1912 mayo 20.
Falleció soltero en Arona, Manuel
Fumero Hernandez (1858-1912), Maestro de la escuela publica de niños de Arona
durante casi 35 años y colaborador peruidistico.
El personaje al que dedicamos
este artículo fue uno de los primeros docentes titulados nacidos en Arona,
quien tras obtener el título Maestro Elemental de Primera Enseñanza estuvo al
frente de la escuela pública de niños de su pueblo natal durante casi 35 años,
primero como interino y luego en propiedad, hasta su prematura muerte; en los
últimos años también impartió clases nocturnas de adultos. En ese tiempo
sufrió, como casi todos sus compañeros del Sur de Tenerife, las dificultades
económicas que caracterizaron a los docentes del siglo XIX, por la deuda
habitual en el pago de su sueldo. Además, fue un destacado colaborador
periodístico, siempre reivindicando la dignidad del Magisterio.
Su destacada familia
Nuestro biografiado nació en
Arona el 25 de diciembre de 1858, siendo hijo de don Antonio Fumero y Pérez
Trujillo, natural de Vilaflor, y de doña Agustina Hernández y Bello Marrero,
que lo era de la primera localidad1. Dos días después fue bautizado en la
iglesia de San Antonio Abad por el cura propio don Miguel Rodríguez Guillama;
se le puso por nombre “Manuel del Jesús” y actuó como madrina doña María del
Pilar Torres, vecina de Granadilla.
Creció en el seno de una familia
destacada, que por su madre tenía larga tradición militar, que siguieron, entre
otros, su abuelo, don José Agustín Hernández Montesino (1774- 1851), artillero
de la Casa Fuerte
de Adeje y propietario; su bisabuelo, don José Antonio Hernández Montesino
(1749-1805), capitán de Granaderos
y alcalde real de
Arona; y su tatarabuelo, don José
Antonio Hernández Montesino, teniente capitán de Milicias, contador del marqués
y alcalde mayor de Adeje. Luego fue continuada por su sobrino, don Wenceslao
Fumero y Fumero (1843-?), que fue sargento de Milicias.
Titulo de Maestro elemental de primera
enseñanza, titular en propiedad de la
escuela publica de niños de Arona y colaborador periodístico.
Estando avecindado en Arona, en el curso 1875-76 don Manuel
inició sus estudios en la
Escuela Normal de Maestros de La Laguna, que concluyó en
1877, año en el que obtuvo el correspondiente título de Maestro Elemental de
Primera Enseñanza2.
Recién terminada su carrera, el
23 de agosto de 1877 tomó posesión como maestro interino de la escuela
elemental de niños del municipio de Arona, con un sueldo anual de 825 pts.
Luego, tras la oportuna oposición, obtuvo la propiedad de la citada escuela
pública, de la que tomó posesión como maestro propietario el 13 de marzo de
1885, y la continuó regentando hasta su fallecimiento, permaneciendo casi 35
años al frente de ella. En cuanto a su sueldo, como maestro titulado, se elevó
a 1.375 pesetas hasta 1884, en que el Ayuntamiento lo elevó a 2.200 pesetas
anuales.
Don Manuel Fumero se caracterizó
por su lucha en pro de la dignidad del Magisterio, publicando en ese sentido
algunos artículos en la prensa, sobre todo en “El Auxiliar”, periódico del
Magisterio Canario, en el que dio a la luz por lo menos dos artículos; el
primero se tituló “A los Maestros del Sur de Tenerife” y fue publicado el 6 de
octubre de 1888; el segundo, titulado “¡Silencio, que es una afrenta!”, fue
reproducido en Las Noticias, tal como confirmó El Auxiliar el 22 de febrero de
1891: “Damos expresivas gracias á nuestro estimado colega Las Noticias por la
inserción en sus columnas del articulo ¡Silencio, que es una afrenta! del
ilustrado Maestro de Arona D. Manuel Fumero, que publicamos hace algunos dias”.
Se preocupaba sobre todo de la
mala situación económica que sufrían los maestros, pues él mismo sufrió la
falta de puntualidad en el pago de su salario, motivada por la escasa liquidez
del Ayuntamiento, que era el que debía cubrir dichos gastos, por lo que llegó a
pasar por momentos de claro apuro económico. Las reivindicaciones de pago por
parte de los maestros llevaron a la intervención del gobernador civil en 1882,
al ordenar el pago de los créditos pendientes a los maestros de la localidad.
Sin embargo, el Ayuntamiento, en vista de que los adeudos provenían de la
gestión de corporaciones anteriores, en concreto de los ejercicios de 1874 a
1879, ordenó formar expediente averiguatorio para que fueran exigidas las responsabilidades a los
munícipes correspondientes3.
No obstante, ocasionalmente el Ayuntamiento mostró interés en regularizar
los haberes educativos, como ocurrió en 1880- 1881, en que se remitieron a la Administración Económica
distintas cantidades adeudadas a los maestros de las escuelas públicas, entre ellas 489,50 pesetas
a don Manuel Fumero Hernández, por su sueldo en ejercicios anteriores, y 72,91
pesetas por atrasos en el ejercicio vigente4.
