en nombre de la corporación, el marqués de Laurencín.
La prensa insular reaccionó de
inmediato publicitando los méritos del ilustre paisano:
El 30 del
próximo pasado se celebró en este docto cuerpo la recepción de nuestro paisano
D. Francisco Fernández de Bethencourt.
El discurso
leído por este señor, ha versado sobre el tema «La genealogía y la heráldica en
la Historia »,
y en él se hace extensa relación de cuantos trabajos realizó en estos
importantes ramos del saber el erudito y sabio historiador D. Luis de Salazar y
Castro.
Recuerda el
Sr. Bethencourt la serie de inexactitudes que sobre la descendencia de las
familias nobles de España habían forjado los heraldos oficiales, atentos
únicamente a halagar la variedad de los personajes que les favorecían,
inexactitudes que fueron rectificadas por Salazar, y de qué manera, cuando él
apareció, se acabó el absurdo reinado de la obscuridad y confusión, para que
brillara clara y esplendente la luz de la verdad.
El trabajo
leído es una obra maestra de erudición, que da palpable y precisas pruebas de
los grandes y profundos conocimientos que en esta ciencia posee el nuevo
académico.
D.
Francisco R. de Uhagón ha contestado al Sr. Bethencourt, saludándole en nombre
de la Corporación.
El acto,
que resultó solemne y brillante, fue presenciado por gran número de
distinguidas damas y conocidas personalidades [22].
Nuevo académico. Don Francisco F. Béthencourt
El 29 de
Junio celebró junta pública y solemne la Real Academia de la Historia para dar
posesión de plaza de número al académico electo Excmo. Sr. D. Francisco
Fernández de Béthencourt.
Bethencourt
es un literato conocidísimo en la sociedad aristocrática de Madrid. La
especialidad de sus estudios y prodigiosa memoria le hacen estar enterado de
los orígenes enlaces, historia y vicisitudes de todas las Casas de la grandeza
española de los títulos del reino y de la nobleza no titulada y bajo su
apariencia de hombre de mundo correctísimo, distinguido, simpático, se oculta
un archivo que puede competir con el de Simancas.
—Diga
usted, Bethencourt-— le suelen decir con frecuencia. —Ese Fulano que se casa
con Fulana, ¿de que familia es?
Y en
seguida, sin preparación ninguna, Bethencourt contesta, no sólo citando los
nombres de los abuelos, sino haciendo su historia y precisando la fecha de sus
matrimonios y de los nacimientos de sus nietos.
Su labor
literaria, dentro siempre de su especialidad, es la de un benedictino que, en
vez de estar encerrado en una celda, vive en medio del mundo.
Su primera
obra, publicada hace más de veintidós años, fue El nobiliario y blasón
de Canarias, diccionario histórico de la provincia, que se compone de siete
tomos.
Por esta o
b r a fue nombrado miembro correspondiente de la Corporación que el
viernes le recibe en su seno.
De 1880 a
1890 publicó los once tomos de los Anales de la nobleza de España, obra
utilísima de consulta, citada en litigios ante los Tribunales, hojeada en las
redacciones de periódicos siempre que muere algún individuo de la nobleza, y en
casos de bodas y de bautizos, algo, en fin, como el Almanaque Gotha de
la nobleza de España.
El insigne
y nunca bastante llorado Cánovas del Castillo, que apreciaba mucho los trabajos
de Bethencourt, le afilió á la política conservadora, a la que le llevaban sus
inclinaciones, y el ilustre genealogista fue diputado a Cortes por Canarias.
Pero a
pesar de que es un orador muy correcto, ni la política ni el Parlamento le
sedujeron, y volvió pronto a su labor favorita, consagrándose a su obra magna;
la Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española ,
Casa Real y Grandeza de España.
Ya ha
publicado dos tomos en folio, de 700 páginas; tiene en prensa el tercero, que
se publicará el próximo otoño, y la obra completa se compondrá de diez a doce
volúmenes.
Además de
estos trabajos, Bethencourt ha escrito multitud de artículos en revistas y
periódicos nacionales y extranjeros. Es presidente de honor y delegado general
del Consejo Heráldico de Francia; miembro honorario de la Académica Heráldica
italiana, de la
Academia Imperial y Real Adler, de Viena, y
de otras muchas Corporaciones.
Del Heraldo
de Madrid [23].
Elogios a un escritor español
El Sr. Béthencourt juzgado en
el extranjero
Con el
título de “Un erudito español de raza francesa” ha publicado Le
Courrier des Ardennes un artículo de Mr. Paul Pellot, una de las
primeras autoridades de Francia en asuntos de heráldica, consagrado al
distinguido escritor y académico de la Historia , cuyas obras le han conquistado ya una
verdadera reputación.
“D.
