UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1901-1910
CAPITULO –II
Eduardo Pedro García Rodríguez
1901.
Nace en Santa Cruz de Tenerife,
Evaristo Lino Armas Darias. Profesor. Escribió diversos ensayos periodísticos,
en las publicaciones "Junonia" y Gomera, y un libro no
publicado "Apuntes históricos de la isla de La Gomera". Fue nombrado
cronista oficial de la Villa
de San Sebastián. La academia americana Zenith (en Costa Rica) le concedió,
en 1959, la dignidad de Doctor en Historia Colombina.
1901.
Dehesas en Gran Canaria.
Contrato de arrendamiento de
entre Gertrudis López Miranda que
arrienda a Manuel García ramos varios trozos de tierras.
A finales del siglo XV, cuando en
1483 termina la invasión y conquista de
Gran Canaria, y comienzan los repartimientos de tierras y aguas entre los que participaron en la
misma. Gran Canaria se dividió en tres distritos de repartimientos: Las Palmas, Gáldar y Telde, y se eligieron tres diputados por
cada uno para que se uniesen al delegado del gobernador para efectuar los repartimientos, el distrito de Gáldar se
extendía desde “Aumastel hasta la villa de
Nicolás”.
Por tanto debemos tener presente
que hasta noviembre de 1526, fecha en la que surge Guía de Gran Canaria, como
villa independiente, cuando el gobernador Martín Fernández Cerón le concede
“alcalde e vara de justicia”, toda la documentación existente hasta esa fecha,
describe todos los lugares dentro de la jurisdicción de Gáldar.
Al Cabildo de Gran Canaria le
fue concedida la facultad de adehesar
por real cédula de 20 de febrero de 1495, pero se desconoce el momento, cómo y
cuáles fueron las dehesas y ejidos que
se le asignaron. En las Ordenanzas de 1531 se mencionan las de Tafira, Tamaracite, Tasaute, Vega Vieja, Vegueta de
Porras, Tasautejo y Gamonal, sin embargo las que acabaron adquiriendo el
carácter de dehesas concejiles fueron
las de Tamaraceite, Arucas, Tamaragáldar
y Pico de Viento. En cualquier caso su concesión debió hacerse en fecha temprana.
Desde el comienzo de los
repartimientos, la organización de las actividades agrarias y ganaderas
contaron con una legislación de obligado cumplimiento, y vigilada por el Cabildo para que así fuera.
En el caso de las actividades
ganaderas su organización se centraba en
tres puntos principales: delimitación y aprovechamiento de las zonas de pasto, ordenación de la
trashumancia y reparación de los daños ocasionados por el ganado. La ejecución
de esta normativa correspondía a los cabildos como queda dicho, cuyo
intervencionismo en el tema casi anuló las iniciativas de los ganaderos.
La realización del primer punto (zonas
de pastos) era exigencia previa al desarrollo de la ganadería. Por esta razón,
la preocupación por el mismo se encuentra presente desde el momento de los
repartimientos, para cuya realización los monarcas ordenaron reservar tierras
para “dehesas y pastos común”. Su consecución se obtenía mediante el
aprovechamiento temporal de las tierras de cultivo y la creación de zonas de pastoreo
comunitario.
La entrada de ganado en los
campos de labor afectaba únicamente a las tierras de “pan llevar”, tanto de particulares como de
dehesas temporalmente cultivadas. Por ello, estas tierras estaban libres de la obligación
general de cercar las heredades. Esto no quiere
decir que no existieran cercas o vallas en algunas de estas propiedades,
sino en caso de existir, debían tener
portillos capaces de permitir el paso de los ganados. Dicha entrada comenzaba una vez recogidas las cosechas, o
dicho en término de la época, tras
“la derrota de las mieses”, y
duraba hasta la nueva siembra. Este aprovechamiento colectivo de los rastrojos
está precisado en las ordenanzas de Gran Canaria en el sentido de separar unas
zonas para el ganado mayor y otra para el menor, y dentro de estas limitaciones
el apacentamiento de cerdos desde el día de Santiago hasta el de San Miguel.
