EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1800-1900
CAPÍTULO XLI-XI
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1810.
«Pasemos a
la iglesia de San Ginés (Puerto de Arrecife de Lanzarote). Para cuidar del
adorno de esta en las noches de las octavas del Corpus, se nombraban dos
vecinos que hacen el costo además de pedir por el pueblo.
Traen alguna rama
desde lejos, hacen varios altaritos donde descansa la Majestad,
y otro mayor debajo del coro. Sobre este se suspende un tambor
de juncos o nasa de pescar, cubierto con damasco, colchas
de zaraza o lo que se encuentra, y por la parte inferior atan una
paloma blanca con un lazo encarnado, a la cual llaman el Espíritu Santo, y al
tambor la nube. Cuando la
Majestad para en aquel lugar, dejan ir cayendo
encima dicho armatroste, cántase el himno, se vuelve a suspender, y marcha
entonces la procesión.
La semana santa es lo más
racional que me parece. Se hacen los divinos
oficios desde el miércoles con decente concurrencia, y el jueves por la tarde sale la única procesión que es de
un Crucifijo. Pero el sábado se echan del coro las aleluyas, almendras, anises
naturales y artificiales, con los
primeros de los cuales llevan chascos los muchachos, y palomas y
cernícalos, que al posarse atolondrados en las cabezas de las mujeres, éstas
por irlos a coger pensando ser palomas, han
sufrido desaforados arañazos con risa de los que miran a salvo. La bulla y
greguería ocasionada con esto se la figurará bien quien leyere».
«En la
víspera del patrono S. Ginés usaban embanderar la plaza, y
atormentar el lugar con pedrerazos. La propia noche hay fuegos artificiales; y
como el lujo progresa se han traído ya estos del norte dicho año 1803, en que
fueron proveedores el Sr. Alvarez y D". Lorenzo
Cabrera.
Entre las
ruedas de fuego venían algunas designadas para rodarlas
desde el puente sobre aquel tranquilo mar, y aunque no todas salieron bien,
se ejecutó con admiración. Regularmente el 25 de agosto, hace sol que raja las
piedras, no obstante, desde la una de la tarde
hasta las cuatro, se embarcan en el muelle infinidad de camponeses de ambos sexos, para dar una vuelta por el
puerto. Si casual o por malignidad de
los barqueros, caen al mar algunas mujeres, es la mejor diversión para ellos al verlas aboyadas, merced a las
muchas enaguas de seda que llevan. Por la noche se baila casa del proveedor, si tiene casa proporcionada, o en la de
alguna otra persona que gusta que la
gente se divierta, y los concurrentes comunes así que vuelven del embarque se retiran a sus lugares montados en camellos.
Las damas han
adoptado las modas de Tenerife, se sale con gorra al
paseo, se va a misa con basquina y mantilla con blondas; estas
empezaron a tener uso desde el año 1799, por las que de allí
vinieron; otras van de manto y saya, y las pobres con mantilla blanca
de bayeta. El traje de estas sigue el uso de la tierra, poniéndose
la misma caperuza que los hombres pero de una manera inversa».(J.
Álvarez Rixo, 1982:110)
1810.
«La instrucción pública está
todavía aquí (Puerto de Arrecife de Lanzarote) muy descuidada y en mantillas. La única escuela de primeras letras que
hay en el pueblo la desempeña por utilidad propia cierta Apolonia la
cual es quien ha enseñado algunos garabatos a
esta gente; y el P. cura enseña gratis dos
o tres niños de los más pudientes, hasta que sus padres los envíen a aprender fuera. Francés, aunque no hijos del
país, hay dos o tres que lo
entienden. El inglés las únicas personas que lo hablan en la isla son dichos Álvarez y Aguilar, motivo porque
están muy envidiados a causa de la facilidad que tienen para negociar con los
extranjeros. Tal vez la codicia, ya que no el gusto de instruirse, servirá de
estímulo a que los naturales o sus hijos salgan de su rudeza y lo aprendan.
Mapas
geográficos sólo en casa de los mismos se encuentran y en
cualesquiera disputa sobre viajes o noticias se ocurre a sus escritorios con franqueza.
Por mano del primero de estos sujetos se ha traído de Inglaterra dos pianos
para dos señoras que se han propuesto aprender para sus bailes, y otro para el
P. cura tocar en su Iglesia, haciendo bajar
desde la villa un medio aficionado que suple por maestro. El mismo
colono ha introducido aquí el té, que hasta el año 1801, estaba tan ignorado,
que el administrador de la aduana a quien hubieron
de regalar una tetera no sabiendo su aplicación le pareció era para poner vino, y habiendo ido a visitarle Dn.
