EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1800-1900
CAPÍTULO XLI-IX
Eduardo Pedro Garcia Rodriguez
1808.
Hemos tenido
ocasión de leer una correspondencia del año 1808, que
nos instruye, ser la fecha precisa en que estacionaba en el Puerto
del Arrecife en Lanzarote la goleta corsario del mando de su dueño Dn.
Juan Gavazzo, y habiendo aportado por allí el Cap.". Linch en su bergantín americano El Presidente, registróle
dicho corsario, queriendo hacerle
presa por si había o no sospecha de papeles ingleses con quienes se
estaba todavía en guerra. Pero sin que yo sepa
que tramoya real hubo en ella, ambos capitanes quedaron presos por las
autoridades de la isla, por resultas de una denuncia, porque parece que Linch
traía tabaco de tránsito. Después así Gavazzo como Linch pasaron a Tenerife a
ventilar sus derechos ante los tribunales
superiores que fueron los apresadores verdaderos. (J.A. Álvarez Rixo, 1982:216)
1808.
Durante las
turbulencias producidas durante las revueltas de Lanzarote en 1808, suelen
acaecer algunas anécdotas, pasada la tormenta tal vez
hacen gracia, de ellas como episodio quiero
escribir las siguientes.
En cierta sesión del Cabildo
tenida en la ermita del Espíritu Santo de la
villa capital Teguise; que hasta tuvieron la consideración de escoger la
advocación del templo para el mayor acierto con las divinas inspiraciones: el escribano Dn.
Carlos Monfort, subió al principio
de su motivo, y peroró a los concurrentes animándoles con entusiasmo ¡a la buena causa que seguían! A
este mismo sujeto tocó ir de miembro
de la comisión que fue a cumplimentar a dicho Sr. duque del Parque a su
llegada a Canaria. Sabía S. E. lo mínimo; y así que le vio, díjole con ironía: «Que al P. predicador era menester apreciarle el sermón». El pobre escribano se quedó
terrilleudo, sin poder articular una palabra. Tanto miedo habían
cobrado al nuevo general en virtud
de lo que les acusaba la conciencia.
Luego que
se supo la llegada del expresado jefe a estas islas, el V"1'. beneficiado
del pueblo de Haría D". Rafael María Navarro, hallándose agraviado por
las demasías y sandeces de los cabildistas, escribió una
representación exponiendo a S. E. lo acontecido, y solicitó que muchos de sus
parroquianos de más consideración la firmasen. Sabido por dos señores del
cabildo, llegaron a Haría para indagar si aquello era cierto. Navarro incómodo
de que todavía se estuviesen imponiendo de sus pasos, les escribió
esta esquela. «He sabido que han venido V. V. a saber
quién hizo la representación contra los desórdenes que V. V. han excitado
en esta isla. Y para ahorrarles el trabajo, les participo fui yo,
como también que ante el excmo. Sr. duque del Parque les
impondrá de otras cosas más. R. M. Navarro». Volvió el
alguacil con esquela de parte de ellos que no quiso recibir el
beneficiado, diciendo: «Que él no recibía respuestas de baladrones».
Asustados de aquella resolución, se marcharon al instante del pueblo los
indagadores, y cuando creyeron algunos irían a fulminar alguna causa o prisión,
se tragaron la pildora a pesar de su amargor.
Los
ojales de las casacas servían a los demagogos o capataces del cabildo
de telégrafo o señales para dirigir sus locuras, que así se podrán llamar.
Poner la mano en tal ojal, significaba, sí; en cual, no; en otro,
quede pendiente; es decir, para tener tiempo de meditar con sus directores.
Por este
medio a cualesquiera proposición imprevista, miraban los vocales
para sus oráculos, y sin siquiera estos desplegar sus labios maniobraban
el negocio a su placer.
De los
sustos y sobresaltos en que los tenía el activo mando de duque,
a pocos meses les libró la fortuna. El 18, de septe. del mismo año
1811, llegó al Puerto del Arrecife procedente de Cádiz, el teniente
gen1. Dn. Pedro Rodríguez de la Buria, nombrado comandante general
de esta provincia; y al instante los asustados partidarios del Cabildo
creyeron verse libres del continuo terror que les inspiraba dicho
duque; por lo cual rindieron mil obsequios al nuevo jefe, vitoreándole y
presentádole una exposición de cuanto padecían sus opiniones.
P. E. después que tuvo el mando les envió de gobernador al Capitán D". José Berriz de Guzmán, quien se portó
con espíritu humano y conciliador, y siendo el año muy falto hizo abrir los
pajeros en que había granos
de reserva de diversos pudientes, para que los pobres los pudiesen comprar. Ni el general la Buria olvidó los agasajos de los lanzaroteños, y empleando su
indiferencia con unos y buenas palabras con otros; todos los rencores se fueron sosegando y olvidando.