Las zonas especialmente
destinadas a pastos era las dehesas, los baldíos y las superficies
aprovechables de los montes de propios. Las
dehesas tenían una utilización fundamentalmente ganadera, aunque también
podían ser cultivadas en algunas épocas del año.
El destinatario de estos pastos
era el ganado de labor, por lo que en la mayoría de las dehesas estaba
prohibida o restringida la entrada de ganado menor y de vacas y yeguas que
pacían en hatos o yeguadas.
En Gran Canaria, la prohibición
sobre el ganado menor o en hatos era permanente, con excepción de los animales en tránsito y de los
importados con destino a la carnicería.
Por el contrario, existía una
dehesa, la del Gamonal, exclusivamente dedicados a ellos.
La vigilancia de las dehesas está
confiada a los montaraces o guardas de campo, que recaudaban las penas en que incurrían los
infractores. En Gran Canaria se designaban, además, inspectores de dehesas, que se
ocupaban de la renovación de los mojones a fin de preservar sus límites.
Y hablando de límites, cuales
eran los de la Dehesa, entonces de Gáldar,
también denominada como veremos Dehesa
de Tamara-Gáldar.
Los límites son imprecisos, no se
saben con exactitud, pero todo indica que su superficie era muy grande, y que
se extendería desde Guía Casco hasta el
Paso de María de los Santos, y dentro de cuyos límites estarían además otros
pagos que fueron creándose y naciendo a medida que Guía fue creciendo, así
estarían Carne de Agua, Ingenio Blanco, San Juan, el Gallego, Calabozo y Paso
María
de los Santos, Ábalos, etc.
Es indispensable decir, antes de
seguir, que a parte de los conquistadores también hubo repartimientos a vecinos
que no participaron de manera directa en
la conquista, y fue el caso de algunos genoveses, como la familias Riverol,
Cairasco, Sopranis, que recibieron tierras en lo que en esa época se denominaba
Tierras Blancas.
Y decimos esto porque uno de los
primeros documentos que hablan del topónimo origen del barrio actual de Guía,
está relacionado con una de estas familias, pues en 1503 es denunciado Batista
de Riverol por el Gobernador de Gran Canaria por exceder sus propiedades en el
valor de 200 mil maravedís, tal y como establecía la pragmática de los Reyes
Católicos que se pregonó en Gran Canaria el 14 de junio de 1498, por la que
se prohibía a todos los extranjeros
tener propiedades de valor superior a la cantidad citada, en la denuncia se
acusa a Batista de Riverol de tener “ una fuente y un pedazo de la Dehesa de Gáldar, que posee
sin titulo justo, sino que no estando gobernador en la isla hizo un convite a
los labradores y a un escribano y dejáronle más un pedazo de la dehesa, que
valdrá con la dicha fuente quinientos ducados de renta”.
La principal hacienda de los
Riveroles se hallaba situada en el “Valle de las Garzas”, y alcanzaba el
Ingenio Blanco, también suyo.
También el conquistador Sancho de
Vargas y Machuca recibe repartos en
Tierras Blancas, y por su testamento hecho en Tenerife el 21 de marzo de 1509,
sabemos que poseía “ una suerte de tierra en Tamara -Gáldar, con el cuarto de
las aguas que le corresponde y la mitad
de las cañas que están en la ladera de Batista de Riverol”, vemos claramente
que las tierras de ambos lindan y por tanto se encuentran en la que también se
denominaba Dehesa de Tamara –Galdar.
Sin duda el topónimo de dehesa de
Tamara-Galdar con el crecimiento poblacional y los nuevos asentamientos rurales
se va restringiendo espacialmente, en su localización física, pues surgen
dentro de ella nuevos topónimos como: Ingenio Blanco: lugar donde los Riveroles
tenían un ingenio azucarero a principios del siglo XVI.
