UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1921-1930
CAPITULO-III
Eduardo Pedro García
Rodríguez
1921 septiembre 18.
La
torre de la Parroquia
de Ntra. Sra. de la Luz en Guía de Isora, Tenerife
La
Parroquia de Ntra. Sra. de la Luz
ha pasado por múltiples obras, reformas, en su largo periplo que comienza en el
siglo XVI. En el comienzo del siglo XVIII se construye un nuevo templo, que se
reforma y acondiciona en numerosas ocasiones a lo largo de esta centuria,
introduciéndole numerosos elementos, como una nueva nave.
Las imágenes que acompañan
este artículo nos muestran la
Parroquia tal como se mantuvo, después de pasar por diversas
calamidades como el aluvión de 1879, hasta su nueva edificación, para lo que se
iniciaron sus trabajos en 1900, bendiciéndose en septiembre de 1902. En primer
término se aprecian diversas edificaciones en ruinas, causadas por el aluvión
citado. Asimismo se contempla la plaza, así como el inmueble donde se ubica el
actual Ayuntamiento.
La segunda imagen de la Parroquia de Ntra. Sra.
de la Luz nos
enseña múltiples referencias para poder aproximar la fecha de su obtención. La
torre y el frontis se construyeron entre 1921 y 1922, sobre su nuevo templo
inaugurado en 1902; su reloj se bendijo en 1948, y el templete ubicado en el
centro de la plaza se destruyó con las obras de su acondicionamiento, que
finalizaron en 1956.
De las obras de la torre y
el frontis, y de cómo se sufragaron, es de lo que se quiere anotar algunos
pormenores. El párroco que impulso este
proyecto fue José Serret y Sitgat, quien presidió una junta para la recaudación
de fondos, compuesta además por: Vicepresidente, don Francisco Alonso
Ferrer; tesorero, don José Díaz y Cª; vocales, don José Borges Rodríguez, don
Pedro Afonso Díaz, don Manuel Riverón González y don Manuel González Jordán;
secretario, don Manuel Borges Alonso.
A
través de diversos diarios de estos años se ha podido rastrear las
particularidades por las que transcurrió el vecindario de Guía de Isora para
cumplir un anhelo tras el que llevaba desde 1902. Uno de los principales
recursos para obtener los fondos con los que costear esta obra fue la
peregrinación con el Niño Jesús; se fue de pago en pago, de vivienda en
vivienda, de vecino en vecino. Como cuando el último domingo de febrero se
trasladó la imagen a los barrios de Aripe y de Chirche, a cuyos lugares, como
en todos los traslados, acompañaba a la comitiva una banda de música. En Aripe
se hizo un alto en la casa de Miguel Afonso, quien era miembro de la junta en
este pago, recorriendo después todo el vecindario. En Chirche era esperada por
los vecinos, encabezados por el miembro de la junta en este barrio, José Dorta
Mesa; asimismo se recibió la comitiva en la vivienda de Francisco Mesa, de
donde partió la visita al barrio una vez finalizado el almuerzo.
El
6 de marzo de 1921 se dirigió la comitiva a Chiguergue, con la banda de música
dirigida por su director, Manuel Reverón. Se realizó un alto en La Cañada, siendo recibida en
Chiguergue por la comisión presidida por Luís Melián, quien condujo la imagen
hasta el primer descanso, para con posterioridad recorrer el barrio.
El
lunes de Pascua se dirigieron a Chío, el Niño Jesús lo portó Pedro Evora
Delgado, pasando a manos de vecinos de este pago una vez llegaron a su Ermita.
Los del Lomo del Valo le prepararon un altar, donde estuvo hasta que al son de
la banda de música se trasladó a la casa de Esperanza Delgado.
El
día 10 de abril se visitó los caseríos de El Pozo y Acojeja, a pesar del día
que se encontraba, entre y nubes y lloviznas. En El Pozo la imagen descansa en
la casa de Manuel Meneses, después en la de Antonio Meneses, para pasar a
continuación al pago de Acojeja, donde a su entrada se levantó un arco con descanso,
en este lugar la representación la ostentaba Juan Agustín González.
El
lunes 11 de abril se trasladó el Niño Jesús a Alcalá y a Playa San Juan,
visitando diversas casas, como las de Francisco González, la de la familia
Barreto Herrera o la de Dolores González de Linares. Al llegar a Alcalá se
dirigieron a la Ermita,
conduciendo el Niño Jesús diversos pescadores, finalizándose el recorrido en el
domicilio de Domingo González. Desde Alcalá se trasladaron en barco a Playa de
San Juan. Bella y pintoresca lucía la playa con sus bonitos arcos de palmas
y flores y un elegante altar. Ya en tierra, dióse tiempo para el almuerzo; este
se hizo en la casa de los señores González. Terminado éste, en la vivienda
de Manuel González Jordán, Antonio Trujillo traslada el Niño Jesús en su visita
a los vecinos. Se regresa a Guía de Isora, efectuando un alto en Las
Charquetas, en la casa de Paula González Jordán.