Roberto Power, acompañado de cierto
capitán les ofreció agua y vino en esta forma. El capitán era chusco, y viendo
aquella extravagancia quiso romperla
fingiendo se le resbalaba de la mano; pero le contuvo Power, advirtiéndole
en inglés, que podía picarse, y ambos le necesitaban para sus ideas».
«Anterior a esta fecha no se
venían a vender al Arrecife hortalizas salvo algunos rábanos y cebollas, pero
a instancia de solicitarlas los aldeanos del interior ya se cultiva algo de
esto. Al principio era como quien se hallaba
en medio del mar, pescados y nada más. La carne sólo en la primavera se halla alguna, sin que tengan cuidado o inteligencia
para cebar reses que gastar en otra estación; por tanto es necesario a cada pudiente tener algunas gallinas o
carneros de repuesto para comerla o por si hay enfermedad.
La falta de
diversiones campestres les ha inspirado otras marinas no menos alegres.
Algunos días serenos es decir que no haga viento, empavesan una lancha, y de mucha broma van hombres y mujeres a alguno
de aquellos islotes o playas más aparentes donde se pesca, se marisca y
en una barraca se come o se merienda».(J.
Álvarez Rixo, 1982:112)
1810.
«Además de
la llegada de los buques a cargar barrilla (al Puerto de Arrecife de
Lanzarote), la continua arribada de los que van o
vienen de España, Portugal y Mogador, como los
que concurren a invernar o carenarse en tan benigno puerto, ha
contribuido a la rápida civilización de sus vecinos, puesto que aquí ven
frecuentemente diversos viajeros de fama, como también petimetres, y objetos
raros que no llegan a otros pueblos de las islas.
Entre las razones, en octubre de
1804, vieron una leona que llevaban de regalo al Príncipe de la Paz. Admíreme de oír
un caso casual, pero que podía ocupar la
observación de un naturalista.
Llegado
un aldeano con su perro, iba con otros a ver dicha fiera, mas antes
que viniesen a abrir la puerta, el perro al acercarse al quicio olió,
y acto continuo empezó a huir atemorizado con rabo entre piernas sin obedecer
al llamado de su amo ni de nadie. ¿Quién le dijo a aquel can que el olor que
percibió lo despedía una fiera que lo podía
devorar? La antipatía natural.
Al siguiente
año los sirvió de entretenimiento cierto correo español dándoles cabal idea de la
protección que deben esperar del gobierno, como de lo bien servida que se
halla la marina de la nación. Venía de Sta. Cruz esta barca con
algunos oficiales que debían seguir a Cádiz.
Cuantas veces salía volvía a arribar, y para no cansarse en esta pamplina, la encallaron haciéndose
naufragados. Entonces el comandante general, marqués de Casa-Cajigal, tomó la
paternal providencia de quitar una
goleta hermosa forrada en cobre a Dn Francisco Cabrera, haciéndole recibir en cambio dicho buque
encallado del rey y algún dinero.
También salieron al mar, mas ni por mudar de nave. El pez remora continuó haciendo su efecto. Aún hubo otra arribada, y volvieron los tres oficiales a bailar
al Arrecife». (J. Álvarez Rixo,
1982:112-113)
1810. Guía,
Tamaránt (G. Canaria). Los vecinos se niegan a pagar las multas impuestas por
roturar tierras en la Montaña
de Doramas.
1810. El Real Consulado de
Indias crea en la calle Bencomo de la ciudad de Eguerew (La Laguna) una Escuela de
Dibujo y Náutica que permanece con vigor docente hasta 1834.
1810. Puerto Mequínez , Chinech (Pto. de La Cruz. Tfe). Alzamiento de los vecinos de la Orotava por la usurpación de las dehesas.
1810.
Iniciativa independentista del Cabildo insular de Tamaránt (Gran Canaria).
1810. Güímar, Chinech (Tenerife). Disturbios a causa de la manipulación de los votos en las elecciones municipales.
1810. Arrecife, Titoreygatra (Lanzarote). El pueblo se niega a que don Lorenzo B. Guerra, sea nombrado coronel de la isla.
1810 Es digno de destacar que Don
Santiago Bencomo y Rodríguez siendo canónigo de Canarias en 1810, cuando se
desató en las islas la epidemia de fiebre amarilla, los responsables políticos,
militares y eclesiásticos, en Guiniwada (las Palmas) huyeron en desbandada
hacía el interior de la isla, excepción hecha de don Santiago Bencomo, quien se
mantuvo en su puesto prestando inestimable ayuda a los afectados.
Este insigne descendiente del Gran
Kebehí Benchomo quien era deán y canónigo de la iglesia catedral católica de
Canarias, caballero pensionado de la
Real y distinguida Orden de Carlos III, obispo electo de
Astorga y doctor en sagrada teología, dio un ejemplo de patriotismo y humanidad
a la colonia española establecida en Guiniwada.
