TOMADO DEL LIBRO: EL MENCEYATO DE TEGUESTE: APUNTES PARA SU HISTORIA
Eduardo Pedro García Rodríguez
Capitulo VIII
ACHIMENCEYATO DE AGUAHUCO:
CASTELLANIZADO COMO PUNTA DEL HIDALGO
POBRE
El
Ayuntamiento de Punta del Hidalgo:
En
el Diccionario Madoz
Punta
del Hidalgo, La
Lugar
con Ayuntamiento de la isla y diócesis de Tenerife, provincia de Canarias, (a
Santa Cruz de Tenerife 7 leguas,) Audiencia Territorial de la misma
denominación a Las Palmas (25), partido
judicial de La Laguna
(1/2).
Situado
en la costa septentrional de la isla, muy próximo al mar y á dist.
de 4/4 de legua de Tegina;
le combaten los vientos de N. y brisas, y el clima es saludable; no
produciendo otras enfermedades que las estaciónales.
Tiene cerca de
200 casas pequeñas y de mala construcción, diseminadas la mayor parte por la
jurisdicción, y solo unas cuantas al rededor de una ermita dedicada á San Mateo, única iglesia que hay en este pueblo, pues
depende en lo eclesiástico de la
parroquia de los Remedios de la ciudad de la Laguna. Para el
consumo de los habitantes existe una fuente de agua bastante buena.
Confina el término N. con el mar;
E. Tacoronte; S. con Montañas, y Ó.
con Tegina: el terreno, aunque todo de secano, es de muy buena
calidad, habiendo algunas huertas
con árboles frutales. Caminos: dirigen á Tegina
y á la ciudad de la Laguna,
en estado regular: recibiéndose de
este último punto la correspondencia por
medio de balijero.
produce: Trigo, vino, legumbres y frutas; hay caza de conejos, perdices y palomas, y pesca
abundante, á cuya industria la única que se conoce, se dedican unos
cuantos barquillos ú lanchas.
Población, 185 vecinos, 856
almas. Riqueza impositiva 39.350 reales. Contribuye por todos conceptos 2.219.
Presupuesto municipal de 3000 a 4000 reales, que se cubren por reparto
vecinal, de cuya cantidad se pagan 500 al secretario del ayuntamiento.
Caña de azúcar en Punta Hidalgo
Después
del derrumbe del monocultivo de la cochinilla los terrenos de cultivo de La Punta del Hidalgo, como los
de Tegueste, Valle de Guerra y Tejina, se centraron en otro
monocultivo, en este caso en la caña de azúcar.
Aunque
la caña de azúcar fuera el factor principal de la riqueza agrícola colonial en
los primeros decenios del siglo XVI, no por eso dejó de haber otros cultivos
importantes: cereales y algunas leguminosas, en tierras de secano; frutales,
hortalizas, en las de regadío. Ante este hecho cabe preguntarnos, ¿qué supuso
el comercio del azúcar para la isla de Tenerife? Podemos contestar que produjo
una mayor riqueza, pero que no fue compartida por todos sino por unos cuantos:
terratenientes, comerciantes, etc., hecho que se manifiesta por lo general en
todos los países conquistados. Al mismo tiempo este comercio hace que la isla
intervenga en el comercio internacional donde adquirirá gran fama por sus
productos exportables como es el caso del azúcar, manteniendo relaciones con
Europa y América y recibiendo a cambio productos manufacturados. De esta manera
la isla tinerfeña se daba a conocer al exterior, recibiendo a partir de
entonces influencias de estos países. Por último, es importante señalar los
factores que motivaron la decadencia y casi extinción de la caña de azúcar en
la isla, después de haberse cultivado con tanto éxito. Sin lugar a dudas el
principal de ellos fue la gran competencia antillana, que favorecida por unas
mejores condiciones naturales daba lugar a que su producto llegara a Europa en
mejores condiciones de precios, hecho que causó la ruina a nuestra industria
azucarera que, imposibilitada de competir, se oscureció a mediados del s. XVI.
Pero ya entonces un nuevo producto estaba en circulación: el vino.
