FEMÉRIDES DE
LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVII
DECADA 1581-1590
CAPITULO XIII-X
Eduardo Pedro García Rodríguez
Viene de la pagina anterior.
Hubo impremeditación porque el
ofrecimiento de Sancho de Herrera León, que fue base de la confianza en él
depositada por el marqués de Lanzarote, quedó incumplido, bien por
imposibilidad material, bien por otras causas que ignoramos. Lo cierto es que
el refugio desconocido que ofreció para la familia de don Agustín de Herrera se
redujo, a última hora, a una de las cuevas más conocidas de la isla, situada en
el término de Tia y
al borde mismo del camino real;
hubo falta de sigilo por parte de Sancho de Herrera León, porque, mediando mala
fe o poca reserva, el secreto de que era guardador fue conocido por otro
morisco, Juan Camacho, de quien al parecer lo averiguaron los argelinos. La
misma conducta posterior de Sancho de Herrera embarcándose en las galeras
argelinas, con el pretexto de no dejar desamparada a su familia en la
cautividad,
prueba el temor que le embargaba
a ver desatadas las iras del marqués sobre su persona, sin desechar por
completo que le impulsase a hacerlo el afecto a los suyos.
Frente a la obstinación del
marqués de Lanzarote con respecto a su vasallo, la Inquisición reconoció
más adelante y de manera explota su inocencia en este punto concreto, pues
estimó como probado que "un morisco
captivo [¿Juan Camacho?] ...fué el que entregó a los moros la mujer e hija del
marqués de Lanzarote y la mujer e hijos del dicho Sancho de Berrera, y que por
esta razón le había dado libertad Morato Arráez y el Xarire...". El
papel de Sancho de Herrera León se transforma así en cómplice inconsciente, si
acaso, y al mismo tiempo víctima, de un morisco amigo, que aun entregó a su
propia familia para alcanzar, al precio de dos traiciones la libertad perdida.
El hecho ocurrió de la siguiente
manera: el martes 12 de agosto, por la mañana, un destacamento de más de cien
moros avanzó sobre la cueva de Tesa, cumpliendo instrucciones de Morato Arráez
y llevando como "adalides"
a Juan de Escalona (Alí) ya Juan Camacho. Llegados a la cueva de Tesa, lugar
previsto de acuerdo con la confidencia recibida, los moros se situaron
estratégicamente guardando sus alrededores y salidas, mientras una docena de
ellos penetraban en su interior. Desperdigados como hurones, los moros
recorrieron en todas direcciones el interior de la caverna; mas cegados por los
contrastes de luz y poco prácticos en el conocimiento del terreno, fracasaron
en su búsqueda. Entonces vino en su ayuda el esclavo del marqués, Juan de
Escalona, quien pudo al fin localizar a ambas damas escondidas y resguardadas
en las anfractuosidades de las rocas. El traidor Alí señaló a los moros el
refugio de sus señoras diciendo: "jAhí están, ahí están! ¡Entrad!
jEntrad!", y entonces éstos se avalanzaron sobre ambas tratando de
prenderlas. Un moro que llevaba un alfanje desnudo arrastró por los cabellos a
doña Constanza de Herrera hacia el exterior, mientras la marquesa, doña Inés,
llorosa y compungida, la seguía. Al cruzarse ésta con Francisco de Escalona
(Braen) no pudo menos de echarle en cara su miserable comportamiento: "Francisco, ¿que te he hecho yo?-le
dijo--; ¿por que me bendiste?", a lo que respondió Braen: "Señora, no soy el que te bendi, que
Juan Camacho te vendio".
