martes, 16 de julio de 2013

CAPITULO XIII-X




FEMÉRIDES DE  LA NACIÓN CANARIA


UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVII


DECADA 1581-1590


CAPITULO XIII-X



Eduardo Pedro García Rodríguez

Viene de la pagina anterior.

Hubo impremeditación porque el ofrecimiento de Sancho de Herrera León, que fue base de la confianza en él depositada por el marqués de Lanzarote, quedó incumplido, bien por imposibilidad material, bien por otras causas que ignoramos. Lo cierto es que el refugio desconocido que ofreció para la familia de don Agustín de Herrera se redujo, a última hora, a una de las cuevas más conocidas de la isla, situada en el término de Tia y
al borde mismo del camino real; hubo falta de sigilo por parte de Sancho de Herrera León, porque, mediando mala fe o poca reserva, el secreto de que era guardador fue conocido por otro morisco, Juan Camacho, de quien al parecer lo averiguaron los argelinos. La misma conducta posterior de Sancho de Herrera embarcándose en las galeras argelinas, con el pretexto de no dejar desamparada a su familia en la cautividad,
prueba el temor que le embargaba a ver desatadas las iras del marqués sobre su persona, sin desechar por completo que le impulsase a hacerlo el afecto a los suyos.

Frente a la obstinación del marqués de Lanzarote con respecto a su vasallo, la Inquisición reconoció más adelante y de manera explota su inocencia en este punto concreto, pues estimó como probado que "un morisco captivo [¿Juan Camacho?] ...fué el que entregó a los moros la mujer e hija del marqués de Lanzarote y la mujer e hijos del dicho Sancho de Berrera, y que por esta razón le había dado libertad Morato Arráez y el Xarire...". El papel de Sancho de Herrera León se transforma así en cómplice inconsciente, si acaso, y al mismo tiempo víctima, de un morisco amigo, que aun entregó a su propia familia para alcanzar, al precio de dos traiciones la libertad perdida.

El hecho ocurrió de la siguiente manera: el martes 12 de agosto, por la mañana, un destacamento de más de cien moros avanzó sobre la cueva de Tesa, cumpliendo instrucciones de Morato Arráez y llevando como "adalides" a Juan de Escalona (Alí) ya Juan Camacho. Llegados a la cueva de Tesa, lugar previsto de acuerdo con la confidencia recibida, los moros se situaron estratégicamente guardando sus alrededores y salidas, mientras una docena de ellos penetraban en su interior. Desperdigados como hurones, los moros recorrieron en todas direcciones el interior de la caverna; mas cegados por los contrastes de luz y poco prácticos en el conocimiento del terreno, fracasaron en su búsqueda. Entonces vino en su ayuda el esclavo del marqués, Juan de Escalona, quien pudo al fin localizar a ambas damas escondidas y resguardadas en las anfractuosidades de las rocas. El traidor Alí señaló a los moros el refugio de sus señoras diciendo: "jAhí están, ahí están! ¡Entrad! jEntrad!", y entonces éstos se avalanzaron sobre ambas tratando de prenderlas. Un moro que llevaba un alfanje desnudo arrastró por los cabellos a doña Constanza de Herrera hacia el exterior, mientras la marquesa, doña Inés, llorosa y compungida, la seguía. Al cruzarse ésta con Francisco de Escalona (Braen) no pudo menos de echarle en cara su miserable comportamiento: "Francisco, ¿que te he hecho yo?-le dijo--; ¿por que me bendiste?", a lo que respondió Braen: "Señora, no soy el que te bendi, que Juan Camacho te vendio".

Desde Tesa a Arrecife las cautivas recorrieron a pie, entre insultos y burlas, el camino; verdadero camino de desolación: caseríos arruinados, cosechas ardiendo, ganados salvajes...; todo era ruina, destrucción y lágrimas. Contrastaba la tristeza de los cristianos viejos con la alegría de los moriscos. La misma condesa de Lanzarote declaró ante la Inquisición el contraste que hacía con sus lágrimas el alborozo de la mujer de Francisco Escalona (con la que se cruzaron en el camino), que en unión de sus hijos, y con todo su ajuar, se trasladaba en camello a las galeras para emigrar a Berbería. Por su parte, la marquesa doña Inés no pudo menos de encararse con el esclavo Pedro de Berrera, llamado Muza echándole en cara su mal comportamiento. "¿Quien te engaño?-le dijo-. ¿Como dexaste a Dios y a la buena bida que tenias?".