Luego que el
gobernador Dn. José Perol, edecán del duque del Parque
supo el modo violento con que dicho duque fue expulsado de la
isla de Tenerife, dejó el mando de Lanzarote al oficial más graduado
y se embarcó para Cádiz. Hubo tempestad, y arribó a pocos
días temeroso de ser víctima de venganzas de aquellos a quienes había
contenido; pero estos en nada le ofendieron, y reembarcó en paz,
satisfecho que más bien habían pecado estas gentes por efecto de sandez,
que por espíritu perverso. (José A. Álvarez
Rixo, 1982:180-181)
1808. Un fuerte huracán cogió de lleno a una
polacra española, que estaba en lastre fondeada en la bahía de Añazu n Chinech
(Santa Cruz de Tenerife)y la volcó. Pudo ser reflotada y continuó viaje rumbo a
Buenos Aires.
1808. En el
Puerto Mequínez (Puerto de la
Cruz) Chinech, un temporal se cobró una víctima en una goleta
que, cargada de higos pasados, había arribado de la isla de Ecero (Hierro). La violencia de la tormenta fue tal
que, estando la goleta fondeada en el Limpio de las Carabelas, fue arrojada
contra la Baja
del Rey. Hubo que lamentar la muerte de dos de sus tripulantes.
1808. Agüimes,
Tamaránt (G. Canaria). Las actuaciones del escribano Quintana, provoca las
quejas de los vecinos.
1808. La Aldea- Tamaránt (G. Canaria). Conflictos suscitados por el reparto de las tierras del Marqués de Villanueva del Prado.
1808. Teror, Tamaránt (G. Canaria). Los vecinos protestan por la ruina de la Iglesia.
1808. Moya-Guía. Tamaránt (G. Canaria). El reparto de tierras en la Montaña
Doramas, provoca enfrentamientos.
1808. La Aldea- Tamaránt (G. Canaria). Conflictos suscitados por el reparto de las tierras del Marqués de Villanueva del Prado.
1808. Teror, Tamaránt (G. Canaria). Los vecinos protestan por la ruina de la Iglesia.
1808. Moya-Guía. Tamaránt (G. Canaria). El reparto de tierras en la Montaña
Doramas, provoca enfrentamientos.
1808. Se forma
por parte de la burguesía dependiente local una Junta Suprema de Gobierno de
Canarias en Eguerew (La Laguna)
con el objeto de defender los intereses de la metrópoli en la colonia ante la
invasión napoleónica. Será la última ocasión en que Eguerew (La Laguna) gobierne los
designios coloniales insulares.
1808. Se
publica en Eguerew (La Laguna)
el Correo de Tenerife primer periódico insular de carácter
político-dependiente en la colonia.
1808.
Se forma una Junta Suprema de Gobierno de Canarias en Eguerew (La Laguna) con el objeto de
defender los intereses españoles en la colonia ante la invasión napoleónica a la Península Ibérica.
Será la última ocasión en que desde Eguerew (La Laguna) se gobierne los designios insulares.
1808 Abril 20. El marqués de Villel, que no cesa de acuciar al jefe
de escuadra don José de Vargas. Por eso, el 20 de abril, este último se alegra
de poder responderle: "Se están cargando con víveres y agua las polacras Nuestra Señora de Puente Salbo y Dulce Nombre de María, más el bergantín San José, perteneciente a un segundo convoy.
Asimismo, para conducir a
Canarias a los marinos prisioneros, se preparan tres bergan- tines de esas
islas, el Elena, Santo Domingo y Miguel,
que pueden llevar cuatrocientos noventa y nueve, mientras que un cuarto navío
(inglés, que uno se queda sorprendido de que tenga el nombre español de Juana) recibirá ciento ochenta y cinco.
Otros ochocientos subirán abordo de dos buques de línea de Su Católica Majestad:
el Montañés, navío de alto bordo
construido en El Ferrol en 1794, que lleva setenta y seis cañones, y el San Lorenzo, fortificado con setenta y
cuatro, haciendo los dos más bien funciones de transporte que de escolta. Para
evitar cualquier sorpresa, otros dos navíos de la flota británica, el Leviathan y el Conquestlo,
que suman juntos ciento cuarenta y ocho cañones, protegerán el convoy puesto
bajo las órdenes de don José de Quevedo".
1808.
Castillo de Nuestra Señora de
Buen Paso, isla de La Gomera.
En el archivo de Acialcázar
(Gomera I), existe una nota con fecha de 1808, que dice así: «Esta donde llaman Buen Paso y en la mejor
situación, hay otra fortaleza de forma de herradura, la cual tiene 48 pasos de
longitud y 32 de latitud, con tres cañones de hierro de corto calibre inútiles,
con un repuesto mal construido y sin Cuerpo de Guardia».