Como reminiscencias del cultivo de la caña en la isla quedarían ciertas zonas aunque en pequeñas dimensiones. Hasta principio del siglo XX estuvieron en activo algunas fábricas como eran la de Daute, en los Silos, y la de Punta del Hidalgo. La primera funcionó durante algunos años pero pronto quedaría cerrada porque los propietarios de las plantaciones sustituyeron la caña por el plátano. La otra (Punta del Hidalgo) sobrevivió hasta 1916 aproximadamente; fue montada con base suficiente para ampliarla y perfeccionarla al compás de las necesidades de producción, llevándose a cabo plantaciones de este cultivo en zonas de Tejina y Bajamar. Sin embargo, dicha empresa no se vio coronada por el éxito y ante esta circunstancia la fábrica fue cerrada y los terrenos fueron sustituidos por otros cultivos. (BienMesabe)
Como reminiscencias del cultivo de la caña en la isla quedarían ciertas zonas aunque en pequeñas dimensiones. Hasta principio del siglo XX estuvieron en activo algunas fábricas como eran la de Daute, en los Silos, y la de Punta del Hidalgo. La primera funcionó durante algunos años pero pronto quedaría cerrada porque los propietarios de las plantaciones sustituyeron la caña por el plátano. La otra (Punta del Hidalgo) sobrevivió hasta 1916 aproximadamente; fue montada con base suficiente para ampliarla y perfeccionarla al compás de las necesidades de producción, llevándose a cabo plantaciones de este cultivo en zonas de Tejina y Bajamar. Sin embargo, dicha empresa no se vio coronada por el éxito y ante esta circunstancia la fábrica fue cerrada y los terrenos fueron sustituidos por otros cultivos. (BienMesabe)
El trapiche de Punta del Hidalgo fue el último en sucumbir en la isla, como en el resto de la comarca el cultivo de la caña de azúcar fue sustituido por otros especialmente por el plátano.
Desplazada
en las Islas la elaboración del azúcar de caña por la de remolacha producida en
España, la agricultura local inicia otro nuevo monocultivo, esta vez centrado
en el plátano, y como siempre sustentado por capital inglés.
Hasta bien entrados los años setenta, un manto
verde de plataneras cubría, literalmente, el conjunto de la Punta. Era el principal
cultivo de sus habitantes, el negocio más rentable de esta zona
tradicionalmente agrícola y pesquera. Poco queda hoy de aquella realidad. Ahora
son más productivas las plantaciones ornamentales y hortícolas. Sobre el
terreno, sin embargo, las plataneras siguen siendo mayoría en Punta del Hidalgo.
A finales de los años 70, el plátano de la zona
vivió su mejor etapa, “logrando las mayores producciones de la historia en la
zona”. La comercialización de esta fruta comenzó a complicarse a partir de los
80, y ya nada ha vuelto a ser lo mismo.
Los pescadores de La Punta
El
periodista fundador de La Prensa, antecesor
de El día Leoncio Rodríguez (1881-1955), en un bucólico artículo
publicado en La Prensa dedicado a
los pescadores de La Punta
del Hidalgo se expresó así:
¡Punta del Hidalgo!... Riente, orlada siempre de
espumas, todavía recuerda su pasado de leyenda en las altas cimas de sus
montañas. En ellas merodearon las huestes de Aguahuco y asentó después sus dominios el bravo Zebenzuí, errante
caudillo, con sus rebaños de más de cien pastores. Tierras de señorío, libres
de codicias guerreras, a su amparo alzaron los pescadores las primeras cabañas
y dieron comienzo a la rudimentaria industria cuando las artes de la pesca se
reducían a sutiles redes de junco, anzuelos de asta de cabra, y sendas varas
para azotar los peces en el remanso de los charcos.
Ahora, la Punta del Hidalgo es albergue de un pueblo
laborioso y tranquilo, consagrado en su mayoría a las faenas del mar. Solaz de
forasteros en el Estío, al llegar el Otoño cobra el habitual sosiego de su vida
humilde. Ya no se oye en sus playas el rumor de los bañistas. Ya no cubren las
blancas sábanas los negros arrecifes. El musgo extiende de nuevo su tapiz verde
a lo largo de la ribera, llena de bajíos. Allá, en la honda ensenada de San
Mateo, retumba el mar embravecido, anunciando tormentas próximas. Las Furnias
están solitarias; los mariscaderos desiertos. Todo es silencio. Sólo en los
pedregales del llano se oyen los cencerros de los camellos, que asoman sus
gibas sobre las ramas de los tarajales. Y, dominando el paisaje, “Los dos
hermanos”, allá, en la estribación de la cordillera, proyectando sus sombras
sobre el mar.
