1591
Junio 1: Este mes se
caracterizó por la máxima intensidad en el bloqueo de los buques ingleses a las
islas Canarias. Se inauguró con una mala noticia que no tuvo por suerte confirmación:
el día 1 de dicho mes recibióse en Tenerlfe un aviso del duque de Medina
Sidonia comunicando a las autoridades coloniales insulares la inminencia de una
incursión por parte de la flotilla argelina de Morato Arráez. La noticia se
difundió con la mayor presteza por todo el Archipiélago, con objeto de que
fuesen redoblados los vigías y centinelas, aumentada la guarnición de los
castillos y puestas sobre aviso las milicias.
Con razón escribía Cangas al secretario
Juan Vázquez, expresándole su admiración porque, pese a tantos peligros,
seguían entrando navíos “sin ser robados de corsarios ingleses que invaden las
islas por completo”.
El mismo corregidor Cangas, temeroso de
su relevo en aquellas circunstancias, pedía la prorrogación en el mando de la isla
“por el peligro de viajar con mujer y familia” sin ser asaltado por los
corsarios.
Aquel verano de 1591 prometía ser tan
accidentado en el Archipiélago, que el corregidor de Tenerife se trasladó a La Palma para inspeccionar sus
fortificaciones e instruir convenientemente a las milicias, permaneciendo en
ella por espacio de dos meses. (A.Rumeu
de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)
1591
Junio 4. Cuatro
embarcaciones corsarias inglesas apresaron cerca de Chinech (Tenerife) un navío
español que desde Cabo Verde se dirigía a esta isla, cargado de esclavos negros
y mercancías. Este tipo de presas no era cómodo para los piratas pues
entorpecían sus planes ulteriores de viaje, así pues se dirigieron al puerto de
Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La
Palma) enarbolando bandera de rescate; pero como de tierra no
respondieron a su llamada, en un acto de gratuita crueldad, prendieron fuego a
la presa, logrando algunos negros alcanzar a nado la costa, pereciendo el resto
en las llamas del navío o ahogados a la vista de la población.
1591
Entre Mayo y junio. Los
ingleses se apoderan de 8 navíos en aguas de Canarias. En Julio capturan a un
navío ante Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) procedente de la Habana. Ese mismo mes
roban un navío procedente de Cabo Verde cargado de esclavos. Al no aceptar las
autoridades de Chinech (Tenerife) al pago del rescate, incendian el buque
muriendo la mayor parte de la tripulación. Igual suerte corre otro navío,
huyendo de una flotilla inglesa se estrella contra el litoral Tinerfeño.
1591
Octubre 28.
Los soldados impuestos por la metrópoli
“habían sido una carga económica para la isla de Tenerife, correspondiendo tan
sólo a Gran Canaria soportarlos, cambió el perfil de la cuestión a partir de
diciembre de 1591, mes en que don Luís de la Cueva expidió un auto ordenando preparar
alojamiento en La Laguna
para 300 soldados, por hallarse mal acondicionadas las tropas en Las Palmas.
Hasta entonces había amenazado varias veces el capitán general con la medida,
sin decidirse a ello; pero ahora el Consejo de guerra, por nuevas presiones de
la isla de Gran Canaria, había optado por la expedición de la Real cédula de 28 de octubre
de 1591, que renovando anteriores decisiones, ordenaba se hiciese "el
alojamiento de los soldados del Presidio en las casas de los vecinos de
Tenerife, dándoles cama y servicio". El Cabildo, en cumplimiento de esta
decisión regia, y aprovechando que en diciembre de 1591 se hallaba don Luís de la Cueva en La Laguna, decidió nombrar sus
diputados para discutir la distribución de los soldados, siendo elegidos el
teniente doctor Lercaro y los regidores Alonso de Llerena, Cristóbal Trujillo
de la Coba, Luis
Fiesco y Bernardo Justiniani.
El capitán general les comunicó que era
su propósito establecer en La
Laguna las compañías de Gaspar Fernández de Ayala y Juan
Jaraquemada, compuestas por 300 soldados, mientras otros 300 quedaban en
cuartel en Las Palmas, divididos en otras dos compañías al mando de los
capitanes Juan Fernández Viedma y Luís de Benavides. Como puede apreciarse, el
capitán general había disminuído el número de los soldados de las compañías,
para crear una cuarta, que puso a las órdenes de su hijo don Luís de Benavides
o de la Cueva y
Mendoza.
El capitán general les exigió además que
tuviesen preparadas provisiones de carne y pescado para cuando llegasen los 300
infantes, con objeto de que las pudiesen "comprar por sus dineros".
El Cabi1do en vista de todo, y después
de protestar por enésima vez, acordó que se alojasen los 300 soldados por ahora
en las casas de los vecinos, procédiéndose inmediatamente al reparto de boletos
con tal fin.
El 24 de diciembre de 1591, el personero
Francisco de Mesa suplicó al Cabildo que los alojamientos se pagasen de la
renta de las dehesas, evitándose así su distribución por las casas de los
vecinos, con la natural zozobra de éstos por la que temen de sus mujeres e
hijas. Las fechorías de los soldados en Gran Canaria habían contribuido a
disminuir su crédito en todo el Archipiélago. Días más tarde acordóse en
Cabildo so1icitar la ayuda de los lugares de la isla para que contribuyesen con
camas y dinero al alojamiento de la tropa.
De esta manera en los primeros días de
1592 desembarcaron en Tenerife 200 soldados del presidio, al mando del capitán
Gaspar Fernández de Ayala, trasladándose seguidamente a La Laguna, donde quedaron
alojados en las casas de los regidores y vecinos-, con la obligación, además,
de sustentarlos hasta tanto que el Cabildo arbitrase. el dinero necesario para
atender a estos gastos.
Sin embargo, don Luís de la Cueva y Benavides, con su
criterio versátil y acomodaticio, decidió dos meses más tarde, en marzo de
1592, imprimir un cambio radical a su política de alojamientos, optando por
acuartelar el presidio, exclusivamente, en la ciudad de Las Palmas, aunque
obligando a todas las islas del Archipiélago a contribuir, en la medida que sus
fuerzas y disponibilidades, al sostenimiento del mismo.
Volvieron, pues, los soldados de
guarnición en La Laguna
a reembarcar para Gran Canaria, y sólo quedó en Tenerife un pequeño destacamento
de doce soldados al mando del cabo Juan Carmona, como guarnición fija y
veterana de la fortaleza de San Cristóbal, en el puerto de Santa Cruz de
Tenerife. (A. Rumeu de Armas, t.2.1991)
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