Fue proyectado por Leonardo
Turriano y construido en el siglo XVII, si bien no en el lugar por éste
elegido, sino por debajo del Castillo de los Remedios. Defiende muy bien el
puerto por su situación y su Artillería, que cruza fuegos con el Principal o de
San Diego. Como se ve es de planta rectangular con uno de los lados menores
circular, situado entre la
Caleta de la
Cueva del Conde y la Caleta de Quiñones.
Ocupa una superficie total de 229,88 m2, con una
longitud de líneas de fuego de 31 metros en cañoneras, con una explanada y
cinco emplazamientos, ignorándose el número, clase y calibre del artillado que
debió ser para acción exterior y de flanqueo; se halla situado en una pequeña
altura distante de la población unos 1.500 mts, comunicándose con ésta por un
camino en malas condiciones, y dista de la orilla del mar unos 45 metros, hallándose
inscrito en el Registro de la
Propiedad de Santa Cruz
de Tenerife el 29 de Septiembre de 1900, al folio 77, del tomo 331,
libro 10, de San Sebastián de la
Gomera, finca número 596, inscripción la, lindando por el
Norte, Sur y Este con riscos y al Oeste con muro de mampostería en el que se
halla la entrada al
Castillo.
Fue desartillado por R.O. de 25
de Julio de 1878, y se dispuso su enajenación por R.O. de 2 de Enero de 1924
(D.O. n° 3).
Tenía un local de una sola planta
con 12,90 m2
de superficie donde se podían alojar cinco hombres, y un local de 7,80 m2 para repuesto; ambos
locales de construcción ordinaria, sin la debida protección y en mal estado de
conservación. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)
1808 Mayo 2. Mil quinientos marinos
franceses prisioneros de guerra en los portones de la rada de Cádiz, son
deportados a la colonia española de Las Islas Canarias en un convoy formado por
tres buques de transporte, escoltados por un navío y dos fragatas. El convoy
zarpa de la Bahía
de Cádiz (España) el 2 de mayo, dejando atrás el escenario de tantos
sufrimientos inútiles, y el día 11 del mismo mes fue cuando los marinos de
Trafalgar, viendo surgir en el horizonte el Pico nevado del Padre Teide se
encontraron de repente frente a las tierras de la colonia española que iba a
ofrecer esperanzas y incertidumbre.
1808 Junio 18. Nace en
Guiniwada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) Domingo Déniz Grek el criollo
historiador, profesor y médico. Realizó algunas obras de carácter
fundamentalmente didáctico, y fue médico que destacó por su labor humanitaria y
desinteresada, aunque será recordado fundamentalmente por la elaboración de su
obra histórica sobre Canarias. De origen portugués por parte paterna y maltés
por parte materna. Su niñez transcurre en la calle Santa Clara, que hoy en
homenaje a su persona lleva el nombre de Domingo Déniz. Realiza sus primeros
estudios, hasta los catorce años, en la escuela del profesor Laguna, en la
calle Triana, para pasar posteriormente al Seminario católico Conciliar
(1822-1828). En ambos centros tendrá como compañero, durante algunos años, a
Domingo José Navarro, quien en su obra Recuerdos de un noventón describe con
detalle los dos centros de estudio. Embarca en 1829 con destino a Francia para
cursar estudios universitarios en la Universidad de Montpellier. Su estancia allí se
prolongará durante siete años hasta 1836. El 18 de agosto de 1837 se doctora y
en noviembre abandona Francia dirigiéndose a Barcelona (España) donde
permanecerá unos meses hasta su regreso a Guiniwada (Las Palmas), en agosto de
1838.
Ya en su ciudad natal permanece
durante ocho años sin poder ejercer oficialmente la medicina, ya que no pudo
trasladarse a España a realizar la reválida de su título académico (lo hará en
Madrid en 1846). La docencia va a ser la que ocupe preferentemente esta etapa
de su vida como profesor del Colegio católico San Agustín.
En dicho centro, uno de sus
alumnos será Gregorio Chil y Naranjo, a quien también preparará en francés para
que pueda acceder a los estudios de Medicina en París. Tras recibir el grado de
licenciado en 1848, regresa a su ciudad natal en donde se asienta
definitivamente, consagrado de lleno a sus estudios, a la profesión, a la
ciudad y a empresas de progreso y cultura para Tamaránt (Gran Canaria). Durante
la epidemia de cólera morbo que en 1851 azota su isla natal, va a destacar por
su entregada lucha contra la epidemia. Recuperado de la enfermedad se le nombra
Director de Sanidad Marítima (cargo que desempeñará hasta su muerte) y médico
del Hospital San Martín. Al año siguiente es designado Subdelegado de Medicina
(el cargo médico de la isla más importante en la época). En el desempeño de
este cargo, en 1856 formó una "Asociación Médica", un incipiente
Colegio de Médicos, que afrontó entre otras cuestiones el establecimiento de
una sala para autopsias con el instrumental necesario.
