Capitulo IX-I
Chaurero n Eguerew
Juan Carlos I
Don Juan de Borbón y Battenberg se convirtió en
príncipe de Asturias, al tener la suerte de no nacer hemofílico ni sordomudo ni
mujer. Siguiendo la curiosa tradición familiar, en octubre de 1935 se casó con
una prima suya, María de las Mercedes de Borbón y Orleans, hija del infante
Carlos de Borbón y de la princesa Luisa de Orleans. Y después de una
primera hija, Pilar (nacida en Cannes, el 30 de julio de 1936), nació Juan Carlos,
llamado literalmente “Juanito” por la familia durante dos décadas. El hecho de
que le llamaran así no tendría ninguna relevancia si no fuera porque a su
hermano pequeño le llamaban Alfonso y no “Alfonsito”.(Patricia Sverlo).
Las
biografías oficiales del actual monarca de los españoles como es habitual nos
presentan la cara amable del personaje, de manera edulcorada y totalmente
alejada de la realidad cotidiana del
biografiado, veamos una de estas biografías y después trataremos de
mostrar otros aspectos de la vida del personaje en cuestión.
Los primeros años de vida, Juan Carlos, los pasó
junto a su familia en diferentes partes del mundo, Italia, Suiza y Portugal,
en tanto, tras un acuerdo de su padre con Franco, Juan Carlos I viajó y se
instaló en España para recibir la educación formal; tenía diez años cuando pisó
por primera vez suelo español. De acuerdo al compromiso entre Franco y Juan de
Borbón, Juan Carlos, cursó el Bachillerato en Madrid y luego recibió
instrucción militar en la
Academia
General Militar de Zaragoza, en la Escuela Naval
Militar de Marín y en la
Academia General del Aire de San Javier en Murcia.
Juan Carlos de Borbón y Borbón Dos Cisilias nació
en Roma, el 5 de enero de 1938, donde residía la Familia Real española
en el exilio, desde que el 14 de abril de 1931 se proclamara la República en España. Es
el segundo hijo de los Condes de Barcelona, Juan de Borbón y Battenberg
(1913-1993) y María de las Mercedes de Borbón y Orleans (1910-2000).
Posteriormente, el joven príncipe residió en Laussane (Suiza) y Estoril
(Portugal) hasta que en 1948, cuando tenía 10 años, su padre y el general
Franco acordaron, según las Bases institucionales de la Monarquía Española
de 1946, que realizara una educación conveniente en España, una etapa
de formación universitaria y militar, a la sombra de las autoridades españolas
del momento, a la que siguió una serie de prácticas en las principales
instituciones del Estado y viajes por España y sus colonias así como por el
exterior para conocer la realidad del momento.
Nació con honores de heredero, pero, llegado el
momento, además de pasar por encima de su propio padre, tuvo que superar un par
de obstáculos más: dos Alfonsos, que le habrían podido quitar la Corona. Uno se
encontraba en la rama de Jaime, el tío sordomudo, que se retractó mil veces de
su renuncia al trono. Cuando Don Juan, tras la Guerra Civil, empezó
a apostar por una línea liberal, el primogénito de Jaime, Alfonso de Borbón
Dampierre, se convirtió en el candidato perfecto de la Alemania nazi y más tarde
siguió siendo el “príncipe azul de la falange”
durante todo el franquismo. Cuando en 1972 se casó con la nieta de Franco,
Carmen Martínez-Bordiu, la cosa todavía se complicó más.
Otro problema importante con el que se encontró
Juan Carlos fue la competencia de su hermano Alfonso, tres años menor. Es
cierto que no había ninguna duda de que Juan Carlos era el primero en la línea
sucesora, pero ya hemos visto que, entre los Borbones, saltarse a alguien no
era excepcional en absoluto.
Aparte de haber nacido ochomesino y con los ojos
saltones, “Juanito” tenía en contra que nunca fue una lumbrera. Desde muy
pequeño estuvo acompañado de tutores y clases especiales, como refuerzo a los
cursos en los colegios –que ya eran poco convencionales de entrada– en los que
estudió. Y tuvo, además, un seguimiento clínico constante. Alfonso, en cambio,
era el listo de la familia. Le llamaban” Senequita”, eso sí, en diminutivo, y
todo el mundo le describía como una persona de aguda inteligencia y gran
sensibilidad. Era, sin lugar a dudas, el predilecto de su padre.
El problema de su hermano desapareció muy pronto.