El
3 de mayo se visitó Vera de Erque y Tejina, lugares en los que se partió en
caballerías. En Vera de Erques se les esperaba con un arco y un altar de
descanso, para después hacer un alto en la casa de Ignacio Vargas. De aquí se
parte a Tejina, almorzando en la vivienda de María González Vargas.
Las primeras recaudaciones se produjeron en el mismo momento que el párroco convocó a sus feligreses. Sin poder obtener fecha exacta del inicio de la labores de la Junta, podemos apuntar como la más probable el mes de enero de 1921, al recolectarse en esa primera reunión, 2.100 pesetas. En los lugares que se visitaron las percepciones fueron: en Aripe, 320 pesetas.; en Chirche, 682; en Chío, 664,15; en Chiguergue, 630,15; en la visita a Alcalá y Playa de San Juan, del día 11 de abril, se recaudó 592 ptas.; en Acojeja, 358. De El Pozo no se ha apuntado, salvo las 65 ptas. que aportó cada una de las dos personas citadas en su visita. En Vera de Erques, 502,10 ptas; en Tejina, 880. Otras actividades realizadas con este fin, fueron: una velada infantil, la noche de Pascua, donde se recaudó 50,75 ptas.; y en una función teatral, el domingo 3 de abril, con la obtención de 200 ptas.
En
junio de 1921 se informa del comienzo de las obras, con los recursos que se han
recolectado en Guía de Isora y en sus barrios. En julio se conoce que las obras
van a buen ritmo, agradeciéndose el buen hacer del maestro de obras, José
Dorta, y de Vicente Fernández que fue el responsable de la quema de 16.000
ladrillos, ambos vecinos de La
Laguna.
La
torre de la Parroquia
de Ntra. Sra. de la Luz
se bendijo el 18 de septiembre de 1921, según el programa de festejos: A las
diez de la mañana, bendición de la torre de esta iglesia parroquial, que será
apadrinada por distinguidas señoras y caballeros; seguidamente solemne función
religiosa en honor de la
Santísima Virgen, nuestra Señora de la Luz de Guía, en la predicará
el señor Magistral de esta Diócesis, don Heraclio Sánchez Rodríguez. Terminada
la misa saldrá en procesión la referida Imagen por las principales calles de
esta población.
Pero
debió quedar alguna parte de esta obra sin finalizar porque en marzo de 1922 se
informa, que después de diez meses de duros trabajos se termina las obras de la
torre y del frontis, y que en total la obra y la reforma han alcanzado la
suma de once mil ochocientas cincuenta y siete pesetas con diez céntimos”.
Informándose que restaban los cristales con alegorías religiosas para dos
ventanales, con un coste de unas cuatrocientas pesetas. (Marcos Brito, 2013)
1921 Noviembre 10. Nace en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma), Elirerto Galván
Esacanaverino. Cursa el
bachillerato ‑de siete años y reválida‑en el antiguo Instituto de
Enseñanza Media de la calle Real de la capital hawara (palmera),
destacando entre sus profesores: don Constantino Aznar, de francés; don Emilio
Español, de Ciencias y Matemáticas; y el entrañable don Juan Álvarez Delgado,
profesor de Latín y director del Centro. A partir de esa época comenzó a
practicar el baloncesto, con el entusiasmo de la adolescencia. En los Juegos
Juveniles, que se celebraron en la Metropolis en octubre de 1939, con el equipo
representante de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), quedaron subcampeones
en España detrás del Barcelona". Pero no sólo destaca esta experiencia
deportiva en su vida, porque de estudiante en Madrid ‑junto a otros canarios‑
formaron un equipo de baloncesto con el nombre de Canarias. En el año 1947
fueron de nuevo subcampeones de en aquel país. Otra vez, detrás del Barcelona.
Estudió
Magisterio en Eguerew (La
Laguna) ‑con una beca del Cabildo Insularhawara (palmero)‑ y,
al mismo tiempo y como alumno libre, el primer curso de la licenciatura de
Ciencias Químicas, con la intención de convalidarlo con Medicina porque ésta no
se estudiaba en Canarias, trasladándose a Metropolis, en 1941, para iniciar los
estudios en la Facultad
de Medicina. “Época dura, de posguerra, hambre, frío y penurias”. En
Madrid, en1942, gano la oposición al Servicio de Reaseguro de Accidentes del
Trabajo, perteneciente al Ministerio de Trabajo de aquel país, y pudo
simultanear este trabajo con los estudios reduciendo considerablemente el
enorme esfuerzo que hacían sus padres al tenerle estudiando en aquélla ciudad.