En 1860 asume la dirección de los
Establecimientos de Beneficencia (Hospital San Martín, Cuna de Expósitos,
Hospicio y Casa de Socorro), cargo que ejercerá durante los diecisiete últimos
años de su vida. El alcalde Antonio López Botas le ofrece en esta época la
dirección de la Alameda
para que se encargue de su embellecimiento. Durante el periodo comprendido
entre 1861 y 1873 ejerce el cargo de secretario de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País. El martes de Semana Santa de 1877 fallece en su
casa de la Alameda
de Colón. Redacta en 1840 un manual de Geografía, Compendio de Geografía
apropiado a la enseñanza de los niños, publicado en Cádiz (España), del cual se
hicieron varias ediciones, publicándose la última en 1871 con el título Rudimentos
de Geografía y Cronología, arreglados a la enseñanza elemental. La importancia
de esta edición queda evidenciada por los más de treinta años en que estuvo
vigente. Con el mismo fin pedagógico publicó años después Nociones de
literatura española desde su origen hasta el siglo XVIII. Inicia en 1844 el
acopio de documentos y noticias para la elaboración de la que será su obra
cumbre, Resumen histórico-descriptivo de las Islas Canarias.
1808 Junio 25.
El sábado, entre dos y tres de la
tarde, fondeaba en el Puerto de La
Luz de Las Palmas una goleta, al parecer española, con
bandera de escudo, pero sin corona, mandada por el vizcaíno don José
Izarviríbil. Era entonces gobernador de la isla el coronel, hermano del señor
obispo, don José Verdugo, que tanto por su ilustración como por el cargo que
desempeñaba, era una de las personas que con más anhelo esperaban noticias de la Península Iberica.
Al fondear el buque, se trasladó Verdugo inmediatamente al puerto y se puso al
habla con el capitán, teniendo ambos una larga y secreta conversación de que
nadie por entonces se enteró.
Observóse por la noche en el
pueblo alguna agitación porque, a pesar del silencio guardado, corrían vagas
noticias sobre los sucesos de Bayona.
Amaneció e126, que era domingo, y
la tripulación con su comandante a la cabeza vino a la ciudad y oyó misa en la
iglesia de San Francisco, volviendo luego a bordo, excepto el capitán que
permaneció en tierra con el objeto de hacer una visita a las autoridades y
asistir a un banquete que se le ofreció por el gobernador. Glosábanse,
entretanto, las nuevas de que era el buque misterioso portador y se decía que
llevaba a América pliegos reservados de Napoleón para el reconocimiento de la
usurpadora dinastía. Varios patriotas, enemigos del ltando afrancesado, se
acercaron al corregidor don Antonio Aguirre y le propusieron la inmediata
proclamación del rey Fernando, para desmentir aquellas voces o, a lo menos, la
prisión del vizcaíno y la detención de su buque; resolución grave que no se
atrevieron a decretar Aguirre ni Verdugo, aconsejando a todos la prudencia y el
aplazamiento para cuando llegasen órdenes superiores, claras. (A. Millares T.
1997)
1808 Julio. El nombramiento de Presidente de la Junta Suprema de
Canarias en la persona de Alonso de Nava Grimón, VI marqués de Villanueva del
Prado, fue inmediatamente contestado por sus colonos, quienes decidieron
resolver el conflicto por su propia mano amotinándose en septiembre de aquel
1.808 con la toma y reparto de su Hacienda de la Aldea de San Nicolás, en
Tamaránt (Gran Canaria).
1808 Julio. La
descarga en los puertos de las islas de muchas de las presas de piratas y corsarios está ampliamente
documentada. Como ejemplo, veamos como a finales de julio de 1808, el capitán
Linch, asiste a la descarga en el Puerto de Mequínez (Puerto de la Cruz) Chinech (Tenerife) de
su barco El Presidente, el
cual había sido apresado días antes en la isla de Lanzarote, por el corsario
Juan Gavazzo, quien estaba presente observando
la descarga de su presa.
1808 Julio 30. La
Junta Suprema de Canarias, instalada recientemente en las
Salas Consistoriales de Eguerew (La
Laguna), abre sesión y toma conocimiento de un mensaje del
comandante general, el intrigante O'Donnell, dirigido a su presidente, el
marqués de Villanueva del Prado. Como durante las últimas semanas han sido
numerosos los cambios y las substituciones en el personal dirigente debido a
sucesos en la metrópoli, algunos se asombran al saber que se trata de responder
a una carta, fechada el 29 de junio, que don Tomás de Morla, gobernador de la
plaza de Cádiz, ha enviado al Marqués de Casa Cagigal para que le informara
sobre las posibilidades de hospitalización en la colonia.