Francisco Fernández de Béthencourt –dice Mr. Pellot- ex diputado, gentilhombre
de S. M. C., descendiente de una antigua familia que, ilustre ya en nuestro
país, se ha cubierto de gloria por los descubirmientos marítimos con que ha
enriquecido a España.
El Sr.
Béthencourt ha llegado a ser una especialidad de la genealogía y de la
heráldica, sujetándose a los datos de la más rigurosa crítica histórica.
Su
magistral obra Historia genealogica y heráldica de la Monarquía Española está
hecha con arreglo a ese procedimiento.
Por esto es
por lo que el gran maestro de la heráldica francesa, el vizconde de Poli,
presidente del Consejo Heráldico de Francia, le ha prodigado elogios
merecidísimos.
“No se
puede con más propiedad –dice este último- comparar la espléndida publicación
del príncipe de los heráldicos españoles más que con la obra del Padre
Anselmo Historia genealógica de la Casa de Francia y de los grandes dignatarios de la Corona. Pero
la obra del Sr. Béthencourt está más estudiada, es más erudita todavia”.
Mr. Pellot
expone luego el plan seguido en su obra por el Sr. Béthencourt, y consigna, al
dar cuenta del ingreso de dicho señor en la Real Academia de la Historia , que el discrso
que leyó en tan solemne acto lo acaba de traducir Mr. Garran d’Allard, un
hispanófilo muy distnguido.
“Dije al
principio –termina el articulo de Mr. Pellot- que el Sr. Béthencourt es de
antigua raza francesa. Por esto se vanagloria de ser un fiel amigo de Francia,
constituyendo la mejor prueba el titulo de presidente de honor que le ha
concedido el Consejo Heráldico de Francia. Con una gran generosidad que no será
bastante elogiada, ha regalado dos tomos de su Historia a la Sociedad Científica
y Literaria de Alas (establecimiento de utilidad pública). Por último, se ha
dignado aceptar recientemente la dedicatoria de mi humilde trabajo sobre el
abate N. Neveux, el eminente médico naturalista, cuyas maravillosas obras son
la admiración del mundo entero” [24].
El flamante académico fue
constantemente requerido para representar a las Canarias en cuantos actos
relacionados con la historia de las mismas tuvieron lugar en la capital, a
partir de esas fechas. Así, en 1903, quedó constituida la comisión para la
erección de una estatua al general O’Donnell en Madrid que tendría la siguiente
composición:
Presidentes honorarios, Excmos.
Señores Ministro de la Guerra
y Duque de Tetuán; Presidente efectivo, Excmo. Sr. D. Emilio
March; Vocales, Excmos. Sres. D. José March, D. Enrique
Bargés, Marqués del Muni, Duque de Híjar, Marqués de Casa-Laiglesia, Marqués de
Villasegura, Conde
de Velascoaín, D. Juan Montilla,
D. Francisco Fernández de Béthencourt, D. Antonio Domínguez Alfonso, D. Lorenzo
García Beltrán, D. Tomás García Guerra, D. Pedro Poggio, D. Juan Alonso y D.
Ramón Antequera; Secretarios, D. Eduardo Tarquis y D. Manuel Delgado Barreto
[25].
1913.
La última visita
a las Islas
La noche del 4 de septiembre intervino
en la “Gran velada sacro-literario-musical Constantiniana”, con la que celebró
la ciudad de La Laguna
la inauguración de la nueva catedral. La prensa informó proporcionando datos
sobre el recibimiento que se había hecho a Fernández de Béthencourt y
ensalzando su trayectoria intelectual:
El Sr. Fernández de Béthencourt
En las
primeras horas de la mañana de ayer llegó a esta capital a bordo del vapor
«Ardeola» nuestro ilustre paisano, el académico de la Historia , Excmo. Sr. D.
Francisco Fernández de Bethencour.
Numerosos
amigos acudieron al muelle con objeto da recibirle.
Entre ellos
podemos recordar a los Sres. Ascanio (D. Ramón) Beyro (D. Santiago), Arroyo (D.
Andrés), Estevanes (D. Patricio), Ponte (D. Antonio) y otras distinguidas
personalidades de La Laguna.
El Sr.
Bethencourt marchó para la vecina ciudad, en el segundo tranvía.
Reciba el
ilustre tinerfeño nuestro más respetuoso saludo.
Hombre de
ideas conservadoras es el Sr. Fernández de Bethencourt uno de los
historiógrafos más notables con que actualmente cuenta España.
Su labor
investigatoria recia, maciza y concienzuda lo ha llevado al sillón de la Real Academia quizás
con más títulos y méritos que ningún otro.
Su vida se
puede afirmar que ha transcurrido entre los estantes de las bibliotecas,
leyendo libros y repasando viejos archivos y, documentos de todas clases, al
igual que aquel gran maestro de saber llamado D. Marcelino Menéndez y Pelayo.
