Sesenta y seis años habían
transcurrido desde aquel fatídico 12 de Mayo de 1880 en que el buque Senegal
era atrapado por la baja de Gando. Uno a uno irían cayendo en distintas épocas
y casi de forma escalonada buques de gran tonelaje, como si el mar exigiera un
tributo de peaje que había que pagar en una insignificante roca perdida en el
Atlántico en la isla de Gran Canaria en las costas de Telde y que a dos metros
de la superficie acechaba cautelosa a aquellos barcos que predestinados por un
extraño sino chocaban contra sus rompientes.
La silueta del legendario vapor
Monte Isabela pintado de negro y con chimenea de amarillo, rematada con una
"A" roja en el centro, jalonó una histórica etapa en sus viajes por
el Atlántico.
Monte Isabela, antiguo Atxeri Mendi. El Atxeri Mendi se boto el 27 de noviembre de 1920 por el astileros de Ropner, en la localidad de Stockton. Era gemelo de los Alu Mendi, Arinda Mendi, Axpe Mendi y Aizkarai Mendi, construidos por el mismo astillero. Tenia el numero de grada 536.
La
Naviera Aznar y el
Monte Isabela
El vapor Monte Isabela fue botado
en 1921 en Stockton (Inglaterra) por “The R.S.B.S.R.C.S.L.” y pertenecía a la Naviera Aznar S. A.
de Bilbao a la cual había sido transferido en 1939, habiendo navegado con el
nombre de “Atxeri mendi”, en la
Empresa por aquel tiempo denominada Sota y Aznar. La mayoría
de sus buques estaban dedicados al transporte de mercancías. Al iniciarse la Guerra Civil Española
quedaron repartidos en ambas zonas beligerantes de la contienda; algunos fueron
hundidos. Poco después de finalizar la Guerra Civil, en Junio de 1939, la entidad se
convirtió en naviera única. A todos los barcos de la antigua compañía naviera
mercante “Sota y Aznar” le cambiaron sus nombres vascos “castellanizándose” por
el de “Montes”. El buque de transporte “Atxeri mendi” se convirtió en “Monte
Isabela”.
Su arqueo bruto era de 3.615
toneladas y en carga llevaba un peso muerto de 8.425 toneladas. Sus medidas en
metros: eslora, 107,28; manga, 14,84; puntal, 7,57. Estaba provisto de un motor
a vapor de 1.220 H.P.
La tripulación del Monte Isabela
estaba integrada por 34 hombres, figurando entre ellos como agregado un hijo
del práctico del Puerto de la Luz
señor Mora.
Navegaba bajo el mando del
capitán de la marina mercante D. Francisco García y García, siendo despachado
en Las Palmas por “Aucona”.
El buque siniestrado había
descargado unas cinco mil toneladas de maíz entre el Puerto de la Luz y el de Santa Cruz de
Tenerife, de donde regresó para proveerse de carbón.
Una larga odisea por el Atlántico
Durante la primera mitad de la
década de 1940 el Monte Isabela surcó los mares en una época sumamente
peligrosa, no por huracanes ni tormentas, sino por la terrible contienda
mundial que se desarrollaba y de la que en muchos casos eran víctimas inocentes
barcos de carga. En esta etapa la presencia del Monte Isabela era especialmente
apreciada, pues en él venía el grano para las Islas y la Península en una época
especialmente triste de la historia de nuestras islas, donde por efectos de la
contienda recién terminada y por la que se desarrollaba, la entrada de
suministros procedente del exterior era escasa.
En esta etapa sus viajes
estuvieron consignados por las Casas locales Camilo Martinón y Aucona.
A finales de Junio de 1940 había
llegado a Las Palmas con un cargamento de cereales procedente de Concepción
(Uruguay). El 29 de Agosto de 1942 arribó desde Argentina descargando trigo y
otras mercancías para la población, continuando luego viaje para Valencia
después de repostarse. A principios de Diciembre de 1942 llegó a Santa Cruz de
Tenerife para descargar la mitad de los cereales que traía, siendo despachado
para Bilbao donde desembarcó a mediados de mes la otra mitad. Junto a sus
compañeros “Monte Gurugú”, “Monte Icherta”, “Monte Orduña” y “Monte Solluve” se
encontraba navegando por el Atlántico procedente de la Argentina para descargar
en Canarias y Península cereales, habiendo entrado en el puerto de Las Palmas
en la mañana del 25 de Abril de 1943 con 7.000 toneladas de cereales para Gijón
a donde siguió viaje por la tarde.
En Enero de 1944 transportaba un
cargamento completo de bacalao desde Filadelfia con destino a Bilbao. Después
de llegar de Argentina con trigo para abastecimiento nacional, a principios de
Junio de 1944, embarcó con destino a Pasajes 12.413 piñas y 475 paquetes de
plátanos, y 3.488 canastas de tomates. En la mañana del 4 de Febrero de 1945
llegó al puerto de la Luz
procedente de Buenos Aires, descargando 2.600 toneladas de maíz y 90 toneladas
de leche en polvo, continuando viaje a Tenerife donde dejó 2.400 de maíz y
leche en polvo. A mediados de Marzo fue despachado para Buenos Aires después de
proveerse de carbón. El 31 de Agosto del mismo año entró en el puerto de la Luz procedente de Rosario con
cargamento de cereales para Gijón, habiéndose proveído de carbón.