Carne de Agua: Por tener en la
zona tierras Salvador Fernández de Carne de
Agua (1529) Gallego: por ser
tierras de Gonzalo Gallego(1513). Fregenales: por ser tierras de Alonso de
Fregenal (1513).
De esta manera estos nuevos
topónimos situados dentro de la
Dehesa de Tamara-Gáldar aparecen combinándose o soslayándose,
como lo prueba un documento de 1552, un poder especial que el dos de agosto de
ese año, Bertina de Riverol hace a Francisco y Alejo de Riverol para que la
representen en la partición de bienes de sus padres Batista de Riverol y
Francisca Quesada: “ … en razón de la
hacienda y heredamiento de tierras, aguas y cañaverales con todo lo a ello
anejo… en el termino de Tamara-Gáldar
donde dicen el Ingenio Blanco”.
A finales del siglo XVII, surge
un nuevo topónimo en la zona que de alguna manera solapará al de La Dehesa, pues en 1690, el
capitán Juan de Vitoria y Velez de
Guevara, construye junto a su mujer, la ermita de San Juan.
La dotación económica de la capellanía y
patronato queda impuesta, situada y señalada
“sobre un cercado que dicen Los Llanos que tenemos la mitad plantado de
viña, y sobre una suerte de agua del heredamiento del Palmital,aneja y
perteneciente a dicho cercado que será de 6 fanegas y que va desde la villa a la Dehesa y la acequia del
Palmital, por arriba callejón que entra en dicho camino y hacienda de la dicha
ermita y por otro lado el cercado que dicen la Longuera, que es
nuestro…”.
Este nuevo topónimo, San Juan,
aparecerá a partir de entonces combinado
en muchas ocasiones con el de la
Dehesa, formando una única localización, pues en muchos
documentos desde entonces se señala el pago de “San Juan y Dehesa”.
Si esto lo vemos a finales del
siglo XVII, un siglo después, a finales del siglo XVIII, principios del XIX,
podemos ver que en las “Estadísticas de
las Islas Canarias 1793-1806”
de Francisco Escolar Serrano, cuando nos habla de la Villa de Guía de Gran
Canaria, en el apartado del estado de la agricultura, sistemas de explotación,
régimen de tenencia, producción y valor de las tierras, nos dice: “Las tierras
concejiles en Guía son la
Dehesa de Tamaragaldar destinada a frutos, y el Prado a
hierbas, pero sus rentas las percibe el Cabildo de Canaria”.
Y en el apartado de población y
razón de los vecinos que tiene esta jurisdicción con distinción de sus
distintos pagos, señala: Montañeta, San Juan y Tamaragaldar con 13 vecinos,
vemos pues una vez más como aparecen unidos San Juan y Dehesa.
Comprobamos este binomio también
en otro estudio, en este caso el de Pedro de Olive que en el año 1865 publica
el “Diccionario Estadístico –Administrativo de las Islas Canarias”, en el que
señala en Guía al hablar de sus caminos vecinales “el camino de San Juan y
Dehesa de 1 legua de longitud y que parte de la ermita de San Sebastián y
termina en el Peñonal”.
Queda claro que a partir de la
construcción de la ermita de San Juan de la Montañeta en el siglo
XVII, lo nombres se superponen, señalando el espacio físico de ambos topónimos,
pues los límites de los pagos son imprecisos.
De ello podemos citar varios
ejemplos más:
En el año 1874, cuando el
alguacil del Juzgado de 1º Instancia de Guía, embarga a José Pérez González
unas tierras, en el expediente se indica:
“En el pago de La Dehesa o de San Juan, jurisdicción de la ciudad de Guía a 27 de octubre
de 1874, el alguacil Juan Morera cumpliendo lo dispuesto en el anterior
mandamiento, por ante mi el escribano requirió a don José Pérez González…. Y embargó lo
siguiente “ un suelo de tierra de secano situado en este pago, que linda al
naciente con tierra de Sebastián García, al poniente con acequia de la Dehesa, al norte con
tierras de Martín Pérez y al sur con las de los herederos de María Luisa
García de cuya finca se halla enclavado un albercón de tosca”.
