ANTONIO TAVIO PEÑA
Eduardo Pedro García Rodríguez
Antonio fue un patriota canario, que desafió al
franquismo tantas veces para confirmar su condición del ácrata que dicen que
era. Visitó a Antonio Cubillo en Argel y cumplió aventuras
africanas increíbles. Cuentan -él nunca
lo negó- que una vez embarcó para el continente un cargamento de
zapatos, todos del mismo pie, que compró baratos en un remate. Se los vendió a
los ciudadanos de cierto país.
Un busto, erigido por sus amigos, perpetúa la
memoria del gran promotor Antonio Tavío Peña,
en medio de su obra más querida, Amarilla Golf, y mirando al mar. Tavío, como
lo fue su padre, encarnaba en sí mismo al hombre del sur con vocación
universal.
Un tinerfeño del mundo, lleno de inquietudes, que
no pudo ver realizados todos sus proyectos, pero sí algunos de ellos. Lita Ascanio,
su esposa, dijo en su discurso que a su marido le hubiera gustado ver hechas
realidades algunas de las otras cosas que ideó, entre ellas esos cañones de
nieve artificial que hicieran de algunos montes del Teide una estación de esquí
de primerísimo orden. Ciertos incrédulos lo definieron como un visionario, pero
la historia del turismo en Canarias está llena de visionarios como Antonio, que
han forjado nuestro pequeño mundo. Y que nos han colocado en él.
Antonio Tavío siempre vivió entre el mito y la
leyenda. Se le atribuyen innumerables anécdotas; algunas son verdad y otras
pertenecen a la imaginación popular. Pero todo el mundo coincide en destacar su
amor por Canarias, su profundo nacionalismo auténtico, su amor a la verdad y su
interés por las causas justas, aunque parecieran imposibles.
Este homenaje ha sido organizado por sus amigos y por su familia; por los que le vieron soñar, un día y otro día, con unas islas de calidad y llenas de atractivos para el visitante.
Antonio Tavío soportó y sufrió las tarascadas de la administración, fundamentalmente de la insular. Adán Martín se empeñó en arruinarlo y casi lo consigue. Pero Antonio Tavío se defendió como un jabato y desmontó la operación política tramada para echar abajo sus sueños. Y ganó. Y su Amarilla Golf y su puerto deportivo salieron adelante.
Este homenaje ha sido organizado por sus amigos y por su familia; por los que le vieron soñar, un día y otro día, con unas islas de calidad y llenas de atractivos para el visitante.
Antonio Tavío soportó y sufrió las tarascadas de la administración, fundamentalmente de la insular. Adán Martín se empeñó en arruinarlo y casi lo consigue. Pero Antonio Tavío se defendió como un jabato y desmontó la operación política tramada para echar abajo sus sueños. Y ganó. Y su Amarilla Golf y su puerto deportivo salieron adelante.
Sus hermanos y sus hijos estaban presentes en el
homenaje de este fin de semana en Amarilla Golf. Antonio permanece en ese
campo, mirando al mar. Construyó unos hoyos que se confunden con el agua del
océano. Parece que juegas dentro de él. Ahora ese busto perpetúa su memoria,
aunque los verdaderos recuerdos anidan en el corazón, que es el depositario de
los agradecimientos y de las alegrías. Y también de las tristezas.
Con Antonio Tavío, sin embargo, era imposible estar triste. Era un visionario, ya lo hemos dicho, un positivista, un hombre con un corazón mayor que todos los campos de golf que existen en el mundo.
Con Antonio Tavío, sin embargo, era imposible estar triste. Era un visionario, ya lo hemos dicho, un positivista, un hombre con un corazón mayor que todos los campos de golf que existen en el mundo.
El líder independentista Antonio Cubillo
Ferreira, amigo personal de Antonio Tavio nos legó un emotivo discurso en torno
a su amigo, la fácil y delicada prosa de
Cubillo nos obliga a adentrarnos en unos años en que la juventud parecía que
nunca se acabaría, reproduzco en su totalidad dicho artículo:
“Cuando
un amigo se va… hay un vacío que queda, solíamos cantar juntos la pandilla de
amigos, que habíamos formado y en la cual estaba Antonio, como el más joven,
cuando íbamos a las romerías de San Benito en La Laguna, San Isidro en la Orotava o en las fiestas
del barrio chicharrero de San Andrés o en Igueste de San Andrés y Tacoronte.
Cincuenta y pico años de amistad y aventuras a través del tiempo, es para poner
triste a cualquiera; luchando hasta el final contra la naturaleza y contra la
enfermedad, pero manteniendo el coraje y la hombría como pocos, se ha ido un
buen amigo, no sin antes habernos felicitado respectivamente el pasado día de
San Antonio, costumbre que mantuvimos todos los años, durante todo este tiempo
que nos conocimos. ¡Como ha cambiado la isla desde aquellos años 50, en que
íbamos a una casa vieja y solitaria de los Tavío, allá en la playa de los
Cristianos donde no había apenas edificaciones o nos íbamos a bañarnos en un
paisaje volcánico y deshabitado y desolado donde hoy es Playa de las Américas¡.
