La reiteración sobre algún tipo de navegación en las fuentes orales que consultaron Marín de Cubas y Bethencourt Alfonso merece una reconsideración.
La reiteración
La existencia de sarcófagos labrados en madera en Gran Canaria supone la capacidad de fabricar barcas monóxilas . Y la referencia en Torriani (1592/1978: 113)de que «hacían barcos de árbol (...) que cavaban entero» habla en este mismo sentido sobre la posible presencia de algún tipo de piragua o canoa que, fruto de un proceso de progresivo aislamiento de las islas de varios siglos, implicó una regresión de la navegación interinsular, hasta que se reactivó nuevamente cierto interés entre los antiguos canarios con los primeros contactos con los marinos europeos a finales del siglo XIII d.C..
Las leyendas orales que podrían remontarse a época antigua, con el uso de balsas de odres de piel hinchados, hablan precisamente de las rutas marítimas más probables. Sur de Tenerife-La Gomera y estrecho de la Bocaina entre Lanzarote y Fuerteventura, hoy transitadas regularmente por líneas de ferrys, junto al trayecto más complejo entre La Gomera-El Hierro.
Las tres rutas de navegación que menciona el texto de Torriani (1592/1978: 113) realizadas por los antiguos pobladores de aprovechando el uso de velas el uso de velas de palmas, coinciden con tres de las mejores y más frecuentadas rutas de navegación a vela actuales. Una de circunnavegación a Gran Canaria,, que pudo facilitar los contactos en zonas de orografía abrupta de la isla como el Norte, Oeste y Suroeste. La ruta de ida hacia Fuerteventura por el Norte hacia la Bocaina, y vuelta desde la Península de Jandía en el Sur, aprovechan do los vientos en dirección SW.-NE. hacia el SE.-S.-SW. de Gran Canaria. Y la ruta entre Gran Canaria y Tenerife, saliendo desde la fachada NW.-W.-SW. de Gran Canaria para alcanzar el SE. o Sur de Tenerife, que hoy refleja la ruta de ferrys entre Agaete y Santa Cruz de Tenerife.
Por otra parte, si se acepta el carácter aborigen de parte de los grabados rupestres que conocemos en las Islas Canarias, algunos anteriores a la conquista como los de El Cercado en Garafía, La Palma (Martín Rodríguez y Pais, 1996: 309-310; Mederos Escribano, 1997 y 1999), pero mayoritariamente coetáneos al proceso de descubrimiento exploración, razzías y conquista de las islas (Escribano et alii, 1997), y teniendo en cuenta que aparentemente existía en Tenerife una denominación aborigen específica para los navíos, guijon, según Abreu y Galindo (1590-1632/1977: 292-293; Marín de Cubas, 1694/1986: 280), debió existir cierto conocimiento sobre las posibilidades que suponía la navegación.
Finalmente, el progresivo goteo de algunos hallazgos de obsidiana en La Gomera (Navarro, 1997: 472), aparentemente procedentes de la isla de Tenerife ya que aún no se han localizado afloramientos de obsidiana en La Gomera, permite abrir la posibilidad de confirmar arqueológicamente contactos marinos entre los habitantes de las islas de Tenerife y La Gomera. la excelente adaptación de los aborígenes al mar, «ybanse a nadar ellos y ellas, que nadaban como peses» (Matritense, 1525-1700/1978: 252) y la práctica regular de la pesca, también sugiere que quizás en un próximo futuro pueda haber interesantes novedades y un buen test podría ser si se encontraran en el futuro hábitats aborígenes estacionales en islotes como La Graciosa, en relación con Lanzarote, o Lobos, en conexión con Fuerteventura, donde además podrían beneficiarse de la caza de las focas monje y pardelas, aunque estos dos islotes tenían el inconveniente de no disponer de agua potable para permitir una ocupación humana permanente.
Maria
Gómez Díaz
Mayo
de 2014.
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