miércoles, 24 de julio de 2013

ATAQUES Y MERODEOS DE COSARIOS EN EL ARCHIPIELAGO DURNATE 1589






Eduardo Pedro García Rodríguez

1589.
Las amenazas de invasiones, especialmente de corsarios ingleses y moros, determinaron el envío a Canarias por parte de la metrópoli de un Jefe militar aguerrido con encargo: «...de ver y reconocer el estado en que se hallaban las cosas de la guerra así cuanto a las fortalezas, como la gente, artillería, municiones, y lo demás que de aquello convendrá fortificar y preveer...» Fue este jefe colonial D. Luís de la Cueva Benavides, nombrado Comandante General, y desde esa época dedicáronse los que le sucedieron a interesarse en este importante ramo; D. Francisco de Andía e Irarrazábal, Comendador de Aguilarejo en la orden de Santiago, designado por el Conde-duque de Olivares con amplias facultades, propuso la creación de nuevas fortificaciones, señalándose la Caleta de los Negros y Paso-Alto, y haciendo el Rey merced de algunas piezas. (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1589.
El marqués de Lanzarote, don Agustín de Herrera y Rojas, habiendo tenido aviso de que en la isla Graciosa se habían refugiado cuatro naves inglesas y que Sus tripulantes trabajaban en aquellos parajes desiertos en construir una galera de catorce remos por banda, se puso al frente de sus huestes, y desembarcando allí por sorpresa, con un grueso cuerpo de milicias, logró ahuyentar a los piratas, con visibles bajas en sus filas, y apoderarse del navío en construcción. Dicha embarcación la regaló el marqués de Lanzarote al Rey, por intermedio del capitán general don Luís de la Cueva.

Apenas habían transcurrido muy pocos días de este suceso cuando el marqués de Lanzarote vio surgir en las propias costas de su dominio privativo un galeón de Inglaterra que, cargado de municiones, iba en seguimiento de una flota de la misma nación, con rumbo a las Indias. Don Agustín de Herrera pudo alcanzarlo y rendirlo, con sus hombres, mientras sucumbían en la lucha buen número de ingleses.

Por el mismo tiempo, y cuando estaban frescos en la memoria de todos estos hechos, se tuvo aviso en Lanzarote de que en la vecina isla de Lobos se hallaban guarecidos dos corsarios de la misma nacionalidad, que habían cometido algunos robos de navíos por entre las islas del Archipiélago. Por tercera vez el marqués de Lanzarote dispuso la correspondiente expedición militar contra tales corsarios, logrando ahuyentarlos de dichos contornos, y capturar las chalupas que preparaban en la isla desierta para sus incursiones por los ríos de Guinea.

Esta isla de Lobos era muy frecuentada por los piratas, que se refugiaban en una ensenada de ella, para vigilar las barcas y navíos que hacían el tráfico entre las islas y los que venían de la Península. Estaban los corsarios de centinela sobre las montañas varios días y al abandonarlas dejaban sus partes y avisos en cañas que hundían en tierra para que sirviesen de orientación a otros compañeros. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)

1589. En las costas de Chinech (Tenerife), posiblemente en los alrededores del puerto de Garachico, naufraga y se hunde el navío Nuestra Señora de Candelaria.

1589. 4 navíos Ingleses fondean en la isla de la Graciosa. El  colono, Marques de Lanzarote los ataca capturando uno de los buques. Poco después, el mismo Marques ataca a un Galeón ingles en la Isla de Lobos. En enero de ese mismo año se presentan 7 buques ingleses ante Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) con la intención de apoderarse de un navío portugués cargado de azúcar y esclavos. En febrero, un Corsario inglés que perseguía a un navío castellano es atacado desde el Puerto de Añazu (Santa Cruz). En Septiembre, 4 navíos ingleses se presentan en el Puerto de Añazu (Santa Cruz). Al tocarse la alarma y ponerse la población bajo lar armas desisten de atacar.

1589 Enero 10.
En Santa Cruz de Tenerife se presentó en la fortaleza de Santa Cruz un piloto portugués a quien los ingleses habían capturado con su navío en las cercanías de la isla de la Madera, cuando regresaba de Santo Tomé en ruta hacia Lisboa, cargado con 9.000 arrobas de azúcar y 60 esclavos africanos. Los ingleses soltaron al lusitano en el valle de Salazar para que tratase de conseguir el rescate del navío, y en el acto se tomaron las medidas oportunas contra cualquier sorpresa.

Súpose por el portugués que eran navíos muy bien armados que se dirigían a la Mina llevando a bordo más de 250 hombres, “mucha artillería y artificios de fuego”, y al día siguiente, 11 de enero, se situaron frente al castillo de San Cristóbal cinco navíos corsarios, pronto reforzados por otros dos más que navegaban a retaguardia.

Ya habían acudido al puerto el gobernador y las milicias para defender la tierra; mas los navíos se limitaron a estacionarse durante breve rato sin intentar ningún acto de hostilidad, como si esperasen algún aviso de tierra, siguiendo su ruta horas más tarde.

Esta fue la ocasión en que esperándose el arribo de don Luís de la Cueva capitán general y virrey de Canarias, el Cabildo de Tenerife mandó apostar una barca de aviso en la punta de Anaga para prevenir del peligro a cuantos navíos se acercasen a la isla. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)

1589 Febrero
Un navío corsario inglés se acercó tanto a tierra persiguiendo a un barco español que buscaba refugio en el puerto de Santa Cruz, que fue bombardeado no sólo por la fortaleza de San Cristóbal, sino por las mismas embarcaciones surtas en la bahía.

En este mismo mes recibiéronse informes en La Laguna, por conducto del regidor Juan Alzala, participando que Drake con 100 navíos se disponía “a pasar a las Islas de Canaria”. Los informes eran, como siempre, buenos y precisos, sólo que esa flota de 120 velas, que zarpó de Inglaterra en abril de 1589, iba dirigida contra La Coruña y Lisboa.

No obstante, el Cabildo ordenó tomar las reiteradas medidas de prevención general, poniendo además en circulación la noticia para que las otras   reforzasen sus defensas.

Todavía en septiembre de 1598 alarmó a Santa Cruz la presencia de cuatro navíos británicos en sus aguas; mas después de provocar la alarma general y el descenso de 1as milicias al puerto, pasaron de largo sin atreverse a aproximar a tierra. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991).
Julio de 2013.

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