Hombre de
ideas conservadoras y de ferviente fe católica, ha retraído siempre entrar de
lleno en la política, no obstante ser modesto por naturaleza prefiere la labor
ardua y silenciosa de aportar datos para la Historia.
Es, además,
D. Francisco Fernández de Bethencourt, escritor castizo y de altos vuelos.
Todas sus
producciones literarias han obtenido de la crítica los más elevados encomios.
Colabora en la «Época» y en diversas ocasiones sus artículos han tenido inmensa
resonancia por la autoridad que acompaña a su pluma.
Su trabajo
titulado «Ausente in parte incerta» fue un valiente comentario, un apóstrofe
digno y enérgico puesto a una tremenda injusticia de la República Portuguesa.
Su último
discurso, descontando el de anoche, lo pronunció en el salón de la Academia de la Historia , ante los reyes
que presidían, el 25 de Mayo de este año. Versó sobre «La embajada del Conde
Gondomar a Inglaterra en I6I3»y lo hizo como contestación al académico
entrante, Excmo Sr. Marqués de Villa-Urrutia, Embajador de España en París.
Todos los
asistentes felicitaron al Sr. Bethencourt, especialmente los augustos monarcas,
por su documentadísima oración llena de sabiduría y de verdad histórica.
El libro
«Príncipes y Caballeros» debido también al preclaro paisano contiene capítulos
de un extraordinario interés.
Estos son
los rasgos más salientes de la ciclópea labor del Sr. Fernández de Bethencourt
este anciano robusto, erguido aun, de plateados cabellos, que nos visita y que
abandona el gabinete de estudio para ver a Tenerife, que tiene la inmensa
suerte de ser su patria chica.
[26].
Una vez tuvo lugar el solemne
acto, en el que fue escuchado con admiracion el académico, la prensa unánime
calificó de magistral la intervención de Fernández de
Béthencourt, particularmente el diario conservador La Región , que en su
edición del sábado 16 de septiembre se deshacia en elogios hacia el
transterrado, considerando su intervención como discurso imponderable:
Conocíamos
al ilustre Académico, Sr. Fernández de Bethencourt, por
referencias que teníamos de tan distinguida personalidad; le conocíamos por
sus obras literarias, por lo mucho y bueno que de él hemos leído, y
aquellas impresiones que hasta nosotros habían llegado, con referencia al hijo
ilustre de la tierra canaria, quedaron plenamente confirmadas con su discurso
en la velada Sacro literario-musical que tuvo efecto, con todo el éxito que
nuestros lectores conocen, en la noche del jueves último.
La prosa
reposada, galana, llana y rebosante de naturalidad con que el Sr. Fernández de
Bethencourt, deleitó al numeroso auditorio que el jueves llenaba por completo
las naves de la Catedral ,
atestiguan como documento fehaciente el preclaro talento, la vasta cultura del
Académico que hoy nos honra con su presencia en Tenerife.
Pigmeos de
las letras, ignorantes en materia histórica y sin cultura suficiente para
criticar la figura excelsa del Sr. Fernández de Béthencourt, tan sólo nos está
permitido expresar en palabra tosca y en juicio deficiente, el deleite, la
satisfacción que en nuestro espíritu produjo el discurso del gran erudito, del
sabio historiógrafo. Aquel lenguaje no era el lenguaje académico que versa
sobre disquisiciones profundas; aquellos párrafos del magistral discurso, no
eran la prosa árida de la ciencia que habla al entendimiento, pero que no
conmueve el espíritu; eran estrofas de la más inspirada poesía: la conversación
familiar que sacude el alma, emocionándola gratamente con recuerdos del terruño
y con rasgos y anécdotas de tiempos que el señor Fernández de Bethencourt no
puede olvidar, porque son los tiempos de la juventud, los tiempos en
que las huellas marcadas sobre el espíritu joven, perduran a través
de los años y se conservan tan frescas como en el mismo momento en
que la naturaleza y el azar las imprimieron.
El Sr.
Fernández de Bethencourt, encantó al auditorio, porque despojó su trabajo de
los ribetes científicos, para hablar al alma del pueblo canario, para mover su
fibra más sensible, para hablar del amor a la patria, de las mujeres de su
tiempo, de la hermosura de las islas Afortunadas y de la madre España.
Muchas
cuartillas representan el discurso del ilustre Académico y gloria del terruño
canario; pero por muchas que hubieran sido, por interminables que fueran, no
llegarían a cansar nunca, porque en ellas van unidos la galanura de un estilo
brillante, el mismo fondo del
asunto que despierta el mayor interés y la pronunciación dulce, el aspecto
simpático que predomina en el físico del culto historiador y que viene a ser
como un rasgo de una elocuencia exterior que encanta, que subyuga.
No tenemos
palabras con que expresar la emoción grata que en nuestro ánimo produjo el Sr.