Llegados a Arrecife las cautivas comparecieron en presencia de Morato Arráez, quien ordenó trasladarlas a la galera capitana con todos los honores y miramientos propios de su rango. Allí habían de permanecer, galantemente atendidas por el renegado albanés, hasta el momento del rescate.

Las demás cautivos se repartían, según su rango y condición social, entre las galeras y el galeón de Indias, transformado en prisión de cristianos. Entre ellos hallábase el escribano de Teguise Juan de Vega; la mujer de Baltasar de Betancor; María Lusarda, esposa de Enrique de Betancor; lseo de León, Isabel Inglesa, Antonia Camacha; la mujer y los hijos de Sancho de Herrera León; la esposa de Marcial de Cabrera, la viuda de Peralta, el vecino Juan Escalona y su esposa; Leonor y Catalina de Herrera (hermanas de Muza [Pedro] y Hamet [Diego], esclavas del marqués, y Gonzalo, otro esclavo convertido al cristianismo y firme en su fe.

Al día siguiente, 13 de agosto, fue capturado un personaje de campanillas: el comisario del Santo Oficio Juan Martínez de la Vega, que en el desempeño del cargo de notario de la Inquisición en Gran Canaria recibió la comisión de trasladarse en julio de 1586 a Lanzarote, para cobrar al morisco Juan de Saavedra Palacio 1.556 reales de un débito resultante del remate de los bienes de los fugitivos en Berbería, que emigraron en las galeras de Dogalí, "el Turquillo", cuando la incursión de 1571. Después de ser por completo robado por los piratas argelinos, Juan Martínez de la Vega pasó a engrosar el número de los cautivos encerrados en las prisiones flotantes de Arrecife.

La indignación de éstos no tuvo límites cuando por necesidades de reparación en los navíos particularmente "aderezar la galera" fueron los cautivos desembarcados en las playas de Arrecife y pudieron contemplar a los esclavos moriscos pavoneándose con sus nuevos indumentos y convertidos en "personajes". Juan de Escalona "traya una toca en la cabeza a la costumbre de los moros" y "un alquizel"; Tomás de Lugo, hijo de Pedro, a quien llamaban Solimán} se cubría con "un bonete colorado" y "toca a la morisca", vistiendo "el trage de los demas moros,,", con un calzón escuro guarnecido" ; el esclavo Pedro de Herrera-Muza-"traya una ropetilla berde", y en la cabega un refaxo a la morisca"; el negro Pedro, esclavo de Bartolomé Cabrera, se cubría con "un paño de lienzo rebuelto en la cabeza como los demas moros". Los demás, lucían análogas prendas improvisadas para dar fe de sus nuevas creencias y costumbres.

Entre todos ellos destacaba por su cínica desvergüenza el morisco Pedro de Lugo, quien con vocación de capitán de corsarios, no ocultaba a los cautivos sus sanguinarios propósitos para fecha próxima, anunciándoles "que para el año avia de benir a esta ysla [Lanzarote] con veynte y quatro galeras para llebar a todos los christianos cautivos y a sus hijos" y cada vez más envalentonado proseguía en sus amenazas, añadiendo que "desta ysla avia de yr a la de Fuerteventura, y de la de Fuerteventura avia de partir para Canaria, donde avia de entrar a saquearla por la banda de Telde, y que por el moro que alli peligrara él pondría la cabeza porque los hombres de Canaria no eran. hombres para pelear...".

Durante su permanencia en tierra la marquesa de Lanzarote, alarmada por los secretos tratos que con diversos turcos y moros sostenía Juan de Escalona (Ali), logró ganarse la voluntad de un moro llamado Yafer, por quien pudo enterarse de que tramaban para fecha próxima otra incursión por el interior de la isla para la que se ofrecía como "adalid" Escalona. En efecto, dos jornadas más tarde regresaron los expedicionarios trayendo consigo veintinueve cristianos cautivos.

El mismo Escalona protegía contra las incursiones a sus más próximos parientes y allegados. Y así, en los aledaños del territorio donde moraba su primo Luís de Samarinas jamás penetraron los invasores, pues les hacía ver que era zona desierta o yerma. Samarinas, por su parte, supo ahuyentar de los contornos a cuantos a sus tierras se acercaban en demanda de socorro, logrando así salvar su hacienda en medio de la indignación del marqués de Lanzarote, que denunció posteriormente los hechos al Tribunal de la Inquisición.