Desde Tesa a Arrecife las
cautivas recorrieron a pie, entre insultos y burlas, el camino; verdadero
camino de desolación: caseríos arruinados, cosechas ardiendo, ganados
salvajes...; todo era ruina, destrucción y lágrimas. Contrastaba la tristeza de
los cristianos viejos con la alegría de los moriscos. La misma condesa de
Lanzarote declaró ante la
Inquisición el contraste que hacía con sus lágrimas el
alborozo de la mujer de Francisco Escalona (con la que se cruzaron en el
camino), que en unión de sus hijos, y con todo su ajuar, se trasladaba en
camello a las galeras para emigrar a Berbería. Por su parte, la marquesa doña
Inés no pudo menos de encararse con el esclavo Pedro de Berrera, llamado Muza
echándole en cara su mal comportamiento. "¿Quien
te engaño?-le dijo-. ¿Como dexaste a
Dios y a la buena bida que tenias?".
Llegados a Arrecife las cautivas
comparecieron en presencia de Morato Arráez, quien ordenó trasladarlas a la
galera capitana con todos los honores y miramientos propios de su rango. Allí
habían de permanecer, galantemente atendidas por el renegado albanés, hasta el
momento del rescate.
Las demás cautivos se repartían,
según su rango y condición social, entre las galeras y el galeón de Indias,
transformado en prisión de cristianos. Entre ellos hallábase el escribano de
Teguise Juan de Vega; la mujer de Baltasar de Betancor; María Lusarda, esposa
de Enrique de Betancor; lseo de León, Isabel Inglesa, Antonia Camacha; la mujer
y los hijos de Sancho de Herrera León; la esposa de Marcial de Cabrera, la
viuda de Peralta, el vecino Juan Escalona y su esposa; Leonor y Catalina de
Herrera (hermanas de Muza [Pedro] y Hamet [Diego], esclavas del marqués, y
Gonzalo, otro esclavo convertido al cristianismo y firme en su fe.
Al día siguiente, 13 de agosto,
fue capturado un personaje de campanillas: el comisario del Santo Oficio Juan
Martínez de la Vega,
que en el desempeño del cargo de notario de la Inquisición en Gran
Canaria recibió la comisión de trasladarse en julio de 1586 a Lanzarote, para
cobrar al morisco Juan de Saavedra Palacio 1.556 reales de un débito resultante
del remate de los bienes de los fugitivos en Berbería, que emigraron en las
galeras de Dogalí, "el Turquillo", cuando la incursión de 1571. Después
de ser por completo robado por los piratas argelinos, Juan Martínez de la Vega pasó a engrosar el
número de los cautivos encerrados en las prisiones flotantes de Arrecife.
La indignación de éstos no tuvo
límites cuando por necesidades de reparación en los navíos particularmente
"aderezar la galera" fueron
los cautivos desembarcados en las playas de Arrecife y pudieron contemplar a
los esclavos moriscos pavoneándose con sus nuevos indumentos y convertidos en
"personajes". Juan de
Escalona "traya una toca en la
cabeza a la costumbre de los moros" y "un alquizel"; Tomás de Lugo, hijo de Pedro, a quien llamaban
Solimán} se cubría con "un bonete
colorado" y "toca a la
morisca", vistiendo "el
trage de los demas moros,,", con un calzón escuro guarnecido" ;
el esclavo Pedro de Herrera-Muza-"traya
una ropetilla berde", y en la
cabega un refaxo a la morisca"; el negro Pedro, esclavo de Bartolomé
Cabrera, se cubría con "un paño de
lienzo rebuelto en la cabeza como los demas moros". Los demás, lucían
análogas prendas improvisadas para dar fe de sus nuevas creencias y costumbres.
Entre todos ellos destacaba por
su cínica desvergüenza el morisco Pedro de Lugo, quien con vocación de capitán
de corsarios, no ocultaba a los cautivos sus sanguinarios propósitos para fecha
próxima, anunciándoles "que para el
año avia de benir a esta ysla [Lanzarote] con veynte y quatro galeras para
llebar a todos los christianos cautivos y a sus hijos" y cada vez más
envalentonado proseguía en sus amenazas, añadiendo que "desta ysla avia de yr a la de Fuerteventura, y de la de
Fuerteventura avia de partir para Canaria, donde avia de entrar a saquearla por
la banda de Telde, y que por el moro que alli peligrara él pondría la cabeza
porque los hombres de Canaria no eran. hombres para pelear...".