Juan Carlos tenía 18 años y 83 días cuando accidentalmente le disparó un tiro a
su hermano. (Patricia Svuerlo)
Después del convulso periodo del régimen republicano
que culminó en la Guerra
Civil de los españoles (1936-1939), la nación saliente bajo
la dictadura militar impuesta por el general Francisco Franco se constituyó
paradójicamente como “Reino de España”, y fue el propio dictador quien eligió
al príncipe Don Juan Carlos como su sucesor en la jefatura del Estado,
alterando la genealogía monárquica de los Borbones al soslayar la candidatura
del infante Don Juan, hijo de Alfonso XIII y legítimo heredero al trono, quien
decidió abdicar el 14 de mayo de 1977 en su hijo para facilitar que los
Borbones pudieran volver a reinar en España.
El 14 de mayo de 1962 Juan Carlos de Borbón se
casó en Atenas con la primogénita de los reyes de Grecia, la princesa Sofía, de
cuyo matrimonio han nacido sus tres hijos, las infantas Elena (1963) y Cristina
(1965), y el príncipe heredero, Felipe de Borbón y Grecia (1968). Tras la boda,
el nuevo matrimonio se instaló en el Palacio de la Zarzuela, decisión que
conllevó algunos roces con su propio padre y Franco. Hasta el momento,
D. Juan había intentado mantener a Franco al margen del matrimonio de su hijo
al mismo tiempo que deseaba algún tipo de reconocimiento antes de su definitiva
instalación en España.
La
Ley de Sucesion 1947 declaraba que España era un Estado constituido
en reino, aunque formalmente sin una monarquía y un rey. Esta forma de
Estado fue ratificada posteriormente por la Ley de
Principios Fundamentales de 1958 y la Ley Organica de 1967. El proceso institucional
del franquismo establecía una monarquía singular, en la medida que era definida
como la monarquía del Movimiento Nacional, con un carácter continuista
de sus principios e instituciones. La denominada cuestión sucesoria
fue un proceso lentísimo e incierto hasta el último momento, fundamentalmente
por dos razones: la existencia de diferencias y divisiones entre los distintos
grupos del régimen franquista sobre su forma institucional -monarquía,
regencialismo, presidencialismo- y, sobre todo, alrededor de la persona que
debía ser el sucesor: Juan Carlos de Borbón, Javier de Borbón Parma, Carlos
Hugo de Borbón, Juan de Borbón o incluso el futuro yerno de Franco, Alfonso de
Borbón Dampierre que, a su vez era hijo de Jaime, el segundo hijo de Alfonso
XIII. El gran temor de Franco era que España tuviera una monarquía liberal, de
ahí el control político de la sucesión y de la supervivencia del régimen
después de Franco.
El 22 de julio de 1969, las Cortes Españolas
designaron a Juan Carlos -nieto de Alfonso XIII e hijo de Juan, su quinto hijo-
como sucesor de Francisco Franco, como resultado de una decisión suya y súbita,
en la Jefatura
del Estado, con el título de rey.
Los últimos años del régimen franquista fueron
muy complejos para el futuro monarca ya que tuvo que mantener un equilibrio
entre las activas fuerzas opositoras y las estructuras de la dictadura, en un
convulso contexto sociopolítico y la creciente presión internacional, cada vez
más crítica con el régimen político. El futuro Jefe del Estado mostraba una
imagen contradictoria e incluso una incógnita: para unos era un elemento
continuista del franquismo y para otros una esperanza de cambio, hacia una
democracia. Durante este período, las relaciones entre padre e hijo fueron muy
difíciles, especialmente tras el resultado de la escabrosa cuestión
sucesoria que había adoptado personalmente Franco, al margen de la
legitimidad dinástica de la
Corona, depositada en la persona de Juan de Borbón. El padre
de Juan Carlos fue el titular de los derechos dinásticos y la Jefatura de la Casa Real Española, por
transmisión directa de su padre, el rey Alfonso XIII, hasta que en mayo de 1977
los cedió a su hijo, el rey Juan Carlos, legitimando la sucesión en la Corona española.
Entre el 19 de julio y el 2 de septiembre de
1974, Juan Carlos desempeñó, por primera vez y de forma interina, la Jefatura del Estado por
la enfermedad de Franco, que ejercería nuevamente desde el 30 de octubre al 21
de noviembre de 1975. El 22 de noviembre, dos días después del fallecimiento de
Franco, las Cortes proclamaron a Juan Carlos como rey y con ello quedaba
restaurada la Monarquía
tras un paréntesis de 44 años, desde el 14 de abril de 1931.
