En la Obra Iniciática
titulada "El Asno de Oro" de Apuleyo, su autor nos relata las
palabras que la Reina
del Cielo, la Madre
Divina Isis, le dijera en una Visión Onírica consciente en
una noche estrellada, recostado en las arenas de la playa de un misterioso mar:
"-Heme aquí do vengo
conmovida por tus ruegos, Oh Lucio!; sepas que yo soy Madre y Natura de todas
las cosas, Señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos,
la Mayor de los
Dioses y Reina de todos los difuntos, primera y única Sola de todos los Dioses
y Diosas del Cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas
resplandecientes del cielo, y las aguas saludables de la mar, y los secretos
lloros del infierno. A Mí Sola y Una Diosa honra y
sacrifica todo el mundo, en muchas maneras de nombres. De aquí, los troyanos,
que fueron los primeros que nacieron en el mundo, me llaman Pesinuntica, Madre de los Dioses. De aquí asimismo los atenienses, naturales y allí nacidos, me llaman Minerva
cecrópea, y también los de Chipre, que moran cerca de la
mar, me nombran Venus Pafia. Los arqueros y
sagitarios de Creta, Diana. Los sicilianos de tres
lenguas me llaman Proserpina. Los eleusianos, la Diosa Ceres antigua.
Otros me llaman Juno, otros Bellona, otros Hecates, otros Ranusia. Los etíopes ilustrados de los hirvientes rayos del sol, cuando
nace, y los arios y egipcios, poderosos y sabios, donde nació toda la doctrina,
cuando me honran y sacrifican con mis propios ritos y ceremonias, me llaman mi
verdadero nombre, que es la Reina Isis..." ("Undécimo
Libro", Capítulo I).
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