Los dos terminando en punta,
como dos conos inmensos,
tan iguales, que parece
uno del otro reflejo.
¡La trágica leyenda, perpetuada en la roca para
recuerdo de todas las generaciones! ¡Gigantesco túmulo de los desafortunados
amantes que, al descubrir su secreto cruel, arrojáronse a las profundidades del
abismo mientras un rayo fulminaba su cólera sobre la montaña maldita, partiéndola
en dos!
* * *
Contrastando con la soledad del campo, en el
recogimiento de la tarde otoñal, todo es animación y bullicio en el antiguo
caserío de La Hoya. La
pina calzada, fronteriza a la marina, iluminada por el sol poniente, muestra
hasta los más íntimos recovecos del barrio: “goros” sombríos, patios con tenderetes de ropas, fogones y
vernegales, poyos con tiestos de albahaca bajo parralillos entecos, de hojas
castradas por la marecía; críos desnudos, quemados por el sol, y viejas
carmenándose las greñas o tejiendo copos de lino. Y, como nota de color, los
ocres y los azules de las casas y el blanco de las velas marineras tendidas
sobre los muros de las huertas.
Con sus aparejos y sus hatillos al hombro, grupos
de pescadores ascienden por la vieja calzada. Las blusas azules alternan con
las camisas de franela roja, manchadas de salitre. Abajo, en el Puerto, quedan
aún algunos varando los barcos o recontando la pesca en medio de un corro de
mujeres que vociferan mientras trasiegan con el pescado. Recalan, en tanto, los
últimos barcos, y óyense en tierra voces que apagan los golpes del mar sobre la
duras rocas.
"¡Aguanta el barco!" "¡Arría las
velas!" "¡Espera a la ola!"
De bruces en los muros del camino, contemplan la
faena los viejos marinos, los que ya por sus años "no usan la mar".
Cada cual va dando su parecer.
¡Alta viene la marea!
-¡Y los barcos que están todavía por esos mundos
de abajo! Si no juyen al tiempo van a tener que ir a varar por San Mateo.
-Todavía no hay tiempos -objeta uno-. Yo he visto
la mar más ruin por esta época.
-¿Y esos turromates de nubes y volcanes de
viento? -arguye otro, señalando al horizonte sombrío y amenazador.
-Sí, -asiente el más experto de todos- los
barruntos no son de calma. Ya se lo dije esta mañana a los míos. No se fíen del
tiempo. De nadita que vean la mar metiéndose, arranquen pa tierra...
La tertulia marinera se va engrosando con la
gente moza, que acude a oír los consejos de los viejos lobos de mar. Lleva la
voz el tío Ciriaco, maestro en las lides de la pesca, ducho en el oficio de
capear los temporales.
-Para andar por la mar -explica- lo primero es
saber donde hay morretes, fangales o arena en el fondo. Saber también guiarse
por los astros y los riscos y entrar con oscuro en los puertos, porque el
pescador no es como otros que tienen estudio. Luego, si se quiere desempeñar
bien el oficio, hay que aprender el manejo de la caña y afinar el pulso, hasta
que se pueda decir: "Este peje traigo". Conocer cuando se clava una
sama, un mero o un jurel en cien brazas de agua. Cuando es una cabrilla, un
escolar o una vieja. Y luego, no llenarse de humos. ¡Porque cuántas veces viene
uno halando un pejito y llega el tiburón y se lo lleva! Tenemos que escapar a
toda la vela, porque una vez que el jaquetón se mete debajo del barco ya no
deja coger nada. ¡Hasta una sama la rolan por la mitá! ¡Y cuántas ocasiones
viene uno tirando por un mero y a lo mejor de la pesca se lleva el hilo y nos
quedamos echando celemines, mirando pa el cielo! ¡Y cuando se nos va un abade y
después vuelve y se nos va otra vez, se bota uno de espaldas en el barco,
lanzando centellas y renegando del oficio! Pero hay que tener calma, aplacar
los nervios, y no hacer promesas en vano, que siempre he oído decir:
¡Virgen, si este peje mato
te doy de aceite un cuartillo!
