Naufragio en la baja de El
Castillo. El diario ABC en su edición para Andalucía del 6 de mayo, domingo, de
1956 se hacia eco de un cable de la agencia de noticias CIFRA, según el cual a seis millas náuticas al sur de Puerto del
Rosario había embarrancado el pesquero portugués “Alfeite”. El accidente
–continúa la nota- se produjo al chocar la embarcación con un fondo de grandes
piedras, acudiendo en su auxilio el correo Viera y Clavijo y el francés Tamara.
En un primer momento, desconociendo el peligro, el capitán creyó
salvable el buque, para lo que pidió asistencia de un remolcador del puerto de
Las Palmas de Gran Canaria, pero en pocas horas, descubriendo la abertura
producida en el casco, notificó a la Estación Costera
de Radio que el barco estaba definitivamente perdido.
La tripulación saltó a unas balsas sobre las que llegaron a tierra,
distante unos trescientos metros.
El pesquero había salido de Lisboa a primeros de mayo con destino al
banco canario sahariano; a su bordo, además de las artes de costumbre, cargaba
130 toneladas de carbón y 90 de hielo, necesarios para una singladura de 22
días de pesca. Termina la noticia.
El suceso corrió como reguero de
pólvora en Fuerteventura y Canarias, saltando a los rotativos de tirada
nacional: En los bajos de El Castillo de Caleta de Fustes, (Antigua,
Fuerteventura), había embarrancado el “Alfeite”.
A las 11 horas de la noche del
viernes, 4 de mayo de 1956, el pesquero portugués, de 363 toneladas de registro
bruto, matrícula LI-20 A, procedente de Lisboa, encalló en los bajos de Caleta
de Fustes, frente a la playa del Castillo, 13 kilómetros al sur de Puerto del
Rosario. A las nueve y media del día siguiente, sábado 5, no quedaba en el
barco ninguno de sus 22 tripulantes que, desde la orilla no les quedó más
remedio que contemplar su hundimiento.
El capitán de la nave, Sr.
Rainho, “un experimentado marino de 70 años de edad y 53 de vida en el mar,
ante su carta de navegación americana de la U.S. Navy comenta…: No
ponía que hubiera bajo ninguno. Estaba todo
blanquiño…”
Hacia las once de la noche el
barco navegaba con viento de fuerza tres cuando en su fondo se oyó crujir el
casco; el capitán, alertado otea la cubierta para contemplar cómo las olas
golpeaban la embarcación de estribor a babor mientras restregaba su panza sobre
las piedras del bajo, dando bandazos.
Sin dejar de hacer sonar la
sirena en demanda de ayuda de otros barcos o de la gente de tierra, el
radiotelegrafista lanzó un SOS que fue recogido al menos por dos buques y
numerosas estaciones de radio costera:
Por el correillo “Viera y Clavijo” que llegó a
arriar un bote en el punto señalado erróneamente en la inmediaciones del faro
de La Entallada,
corrigiéndose posteriormente el mensaje de socorro para advertir que el
naufragio se situaba unas diez millas al norte de aquel faro, en las cercanías
de la entrada a la playa del Castillo de Caleta de Fustes, hacia cuya baja se
dirigió aquel correo, arriando, como se dijo, un bote para contactar con la
embarcación siniestrada cuyo capitán le contestó que por su cercanía a tierra
no parecía arriesgada la situación, por lo que el Viera continuó su viaje hacia
Gran Canaria. Desde este correíllo se radiotelegrafió a las cinco y media con
Funchal, Lisboa y estaciones costeras españolas y portuguesas manifestando que
la tripulación del Alfeite estaba a salvo y que el buque no necesitaba auxilio.
También acudió a la llamada de
auxilio el buque francés “Tamara” que, sobre las tres de la madrugada, acudió
en su ayuda con la intención de salvar tripulación y equipaje, pero el capitán
del “Alfeite” que ya había ordenado la evacuación, prefirió intentar el
remolque, persistiendo en su actitud.
La falúa en que subió la
tripulación se zarandeaba bajo rachas de un viento moderado que no le puso
fácil llegar a tierra donde las hogueras encendidas por los vecinos de El
Castillo alentaban a los náufragos mientras acudían en su ayuda.
El capitán permaneció en la
cubierta toda la noche del viernes día 4, hasta las nueve y media del sábado,
en que se percató del desastre, agotada ya su esperanza de salvar la
embarcación. Allí se perdió toda su carga y los casi cinco millones de pesetas
que costaba la nave.
Y todos, capitán y tripulación se
trasladaron a Puerto del Rosario en espera de ser conducidos a Gran Canaria
para, desde allí partir hacia el puerto de su base en Lisboa.
[Foto publicada en el bloc Etnografía de Fuerteventura, de Roberto
Hernández Bautista]
El “Alfeite” se había construido
en 1909 en unos astilleros ingleses, y hasta 1930 navegó con una compañía
catalana bajo pabellón español con el nombre de “Ramón”. En aquel último año
fue adquirido por la Compañía
de Pesca Portuguesa, bajo cuya bandera se perdió.
La prensa de la época recordaba
que en aquella baja ya se habían producido al menos otros tres naufragios y
que, en aquellas horas otro accidente se había producido en las costas majoreras,
esta vez protagonizado por el motovelero “San Rafael”, hundido en la travesía
de Arrecife a Gran Tarajal y Tarajelo, rumbo a Gran Canaria; un barco muy
querido en nuestras islas pues era uno de los fruteros que, en época de zafra
del tomate, transportaba estos frutos desde Fuerteventura a las otras islas,
preferentemente Gran Canaria. (Francisco Javier Cerdeña Armas, 2011)
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