Otro ejemplo y que además es más
significativo, es el de una partición de
1881, que describe una finca de la siguiente manera:
“una hacienda denominada Abalos
en la que se comprende un trozo con el nombre de María de los Santos situada en
el pago de La Dehesa,
termino municipal de esta ciudad, y tiene todo una superficie de 13 fanegadas, 2 celemines; y linda al
naciente con camino real que va al Paso, al poniente con terrenos llamados de
Antón Pérez de la pertenencia a Rafael Tavares, al norte con terrenos
denominados Abalos de abajo que corresponden a José María Valdés y otros
terrenos llamados de Antón Pérez que administra Juan Pestana y al sur con
tierras de herederos de José Guillén y que fueron de Catalina Martín y camino
que va al Paso de María de los Santos”.
Como se ve lo que abarca el pago
de la Dehesa
es muy amplio, así en el año 1893 el matrimonio formado por Cecilia Santiago
Pérez y Bartolomé Morales Bolaños arriendan varias fincas, entre otras: “un trozo de tierra entre labradía y arrifes
bajo de riego, situado en dicho pago de la Dehesa, donde dicen el Malpaís que linda al
naciente con tierras de Antonio Rodríguez García, al poniente con las de don
Juan de la Encarnación García,
y al norte y sur el mismo Rodríguez. Aquí vemos otro topónimo asociado a La Dehesa, el Malpaís.
Queda claro pues por todo lo aquí dicho que el topónimo la Dehesa abarca linderos
imprecisos.
Añadir que el topónimo La Dehesilla está asociado
al de La Dehesa,
así en el año 1876, la familia Tavares y
Nava, de Tenerife, emprenden acciones de desahucio contra el vecino de Guía
,Faustino Molina Benitez que ocupa: “un terreno de secano en parte y en parte
de riego situado en el precitado pueblo de Guía nombrado La Dehesilla”.
O en un contrato de arrendamiento de 1901,
entre Gertrudis López Miranda que
arrienda a Manuel García ramos varios trozos de tierras entre
otros:
“Un trozo de tierra junto al
barranco del Paso todo plantado de cañas común para alimento de animales, cuyo
trozo linda al naciente con un trozo de tierra de labor de la misma otorgante,
al poniente con el barranco del Paso y hacienda de la Dehesilla, al norte con
tierras de Francisco Reina y al sur con este mismo”.
Por último señalar como
curiosidad, que el término La
Dehesa podemos
encontrarlo en la Enciclopedia Universal
Ilustrada Europeo Americana Espasa Calpe (1925), como nombre de varias entidades de población en
España, señalando en Canarias una en el
municipio de Guía. (Sergio Aguiar Castellano).
1901.
Cruz de Las Tabladas, La
Aldea Gran Canaria.
Otras denominaciones: Cruz de las Tabladas (la de tea). Cruz del Milenio (la metálica). Cruces del Siglo.
Antecedentes: El Papa León XIII, recomendó para recibir el nuevo siglo (tránsito del siglo XIX al XX), la colocación de la Cruz del Redentor en las cumbres mas altas como símbolo de la cristiandad. La Aldea también cumplió con ella y colocó la Cruz del Siglo en Las Tabladas en 1901.
Hasta 1952, Las Tabladas era un cortijo o vuelta de ganado, y lo mas sobresaliente era la disputa entre Medardo y Guillermo Medina por las lindes, así como el paso de ganado de uno a otro predio. Intervino el Juzgado de Guía que amojonó ambas haciendas pero en las oscuras noches de invierno, las «brujas» de Castañeta los «mudaban». Parecía no tener fin, hasta que alguien propuso un «arreglo» con una «ronada» y un caldo de pescado en la Marciega y así acabaron sus diferencias.
