Mónica Díaz Tabares
LA BRUJA DE LA ERA
Una vez estaba un hombre trillando en la era y... a
media noche sintió unas bestias trillando
el trigo y corriendo y cuando pasaban por la choza del (que hacía siempre una
choza cuando trillaba) le pegaban patadas, y él quieto, mirándolas,
pero al tanto que le estaban pegando patadas, sacó el cuchillo y pinchó a una por una pierna; al pincharla y
hacerle sangre se le aparece una mujer desnuda, y las demás bestias
desaparecieron.
¿En qué lugar pasó eso?
En la Guancha; pero las demás brujas volvieron
(porque tenían que dejar a la compañera allí) y le dijeron: —mire, usted tiene
que cuidar de esta señora, y si a ella le pasa algo, nosotras nos vengaremos
que mañana la noche volvemos a buscarla.
¿Por qué no se podía ir?
Porque le había pinchado la pierna y le hizo sangre,
se tuvo que quedar en la choza. A la otra
noche le dijo el hombre a la mujer: —voy a llevar comida pa comer en la era— (pero era pa dársela a
ella), y cuando el hombre fue a llevarle de comer, ya ella no estaba, se
la habían llevado las compañeras. Pero en
la choza conversando que de donde era, ella le dijo que era de Las
Palmas, y le dice: —Mire, usted ha de tener un juicio por herencias, lo echarán a pleito, (porque a usted le toca lo
mejor). Aquí lo pierde pero usted lleva el pleito a Las Palmas, y allá se lo
gana mi marido que es abogado. — Conque
dicen que el hombre echó eso pa'trás de la espalda, pero al echarlo pa'trás
de la espalda, murió la suegra; y al estar muertos la suegra y el suegro, partieron los terrenos y la casa..., y a él
le tocó la mejor parte. Conque... lo
metieron en pleito en La Guancha; lo perdió, y lo pasó a Las Palmas. Cuando el
hombre lo perdió dijo: —¿y ahora que me hago yo?, pues tengo que pasarlo a otro sitio—). Y lo pasó pa'llá, y
cuando el hombre (que no conocía a nadie allí) día por la calle, vio a
una mujer en la ventana que le dice:
—¡oiga,
oiga!, pase, por la puerta y entre—, y le dice él —Señora como voy a entrar que
no conozco a nadie aquí—, dice: —usted no me conoce pero yo si le conozco a
usted, entre—; fue el hombre y entró; le dijo ella a la criada: —prepara un vaso de café y leche pa este hombre—.
Y le dijo ella (cuando se quedó a
solas con él): —¿usted no me conoce?—. Yo soy la mujer que usted guardó
en la era, ¿no se acuerda usted de esa mujer?..., pues yo soy, y ahora se queda
hasta que salga el juicio, que mi marido es abogado y se lo gana—. Se estuvo allí, comió, bebió, fue el día
del juicio, fue al juicio, y lo ganó; entonces ella al marcharse él, le dijo
—no, espérese un momento...—. Dicen
que le caigo1 una bestia pa llevar pa el muelle de cuanto había; y
se fue el hombre, pero dispués él
día todos los años a Las Palmas a llevarle papas2 bonitas, y
a llevarle de todo: hasta que se murió el hombre.
¿Eso te lo contaron? Sí, las amigas mías.
Aula de Cultura del Exmo.
Cabildo Insular de Tenerife
ISBN.: 84-505-7612-1. 1988.
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