El 19 de Octubre pasó por las
Palmas vía Tenerife con destino a Buenos Aires con un cargamento de carbón para
ambas capitales. A mediados de Junio de 1946 llegó a Las Palmas desde Buenos
Aires en tránsito con cereales descargando una importante partida, proveyéndose
de carbón. El 6 de Septiembre de 1946 llegó de Buenos Aires para descargar
5.000 toneladas de maíz con destino al abastecimiento de las islas. El 18 de Septiembre
después de descargar los cereales en Tenerife regresó al puerto de la Luz en lastre para carbonear y
continuar viaje hacia Cuba, a cuyo destino no pudo llegar cuando en la tarde de
un domingo soltó amarras en nuestro puerto y puso proa al sur para dirigirse a
América encontrándose en su camino la fatal “baja de Gando”, en aquel aciago
día en que desapareció un barco que había cruzado multitud de veces el
Atlántico en sus viajes de ida y vuelta al Nuevo Mundo y que tantos servicios
había prestado a nuestras islas.
El naufragio
Un nuevo suceso marítimo se
producía en la baja de Gando donde el Monte Isabela quedó hundido al anochecer
de un viernes 20 de Septiembre de 1946. El buque había salido del Puerto de la Luz entre las seis y siete de
la tarde, en lastre y con destino a Cuba, donde debía cargar azúcar para
Inglaterra. El mar estaba en completa calma y el Monte Isabela costeaba las
aguas del Este de la isla en el que sería el principio y fin de su viaje.
Casi a la hora de navegación,
cuando pasaba por aguas de Gando, chocó violentamente contra un “cuerpo
extraño”, desapareciendo rápidamente de la superficie.
La catástrofe se produjo con tal
rapidez que el barco quedó clavado de proa. Antes de desaparecer de la
superficie, la chimenea voló por los aires, desprendiéndose el puente y otros
departamentos del navío con gran violencia, desapareciendo entre las aguas 15
minutos después, a las ocho exactamente.
La confusión a bordo fue enorme.
Los tripulantes sorprendidos por el inesperado siniestro, apenas tuvieron
tiempo para lanzarse al agua con algunas balsas y asidos a maderos que
flotaban, permanecieron así cerca de una hora. Algunos quedaron agarrados al
pedazo de puente que se desprendió.
Según versión de algunos
tripulantes, por la aparatosidad del choque, dio la impresión que el buque
había chocado con una mina, pues al producirse el siniestro se oyó un ruido muy
fuerte y extraño. Las secuelas de la pasada guerra aún pervivían.
El radiotelegrafista dejó cortada
la llamada de auxilio y todos se lanzaron al agua con la rapidez que el caso
requería.
El capitán, que se obstinaba en
permanecer a bordo fue lanzado al agua por el fogonero canario Antonio Jiménez
de la Nuez, uno
de los desaparecidos del siniestro juntamente con el cocinero.
El salvamento
El radiotelegrafista del Monte
Isabela logró lanzar la primera llamada de auxilio que aunque quedó cortada por
la rapidez de los acontecimientos, al tenerse que abandonar el buque con
celeridad; afortunadamente fue recogida por la estación costera y comunicada
con la rapidez del caso a las autoridades competentes.
El último contacto con el Monte
Isabela se produjo sobre las ocho de la noche, cuando se recogió por telegrafía
una lacónica y estremecedora llamada de socorro: "Estamos a 20 millas. Nos
hundimos rápidamente".
Inmediatamente de conocido el
accidente comenzaron las operaciones de salvamento de los tripulantes, que en
parte se habían echado al agua en barcas y botes; en estas operaciones,
participaron ejemplarmente elementos civiles y militares que acudieron con
rapidez al lugar del suceso, a donde hizo también acto de presencia el alcalde
de la ciudad de Telde don Manuel Álvarez Cabrera.
Las autoridades marítimas habían
dispuesto que el remolcador Gran Canaria saliera del Puerto de la Luz para auxiliar a los
náufragos. El vaporcito pesquero San Juan que venía de la pesca, fue la primera
embarcación que llegó al lugar del suceso recogiendo a los primeros náufragos.
Los restantes fueron salvados por el Gran Canaria. La mala suerte se cebó con
el pequeño pesquero, pues sufrió una avería siendo arrastrado al garete en
dirección al Sur teniendo que ser auxiliado por el Gran Canaria cuando ya se
encontraba cerca de Arguineguín. También acudieron como siempre los “barqueros”
de la zona de Gando.