Fernández de Bethencourt, pero crea el distinguido huésped que hoy reside entre
nosotros, que ese mutismo en que nos encerramos, que esa actitud inexpresiva
con que procedemos, es también un rasgo elocuente del agrado inefable con que
hemos escuchado al canario que no es de Tenerife, que no es de Gran
Canaria, que no es de Lanzarote, que no es de ninguna isla ni de ninguno de sus
pueblos, sino canario a secas.
Salud,
docto Académico de la historia, y vida, mucha vida, para seguir enriqueciendo
los archivos de las bibliotecas nacionales con el conocimiento de hechos y de
hombres pertenecientes a la gloriosa España [27].
A pesar de no haber sido
anunciada su presencia en el programa de actos, don Manuel de Ossuna,
presidente del Ateneo de La Laguna ,
logró que Fernández de Béthencourt paticipara en la Fiesta de Arte que celebró
dicha entidad en el Teatro Viana, la noche del 11 de septiembre, donde de nuevo
fue aplaudidísimo.
El 19 por la
noche embarcó en Santa Cruz rumbo a la Península. En la mañana de ese día, se produjo el
fallecimiento en la misma ciudad de don Rosendo García Ramos y Bretillard,
quien había dedicado gran parte de su vida al estudio de la historia local.
En la
Real de la
Lengua
Al dorso: Esta postal representa
a los “Inmortales” después de la comida que dio a la Academia D. Antonio
Maura. El que está delante de mí es Echegaray; los otros son Hinojosa,
Cotarelo, Pión, Álvarez Quintero, Jacinto Benavente, Carracido, Rodríguez
Marín, Vázquez de Mella, Sellés, Saralegui, Conmelerán, Navarro Reverter,
Menéndez Pidal, Cortázar, Leopoldo Cano. Muchos recuerdos cariñosos. Vuestro
siempre. Paco. Madrid, 19 Feb. 1914
Como ya dejamos dicho al
principio de estos apuntes, tan sólo dos canarios han logrado pertenecer a un
tiempo a las reales academias de la
Lengua y de la
Historia : Antonio Porlier, primer marqués de Bajamar y
Francisco Fernández de Béthencourt. Se da la curiosa circunstancia de que ambos
ocuparon en la Real
de la Lengua
el mismo sillón designado con la letra K: de 1790 a 1813, el primero, y entre
1914 y 1916, nuestro personaje.
Se produjo su ingreso el 27 de
noviembre de 1913 y tomó posesión efectiva de su plaza el 10 de mayo de 1914.
Una vez más, la prensa local elogió al paisano cuya carrera en las letras
culminaba al ser acogido por la más alta institución a la que puede aspirar un
literato:
Academia Española
Recepción del Señor Fernández de Béthencourt
Por los
periódicos llegados de la península en el último correo nos enteramos de varios
detalles interesantísimos de la solemne recepción del nuevo académico de la Española de la Lengua , nuestro ilustre
paisano el Sr. Fernández de Béthencourt, que confirman lo que nos había
telegrafiado nuestra activa agencia.
Honró el
acto con su presencia la infanta doña Paz, y presidió el señor Maura, a cuyos
lados se sentaron el nuncio de Su Santidad, los obispos de Madrid-Alcalá y
Sión, el director de la
Academia de la
Historia , padre Fita, y los Sres. Cotarelo y Commelerán.
En el
estrado se hallaban muchos académicos, entre ellos la condesa de Pardo Bazán.
Entre el
público, lo mas granado de la aristocracia y una brillantísima representación
del mundo político. El Sr. Fernández de Bethencourt comenzó así su discurso.
«Sí; lo
deseaba con toda mi alma, señorea académicos. Era ya mi sola aspiración la que
vuestros generosos votos han colmado, libre enteramente como Dios y las
circunstancia me hicieron, de todo otro linaje de ambiciones. Sin que la menor
codicia de los honores ni de las distinciones me tiente, ajeno a toda sugestión
de personal encumbramiento, desligado de todo lo que la vida pública confiere,
siempre entre libros,
pergaminos y papeles, sólo soñaba con que me abrierais algún día las puertas de
esta casa, dándome la única recompensa que pudiera halagarme y satisfacerme. No
es un afectado menosprecio de lo que otorga pródigamente a los que se le
consagran la Política ,
merecedora de mis mayores respetos cuando la ejercen gravemente íntegros y
austeros varones, no más que al servicio del Rey y de la Patria desinteresada y
noblemente consagrados; ni es desdén ridículo e injustificado de los mismos
honores, recuerdo, cuando se atribuyen en justicia, de grandes sacrificios, de
grandes trabajos y de especiales merecimientos, y que en tamaño grado enaltecen
al que los lleva cuando tiene la conciencia de que los conquistara en buena
lid; es, simplemente, que, entregado yo toda la vida ya no corta, al culto
apasionado de las Letras, las he puesto sobre todo y antes que todo,
consagrándome, va para largos años, sola y exclusivamente a su servicio
reconociéndolas y acatándolas como a mis altísimas soberanas, únicas de las que
con algún derecho podría atreverme a solicitar mercedes y favores.»