Y una vez que lo maté...
¡no, Virgen, que es pa freírlo!...
-No han gozado ustedes tiempos en la mar
-interviene otro-. Cuéntenmelo a mí que estando una noche pescando en el Veril,
con una braza de vela arriba porque había mucho tiempo, vino un banco de mar de
sotavento y nos reviró la embarcación. A nado tuvimos que ganar la playa de
Antequera, y gracias a que una mujer nos dio apoyo, porque el frío nos helaba
ya los huesos. Y otra noche, que veníamos en vela y el viento nos dio en sobra,
se nos emborcó también el bote y nos quedamos a la buena de Dios.
Éramos cuatro y nos pasamos toda la noche
agarrados al barco, mientras le rezábamos a la Virgen del Carmen: ¡Virgen
santa, como nos des escapatoria te diremos a ver el día de tu santo y a entrar
de rodillas con velas en la mano!
-De todos modos -interviene filosóficamente el
tío Ciriaco- no hay que quejarse de la suerte que Dios nos dio.
Y añade, señalando a la llanura azul, iluminada
por los últimos reflejos del sol:
-¡Este cacho de mar!... ¡El trajín que se le da y
siempre tiene pescao!...
* * *
Cae la tarde. Los viejos marinos, con su cortejo
de gente moza, se van quedando en sus covachas, a refugiarse a la lumbre de los
fogones donde ya humea la cena.
De la mar vienen los últimos pescadores, seguidos
de grupos de mujeres con las cestas de pescado cubiertas de musgo. Un olor a
algas y mariscos se extiende por el barrio.
Con su gueldera al hombro pasa un marinero,
canturreando a media voz:
En el mar de Barlovento
se pesca con hilo en caña,
por la boca muere el peje
y por la zanca la araña.
Otro, que viene detrás, con los pantalones
arremangados hasta la rodilla, chorreando agua, canturrea también:
A la mar me tiré un día
a coger un peje-verde,
y lo que vine a coger
fue una sardina y un guelde.
Y se alejan todos: unos para la Hoya Alta, otros para el
Homicián, algunos para San Mateo.
La noche va envolviendo en sombras la playa
riente, orlada siempre de espumas. Arriba, sobre la cumbre, comienzan a brillas
las estrellas.
Parecen lámparas votivas alumbrando el negro
risco, hendido en dos, que recuerda la trágica leyenda de la desventurada
pareja, víctima del secreto cruel. “¡Los dos hermanos!...” (Leoncio Rodríguez)
La Punta del Hidalgo no fue ajena al nuevo monocultivo
impuesto en nuestras Islas, el turismos de masas, si bien dada sus condiciones
orográfícas no le permitió un desarrollo de esta actividad tan acusada como en
la vecina Bajamar, siendo pionero en esta actividad el complejo de apartamentos
Altagay, siendo hasta aproximadamente el año dos mil el único exponente de
cierta entidad en la zona. A partir del año dos mil comenzaron a desaparecer el
cultivo de las plataneras, siendo sustituido por urbanizaciones de chalecitos
adosados y similares.
Monumentos
Monumento natural Los Dos Hermanos.
Es
un roque natural cuya cúspide esta
dividida en dos, y es objetos de una leyenda que es recurrente con ligeras
variantes en Europa y en varios países americanos especialmente en aquellos de
habla castellana, de las varias versiones que circulan para nuestro roque,
hemos seleccionado la adaptación de la escritora Esther Medina”
“Se encontraban como cada
día, en la playa de Troche. Era el único lugar donde podían conocerse
sin que nada ni nadie pudiese molestarlos. Se miraban, se hablaban con los
ojos. Era tan puro aquel amor que se alimentaba de palabras y caricias. Se
contaban historias de sus vidas, de cuando eran niños. Una tarde de verano se
empezaron a sentir más atraídos que nunca. Sus cuerpos, calientes por el sol y
húmedos por el agua salada, se unieron en un beso largo, cálido y cargado de
amor y deseo. Se tocaron, se sintieron, nunca se habían atrevido a ir más allá
de las caricias. Aquella tarde fue diferente. Sus cuerpos estaban tan unidos
que parecían sólo uno. No se sabía dónde empezaba ella y dónde acababa él.
