Catalina Hernández Guanarteme falleció en la villa de Agüimes en el mes de febrero de 1526, en casa de su sobrina doña Catalina Garra de Urúspuru Guanarteme. Su tercer marido, Blas Rodríguez, cumpliendo el mandato dado por su fallecida mujer, registra su última voluntad en la Villa de Gáldar, el 10 de abril de 1526, ante el escribano Alonso de Sanclemente.
DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DE CANARIAS.
TESTAMENTO DE DOÑA CATALINA FERNÁNDEZ GUANARTEME, HIJA DE FERNANDO GUANARTEME, EXISTENTE EN EL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LAS PALMAS “JOAQUÍN BLANCO”.
Catalina Hernández Guanarteme falleció en la villa de Agüímes en el mes de febrero de 1526, en casa de su sobrina doña Catalina Garra de Urúspuru Guanarteme. Su tercer marido, Blas Rodríguez, cumpliendo el mandato dado por su fallecida mujer, registra su última voluntad en la Villa de Gáldar, el 10 de abril de 1526, ante el escribano Alonso de Sanclemente.
El testamento efectuado en el año de 1526 refleja claramente los cambios que se han producido con la conquista de Gran Canaria, finalizada oficialmente el 29 de abril de 1483. Por lo que es un documento de valor significativo.
La imposición y aceptación de una nueva religión, adquiriendo la princesa canarii un amplio conocimiento y devoción. Las costumbres cristianas, ante el temor al purgatorio, se manifiestan en el número de misas y obras pías que recoge el testamento. Al mismo tiempo, acudiendo a los escribanos de la Villa de Agüímes y de Gáldar, reconocen los procedimientos implantados por la nueva administración, dándole el valor legal que tendrían en la sociedad colonial postconquista.
En el protocolo notarial se refleja el rango que ostentó su padre, Tenesor Semidán, bautizado como Fernando Guanarteme: “hija de don Hernando de Guanarteme, rey que fue desta ysla de la Gran Canaria, que es ansimismo difunto”.
El sincretismo de ambas culturas puede verse en los matrimonios de Catalina Fernández Guanarteme, casada por tres veces sin haber sido viuda de ninguno de ellos. A su muerte y estando casado con Blas Rodríguez, también le sobreviven sus ex-maridos, el castellano Pedro de Vega y el vasco Adán de Acedo, por lo que algunos investigadores ven ante la facilidad de casarse y descasarse el respeto a las costumbres aborígenes, en parte, por el rango de hija del Guanarteme y la potestad que tenía para contraer varios matrimonios, a lo que debía contribuir también la sociedad matrilineal que existió en Gran Canaria en época ancestral.
1526 abril 10 Gáldar.
Sepan quantos esta carta de testamento vieren como yo… (roto)… que so de la villa de Agáldar, que es en esta isla de Gran canaria, en nombre y en Vds. e ansy como procurador testamentario que soy de Catalina Hernándes Guanarteme, mi muger, difunta que Dios aya, hija de don Hernando de Guanarteme, rey que fue desta ysla de la Gran Canaria, que es ansimismo difunto, por virtud de la carta de poder que della tengo que pasó en la villa de Agüímes que es en esta dicha ysla ante Juan Berriel, escribano público de la dicha villa en domingo diez e syete días del mes de hebrero deste presente año de mill e quinientos e veynte a seys años que está e queda en mi poder, otorgo e conosco que fago e ordeno el testamento e última e postrimera voluntad de la dicha Catalina Hernándes, mi muger, segund que ella conmigo lo platicó e acordó en la manera siguiente: mando primeramente el anima de la dicha catalina Hernándes, mi muger, a Dios nuestro señor que la crió e redimió por su preçiosa sangre e tan caranmente la quiso comprar la quiera llevar a su santísima gloria celestial e reynar con los sus santos e ruego e pido por merced a la gloriosa virgen Santa María, su madre, ella que es madre de misericordia e de piedad e nunca cese de rogar por los pecadores quiera ser rogadora e intercesora al su muy glorioso hijo nuestro señor Ihesuxpisto por el anima de la dicha Catalina Hernándes, mi muger, que la quiera llevar a la su santysima gloria e mando el cuerpo de la dicha mi muger a la tierra de donde fue formado que a ella sea reducida e declaro que por quanto la dicha Catalina Hernándes, mi muger, falleció en la dicha villa de Agüímes,delmalde pestilencia de que estava herida e está enterrada en la hermita de señor San Sebastián de la villa de Agüímes, e ella se mandó enterrar en ella e yo de su nombre le declaro e nombro que su sepultura donde al presente está enterrada e mando que le digan por su anima en la iglesia de señor santiago de Agáldar desta villa de Gáldar donde hera tal parroquiana una misa de enterramiento cantada con su vigilia e letanía e nueve días e cabo de nueve días e cabo de año ofrenda de su pan e vinoe çera e se pague por lo dicho de los bienes de la dicha Catalina Hernándes lo acostumbrado;y otrosy mando que se diga por el ánima de la dicha Catalina Hernándes, mi muger, rn el monasterio de Sant Antonio de la orden de señor san francisco que está en la villa de Agáldar e por los frayles del un tryntenario de misas abierto e que se pague por los derechos de los bienes de la dicha Catalina Fernándes; e mando asymismo en el dicho nombre que se dé en limosna por el anima de la dicha Catalina Hernándes a la obra de de la iglesia de la dicha villa de Agüímes donde está enterrada medio real de plata e a la obra de la iglesia de santiago de Gáldar e a Nuestra señora de Guía e a la obra del monasterio de Sant Antonio de Papua de Gáldar e …(roto)… Sebastián e al hospital de san pedro martir e a Nuestra Señora de la Vega e a Santa Lucía e a San Antón e a Santiago que son en el término de Gáldar a cada una seys maravedis. E mando que se dé en limosna por el anima de la dicha mi muger e de sus bienes a la redención de los cautivos xpistianos …(roto)… en tierra de moros e a la Santa Cruzada medio real de plata.
E declaro en nombre de la dicha mi muger como su procurador testamentario que durante el …(roto)… en como hezimos e …(roto)… por neçesidad que tuvimos hezimos e çelebramos escritura …(roto)… de dos doblas …(roto)… obligamos …(roto)… tributo. Mando …(roto)… de sus bienes e de …(roto)… villa de Gáldar …(roto)… E asimismo durante …(roto)… Catalina Hernándes hezimos e obligamos las debdas siguientes e devemos …(roto)… a Nuestra señora de Guía mill e çiento e quinze maravedís e a las animas del purgatorio …(roto)… ciento e treinta e çinco maravedís e a Nuestra Señora de Guadalupe quatroçientos e setenta maravedís en limosnas que para las dichas iglesias avemos cojido, e durante nuestro matrimonio lo gastamos en nuestra provisión e mantenimiento, e a Lorenzo Ryberol mill e noveçientos e sesenta maravedís de ropa quedel compramos por un contrato público que dellole hezimos, e a Lazaro Ortis una dobla de oro que prestó a la dicha mi muger, e a Ynés de Mayorga quatro reales nuevos que la dicha mi muger en su vida, e a Juan Perdomo tres hanegas de trigo, e a Gonzalo Dias, travajador, una dobla de oro que enprestó a la dicha mi muger en su vida, e a Ynés de Mayorga quatro reales nuevos que quela dicha mi muger le devía, e a Juan Perdomo tres hanegas de trigo, e a Gonzalo Dias, travajador, una dobla de oro que enprestó a la dicha mi muger en su vida, mando que todas las dichas debdas sean pagadas de montón, e asimismo declaro que no tengo memoria si de alguna cosa la dicha mi muger es en cargo a alguna persona, pero mando por descargo de su anima e conciencia que sy alguna persona viniere jurando que ella le es en cargo de fasta çient maravedís jurandolo o dando testigos dello que lesean pagados de los bienes de la dicha mi muger.
E para cumplir este dicho testamento en el dicho nombre dexo por albaceas de la dicha mi muger para que cumplan lo en este testamento contenido a Juan de Vargas, vezino de esta dicha villa nuestro padre e señor e amigoe a Bastiona Mayor, hija legitima de la dicha mi muger, e a mi el dicho Blás Rodríguez, su marido,a todo tres juntamente e a cada uno de ellos por sy ynsolidun a los cuales ruego e pido por merced por amor de Dios nuestro señor lo quieran açebtar porque éldepare de lo que faga por ellos e los apodero en el dicho nonbre en todos sus bienes para que puedanvender e …(roto)… tanto dellos quantos basten para que cumplir e pagar este dicho mi testamento e las mandas e cláusulas en él contenidas e conplido e pagado lo suso dicho mando en el dicho nombre que todo lo que fincare e remanesçiere de los bienes de la dicha mi muger los ayan y ereden la dicha Bastiona Mayor e María Azado e Violante Azedo e Juan e Pedro, hijos legitimos de la dicha mi muger e de mi e de otros sus primeros maridos, igualmente e tanto uno syn fraude alguno e revoco en el dicho nonbre e doy por ninguno todos e cualesquier testamentos e mandas e codeçillos que la dicha Catalina Hernándes, mi muger, hasta oy tengo …(roto)… fecho, los quales quieroe mando en el dicho nonbreque no valgan ni fagan fe en juicio ni fuera del salvo este el qual valga por testamento e codeçillo de la dicha mi muger e sus postrimera voluntd …(roto)… de verdad otorgué la presenteque es fecha la carta en la villade Gáldar que es en la ysla de la Gran Canaria diez días del mes de abril año del nacimiento de nuestro Salvador Ihesuxpisto de mill e quinientos e veynte e seys años.- Testigos que fueron presentes Juan Perdomo, e lazaro Ortiz, alguacil, e Lope de Sequera e Gonzalo Díase Gonzalo Vaez, vecinos de la dicha villa, e el dicho Blás Rodríguez lo firmó de su nombre aquí,- Blás Rodríguez.