Después de
expresar su gratitud a la
Academia por haberle llamado a su seno, hizo una interesante
relación de los varones ilustres que en el transcurso de dos siglos, habían
ocupado la silla académica que le ha correspondido.
Entró
seguidamente el nuevo académico de la
Lengua en el tema de su discurso, «Las letras y los grandes»,
y sentó la afirmación de que la nobleza española ha sido contra lo que
vulgarmente se dice, amiga del saber y de las letras.
Recordó el
Sr. Fernández de Béthencourt la intervención brillantísima que la nobleza
española tuvo en otras épocas en la milicia, en el arte, y en la literatura y
en tantas otras manifestaciones de la inteligencia y de la actividad y
comentando con sincera tristeza la inacción en que ahora vive, decía:
«Yo quiero
creer que no es nuestra nobleza un cadáver, a quien sólo Jesucristo pudiera
resucitar como a Lázaro, sino simplemente uno que duerme y a quien el ruido de
afuera, que crece cada día, ha de despertar y sacudir en cualquier momento.»
El discurso del Sr. Fernández
de Béthencourt, fue muy aplaudido.
Contestó al
recipiendario, con un discurso muy notable, el Sr. Cotarelo, quien ensalzó la
personalidad del erudito historiador cuya gran obra Historia
genealógica de la Monarquía
española sería suficiente para labrar una reputación de saber y de
trabajo.
Inmediatamente
se procedió a la distribución de los premios de la fundación de San Gaspar, y,
levantada la sesión, la infanta Doña Paz y el distinguido público felicitaron
al nuevo académico.
Reciba
también nuestro estimado amigo nuestra sincera y entusiasta felicitación, y
quiera Dios que durante muchos años continúe honrando a su patria con los
frutos de su preclaro ingenio.
Fallecimiento
Poco habría de disfrutar de su
reciente nombramiento el flamante académico de la Lengua. Con motivo del
ingreso en la de la Historia
del general Martín Arrúe, Béthencourt fue comisionado para recibirlo y
pronunciar el habitual discurso de contestacion. En el uso de la palabra se
sintió enfermo y tuvo que ser llevado a su casa. Los rotativos insulares
narraron el suceso:
El señor Fernández de
Béthencourt está gravísimo
Se ha
verificado en la Real
Academia de la
Historia la recepción del General Martín Arrúe, quien leyó su
discurso que versó sobre la guerra de África en 1860.
Presidió el
acto el ilustre Director de la
Corporación y sabio jesuita Padre Fidel Fita, tomando asiento
a su lado los Ministros Sres. Ugarte, Burgos y Echagüe, el Nuncio de Su
Santidad, todos los Sres. Académicos y lo más selecto de la milicia, de
política y la intelectualidad española.
Llevaba la
representación de la Academia
para recibir al nuevo miembro de ella, su ilustre Censor y preclaro hijo de
Canarias Sr. Fernández de Bethencourt, quien a poco de comenzar a leer su
brillantísimo discurso, se vio de improviso obligado a suspender la lectura
víctima de un inesperado desvanecimiento, que enseguida le hizo caer.
Reconocido
el ilustre enfermo se le apreció por los médicos un ataque cerebral
diagnosticado de gravísimo.
Inmediatamente
se le trasladó a su domicilio que está siendo muy visitado.
La
impresión que ha causado este desgraciado accidente es grandísima, por lo
culminante de las circunstancias en que tuvo lugar y por el gran afecto y
reputación de que goza el ilustre Académico [29].
El Sr. Fernández Béthencourt
La prensa
madrileña se ocupa en términos muy expresivos del accidente ocurrido a nuestro
ilustre paisano.
La Época escribe:
«Como es
sabido, el Sr. Béthencourt goza en ésta generales simpatías, siendo muy
estimado por sus dotes personales, tanto como por sus trabajos de historiador.
Cuantas personas concurren a los salones, en los que de continuo se ve al
respetable académico de la
Española y de la
Historia , se interesan vivamente por su salud.
Las circunstancias en que
ocurrió el triste accidente, cuando en esta última Corporación se celebraba
solemnemente la recepción del general Martín Arrúe, han dado mayor relieve al
doloroso suceso.
Estaba el
Sr. Béthencourt acabando de leer su discurso de contestación al distinguido
general. Los oyentes creyeron advertir alguna vacilación en el admirable
lector, que luego apresuró de un modo extraño la lectura. Sin duda, era que el
ilustre académico se dio cuenta de los primeros síntomas de su dolencia.