Nos encontramos inmediatamente
después del día funesto en que, capitulando sin condiciones, Rosily ha
entregado tres mil seiscientos setenta y seis marinos de su escuadra a los
españoles.
No sabiendo qué hacer con este
contingente inesperado y, como se sabe, afligida por una rara incapacidad
administrativa, la Junta
Suprema española ha decidido, sencillamente, enviarlos a la
colonia canaria.
¿Cómo eludir tal mensaje cuando
es bien sabido que sin la intervención de la Suprema los autoelegidos para gobernar al pueblo
canario no serían lo que son? Así que, deliberando seriamente y con no menos
laboriosidad, llegan a estas resoluciones de las que se levanta acta de esta
manera: "Considerando de una parte: "que, en las circunstancias
actuales ya causa de los inconvenientes que resultarían para la tranquilidad
pública, a menos que se sitúen bajo guardia y cerrojos, no es posible
admitir que los dichos prisioneros
puedan gozar de libertad en las diferentes partes de la isla; " que esta
especie de prisión preventiva sería muy costosa y obligaría a tener bajo armas
una tropa numerosa; "que, si fuera así, los citados prisioneros
constituirían una carga considerable para el tesoro, ya muy afectado por los
gastos de guerra contra Gran Bretaña, gastos que aumenta la presencia de unas
guarniciones de las que no se puede prescindir; "que, para mantener a estas
guarniciones, los ingresos ordinarios apenas son suficientes, teniendo en
cuenta los pagos inseguros de la población; " que en una provincia
aislada, cuya alimentación sufre tanto la precariedad de sus recursos como la
insuficiencia de las cosechas -que este año se presentan mal-, los víveres
consumidos por estos cautivos reducirían peligrosamente la parte de los
naturales; "Por otra parte, considerando: "que es necesario conciliar
el interés esencial del país con el ardiente deseo de participar en la ayuda de
la nación, la que es un deber sagrado, "La junta por estos motivos y
después de haber hecho los cálculos necesarios, "Determina: "que el
mayor número de prisioneros que puede admitir ascenderá a mil doscientos,'
incluyendo en él a cuarenta oficiales, cuya repartición en esta isla y en las
otras será establecido, llegado el momento, de forma detallada".
1808 Agosto
19.
Aquí (en
Arrecife de Lanzarote) como en todos los pueblos de la monarquía española se sintió mucho la
prisión de Fernando VII en Francia, siendo
grandemente celebradas las victorias que
se obtenían en la península contra las
armas de Napoleón, y tanto odio cobraron a este, que en uno de los primeros festejos, pidieron a Dn.
Manuel J. Álvarez un buen retrato que de este guerrero tenía en su
sala, y lo echaron a volar por medio de
fuegos artificiales. La isla reconoció el gobierno de la Junta Gubernativa
creada en la ciudad de La
Laguna, y los vecinos del Arrecife quisieron hacer su espontonada a esta
improvisada corporación y la dirigieron el documento siguiente.
«Excmo.
Sor = El Vecindario del Puerto del Arrecife en la isla de
Lanzarote, persuadido firmemente que mediante las circunstancias
del día reside en V. E.
la legítima y suprema autoridad de esta provincia,
no puede dilatar por más tiempo hacer manifestación de este
reconocimiento, y sujetarse como desde luego se sujeta a las sabias y
prudentes determinaciones de V. E. Conoce la importancia de que
todos los pueblos tributen iguales respetos, y que se incorporen todos
con la más estrecha unión a recibir un sólo impulso, pero ve con dolor que
algunos lo dilatan: Siente en extremo que cada Isla toda no haya sido la primera en pagar
tan justo tributo, y no puede menos de lamentar la inacción en que ha permanecido: Sabe que a los magistrados que la representan han
llegado hace algún tiempo, y de consiguiente ignora V. E. los sentimientos que a todos
nos animan. Ya al pueblo del Arrecife le pesa haber esperado a manifestar los
suyos por medio de otros, y arrebatado de justo entusiasmo quiere
unirse a V. E.
y descubrir su patriotismo. Reconoce con V. E. por su
legítimo soberano al Señor Don Fernando séptimo de Borbón:
jura su defensa y la de su patria, y ofrece por ella su vida y haberes.