En lunes syete de mayo de IUDXXVI años [1526]
En este día Blás Rodríguez, vezino desta villa, hizo ynventario de los bienes …(roto)… Falta el folio siguiente.
FUENTE:
Manuel Lobo Cabrera. Trascripción publicada en el Boletín Millares Carlo, volumen I, número 1, junio de 1980, pp 139-148.
Felipe Enrique Martín Santiago es Profesor y Miembro del Centro de Interpretación e Investigación Etnográfico e Histórico del CEO Tunte. Publicado en el número 210 de la Revista Bien Resabe.
martes, 31 de enero de 2012
Las momias del Barranco de Guayonje (Tacoronte)
"Al principio de este siglo XIX, unos orchilleros descubrieron otra caverna situada en uno de los barrancos de la costa, entre los pueblos de Tacoronte y El Sauzal... Entre las momias que se sacaron de la cueva de Tacoronte, se encontró una cuyo cuerpo había pertenecido a una vieja, y que había sido desecado en una posición acurrucada, las piernas dobladas sobre las rodillas(...) La cabeza se hallaba cubierta de una capucha y parecía estar bastante bien conservada; los juanetes de la cara se hallaban muy salientes, la frente estrecha y arrugada, la nariz pequeña y la boca muy hendida" (Berthelot, 1840-42/1978: 96), una zona que se ha identificado con el Barranco de Guayonje (Rodríguez Martín, 1995: 160). Las momias nos indican que en el barranco o en sus inmediaciones residían miembros del linaje del mencey o achimencey (Espinosa, 1594/1980: 42), situándose en las inmediaciones del camino del Rey (Escribano y Mederos, 2003).
La primera referencia que señala la presencia de esta momia en los orígenes del Museo de Sebastián Pérez-Yanes Casilda en Tacoronte, probablemente una de las primeras del grupo que consiguió reunir, es la visita en 1848 de Thomas Debary (1851/1992: 37) quien señala como "lo más curioso para nosotros, una momia; estaba en postura sentada, embalsamada y envuelta en una piel de cabra". La postura sentada sólo puede identificarse en Tenerife momias sentadas en cuclillas, como sucede en ejemplares americanos.
Posteriormente vuelve a ser descrita en el Museo Casilda en la década de 1870, pues se mantienen dos elementos de identificación, su supuesta atribución a una mujer senil y la posición doblada de las rodillas. "Entre esas momias, se encuentra la de una reina: está acurrucada sobre sus rodillas, en la misma posición que tenía cuando la encontraron. Para verla mejor, he abierto la puerta de cristal del armario en que está encerrada, pero un olor nauseabundo me obligó a cerrarla rápidamente. El rostro está horriblemente contraído; los ojos, las orejas, la nariz, los labios, los dientes, incluso los cabellos, están perfectamente intactos. Estos cabellos son lisos y largos(...) El cuerpo está envuelto en pieles de cabra, cosidas con tiras de cuero y oscurecidas por el tiempo" (Leclercq, 1880/1990: 175-176).
Estas dos características, mujer y la posición doblada de las rodillas, vuelven a ser mencionadas cuando Oliva Stone visita el Museo Casilda el 30 de Octubre de 1883, acompañado por la mujer de Diego Le Brun y sus hijas, el nuevo propietario de la colección, "Otra momia, de una mujer, que , según dicen, se encontró a medio camino en la cima del Pico, tenía las piernas dobladas hacia atrás por las rodillas, hasta tocar las caderas y, en esa posición, medía tres pies y cuatro pulgadas" (Stone, 1887/1995/1: 496-497). La mención a una supuesta procedencia cercana al Teide, y explica la posterior posible atribución de la momia a La Orotava por Béthencourt Alfonso.
Esta momia fue posteriormente descrita con el número 1899 IV-7-1, de la Colección Casilda de Tacoronte, donde se mantiene el detalle de la flexión de las rodillas y es por primera vez atribuida a un hombre, " dicen hberlas encontrado en la Orotava (...) Lo primer que llama la atención es que se la ve doblada por las rodillas, e inclinada las piernas (...) el pie derecho está debajo del izquierdo (...) y la mano izquierda está como tapando la derecha, como hacia la mitad de los muslos (...) la cabeza caída sobre el hombro izquierdo; y el eje del cuerpo como doblado lateralmente sobre el mismo lado. Algunas de las correas con que le aseguran sus envolturas son del ancho de dos dedos. La capucha que cubre la cabeza tiene seis envolturas; y una de ellas sale como la forma de una abanico abierto, por uno y otro lado, con lo más delgado buscando la parte inferior de la barba, donde se anuda; también tiene algunas correas circulares en derredor del cuello, como para ajustarle las pieles al pescuezo. Los dedos de la mano están como ríspidos. Todo es de color chocolate. El aspecto del semblante y el desarrollo orgánico hacen creer que es hombre" (Bethencourt Alfonso, 1994: 545-546, 553; Rodríguez Pláceres y Sosa, 2002: 188 fot. 6.1.28).
Por otra parte, dada la especial posición que tenía la momia, "las piernas dobladas sobre las rodillas" y su carácter de hombre adulto, creemos que podemos atribuirla a una de las que se conservó en el Museo Casilda de Tacoronte, posteriormente vendida en 1898 a un coleccionista en Argentina (vide supra, 1.2), pasar después al Museo de la Plata y el de Cienciass Naturales de Necochea, y recientemente recuperada por el Museo Arqueológico de Tenerife dentro de un acuerdo de restitución del patrimonio cultural que tiene el gobierno argentino de los restos humanos depositados en museos o colecciones privadas a las comunidades de origen.
La momia corresponde a un varón adulto, entre 25 y 29 años, de constitución robusta en posición fetal lateral flexionada y 1.73m de altura. Presenta en la cabeza una lesión osea en el temporal izquierdo, fruto de un tumor maligno o infección, que se intentó curar mediante una trepanación, la cual acabó provocándole la muerte. Esto motivó que antiguamente la cabea fuese separada del tronco para ser objeto de investigación en La Plata. El cuerpo no presenta la práctica de la esviceración porque conserva el pulmón, bolsa pericárdica, hígado e intestinos. La momia ha sido datada ca. 830 d.C. El dato más interesante, y excepcional de momento en el resto de las momias canarias, es la flexión extrema de las rodillas, que debió realizarse mendiante presión cuando el cadáver había recientemente fallecido, quizás para adaptarlo a una cueva de enterramiento con poco fondo (Rodríguez Martín et alii, 2005: 101-104, fig.1 y 2005:270, fig.3).
Fragmentos de una segunda momia de esta misma procedencia es posible que sean los restos de 1899 IV-8-2, "Una calavera con parte del cuero cabelludo de color rojizo sucio, como de una cuarta de largo, fino y ligeramente ondulado, casi lana. El cráneo parece de mujer, y como de 25 a 35 años. La parte de cabello corresponde a las puntas más próximas al frontal. Son de un color rubio más subido atrás, que es como más achocolatado. Estos restos de momia, no tienen filiación; si bien está en una alhacena que dice 'momias guanches'. Esta relación con la momia IV-7-1 puede hacerse porque en la descripción de las supuestas momias de La Orotava se habla de momias en plural, como en el hallazgo de Tacoronte, y continúa así "IV-7-1.(B). Esta momia está en la alhacena, como la anterior (que está incompleta) y dicen haberlas encontrado en la Orotava" y en los dibujos originales aparecen juntas (Béthencourt Alfonso, 1994:545-546,553).
Fragmento del libro PREHISTORIA DE LA COMARCA DE ACENTEJO. EL MENCEYATO DE TACORONTE (TENERIFE).
La primera referencia que señala la presencia de esta momia en los orígenes del Museo de Sebastián Pérez-Yanes Casilda en Tacoronte, probablemente una de las primeras del grupo que consiguió reunir, es la visita en 1848 de Thomas Debary (1851/1992: 37) quien señala como "lo más curioso para nosotros, una momia; estaba en postura sentada, embalsamada y envuelta en una piel de cabra". La postura sentada sólo puede identificarse en Tenerife momias sentadas en cuclillas, como sucede en ejemplares americanos.
Posteriormente vuelve a ser descrita en el Museo Casilda en la década de 1870, pues se mantienen dos elementos de identificación, su supuesta atribución a una mujer senil y la posición doblada de las rodillas. "Entre esas momias, se encuentra la de una reina: está acurrucada sobre sus rodillas, en la misma posición que tenía cuando la encontraron. Para verla mejor, he abierto la puerta de cristal del armario en que está encerrada, pero un olor nauseabundo me obligó a cerrarla rápidamente. El rostro está horriblemente contraído; los ojos, las orejas, la nariz, los labios, los dientes, incluso los cabellos, están perfectamente intactos. Estos cabellos son lisos y largos(...) El cuerpo está envuelto en pieles de cabra, cosidas con tiras de cuero y oscurecidas por el tiempo" (Leclercq, 1880/1990: 175-176).