Al terminar
la última página del notable discurso, el Sr. Béthencourt cayó como desplomado
en el sillón que antes ocupaba. El Padre Fita levantó inmediatamente la sesión.
El paciente
fue trasladado a un salón contiguo y colocado en un diván.
Allí fue
reconocido por dos médicos que se encontraban en la Academia , quienes
apreciaron que el Sr. Béthencourt sufría un fuerte ataque de hemiplejía.
Se le
prestaron los más urgentes auxilios que podían dársele en aquellas
circunstancias, y entre la consternación de todos los asistentes, se adoptaron
las medidas precisas para que el enfermo pudiera ser conducido a su domicilio.
El obispo
de Madrid Alcalá, que asistía a la recepción, y que se halla unido por vínculos
de gran afecto con el Sr. Fernández de Béthencourt, prestó su carruaje para que
en él fuera transportado.
Con las
debidas precauciones se efectuó el traslado, y los médicos, que ya aguardaban
en el domicilio del paciente, pudieron, por desgracia, comprobar que el ataque
proseguía su curso con extraordinaria violencia y que invadía todo el lado
izquierdo.
A la casa
del Sr. Béthencourt comenzaron a acudir numerosas personas de la sociedad,
hombres políticos, académicos y otros para informarse de su estado.
El sobrino
del enfermo, D. Juan, que sufrió dolorosa impresión al enterarse del suceso, no
podía atender a las numerosas personalidades que acudieron a la casa del Paseo
de la Castellana.
Los
auxilios de la ciencia produjeron algún resultado en las primeras horas,
aliviándose el enfermo. Desgraciadamente, a las tres de la madrugada le repitió
el ataque, aunque no con tanta violencia.
Después
reaccionó, y esta mañana se encontraba el ilustre académico algo mejorado.
De todo
corazón lamentamos la desgracia que aflige al Sr. Béthencourt, y hacemos
sinceros votos por que se acentúe la mejoría y recobre pronto la salud [30].
A las once de la noche del día 2 de abril de
1916 falleció Francisco Fernández de Béthencourt en su domicilio del paseo de la Castellana de Madrid.
Desde el accidente sufrido en la
Academia de la
Historia , vivía muriendo —en palabras de un
compañero suyo en la redacción de La Época— pues aunque
este verano pudo aún hacer su cura de aguas en Mondariz, la enfermedad le
atenazaba y le impedía trabajar, ya que no pudo obscurecer aquella prodigiosa
memoria suya […]. Su vida en estos último tiempos ha sido de
martirio. La marquesa de Bolaños, el marqués de Laurencín, los sobrinos de
Béthencourt y algunos otros amigos, iban a hacerle compañía, atenuando con ello
su tortura. La muerte, piadosa, ha puesto ahora término a ese martirio del gran
trabajador [31].
Fue sepultado en el cementerio de
San Justo y el duelo estuvo presidido por el obispo de Madrid-Alcalá, el
director de la
Academia Española , don Antonio Maura y, en nombre del
director de la de la Historia ,
por su secretario señor Pérez de Guzmán y Gallo. Acompañaron el féretro sus
sobrinos don Antonio Domínguez y Fernández de Béthencourt, don Diego de los
Ríos y don José Orozco y entre los amigos, una larga lista en la que figuran
los condes de Romilla, Cedillo y Laiglesia, el barón de la Vega de Hoz y los señores don
José de Roda y don Emilio Cotarelo.
El humilde nicho en el que se
guardan sus cenizas es, a nuestro juicio, un lugar poco apropiado como mausoleo
de uno de los canarios de mayor renombre literario de su época. Con un sencillo
monumento en la plaza de la iglesia en la que recibió el bautismo y el traslado
de sus restos a la misma, se rehabilitarían tantos años de injusto abandono y
desidia.
Recurrimos de nuevo a la prensa
para conocer, de primera mano, el relato de su fallecimiento:
Fernández de Bethencourt
Anteayer a
las 11 de la noche ha fallecido en Madrid nuestro distinguido paisano don
Francisco Fernández de Bethencourt, Académico de la Lengua y de la Historia , ex- Diputado y
ex-Senador por esta provincia, literato eminente, historiador y genealogista de
indiscutible mérito.
Desde hace
más de un año mortal enfermedad aquejaba al canario ilustre, cuya muerte, según
nos comunica nuestra Agencia, ha sido sentidísima en la Corte , donde sus revelantes
dotes le habían concedido lugar preeminente en el campo de las Letras.
El señor
Fernández de Bethencourt, como recordarán nuestros lectores, vino a Tenerife en
septiembre de 1913 después de treinta años de ausencia, y tomó parte en la
memorable velada celebrada en la Santa Iglesia Catedral con motivo de la
inauguración de este Templo, leyendo un notabilísimo discurso rebosante de
patriotismo y amor al país que le vio nacer.