No son estas expresiones vagas: habla en ellas el corazón, y los habitantes
de este pueblo no tienen por ahora otro medio de acreditarlo
que con obligarse a pagar de sus frutos el medio diezmo a que V. E. nos invita, y a que ha dado norma la isla de Tenerife. Estos son los verdaderos sentimientos de este pueblo,
que expresa a V. E.
por medio de doce de sus vecinos: y sujetándose espontáneamente a las
órdenes de V. E.
las espera para obedecerlas lleno de respeto. P1". del
Arrecife isla de Lanzarote agosto 19, 1808 = Excmo. Sor= Francisco
Aguilar = Lorenzo Cabrera = Josef Ginory = Luis Cabrera = Manuel Alvarez = Juan
de País = Luis Cabrera López = Policarpo Medinilla =
Miguel Ramírez = Eusebio de Casares».
A los S. S. vocales de la
Junta de Tenerife que se miraban sin otra misión que su espontánea voluntad de mandar;
supo mucho este incienso y docilidad de los
pueblos a obedecerles y comprometerse u pagar medio diezmo; e hicieron desde luego publicar la precedente Carta en su periódico titulado «Correo» de Tenerife»
N.° 2, del jueves 1.° de septiembre de 1808.
La primera firma es del Alcalde Rl. del mismo
año.
Pero no podemos
menos de preguntarnos, que letrados, ni qué componían
en el mundo aquellos entusiasmados vecinos del Arrecife, para anticiparse al
Cabildo de su isla, y decir, «reside en V. E. la legítima y suprema autoridad de la Provincia».
Perdonémosles, con que entonces todo
se tragaba, se creía bueno y se hacía, con tal de llevar a Fernando VII por enseña.
El mismo
vecindario contribuye con ropas y dinero para el equipo de la tropa que desde Sta. Cruz fue a la guerra
peninsular. Mas la generosidad de
los lanzaroteños no se dignaron ponerla en dicho periódico, porque ya empezaba
la pereza de sus redactores; pues sólo
dio lugar a la lista de los contribuyentes del Pto. de la Orotava, cuyas retenciones de nuestros publicistas de
gobierno provisionales, da lugar a
ignorar muchas acciones buenas o malas ocurridas en las islas.
Todos estos precedentes y entusiasmos con otros que iremos apuntando oportunamente vinieron a parar en que el
año 1810, hubiese en esta isla una
revolución.
La Junta
Gubernativa de Tenerife usó y
deshizo por orden del gobierno supremo de seis de Junio, 1809. Y en septiembre
del propio año arribó al P'°. del
Arrecife y residió algunos días su digno presidente marqués de Villanueva del Prado, quien iba ahora para España
de vocal por estas islas a la
Junta Central. Algunas otras personas distinguidas iban en su compañía, como el brigadier
de Artillería D. Eduardo, el coronel Ríos, etc. (J.A. Álvarez Rixo, 1982:
173-175)
Queda indicado
al Capítulo IX, párrafo
6, quién era Juan Brito las pretensiones
que tenía para que su yerno Dn. Juan Valenciano fuese gobernador de las Armas de la isla de
Lanzarote. Enviudó éste de la hija de
Brito nombrada María, y casóse con otra señora, aunque no rica, de más
categoría. Irritó tanto por ello a Brito creyendo se hacia poco aprecio de la memoria de su hija y de su riqueza, que se
ladeó enteramente su valimiento para con el comandante general Cagigal, en favor de Dn. Bartolomé
Lorenzo Guerra, émulo de Valenciano,
obteniéndole el gobierno para dicho Guerra a quien como
si fuese su hijo suyo franqueó su casa hermosa y costosamente alhajada en el P'°. del Arrecife; para que
dicho señor residiese en ella. Depuesto Cagigal en el mes de julio de 1808,
por la junta erigida en Tenerife, ésta quitó el gobierno a Guerra, sólo por ser criatura de aquel, y se le confirió al ayudante
mayor D". José Feo y Armas, vocal
de la citada Junta por la isla de Lanzarote. Y el
agraviado Guerra pasó a España en solicitud de justicia, que además de tenerla iba escobada de algunas talegas de
miles de pesos de su protector Brito; pero
éste falleció abintestato en 1809, antes de ver
a su protegido regresado. Hecha esta indicación entraremos
en materia.
El gobernador
interino Dn. José Feo y Armas, un tío suyo de su propio nombre,
clérigo intrigante y rico, comisario del S'°. Oficio, y sus parciales, juntaron un Cabildo a su modo, a los primeros meses del año 1810, prendiendo y haciendo fugar a
varios sujetos que no se respetaban a sus intentos, publicando, que la Isla no quería a otro Gobernador que a dicho Feo; estimulándose más a las tropelías, cuando
supieron llegaría de España Dn. Bartolomé Lorenzo Guerra nombrado por la Junta Central del
Reino, de coronel y gobernador propietario. La gente de viso del Puerto
del Arrecife fueron los más que sufrieron, teniendo que ausentarse para
Tenerife, hasta el mismo párroco, a fin de no
ser atropellados, siendo el crimen del pacífico eclesiástico, que los de Guerra como eran naturales del mismo pueblo de Sn. Bartolomé, y amigos, apeaban
en casa del cura cuando ba-j;iban al Puerto.