La transición de la dictadura a la democracia fue
un proceso extraordinariamente complejo en el que el rey Juan Carlos tuvo un
protagonismo especial, conjuntamente con las fuerzas políticas y la sociedad
española que fueron capaces de llegar a un consenso no rupturista, sobre todo
durante el período preconstitucional del reinado (1975-1978): se logró
transformar el sistema político desde dentro, utilizando su propia legislación
y con la ayuda de una parte de su clase política, en la que tuvieron un papel
esencial las figuras de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández-Miranda, presidentes
del Gobierno y de las Cortes, respectivamente. El pacto entre todos
fue esencial para suavizar la delicada coyuntura socioeconómica y fruto de este
espíritu de acuerdo fueron, por ejemplo, los decisivos Pactos de la Moncloa (1977). La Ley para Reforma Politica,
aprobada por referéndum el 15 de diciembre de 1976, abrió el paso a un período
constituyente que elaboró la actual Carta Magna.
La Constitución española de 1978 establece una
monarquía parlamentaria y democrática en cuyo título II, dedicado a la Corona, se recogen las
prerrogativas apolíticas, representativas y protocolarias del monarca, como
Jefe del Estado, árbitro y moderador del funcionamiento de las instituciones,
además de la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas. El fracaso del intento de
Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 representó un punto de inflexión en
el proceso de transición que consolidó definitivamente la democracia española y
la imagen del monarca dentro y fuera de España, con numerosos premios y
distinciones. Las relaciones internacionales, especialmente con Latinoamérica,
además del mundo árabe y los países occidentales, la incorporación a la Unión Europea y la
modernización del Estado son los principales aspectos que marcan el reinado de
Juan Carlos I. Juan Carlos I inicio el reinado en España el 22 de noviembre de 1975.
Un aspecto
de la leyenda negra de la monarquía española según el escritor Darío Silva D'Andrea:
El recién nacido fue bautizado como Alfonso Cristino Teresa Ángel Francisco de
Asís Todos los Santos. Su primer nombre, Alfonso, lo recibió en recuerdo
de su abuelo, el rey Alfonso XIII, fallecido pocos meses atrás.
En el otoño de 1950, Alfonso fue enviado a
estudiar a España junto a su hermano Juan Carlos, que iba a retomar sus
estudios en ese país tras un paréntesis de diecisiete meses provocado por la
mala relación y las desavenencias políticas entre su padre y el dictador
Francisco Franco Bahamonde, dictador que gobernaba España desde el final de la Guerra Civil de los
españoles.
“La muerte del hermano de Juan Carlos, Alfonso de
Borbón mientras ambos jugaban con una pistola, hace 55 años. Hay cosas de las
que en España casi no se habla. Y una de ellas es la temprana muerte de un
hermano del rey Juan Carlos, casi desconocido para el común de la gente,
desparecido hace 55 años mientras ambos, por entonces adolescentes, jugaban con
una pistola aparentemente descargada. La tragedia marcó para siempre la vida
del actual monarca y de su familia, y fue envuelta durante décadas de un halo
de misterio y sospechas. ¿Qué pasó realmente aquel desafortunado 29 de marzo de
1956? Un secreto que el rey se llevará a su tumba.
Era sábado en Estoril, la localidad portuguesa
donde vivían los Condes de Barcelona y sus hijos. Esperando la hora de la cena,
los dos hermanos estaban solos, en la sala de juegos de la mansión para hacer
algunos disparos contra un blanco circular de colores brillantes, con una
pistola calibre 22, que les habían regalado.
De repente, Alfonsito recibió un disparo. El arma
estaba en manos de su hermano Juan Carlos. La única bala que contenía, entró
limpiamente por uno de los orificios de la nariz de Alfonsito. Doña María, que
estaba en una habitación contigua con varios amigos oyó el disparo: "Aquel
día se me paró la vida", diría tiempo después. Quedó destrozada, porque se
creía responsable de haber dejado a sus hijos jugar con la pistola, para evitar
que, aburridos en aquel lluvioso atardecer, siguieran peleándose.
La secretaría de los condes de Barcelona facilitó
la siguiente nota: “Estando el infante don Alfonso de Borbón limpiando una
pistola de salón con su hermano, la pistola se disparó, alcanzándole en la
región frontal, falleciendo a los pocos minutos. El accidente sucedió a las
veinte horas y treinta minutos al regresar de los oficios del Jueves Santo,
donde había recibido la sagrada comunión. La noticia fue silenciada por el régimen
del entonces dictador español, Francisco Franco Bahamonde, que mantenía a los
Borbones lejos de España.