Durante su permanencia en tierra
la marquesa de Lanzarote, alarmada por los secretos tratos que con diversos
turcos y moros sostenía Juan de Escalona (Ali), logró ganarse la voluntad de un
moro llamado Yafer, por quien pudo enterarse de que tramaban para fecha próxima
otra incursión por el interior de la isla para la que se ofrecía como "adalid" Escalona. En efecto,
dos jornadas más tarde regresaron los expedicionarios trayendo consigo
veintinueve cristianos cautivos.
El mismo Escalona protegía contra
las incursiones a sus más próximos parientes y allegados. Y así, en los
aledaños del territorio donde moraba su primo Luís de Samarinas jamás
penetraron los invasores, pues les hacía ver que era zona desierta o yerma.
Samarinas, por su parte, supo ahuyentar de los contornos a cuantos a sus
tierras se acercaban en demanda de socorro, logrando así salvar su hacienda en
medio de la indignación del marqués de Lanzarote, que denunció posteriormente
los hechos al Tribunal de la
Inquisición.
Y ya que hablamos del marqués no
estará de más que digamos dos palabras sobre su conducta a raíz de tener
conocimiento de la cautividad de su esposa, doña Inés de Ponte o Benítez de las
Cuevas, y de su hija doña Constanza de Herrera. Impresionado vivamente por el
hecho decidió, sin pérdida de tiempo, parlamentar con Morato Arráez para tratar
del rescate de su familia, dando poderes para ello al morisco Juan de Saavedra
Palacio.
Saavedra, siendo portador además
de una carta del marqués de Lanzarote para Morato Arráez, se trasladó a las
galeras alrededor del día 14 de agosto de 1586, iniciando las conversaciones
con el famoso pirata argelino, que condujeron en principio a una suspensión
momentánea de hostilidades. Sin duda las exigencias de Morato fueron tan
humillantes que el marqués tuvo que dar por finalizadas las treguas sin llegar
a ningún
acuerdo con el mismo. Este
episodio del primer intento de paz, de veracidad indiscutible, es no obstante
conocido con muy escasos pormenores.
Rotas de nuevo las hostilidades,
la flotilla argelina abandonó el puerto de Arrecife yendo a fondear en el de
Arriete, más al norte, pues era propósito del corsario argelino abastecer a la
escuadra de víveres y procuraba acercarse a la vega da Haría, como pueblo de
los más ricos y cercanos a la costa. En esta incursión fueron como "adalides" Sancho de Herrera León,
Pedro de Lugo y su hijo Tomás, que emularon a los Escalonas (también "adalides" en esta ocasión) en
su despreciable papel.
Mientras la escuadra se abastecía
de agua en el pozo de Arriete los expedicionarios alcanzaron el pueblo de Haría
donde se apoderaron de toda clase de mantenimientos, en particular gran número
de gallinas, y donde pusieron fuego a las eras destruyendo las cosechas de los
naturales. Luego se corrieron a Famara para llevar a cabo en su término los
mismos vandálicos hechos.
En esta incursión cautivaron
además los argelinos a Manuel Robiergas, a Francisco de Medina y a su hijo, a
la familia de un labrador de Famara cuyo nombre nos es ignorado, a la esposa de
un portugués llamado Leytoa y al mensajero Juan de Saavedra. Este último fue a
caer bajo la diligente mirada de Pedro de Lugo en la montaña de Chimidá
en el camino de Haría, siendo
conducido maniatado a este pueblo y de allí a las galeras.
Sin embargo, sólo permaneció una
noche en cautividad, pues al tener conocimiento Morato Arráez de su prisión
ordenó ponerlo inmediatamente en libertad, queriendo dar muestras de su respeto
a los intermediarios en las paces. Nos resistimos a llamar diplomático al
morisco Saavedra.