A partir de los años cincuenta, nace un asentamiento urbano como consecuencia de las explotaciones agrícolas del alto de Las Tabladas. Su crecimiento fue muy rápido y en poco tiempo contaba con otros servicios: pista/carretera, tienda, escuela e iglesia dedicada a la Virgen de Fátima, cuyo festejo se celebraba con entusiasmo en el mes de Mayo.
Historia: Nos queda la emoción y el testimonio, muy escueto, de Manuel Afonso Moreno, tras la colocación de la Cruz del Siglo en 1901. Tenía 15 años, y asistió como otros jóvenes al alto de Las Tabladas subiendo por Risco Redondo. También recuerda que «había gente como en una procesión».
En 1927, el fotógrafo Teodoro Maisch inmortalizó el valle de
La Aldea
mediante una panorámica con la Cruz de Las Tabladas en primer plano.
Resultan curiosas las interpretaciones de los viejos que observaban la cruz, augurando desgracias inmediatas: una de ellas se refería a que si se posaban uno o dos guirres en la cruz, indicaba el fallecimiento próximo de algún vecino. Y la otra, aseguraba que cuando había tres cuervos posados, uno en cada brazo y el otro en la cabeza, era señal inequívoca que alguien iba a morir. Afortunadamente, no eran muy fiables estas predicciones.
Durante muchos años se conservó la tradición de engalanar la cruz por la festividad de Mayo, y éste fue el impulso para la nueva Cruz del Milenio (y del siglo XXI) . A la iniciativa de la parroquia de San Nicolás se sumó el consistorio para recordar esta efemérides con una nueva cruz de estructura ferruginosa y extremos tubulares, hueca en su interior, preparada para albergar luminarias, y ligeramente inclinada hacia el núcleo municipal de La Aldea.
Esta es la segunda Cruz del Milenio instalada en la isla (tras la de Santa Lucía de Tirajana) pero en este caso se retrasa su inaguración hasta el 3 de Mayo de 2001. A este acto asistió la corporación en pleno, con su alcalde, el párroco D. Manuel Reyes Brito y alrededor de 400 personas. (crucesgc.blogspot.com/)
1901 enero 1.
“Cruz
del siglo”Gran Canaria. Otras
denominaciones: Cruz de Hoya Alta
Antecedentes: El Papa León XIII, recomendó
para recibir el nuevo siglo (tránsito del siglo XIX al XX), la
colocación de la Cruz
del Redentor en las cumbres mas altas como símbolo de la cristiandad.
Teror también cumplió con ella y
colocó la Cruz del Siglo en Hoya Alta.
Casi
cien años después, la cruz de tea ha sido repuesta por iniciativa de los
vecinos, conservando la original en la
Casa de la Cultura. La de 1901 (de tea, en
su ubicación actual): 28R 446091 y 3103871 (la original, trasladada a las
dependencias del «Palacio
Episcopal», hoy «Casa de la Cultura») La
de 1955
y la de 1999:
28R 445450 y 3103186 para las dos Cruces de Hoya Alta (la metálica con
luminarias y la repuesta por los vecinos).
Historia: La cruz de tea original procedía de la cumbrera de una
vieja vivienda, próxima a la plaza de la villa, que perteneció a José Romero Matos. Los dos maderos de seis y tres metros fueron llevados a
hombros, hasta la cima durante ocho horas. Según cuentan en la villa, no se
pudo trasladar de otra forma porque un ilustre vecino que posteriormente fue
máximo responsable municipal, no permitió el paso de La Cruz por su propiedad.
Ante esta circunstancia, el primer día del siglo, 1 de Enero de 1901, el
párroco Judas Antonio Dávila Hidalgo, la bendijo en la Basílica, y el pueblo la acompañó de forma
masiva en la subida a la montaña. En el alto se celebró una misa solemne de
tres sacerdotes con órgano, coro de cantores y panegírico.