Resultaba tan duro reconocer la verdad, aceptar
que aquello había sido "un accidente", que todos se afanaron en
cubrir el episodio con un tan piadoso como espeso manto de silencio. El conde
de Barcelona se quedó sólo en Estoril, llorando su desgracia y no recibiendo ni
el pésame de Franco.
Hoy es un hecho generalmente aceptado que el dedo
de Juan Carlos estaba en el gatillo cuando se disparó el tiro mortal, y uno de
los defensores de esta teoría fue un tío de Juan Carlos, el infante Jaime:
"Varios amigos me han confirmado que fue mi sobrino quien mató
accidentalmente a su hermano Alfonso".
Allí yació olvidado, durante años, en un
cementerio portugués otro trágico infante español. Su cuerpo fue trasladado al
Monasterio de El Escorial en 1992, por deseo de su padre. Hoy, el rey Juan
Carlos es el único testigo vivo de la misteriosa tragedia, un capítulo más en
la leyenda negra de los Borbones, y una verdad que morirá con él.” (Darío Silva
D'Andrea, 2011)
Los
oscuros negocios de Juan Carlos I
Este monarca siguiendo la tradición familiar ha
emulado a su abuelo Alfonso XIII manejado turbios negocios, chanchullos y
comisiones, su vida privada no es nada ejemplar, sus gastos y relaciones con
amigos comisionistas son impropios y su falta de responsabilidad ante el delito
es algo único en una Europa supuestamente democrática.
Vemos un breve resumen de algunos de los negocios de tan ejemplar monarca de
los españoles:
Juan Carlos I llegó al trono literalmente con lo
puesto. Se dice por cronistas del momento que incluso tenía que pedir el dinero
a su padre, para visitar a su novia en Atenas.
Entonces, ¿cómo ha conseguido amasar una fortuna
estimada por las revistas Forbes y Eurobusiness en 1.790 millones de euros?
Nunca fué desmentida por la
Zarzuela, según se recogía en un escrito del coronel Amadeo
Martínez Inglés al Parlamento en 2008, quien un año antes había publicado Juan
Carlos I, el último Borbón. Las mentiras de la monarquía española.
El comienzo de su autosuficiencia económica, se
remonta a 1962 (coincidiendo con su boda con Sofía), cuando el banquero Luís
Vallas Taberner comenzó a administrar una “suscripción popular” que aportaría
liquidez económica a los recién casados.
Diferentes libros y cargos públicos denuncian que
los regalos recibidos y el uso de testaferros podrían acercarnos a la respuesta
a esta pregunta. Por ejemplo, para su último yate Fortuna empresarios
mallorquines sumaron una colecta, sugerida por el propio rey, de 2.600 millones
de las antiguas pesetas, según el
periodista Matías Vallés, a lo que el Gobierno regional de Jaume Matas (PP)
sumó 400 millones. Y así disfruta de sus veraneos, como cada año recogen las
imágenes de la familia real en Mallorca. La mayoría compartidas con numerosos
logos de conocidas empresas.
Patricia Sverlo recogía en “Un
rey golpe a golpe” (Ardi Beltza, 2000) que tanto él como su familia tienen
ahorrados 6.000 millones de las antiguas pesetas pesetas en bancos suizos, por
“si las cosas se tuercen en el Estado”. Los escándalos económicos han salpicado
en numerosas ocasiones a Juan Carlos de Borbón. Y han servido como indicios de
los negocios en que podría estar involucrado. Durante los gobiernos de Felipe
González, varios casos de corrupción fueron protagonizados por empresarios y
personas de su máxima confianza: Javier de la Rosa, Manuel Prado de Colón y Carvajal, José
María Ruiz Mateos o Mario Conde pisaron en varias ocasiones los tribunales. Una
situación que vuelve a estar presente con la publicación en septiembre del
libro de Conde, Memorias de un preso, donde relata los intentos del rey por
frenar la intervención de Banesto y su posterior enjuiciamiento.
Los intereses financieros del jefe de estado
español se han visto envueltos en numerosas irregularidades. Los negocios del
rey, así como su relación “carnal” con la clase empresaria, contrasta con la
figura mediática de “el rey de todos los españoles”.
Su intermediación a favor de los intereses de las
multinacionales españolas y de las cúpulas de la CEOE han marcado su labor
como máximo representante del Estado en el exterior.