En días sucesivos siguió
predominando en toda la isla la lucha de guerrillas y escaramuzas. En una de
ellas, Gonzalo Argote de Molina logró trabar encuentro con sus hombres con una
cuadrilla de turco-argelinos, dando muerte a uno de ellos llamado Solimán y haciendo
cautivos a otros seis más. Tal coyuntura fue aprovechada por el conde
provincial para iniciar caballerescos tratos con el pirata.
Con dicho objeto puso en libertad
a los seis cautivos turcos después de "vestirlos
con marlotas de tela .de oro", enviándolos como presente a Morato
Arráez. El pirata le devolvió la fineza dando libertad a uno de los
lanzaroteños prisioneros con el encargo personal para Argote de entregarle "una saeta de [su] arco por seguro
[para] que viniese a [las] galeras".
Gonzalo Argote de Molina aceptó
complacido la invitación, y el lunes 18 de agosto de 1586 se trasladó a la
galera capitana turca, donde fue huésped de honor del pirata, iniciando
seguidamente las estipulaciones de paz y rescate.
Estos tratos y conversaciones
duraron desde el 18 de agosto hasta el 21 del mismo mes, llegándose a un
completo acuerdo en esta última jornada, que tuvo realidad al firmarse en la
siguiente uno de los documentos más curiosos de la historia de la isla de
Lanzarote: el tratado de paces entre "Morath Arraez, capitan general por
el Gran Turco, Sultan Amurathes, en el Reino de Argel" y Gonzalo Argote de
Molina, con ínfulas de señor de la isla y en realidad obrando como delegado de
su suegro don Agustín de Herrera. Dicho documento fue autorizado por Ahamat
Hoja, "escribano y contador"
de la armada turca, y Juan de Vega, escribano público de Teguise y notario de la Inquisición en la
misma villa.
Dicho documento, dictado sin
lugar a dudas por el mismo Argote de Molina con su megalomanía y vanidad características,
estipulaba el "rescate de la
marquesa (doña Inés) y condesa (doña Constanza y veinte xptanos (cristianos)
por precio de veinte mill ducados" ; once mil, por doña Constanza de
Herrera y los cautivos lanzaroteños de más prestigio, que Argote hizo efectivos
"en dinero y joyas de oro y preseas de su recamara", y los nueve mil
restantes por la marquesa doña Inés Benítez de las Cuevas, de los cuales dió el
marqués don Agustín de Herrera carta de reconocimiento de deuda a Morato
Arráez, comprometiéndose a "los
pagar en Berberia a fin de agosto del año de ochenta y siete", entregando
como "rehenes a don Francisco
Sarmiento, su hermano, y a Marcos de San Joan, su vasallo". Para
facilitar el cumplimiento de esta obligación el pirata se comprometía a "no... hacer guerra al dicho conde ni
al marques, su suegro, ni a sus islas de Langarote y Fuerteventura ni a la
gente dellas ni a sus navíos ni haziendas de aquí fasta fin del año de ochenta
y siete", garantizándoles bajo seguro tanto al marqués de Lanzarote como
a Argote de Molina la "y da, estada
y buelta" a Berberia y a Turquía, por sí o por emisarios, para la
liquidación de los compromisos pendientes del contrato y asiento de paces.
Tal documento, que disminuye la
personalidad del marqués de Lanzarote hasta el mínimo exaltando, en cambio, la
de su yerno Argote de Molina, a quien convierte en caudillo de la resistencia
isleña, revela la intervención personal del mismo en su redacción y concuerda
en todos sus extremos, con otro testimonio del propio provincial de la Santa Hermandad
sevillana, en que hace alarde de la misma despreocupación para con su suegro y
de idéntica monomanía de grandezas. Nos referimos a la autobiografía que dejó
escrita el pretenso "conde de
Lanzarote" para admiración de su hijo primogénito Agustín de Herrera y
Rojas: "Luego que me case-dice-vino Morat Arraez, Visorrey de Argel, con
armada del Gran Turco y del Xarife sobre aquella isla [Lanzarote]; hizome la
guerra treinta y dos dias; matome once hombres de los que tenia en el fuerte y yo
le mate veintiseis; defendiolo Dios; cautivaron en esta guerra a la condesa y
veinte personas ; rescatelos a mi costa con 20.000 ducados".