Algunos barcos en ruta que
también recibieron el S.O.S. lanzado por el Monte Isabela trataron de acudir al
lugar del siniestro. Uno de estos buques fue el Monte Nafarre, que había salido
del Puerto de la Luz
para Cádiz con tabaco. El otro fue uno inglés que también había abandonado
nuestro puerto. Pero la estación costera comunicó a los mismos que ya habían
acudido embarcaciones ligeras para recoger a los tripulantes del Monte Isabela
y aquellos siguieron ruta. También un avión de la base de Gando voló inmediatamente
sobre el lugar del suceso, informando que los tripulantes del vapor hundido
permanecían a flote en balsas y maderos desprendidos del buque.
Durante toda la noche, posterior
al suceso se realizaron activas búsquedas que dieron por resultado el hallazgo
de 32 hombres de los 34 que componían la tripulación, echándose en falta a dos,
ignorándose si habían desaparecido en el accidente o se encontraban aún a bordo
de algún bote.
El buque se hundió en seguida,
sin dejar rastros que permitieran precisar el lugar de la catástrofe. Por ello,
el Gran Canaria pasó gran parte de la noche buscando, infructuosamente por
todos los alrededores del sitio dónde suponía se había producido el
hundimiento.
En la tarde del día siguiente al
naufragio el remolcador Gran Canaria que realizaba exploraciones en los
alrededores del lugar del siniestro encontró una balsa con los dos tripulantes
que faltaban habiendo fallecido el fogonero Antonio Jiménez de la Nuez, siendo la quinta y
última víctima mortal de los que de manera directa o indirecta fallecieron como
consecuencia de los naufragios relatados.
Los tripulantes salvados
perdieron sus pertenencias, viéndose precisados a lanzarse al agua solamente
con lo puesto. Todos fueron espléndidamente atendidos en Gando y trasladados
después al Hotel Central. Poco después de las dos de la tarde recibió la Estación Costera,
a cuyo frente estaba el técnico don Luis Campanario una llamada del remolcador
Gran Canaria, dando cuenta de haber hallado sobre una balsa al cocinero y al fogonero
del Monte Isabela, Antonio Jiménez y Juan Limiñana, uno de ellos vivo y el otro
muerto. Los desaparecidos se encontraban a la altura de Arinaga.
Colaboraron con el remolcador en
los trabajos de localización de los desaparecidos algunos aviones de la Base Aérea, los cuales
sólo hallaron restos del barco hundido y un bote con un trapo blanco.
Como dato curioso se puede
reseñar que en el Monte Isabela viajaba otro canario además del fogonero, un
agregado, hijo del práctico del puerto Sr. Mora resultando extraordinariamente
emocionante el encuentro de ambos una vez verificado el salvamento. Por
noticias recogidas en el lugar del suceso se supo que el “foxterrier” de a
bordo se salvó por si mismo, siendo recogido por uno de los botes que se
aproximaban a la orilla.
Epílogo
El Monte Isabela se encuentra
reposando a 72 metros de profundidad en aguas de Gando constituyendo un gran
atractivo, sólo al alcance de expertos buceadores, ya que la profundidad a que
se encuentra representa un serio peligro para aquellos que osen llegar a él sin
las condiciones de seguridad que dicha profundidad requiere.
A principios de la década de 1990
en un gráfico realizado por el segundo jefe del buque de la armada Poseidón se
comprobó que el buque estaba completamente derecho conservando su estructura.
Sobre su hundimiento se han
tejido innumerables conjeturas e hipótesis que a pesar del tiempo transcurrido
siguen sin aclararse y como casi siempre la sospecha sobre el cobro de
indemnizaciones de los seguros marítimos. (Rafael Sánchez Valerón)
Quiero testificar sobre cómo me curaron del herpes. He estado viviendo con esta enfermedad durante los últimos 11 meses, he hecho todo lo posible para curar esta enfermedad, pero todos mis esfuerzos resultaron abortivos hasta que conocí a un viejo amigo mío que me contó sobre un médico a base de hierbas llamado Dr. Oniha, dijo. Me dijo que el Dr. Oniha tiene cura para todo tipo de enfermedades, aunque nunca creí en eso porque creo que no hay cura para la enfermedad del herpes. Pero decidí intentarlo cuando contacté al Dr. Oniha, me dijo que tiene una cura para el herpes que curó con hierbas medicinales. Ordeno la medicina a base de hierbas, que el Dr. Oniha me envió a través de un servicio de mensajería que utilizo y ahora he aquí que el herpes se ha ido y ahora tengo mi vida de regreso, si estás ahí viviendo viviendo con esta enfermedad, me agradarás para contactar también al Dr. Oniha y curar esta enfermedad de su cuerpo. Soy un testimonio vivo de la cura herbal del Dr. Oniha. Gracias una vez más al Dr. Oniha por ser enviado por Dios. contacte al Dr. oniha a través de su información de contacto.
ResponderEliminarCorreo electrónico: onihaherbalhome@gmail.com
Número de Whatsapp: 1 (6692213962.
Sitio web: www.onihaspelltemple.com