Efectivamente,
por mayo a junio, llegó a Sta. Cruz el coronel Guerra y pasó a la isla de Lanzarote su patria a
posesionarse de su gobierno. Pero aquí
supo, no le querían recibir, antes sí prenderle, para lo que habían
reunido y amotinado las gentes en la villa de Teguise. Guerra recogió todos los víveres que pudo, algunos artilleros y
amigos, y se encerró en los dos castillos del Puerto del Arrecife, comunicándose por mar de uno a otro en una lancha.
Bajó de tropel
la gente de campo armada de fusiles y palos, a atacar el castillo de S. Gabriel; e hicieron un continuo y desconcertado fuego
desde el puente que aún no estaba elevado.
Entretanto les gritaron de las fortalezas se retirasen, si no que
dispararían. El gobernador Guerra encargó mucho no se hiciese fuego sino a la
extrema, y se fue aquella tarde por mar a dar sus disposiciones
al castillo de S. Jose. Pero habiendo
seguido la muchedumbre acercándose y molestando; el subteniente Dn.
Leandro Camacho, y Manuel Valentín López se resolvieron, disparándose
un cañonazo por alto con metralla, que a
pesar de esta precaución hirió dos hombres y mató a otro de los sitiadores. Al instante huyeron éstos como niños,
bajándose de gatas para más a su salvo escapar guarecidos de la muralla sin ser
vistos del castillo, cuyo puente por temor de segundo ataque se levó ahora por el patrón Antonio de Brito.
Al día siguiente bajó gran parte del regimiento de la Villa con el tren de de cuatro
violentos, y al acercarse por el camino del volcán dirigieron una bala desde
el castillo de Sn. José, cuyo zarpazo y ondulaciones que hizo por aquel llano, desagradó a los
valientes, que se replegaron sobre su
derecha hacia el poniente, y entraron por la noche en el pueblo.
Había quedado este desierto, y hasta los barquitos y lanchas de pesca los partidarios de Guerra tuvieron la
precaución de hacerlos varar en islote
del castillo de Sn. Gabriel para que la soldadesca contraria no tuviese en que transportase al ataque de dicho
fuerte.
Los caudillos de la chusma del primer día eran un medio procurador nombrado «Andresito», flaco y
macilento, con su levita parda y un hacha
ferrugienta en las manos, que era lo que había que ver, diciéndoles «vamos
hijos a prender a los Guerras», y el otro el mismo bruto entusiasmado que quedó en la palestra nombrado Nicolás Cabrera, vecino del pueblecito de Tías. Al primero de estos mentecatos
la RI. Audiencia
le hizo pagar una crecida multa pereciendo sus
bienes para satisfacerla, de cuya pesadumbre hubo de morir, pues los del cabildo ya no prestaron socorro. El que
gobernaba los cuatro cañones
violentos que hay en la villa, era un borracho pinta puertas nominado Cachupín. Al rico Dn.
Ginés de Castro «el viejo», a quien creían
del partido de Guerra, porque su hijo le acompañaba en los castillos, la plebe como le tenía ganas le insultó
y llevó preso a dicha villa donde se
temió su catástrofe. Pero él después quedó bien con todos y con su caudal que no se lo tocaron. El
pobre gobernador Guerra fue el peor
librado. Regresó a Sta. Cruz, sobrevino la epidemia, y allí murió por noviembre del expresado año
1810.
El brigadier Dn, José F. Armiaga y otra persona de carácter
a quienes el comandante general Dn.
Ramón de Carvajal, envió desde P'°. Cruz a pacificar la isla de Lanzarote y que
Feo dejase aquel tumultuoso gobierno,
no fueron oídos, volviéndose desairados al segundo día. Pero sabida la llegada del duque del Parque a Canaria, de
nuevo capitán general, le temieron sobremanera, se le sometió la isla en febrero de 1811, y S. E. mandó a Lanzarote a Dn.
José Perol, su edecán que tomó el Gobierno
militar, y al Licdo. Betancourt para Alcalde mayor. Entonces Dn.
José Feo pasó a Sta. Cruz en clase de preso, a donde llegó la noche 30 de mayo, señalándosele cuarto en aquel
presidio: en cuyo punto permaneció mientras el duque estuvo en islas. Después
pasó a España a prestaciones permaneciendo por allá hasta el año de 1820 a 21, en que fue
repuesto por el Gobierno constitucional
según luego veremos.