Ese mal era generalizado en los
pueblos del Sur de Tenerife, dada su pobreza y escasez de recursos, por lo que
con frecuencia los docentes tenían que depender de la generosidad del
vecindario o de su familia, pues las retribuciones por sus servicios, al margen
de su clara insuficiencia, eran abonadas por lo general con retraso. Por este
motivo, trece maestros de esta zona de la isla suscribieron un escrito el 22 de
octubre de 1888 en Granadilla de Abona, que elevaron al presidente del Congreso
de los Diputados y que fue publicado en El Auxiliar el 16 de noviembre
inmediato. En él analizaban la mala situación de la enseñanza en esta isla:
“Bien comprenden, señor, los recurrentes que el estado del Magisterio público
en España es en general lamentable y desconsolador; pero tened la certeza de
que jamás el Profesorado primario de provincia alguna ha sufrido las miserias y
privaciones que el de Canarias viene experimentando desde hace ya un lapso de
tiempo interminable”. Exponían que ello era debido a la indiferencia con la que
la administración trataba a las escuelas y a los trabajadores de la enseñanza,
pues no se abonaban las cantidades consignadas para sueldos y material escolar,
pues “¡algunos de los firmantes han visto transcurrir cinco y seis años sin
haber cobrado ni una sola mensualidad!”, lo que hacía la situación desesperada.
Tras analizar la importancia que el Magisterio de primera enseñanza debería
tener en la sociedad, concluían suplicando al Congreso y a su presidente en
representación del mismo: “que, considerando justos los fundamentos que dejan
apuntados, acuerde el aumento y pago por conducto de la Hacienda nacional de los
haberes que devenga el Magisterio, dictando medidas para que pueda hacer
efectivos sus adeudos, por reclamarlo así la equidad de la más recta justicia”.
Entre los promotores de la instancia y firmantes figuraban los dos maestros de
Arona, don Manuel Fumero Hernández y doña Pilar Bethencourt Medina.
Los problemas se extendían
también a la vivienda que correspondía al maestro. Así, en
1886, con motivo de la petición
de vivienda que hizo don Manuel Fumero, el Ayuntamiento procedió a aprobar la
recomposición de la que poseía el municipio. Pero estas obras de mejora no
debieron realizarse, pues en 1889 dicho maestro manifestó carecer de casa donde
vivir, amenazando con suspender
la instrucción y
trasladar su residencia
a Vilaflor de no
facilitársela. La municipalidad le solicitó información sobre el estado de las
piezas anexas al salón de la escuela que habían sido utilizadas por otros
maestros, a fin de proceder a la confección del proyecto y presupuesto
correspondiente si necesitasen reparación. Mientras tanto se habilitaba la
vivienda municipal, se le autorizó a buscar una casa que le sirviera de
habitación, la cual sería pagada de los fondos municipales.5
Como curiosidad, el
20 de septiembre
de 1890 don
Manuel Fumero Hernández figuraba como natural y vecino de
Arona, y profesor de Instrucción Primaria, al actuar como testigo de una boda
celebrada en Vilaflor.
En cuanto a su situación docente,
la conocemos gracias a los escalafones publicados periódicamente en el Boletín
Oficial de la Provincia
de Canarias. Así, según el fechado el 8 de junio de 1894, don Manuel Fumero
figuraba con el número 67 de antigüedad en elMagisterio canario, ejercía en
Arona y contaba ya con 8 años, 8 meses y 16 días de servicios en propiedad. El
1 de agosto de ese mismo año, había descendido al nº 68 en antigüedad, pero el
14 de enero de 1895 volvía a ser el nº 67. El 19 de mayo de 1904 estaba
incluido en los maestros de cuarta clase, con el nº 53 en antigüedad y un total
de 18 años, 2 meses y 16 días de
servicios en propiedad, siempre en
Arona. El 15
de abril de
1909 ya se
le habían reconocido
provisionalmente los servicios prestados como interino, por lo que figuraba entre los maestros de 3ª categoría,
con el número 21 en antigüedad y un total de 31 años, 4 meses y 8 días de
servicios, lo que se confirmó en el escalafón definitivo aprobado el 22 de mayo
inmediato por la Junta
provincial de Instrucción pública de Canarias.
Pero las deudas continuaban, como
recogía el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias el
15 de marzo y el 19 de abril de 1899, al figurar en una relación con el nº 20
como maestro en propiedad de la escuela elemental de niños de Arona, con un
sueldo trimestral de206,25 pesetas y una dotación de material de 51,56 pesetas;
por entonces se le debían 34,05 pesetas
de trimestres anteriores,
pero como había
cobrado en el
último trimestre 11,35 pesetas, en esa fecha solo se le
restaban 22,70 pesetas. Según el Boletín del 27 de junio de 1900 ya se le
debían 75,32 pesetas de trimestres anteriores; y, tal como se publicaba el 9 de
agosto de 1901, esa cantidad había ascendido a 103,18 pesetas, lo que
suponía la deuda media que por entonces
tenían los maestros de la provincia, aunque había algunos a los que se le
debían más de 2.500 pesetas.
