1728 abril
21.
Nace Anselmo Pérez Díaz
Quien iba a dedicar su vida a una lucha
ininterrumpida a favor de los derechos políticos para todos los ciudadanos sin
distinción de clases, nació en Juan Adalid, en las mismas tierras en las que
transcurrió la existencia de Baltasar Martín, el 21 de abril de 1728.
Fallecida su madre cuando apenas contaba dos
meses de edad, ante las dificultades familiares es acogido por don Tomás Reje,
organista de la Iglesia
de El Salvador, en Santa Cruz de la
Palma, quien, observando la inteligencia fuera de lo común
del pequeño garafiano, cuida de su instrucción haciéndole recibir clases en el
Convento Dominico de la capital, complementadas con otras impartidas por
maestros no religiosos.
Abandonada la época de niñez, trabaja como
escribano frecuentando el mundo de la abogacía, que le llega a influir de modo
tal que, aunque recién casado con María Teresa Aubert, decide trasladarse a
Sevilla y dedicarse a estudiar leyes.
Pérez de Brito regresa a la isla y se gana
enseguida un enorme prestigio de profesionalidad y de honradez. Enseguida
comenzará su lucha contra los regidores perpetuos del Cabildo palmero.
Toda la isla se gobernaba desde el Cabildo de
Santa Cruz de La Palma,
que ocupaba el edificio que hoy es el Ayuntamiento; los municipios, tal y como
ahora los concebimos, no existieron hasta la promulgación de la Constitución de Cádiz
de 1.812. Pero ¿quiénes formaban el Cabildo? Sus componentes se
denominaban regidores y todos sin excepción pertenecían a la nobleza
palmera, radicada sobre todo en Santa Cruz de La Palma, que transmitían su
cargo por herencia a sus descendientes, como si de una propiedad privada se
tratara, de ahí que se les llamara regidores perpetuos. Eran los
Poggio, Guisla, Pinto, Massieu…, unidos entre ellos por lazos familiares y
constituían un núcleo cerrado anclado en el pasado.
Todos los historiadores que han tratado el tema
coinciden en calificar a la nobleza palmera de los siglos XVII y XVIII como la
más reaccionaria de las islas, totalmente nefasta para el desarrollo
insular que intentaba llevar a cabo una naciente burguesía ligada a la
actividad comercial y representada en gran medida por individuos procedentes
del exterior y asentados en Santa Cruz de La Palma: Aubert, O’Daly, Stafort.
En estas circunstancias se promulga por el Rey
Carlos III la Real Orden
de 5 de mayo de 1.766, por la que se dispone que en todos los Cabildos, además
de los regidores tradicionales, tuvieran cabida tres representantes del pueblo,
elegidos libremente por votación indirecta, dos de los cuales serían diputados
de abasto, y el tercero, personero. Así se hizo: la mayor parte de la población
de Santa Cruz de La Palma
y vecinos de los alrededores escogieron a 24 compromisarios, que, de entre
ellos, eligieron a los tres representantes populares, Ningún miembro de la
nobleza y del clero asistió a este acto, lógicamente estos estamento no se
sentían incluidos en el “pueblo”.
Resultaron elegidos Santiago Aubert, nuestro
Alonso Pérez de Brito y Juan Jacinto de Silva. Sin embargo los regidores
perpetuos se negaron a darle posesión amparándose en una hipotética
incompatibilidad del señor de Silva. Comienza aquí un larguísimo litigio legal
que había de durar siete años y que enfrenta a los regidores perpetuos que no
estaban dispuesto a permitir que nadie se inmiscuyera en algo que consideraban
de su absoluta propiedad, con la burguesía palmera a cuyo frente se encontraba
Don Dionisio O’Daly, pero cuyo cerebro no era otro que Pérez de Brito.
A las sucesivas victorias legales de los
representantes del pueblo se sucedían apelaciones y nuevas recusaciones por
parte de los nobles, quienes viéndolo casi todo perdido decidieron apagar la
luz que alumbraba el camino al pueblo; recurren a la autoridad militar acusando
a Pérez de Brito del delito de sedición, Apresado, es internado en el castillo
de Santa Catalina, donde sufriría un trato inhumano durante casi dos años
mientras su casa era asaltada y sus documento robados.
Liberado sin cargos en su contra, continua la
lucha legal contra los reguidores, que pierden todos sus derechos, según
sentencia de diciembre de 1.771, y a los que se les obliga a resarcir
económicamente a O’Daly y a Pérez de Brito. Poco puede disfrutar el garafiano
de esta victoria final: el duro trato recibido en la prisión lo lleva a la
muerte cuando apenas había cumplido los 44 años de edad. Cuatro meses después,
el 1 de enero 1.773, todos los componentes del Cabildo Palmero son elegidos por
el pueblo siendo la primera vez que esto ocurre en toda España. La lucha que
acaudillaron O’Daly y Pérez de Brito había dado sus frutos. (Texto extraído del libro
“del lugar de tagalgue de Tomas Orribo Rodríguez y Nestor Rodríguez Martin).
En honor de este luchador por la libertad y la
democracia en La Palma,
la ciudad capital de la Isla
dio su nombre a la calle principal, y el pueblo donde nació le dedicó otra
calle. El garafiano Anselmo Pérez de Brito fue el ciudadano más significativo
de la historia de La Palma
en el siglo XVIII. Datos: www.garafia.es
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