Y ya que hablamos del marqués no estará de más que digamos dos palabras sobre su conducta a raíz de tener conocimiento de la cautividad de su esposa, doña Inés de Ponte o Benítez de las Cuevas, y de su hija doña Constanza de Herrera. Impresionado vivamente por el hecho decidió, sin pérdida de tiempo, parlamentar con Morato Arráez para tratar del rescate de su familia, dando poderes para ello al morisco Juan de Saavedra Palacio.

Saavedra, siendo portador además de una carta del marqués de Lanzarote para Morato Arráez, se trasladó a las galeras alrededor del día 14 de agosto de 1586, iniciando las conversaciones con el famoso pirata argelino, que condujeron en principio a una suspensión momentánea de hostilidades. Sin duda las exigencias de Morato fueron tan humillantes que el marqués tuvo que dar por finalizadas las treguas sin llegar a ningún
acuerdo con el mismo. Este episodio del primer intento de paz, de veracidad indiscutible, es no obstante conocido con muy escasos pormenores.

Rotas de nuevo las hostilidades, la flotilla argelina abandonó el puerto de Arrecife yendo a fondear en el de Arriete, más al norte, pues era propósito del corsario argelino abastecer a la escuadra de víveres y procuraba acercarse a la vega da Haría, como pueblo de los más ricos y cercanos a la costa. En esta incursión fueron como "adalides" Sancho de Herrera León, Pedro de Lugo y su hijo Tomás, que emularon a los Escalonas (también "adalides" en esta ocasión) en su despreciable papel.

Mientras la escuadra se abastecía de agua en el pozo de Arriete los expedicionarios alcanzaron el pueblo de Haría donde se apoderaron de toda clase de mantenimientos, en particular gran número de gallinas, y donde pusieron fuego a las eras destruyendo las cosechas de los naturales. Luego se corrieron a Famara para llevar a cabo en su término los mismos vandálicos hechos.

En esta incursión cautivaron además los argelinos a Manuel Robiergas, a Francisco de Medina y a su hijo, a la familia de un labrador de Famara cuyo nombre nos es ignorado, a la esposa de un portugués llamado Leytoa y al mensajero Juan de Saavedra. Este último fue a caer bajo la diligente mirada de Pedro de Lugo en la montaña de Chimidá
en el camino de Haría, siendo conducido maniatado a este pueblo y de allí a las galeras.

Sin embargo, sólo permaneció una noche en cautividad, pues al tener conocimiento Morato Arráez de su prisión ordenó ponerlo inmediatamente en libertad, queriendo dar muestras de su respeto a los intermediarios en las paces. Nos resistimos a llamar diplomático al morisco Saavedra.

En días sucesivos siguió predominando en toda la isla la lucha de guerrillas y escaramuzas. En una de ellas, Gonzalo Argote de Molina logró trabar encuentro con sus hombres con una cuadrilla de turco-argelinos, dando muerte a uno de ellos llamado Solimán y haciendo cautivos a otros seis más. Tal coyuntura fue aprovechada por el conde provincial para iniciar caballerescos tratos con el pirata.

Con dicho objeto puso en libertad a los seis cautivos turcos después de "vestirlos con marlotas de tela .de oro", enviándolos como presente a Morato Arráez. El pirata le devolvió la fineza dando libertad a uno de los lanzaroteños prisioneros con el encargo personal para Argote de entregarle "una saeta de [su] arco por seguro [para] que viniese a [las] galeras".

Gonzalo Argote de Molina aceptó complacido la invitación, y el lunes 18 de agosto de 1586 se trasladó a la galera capitana turca, donde fue huésped de honor del pirata, iniciando seguidamente las estipulaciones de paz y rescate.

Estos tratos y conversaciones duraron desde el 18 de agosto hasta el 21 del mismo mes, llegándose a un completo acuerdo en esta última jornada, que tuvo realidad al firmarse en la siguiente uno de los documentos más curiosos de la historia de la isla de Lanzarote: el tratado de paces entre "Morath Arraez, capitan general por el Gran Turco, Sultan Amurathes, en el Reino de Argel" y Gonzalo Argote de Molina, con ínfulas de señor de la isla y en realidad obrando como delegado de su suegro don Agustín de Herrera. Dicho documento fue autorizado por Ahamat Hoja, "escribano y contador" de la armada turca, y Juan de Vega, escribano público de Teguise y notario de la Inquisición en la misma villa.

