Entre las actividades guanches que siguieron
desarrollándose tras la
Conquista, destacan las asociadas con el pastoreo. Los
antiguos pobladores de Canarias continuaron en gran medida su oficio de
pastores y se adaptaron en cierta forma a las nuevas condiciones del modelo
económico impuesto por los conquistadores. De procedencia gu8anche, y heredada
por los actuales "cabreros" de las Islas, perdura su habilidad a la
hora de reconocer, contar o valorar el número total de cabezas de ganado que
pastorean a su cuidado. Esta práctica matemática primitiva representa una
habilidad notable, propia del estado intermedio en el desarrollo mental del
hombre primitivo; se reconoce de igual forma en otras sociedades de tradición
pastoril, y ya fue descrita por los primeros cronistas de nuestra historia
reciente.
En concreto, los primeros colonizadores europeos
quedaron notablemente sorprendidos por la facilidad de los pastores guanches
para reconocer con exactitud el número de cabezas de ganado que poseían, y que
computaban enteramente "de memoria" (Citas de Fray Alonso de
Espinosa). Los primitivos habitantes de Tenerife, y sus descendientes actuales,
distribuyen el ganado en subgrupos (a modo de complejos lógicos), que quedan
delimitados de acuerdo con color de su pelaje, al nombre de las cabras o por
sus características en el comportamiento diario. La disposición en el terreno
(cabras delanteras o traseras), su estado de salud (enfermas, preñadas, etc.),
y las relaciones de consanguineidad, les aporta, así mismo, una clasificación
topológica en clases diferenciadas.
Comparando estas técnicas de asociación y
clasificación con los rudimentos de la teoría del conocimiento, podemos
entender el recuento de nuestros pastores como un modelo elemental de
clasificación y seriación, realizado con herramientas de contaminación y
limitación, propias de las etapas preoperatorias en el desarrollo de los
conceptos numéricos.
Entre los primeros sistemas de registro conocidos
por la humanidad (y también por el alumno en su entorno cotidiano) encontramos
la notación con ayuda de marcas o muescas, reconocible en todas las sociedades
de tradición pastoril. En Canarias, se discute sobre el uso de tales
"tájaras" o "tablas de contar" entre los guanches, y,
aunque no existe evidencia material de su utilidad entre guanches, canarii o
majos, (ver J. Barrios, 1997 y J. Reyes García, 1998), su presencia actual en
numerosas contabilidades agrícolas (en el cómputo de cosechas de cereales en
Fuerteventura, en el registro de las cargas de bestia en el cultivo de la papa
y de la vid, en Tenerife, etc.) nos habla de un modelo de contabilidad y
registro elementales, que se reconoce en toda la tradición comercial isleña.
De naturaleza similar son los recuentos que
pescadoras y venteras de todas las Islas han venido ejecutando con ayuda de sus
peculiares signos. En concreto, nuestras abuelas analfabetas se han apoyado en
un complejo sistema de grafos, que utilizaron para representar el dinero y
realizar el cómputo de las operaciones elementales en sus comercios. Tales
signos presentan una gran uniformidad en cada sector comercial que hemos
analizado (en el comercio al por menor en ventas y en la venta a domicilio del
pescado, el pan o la leche) y recopilan un patrimonio ancestral, de clara
procedencia pastoril. Conocemos con precisión el origen de tal simbología, que
se muestra enteramente diferenciada según el tipo de actividad comercial donde
se ejecuta, diferenciándose las grafías de pescadoras y sus áreas de influencia
de las reconocibles entre las "venteras" de las medianías.
Maria Gómez Díaz.
Marzo de 2014.
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