Descanse en
paz el esclarecido paisano, honra del país canario [32].
Fernández de Béthencourt
De nuestro
colega madrileño Diario Universal.
«Anoche a
las once, falleció en Madrid, a consecuencia del ataque de hemiplejia que
súbitamente lo acometió, hace aproximadamente un año, en una sesión de la Academia de la Historia , el erudito
escritor D. Francisco Fernández de Béthencourt.
La muerte
de este hombre sabio y bueno, en quien como en pocos se daban hermanados el
poder de una gran inteligencia y las virtudes de un gran corazón, ha causado
impresión dolorosísima.
Fernández
de Béthencourt era un escritor que había conquistado su alto prestigio con una
labor incesante y honrada, a la cual una vocación verdadera lo impulsó desde
los primeros años de su juventud.
Son
innumerables los trabajos, todos de singular mérito, que deja esparcidos en
libros, revistas y diarios, revelando en todos ellos su talento y su cultura
portentosos.
Destacóse
principalmente en el cultivo de los estudios históricos, en los cuales su
selecta y erudita labor de investigación encontró, aun en campos muy espigados
anteriormente, frutos inapreciables para la reconstitución de nuestro pasado
nacional.
Su obra más conocida es
la Historia genealógica de la Casa Real y de la nobleza españolas, obra que
dejó sin terminar, desgraciadamente, y de la cual llevaba publicados ocho
tomos.
Había
nacido el Sr. Fernández de Béthencourt en el archipiélago canario, y pertenecía
a una de las familias más distinguidas de aquellas islas.
Contaba
setenta años de edad.
Era miembro
de la Historia
desde hace más de treinta años; en esta Corporación trabajó con celo y
entusiasmo incesantes, elevando su nombre en muchas ocasiones con notables
discursos que quedan como modelo de su género, como aquellos en que contestara
a los de ingreso en la
Academia del duque de T'Serclaes y del marqués de
Villa-Urrutia.
Pertenecía
también el Sr. Fernández de Béthencourt a la Academia de la Lengua ; había sido diputado
a Cortes, era gentilhombre del Rey con ejercicio, y estaba en posesión de
varias condecoraciones nacionales y extranjeras.
Deja entre
los que lo trataron un recuerdo imborrable de amistad, porque fue siempre leal,
caballeroso, enamorado de su patria y entusiasta de su Rey, y de maneras
afables y corteses.
Nos
asociamos muy sinceramente al dolor general por la pérdida del esclarecido
publicista, y especialmente al que embarga a su distinguida familia» [33].
Concluimos, anunciando un próximo
trabajo sobre las dos ediciones del Nobiliario y Blasón de Canarias.
(Tomado de: Carlos Gaviño de Franchy en: Gaviño de Franchy
Editores)
Obras
—Recuerdos y esperanzas.
Poemas que a la augusta familia de Borbón dedican las señoras de Tenerife y su
autor Francisco Fernandez de Bethencourt. Santa Cruz de Tenerife. Imprenta
Isleña de Francisco Hernandez, 1872.
—La Virgen de Candelaria. Romance
tradicional. Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. Imprenta Isleña.
Francisco C. Hernández. 1874.
—Apuntes para el elogio de
Miguel de Cervantes. Discurso leido en la Sesión Extraordinaria
del Gabinete Instructivo en el Aniversario de aquel insigne Ingenio, por D.
Francisco Fernández de Béthencourt. Imprenta de Sebastián Ramos a cargo de
Manuel Álvarez. Santa Cuz de Tenerife, 1874.
—A los Socios del Gabinete
Instructivo de Santa Cruz de Tenerife. Composición leída por el Sr. D.
Fracisco Fernández de Bethencourt, al tener lugar la elección de Junta
Directiva para el año 1875. Imprenta de J. Benítez y Compañía. Santa Cruz de
Tenerife, 1875.
—Nobiliario y Blasón de
Canarias. Diccionario histórico, biográfico, genealógico y heráldico de la Provincia. Editado
en siete tomos entre 1878 y 1886. Los primeros dos tomos se estamparon en la Imprenta Isleña de
Francisco C. Hernández, en Santa Cruz de Tenerife; el tercero en la de la Viuda de Ayoldi, Valencia;
el cuarto de nuevo en la la
Isleña ; el quinto en la de Manuel G. Hernández; el sexto en
la tipografía M. Minuesa y el séptimo en la Imprenta de Marcelino Burgase, estos cuatro
últimos en Madrid.
—Anales de la Nobleza de España.
Primera serie. Imprenta J. García. Once
tomos. Madrid, 1880-1890.
—Les Ordres de Chevalerie en Espagne.
Traduction française faite avec l'autorisation de l'auteur par Louis de
Sarran-d'Altard. Lofolye
Frères. Vannes. ¿1901?
— Anuario de la Nobleza de España.
