sábado, 8 de junio de 2013

BRUJERIA Y APARICIONES: HISTORIAS DE SEÑA ROSA-V





Mónica Díaz Tabares

LA BRUJA DE LA ERA
Una vez estaba un hombre trillando en la era y... a media noche sintió unas bestias trillando el trigo y corriendo y cuando pasaban por la choza del (que hacía siempre una choza cuando trillaba) le pegaban patadas, y él quie­to, mirándolas, pero al tanto que le estaban pegando patadas, sacó el cuchi­llo y pinchó a una por una pierna; al pincharla y hacerle sangre se le aparece una mujer desnuda, y las demás bestias desaparecieron.
¿En qué lugar pasó eso?
En la Guancha; pero las demás brujas volvieron (porque tenían que de­jar a la compañera allí) y le dijeron: —mire, usted tiene que cuidar de esta señora, y si a ella le pasa algo, nosotras nos vengaremos que mañana la no­che volvemos a buscarla.
¿Por qué no se podía ir?
Porque le había pinchado la pierna y le hizo sangre, se tuvo que quedar en la choza. A la otra noche le dijo el hombre a la mujer: —voy a llevar co­mida pa comer en la era— (pero era pa dársela a ella), y cuando el hombre fue a llevarle de comer, ya ella no estaba, se la habían llevado las compañe­ras. Pero en la choza conversando que de donde era, ella le dijo que era de Las Palmas, y le dice: —Mire, usted ha de tener un juicio por herencias, lo echarán a pleito, (porque a usted le toca lo mejor). Aquí lo pierde pero usted lleva el pleito a Las Palmas, y allá se lo gana mi marido que es abogado. — Conque dicen que el hombre echó eso pa'trás de la espalda, pero al echarlo pa'trás de la espalda, murió la suegra; y al estar muertos la suegra y el sue­gro, partieron los terrenos y la casa..., y a él le tocó la mejor parte. Conque... lo metieron en pleito en La Guancha; lo perdió, y lo pasó a Las Palmas. Cuando el hombre lo perdió dijo: —¿y ahora que me hago yo?, pues tengo que pasarlo a otro sitio—). Y lo pasó pa'llá, y cuando el hombre (que no co­nocía a nadie allí) día por la calle, vio a una mujer en la ventana que le dice:
—¡oiga, oiga!, pase, por la puerta y entre—, y le dice él —Señora como voy a entrar que no conozco a nadie aquí—, dice: —usted no me conoce pero yo si le conozco a usted, entre—; fue el hombre y entró; le dijo ella a la criada: —prepara un vaso de café y leche pa este hombre—. Y le dijo ella (cuando se quedó a solas con él): —¿usted no me conoce?—. Yo soy la mujer que us­ted guardó en la era, ¿no se acuerda usted de esa mujer?..., pues yo soy, y ahora se queda hasta que salga el juicio, que mi marido es abogado y se lo gana—. Se estuvo allí, comió, bebió, fue el día del juicio, fue al juicio, y lo ganó; entonces ella al marcharse él, le dijo —no, espérese un momento...—. Dicen que le caigo1 una bestia pa llevar pa el muelle de cuanto había; y se fue el hombre, pero dispués él día todos los años a Las Palmas a llevarle pa­pas2 bonitas, y a llevarle de todo: hasta que se murió el hombre.
¿Eso te lo contaron? Sí, las amigas mías.

Aula de Cultura del Exmo. Cabildo Insular de Tenerife
ISBN.: 84-505-7612-1. 1988.

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