Antonio, aunque era el más joven de la heteróclita pandilla, siempre se
apuntaba a las ideas nuevas como cuando en 1960, junto con Martín Tabares de
Nava y Rodríguez de Azero, Luis Rodríguez Brito y yo, montamos un ventorrillo
en las fiestas del Cristo en La
Laguna y entregamos todo lo que se recaudó, que fue bastante,
al Asilo de Ancianos de La
Laguna, con gran contento de las monjas, que no se lo querían
creer cuando vieron llegar a Antonio con varios miles de pesetas y toda la
carne y vino que sobró. Por cierto, el pasado año, ya aquejado gravemente por
su enfermedad, me dijo que fuese a hablar con las monjas de La Laguna y que montásemos
otro ventorrillo, que él ponía el vino y el condumio porque había que ayudar a
las monjas que se ocupaban de los ancianos. La voluntad de ayuda desinteresada
la seguía teniendo, aunque el tiempo había pasado ya y no podíamos volvernos
jóvenes para repetirlo.
Antonio a su manera, era un patriota de
verdad pues quería a Canarias y a su isla como pocos y lo demostró. Fue uno de
los que ayudó a desarrollar Los Cristianos y parte del sur, montando un golf,
Amarilla Golf , haciendo un puerto nuevo para yates al lado, Marina San Miguel,
comprando fincas para plantar viñas y conservar el cochino negro canario, que
era su gran empeño y hasta camellos y caballos y todo lo que fuera para
desarrollar nuestra agricultura y todo lo canario, lo que le venía de aquellos
años 60 en que nos dimos cuenta, aquellos jóvenes, que si por un lado se
desarrollaba el turismo, por otro se quería acabar expresamente con nuestra
agricultura y con la industria ganadera, con la leche de las cabras y vacas y
con la industria vinícola. En el 62 yo me fui a Europa, obligado por las circunstancias
políticas de la época franquista y después a Argelia; seguimos manteniendo el
contacto por teléfono hasta que cuando en diciembre de 1975, empezamos con la
radio independentista, ¨La Voz
de Canarias Libre ¨, enseguida me llamó por teléfono para darme informaciones y
al poco tiempo se presentó en Argel, donde estuvo unos 15 días invitado en un
hotel. Fue el primer canario que vino a Argel, al oír la radio y aproveché para
enseñarle las ruinas romanas de Tipasa, la Casbah, la fértil llanura de la Mitidja, con sus naranjos
y mandarinas famosas y pasearlo por los alrededores y las montañas plantadas de
olivos, -que el quería plantar en Tenerife-, contándole la guerra que habían
hecho los argelinos por su liberación e independencia; a veces incluso me acompañaba
a la radio pues le gustaba todo lo que decíamos. Cuando volvió a Tenerife, al
poco tiempo me dijo que habían puesto una interferencia para no oír la radio y
me contaba que tenía que ir por las noches a la finca Trevejo, que está por lo
alto de la Escalona,
cerca de Vilaflor, el pueblo más alto de Canarias, para poder oírla bien y
después contarme todo lo que pasaba por aquí.
Al volver a Canarias me llevó a visitar
el sur que habíamos conocido y no podía creer las transformaciones que en el
sur había hecho el con su familia, entre otros. Me presentó a su esposa
Angelita y sus siete hijos que tuvo, porque hay que dejar semilla canaria, me
dijo, aparte de las empresas y tierras que puso en explotación y el tiempo que
le dedicó al mar, pues era un canario enamorado del mar, y discutíamos todas
los posibilidades que teníamos en Canarias con el mar y siempre se quejaba de
que se habían abandonado las conserveras de pescado que tanto trabajo daba a
miles de familias en las islas. Fue uno de los canarios que estaba por el
desarrollo de la agricultura, los quesos y los viñedos a través de cooperativas
y lo puso en práctica y siempre que podía cuando iba a los restaurantes exigía
productos canarios y si no había, nos íbamos a otro como cuando jóvenes. Me
gustaba el amigo, porque era consecuente con nuestras ideas y aunque
políticamente podíamos de vez en cuando tener divergencias, en el fondo creía
en Canarias y en las inmensas posibilidades económicas que teníamos en las
islas.
Se va un amigo y deja siete hijos y tres
nietos, mas su viuda María de los Ángeles Ascanio Cullen, que todos admiramos
porque sabemos cuanto hacía todos los días por el amigo que se fue. Deja una
familia unida y me alegro de haber sido invitado el pasado año, a su 70
cumpleaños en medio de tantos hijos, como aquellas viejas familias canarias del
pasado siglo, que dejaban algo para la tierra y habían construido algo, para
que todo no quede solo en el recuerdo y en el hablar.
A sus hijos, Patricia, Cristina, José
Antonio, Ángela, Eduardo, Fernando y Jorge Tavío Ascanio, hermanos María
Victoria, Luís y Ricardo, nietos y demás familiares, nuestro pésame, y al amigo
Antonio Tavío, el agradecimiento por haber guardado y respetado la amistad y
aunque se fue por ahora, su recuerdo se va a conservar por sus obras en favor
de la agricultura, de las cooperativas agrícolas, de la ganadería, del turismo,
de nuestro mar y su aprovechamiento.
Cuando un amigo se va,… hay un vacío que
queda y esta vez es un gran vacío para los que le conocimos.” (Antonio Cubillo Ferreira, 7-8-2010)
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