1810. Llegaron ochocientos prisioneros franceses. Resultaron ser
unos prisioneros conflictivos debido a la miseria en que el sistema colonial
les obligaba vivir. Como hijos de la revolución, su conducta se daba de cara
con las costumbres represoras de la burguesía dependientes isleñas. Además,
animados por las noticias que hablaban de los avances de los napoleónicos en la
metrópoli, se envalentonaron y protagonizaron algaradas que causaron serios
problemas. Con todo, lo más preocupante era su manutención. Estaban saliendo
muy caros a la
Hacienda Pública de la metrópoli (un real diario), por lo que
muchos de ellos se bieron obligados a dedicarse a la mendicidad.
Realmente los que quisieron y
pudieron se fueron y los demás permanecieron en las islas y fundaron familias.
Antes de esta excepcional circunstancia de la Guerra de los españoles y franceses, los
extranjeros no españoles, aunque no eran gran número, habían estado presentes
en la vida de Canarias. Concretamente en Añazu (Santa Cruz), nos son familiares
los apellidados Forstall, Baudet, Casalón o Grandy. Como los son otros llegados
en los siglos XIX y XX caso de los Beautell, Serís Granier, Schwartz, Claverie,
Murphy, O'Donnell, Hamilton, Alhers, Beuster, Caulfield, Hodgson, Keating,
Bartlett, Ravina, Guigou, Hardisson y un interminable etcétera. Los hubo que se
identificaron con nuestra isla y escribieron sobre ella, caso de Desirée
Dugour, y Sabino Berthelot, o los que llegaron a ocupar la alcaldía santacrucera
como, entre otros, Fonspertius y Forstall. Muchos de sus descendientes en la
actualidad dominan importantes aspectos políticos, económicos, sociales y
culturales en la colonia.
1810. Con relación a la distribución de los prisioneros franceses
que la metrópoli impuso a la colonia canaria, el marqués del Sauzal miembro de la Junta Suprema sugiere que sean distribuidos en diferentes
lugares de Chinet y en varias islas, la oferta no fue del agrado del criollo y
virrey en funciones O’Donnell, quien respondío al presidente de la Junta en los siguientes
términos: "Excelentísimo Señor: He visto las observaciones del marqués del
Sauzal referentes a la distribución de los prisioneros franceses y, asimismo,
los detalles que Vuestra Excelencia ha juzgado oportunos, pero por algunas
consideraciones que verifico en las notas del muy digno vocal de ese respetable
cuerpo, cuya adhesión al servicio del Rey ya la felicidad de la provincia es
notoria, yo no puedo sino insistir de nuevo con vistas aun reparto diferente de
estos contingentes.
"Juzgo necesario establecerlo según el plan anexo a la
presente (ver nota debajo), pues lo he redactado con perfecto conocimiento de
los recursos de los lugares, así como de la solidez y de las dimensiones de sus
inmuebles, de manera que no resultara de él ningún inconveniente.
"En el caso de que Vuestra
Excelencia esté conforme, tenga la amabilidad de dar las órdenes a las
autoridades de estos pueblos, sin exceptuar a las de Santa Cruz, aunque la
debilidad de la guarnición no me sea suficiente para la guardia de las baterías
y de los fuertes donde se encuentra la artillería y para las otras exigencias
del servicio interior de esta plaza. Añado que sus habitantes considerarían un
desaire que no se le conceda el medio de testimoniar su patriotismo... Dios
guarde..., etc.1a distribución de los prisioneros franceses que juzga necesaria
el criollo comandante general interino:
La Laguna 200
Santa Cruz 200
La Orotava 200
Icod 80
Garachico 80
Güímar 60
Candelaria 40
Realejo alto 30
Realejo bajo 30
Total……... 920
"Encontrándose enfermo el resto del contingente en el
hospital real de Santa Cruz, desde su salida será repartido entre La Laguna y Santa Cruz".
1810 Mayo. Hay motivos para creer que la proposición del criollo
O'Donnell fue preferida por la
Junta a la de su vocal, el marqués del Sauzal. La
distribución se hizo antes de fin de mes, según el plan indicado. Para
garantizar su ejecución, el 27 de junio la Junta recurrió al capitán Ramón de Aguilar,
mencionado anteriormente, quien se le asignó la poco fastuosa paga de quince
reales (3,75 francos) por día: jAtender por este sueldo el reparto y la
vigilancia de más de novecientos
prisioneros en una isla de dos mil trescientos cincuenta kilómetros cuadrados,
con la obligación de recorrerla en todos los sentidos, verdaderamente no es
pagar caro sus servicios! Es necesario
saludar con respeto un desinterés tan raro e igualmente recordar el bajo coste
de la vida.
Estas diversas deliberaciones
ocuparon a la Junta
durante la segunda quincena de mayo. En los primeros días de junio se avisó a
los distintos pueblos para que acogieran en sus muros a los enviados de la
metrópoli. Sería exagerado decir que esta orden fue recibida con entusiasmo.