(crucesgc.blogspot.com/)
1901 enero 5.
Una aproximación al movimiento
obrero en la ciudad de La
Laguna Tenerife, según María F. Núñez.
A
pesar del escaso desarrollo de la conciencia obrera en Canarias durante este
período no faltan algunos ejemplos que, al margen de las reivindicaciones
laborales, nos hablan del avance de los ideales del asociacionismo. Uno de
ellos es el establecimiento de empresas gestionadas
por los propios obreros, como la fábrica de pan colectiva que funcionaba
en La Laguna a
principios de siglo.
No es habitual que
en estos años la prensa burguesa, aún la de signo
más liberal, apoye abiertamente los intentos de organizar el movimiento obrero en las islas. Por ello sobresalen
actitudes como las adoptadas por el
lagunero La Reglón
Canaria, periódico en el que es habitual la firma de Manuel Déniz Carballo,
redactor de El Obrero, órgano
de la Asociación
Obrera de Canarias, al que en ocasiones se apoya explícitamente, informando además de las
actuaciones más destacadas de la
citada asociación, presidida por José Cabrera Díaz. No falta tampoco la
trascripción de algunos artículos de El Obrero, y más
esporádicamente referencias al resto de la prensa obrera, especialmente cuando
ésta sufre los efectos de las denuncias y la censura.
Ya
en 1904 La Laguna
cuenta con la «Sociedad católica de Obreros», de la
que se informa habitualmente en la prensa de la ciudad, y que
anualmente da a conocer su memoria de actividades. La Región Canaria la incluye,
en su número de 10 de julio de 1912, entre las instituciones que acudieron a
recibir a la comisión que en Madrid había defendido la
unidad provincial y La
Información publica una convocatoria
de junta general extraordinaria en septiembre de 1915.
Por
lo que respecta a la prensa de La
Laguna, La
Región Canaria, cuya
publicación se inicia en 1909, rompe totalmente con la línea de apoyo
al movimiento obrero que había caracterizado a su predecesor en el
nombre, para adoptar una actitud totalmente contraria a cuanto pueda suponer
reivindicación social, especialmente después de la Semana Trágica
de Barcelona. En tal sentido destacan sus ataques al socialismo y anarquismo,
así como a la figura de Lerroux. A pesar del fuerte tono conservador
del periódico el 4 de mayo de 1912 se da la noticia de la muerte
del «que fue nuestro estimado amigo D. Secundino Delgado».
En
contraste con lo ocurrido en algunas zonas de la península, escasa
debió de ser la conflictividad social de estos años en las islas y cuando ésta
se produjo fue en parte silenciada por la prensa lagunera, que
prefería dar cabida a las consecuencias negativas que las reivindicaciones del
movimiento obrero provocaba en las grandes capitales, así como de
acontecimiento concretos de gran repercusión popular. Una de las excepciones a tal actitud estuvo motivada por la huelga de estibadores de carbón de Sta. Cruz, de la que
informa en su número de 10 de enero
de 1912 El Periódico, quien acusa en un artículo posterior a las huelgas obreras del supuesto declive de la
actividad portuaria. En las mismas fechas El Diario de Avisos notificaba
de las medidas adoptadas en Sta. Cruz «en previsión de cualquier conflicto que
pudiera ocurrir con motivo de la
huelga que continúa sin solución».
La coyuntura de la
Guerra Mundial.
A
comienzos de 1914 se hallaba constituida en La Laguna la Juventud
Obrera, con local en la Plaza
de la Concepción. Las
actividades de las que informa la prensa nos hacen pensar en una
de las sociedades propias del siglo anterior: organización
de un cuadro teatral, preparación de sesiones
literarias y solicitud a Madrid de fondos para una biblioteca
propia I3!i. La velada inaugural se celebró el 8 de febrero, con
un discurso de A. Díaz Bethencourt. En los meses siguientes se seguirá
informando de sus actividades, encaminadas a dotar al obrero de la cultura de
la que carece, necesidad que deberían cubrir escuelas creadas
a tal fin. Ante su ausencia la Juventud Obrera inicia la actividad
docente el 1 de octubre de 1915 sólo con la promesa de una subvención por parte
del Ayuntamiento, ratificada esta en sesión de 2 de febrero de 1916.