Dicho documento, dictado sin lugar a dudas por el mismo Argote de Molina con su megalomanía y vanidad características, estipulaba el "rescate de la marquesa (doña Inés) y condesa (doña Constanza y veinte xptanos (cristianos) por precio de veinte mill ducados" ; once mil, por doña Constanza de Herrera y los cautivos lanzaroteños de más prestigio, que Argote hizo efectivos "en dinero y joyas de oro y preseas de su recamara", y los nueve mil restantes por la marquesa doña Inés Benítez de las Cuevas, de los cuales dió el marqués don Agustín de Herrera carta de reconocimiento de deuda a Morato Arráez, comprometiéndose a "los pagar en Berberia a fin de agosto del año de ochenta y siete", entregando como "rehenes a don Francisco Sarmiento, su hermano, y a Marcos de San Joan, su vasallo". Para facilitar el cumplimiento de esta obligación el pirata se comprometía a "no... hacer guerra al dicho conde ni al marques, su suegro, ni a sus islas de Langarote y Fuerteventura ni a la gente dellas ni a sus navíos ni haziendas de aquí fasta fin del año de ochenta y siete", garantizándoles bajo seguro tanto al marqués de Lanzarote como a Argote de Molina la "y da, estada y buelta" a Berberia y a Turquía, por sí o por emisarios, para la liquidación de los compromisos pendientes del contrato y asiento de paces.

Tal documento, que disminuye la personalidad del marqués de Lanzarote hasta el mínimo exaltando, en cambio, la de su yerno Argote de Molina, a quien convierte en caudillo de la resistencia isleña, revela la intervención personal del mismo en su redacción y concuerda en todos sus extremos, con otro testimonio del propio provincial de la Santa Hermandad sevillana, en que hace alarde de la misma despreocupación para con su suegro y de idéntica monomanía de grandezas. Nos referimos a la autobiografía que dejó escrita el pretenso "conde de Lanzarote" para admiración de su hijo primogénito Agustín de Herrera y Rojas: "Luego que me case-dice-vino Morat Arraez, Visorrey de Argel, con armada del Gran Turco y del Xarife sobre aquella isla [Lanzarote]; hizome la guerra treinta y dos dias; matome once hombres de los que tenia en el fuerte y yo le mate veintiseis; defendiolo Dios; cautivaron en esta guerra a la condesa y veinte personas ; rescatelos a mi costa con 20.000 ducados".

Firmadas las paces, los turcos-argelinos y moros evacuaron la villa capital, Teguise, cuyo caserío aparecía destruído en más de la mitad por obra del incendio, y el saqueo, con pérdida de iglesias, palacio condal y archivos públicos, dirigiéndose al puerto de Arrecife o al de Arriete (pues no está claro cuál fué el último refugio de la escuadra) para reembarcar en las galeras. Todavía permaneció el pirata en uno de los puertos hasta
el 26 de agosto de 1586, fecha en que Morato Arráez dió la orden de partida, desapareciendo de la vista de Lanzarote con buen número de cautivos voluntarios y forzados. Luís del Mármol asegura, en su Desmipción géneral de Africa que pasaron de 468 el número de estos últimos, pero lo más probable es que no rebasasen la cifra de los 200.

A última hora el marqués de Lanzarote, valiéndose como mediador de un esclavo moro (al que había concedido la libertad para retenerlo a su servicio) , consiguió que desertasen de las filas de los fugitivos otros dos siervos suyos, con promesa de perdón y olvido de culpas. Eran éstos el esclavo Pedro de Herrera, rebautizado con el nombre de Muza y el negro Bartolomé, conocido entonces por Embarca, Pese al "seguro" que por escrito les dio don Agustín de Herrera, ambos pasaron detenidos a la isla de Gran Canaria reclamados por el Tribunal de la Inquisición, En cambio emigraron Sancho de Herrera León, Pedro de Lugo y su familia, los Escalonas, etc., etc. De todos estos fugitivos sólo retornaría a Lanzarote el morisco Sancho de Herrera León, después de haber perdido toda esperanza de rescatar a su familia de las garras de los argelinos y de-
seoso de retornar al seno del cristianismo.

En compensación de los que se llevaba, Morato Arráez abandonó en Lanzarote antes de partir a un renegado español, Miguel Carneros (Morato), natural de Dueñas, a quien expulsó de sus huestes por indeseable y cuatrero.