Los archivos de Don Alonso Tabares contienian algunas contestaciones que
muestran reacciones bastante vivas.
Es asombrosa la resistencia de la Villa de la Orotava, esa bonita ciudad
en pendiente suave, residencia de la vieja nobleza, que se enriquece con los
cultivos de productos exóticos. ¿No comunica el alcalde mayor a la Junta que no podía infligir
nuevos gastos a la población, tales como los de acondicionar varias casas para
depósitos de prisioneros? Ya que pide que si puede disponer para este efecto de
los recursos provenientes del medio diezmo sobre las papas veraneras, la
autoridad superior, muy contenta por no tener que recaudar nuevos impuestos o
de obligar moralmente a los notables, dijo sí enseguida y amén.
En Icod, llamado de los Vinos a
causa de su importante industria vinícola, un pequeño pueblo que por aquellas
fechas contaba con una población de siete mil almas la llegada de ochenta
prisioneros franceses parece ser una verdadera catástrofe.
1810.
Noticia
sobre las fincas que todavía conservan en el Puerto del Arrecife
los señores marqueses de Lanzarote.
Entre las
varias personas que emigraron de la península ibérica refugiándose
a estas islas Canarias a causa de los desastres de la guerra a fines del año
1809, y principios de 1810, fue la
Sra. condesa de Cifuentes marquesa
de Lanzarote con su marido. La
Sra. era coja, no bien figurada y de alguna
edad. Su esposo un teniente coronel que parecía más joven y la conducía del
brazo para todas partes.- Residieron en el P'°. de la Orotava, y no sé si acaso
al regresar a España llegaron a dar vista a los restos de su estado, en la isla
de Lanzarote.
Dichos
marqueses todavía poseen en la jurisdición del Puerto del Arrecife,
el Islote denominado del Francés: Una Casita que llaman del
Quintador, porque allí parece que situaba el cobrador de la antigua
contribución de Quintos que se pagaba al marqués: Y cosa de cien
fanegadas de tierra en aquella costa. Cuyas fincas se suelen
tener en arriendo lo mismo que otras que aún conservan
en lo interior de la isla. (J. A.
Álvarez Rixo, 1982:216-224)
1810. En Güímar, Chinech (Tenerife) el conflicto torno al
aprovechamiento de las tierras y aguas del Heredamiento de dicho pueblo acaba
estallando como consecuencia de las anomalías habidas en las elecciones de
empleos públicos correspondientes a ese año.
El mismo año ocurre algo parecido
en La Orotava
donde la lucha contra la apropiación por parte de los «poderosos» de las
dehesas concejiles se entremezcla con un sentimiento antifrancés.
1810. Los vecinos de
Agulo isla de La Gomera
se niegan a pagar los tributos, tanto al “Señor” como al mayorazgo, que en esos
momentos regía Alonso de Ascanio Franchy de la Peña. – Se comienza a cobrar diezmos para la
reconstrucción del templo católico de San Juan Bautista en Vallehermoso.
1810.
Las primeras familias lanzaroteñas que yo tengo noticia hubiesen transmigrado a Montevideo y Buenos Aires, fue el
año 1803, por vía de Santa Cruz. Iba entre
ellas con la suya un clérigo apellidado Aguiar, de quienes parece hubo
favorables noticias; pero declarada la guerra
con la Gran Bretaña
a fines del siguiente 1804, cesó la comunicación, dando esto motivo a que dos bergantines de esta carrera pertenecientes a negociantes de Bilbao o Santander
se viniesen a asegurar y esperar por la paz en
el Puerto de Naos.
Séase por la relación halagüeña que sus equipajes daban y repetían de
la abundancia de aquellas provincias, o porque Dn. Francisco Aguilar
y Leal, natural de Sta. Cruz, quien se había adelantado y enriquecido con su comercio en Lanzarote le pareciese
ésta pequeño teatro para sus proyectos, o
que sus correspondientes de Irlanda le estimulasen a ello, lo cierto es, que
resolvió irse a establecer al Río de la Plata, y a este fin vendió
su buena casa del Arrecife, y un aljibe el mayor que hasta entonces se había
allí construido a la salida N. de dicho pueblo, a Dn. Gerardo
Morales; y en una grande fragata que le enviaron sus expresados amigos de Irlanda, la tripuló de lanzaroteños y embanderó de española en Sta. Cruz,
de cuyo último punto zarpó con toda su familia y más de 200, pasajeros de
ambos sexos también lanzaroteños, a los
primeros meses del año 1810.