Una
vez obtenida la licenciatura en Medicina y Cirugía, en 1947, realiza el curso
de médico‑puericultor en la
Escuela Nacional española de Sanidad y, al mismo tiempo el de
análisis clínicos en los Laboratorios de dicha Escuela. En noviembre de 1949
retorna para realizar las prácticas como alférez de complemento del ejército
español, casarse a instalarse definitivamente en su Isla natal.
Especialista
en Pediatría y Puericultura, Análisis Clínicos, y Educación Física, por la Facultad de Medicina de
Madrid. Diplomado en Medicina Deportiva, en Hematología y Hemoterapia por la Facultad de Barcelona.
Pertenece al Cuerpo de Médicos Titulares. Miembro numerario de la Asociación Nacional
española de Biopatología Médica y de las Asociaciones española y Canaria de Pediatría. Durante muchos años fue Medico del Instituto
de Enseñanza Media y Profesor de la asignatura optativa “Iniciación al
Estudio de la Medicina”.
Ejercían
pocos médicos en Santa Cruz de La
Palma cuando comenzó su ejercicio- Don Cristóbal
García, Don Eduardo Rodríguez, Don Antonio Martín, Don Miguel Camacho, cuya
clínica se transformó en Residencia Sanitaria y Ambulatorio; Don Francisco
Toledo Pérez y Don José León Santanach, médicos titulares; Don
Amílcar Morera Bravo, Don Agustín Amaro Cabrera, Don Rafael Hernández y
su primo Don Basilio Galván.
Durante
muchos años fue especialista en Pediatría del Ambulatorio de Tedote (Santa Cruz
de La Palma) y,
al mismo tiempo, sin cobrar honorario alguno, único Pediatra de la Residencia Sanitaria.
Nos dice textualmente don Elirerto: “Quiero destacar en esta etapa, la
colaboración de Sor Luisa (q.e.p.d), sin cuya ayuda mi labor hubiera sido
imposible. Con Francisco Toledo Pérez y Basilio Galván Escanaverino llevamos en
ese tiempo el peso de toda la medicina de Santa Cruz de La Palma. No es ostentación
de nuestro esfuerzo, pero sí reconocimiento de un hecho, especialmente por lo
que se refiere a mis dos compañeros, que merecen un testimonio público de
agradecimiento”.
Construida
la nueva Residencia Sanitaria, obtuvo el cargo de jefe del
Laboratorio de Análisis Clínicos, cargo que ocupo hasta su
jubilación voluntaria al cumplir los 65 años. Para el doctor Galván
Escanaverino el deporte y la naturaleza siempre han marcado una constante en
su vida.
Como
actividad deportiva más importante, después de finalizada la carrera de
Medicina, está la práctica del tenis. Por dos veces quedo campeón en
España de dobles en el Torneo Nacional
español para Médicos. En las Jornadas Médicas Nacionales españolas de 1969, que
organiza el Colegio de Médicos de Cataluña, fue campeón individual absoluto y
también de dobles. En el Torneo Nacional español para Presidentes de Clubs de
Tenis, campeones mixtos con su esposa. Es padre de seis hijos, dos de los
cuales ‑Conchita y Elirerto- son continuadores de la profesión paterna. La
primera ejerciendo como pediatra en la Seguridad Social
en Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), y el segundo, en Medicina Laboral
,de la Consejeria
de Sanidad del Gobierno supuestamente autónomo de Canarias en Añazu n Chinet
(Santa Cruz de Tenerife).
1921 de noviembre 25.
Fallece en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife), Manuel Déniz Caraballo
“Notas
biográficas de un maestro conejero en Puerto de Cabras, 1907-1911. Casi cien
años después, muchas de sus ideas e iniciativas mantienen plena vigencia.
Aproximación al personaje
En los albores del siglo XX llegaban a Canarias, como
a todas partes de la España
peninsular, los indianos y los repatriados tras el desastre de 1898. Venían
cargados de ideas innovadoras surgidas del fracaso de la metrópoli, de
regeneracionismo, de apuestas por una administración más racional de las islas
y con postulados autonomistas muy cercanos al nacionalismo isleño.
A Fuerteventura recalaban Juan Domínguez Peña, Matías
López, Teófilo Martínez de Escobar… y muchos otros menos significados u
olvidados en el activismo social, político y económico de la época. Posiblemente
Manuel Déniz Caraballo, si escucháramos lo que dicen algunos autores en su obra
sobre el periodismo canario, conociera in situ la debacle colonial de España;
él mismo insinúa en uno de sus discursos que había estado en América, sin
indicarnos país. En todo caso Déniz se mostró muy sensible a las ideas que
acabamos de mencionar, como luego veremos.
