Eduardo Pedro Garcia Rodriguez
1800 Agosto 13.
Que este pueblo ha visto con
admiración y dolor el suceso del día cuatro del corriente, en que a presencia
de nuestras fortalezas, un bergantín inglés, corsario, no solamente sacó de
esta bahía el buque del tráfico "El
Brillante", cargado y fondeado, a las cuatro de la mañana, sin
oposición y resistencia, sino que apoderado de él insultó a la Plaza
presentándose delante del Castillo principal con su pabellón inglés, echando
lancha con una bandera blanca y dirigiéndose a nuestra playa, donde se le
permitió varar, y fue conducido el que venía encargado a la casa del Gobernador
de las armas; pero a más de este irregular procedimiento, en que el corsario pasó,
según parece a la orden, por cuanto el mismo debió enarbolar la bandera
parlamentaria.
Quien entendido el exponente que
el oficio que se escribió por el Capitán de dicho corsario al Gobernador de las
armas fue insultante, y que si en esto faltó a la urbanidad, no fue menos el
atrevimiento de haber tirado un cañonazo con bala a la Plaza, estando aún el
parlamentario en tierra, lo que le obliga al exponente a hablar en esta Sala,
en fuerza de la representación pública que tiene en toda la Isla y en cuyo nombre se
presenta, la poca seguridad en que está la Patria avista de lo ocurrido en dicho día, y no
haberse impedido los perjuicios que se han causado a los dueños del barco
apresado y su cargamento. Es constante que a cosa de las cuatro de la mañana
vimos sacar a remol-
que de tres lanchas al bergantín
"Brillante", bajo tiro de cañón, sin que se hubiese advertido por
ningún centinela, no obstante la inmediación y claridad de la hora, la grita y
clamores de las gentes no fueron bastantes a determinar a nuestras fortalezas a
disparar en tiempo, que lo hubieran podido impedir. Cuando comenzó el fuego ya
fue infructuoso, no se destinaron lanchas armadas que hubieran represado a
dicho buque; en algunas fortalezas no había soldados; se oye a la gente que el
Rey y este Ayuntamiento pagan para tener en seguridad las vidas y haciendas de
los habitantes; los tiros de nuestra artillería por la mayor parte llegaban a
media distancia del enemigo. En unas fortalezas se dice también que no estaba
pronta la pólvora, tal vez por no estar presentes los que la custodiaban; en
otras, que no la había propia para cebar; en otras que faltaba el cebo; en
otras que no había agua ni tinas, y entre tanto un enemigo atrevido, aunque
débil, insultando la Plaza
en aquella mañana, despreciando la multitud de inútiles caño-nes que al fin se
le tiraron, habiendo él arrojado muy pocos hacia nosotros, pudiéndose haberlos
vencido si aquellos a cuyo cargo está la vigilancia no hubieran padecido el
descuido y omisión que son notorios. (Citada por Lorenzo Rodríguez, Juan B.,
Noticias..., pág. 315).
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