Estas dos características, mujer y la posición doblada de las rodillas, vuelven a ser mencionadas cuando Oliva Stone visita el Museo Casilda el 30 de Octubre de 1883, acompañado por la mujer de Diego Le Brun y sus hijas, el nuevo propietario de la colección, "Otra momia, de una mujer, que , según dicen, se encontró a medio camino en la cima del Pico, tenía las piernas dobladas hacia atrás por las rodillas, hasta tocar las caderas y, en esa posición, medía tres pies y cuatro pulgadas" (Stone, 1887/1995/1: 496-497). La mención a una supuesta procedencia cercana al Teide, y explica la posterior posible atribución de la momia a La Orotava por Béthencourt Alfonso.
Esta momia fue posteriormente descrita con el número 1899 IV-7-1, de la Colección Casilda de Tacoronte, donde se mantiene el detalle de la flexión de las rodillas y es por primera vez atribuida a un hombre, " dicen hberlas encontrado en la Orotava (...) Lo primer que llama la atención es que se la ve doblada por las rodillas, e inclinada las piernas (...) el pie derecho está debajo del izquierdo (...) y la mano izquierda está como tapando la derecha, como hacia la mitad de los muslos (...) la cabeza caída sobre el hombro izquierdo; y el eje del cuerpo como doblado lateralmente sobre el mismo lado. Algunas de las correas con que le aseguran sus envolturas son del ancho de dos dedos. La capucha que cubre la cabeza tiene seis envolturas; y una de ellas sale como la forma de una abanico abierto, por uno y otro lado, con lo más delgado buscando la parte inferior de la barba, donde se anuda; también tiene algunas correas circulares en derredor del cuello, como para ajustarle las pieles al pescuezo. Los dedos de la mano están como ríspidos. Todo es de color chocolate. El aspecto del semblante y el desarrollo orgánico hacen creer que es hombre" (Bethencourt Alfonso, 1994: 545-546, 553; Rodríguez Pláceres y Sosa, 2002: 188 fot. 6.1.28).
Por otra parte, dada la especial posición que tenía la momia, "las piernas dobladas sobre las rodillas" y su carácter de hombre adulto, creemos que podemos atribuirla a una de las que se conservó en el Museo Casilda de Tacoronte, posteriormente vendida en 1898 a un coleccionista en Argentina (vide supra, 1.2), pasar después al Museo de la Plata y el de Cienciass Naturales de Necochea, y recientemente recuperada por el Museo Arqueológico de Tenerife dentro de un acuerdo de restitución del patrimonio cultural que tiene el gobierno argentino de los restos humanos depositados en museos o colecciones privadas a las comunidades de origen.
La momia corresponde a un varón adulto, entre 25 y 29 años, de constitución robusta en posición fetal lateral flexionada y 1.73m de altura. Presenta en la cabeza una lesión osea en el temporal izquierdo, fruto de un tumor maligno o infección, que se intentó curar mediante una trepanación, la cual acabó provocándole la muerte. Esto motivó que antiguamente la cabea fuese separada del tronco para ser objeto de investigación en La Plata. El cuerpo no presenta la práctica de la esviceración porque conserva el pulmón, bolsa pericárdica, hígado e intestinos. La momia ha sido datada ca. 830 d.C. El dato más interesante, y excepcional de momento en el resto de las momias canarias, es la flexión extrema de las rodillas, que debió realizarse mendiante presión cuando el cadáver había recientemente fallecido, quizás para adaptarlo a una cueva de enterramiento con poco fondo (Rodríguez Martín et alii, 2005: 101-104, fig.1 y 2005:270, fig.3).
Fragmentos de una segunda momia de esta misma procedencia es posible que sean los restos de 1899 IV-8-2, "Una calavera con parte del cuero cabelludo de color rojizo sucio, como de una cuarta de largo, fino y ligeramente ondulado, casi lana. El cráneo parece de mujer, y como de 25 a 35 años. La parte de cabello corresponde a las puntas más próximas al frontal. Son de un color rubio más subido atrás, que es como más achocolatado. Estos restos de momia, no tienen filiación; si bien está en una alhacena que dice 'momias guanches'. Esta relación con la momia IV-7-1 puede hacerse porque en la descripción de las supuestas momias de La Orotava se habla de momias en plural, como en el hallazgo de Tacoronte, y continúa así "IV-7-1.(B). Esta momia está en la alhacena, como la anterior (que está incompleta) y dicen haberlas encontrado en la Orotava" y en los dibujos originales aparecen juntas (Béthencourt Alfonso, 1994:545-546,553).
Fragmento del libro PREHISTORIA DE LA COMARCA DE ACENTEJO. EL MENCEYATO DE TACORONTE (TENERIFE).
Los Matías de Montaña Alta: descendientes de Arminda Masequera y su padre Egonaiga, llamado Guanarteme el Bueno
La investigación médica ha certificado la pervivencia indígena en un alto porcentaje entre la población canaria actual; al mismo tiempo, los trabajos genealógicos, desde hace décadas, han puesto nombre y apellidos a nuestros ancestros.
Utilizando las distintas fuentes escritas, especialmente los libros sacramentales, la “historia oficial”, que machacaba nuestros oídos con la desaparición de los canarii y de los distintos pueblos amazigh, que desde el Norte de África, en distintas oleadas, habían llegado al Archipiélago, manteniendo un mismo origen con los pueblos amazigh del continente, invadidos por las tropas musulmanas en el siglo VII, que ocupaban las distintas zonas del Atlas. Queda de manifiesto la no presencia cultural religiosa árabe en Canarias, para evitar equívocos.
Arminda, bautizada como Catalina casó con Hernando de Guzmán, afirmando en un documento de 1528, cuando tenía sesenta años, que Luisa Guanarteme o Betancor (Tenesoya Vidina) era hija de Armide Iacocon (Aymedeyacorán), faycán de Telde, primo hermano de su padre Egonaiga, siendo el padre de Vidina hermano del guanarteme de Telde, Bentagoyhe, padre de Bentejuí.
Tenesor-Semidán (Fernando Guanarteme), hijo de Soront Semidán y nieto de Thagoter Semidán, que a su vez era padre también de Egonayga (Guayasen Semidán); es decir, Arminda y Tenesor Semidán eran primos.
Esta relación directa fue aprovechada por Fernando Guanarteme para asumir la regencia, ante la muerte de su tío Egonayga y la minoría de edad de Arminda, encargada ella de trasmitir el guanartemato, de ahí su importancia, que intentará utilizar Tazarte, tutor de Bentejuí, para intentar unificar los guanartematos y mantener la resistencia a la ocupación de las tropas enviadas por los Reyes Católicos en el año de 1478.
De la dinastía fundada por Gumidafe y Atindamana procedía Arminda y procedemos nosotros, “los Matías” de Montaña Alta.
Arminda contaba con unos doce años cuando fue entregada a los castellanos como prueba de paz tras la rendición de los últimos canarios que resistían en la fortaleza de Ansite el 29 de abril de 1483. Estamos, pues, ante un personaje histórico que vivió en primera persona los últimos años de la sociedad prehispánica de Gran Canaria y tuvo acceso directo, como miembro de la elite dirigente de aquella sociedad, al complejo mundo de ritos y símbolos que tienen una de sus máximas expresiones en la Cueva Pintada de Gáldar. Una vez bautizada, Arminda se casó con un personaje notable de la nueva sociedad y con el nombre de Catalina de Guzmán formó parte de la alta sociedad formada inmediatamente después de la conquista de la isla. Arminda es un nexo de unión entre ambas sociedades, un ejemplo de adaptación a la nueva realidad social y uno de los ejemplos más claros del carácter sincrético de la sociedad canaria tras la incorporación de la isla a la corona de Castilla.
Arminda Masequera (Catalina de Guzmán)
Nació sobre el año de 1473, siendo bautizada en la religión impuesta por la conquista como doña Catalina. Al contraer matrimonio con el conquistador don Hernado de Guzmán, natural de Covarrubias del Monte (Toledo), adopta el apellido de éste. Su hija, Luisa de Guzmán Guanarteme, será la encargada de trasmitir el linaje en estudio.
I. Luisa de Guzmán Guanarteme.
Nació en Gáldar, sobre el año de 1498. Contrae matrimonio, en el año de 1518, en Gáldar, con don Alonso Gutiérrez de Rojas, natural de Sevilla, nacido en el año de 1476, viudo en el momento que contrajo matrimonio con doña Luisa de Guzmán Guanarteme. El hijo de ámbos, don Diego Ramiro de Guzmán y Rojas, será el que continúe el linaje.