Hicieron el amor, se quisieron, se amaron sobre la arena mojada. Terminaron
abrazados en silencio, disfrutando de la soledad del lugar. Y fue entonces
cuando se contaron una vieja historia que los hizo llorar y desear con todas
sus fuerzas no haberse conocido jamás.
Aquella historia cuenta que
dos niños, cuando eran pequeños, se quedaron huérfanos, y las familias
encargadas de su cuidado le contaron a cada uno que tenía a otro hermano, y que
si algún día se encontraban, sabrían de su parentesco uniendo las dos mitades
de un pañuelo. Los enamorados, al comprobar que sus pañuelos coincidían,
desgarradamente se miraron y se cogieron de las manos. Sintieron tanto
sufrimiento que subieron llorando a lo alto del risco y abrazados se lanzaron
al vacío, al mar furioso que los esperaba ansiosamente. En ese momento se nubló
el cielo y la montaña se dividió en dos.
Desde entonces, desde ese día, aquel lugar es conocido como; Risco de Los Dos Hermanos de La Punta del Hidalgo, que todavía hoy mantienen viva la leyenda de los amantes, que siendo hermanos, decidieron morir juntos antes que vivir separados. (Esther Medina)
Desde entonces, desde ese día, aquel lugar es conocido como; Risco de Los Dos Hermanos de La Punta del Hidalgo, que todavía hoy mantienen viva la leyenda de los amantes, que siendo hermanos, decidieron morir juntos antes que vivir separados. (Esther Medina)
Poema a la leyenda de Los
Dos Hermanos
Ay, piedra partida en
dos,
Risco de los dos Hermanos!
tragedia oscura que cuentan
los viejos a los muchachos.
Historia de boca en boca;
historia de amor y llanto.
El cayó donde la mar;
Ella, al fondo del barranco.
Un rayo los separó,
para siempre de un zarpazo.
Ellos subieron al monte
pues pronto se enamoraron,
bellos de luz y de noche,
en un beso ya amarrados,
sin saber que eran sus sangres
hijas de un mismo regazo.
La roca después habló
y eso fue comentado,
y hasta el abismo llegó
la noticia de este caso.
Hasta los Roques de Anaga
llegó la voz del picacho
lo supo la playa negra.
No hubo dios que no supiera
este hecho desgraciado.
Así es la historia que cuentan
a los niños los ancianos,
historia que escuché un día
en la
Punta del Hidalgo.
¡Hay piedra partida en dos,
Risco de los dos Hermanos!
¡El cayó donde la mar!
¡Ella, al fondo del barranco!
Aguacada Monumento natural
Aguacada (De *awa-ăkadāw
> awakada, m. sing. ‘el peñón, la roca’.)
*-āw > -aø, caída en final absoluto después de vocal
larga plena.
1. Tf. Top.
Roque
en la Punta del
Hidalgo. Expr. t.: Guacada. (Ignacio Reyes García)
Mirador de San Mateo
Bajo la
Punta del Hidalgo se encuentra este mirador. Los bancos
muchas veces están ocupados por lugareños jubilados que echan el rato en este
lugar privilegiado y que explicaran a los visitantes con gusto,
todo lo que puedes ver desde aquí.
Actualmente el mirador,
cuyas dimensiones y equipamiento son suficientes, se aprovecha toda la superficie como mirador,
mediante unas instalaciones ubicadas en una plataforma elevada a 1,90 metros
del rasante de la carretera, lo que permite la visión en cualquier
circunstancia y, que permite un aprovechamiento máximo de la instalación,
mediante la habilitación de un recinto cerrado y versátil que se encuentra en
la parte baja de la plataforma, donde se realizan actividades vinculadas con el
mirador.
Camping de Punta del Hidalgo
El
cámping municipal de Punta del Hidalgo esta abierto al publico en temporada de
verano, últimamente se han llevado a cabo diversas mejoras para prepararlo para
recibir a los campistas que, todos los veranos, llenan esta instalación.