La historiografía y la bibliografía canaria suele
citarlo inmerso en los momentos de la reactivación del movimiento obrero
canario en torno a las asociaciones gremiales; como el “patriota” Déniz
Caraballo, como el compañero de Secundino Delgado Rodríguez en los momentos en
que veía la luz el periódico “Vacaguaré”, a principios de 1902, negándole por
lo general iniciativas relacionadas con el activismo político y social que creo
que practicó durante buena parte de su vida.
Por eso lo traemos a nuestro blog para compartir otras
aristas de este personaje que vivió en Puerto de Cabras entre 1907 y 1911,
desarrollando su labor como maestro de la escuela de niños ubicada a la sazón
en la calle Virgen del Rosario, entre la casa de don Ramón Castañeyra y el
hotel de don Paco Medina, y donde fue miembro de la Junta Local de
Instrucción Primaria y corresponsal en esta localidad de varios periódicos
regionales.
Don Manuel Déniz nació en Arrecife de Lanzarote (1876)
y casó en 1902 con la chicharrera Juana Torres Díaz (1888), modista, con la que
tuvo, al menos, dos hijas: Catalina (1902-1970) y Olimpia (1903). Todos ellos
vivieron en Puerto de Cabras y tuvieron su domicilio en la calle Virgen del
Rosario, en la casa que hacía las veces de escuela de niños.
Pero su vida transcurrió, además de en nuestra ciudad,
en Lanzarote, en Santa Cruz de Tenerife y en La Victoria de Acentejo, a
cuyos puntos le llevó el ejercicio del magisterio, que compaginó con su fecunda
labor periodística, pues nunca se alejó de las columnas como corresponsal y
cronista o como redactor.
Queda por clarificar su posible estancia en tierras
americanas donde pudo conocer las corrientes del nacionalismo y del autonomismo
de las regiones, la lucha contra el sistema colonial español y se me abren
muchas dudas sobre su papel ante el movimiento obrero canario que se pusieron
de manifiesto a través de sus colaboraciones de prensa. ¿Cuáles fueron las
razones de su cuasi olvido en la memoria colectiva de su propia tierra?
Los homenajes de exaltación a la bandera española
siendo maestro en la escuela de niños de Puerto de Cabras y su artículo
relacionado, que apareció en el periódico “Escuela Canaria”, desdibujan
las similitudes que años antes mantuvo con Secundino Delgado en la campaña
autonomista que ambos defendieron desde las páginas de “El Obrero” y
prosiguieron de forma efímera en “Vacaguaré”.
El
maestro de escuela
Un
personaje vocacional y de ideas avanzadas para su tiempo y para el entorno en
que eligió ejercer la docencia.
En
la primera década del pasado siglo XX Puerto de Cabras no superaba los 600
habitantes y contaba con dos escuelas, una de niños, vacante durante los
primeros cinco años, y la de niñas, que, en los tiempos del señor Déniz, estaba
a cargo de la maestra titular Concepción Castro Cúllen, que compartía su
actividad con la interina M. Lorenza Fajardo Negrín, natural de Betancuria esta
última.
Manuel
Déniz llegó a la capital majorera en 1907 (posiblemente nombrado maestro de la
localidad el año anterior), trayendo a sus espaldas una larga trayectoria en
apoyo al movimiento obrero, societario y partidario de las tesis autonomistas
cercanas al nacionalismo canario; tesis que defendió desde las columnas de
muchos periódicos en los que, además, se mostró especialmente sensible (quién
se lo iba a decir, o quizás por ello vino, lo mandaron venir, o lo trajeron)
con la postración y la calamidad que arrastraba Fuerteventura y que, muy al
estilo de la época, reprodujo el semanario “La Aurora” de Puerto de
Cabras, agradeciéndole públicamente su apoyo al desarrollo de la isla.
Manuel
Déniz ejerció el magisterio en el barrio santacrucero de San Andrés, para que
el que fue nombrado interino en 1905 (año de la muerte de su padre en la
capital chicharrera) y en Puerto de Cabras, donde su labor fue reconocida
y premiada por las autoridades locales mediante la retribución monetaria y con
el voto de gratitud que se le dispensó en varias ocasiones a través de la Junta Local de
Instrucción Primaria, de la que formó parte como maestro de la escuela de
niños. Aquí, en la misma aula, llegó a impartir, incluso, clases nocturnas para
adultos, implicando a personalidades de la localidad para que dieran
conferencias con vocación instructiva para la población; es el caso de José
Castañeyra Carballo, que el 19 de noviembre de 1909 disertó sobre “la necesidad
de instruirse”, al que siguieron otros como Juan Domínguez Peña.