Morato Arráez dispuso entonces el regreso con sus galeras a Argel, haciendo escala en Salé, donde se separó de los capitanes moros Mehemet, Abrahen y Ali. En dicho puerto de Marruecos supo el renegado que la flota española, al mando de don Martín de Padilla, adelantado mayor de Castilla, le aguardaba en el estrecho para cortarle el paso, decidiendo el pirata refugiarse en Larache para aguardar mejor coyuntura. Esta se le presentó al cabo de un mes, estando azotado el estrecho por una terrible tempestad, que obligó a las galeras españolas a guarecerse en los puertos meridionales de la Península; Morato Arráez, juzgando menos peligroso luchar con los elementos que con la poderosa escuadra, decidió entonces cruzarlo, y favoreciéndole la suerte se internó en el Meditmáneo sin el menor contratiempo. A la altura del cabo de Gata, Morato Arráez encontró en su camino tres galeotas argelinas del pirata Arnaut Mami, y conociendo por este último la muerte de uno de sus hijos en Argel, decidió dar fin a la expedición regresando al lugar de partida.

Cuenta el padre Haedo que al cruzar el estrecho Morato Arráez ordenó disparar un cañonazo para que enterándose don Martín de Padilla "no lo espera-se mas"; sin embargo, el fragor de la tempestad debió impedir su percepción a los españoles, porque sabemos por una carta de Fe lipe II al duque de Medina Sidonia, escrita el 24 de noviembre de 1586, que sus perseguidores daban a Morato por desaparecido en el mar, cosa de la que con buen sentido desconfiaba el monarca español.

En 1587 y 1588 se volvieron a recibir avisos en las Islas Canarias para que estuviesen prevenidas contra nuevas incursiones de Morato Arráez; pero los golpes del pirata se dejaron sentir también en las costas españolas sin perturbar más la ya muy perturbada vida del Archipiélago en las postrimerías del siglo XVI. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1586 Agosto 20.
Contrato estipulado en el Puerto de de la isla Titoreygatra (Lanzarote) para el rescate del colono Agustín de Herrera, Marques de Lanzarote y su mujer, durante el ataque que en justa represalia a las continuas razzias que este colono y sus mercenarios realizaban en el continente a la captura de esclavos y al saqueo de oro y ganados, llevó a cabo el marino mazigio Amurath Arráes (Capitán Arráes).

“Contrato estipulado en el puerto de la isla de Lanzarote entre Amurath Arráez por el Sultán de Turquía Amurath en el reino de Argel, y Gonzalo Argote de Molina, para el rescate del Marqués D. Agustín de Herrera y de Da Inés Benítez de las Cuevas y Ponte, su mujer. Año I586.