1. Don Diego Ramiro de Guzmán y Rojas.
Nacido en Gáldar en el año de 1521, ejerciendo como escribano público, posiblemente por su relación matrimonial con doña María de Cabrejas San Clemente, familia de insignes escribanos en la Isla. Su hijo:
A. Don Juan Guzmán y Cabrejas, nacido en Gáldar en el año de 1555, propietario de la Hacienda de El Agazal, en San Isidro. Contrae matrimonio con doña Bernardina Jáimez de Sotomayor y Zambrana, de apellidos ilustres entre los conquistadores y colonizadores de la isla de Gran Canaria. Su hija:
a. Doña Isabel de Guzmán y Jáimez de Sotomayor, bautizada en Gáldar el 20 de octubre de 1590. casa el 18 de noviembre de 1620, en la iglesia de Santiago de Los Caballeros de Gáldar, con el Alférez don Juan Benítez de Quintana y Rojas, pariente de ella, que había sido bautizado en Gáldar el 6 de julio de 1592. Su hijo:
`. Don Juan Carlos de Guzmán Benítez de Rojas, bautizado en Gáldar el 30 de noviembre de 1623, casado en segundas nupcias con doña Isabel Báez de Mendaña. Su hija:
``. Doña Melchora de Guzmán, casada en la iglesia de Santa María de Guía, el 15 de abril de 1685, con don Fernando de Armas. Su hija:
```. Doña María de Armas Guzmana, casada el 24 de agosto de 1722, en Guía, con don Cristóbal Luján de Betancor, éste había sido bautizado en la iglesia de Santa María de Guía el 2 de febrero de 1699. Su hija, doña Josefa Guzmán nacida en Tejeda en enero de 1734, y bautizada en Artenara el 31 de mayo de 1734, inicia el linaje de la Cumbre y Medianías de Gran Canaria.
El apellido Guzmán en la Cumbre y Medianías de Gran Canaria: Doña Josefa Guzmán
Doña Josefa Guzmán contrae matrimonio en Artenara, el 30 de septiembre de 1754, con don Pedro Rodríguez Melián, nacido en Moya el 14 de diciembre de 1730. Su hija:
I. Doña María de la Concepción Guzmán, nacida en Artenara el 19 de diciembre de 1758, bautizda el 30 de ese mes. Su hijo, de padre desconocido, fue:
A. Don Francisco Bernardo Guzmán, nacido el 2 de noviembre de 1795 en Artenara, falleció en el Barranco del Pinar, el 28 de agosto de 1839. Había contraído matrimonio, el 7 de noviembre de 1795, con Doña María del Socorro Montedeoca Quintana, nacida en Tejeda el 17 de septiembre de 1802. Su hija:
a. Juana Guzmán Montesdeoca, casada con Rudecindo Santiago Rodríguez, hijo de Matías Santiago Rodríguez y María Rodríguez. Su hijo:
`. Juan Matías Santiago Guzmán, casado con Victoriana Castellano Castellano, nuestros abuelo y bisabuelo, tendrán varios hijos, entre ellos Ramón y Juan Santiago Castellano, es decir, Ramón y Juan Matías, nuestro padre y abuelo, que serán conocidos por el dichete o nombre popular de Matías, por su padre Juan Matías Santiago Guzmán. (José Marcelo Santiago González y Felipe Enrique Martín Santiago, en: bienmesabe.org)
Utilizando las distintas fuentes escritas, especialmente los libros sacramentales, la “historia oficial”, que machacaba nuestros oídos con la desaparición de los canarii y de los distintos pueblos amazigh, que desde el Norte de África, en distintas oleadas, habían llegado al Archipiélago, manteniendo un mismo origen con los pueblos amazigh del continente, invadidos por las tropas musulmanas en el siglo VII, que ocupaban las distintas zonas del Atlas. Queda de manifiesto la no presencia cultural religiosa árabe en Canarias, para evitar equívocos.
Arminda, bautizada como Catalina casó con Hernando de Guzmán, afirmando en un documento de 1528, cuando tenía sesenta años, que Luisa Guanarteme o Betancor (Tenesoya Vidina) era hija de Armide Iacocon (Aymedeyacorán), faycán de Telde, primo hermano de su padre Egonaiga, siendo el padre de Vidina hermano del guanarteme de Telde, Bentagoyhe, padre de Bentejuí.
Tenesor-Semidán (Fernando Guanarteme), hijo de Soront Semidán y nieto de Thagoter Semidán, que a su vez era padre también de Egonayga (Guayasen Semidán); es decir, Arminda y Tenesor Semidán eran primos.
Esta relación directa fue aprovechada por Fernando Guanarteme para asumir la regencia, ante la muerte de su tío Egonayga y la minoría de edad de Arminda, encargada ella de trasmitir el guanartemato, de ahí su importancia, que intentará utilizar Tazarte, tutor de Bentejuí, para intentar unificar los guanartematos y mantener la resistencia a la ocupación de las tropas enviadas por los Reyes Católicos en el año de 1478.
De la dinastía fundada por Gumidafe y Atindamana procedía Arminda y procedemos nosotros, “los Matías” de Montaña Alta.
Arminda contaba con unos doce años cuando fue entregada a los castellanos como prueba de paz tras la rendición de los últimos canarios que resistían en la fortaleza de Ansite el 29 de abril de 1483. Estamos, pues, ante un personaje histórico que vivió en primera persona los últimos años de la sociedad prehispánica de Gran Canaria y tuvo acceso directo, como miembro de la elite dirigente de aquella sociedad, al complejo mundo de ritos y símbolos que tienen una de sus máximas expresiones en la Cueva Pintada de Gáldar. Una vez bautizada, Arminda se casó con un personaje notable de la nueva sociedad y con el nombre de Catalina de Guzmán formó parte de la alta sociedad formada inmediatamente después de la conquista de la isla. Arminda es un nexo de unión entre ambas sociedades, un ejemplo de adaptación a la nueva realidad social y uno de los ejemplos más claros del carácter sincrético de la sociedad canaria tras la incorporación de la isla a la corona de Castilla.
Arminda Masequera (Catalina de Guzmán)
Nació sobre el año de 1473, siendo bautizada en la religión impuesta por la conquista como doña Catalina. Al contraer matrimonio con el conquistador don Hernado de Guzmán, natural de Covarrubias del Monte (Toledo), adopta el apellido de éste. Su hija, Luisa de Guzmán Guanarteme, será la encargada de trasmitir el linaje en estudio.
I. Luisa de Guzmán Guanarteme.
Nació en Gáldar, sobre el año de 1498. Contrae matrimonio, en el año de 1518, en Gáldar, con don Alonso Gutiérrez de Rojas, natural de Sevilla, nacido en el año de 1476, viudo en el momento que contrajo matrimonio con doña Luisa de Guzmán Guanarteme. El hijo de ámbos, don Diego Ramiro de Guzmán y Rojas, será el que continúe el linaje.
1. Don Diego Ramiro de Guzmán y Rojas.
Nacido en Gáldar en el año de 1521, ejerciendo como escribano público, posiblemente por su relación matrimonial con doña María de Cabrejas San Clemente, familia de insignes escribanos en la Isla. Su hijo:
A. Don Juan Guzmán y Cabrejas, nacido en Gáldar en el año de 1555, propietario de la Hacienda de El Agazal, en San Isidro. Contrae matrimonio con doña Bernardina Jáimez de Sotomayor y Zambrana, de apellidos ilustres entre los conquistadores y colonizadores de la isla de Gran Canaria. Su hija:
a. Doña Isabel de Guzmán y Jáimez de Sotomayor, bautizada en Gáldar el 20 de octubre de 1590. casa el 18 de noviembre de 1620, en la iglesia de Santiago de Los Caballeros de Gáldar, con el Alférez don Juan Benítez de Quintana y Rojas, pariente de ella, que había sido bautizado en Gáldar el 6 de julio de 1592. Su hijo:
`. Don Juan Carlos de Guzmán Benítez de Rojas, bautizado en Gáldar el 30 de noviembre de 1623, casado en segundas nupcias con doña Isabel Báez de Mendaña. Su hija:
``. Doña Melchora de Guzmán, casada en la iglesia de Santa María de Guía, el 15 de abril de 1685, con don Fernando de Armas. Su hija:
```. Doña María de Armas Guzmana, casada el 24 de agosto de 1722, en Guía, con don Cristóbal Luján de Betancor, éste había sido bautizado en la iglesia de Santa María de Guía el 2 de febrero de 1699. Su hija, doña Josefa Guzmán nacida en Tejeda en enero de 1734, y bautizada en Artenara el 31 de mayo de 1734, inicia el linaje de la Cumbre y Medianías de Gran Canaria.
El apellido Guzmán en la Cumbre y Medianías de Gran Canaria: Doña Josefa Guzmán
Doña Josefa Guzmán contrae matrimonio en Artenara, el 30 de septiembre de 1754, con don Pedro Rodríguez Melián, nacido en Moya el 14 de diciembre de 1730. Su hija:
I. Doña María de la Concepción Guzmán, nacida en Artenara el 19 de diciembre de 1758, bautizda el 30 de ese mes. Su hijo, de padre desconocido, fue:
A. Don Francisco Bernardo Guzmán, nacido el 2 de noviembre de 1795 en Artenara, falleció en el Barranco del Pinar, el 28 de agosto de 1839. Había contraído matrimonio, el 7 de noviembre de 1795, con Doña María del Socorro Montedeoca Quintana, nacida en Tejeda el 17 de septiembre de 1802. Su hija:
a. Juana Guzmán Montesdeoca, casada con Rudecindo Santiago Rodríguez, hijo de Matías Santiago Rodríguez y María Rodríguez. Su hijo:
`. Juan Matías Santiago Guzmán, casado con Victoriana Castellano Castellano, nuestros abuelo y bisabuelo, tendrán varios hijos, entre ellos Ramón y Juan Santiago Castellano, es decir, Ramón y Juan Matías, nuestro padre y abuelo, que serán conocidos por el dichete o nombre popular de Matías, por su padre Juan Matías Santiago Guzmán. (José Marcelo Santiago González y Felipe Enrique Martín Santiago, en: bienmesabe.org)
lunes, 30 de enero de 2012
¿QUIENES SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS?