Alumnos
de bachillerato como Manuel Medina o Ramón Castañeyra Schamann le echaban una
mano cuando el maestro estaba inmerso en sus otras actividades o atendía a su
familia enferma. Y, pese a todo, fue en Puerto de Cabras donde se le abrió
expediente por ausencia del puesto de trabajo que resultó finalmente sobreseído
en la Junta
Provincial de Primera Enseñanza, pero que lejos de
acobardarlo, lo llevó a reorientar su vida.
Fue
a raíz de aquel expediente, de los desengaños políticos y sociales y por la
propia salud familiar que presentó a la Universidad Literaria
de Sevilla su renuncia al cargo de maestro de escuela que entonces ejercía,
como hemos visto, en Puerto de Cabras.
Su
labor política y sindical
Sensible
con la ideas innovadoras y autonomistas, Déniz Caraballo fue uno de los 29
personajes que firmaron el Plebiscito de Manuel Velázquez Cabrera de 1910 en
Puerto de Cabras, significándose así próximo a las ideas conservadoras que se
alejaban del leonismo oficialista en Fuerteventura.
Con
escasos veinticinco años de edad ya escribía en 1900, en “El Obrero”,
desde cuyas páginas abogó por el asociacionismo de clase y en cuyo medio
acompañó a Secundino Delgado Rodríguez en la campaña autonomista que iniciaron
en aquel periódico ante las elecciones municipales de noviembre de 1901.
Miembro
del gremio de impresores, tipógrafos y encuadernadores, a su firma se anunciaba
la Imprenta
Tinerfeña en 1901.
Simpatizante
de la Asociación
Obrera de Canarias, se significó a través de las columnas de
“El Obrero”, órgano de aquella organización sindical, donde colaboraba,
entre otros, junto al citado Secundino Delgado en la organización del Partido
Popular y en la orientación autonomista que abandonaron a fines de 1901 para
radicalizarla por otra vía, fundando a principios del año siguiente “Vacaguaré”,
cuya dirección asumió don Manuel Déniz…
Seguramente
basándose en cuanto decimos en el párrafo precedente, hay quien dice que, de
joven, Déniz estuvo también en América, donde pudo conocer publicaciones como
el “Guanche” o “Las Canarias” y sus promotores. Aunque a mí me da
la impresión de que nuestro personaje se sintió atraído por la ideas avanzadas
y críticas con el régimen colonial español, que conoció a Delgado en ese
contexto, teniendo como punto de encuentro la organización obrera en los
principios del siglo XX en Canarias, apasionándose al punto de insinuar en
alguna de sus diatribas que también él estuvo en las américas.
Uno
de sus primeros discursos, si no el primero, lo pronunció el 23 de octubre de
1901 en la sede de la
Asociación Obrera de Canarias, tras la constitución del
Partido Popular Autonomista, con el que pretendían defender los intereses
proletarios y autonómicos en las elecciones municipales del año siguiente:
“Compañeros:
/ Por primera vez en mi vida os dirijo la palabra, pues con pocas o ningunas
facultades para la oratoria, he temido, y por eso, con gran pesar, me he
retraído de expresaros lo que pienso y siento; pero no creo que me hayáis
tildado, por esto, de ser uno de los pocos hijos del trabajo que no aman la
emancipación de su clase, pues creo haberos dado pruebas de que siento
entusiasmo y quiero el progreso e ilustración de los obreros, mis hermanos, con
los varios y distintos escritos que desde las columnas de unos cuanto
periódicos de la provincia, he dedicado a la cuestión económico-social con motivo
del venturoso despertar del proletariado isleño; escritos, en verdad, poco
correctos y amenos, pero hechos con lenguaje franco y rudo y en los cuales he
dicho lo que a mi entender debía decir, sin tener en cuenta que con ellos
alguien se ofendiera ni los perjuicios que los mismos podrían acarrearme./ Así
es, pues, que espero me dispenséis mi atrevimiento, el cual me hace hasta
temblar y tartamudear, pues si por él me dejo arrastrar, es solo por el gozo,
la inefable alegría que en este momento experimento al veros aquí congregados…
solo con objeto de deliberar sobre de lo que vamos a hacer en las próximas
elecciones municipales, ya que, por iniciativa nuestra, ha quedado constituido
el partido popular, esa gran institución que, inspirada en ideales sanos y
redentores, ha de sacar a este Archipiélago, y con él a sus hijos, del estado
de desmoralización, miseria y ruina en que en la actualidad se halla… Nuestro
partido, el partido popular, será el único, por los ideales que propagará y
defenderá, que ha de beneficiar al pueblo canario en general y a la clase
obrera en particular.-/ Sí; queridos compañeros, hagamos un esfuerzo por salvar
de las garras del caciquismo, que las oprime…”
Estaban
viviendo y luchando por el nacimiento del Partido Popular Autonomista. Dentro
del asociacionismo sindical se había promovido una línea política concreta que
llevaría a Secundino Delgado Rodríguez y al propio Manuel Déniz Caraballo a
fundar el nuevo semanario que vería la luz a principios de 1902, cuando ya
habían dejado “El Obrero”.