Si a la manera que hacían los superticiosos paganos de la antigüedad, las acciones y negocios de la vida la
hubiésemos de agorar por los buenos o
malos preludios de ellas; las que hubo con esta primera expedición a Buenos Aires pudieron haber acobardado las gentes,
como también hacer dar crédito a esos olvidados presagios. Pero lejos de tomarse éste en cuenta, sirvió como de
estímulo, a redoblar la marcha, llevando a uno en pos de otro al precipicio.
A cosa de tres meses de salido Aguilar de Sta. Cruz se
corrió que su mujer Dña. Luisa de Betancourt había muerto en el
viaje y una niña que iba criando. Mas como
no había tiempo para que Aguilar hubiese
llegado a su destino y otra nave haber vuelto de allí con la noticia, aunque esto causó disgusto a sus
hermanas, no podía darse, asenso;
tanto que algunos hacían burla. Pasóse más de un año sin haber cartas, antes por algún barco salido de
Montevideo cuando ya era razón
hubiese llegado allí Aguilar, ni rumor de tal expedición. Finalmente llegaron éstas para dichas hermanas y
su amigo Dn. Manuel José Alvarez. Confírmase que D.a
Luisa de Betancourt y su cría habían
muerto y fue sepultada en la isla de Sta. Catalina en la costa del Brasil. Vientos contrarios dilataron la
navegación, escasearon los víveres, los pasajeros murmuraron, Aguilar era de
genio algo violento, se incomodó,
ellos le llegaron a perder el respeto, se amotinaron, le ataron a un
mástil, su mujer acudió a interceder y poner paz, y este disgusto y aflicción extraordinaria a que ella en la vida sosegada
e inocente que se pasaba en Lanzarote, no era capaz de haber imaginado que
sucedía en el mundo, la acarreó su fin.
Estas arribadas demoraron la llegada que fue a Maldonado donde Aguilar se fijó y otros, por substraerse a las
revueltas que empezaron entre Montevideo y Buenos Aires. En Maldonado se volvió
a casar, lo cual ya participaba e invitaba a sus
amigos le siguiesen allí había buena y abundante
carne cosa que faltaba en Lanzarote. Entonces estuvo muy valido que había brujas: porque; ¿cómo pudo haberse sabido la muerte de D.a
Luisa con tanta verdad y anticipación a la llegada del barco? En efecto, entre la gente rústica o muchachos que no tenían noticia ni experiencia de
las comunicaciones náuticas, era argumento
concluyente. Pero los que sabemos que alta mar las naves se hablan, se comunican cualesquiera
novedad ocurrida a su bordo; o que
llegada una a un puerto, otra que casualmente está o zarpando, toma el nombre
y noticia de la que llega para dar al
primer puerto a donde arribe en las listas de avisos que en Inglaterra
se conocen con el nombre de Lloyd's List, en alusión a que se leen y publican en un afamado café
comercial así llamado, no necesitamos
ocurrir a las brujas para dar solución sobre esta triste nueva. Cualesquiera nave de guerra al pasar, pudo
indicarlo en Sta. Cruz,
o Pto. de la Orotava etc., y de allí
haberse divulgado. (J.A. Álvarez Rixo,
1982:163-165)
1810 Marzo. En correlación
sin duda con los tumultos de la
Villa y del Puerto de la Orotava, el alcalde informa a la Junta Suprema que se
han producido disturbios a consecuencia de la obligación de vigilar a los
prisioneros. El pueblo trabajador -los más pobres y desgraciados, dice el
texto- "ha protestado enérgicamente porque esto le impide dedicarse a su
trabajo, mientras que los representantes de las clases más favorecidas no están
obligados a este penoso turno" .En consecuencia y para simplificar el
problema, los habitantes sencillamente proponían según el alcalde matar a los prisioneros. El pueblo fue
hábilmente manipulado por los criollos reaccionarios dependentistas y por el
clero de la villa, dando lugar a un triste suceso que costó la vida a un
ciudadano francés en el Puerto Mequínez (Puerto de la Cruz).
En Güímar, en el término de Candelaria,
otra agradable villa de pescadores al sur de la isla lugar donde se venera a la Diosa Chaxiraxi,
no se advierten reacciones desfavorables hacía los prisioneros franceses que le
asignaron.
En cuanto a Eguerew (La Laguna), rica en conventos
de hombres y de mujeres y habitada por lo más selecto de la sociedad colonial,
no parece que la llegada de doscientos marinos haya provocado ningún disturbio.
El contingente entero fue alojado en la Alhondiga,
que aún existe hoy en día, y más adelante, en febrero de 1810, incluso el
municipio concede créditos para hacer reparaciones en lo que llamada Casa
cuartel.
¿Era necesario designar con este
término un poco militar el convento de San Francisco, que según Don José
Rodríguez Moure fue el principal depósito de La Laguna? No se sabe. Pero lo
que parece mejor establecido es la mediocridad del menú que se servía a sus
huéspedes. “Aunque abundante y nutritivo”, asegura el respetable sacerdote que
transmite aquí las tradiciones locales, "el rancho no era muy del gusto de
los prisioneros, que le reprochaban su insipidez y su falta de variedad".
jToma! Para los extranjeros, el gofio no tiene el mismo sabor que para los
indígenas.