Segunda serie. 5 vols. Imprentas de Fortanet y J. Ratés. Madrid, 1908-1917.
—La Genealogía y la Heráldica en la Historia , discurso
leído ante la Real
Academia de la
Historia en la recepción pública de don Francisco Fernández
de Béthencourt el 29 de junio de 1900, Madrid, 1900.
—La Corona y la
nobleza de España. Imprenta de M. Romero. Madrid, 1903.
—Para cuatro amigos.
Varios discursos, muchos artículos y hasta algunos versos. Tipografía de E.
Teodoro. Madrid, 1903.
—“Los Battemberg”. La
Época. Madrid, 1 de febrero de 1906.
—“A El Correo Español”. La
Época. Madrid, 19 de febrero de 1906.
—“Los Hauke”. La Época.
Madrid, 22 de marzo de 1906.
— Discursos
leídos ante la Real
Academia de la
Historia en la recepción pública del Excmo. Señor D. Camilo
G. de Polavieja y del Castillo, Marqués de Polavieja el 28 de enero de 1912.
Establecimiento Tipográfico de Jaime Ratés Martín. Madrid, 1912.
—Príncipes y caballeros.
Cincuenta artículos. Prólogo de la infanta doña Paz de Borbón, princesa de
Baviera. Librería de Francisco Beltrán. Madrid, 1913.
—Discurso leído en la Iglesia Catedral
de Tenerife con motivo de la inauguración de la misma, por... Don Francisco
Fernández de Béthencourt... el día 4 de Septiembre de 1913... Tipografía
Católica. Santa Cruz de Tenerife, 1913.
—Los Grandes y las Letras.
Discurso leído en contestacion al de don Emilo Cotarelo y Mori, en la Real Academia
Española. Establecimiento Tipográfico de Jaime Ratés Martín. Madrid, 1914.
—Historia Genealógica y
Heráldica de la
Monarquía Española , Casa Real y Grandes de España.
Imprentas de E. Teodoro y J. Ratés. 1897-1920. 10 vols.
Notas
[22] La Región Canaria.
Laguna de Tenerife, 7 de julio de 1900.
[23] La Región Canaria.
Laguna de Tenerife, 12 de julio de 1900.
[24] La
Época. Madrid, 30 de enero de 1901.
[25] La Región Canaria ,
Santa Cruz de Tenerife, 9 de enero de 1902.
[26] La Región. Santa
Cruz de Tenerife, 5 de septiembre de 1913.
[27] La Opinión. Santa
Cruz de Tenerife, 18 de septiembre de 1913.
[28] Gaceta de Tenerife.
Santa Cruz de Tenerife, 20 de mayo de 1914.
[29] Gaceta de Tenerife.
Santa Cruz de Tenerife, 23 de diciembre de 1914.
[30] Gaceta
de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 3 de marzo de 1915.
[31] La Época.
Madrid, 3 de abril de 1916.
[32] Gaceta
de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 4 de abril de 1916.
[33] La Opinión. Santa
Cruz de Tenerife, 12 de abril de 1916.
Bibliografía:
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López, C.: “Francisco Fernández de Béthencourt, un esclarecido
genealogista nobiliaro [1850-1916]. Hidalguía. Núm. 285. Madrid,
marzo-abril de 2001.
—Hernández
Suárez, M.: Contribución a la historia de la imprenta en
Canarias. Excma. Manomunidad de Cabildos de Las Palmas. Plan cultural.
Madrid, 1977.
—Ossuna
van den Heede, M.: “Anales de la Nobleza de España, por Francisco Fernández de
Béthencourt”. Revista de Canarias. Números 60 y 61. La Laguna , 23 de mayo y 8 de
junio de 1881.
—Padrón
Acosta, S.: Poetas canarios de los siglos xix y xx. Edicion, prólogo y notas por Sebastián de la Nuez. Biblioteca
de autores canarios. Aula de Cultura de Tenerife. Instituto de Estudios
Canarios. Santa Cruz de Tenerife, 1978, pp. 235-245.
—Peraza
de Ayala y Rodrigo-Vallabriga, J.: “Introducción”, en Fernández de
Béthencourt, F., et alt: Nobiliario de Canarias.
Tomo i, pp. li-liii.
—Spínola
Grimaldi, F.: “Crítica de la obra del Señor Fernández de Béthencourt
Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española ”.
Imprenta José Perales. Madrid, 1900.
—“La obra del Señor
Béthencourt”. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid,
1904.
—Revista de Historia y
Genealogía Española, V, Madrid, 1916.
—Vizcaya
Cárpenter, A.: Tipografía canaria. Descripción bibliográfica
de las obras editadas en las Islas Canarias desde la introducción de la
imprenta hasta el año 1900. Instituto de Estudios Canarios. Cabildo Insular de
Tenerife. Santa Cuz de Tenerife, 1964.
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