El
primero, tildado de conspirador contra el régimen colonial español fue
detenido y del semanario apenas salieron cuatro números.
Manuel
Déniz Caraballo, simpatizante con la lucha obrera, con la instrucción del
proletariado y con el autonomismo vivió aquellos escarceos políticos pero, a
partir de entonces, da la impresión de que se volcó en el magisterio y en la
carrera de administración local, siempre arrastrando su inquietud por el
asociacionismo y por la instrucción de la gente… como dejaría bien claro en sus
múltiples artículos y empresas periodísticas. Por entonces, según Suárez
Rosales, su compañero Secundino Delgado era preso y recluido en la Modelo de Madrid, por orden
de Valeriano Weyler.
Poco
tiempo antes, a finales de 1900, en “El Iriarte”, bajo el epígrafe
Incitamiento, escribía Manuel Déniz Caraballo: que “…La actividad que en los
obreros de Las Palmas, Laguna y Santa Cruz se percibe, actividad que ha de
coronar con el más hermoso éxito las nobles aspiraciones de todos: unión e
instrucción…” y acababa haciendo un llamamiento a “…los proletarios del Puerto
de La Cruz,
quienes, sin duda alguna sabrán corresponder a tales excitaciones engrosando
nuestras filas y contribuyendo a que en Canarias, olvidada en medio del océano,
saqueada y envilecida por hombres sin conciencia, renazca y fructifique el
árbol frondoso de la libertad, a cuya sombra los hijos todos del trabajo… se
confundan en un eterno abrazo y eleven unidos himnos de alabanza a la igualdad,
a la justicia y a la paz”.
Y
bajo el seudónimo Daniel M. Nuez, escribía en “El Obrero”, de 29
diciembre 1900, su artículo Trabajar, que concluía de esta manera:
“Trabajar es la misión del hombre en la tierra; trabajando, se nos dice, no se
escasea de nada; lo que creemos sea una verdad bien grande, pero que hoy por
hoy, tal cual está constituida la actual sociedad, resulta una mentira solemne.
Luchar, pues, por conocer la causa de los infortunios de la clase obrera, es
necesario; buscar los medios de ahuyentar la miseria que la aniquila y
persiste, es un deber; la lucha entre el capital y el trabajo, entre el humilde
y el poderoso, se impone…”
Y sin embargo, el desencanto de
Manuel Déniz se destila en su justificación de por qué abandonaba la redacción
de “El Obrero”: la asumió cuando quien le precedió, Cabrera Díaz, tuvo
que expatriarse, y la dejó tras el fracaso electoral del Partido Popular
Autonomista y su disolución tras las elecciones municipales de Santa Cruz de
Tenerife. Agarrado a su pluma así lo expresó en las columnas de aquel periódico
en su edición de 12 de diciembre de 1901. Tal vez fueran aquellos
acontecimientos, el cierre de “Vacaguaré” y la detención irregular de
Secundino Delgado en 1902 los que forzaron un primer golpe de timón a su vida
hacia el Magisterio, no sin antes volver a la redacción de “El Obrero” en mayo
de dicho último año
Su labor periodística
Podríamos afirmar que, a la vista de cuando se puede
leer en la prensa de la época, Manuel Déniz Caraballo ejerció todas las
especialidades del periodismo: impresor, tipógrafo, cronista, corresponsal,
articulista colaborador, redactor, director e incluso fundador. Adormecido el
luchador social y político, seguramente esa fue su verdadera vocación y las de
maestro y secretario de ayuntamiento, los cauces para ganarse el pan.
A cada destino arrastraba su pluma y se hacía un hueco
escribiendo en los distintos medios desde Arrecife, desde Santa Cruz de
Tenerife, desde Icod de Los Vinos, desde Puerto de Cabras, desde La Victoria…
En Puerto de Cabras, desaparecida “La Aurora” pocos meses
antes de la llegada de Manuel Déniz, podemos decir que la voz de la isla se
siguió escuchando a través de la corresponsalía que ejerció para del diario “El
Tiempo”, para el “Defensor del Magisterio” y para “Escuela
Canaria”, entre otros, especialmente entre 1908 y 1911.
Su andadura periodística se inició hacia 1900 en “El
Iriarte” de Puerto de La Cruz,
“Cronista de Tenerife” de Santa Cruz, “Pueblo”, “El Porvenir
Agrícola de Canarias”, “Diario de Avisos”… Y, que sepamos, llegó a
utilizar el seudónimo “Daniel M. Nuez”, además de su firma como M. Déniz, M.