Con inmunidad penal ante cualquier delito y
sobreprotegido como una delicada planta de invernadero, se han publicado muy
pocas cosas con un mínimo de objetividad sobre el monarca y sobre sus
actuaciones políticas.
Las tramas financieras del monarca y el rico
prosperar de su familia y de toda una subcorte que utiliza la imagen real para
optimizar sus inversiones, señala a uno de los asuntos más oscuros de la Casa Real.
Otro de los que ha declarado haber hecho
transferencias importantes al monarca fue Ruiz Mateos. Tras la expropiación de
Rumasa, siendo prófugo de la
Justicia en Londres, para protegerse de la justicia, acusó al
rey de haber aceptado “miles de millones” de su propio bolsillo, y
de otros empresarios.
Nada más ocupar Juan Carlos I el trono a la
muerte del dictador, Manuel Prado [y Colón de Carvajal, el hombre de confianza
del rey] se dedicó a remitir varias misivas reales a otros tantos monarcas
reinantes, especialmente del mundo árabe, para pedirles dinero en nombre del
rey de España”.
Hay constancia documental de una carta firmada
por Juan Carlos I y dirigida al Sha de Persia, el 4 de julio de 1977, donde el
monarca tras una descripción de la situación política dice: “me tomo la
libertad, con todo respeto, de someter a tu generosa consideración la
posibilidad de conceder 10 millones de dólares como tu contribución
personal para el fortalecimiento de la monarquía española”. Dos años después el Sha de Persia, títere de EE UU en la zona, cayó tras la revolución islámica.
personal para el fortalecimiento de la monarquía española”. Dos años después el Sha de Persia, títere de EE UU en la zona, cayó tras la revolución islámica.
Sus buenas relaciones con los dictadores árabes
también quedaron patente en la respuesta favorable de la monarquía saudí a la
petición de un crédito de 100 millones de dólares.
Exactamente la misma cantidad pagada por la
empresa kuwaití KIO a Colón de Carvajal, indica Cacho.
Próximos a Juan Carlos I aparecen además nombres
como Mario Conde, Alfonso Escámez, los Albertos… Destaca en sus relaciones el
conocido como “clan de Las Cuatro Estaciones”, nombre del restaurante del que
Miguel Arias, Joaquín Vázquez Alonso, Jaime Cardenal Pombo y el propio rey son
socios.
Es público que el Fortuna II fue financiado por
un grupo de empresarios mallorquines, los cuales juntaron 17,5 millones de
dólares para hacer el regalo real.
Hoy el monarca navega en el Fortuna III, valorado
en más del doble que el anterior.
Según el político Jorge Vestrynge
ha decidido gritar que las finanzas del Rey estaban desnudas y le ha acusado de
cobrar una mordida sobre cada barril de petróleo importado desde Arabia
Saudí... y, como en el cuento, a su voz se han sumado otras que iban en el
mismo sentido. Peñafiel lo ha dado por hecho aunque ha matizado la cantidad de
la mordida y ha explicado que el inicio de la jugada estuvo en la crisis del
petróleo del 73, cuando Juan Carlos aún era príncipe pero estaba a punto de ser
Rey. Nadie ha salido a defenderle, nadie ha apelado a que era un tema que se
debía confirmar.
El hecho sería gravísimo: una gestión institucional relativa al comercio internacional y que, a la postre, es una importación que pagamos entre todos, en ningún caso puede traducirse en un enriquecimiento personal.
La Revista EuroBusiness, en febrero de 2003, publicó el listado de los 300 hombres más ricos de Europa, especificando su patrimonio, empresa y sector en los que prestan sus servicios y otros datos.
Y así llegamos al puesto 112, donde aparece el
chocolatero italiano, Michel Ferrero, empatado con un tal King Juan Carlos de España, cuya compañía se llama “Borbón Family”, dedicado al sector
“Royalty”. Tanto el italiano como el tal “king Juan Carlos”, poseen un
patrimonio valorado en 1.700
millones de euros (unos 280.000 millones de pesetas). Comentario de
EuroBusiness (mucho buen republicano es lo que hay en esa publicación): “la fortuna del Rey Juan Carlos nace de un
fondo colocado en el exterior durante el Franquismo, por monárquicos que
preparaban la restauración democrática. Muy pocos españoles (diría que ninguno)
saben lo rico que realmente es el Rey de España”, quien posee “fincas desparramadas por Europa, colecciones
de arte y vastas propiedades de todo tipo”. Y para remachar la idea, la
revista advierte: “Después de todo, es
el hombre que presume de trabajar por un mero estipendio de 7 millones de
euros.
Continua.
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