Morath Arráez, Capitán General por el Gran Turco Sultan Amurathes en el reino de Argel, por my em nombre de dicho Gran Turco y en nombre del Xarife y de Mesiemet Abrasien y Ali, Capitanes de sus tres galeras reales de que soy Capitán General, por el cual presto voz y caución é digo que por quanto yo salí de la ciudad de Zalé en primer día de la luna de Julio con cuatro galeras reales de Argel, Capitanes Jaban Belle y Casinsioja y la capitana y tres del Xarife con 600 turcos y moros escopeteros e flecheros á ganar la Isla de Lanzarote é cabtiuar al Marqués don Agustin de Herrera y Rojas por las ofensas y daños que ha hecho en Berbería, y habiendo llegado á la dicha isla el miercoles en la noche del 30 de Julio con cinco banderas, salté á tierra y saqueé la dicha Villa y cativé veinte y seis personas, habiéndose retirado la gente de la Villa al Castillo, de alli volví al puerto donde gané una nao de mercaderías que alli arribó de la flota de Nueva España donde cativé 22 cristianos, y el sábado siguiente gané la fortaleza del Arrecife matando al bombardero y cativé  11 personas que en ella estaban, é de allí fuí el mesmo dia sobre el Castillo de la Villa donde estaba Don Gonzalo Argote de Molina, Conde de dicha Isla, y le batí y di tres saltos, y maté al Comendador Diego de Cabrera Leme, Castellano y otros 11 cristianos, el cual me fué defendido por el dicho Conde con muerte de 26 turcos: después desto, el miercoles siguiente, teniendo aviso que la gente de la isla estaba en la cueva de Haria que llaman de los Verdes, fuí sobre la dicha Cueva y la tube cercada tres dias y no la pude ganar por las industrias del dicho Conde, y habiendome dado aviso dos moriscos de dicha isla de Lanzarote, de que la Marquesa Doña Inés de Aponte y la Condesa Doña Constanza, mujer del dicho Conde, las habia puesto el Marqués y dejado solas en una cueva, fui á la dicha cueva y las trage cativas á mis galeras juntamente con muchos moriscos de la dicha isla que se tornaron moros, y otras gentes que cativé que fueron por todo llo...y habiendo hecho guerra muchos dias á la isla, el dicho Conde teniendo noticias de que siete turcos andaban desmandados robando, salió contra ellos con gente de la isla y por su mano mató de un arcabuzaso uno dellos llamado Soliman y cativó los otros seis, los quales me envió presentados e vestidos con marlotas de tela de oro, por cuya liberalidad yo le envié un cristiano cativo libre con una saeta de mi arco por seguro, que viniese á mis galeras, donde el dicho Conde vino solo el lunes 18 de Agosto y estuvo hasta el jueves 21 de Agosto que hizo rescate de la Marquesa é Condesa é veinte cristianos por el precio de veinte mil ducados, los once mil ducados por la Condesa y 20 cristianos, los cuales pagó luego el dicho Conde en dinero é joyas de oro é preseas de su recamara...é otras cosas que lo montaron de que me doy por contento, é los nueve mil ducados restantes por el rescate de la Marquesa sola del cual rescate me entregó cédula del Marqués para los pagos en Berberia en fin de Agosto del año de 87, é el dho Marqués dió por rehenes á D. Francisco Sarmiento é su hermano é á Marcos de San Juan su vasallo, sin quedar el dho Conde obligado, como no queda, á cosa alguna, é asimesmo me pagó el dicho Conde...á la bandera del Gran Turco...é es condicion que yó el dho Morath Arraez, ni el Gran Turco, ni el Xarife, ni sus vasallos, no puedan hacer la guerra al dho Conde, ni al Marqués su suegro, ni á sus islas de Lanzarote y Fuerteventura, ni a la gente dellas, ni á sus navios ni haciendas de aqui a fin del año 87, y que el Conde pueda ir á Berberia é á Turquia en todo este tiempo á hacer la paga del dho rescate, y el Marqués sea seguro de ida, estadia y vuelta y franco de todos derechos de las mercancías que llevare é los criados que con él fueren, y que los moradores de las dhas islas, se entiende sus vecinos, en llevando cédula sellada de dho Conde de como lo son y para ello doy mi seguro por mi y en nombre del Gran Turco y del Xarife por virtud del poder que dellos tengo. –E yo, don Gonzalo Argote de Molina, Conde de Lanzarote, Provincial de la Santa Hermandad de Andaluzia y 24 de Sevilla, acepto este contrato en todo y por todos, como en él se contiene y lo firmo de mi nombre; y el dicho Morath Arráez lo selló con su sello y lo refrendó Ahamat Ilojat Escribano y Contador de su Armada, y los dhos Francisco Sarmiento y Marcos de San Juan lo firmaron de sus nombres, que es fecho en mi galera capitana en el puerto de Lanzarote á veinte y dos de Agosto de mil quinientos ochenta y seis años, según cuenta de los cristianos. -G. Argote de Molina. -don Franco.
Marcos de San Juan. -Juan de Vega, Escribano Público. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)

1586 Septiembre 6.
La siguiente relación forma parte de una tasación que del Ingenio de Tazacorte (Isla Benahauare=La Palma) se hizo el 6 de septiembre del año 1586, ante el escribano Pedro Hemández.

Fue Don Melchor de Monteverde quien reclamando un quinto de dicho Ingenio, propició la partición y tasación de la mencionada hacienda.

Don Melchor de Monteverde y Don Pedro Vandala, nombraron partidores que haciendo acto de presencia, apreciaron el Ingenio y todo lo que en él se contenía. En determinado momento, llega la valoración de los esclavos y este, precisamente es el fragmento que se reproduce:

"... Los dhos partidores dixeron que ellos vieron los esclavos que había en la dha harcienda de tazacorte y hallaron que había 14, los cuales se aprerciaron de la manera siguiente:
primeramente apreciaron a Melchior negro, regador en 100 doblas.
item Marcos, negro regador en 50 doblas.
item Luis fariña, regador en 50 doblas
item Agustin, herrero en 60 doblas.
item Leal, prensero en 80 doblas
item Mathias, mulato calderero de melar en 140 doblas.
item Baltazar, mulato trompetero en 60 doblas.
item Gonralo, negro en 40 doblas.
item Adrian, negro en 40 doblas.
item Domingo, en 40 doblas
item Domingo duarte, negro en 40 doblas
item Juana, negra en 40 doblas.
y que todos los otros esclavos y sosodichos a los otros precios montan 890 doblas
que son 425.000 mrs de la moneda de Canarias. (Manuel Garrido Abofilia 1994:39)









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