Funciona desde julio de forma ininterrumpida, hasta el mes septiembre.
El camping municipal se encuentra ubicado en una de las zonas costeras del municipio, Punta del Hidalgo, a 20 metros del mar. Tiene una extensión de 24.000 metros cuadrados, dividida en dos zonas: la superior con 15 parcelas (sólo para tiendas de acampada) y la inferior, con 63 parcelas (para caravanas, autocaravanas y casetas). En total, el recinto tiene una capacidad aproximada para unas 300 personas.
El
camping se gestiona directamente por el Ayuntamiento de La Laguna, a través de la Concejalía de Servicios
Municipales. Está abierto al público durante todos los fines de semana, puentes
y, ya diariamente, en los meses de verano.
El camping complementa la oferta turística de Punta del Hidalgo, junto a otros atractivos de esta localidad lagunera como puedan ser el Charco del Arenisco, el paseo marítimo o los senderos hacia el Parque Rural de Anaga.
Faro de
Punta del Hidalgo
Su arquitectura es modernista y difícil de
describir: posee una torre blanca, de estructura compacta, con varios prismas
menores anexados. Data del año 1992, su foco se encuentra situado a 52 metros
de altura y su alcance es de 16 millas náuticas (próximo a los 30 kilómetros).
Llegaremos a su emplazamiento circulando por la carretera TF – 13, procedente
de San Cristóbal de La Laguna,
atravesaremos las localidades de Tejina
y Bajamar, llegando a al altura del kilómetro 18; bajaremos por el campo de
fútbol y tomaremos una pista de tierra, conocida como el Camino de la Costa, hacia la Iglesia de San Juanito. No
está amurado, pero si están cerrados sus accesos interiores. Posición: N 28º
34.588´- W 016º 19.726´.
Punta del
Hidalgo, tierra de grandes folkloristas
Olga Ramos
Es una destacada interprete del folklore y
canción canaria nacida en 1932 en Punta del Hidalgo, siendo hija del, también
intérprete de folclore, Manuel Ramos, y sobrina de Sebastián Ramos “El
Puntero”. Precisamente es su familia quien la alienta a iniciarse en el
mundo musical. Sobresaliente interprete del Arrorró, siendo la de Olga
Ramos una de las más conocidas interpretaciones de esta nana canaria. Formó parte de la Masa Coral Tinerfeña,
de la Agrupación
Folklorica Real Hespéride y del Cuarteto Acaymo, del que
también formaba parte Dacio Ferrera, realizando varias giras internacionales. Edita dos discos de larga duración como Olga Ramos y los
Zebenzui. Tras la experiencia con Los
Zebezuí continúa actuando, bien en solitario colaborando con distintos artistas
canarios, o bien formando parte de proyectos como la Parranda de Cantadores.
Es madre del cantante José Manuel Ramos.
Con fecha 3 de enero de
2012, el Cabildo de Tenerife propone la candidatura de Olga Ramos a los Premios Canarias 2012 en
la modalidad de de Cultura Popular.
El acuerdo fue tomado por
unanimidad en la sesión plenaria, celebrada bajo la presidencia de su titular,
Ricardo Melchior.
El Cabildo considera que
Olga Ramos se hace merecedora a ese reconocimiento “por su amplia trayectoria
en la música popular, caracterizada por la una actitud de modestia pero con un
estilo propio y una calidad incontestable que la convierten en espejo para
nuevas generaciones”.
Olga Ramos lleva toda su
vida haciendo música popular y pertenece a la familia Ramos, con una amplia
trayectoria en el folclore canario, donde desde su más tierna infancia adquirió
un estilo heredado de su padre, Manuel Ramos, y sobre todo de su tío, Sebastián
Ramos, conocido como “El Puntero”.
Es considerada como ejemplo
de humildad y de constancia, que ha sabido transmitir a sus hijos. Precisamente
en 2012, año en el que se entrega esta nueva edición de los Premios Canarias,
esta dama de la canción popular cumplirá 80 años y continúa en activo.
Continúa en la entrega
siguiente.
Julio de 2013
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