La
utilización de mecanismos legales es evidente en la actitud de los
dependientes de tejidos de La
Laguna al dirigirse al alcalde conservador,
Lucas Vega, solicitando se respete el descanso dominical para el
gremio. De forma paralela asistimos a una renovada actitud paternalista en un
sector de la prensa hacia las necesidades de las familias trabajadoras,
como se observa en las peticiones de El Periódico en favor de
la construcción de casas para obreros.
Más
reivindicativa podemos suponer la actitud de la Federación Obrera de Sta. Cruz que ocasionalmente convoca a los
obreros laguneros «para recabar el apoyo de sus compañeros en esta
Ciudad». Así ocurrió el 18 de julio de 1915, en una reunión en la que la
concurrencia había sido escasa, según publica al día
siguiente La
Información. Meses después el mismo periódico analiza las
consecuencias derivadas de las huelgas que se producen en la capital «con lamentable y perjudicial frecuencia», poniendo en duda la
capacidad del gobernador, a quien no
obstante se califica de pundonoroso militar y correcto caballero.
La guerra en Europa y sus consecuencias de paro y encarecimiento
de los productos básicos en Canarias creará nuevos, focos de atención hacia la
situación de las clases obreras, utilizada incluso como arma política por los partidos tradicionales. Así los mauristas laguneros no dudan en dirigirse a la opinión pública
reclamando su atención sobre las
circunstancias por las que atraviesa «la clase menesterosa»:
«Centenares
de obreros laguneros piden trabajo que no encuentran,
que a nadie preocupa proporcionarles ¿ Qué hacen las autoridades locales? (...) ¿Qué obras públicas se están aquí llevando a cabo?».
El
empeoramiento de la situación es reconocida por los responsables políticos, si
bien sólo se plantea como respuesta el abaratamiento del trigo y
el establecimiento en la ciudad de la Cocina Económica.
En este contexto es
fácil explicarse la creación de la Asociación Obrera, cuyo reglamento fue aprobado por los doscientos
asistentes al acto celebrado el 12
de julio de 1918. En la misma reunión se acordó solicitar de la
Alcaldía la rebaja del pan y se denunció la actuación de acaparadores y especuladores.
El 22 de agosto se produjo una manifestación organizada por la Asociación
Obrera, en
protesta por la salida de trigo de La Laguna. Presionado por las circunstancias el
Alcalde, que había considerado el acto como
ilegal, hubo de recibir una comisión que expuso sus peticiones.
A
lo largo de los meses siguientes la Asociación estrecha lazos con otras
formaciones obreras, mientras que el problema de las subsistencias
sigue impulsando su actividad. Entre los actos celebrados en 1919 destacan
la reunión del 1 de mayo en el Teatro Viana y el mitin que el domingo
23 de noviembre organizó el gremio de carpinteros de La Laguna en el mismo
escenario, con asistencia de representantes de la Federación Obrera del Puerto de La Cruz y de la Juventud Socialista
de Sta. Cruz.
Durante
este período la Asociación
hubo de sufrir presiones desde distintos frentes, interesados
en su intervención en la vida política local en
favor de grupos de poder enfrentados. En tal sentido se incluye la suspensión
de la conferencia que había de impartir el presidente de
los socialistas santacruceros, denunciando La Información coacciones
caciquiles en su número de 18 de febrero de 1919. El mismo periódico
fuerza, a lo largo del mes de julio, a la directiva de la Asociación
Obrera a intervenir más activamente en la exigencia al Ayuntamiento
de una reducción en el precio de venta del trigo.