1810 Marzo 1.
Las islas
Salvajes pertenecientes a unos hidalgos o monjas de la ciudad
de Funchal en la Madera,
situadas a poco más de 30 leguas N. de las Canarias, desde fines del siglo último
acostumbraron sus dueños arrendarlas por cosa
de 200 duros anuales a varias personas de Lanzarote, quienes iban allí a
pescar, hacer escabeches de sus innumerables
lapas y burgados, coger y salpresar pardelas de las cuales traían desde 1.000 a 1.500, que vendían
a fisca cada una, y de grasa o aceite
a 20 rvn. la botija, con muchas sacas de su fina pluma etc. Juan Brito
introdujo en dichas islas el cultivo de la hierba barrilla que respondía
bien puesto que hubo año de cerca de 2.000 qq. de cosecha; que valorizada a 5
ps. corrt5. eran 10.000 F. de utilidad, porque de los demás artículos
sacaba los gastos. Para economizarlos en
1805, compró una goletita nombrada
por ironía la Corveta,
pues apenas cargaba 800 qq. Sin
embargo le costó 3.000 F.
que tal valor tenían entonces los
buques y las cosas.
El año
1806, un corsario inglés que al reconocer las Salvajes descubrió
dicha goletita fondeada a su ribera, perdió el miedo a aquellas
bahías y restingas, la registró, e impuesto de su destino trasbordó
los 800 qq. de barrilla al corsario, y a ruego de los peones y trabajadores
tuvo la humanidad de dejarles la goleta para que pudieran
trasladarse a Lanzarote, que de haberla incendiado, allí habrían tal
vez perecido en el invierno que se aproximaba; única pérdida que Brito
tuvo en este provechoso arriendo. En otra época más remota en
que las guerras se hacían compitiendo en crueldades, tal vez no habría
usándose igual condescendencia a la que tuvieron los ingleses.
Muchos
de nuestros mismos ignorantes paisanos han ido y venido
a Veracruz y trasladándose a México entrando y saliendo en casas,
fortalezas y templos, distraídos sólo con avaricia. Un inglés instruido hizo
este viaje en 1824, y examinando las pinturas en un convento
de la ciudad de Tlascala, descubrió la pintura de la nave que condujo
a Hernán Cortés a Nueva España. Túvolo a fortuna muy digna de
describirla en su itinerario, por que estas memorias son fieles tratados para
conjeturar al cabo de siglos la clase de armas edificios
terrestres o navales, que sirvieron de local o instrumentos para ejecutar los
prodigiosos hechos que admiramos. Y he aquí la razón por que en
estas noticias sueltas doy la presente para que no se pierda la memoria de un
buque en el cual se ejecutó una proeza isleña.
El casco del
bergantín que se verá varado en el islote del Castillo, da la
casualidad que es un monumento de la historia de islas. Es el
S", Antonio Florido, fabricado en Garachico, que zarpado de Sta.
Cruz el año 1809, en su primer viaje para La Guaira, fue apresado por
un corsario francés. Separado éste, los pasajeros isleños se sublevaron,
acometieron y amarraron a sus aprehensores; pero ignorantes Para economizarlos,
en de náutica estos valientes (porque el
enemigo había tenido la precaución de llevarles capitán y piloto) descubrieron
una fragata de guerra inglesa que aplaudió su arrojo y les dirigió a las
Antillas. Véase el periódico «Correo de Tenerife» del jueves 1.° de marzo de
1810.
Regresando
el barco a Europa, paró en pleito suscitado entre sus rescatadores
y su dueño, que se creía con derecho a él. Depositáronlo en
el Arrecife de Lanzarote hasta que medio podrido fue rematado, por
un extraño, renovado y enviado al Brasil. Este despilfarrado fin suele tener en
estas islas todos los objetos que han servido de era y recuerdo
de algún hecho glorioso de sus hijos. (José A. Álvarez Rixo, 1982:202-204)
1810 Mayo 15. Día memorable
en el que se produjo la evasión del Vieille
Castille, Don Romero Ceballos, colono burgués de Winiwuada (Las Palmas),
anota en su Diario los siguientes datos: "Con el nuevo comandante general.
Don Ramón de Carvajal, han llegado de Cádiz, en el San Lorenzo y en un navío inglés de línea, la 18 y 68 compañía de
la columna de granaderos de nuestra isla, mandadas por el capitán Pablo Romero,
mi hijo, que tenía a su cargo a ochocientos prisioneros franceses, de los que
trescientos habían sido confiados a la vigilancia de una sección de cincuenta
soldados y de tres oficiales de granaderos, entre los que está mi otro hijo, el
teniente Antonio Romero".