Firmadas las paces, los
turcos-argelinos y moros evacuaron la villa capital, Teguise, cuyo caserío
aparecía destruído en más de la mitad por obra del incendio, y el saqueo, con
pérdida de iglesias, palacio condal y archivos públicos, dirigiéndose al puerto
de Arrecife o al de Arriete (pues no está claro cuál fué el último refugio de
la escuadra) para reembarcar en las galeras. Todavía permaneció el pirata en
uno de los puertos hasta
el 26 de agosto de 1586, fecha en
que Morato Arráez dió la orden de partida, desapareciendo de la vista de
Lanzarote con buen número de cautivos voluntarios y forzados. Luís del Mármol
asegura, en su Desmipción géneral de Africa que pasaron de 468 el número de
estos últimos, pero lo más probable es que no rebasasen la cifra de los 200.
A última hora el marqués de
Lanzarote, valiéndose como mediador de un esclavo moro (al que había concedido
la libertad para retenerlo a su servicio) , consiguió que desertasen de las
filas de los fugitivos otros dos siervos suyos, con promesa de perdón y olvido
de culpas. Eran éstos el esclavo Pedro de Herrera, rebautizado con el nombre de
Muza y el negro Bartolomé, conocido entonces por Embarca, Pese al
"seguro" que por escrito les dio don Agustín de Herrera, ambos
pasaron detenidos a la isla de Gran Canaria reclamados por el Tribunal de la Inquisición, En cambio
emigraron Sancho de Herrera León, Pedro de Lugo y su familia, los Escalonas,
etc., etc. De todos estos fugitivos sólo retornaría a Lanzarote el morisco
Sancho de Herrera León, después de haber perdido toda esperanza de rescatar a
su familia de las garras de los argelinos y de-
seoso de retornar al seno del
cristianismo.
En compensación de los que se
llevaba, Morato Arráez abandonó en Lanzarote antes de partir a un renegado
español, Miguel Carneros (Morato), natural de Dueñas, a quien expulsó de sus
huestes por indeseable y cuatrero.
Morato Arráez dispuso entonces el
regreso con sus galeras a Argel, haciendo escala en Salé, donde se separó de
los capitanes moros Mehemet, Abrahen y Ali. En dicho puerto de Marruecos supo
el renegado que la flota española, al mando de don Martín de Padilla,
adelantado mayor de Castilla, le aguardaba en el estrecho para cortarle el
paso, decidiendo el pirata refugiarse en Larache para aguardar mejor coyuntura.
Esta se le presentó al cabo de un mes, estando azotado el estrecho por una
terrible tempestad, que obligó a las galeras españolas a guarecerse en los
puertos meridionales de la
Península; Morato Arráez, juzgando menos peligroso luchar con
los elementos que con la poderosa escuadra, decidió entonces cruzarlo, y
favoreciéndole la suerte se internó en el Meditmáneo sin el menor contratiempo.
A la altura del cabo de Gata, Morato Arráez encontró en su camino tres galeotas
argelinas del pirata Arnaut Mami, y conociendo por este último la muerte de uno
de sus hijos en Argel, decidió dar fin a la expedición regresando al lugar de
partida.
Cuenta el padre Haedo que al
cruzar el estrecho Morato Arráez ordenó disparar un cañonazo para que
enterándose don Martín de Padilla "no
lo espera-se mas"; sin embargo, el fragor de la tempestad debió
impedir su percepción a los españoles, porque sabemos por una carta de Fe lipe
II al duque de Medina Sidonia, escrita el 24 de noviembre de 1586, que sus
perseguidores daban a Morato por desaparecido en el mar, cosa de la que con
buen sentido desconfiaba el monarca español.