CAPITULO III (II)
Eduardo Pedro García Rodríguez
6.1 EL PERIPLO DE HANNON
Los fenicios a pesar de ser los creadores e introductores de la escritura en el mundo conocido de la época, no nos trasmitieron documentos escritos o estos fueron destruidos por griegos y romanos durante la segunda guerra púnica en las luchas finales por el control de las rutas comerciales en el Mediterráneo y el Atlántico conocido, en las que finalmente Roma, consiguió derrotar a Cartago, reduciéndola a cenizas y destruyendo todo vestigio de la opulenta civilización cartaginesa, apoderándose del inmenso imperio comercial de éstos, incluidas las islas Canarias, tal como queda manifestado en algunas escrituras rupestres (estelas) de la islas del Hierro y La Palma. Lo que de los fenicios conocemos es a través de los historiadores griegos y romanos fuentes que naturalmente eran parciales, y por las estelas votivas o sepulcrales que están saliendo a la luz últimamente en el noroeste del continente. Debemos una vez más a Heródoto el conocimiento de una de las odiseas marítimas más grande de la antigüedad, el viaje de Hannón.
El pueblo cartaginés encargó a Hannón una expedición con el objeto de establecer colonias en el litoral atlántico afrikano. El conocimiento de esta famosa expedición, se ha conservado por la traducción griega de lo que parece fue el informe directo del propio jefe de la flota. Se hizo a la mar con sesenta pentecónteras, en las que viajaban sesenta mil futuros colonos con sus provisiones; su propósito debió ser consolidar la ocupación de una costa ya conocida por los gaditanos como hemos apuntado, puesto que Plinio indica que la navegación se inicio en Cádiz, al igual que la de Himilcón y la de Eudoxo. El viaje se inicio en la primera mitad del siglo V a.d.n.e. y fue llevado a cabo en dos etapas bien diferenciadas; en la primera se fundaron diversas colonias a lo largo del litoral del actual Marruecos, o bien reforzaron la presencia cartaginesa en establecimientos gaditanos anteriores, quienes antes de la fundación de Cádiz, ya habían creado establecimientos en la costa atlántica del actual Maruecos, en Lixus, según la versión que recoge Estrabón, de los gaditanos sobre los viajes que habían dado origen a la fundación de la ciudad. Menciona un primer intento en Sexi y otro en Onoba, donde había una isla dedicada al dios Melkart. A partir de entonces, Cádiz parece controlar con sus magnificas flotas tanto la pesca como el comercio de todo tipo de productos en el Atlántico.
Algunas de las naves empleadas por los fenicios fueron: la Pentecontera, de 25 metros de eslora y cincuenta remeros, buque esencialmente mercante; la Trirreme, de 36 metros de eslora y 170 remeros, ochenta y cinco por banda, la Tretera de cuarenta metros de eslora y treinta remos manejados por doscientos cuarenta remeros cuatro por remo, de igual eslora que la anterior pero manejada por trescientos hombres cinco por remo era la Pentera. Estas tres últimas naves conformaron las flotas gaditanas y fenicias que participaron en las guerras Púnicas durante el siglo IV a.d.n.e. Del potencial de la marina fenicia nos puede dar una idea el hecho de que las tres naves que participaron en la aventura de Cristóbal Colón, sólo pudieron transportar un total de noventa hombres.
Así pues, Hannón aprovecho los conocimientos que tenían los gaditanos del litoral atlántico, contratando pilotos y marinos, e intensificó la amistad con los lixitas pastores nómadas de las riveras del río Lixus que puede identificarse con el Draa, al sur de Marruecos. Aquí toman guías lixitas quienes le acompañan hasta Cerne, donde fundaron una colonia que les serviría de base a la segunda etapa. Se cree que río el Kretes, que desembocaba próximo a la colonia de Cerne es el río Senegal. Estudiando las rutas de los periplos tanto del organizado por el faraón Neko o Nekao, como el del legendario Hannón, vemos que es prácticamente imposible que las flotas no realizaran escala en las Islas Canarias, máxime si tenemos en cuenta que la distancia entre la isla de Fuerteventura y el continente es apenas de 97 kilómetros y que en días claros, algunas de las islas se divisan claramente desde determinados puntos del continente. Por otra parte, es de suponer que las corrientes marítimas y el sistema de navegar costeando propio de la época, contribuirían en gran manera al acercamiento de las naves de ambas expediciones a nuestras costas, como es natural en fechas distintas, estas escalas pudieron estar motivadas por la intención de formar colonias fijas y estables, o bien por la necesidad de sembrar los cereales y legumbres necesarios para el sustento de la expedición en su viaje de regreso, los cuales sería recogidos con los demás productos que en la tierra pudieran recolectar, a este fin, dejarían pequeños grupos de personas con semillas y animales de corral en diferentes islas.
Algunos autores aventuran que los expedicionarios hicieron paradas estaciónales para proceder a la siembra, nosotros pensamos que de ser así alargarían demasiado la duración prevista para periplo puesto que tendrían que estar parados durante unos cuatro meses, tiempo mínimo para la siembra y recolección por cada parada realizada con este fin, coincidiendo además los meses en se suele realizar estas labores con los más propicios para la navegación, por ello, creemos que fueron dejando asentamientos de pequeños grupo de colonos como hemos expuesto más arriba. Este hecho queda refrendado no sólo por existencia de grabados alfabetiformes y figurativos libio-púnicos localizados en varios de los yacimientos rupestres de las islas, y por los zoomorfos de la cañada de los ovejeros, (Tenerife) la piedra Zanata y ánforas de factura libio-púnica encontradas en nuestras costas e interior de las islas, así como restos de centros ceremoniales, en la Punta de Rasca, además de salinas y hornos ciegos éstos de forma tronco cónicas y con una serie de peldaños externos que ascienden hacía la boca formando una escalera de caracol, o la ingente cantidad de símbolos representativos de la diosa Tanit (de la que por su excepcional importancia trataremos en un capítulo posterior) que se encuentran en los paneles de grabados rupestres diseminados por los barrancos y cumbres de nuestra geografía, además de las Representaciones de naves de la época Existentes en varias de las islas, especialmente en las de Fuerteventura, Lanzarote, La Palma, Gran Canaria y Tenerife, que algunos autores tratan de confundir con otros de factura claramente posteriores.
Como dato interesante diremos que los grabados geométricos que adornan la cueva pintada de Galdar (Gran Canaria) y otros que se encuentran representados en una muñeca egipcia en forma de sandalia o paleta, que actualmente se encuentra en Museo británico de Londres, tienen los dibujos y colores en una disposición muy similar en cuanto a formas y colores. Creemos que los vestigios de la presencia de los fenicios en las islas, son más que evidentes, y aunque éstas no son admitidas por los sectores más inmovilistas del estamento académico, al final no van a tener más remedio que aceptar la realidad, aunque les cueste reconocer su estrechez de miras o su obcecación. En la actualidad, algunos científicos consientes están abordando una línea de investigación en este sentido, y que indudablemente abrirá nuevas perspectivas para un mejor conocimiento de nuestra historia pre-colonial.
Veamos lo que sobre el tema que venimos tratando nos dice el investigador español don Enrique Gozalbes Cravioto, de quien reproducimos algunos párrafos de un interesante artículo publicado en la revista “Ere”, volumen 9 (diciembre 2000) <<... La revisión que hemos hecho del texto del periplo de Hannón tiene unas indudables implicaciones en la problemática del poblamiento y la colonización de la Canarias en la antigüedad. Desde el rechazo de su carácter de exploración ultrasahariana sitúa la discusión entre dos alternativas:
a) Se trata de un texto falsificado, una especie de “refrito” a partir de otras fuentes antiguas de las que tomó algunos datos y topónimos. Hemos visto más arriba como las objeciones planteadas no sólo no son definitivas sino que son recusables. Únicamente tiene cabida la observación del cuidado que debe ponerse en el trabajo con un texto bastante alterado respecto al original.
b) Se trata de un texto, alterado sobre todo por traducción al griego, de un proceso histórico real. El mismo supone una colonización con libio-fenicios, en el litoral marroquí, sobre todo en su zona septentrional. Y una segunda parte que parece congruente con la anterior, sin desentonar de ella: se trata de una exploración con vistas a una colonización posterior. Dicha exploración, en buena parte, se abría realizado en las islas Canarias.
En los últimos años una interesante línea de investigación viene apuntando a la existencia de una presencia púnica en estas islas. Nuevos hallazgos como la Piedra Zanata, o las ánforas de clara influencia púnica, junto con algunas inscripciónes en lengua neopúnica, va conduciendo a la necesaria revisión de viejos materiales y de algunos restos constructivos. La nueva visión obliga también a revisar antiguos paradigmas y a comenzar a aceptar lo que cada vez es más evidente: el influjo púnico en el poblamiento de Canarias.
El argumento contrario, la falta de móviles para un interés económico, se ha contestado con un elemento que nos parece de una indudable importancia: la atracción que suponía la explotación pesquera. Desde esta misma óptica se ha planteado el problema de que no solamente se trata de unos influjos, de una presencia, sino incluso en la participación en el poblamiento de las islas (tema siempre muy debatido).
Pero al respecto existe un evidente problema centrado en la cronología.
Dentro de esta difícil precisión se ha apuntado la posibilidad de “una primera arribada de gentes a Canarias hacía el siglo VI a. C. así como otras (en número indeterminado) en los siglos posteriores, relacionadas directamente con la situación política y económica que vive cada momento el Mediterráneo occidental.