Déniz Caraballo o Manuel Déniz Caraballo,
Con “El Obrero” (del que llegó a ser redactor
jefe) trabajó los años 1900 y 1901, año este último en que lo abandonó (sin
dejar de colaborar en sus páginas) para poner en marcha junto a Secundino
Delgado el periódico “Vacaguaré” que vio la luz a fines de enero de 1902
y con el que intentaron continuar la línea autonomista iniciada en el órgano de
la Asociación Obrera
de Canarias, con una línea mucho más radical, si cabe:
“Más
hoy, como a mi inseparable amigo y estimado compañero de redacción Secundino
Delgado, necesidades de la época, impulsos de la historia, reconcentrado
patriotismo y amor entrañable a este pueblo canario, me obligan a cesar por
algún tiempo en las luchas económicas, para dedicarme de lleno a la propagación
y defensa, desde las columnas de un periódico que en breve verá la luz pública
en esta capital, de los ideales autonomistas, de los cuales, después de
convencerme que he venido sufriendo un error con creer y afirmar en
conversaciones privadas en tiempos pasados, que no debíamos de propagarlos
entre nosotros, estoy completamente prendado y por los que tendré a orgullo
llegar hasta el sacrificio, si preciso es.
He ahí por qué, pacientes lectores, abandono la Redacción del semanario
El Obrero, al cesar en éste la campaña autonómica que en el mismo se había
iniciado”.
En 1901 colaboraba, además con otros periódicos como “Siglo XX” y “La Región Canaria”, tiene a su cargo la Imprenta Tinerfeña, de Santa Cruz de Tenerife y es entonces cuando aparece como miembro del gremio de Impresores, tipógrafos y encuadernadores.
En 1903 lo vemos en “El Teléfono” y “La Prensa”, este último
de Arrecife.
A partir de que nos dejó en 1911, siguió colaborando en
“El Archipiélago, de La Laguna,
“La Opinión”,
de Santa Cruz de Tenerife”, “Diario de Las Palmas”, “El Progreso”,
de Santa Cruz de Tenerife.
Llevó la dirección, entre otros de “El porvenir
agrícola de Canarias”, periódico apoyado por la Sociedad Económica
de Amigos del País de Santa Cruz de Tenerife, en 1901, y, en el mismo año de “La Región Canaria”;
de “La Prensa”,
periódico que vio la luz en Arrecife en 1903.
Miembro
de la directiva del Gremio de tipógrafos, encuadernadores y litógrafos de Santa
Cruz de Tenerife, aún en 1904 mantuvo la Imprenta Tinerfeña.
Su labor social
No me cabe duda de que su inquietud intelectual y
social se proyectó allá donde iba.
Durante su estancia en Puerto de Cabras formó parte de
la comisión organizadora que intentó poner en marcha el “Centro Artístico y
Literario de Puerto de Cabras” y que llegó a constituirse el 1 de agosto de
1908 con la siguiente junta directiva:
Presidente, Segundo Álvarez Salanova
Vicepresidente, Manuel Déniz Caraballo
Secretario, Claudio López Rodríguez
Vicesecretario, Manuel Martín Alonso
Tesorero, Estanislao Gómez-Landero y Ballester
Vocales: Francisco Medina Berriel, Juan Cabrera
Aguilar y Andrés Velázquez Brito.
Como fines, aquella sociedad se proponía ejercer la
caridad y contribuir al embellecimiento de Puerto de Cabras, a cuyos fines
dedicaría el producto líquido de los espectáculos públicos que organizara;
instruir deleitando, para lo que celebraría con frecuencia funciones teatrales
y veladas literario-musicales; luchar porque Fuerteventura no permaneciera
ignorada, acudiendo constantemente a la Prensa, bien con noticias de actualidad, bien con
artículos en que fueran expuestas las excelencias de la isla…
A esta iniciativa hemos de vincular, sin
temor a equivocarnos, la promoción de las clases nocturnas para adultos, donde
se impartían conferencias y se buscaba la instrucción de sus convecinos como
fórmula de redención del pueblo.
Tal se comportó entre nuestros antepasados el Señor Déniz, aunque sufriera la vigilancia de que normalmente eran objeto los maestros destinados al Puerto de Cabras de entonces: la Junta Local de Instrucción Pública y el Ayuntamiento que venían siendo la misma cosa en cuanto a vigilancia de costumbres y pensamientos, logró que la provincial conociera el expediente que, finalmente sobreseyó. De esta experiencia y de su conocimiento de don Pancho López y, a través de él, de la administración municipal, surgió, sin dudas, su renuncia al magisterio.