En 1587 y 1588 se volvieron a
recibir avisos en las Islas Canarias para que estuviesen prevenidas contra
nuevas incursiones de Morato Arráez; pero los golpes del pirata se dejaron
sentir también en las costas españolas sin perturbar más la ya muy perturbada
vida del Archipiélago en las postrimerías del siglo XVI. (En: A. Rumeu de
Armas, 1991)
1586 Agosto 20.
Contrato estipulado en el Puerto
de de la isla Titoreygatra (Lanzarote) para el rescate del colono Agustín de
Herrera, Marques de Lanzarote y su mujer, durante el ataque que en justa
represalia a las continuas razzias que este colono y sus mercenarios realizaban
en el continente a la captura de esclavos y al saqueo de oro y ganados, llevó a
cabo el marino mazigio Amurath Arráes (Capitán Arráes).
“Contrato estipulado en el puerto
de la isla de Lanzarote entre Amurath Arráez por el Sultán de Turquía Amurath
en el reino de Argel, y Gonzalo Argote de Molina, para el rescate del Marqués
D. Agustín de Herrera y de Da Inés Benítez de las Cuevas y Ponte, su mujer. Año
I586.
Morath Arráez, Capitán General
por el Gran Turco Sultan Amurathes en el reino de Argel, por my em nombre de
dicho Gran Turco y en nombre del Xarife y de Mesiemet Abrasien y Ali, Capitanes
de sus tres galeras reales de que soy Capitán General, por el cual presto voz y
caución é digo que por quanto yo salí de la ciudad de Zalé en primer día de la
luna de Julio con cuatro galeras reales de Argel, Capitanes Jaban Belle y
Casinsioja y la capitana y tres del Xarife con 600 turcos y moros escopeteros e
flecheros á ganar la Isla
de Lanzarote é cabtiuar al Marqués don Agustin de Herrera y Rojas por las
ofensas y daños que ha hecho en Berbería, y habiendo llegado á la dicha isla el
miercoles en la noche del 30 de Julio con cinco banderas, salté á tierra y
saqueé la dicha Villa y cativé veinte y seis personas, habiéndose retirado la
gente de la Villa
al Castillo, de alli volví al puerto donde gané una nao de mercaderías que alli
arribó de la flota de Nueva España donde cativé 22 cristianos, y el sábado
siguiente gané la fortaleza del Arrecife matando al bombardero y cativé 11 personas que en ella estaban, é de allí
fuí el mesmo dia sobre el Castillo de la Villa donde estaba Don Gonzalo Argote de Molina,
Conde de dicha Isla, y le batí y di tres saltos, y maté al Comendador Diego de
Cabrera Leme, Castellano y otros 11 cristianos, el cual me fué defendido por el
dicho Conde con muerte de 26 turcos: después desto, el miercoles siguiente,
teniendo aviso que la gente de la isla estaba en la cueva de Haria que llaman
de los Verdes, fuí sobre la dicha Cueva y la tube cercada tres dias y no la
pude ganar por las industrias del dicho Conde, y habiendome dado aviso dos
moriscos de dicha isla de Lanzarote, de que la Marquesa Doña Inés
de Aponte y la Condesa
Doña Constanza, mujer del dicho Conde, las habia puesto el
Marqués y dejado solas en una cueva, fui á la dicha cueva y las trage cativas á
mis galeras juntamente con muchos moriscos de la dicha isla que se tornaron
moros, y otras gentes que cativé que fueron por todo llo...y habiendo hecho
guerra muchos dias á la isla, el dicho Conde teniendo noticias de que siete
turcos andaban desmandados robando, salió contra ellos con gente de la isla y
por su mano mató de un arcabuzaso uno dellos llamado Soliman y cativó los otros
seis, los quales me envió presentados e vestidos con marlotas de tela de oro,
por cuya liberalidad yo le envié un cristiano cativo libre con una saeta de mi
arco por seguro, que viniese á mis galeras, donde el dicho Conde vino solo el
lunes 18 de Agosto y estuvo hasta el jueves 21 de Agosto que hizo rescate de la Marquesa é Condesa é