Y finalmente, también se ha profundizado en las dificultades de un proceso de poblamiento como el de Canarias, dados los paralelos en otras muchas partes. Dificultades que, en opinión de los investigadores, corroborarían la existencia de decisión política púnica, con un proceso de colonización de las Canarias en toda regla. En otros casos también se ha apuntado la posibilidad de que el poblamiento con indígenas africanos fuera realizado por los cartagineses mediante la trasportación de tribus belicosas>>.
Los planteamientos expuestos por Gozalve ya habían sido defendidos en el 1998 en el mismo medio por el Doctor don Rafael González Antón, en un trabajo (como todos los suyos profusamente documentado y magistralmente desarrollado) sobre los primeros poblamientos de las islas. Por la luz que aporta al periodo histórico de que venimos tratando, Creemos interesante insertar algunos párrafos del artículo en cuestión: <<...Este planteamiento nos lleva directamente a buscar el origen y el momento del poblamiento canario dentro del proceso colonizador fenicio-púnico que se lleva a cabo en el Mediterráneo occidental y en el Atlántico durante el primer milenio a.C. Esta nueva perspectiva nos permite emitir una serie de hipótesis instrumentales que nos van a facilitar el camino hacía el entendimiento de nuestro pasado más remoto. Frente a la visión de prehistoria plana o única que aún se viene manteniendo y a las dificultades por vertebrar temporalmente la secuencia prehistórica, creemos que en protohistoria del Archipiélago hemos de distinguir cuatro periodos:
A) Un primer periodo de frecuentación y posterior poblamiento e intercambio cultural entre los pueblos trasplantados y sus trasplantadores y que tiene sus orígenes a lo largo del primer milenio.
B) Un segundo periodo, de tránsito hacía la autarquía, caracterizado por el abandono de los contactos con las poblaciones foráneas.
C) Un tercer periodo de aislamiento y, por consiguiente, de reestructuración política y social, que da lugar a lo que nosotros llamamos ahora propiamente Cultura Canaria.
D) Y, por último, un cuarto periodo, presente de forma desigual en las distintas islas y que comenzaría con la frecuentación de los mares insulares por navegantes europeos a partir del siglo XI>>.
Diferenciar con materiales arqueológicos cada uno de los periodos reseñados resulta prácticamente imposible, sobre todo en las dos primeras fases y hasta hora no ha habido una estructura teórica que lo permitiera. Primero el yacimiento terrestre de El Bebedero (Atoche, et al:1995) que relacionaba el Archipiélago con los romanos y paralelamente la llamada Piedra Zanata (González Antón, et al. 1995) con los feno-púnicos han sido, aunque en distinta intensidad y maneras, descalificados sin aportación de prueba científica alguna. Para algunos, la arqueología ha sido bastante parca en mostrarnos evidencias de la presencia de poblaciones colonizadoras en el archipiélago; para otros, es necesario acometer una revisión de los supuestos teóricos y materiales arqueológicos al uso, en el convencimiento de estas irán aflorando poco a poco. Como señala Alvar, (1988: 429), mientras la arqueología no detecte un asentamiento con cronología segura, los escépticos mantendrán su postura, que (sin embargo) no encuentra suficientes apoyos como para rebatir las ideas contrarias. Esta es la situación en la que nos encontramos. Nosotros añadimos otro periodo para las islas de Tenerife, Hierro, La Palma y en menor medida Gran Canaria, El relato trasmitido por la tamusni y recogido por Espinosa al hablar de “los sesentas del hijo del grande” en Icod o Icoden, los Zanatas, que conformarían las últimas arribadas y asentamientos de origen mazighio Zanata en las islas.
6.2 LOS MAZIGIOS CANARIOS
Como hemos expuesto anteriormente, las Islas Canarias han sido ocupadas en diferentes épocas y por distintos grupos humanos pero que indudablemente todos procedían de un tronco primigenio común, quienes aportaron diferentes elementos culturales acordes con las épocas correspondientes a cada desembarco, es notorio que cuando los europeos en la edad media aportaron a Canarias, la sociedad guanche se encontraba en un franco retroceso de su cultura material debido al aislamiento en que se vieron sumidas las islas como consecuencia en una primera etapa al derrumbe sufrido por el imperio cartaginés provocado por la derrota sufrida de mano de los romanos, y posteriormente, por el retroceso cultural, político y comercial acaecido en la Europa clásica, la cual se sumió en el oscurantismo de la edad media como consecuencia del auge del cristianismo fanático que gobernó al continente europeo, tanto en lo terrenal como en lo espiritual, y cuyas nefastas consecuencias han sido evidentes hasta bien entrado el siglo XX, y aún en el XXI continúan manifestándose en aquellos países llamados del tercer mundo en los que la religión predominante es la católica.
<<La historia, o mejor dicho, la conciencia de la memoria colectiva nos arroja más luz sobre lo que son los imazighen, aunque la mayoría de ellos hayan perdido su lengua autóctona. Por ejemplo, el avance de la arqueología prehistórica (protohistórica) en las Islas Canarias confirma rotundamente la procedencia amazigh de los guanches, por lo que los canarios actuales, totalmente hispanizados, toman cada vez más conciencia de ser imazighen. Igualmente los mauros de Mauritania que hablan solamente el hasania se definen imazighen>>. Esta es la visión que de la realidad actual de Canaria nos da el investigador en Antropología Bereber y Presidente del Colectivo de Documentación y Estudios Amazighs de la Universidad de Granada Rachid Raha Alumed.
Los imazighens fueron fundadores de grandes dinastías, especialmente en la edad medieval, a pesar de ello, no han sido capaces de crear y mantener un estado amazigh con continuidad en el tiempo con una conciencia colectiva común, ni fijar una lengua escrita única. Excepto el Reino Masil de los siglos IV al VII a.d.n.e., y el Imperio Almohade, siglo XII. A pesar de las vicisitudes históricas a que ha estado sometida la comunidad imazighen desde tiempos inmemoriales por fronteras tribales y geográficas, o por parte de potencias extranjeras tales como los icsos, fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, turcos y europeos, han provocado el devenir divergente que han conocido las comunidades norteafricanas, y que se han traducido en una diversidad extraordinaria lingüística y social. No obstante, las comunidades amazighs han conservado sorprendentemente y, en gran medida intacta, su propia idiosincrasia cultural, su mitología compartida y sus raíces lingüísticas comunes, ya sean éstos rifeños, kabilios, sussis, mozabitas o tuareg.
Hoy esta extensa zona consta de cinco países: Mauritania, Maruecos, Argelia, Túnez y Libia, conocida desde hace tiempo como <<berbería>>, y que ahora usando un término árabe se conoce como <<al-Magrib>> (el Occidente), en clara diferenciación de <<Al.Masriq, el Oriente) En estos países la lengua oficial es la árabe, pero existen grande bolsas de verberófonos que se resisten a ser totalmente absorbidos por la lengua árabe.
¿Por qué le llamaban Beréberes?. Término que nunca fue empleado por ellos, quienes se ha denominado siempre como <<imazighen>>, plural de <<amazig>>, cuyo significado es el de <<hombre libre>>. <<Hombre libre>> quiere decir también en sánscrito <<warwara>>, que da <<barbaroi>> en griego, en el sentido de <<extranjero>> y que pasa al latín como <<barbarus>> con un matiz peyorativo, término éste que algunos autores españoles vienen usando con el mismo sentido peyorativo. Ahora bien, ¿es nuestro <<beréber>> el <<barbarus>> latino? Ibn Jaldun no lo cree pues lo deriva del verbo árabe <<barbara>> (alborotar, vociferar, pronunciar palabras ininteligibles). Continua explicando éste sabio y sociólogo árabe del siglo XIV, que, Ifrikos, hijo de Qays ibn Sayfi, rey de Yemen, invadió el Norte de Áfrika (de ahí el nombre de este Continente) y, cuando vio a este pueblo extranjero (¿?) Y oyó su lengua empleó el verbo <<barbara>> para definirla. Y añade Ibn Jaldun que, que por esta razón se llama <<beréberes>> a los habitantes. Sea como sea lo ciertos es que, como hemos dicho estos pueblos de denominan así mismo << imazigen>> es decir <<hombres libres>>. Los contactos continuados de éstos <<beréberes>> con la cultura europea de la época, se inician con el asentamiento fenicio y la fundación de Cartago, por Elisa o Dido, si bien es plausible que los comerciantes fenicios ya practicaban el comercio silencioso en las costas cartaginesas y por consiguiente tenían un amplio conocimiento del país que eligieron para crear la colonia. Por la importancia que posteriormente tuvo esta fundación para el pueblo mazigio, estimo oportuno dar unas ligeras referencias sobre la fundación de Cartago: Cuenta Justino, basado en un relato anterior de Timeo que durante el reinado de Pigmalión de Tiro (fines del siglo IX a. C.) se produjo en la ciudad una grave crisis; el anterior rey, Mattan, había pretendido que le sucediera conjuntamente sus dos hijos, Pigmalión y Elisa, pero el pueblo prefirió al primero, un niño de sólo once años, contra el que debieron intrigar su hermana Elisa y el marido de ésta, Azerbas o Zakerbaal, que era al mismo tiempo su tío y sumo sacerdote de Melkart. En cuanto Pigmalión obtuvo una cierta mayoría de edad y poder, hizo asesinar a Azerbas y se apoderó de sus riquezas.