No
obstante el hecho más llamativo provocado por esta situación se
produjo con la participación de la Asociación Obrera en un mitin celebrado
el Teatro Viana el domingo 23 de febrero con ocasión de los recientes sucesos
de Granada. En el transcurso del mismo los seguidores de Benito Pérez Armas se
enfrentaron al estudiantado fiel a Adolfo
Cabrera Pinto, motivando la intervención de la Guardia Civil.
De
forma paralela las primeras dificultades internas han hecho su aparición.
En el agitado febrero de 1919 había sido elegido presidente de
la Asociación Obrera
el médico Guillermo de la
Paz Cabrera, en el transcurso
de una junta caracterizada por su tirantez. Anulada la junta
en la que se produjo la elección ésta hubo de repetirse, presentando su
candidatura a la presidencia Paz Cabrera, Rodríguez Manzano y Francisco
Padilla. Es finalmente este último, quizás como solución
intermedia, el elegido.
Sin embargo lejos de
quedar superada la división interna ésta se ha
acentuado y después de una reunión preparatoria el Secretario de la Asociación convoca una Junta General para el 16 de
diciembre, en la que había de decidirse la disolución o la
reorganización. Ese mismo día el Secretario,
Saturnino Tejera, publica un artículo en La Información acusando a los
obreros de La Laguna
de haber servido al caciquismo y a
uno u otro partido, al tiempo que abandonaban la Asociación acusándola de
hacer política. De esta asamblea surge una nueva directiva, presidida por
Antonio Miguel García.
En
un año rico en acontecimientos se funda, el 14 de marzo, la Asociación Socialista de La Laguna,
presidida por Miguel García Delgado, y a la que dedica un primer
mensaje El Socialista de Sta. Cruz.
Unos
meses después La
Información hace protagonistas a los socialistas de los
intentos de unificación de las fuerzas obreras del Puerto, La Orotava,
La Laguna y
Sta. Cruz.
En
la misma línea el 13 de abril de 1920 se reúnen en la Asociación
Obrera carpinteros y similares con el fin de reconstituir su gremio.
Es elegido presidente José Rojas del Castillo. Reorganizados podrán,
en el mes de agosto, exigir un sustancial aumento en los jornales, fundamentando
su petición en la fuerte carestía a la que se hayan sometidas
las islas.
A
lo largo de 1921 destaca entre las acciones llevadas a cabo por la Asociación Obrera
el mitin del domingo 22 de mayo en protesta por el aumento
de las tarifas de arbitrios, cuyas conclusiones son entregadas al Alcalde. Ya
en octubre inicia una suscripción para socorro de los trabajadores rusos.
En estos mismos
momentos La Información,
en plena campaña moralizante, culpa a
los obreros, dirigidos por socialistas y sindicalistas, de la carestía
existente, al exigir sólo aumento de los salarios, sin denunciar el incremento de los precios.
Esta
nueva actitud del citado periódico se refuerza según avanza el
año, llegando a solicitar la supresión de todos los periódicos considerados
revolucionarios, concepto en el que se incluían socialistas, sindicalistas y
ácratas. Al mismo tiempo que se abandona el seguimiento informativo de las asociaciones obreras y se ataca con dureza todo cuanto pueda recordar al socialismo, se da
cabida a la campaña sindical católica que había de reconducir a los obreros al
espíritu de concordia entre las
distintas clases sociales.
Los
dos años siguientes harán de La
Información mecanismo adoctrinador
de un movimiento obrero católico, conciliador y moralizante.
Sólo el consejo de guerra contra Domingo Pérez Trujillo, redactor
de La Voz
del Pueblo del Puerto de La
Cruz y Presidente de la Asociación Obrera
de aquella ciudad serán objeto de atención informativa para
este periódico lagunero que terminó por ignorar cuanto hacía
referencia al asociacionismo no católico.
Continúa en la entrega siguiente.
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