veinte cristianos por el precio de veinte mil ducados, los once mil ducados por
la Condesa y
20 cristianos, los cuales pagó luego el dicho Conde en dinero é joyas de oro é
preseas de su recamara...é otras cosas que lo montaron de que me doy por
contento, é los nueve mil ducados restantes por el rescate de la Marquesa sola del cual
rescate me entregó cédula del Marqués para los pagos en Berberia en fin de
Agosto del año de 87, é el dho Marqués dió por rehenes á D. Francisco Sarmiento
é su hermano é á Marcos de San Juan su vasallo, sin quedar el dho Conde
obligado, como no queda, á cosa alguna, é asimesmo me pagó el dicho Conde...á
la bandera del Gran Turco...é es condicion que yó el dho Morath Arraez, ni el
Gran Turco, ni el Xarife, ni sus vasallos, no puedan hacer la guerra al dho
Conde, ni al Marqués su suegro, ni á sus islas de Lanzarote y Fuerteventura, ni
a la gente dellas, ni á sus navios ni haciendas de aqui a fin del año 87, y que
el Conde pueda ir á Berberia é á Turquia en todo este tiempo á hacer la paga
del dho rescate, y el Marqués sea seguro de ida, estadia y vuelta y franco de
todos derechos de las mercancías que llevare é los criados que con él fueren, y
que los moradores de las dhas islas, se entiende sus vecinos, en llevando
cédula sellada de dho Conde de como lo son y para ello doy mi seguro por mi y
en nombre del Gran Turco y del Xarife por virtud del poder que dellos tengo. –E
yo, don Gonzalo Argote de Molina, Conde de Lanzarote, Provincial de la Santa Hermandad de
Andaluzia y 24 de Sevilla, acepto este contrato en todo y por todos, como en él
se contiene y lo firmo de mi nombre; y el dicho Morath Arráez lo selló con su
sello y lo refrendó Ahamat Ilojat Escribano y Contador de su Armada, y los dhos
Francisco Sarmiento y Marcos de San Juan lo firmaron de sus nombres, que es
fecho en mi galera capitana en el puerto de Lanzarote á veinte y dos de Agosto
de mil quinientos ochenta y seis años, según cuenta de los cristianos. -G.
Argote de Molina. -don Franco.
Marcos de San Juan. -Juan de
Vega, Escribano Público. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)
1586 Septiembre 6.
La siguiente relación forma parte
de una tasación que del Ingenio de Tazacorte (Isla Benahauare=La Palma) se hizo el 6 de
septiembre del año 1586, ante el escribano Pedro Hemández.
Fue Don Melchor de Monteverde
quien reclamando un quinto de dicho Ingenio, propició la partición y tasación
de la mencionada hacienda.
Don Melchor de Monteverde y Don
Pedro Vandala, nombraron partidores que haciendo acto de presencia, apreciaron
el Ingenio y todo lo que en él se contenía. En determinado momento, llega la
valoración de los esclavos y este, precisamente es el fragmento que se
reproduce:
"... Los dhos partidores
dixeron que ellos vieron los esclavos que había en la dha harcienda de
tazacorte y hallaron que había 14, los cuales se aprerciaron de la manera
siguiente:
primeramente apreciaron a
Melchior negro, regador en 100 doblas.
item Marcos, negro regador en 50
doblas.
item Luis fariña, regador en 50
doblas
item Agustin, herrero en 60
doblas.
item Leal, prensero en 80 doblas
item Mathias, mulato calderero de
melar en 140 doblas.
item Baltazar, mulato trompetero
en 60 doblas.
item Gonralo, negro en 40 doblas.
item Adrian, negro en 40 doblas.
item Domingo, en 40 doblas
item Domingo duarte, negro en 40
doblas
item Juana, negra en 40 doblas.
y que todos los otros esclavos y
sosodichos a los otros precios montan 890 doblas
que son 425.000 mrs de la moneda
de Canarias. (Manuel Garrido Abofilia 1994:39)
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