Elisa tuvo que escapar de Tiro, tras encomendarse a Melkart, la acompañaron en la aventura el jefe de la flota tiria, Bitias, y el noble Barcas, posiblemente antepasado de la familia de Aníbal; recalaron primeramente en Chipre, donde se les unió un séquito de ochenta mujeres destinadas a la prostitución sagrada y el sumo sacerdote de Astarté, (Tanit) con la condición de que se le respetara el derecho hereditario del sacerdocio en el nuevo templo que fueran a fundar. Luego arribaron a la costa tunecina, fueron bien acogidos por sus paisanos de la antigua colonia de Utica, y negociaron con los indígenas y su rey Yarba la compra de un terreno para la nueva ciudad; llegaron a un acuerdo de ocupar una parcela que pudiera delimitarse con la piel de un buey; Elisa recurrió al ardid de cortar la piel en finísimas tiras con las que rodeó una colina que recibió desde entonces el nombre de Byrsa, que significa en griego piel de buey. El rey Yarba admitió el engaño de buena gana, teniendo en cuenta los futuros beneficios que podría reportarle el establecimiento de los fenicios en sus dominios. Transcurrió el tiempo, y la ciudad fue tomando forma, se construyeron los puertos el comercial y el militar, la vida de los fenicios se desarrollaba en relativa calma hasta que un día el rey Yarba, citó a su corte a los diez nobles más importantes de la ciudad y le expuso su propósito de casarse con Elisa de quien se había enamorado, advirtiéndoles que de no aceptar su oferta destruiría la recién construida ciudad. Ante esta delicada situación, los notables trataron de convencer a Elisa de la conveniencia de aceptar la imposición de Yarba para así salvar a la ciudad, la astuta princesa fingió aceptar la oferta y pidió tres meses de plazo para celebrar las bodas, en este tiempo, mandó construir un ara de sacrificios en las afueras de la ciudad en la que sacrificaba algunos animales en honor del dios Melkart, cuando expiraba el plazo convocó al pueblo para un último sacrificio, y en presencia del pueblo después de ofrendar un cordero se dirigió a la muchedumbre diciéndoles: puesto que la salvación de la ciudad necesita de un gran sacrificio seré yo la ofrenda, y sacando un puñal de entre sus ropas se lo hundió en el pecho arrojándose acto seguido a la pira. Así ella prefirió suicidarse sobre una hoguera antes que traicionar la memoria de su marido. Así se cumplió el ciclo fundacional, al establecerse el primer sacrificio humano del ritual que sería el más importante de los cartagineses.
Nos dice Ramón Corzo que: <<la leyenda de Elisa es tan atractiva que sirvió de tema a muchas reelaboraciones literarias, como la de Virgilio en la Eneida, que la presenta bajo el nombre de Dido y como amante de Eneas; de todas estas contaminaciones poéticas sólo conservan verosimilitud los nombres de los reyes tirios, atestiguados por otras fuentes, y el planteamiento de la crisis con ingredientes religiosos y económicos, que son muy aceptables. Sin embargo, ningún otro texto, ni los hallazgos arqueológicos, dan píe a pensar que la ciudad nueva de Cartago iniciara una verdadera política exterior propia hasta fines del siglo VII a. C.>>.
<<Los nuevos fenicios de Cartago adoptaron un modelo político propio; la institución monárquica debió extinguirse con Elisa y el régimen pasó a un sistema democrático; los propios ciudadanos formaron parte del ejercito y crearon una potente armada; la dependencia de Tiro, a la que se enviaban tributos anuales, se presentaba como un diezmo religioso al dios Melkart, no como una sumisión política; los contactos con los vecinos no tenía el carácter de mera resistencia a imperios poderosos, sino que se transformaron en una competencia entre fuerzas similares por el control del mar y las islas en las que chocaban sus intereses. La conclusión de un enfrentamiento tan directo obligaba a la anulación total de uno de los contendientes, de modo que los cartagineses perdieron en la última batalla hasta su propia identidad como pueblo, mientras que las ciudades fenicias originarias conservaron un relativo grado de independencia económica y cultural aún bajo el poder del imperio romano>>.
6.3 ASCENDENCIA DE LOS IMAZIGEN CANARIOS
Como hemos venido exponiendo, los investigadores están de acuerdo en que las islas fueron pobladas por diversas oleadas migratorias, todas procedentes del continente africano, confirma este aserto los materiales arqueológicos últimamente estudiados en diversos yacimientos insulares.
Entre el final del siglo XIX y hasta mitad del XX, hubo un reducido grupo de intelectuales canarios y europeos que tomaron partido por la cultura guanche, naturalmente concebido bajo el prisma que imperaba en Europa en su segunda oleada de conquistas y colonización del Continente Afrikano, tras la pérdida de la mayor parte de las colonias americanas y asiáticas. En esta nueva etapa, convenía al imperialismo europeo destacar la figura del “buen salvaje”, y a esta misión se consagraron buen número de intelectuales, unos de buena fe y otros movidos por intereses “nacionales” o a cambio de prebendas, entre los que se ocuparon del “buen salvaje” guanche. Entre los autores europeos algunos no ocultaron sus deseos de hacernos descender de los primitivos habitantes de sus patrias respectiva, entre ellos destacó Fran Von Loeher, quien dedicó todo un libro, Los Germanos en las Islas Canarias, para tratar de demostrar nuestra ascendencia vándala. En general los autores españoles y españolistas vienen haciendo ímprobos esfuerzos por situar la ascendencia de los canarios, como provenientes de españoles, portugueses, vándalos, flamencos, franceses etc. etc., es decir de cualquier lugar de Europa, menos de nuestros verdaderos orígenes, que es el noroeste africano. No dudando para ello en tevigerzar e incluso falsear algunos aspectos de la historia.
Entre los que han abordado con un mínimo de seriedad los estudios sobre nuestra ascedencia, podemos destacar entre otros muchos, a Millares Torres, René Verneau, S. Berthelot, Juan Bethencourt Alfonso, Juan Álvarez Delgado, Dominik Wolfe, Elías Serra, Alejandro Ciuranescu, Antonio Rumeu etc., en cuanto a las notas que siguen sobre el poblamiento de las islas, vamos a seguir a Bethencourt Alfonso y Buenaventura Bonnet, éste último, autor de acusadas tendencias germanófilas, en nuestra opinión, pero que a pesar de su vehemente “nacionalismo” fue posiblemente, uno de los mejores documentados en su tiempo.
El doctor don Juan Bethencourt Alfonso nos sugiere un contacto entre los primitivos mazigios canarios y el Egipto predinástico, estos contactos pudieron ser directo o indirectos mediante la navegación de altura que según algunos autores, y la arqueología confirma, ya practicaban, o bien en épocas inmediatamente posteriores a través del flujo migratorio de los Rebus (Libios,) o de otros pueblos que mantuvieron relaciones continuadas con los egipcios.
Esta atractiva posibilidad nos la expone el mencionado autor en los siguientes términos: << La existencia en épocas remotas de un Atlántico o íbero-libio, ocupando todo el N. De África, España y otras partes de Europa como refiere la tradición, aunque no es un hecho demostrado ofrece sin embargo visos de certeza, pues sí bien tan basto territorio hallábase habitado por varias razas, no es dudoso que sobresalieran por su ponderación o extensión civilizadora la egipcia, la bereber, o libia y la íbera o vasca, cuyas afinidades comprobadas entre otros medios por el estudio comparativo de sus lenguas, revelan un pasado de estrechas relaciones.>> (Bethencourt Alfonso)
Dividido dicho imperio por las columnas de Hércules destacaban al N. de África Egipto, de tal antigüedad y lejano progreso que su historia positiva alcanza a más de cuatro mil años antes de Cristo, fecha en que ya conocía según el P. Fidel Fita el arte de la navegación y la escritura sobre papiro. La generalidad de las tribus y demás naciones del extremo septentrional del continente situadas a su Oeste, a pesar de tener sus desinencias peculiares, por lo que aparece en las inscripciones hay fundado motivo para creer que los egipcios les daba el nombre genérico de Rebu; pero como en su idioma y escritura no existía la l, por lo cual los extranjeros podían leer la r como l pronunciando Lebu, de aquí el término de Libio que aplicaron los griegos a los moradores de Cirene por ser los primeros que conocieron. Por esto dice el Dr. Meyer en su interesante << Historia del antiguo Egipto>>
<<...todas estas tribus, a las cuales pertenecen también los habitantes de los Oasis, son estrechamente afines entre sí y forman con los habitantes del Noroeste de África, los númidas y los moros, un gran grupo de pueblos que conocemos con los nombres de libios o moros, o con el más moderno de berberiscos>>.
A parte de la recíproca influencia orgánica de los egipcios y demás pueblos del N. de Áfrika, como se deduce del excelente trabajo de Schmidt, <<Del cráneo del antiguo y del moderno egipcio>>, hay testimonios históricos demostrativos de las relaciones y de la compenetración de dichas razas, entre sí y con otras de la orilla opuesta del Mediterráneo.