Si a los mil quinientos hombres
del primer contingente se suman los ochocientos del segundo, los deportados de
Cádiz se elevan aun total de dos mil trescientos. Sólo la isla de Tamaránt
(Gran Canaria) tuvo que recibir un tercio del efectivo entero y, ante los
escasos recursos de la población, se pueden comprender las dificultades de las
autoridades coloniales.
Por Don Romero Ceballos también
sabemos que los recién llegados, después de haber estado acantonados durante
tres meses en el Puerto de la Luz
por falta de sitio en Winiwuada (Las Palmas), fueron alojados en el cuartel de
la calle de Baleares, casa perteneciente a los herederos de los Señores de
Bethencourt. y el buen burgués de esa época anota en su Diario con cierto
escándalo: "De los numerosos debates que han tenido lugar sobre el tema de
los alojamientos que eran necesarios proporcionarles, no ha faltado gente
irrelexiva que ha pedido que se los acantone en el convento de las Franciscanas
Recoletas de San Ildefonso, sacando así, sin motivos de urgencia, de su santo
retiro a las hermanas.”(Geisendor-Des Buhotes; 1994)
1810 Mayo 24. El
presidente de la Junta
Suprema de Eguerew (La Laguna) escribe al criollo O’Donnell a la zazón
virrey en la colonia, con relación a los prisioneros franceses: "Me parece que estos mil
doscientos prisioneros (tanto la tropa como los oficiales) deberían ser
mantenidos como lo fueron los que se trajeron de la Península durante la
guerra con Francia (años 1794 y 1795), a menos que, a consecuencia de la subida
de los precios, sea necesario aumentar su paga" .¿Por qué no suponer que
en medio de sus dificultades, el presidente de la Junta haya buscado y
encontrado este documento para transmitirlo, después de la sesión del 24 de
mayo, al comandante general? Pues cinco días más tarde se ve a carlos O'Donnell
responder en términos bastante pomposos a esta acertada comunicación.
1810 Junio 3. En la sesión de ese día la Junta Suprema
escucha una exposición de Doña Antonia de Cáceres, habitante del lugar, que se
queja con vehemencia “del atropellamiento que le ha hecho sufrir el gobernador
de armas apoderándose, sin más, de la casa en que vive para alojar allí a los
prisioneros franceses”. No queriendo irritar más a la noble dama, la Junta decreta que se acoja a
los recién llegados en el almacén de Don Francisco de León y Huerta, que se
encuentra enfrente del convento de San Francisco. Este particular parece haber
tenido mejor humor y el corazón mejor situado que Doña Antonia, pues, según
opinó El Correo de Tenerife, "siendo comandante militar de Icod, ha dado
voluntaria y graciosamente una de sus casas para hacer allí el cuartel y el
cuerpo de guardia de los franceses, con la generosa intención de que estos no
estén ni a cargo de los habitantes ni de las finanzas reales".
1810 Julio. En Lanzarote hubo un conato de insurrección. Había la
junta de Sevilla nombrado de gobernador de la isla a don Bartolomé Lorenzo
Guerra y como aquellos vecinos pretendiesen tomar parte en la elección, se
obstinaron en conservar en este empleo a don José Feo y Armas, negándose a
aceptar al que se les enviaba de Tenerife.
La oposición fue tan obstinada
que el nuevo gobernador, para salvar su vida, se vio obligado a refugiarse en
el castillo de San Gabriel Este alzamiento concluyó con la llegada a Arrecife
de cuatro compañías del interior, que ahuyentaron a los amotinados e hicieron
cumplir las órdenes de la junta y restablecer el orden.
1810 Septiembre. En este año, la fiebre amarilla, desarrollada con
intensidad en Cádiz, se comunicó por medio de los buques correos San Luis Gonzaga y el Fénix
al puerto de Añazu (Santa Cruz,) sin que los primeros atacados fueran
reconocidos como víctimas de aquella enfermedad. Esta ignorancia, indisculpable
en un cuerpo médico, dio ocasión a que la epidemia invadiera con rapidez, no
sólo aquella localidad, sino el Puerto Mequñinez (Puerto de La Cruz) y la ciudad de Wniwuada
(Las Palmas.) El invierno tranquilizó un poco los ánimos, creyéndose que, con
tapiar algunas calles, concluiría el contagio, esperanza que el verano se
encargó luego de disipar; pero, mientras llegaba este triste momento, apareció
en Winiwuada (Las Palmas) el virrey Cisneros que, en un buque procedente de
Buenos Aires y acompañado de los funcionarios de su audiencia, acababa de ser
arrojado de aquellas lejanas comarcas por la insurrección argentina. Al mismo
tiempo, a pesar de tan azarosas circunstancias, se celebró con gran solemnidad
la apertura de las Cortes en la metrópoli (24 de septiembre), siendo diputados
por la colonia provincia los criollos don Santiago Key, don Fernando de
Llarena, don Pedro Gordillo y don Antonio Ruiz Padrón.