A fray Bernardino Acosta que siendo prior de S10. Domingo, también era acérrimo cabildista, y a otro fraile de
su orden S. Medina, les hizo expulsar de la isla el Sr. duque, la
madrugada I." de junio,
cogiéndoles de sorpresa y embarcándolos acto continuo para S1-Cruz, a la cual aportaron el 4 del mismo, cuya
providencia causó tanto terror a los demás
farautes de los demás alborotos, que algunos no se atrevían a dormir en sus
casas. (J. A. Álvarez Rixo, 1982: 175-179)
1808 Septiembre1.
Lista de las personas que
componían el Cabildo Permanente de Canaria, reunido en Las Palmas:
Presidente, don Juan Bayle
Obregón, alcalde mayor de la isla; Ilmo. Señor don Manuel Verdugo, obispo de la
diócesis; lImo. Señor don Luís de la
Encina, obispo de Arequipa; El conde de Vega Grande; don
Lorenzo Montesdeoca, dignidad de tesorero de la Santa Iglesia
Catedral; don José Romero de Franqui, juez de Expolios y Vacantes; don Miguel
de Manzano; don Manuel del Reo Aponte; don José Viera y Clavijo, arcediano de
Fuerteventura; don Antonio Echónove, inquisidor fiscal; fray Antonio Raymond,
del orden de San Agustín; don Estéban Fernández; don Isidoro Romero y Ceballos;
don Agustín Falcón y Béthencourt: don Pedro Gordillo y Ramos, cura del Sagrario;
fray Esteban Rores, prior de Santo Domingo; fray Pedro Miranda, guardián de S.
Francisco; fray Miguel Ramos, prior de S. Agustín; Don Domingo Suárez Travieso;
don Francisco Javier Jiménez; don Agustín de la Rocha; don Domingo Penichet;
don Nicolas Béthencourt; don Francisco Aguilar Romero; don José Quintana
Uárena; don Juan María de León y Romeró; don Juan-Franques de Mesa; don
Baltasar de Llarena; don Santiago Bravo de laguna; don Cristóbal Mujica; don
José Matos Azofra; don Policarpo Padrón; don José Padrón; don Rafael Pastrana;
don Antonio José Pérez; don Juan Nepomuceno Carrós; don José Vázquez Figueroa;
don Pedro Russell; don Pedro Bravo de Laguna; don Nicolás Massieu; don Nicolás
Negrín; don Juan Bandini; don Leonardo Calderón y Reyes; don Manuel Pestana;
don Francisco Martínez de Escobar; don José Doreste; don Miguel Macías; don
José Pérez Luján; don Juan Antonio Sall; don Pedro Déniz; don Miguel Sortino;
don Juan Gonzólez; don Luis Vernetta; don Esteban Laguna; don Domingo Gil; don
José López; don Pedro Zórate; don Domingo García Sánchez; don José Shónahan;
don Patricio Rusell y don José Pastrana, Diputados por los pueblos: don
Cristóbal Morales y don Francisco Rivero, por Telde; don Miguel Martín y don
Miguel Ruíz, por Góldar; don Francisco Almeida y don José Merino. por Gula; don
Juan Suárez y don Isidro Aguilar, por Agaete; don Pedro Alvarado y don José
Rulz, por Agüimes; don Claudio Ponce y don José Gonzólez, por San Lorenzo; don
Marcos de Matos y don Pedro Castellano, por Arucas; don Vicente de Pérez y don
Vicente Naranjo, por Teror; don Bernabé de la Vega y don Andrés Ortiz, por Santa Brígida; don
Juan Agustín Carrello y don Domingo Ortiz, por Tirajana; don Salvador Suárez y
don Andrés de la Fe,
por Moya; don Francisco Lorenzo y don Manuel García, por Tejeda; don José
Perera y don Juan Rodríguez, por Artenara; don Juan Cabral y don José de Melo,
por la Aldea de
San Nicolás; don Francisco Bóez y don Francisco Guerra, por Firgas; don
Francisco Gil Navarro y don Francisco Pérez por San Mateo; don Miguel Macís y
don Diego Robaina, por Valsequillo. (A. Millares, t.4, 1997)
1808 Diciembre 7. En la noche, una tormenta
hace naufragar fuera de la baja Amarilla, del Puerto Mequínez, en Chinech a un
barco grande de pozo, La
Justicia, propiedad de don Juan Pláceres. En el
hundimiento perecieron dos mujeres que viajaban para Benahuare (La Palma). En la misma noche, y
en el mismo fondeadero se hundió otro navío propiedad también de don Juan
Pláceres.
1808 Diciembre 15.En
Puerto Mequínez (Puerto de la
Cruz) Chinech, (Tenerife) se fue a pique en La Baja del Rey, un barco de
pozo, conocido como el Cojo de la plaza, propiedad también del
mencionado don José Placeres. Tres tripulantes que estaban a bordo lograron
salvarse en una lancha.
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