Como curiosidad, en noviembre de 1911 era uno de los
maestros que habían comunicado a la Junta Provincial de Instrucción Pública de la
provincia, la apertura de clases nocturnas de adultos en su escuela de Arona.6
La primera escuela de Arona estuvo situada en la actual
calle Domínguez Alfonso,
en la primera casa de la derecha.
Fallecimiento sin
descendencia
A comienzos de febrero de 1909
murió su padre en Arona, de lo que se hizo eco El Tiempo el 8 de dicho mes, en
la “Crónica quincenal” enviada por su corresponsal en dicha localidad, en la
que también recogía el fallecimiento del pedagogo don José Peña Medina:
Hace unos días, dejó de existir,
después de rápida enfermedad, á la avanzada edad de 87 años, el cariñoso
hacendado D. Antonio Fumero y Pérez, padre del Sr. Profesor de Instrucción
Primaria de este pueblo.
Verificóse con toda solemnidad el
sepelio, concurriendo comisiones del Valle, Escalona, Vento y todo el Pueblo de
Arena, en manifestación de duelo, acompañando á su última morada al cadáver del
virtuoso anciano.
Que la tierra les sea leve á los
dos ilustres y respetables areneros, que en vida cosecharon generales
simpatías, por su acendrado cariño á su pueblo natal y doy mi más
sentidísimo pésame á sus
respectivas familias para mi tan apreciadas como distinguidas.
El maestro don Manuel Fumero
Hernández sobrevivió pocos años a su progenitor, pues falleció soltero en Arona
el 20 de mayo de 1912, cuando contaba tan solo 53 años de edad. Al día
siguiente se oficiaron las honras fúnebres en la iglesia de San Antonio Abad
por el cura párroco don Nicolás Torres Carballo y a continuación recibió
sepultura en el cementerio de dicha localidad.
El 23 de dicho mes, Diario de
Tenerife se hacía eco de su muerte: “Ha fallecido en Arona el maestro de la
Escuela pública de
niños de aquel pueblo, D. Manuel Fumero Hernández. / D. E. P.”. Ese
mismo día, lo hizo también el periódico La Opinión: “En Arona ha dejado de existir el
Maestro de la Escuela
pública de niños de aquel pueblo, D. Manuel Fumero Hernández. D. E. P.”. En
igual fecha, El Progreso recogía dicha pérdida en su “Obituario”: “Ha dejado de
existir en Arona el Maestro de la Escuela Pública de niños, don Manuel Fumero
Hernández, a cuya familia le enviamos nuestro pésame”. Asimismo, el 30 de dicho
mes su muerte fue recogida en Gaceta de Tenerife: “Ha fallecido en Arona el
ilustrado maestro de la
Escuela pública de niños de aquel pueblo, D. Manuel Fumero
Hernández. / Rogamos á Dios por el descanso eterno del alma del finado, á la
vez que enviamos nuestro pésame á su dolorida familia”.
Su escuela permaneció vacante
hasta el 7 de noviembre de ese mismo año, en que fue cubierta interinamente por
don Isidro Peña y González. Pero don Manuel no había tenido descendencia, por
lo que el presidente de la Sociedad Cooperativa de Aguas “El Milagro” de
Arona, don J. Bethencourt, y el secretario de la misma, don Carlos Baute,
firmaron el siguiente aviso en dicho pueblo el 28 de julio de 1915, que fue
publicado el 13 de agosto inmediato en el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias:
Por desconocerse quienes son los
herederos legítimos de Don Manuel Fumero Hernández, se les cita y notifica,
para que en el plazo de sesenta días a contar de esta fecha, satisfagan las cuotas
en que se hallan en descubierto por las acciones que aquel representaba en la
Sociedad;
apercibido de que
no verificando el
pago en el
plazo señalado, perderán todo derecho y participación en los intereses
sociales, conforme a lo que preceptúa el artículo 6.º del Reglamento.
Por el momento, desconocemos si
sus herederos asumieron el pago solicitado.
(Octavio Rodríguez Delgado) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1 Fueron sus abuelos paternos don
Juan Fumero Lemes y doña María Agustina (Lorenzo) Truxillo; y los maternos don
José Hernández Montesino y doña María Magdalena (Bello) Marrero.
2 José Antonio ORAMAS LUIS
(1992). La Escuela
Normal de La
Laguna en el siglo XIX. Pág. 211.
3 Carmen Rosa PÉREZ BARRIOS
(2006). La Enseñanza
en Arona. Pasado y presente. Pág. 36.
4 Ibidem. Págs. 37-38.
5 Ibidem. Págs. 42 y 44.
6 “Adultos”. Escuela Canaria, 10 de noviembre de 1911, pág.
6.
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