En la
Victoria de Acentejo, donde pasó a residir después de optar
por la administración municipal, formó parte de la comisión organizadora de la
sociedad El Centro, de cuya primera directiva formaría parte… Dos años después
de su renuncia al magisterio ante el rectorado de la Universidad Literaria
de Sevilla, y de abandonar, por lo tanto, Puerto de Cabras, nos encontramos a
Manuel Déniz Caraballo felicitándose el año nuevo al escribir en “La Opinión”, de 7 de
enero de 1913, “desde La
Victoria:… Buena entrada del año nuevo… El día primero del
actual mes, en la Villa…
tuve el gusto de asistir a una reunión… para la fundación… de una sociedad de
recreo, instrucción y fomento que ha de denominarse El Centro…”
Y, efectivamente, el día 1 de febrero, nos dice en su
artículo de “La Opinión”,
de 17 de dicho mes y por boca de José Flores Pérez que “en la noche del día 1º
fue el de la inauguración de la sociedad. Y por lo que me dicen, resultó
brillante y animado. El edificio que ocupa El Centro por su exterior, estaba
artísticamente adornado con banderas, flores y farolillos… La directiva:
Presidente, Daniel Rodríguez del Cristo; Vicepresidente, Francisco Herrero
Verdú; Bibliotecario, Manuel Palenzuela de Armas; Vicesecretario, José Flores
Pérez”.
El
propio Manuel Déniz Caraballo ejerció en algún momento la presidencia de
aquella sociedad, y participó activamente en las veladas literario-musicales y
teatrales, junto a su hija Catalina Déniz Torres; como fue el caso que recogió
“El Imparcial”, en su edición de 21 de febrero de 1919: al
referirse a la velada… en el teatro del casino El Centro: pronunció un discurso
Manuel Déniz Caraballo, al que siguió el monólogo “El amor o la muerte”, a
cargo de Catalina Déniz, que también representó el papel de Guillermina en la
obra “Los mártires del claustro”…
El secretario de ayuntamiento
En Puerto de Cabras conoció a un hombre que admiraba
profundamente por su esfuerzo en formarse y por su empeño en avanzar en medio
de la adversidad, llegando a aprobar la carrera de secretario de ayuntamiento:
Francisco López Rodríguez. Don Manuel Déniz lo elogió públicamente en sus
colaboraciones periodísticas, redactando una semblanza del conocido don Pancho
López, tanto más gratificante para él cuando lo vio esforzándose por formar la Asociación de
Secretarios de Ayuntamientos de Canarias, a la que el mismo llegaría a
pertenecer cuando reorientó sus pasos en este mundo.
Tras su renuncia al magisterio se “refugió” en la isla
de Tenerife, donde ganó la carrera de Secretario Municipal que pasó a ejercer
en la Villa de la Victoria de Acentejo,
donde vivía con su esposa y sus hijas Catalina y Olimpia.
Incansable
trabajador, Manuel Déniz, abrió en 1915 una academia para formar a quienes
deseaban acceder a la carrera del secretariado de juzgados y ayuntamientos, por
la modalidad a distancia. Lo podríamos considerar en este sentido el pionero de
la enseñanza por correspondencia en Canarias, y así se le reconoció en uno de
los periódicos de la época donde se anunciaba para impartir estas clases junto
a otras relacionadas con la teneduría de libros y contabilidad.
Obituario
La muerte de Manuel Déniz Caraballo, acontecida en
noviembre de 1921 se recogió en varios periódicos de la época. Pero por su
reconocimiento y su sentir, reproducimos la aparecida en “El Progreso,
diario republicano autonomista”, Santa Cruz de Tenerife, en su edición de 26 de
noviembre: “En esta capital ha fallecido víctima de penosa enfermedad, nuestro
amigo don Manuel Déniz Caraballo, maestro nacional y periodista brillante de
tendencias avanzadas. Últimamente desempeñaba el cargo de secretario del Ayuntamiento
de La Victoria
de Acentejo.- Herido por la enfermedad cruel que lo ha llevado a la tumba y sin
dinero para atender a su curación, pues aquel ayuntamiento le adeudaba varias
mensualidad, tuvo que refugiarse en el Hospital Civil”, en el hospital de Los Desamparados.
Dado el olvido que de su obra ha hecho la
historiografía, pienso que la crónica de “El Progreso”, añade una
tristísima nota al final de la vida de quien se prodigó escribiendo a favor de
los obreros y de la postración de islas como la nuestra.
Personajes olvidados en su
propio terruño, en su propio entorno, pero de los que la actual era digital
pone al descubierto su obra y sus ideas a través de las bibliotecas de prensa
histórica. …” (Francisco J. Cerdeña Armas, 2912) (Blog de Francisco J. Cerdeña
Armas)
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