1810 Septiembre 25. El único documento existente en los Archivos de
la Guerra
españoles relativo a la salida de prisioneros franceses con destino a la
colonia canaria debidamente trascrito en
París el 25 de septiembre de 1810 y firmado por el teniente coronel Fournier,
ayudante de campo del general Gobert), se limita a las indicaciones siguientes:
"El 14 de abril, mil quinientos marinos, prisioneros de guerra en los
pontones de la rada de Cádiz, fueron deportados a las Islas Canarias en un
convoy formado por tres buques de transporte, escoltados por un navío y dos
fragatas." Como se ve, sólo es exacto el número de personas, pero no se
puede decir lo mismo de los navíos ni de la fecha de salida.
En efecto, el 2 de mayo se hizo a
la mar el convoy, dejando atrás una bahía que había sido escenario de tantos
sufrimientos inútiles; y el día 11 del mismo mes fue cuando los marinos de
Trafalgar, viendo surgir en el horizonte el Pico nevado y con frecuencia
nublado-, se encontraron de repente frente a la terra incognita, que ocultaba a la vez tantas esperanzas e
incertidumbres.
1810 Octubre 14.
Carta de
fray Bernardino Acosta a mi padre Dn. Manuel José Álvarez
y coloco aquí
Ay Amigo lo
que Vm. me pide es muy poco para servirle quiera Dios
que surtan el efecto que apetezco... Ay van léalas Vm. ya no me sé expresar
mejor. También escribo al Prior que lo es Fr. Franc0 de
Armas, yo lo he servido, y creo que me sirva.
|
Van
esas diligencias para que mi Sra. Da Gregoria las entregue
en propia mano, o bien Pepito al Itmo. Fr. Franc0
pues urgen y no se pueden fiar a cualquiera.
Espero
que si mi Sra. Da Gregoria hubiese conversación
con mi provincial que le hable de mi esto es a mi favor el celo
que tengo por el convento y por el viejo Guz-mán pues ya
tenía en mis manos una carta de mi hermano para el
provincial de que me admitiese le renuncia y no haga caso
de mi carta.
Ay
más de un mes que estoy malo de reumatismo y por eso no
he ido a ver a Vm. puede que lo haga en la semana
venidera si no me incomodan los dolores.
A Dios mi
Amigo qe tengo que predicar esta noche y mañana en las villas que
por estar malo no he ido a servir la capilla hay un Mes. Suyo
Fr.
Bernardino Acosta. 14 de Octubre 1810
(J. A.
Álvarez Rixo, 1982:216-219)
1810 Diciembre. Afines de diciembre, llegó de improviso a Winiwuada
(Las Palmas) el comandante general que el gobierno enviaba en sustitución de
Carvajal, con facultades extraordinarias y dictatoriales para enmendar y
corregir a su antojo los abusos que en-contrara en la administración pública y
en el orden militar y político. Era este general don Vicente Cañas
Portocarrero, duque del Parque, marqués de Castilla y grande de España de
primera clase, cuya comisión le había sido conferida en real decreto de 7 de
octubre. Creemos que su llegada a Winiwuada (Las Palmas) obedecía sólo al temor
del contagio que había tomado alarmantes proporciones en Añazu (Santa Cruz.)
Era este señor uno de esos atildados cortesanos formados en los galantes
salones de María Luisa,
amable, dadivoso, familiar con
sus inferiores, codicioso de los aplausos del pueblo, pero orgulloso desde que
se trataba de sus prerrogativas e inmunidades. Desde luego, se afilió el duque
al partido de los que negaban en Winiwuada (Las Palmas) la existencia de la
fiebre y contribuyó a que pasara el invierno sin que se tomase medida alguna
para atenuar el mal. El hambre empezaba ya a enseñorearse de la colonia y la
fanega de trigo o maíz, cuyo precio ordinario no llegaba a diez pesetas,
alcanzaba la cifra de cuarenta y cinco a cincuenta. Síntoma alarmante para el
siguiente año.
Justo es decir, sin embargo, que
el duque promovió la construcción de un muelle en la caleta de San Telmo, bajo
los planos que treinta años antes se habían aceptado por el municipio,
constituyendo además una junta que velase por sus adelantos y arbitrase
recursos para su continuación, consiguiendo así despertar la atención de los
canarios sobre las obras marítimas, base de todo progreso isleño.
Unos profesores de medicina, que
expresamente hizo venir de Tenerife para clasificar la enfermedad que se
padecía en Winiwuada (Las Palmas,) nada resolvieron, pues fueron
contradictorias sus opiniones.
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