En las inscripciones de las tumbas tebanas del tiempo de Tutmosis III y sus sucesores, aparece que a Egipto pagaban tributos la Nubia, los oasis libios, los chenus y utentius (también libios) con otros territorios del Oeste, <<las islas del gran mar>> y <<los países que están detrás del gran mar>>; y en los Anales del referido soberano dibujados en las paredes del templo de Karnak, confirmase el pago de estos tributos por <<las islas del gran mar>>, <<todos los países ocultos>>, <<todas las islas de los fenchus o Kaft (Fenicia), la Nubia, Punt, los Oasis libios, la Marmárica y otros territorios libios, los chenus y untetius, <<los países que están detrás del gran mar y los países de delante>>, <<los habitantes de las arenas>>, <<los barbaros de la Nubia>>...<<Los habitantes del Oeste y Este son vasallos tuyos>>.
El rey Seti I, figura realizando una expedición guerrera hacía el Oeste, contra las tribus libias de los tehenus, que probablemente se les rebelaron. Pasa por el primer soberano que introdujo la costumbre de reforzar el ejército egipcio con mercenarios. Ya bajo el solio de Ramasces II (Ransés) existían fuerzas permanentes de libios, de negros de <<hombres vigorosos procedentes de muy lejos por mar>>; pero fueron los libios los que llegaron a constituir casi el ejército nacional. Durante siglos a ellos de debió principalmente la defensa del reino, no ya contra las distintas invasiones que sufrió de las regiones costeras de Europa, de las islas del Mediterráneo o del Asia, sino de las gentes de su propia raza que más de una vez cayeron sobre Egipto. Ramesces III logró rechazar con dichos contingentes una de las tantas irrupciones libias, que se había apoderado de las poblaciones de los territorios occidentales del Nilo, ocupando durantes años el distrito de Kanopos. Más como siguieron aumentando de día en día los mercenarios libios, concluyeron por hacerse dueños del reino el año 939 antes de nuestra era>>.
Otro de los autores interesados por el origen de los libios fue don Rafael Muñoz Jiménez, quien nos expone su visión de la ascendencia de los pueblos libios en los siguientes términos: <<...A través de la iconografía egipcia tenemos algún conocimiento sobre la historia de los antepasados de los libios: son los temehu, que viven durante el Nuevo Imperio y aparecen representados con una coleta que nace en la parte posterior de la cabeza, pero colocada delante de los hombros; además van tatuados. Son dos grupos: los libu, que visten un taparrabo, mientras que los meswes llevan una funda fálica. Los temehu parecen ser los antepasados de los libios. Los libios eran designados por los antiguos egipcios como tehennu, de la raíz hnn, “brillar”: debido al frecuente paso de h a s es fácil deducir la analogía de este cambio con el que ocurre en beréber...
Herodoto señala los mismos rasgos respeto de los libios de Sirte:
Los garamntes viven junto a los masamones, mientras que, por la costa y en dirección hacía occidente, está ocupado por los mákai. Se cortan el pelo, dejando crecerlo como penacho en el centro de la cabeza, afeitándose a ras de piel los lados. (Tal como está documentado usaban los canarios y maxoreros)
Schrader se fija en esta peculiar manera de cortarse el pelo, no solamente los mákai, sino también los maclies y los maxyes. Tiene razón porque los maxyes: se dejan crecer el pelo en la parte derecha de la cabeza y, en cambio, se lo afeita en la parte izquierda; además se embadurnan el cuerpo con minio.
En la época de la dominación romana aparecen los maziges: son nómadas camelleros que plantean conflictos en las colonias del imperio, para cuyo remedio los romanos fortifican el lime, a lo largo de una frontera sinuosa que vigila inteligentemente la irregularidad de los territorios no ocupados>>.
En cuanto a la costumbre de tatuarse el cuerpo, está ampliamente recogida para los antiguos mazigios canarios por destacados cronistas e historiadores: <<...De cebo de pico y con zumo de hierbas hacen de ello una composición, con la cual se untan para hacer su piel gruesa...Suas carnes con zumos de hierbas pintan, estas sus pinturas son de diferentes colores, o sea verde, amarillo, y bermellon, con muchos bellos animalitos, y demás follaje, y otras cosas.>> (Benedetto Bordone)
<<Se dejaban crecer el cabello por lo alto de la cabeza y barba en punta hasta el pecho cortado por sobre la boca, y el cabello por el pescuezo y sobre las orejas...y labraban con fuego (tatuaban) los brazos, enrubiaban el cabello con lejias.>> (Marín de Cubas)
El espacio que estos pueblos protomazigios ocuparon en la época de la expedición de Suetonio Paulinus, se encuentra al otro lado del Atlas. Después se habrían instalado en las pendientes meridionales del Alto Atlas marroquí.
Hay una denominación que parece común para los que habitan esa franja del continente africano. Los makai, los maclies, y los maxyes y después los maziges parecen ser grupos de un mismo pueblo: el protoberéber. Inclusive se puede llegar a decir que esos vocablos registran pronunciaciones locales de una misma palabra, cuyo sonido k se permuta con j, z y h, con arreglo al fenómeno estudiado por Prasse. Según esta ley la palabra temehu sería una variante de las anteriores, a la que se le añade el prefijo beréber t. La palabra maxyes daría lugar a la palabra canaria prehispánica magos, mahos, a la beréber amazig, amahak y a la árabe mayis y mayus. (Rafael Muñóz, 1994)
Los protoberéberes eran animistas: veneraban ciertos lugares reputados como moradas de un poder sobre natural. Ciertas rocas han sido siempre lugares de veneración, como ocurre actualmente. Plinio habla de una roca situada en la Cirenaica, que no se podía tocar, so pena de desencadenar el viento procedente del mar. San Agustín, menciona la “noche del error”, que los cristianos hicieron coincidir con la noche de San Juan, en la que los númidas se bañaban ritualmente en el mar. Nicolás de Damasco, contemporáneo de Augusto menciona cómo, después del orto de las pléyades, hombres y mujeres tenían relaciones sexuales al azar. Un concilio africano en el siglo IV pide a los emperadores que destruyan la idolatría que se da hasta “en la madera y en los árboles”. Atanasio recuerda una divinidad adorada por los norteafricanos a la que llaman Amón. La figura del pez es abundante en los mosaicos tunecinos. Los peces están ligados simbióticamente al falo y ambos servían para eliminar el mal de ojo.>>
Es sobradamente conocido el paralelismo de estas prácticas religiosas continentales, con las practicadas por nuestros ancestros, los cuales tenían sus lugares de culto en determinadas rocas situadas en lugares preeminentes y elevados de nuestra geografía, así como el culto a los árboles especialmente a los Pinos ( Pinos Santos de Terure, La Victoria, Las Nieves etc.), y Dragos, los peces y falos están presentes en muchos yacimientos de grabados rupestres de las islas asociados a otros signos de carácter ritual.
En el grabado de la página anterior, a la derecha podemos observar dos figuras antropomorfas que muestran faldellín y fundas fálicas. El “pico” representa el penacho o trenza, a pocos metros de donde está situado el panel existe otro grupo de grabados que representan una serie de podomorfos. Estos conjuntos de signos corresponden al yacimiento de Khor Zurqan, (Alta Nubia egipcia) estando catalogados como pertenecientes a un periodo comprendido entre 3.200 y 3.500 antes de la era actual occidental.
Continua…
Enero de 2012.
Eduardo Pedro García Rodríguez
6.1 EL PERIPLO DE HANNON
Los fenicios a pesar de ser los creadores e introductores de la escritura en el mundo conocido de la época, no nos trasmitieron documentos escritos o estos fueron destruidos por griegos y romanos durante la segunda guerra púnica en las luchas finales por el control de las rutas comerciales en el Mediterráneo y el Atlántico conocido, en las que finalmente Roma, consiguió derrotar a Cartago, reduciéndola a cenizas y destruyendo todo vestigio de la opulenta civilización cartaginesa, apoderándose del inmenso imperio comercial de éstos, incluidas las islas Canarias, tal como queda manifestado en algunas escrituras rupestres (estelas) de la islas del Hierro y La Palma. Lo que de los fenicios conocemos es a través de los historiadores griegos y romanos fuentes que naturalmente eran parciales, y por las estelas votivas o sepulcrales que están saliendo a la luz últimamente en el noroeste del continente. Debemos una vez más a Heródoto el conocimiento de una de las odiseas marítimas más grande de la antigüedad, el viaje de Hannón.
El pueblo cartaginés encargó a Hannón una expedición con el objeto de establecer colonias en el litoral atlántico afrikano. El conocimiento de esta famosa expedición, se ha conservado por la traducción griega de lo que parece fue el informe directo del propio jefe de la flota. Se hizo a la mar con sesenta pentecónteras, en las que viajaban sesenta mil futuros colonos con sus provisiones; su propósito debió ser consolidar la ocupación de una costa ya conocida por los gaditanos como hemos apuntado, puesto que Plinio indica que la navegación se inicio en Cádiz, al igual que la de Himilcón y la de Eudoxo. El viaje se inicio en la primera mitad del siglo V a.d.n.e. y fue llevado a cabo en dos etapas bien diferenciadas; en la primera se fundaron diversas colonias a lo largo del litoral del actual Marruecos, o bien reforzaron la presencia cartaginesa en establecimientos gaditanos anteriores, quienes antes de la fundación de Cádiz, ya habían creado establecimientos en la costa atlántica del actual Maruecos, en Lixus, según la versión que recoge Estrabón, de los gaditanos sobre los viajes que habían dado origen a la fundación de la ciudad. Menciona un primer intento en Sexi y otro en Onoba, donde había una isla dedicada al dios Melkart. A partir de entonces, Cádiz parece controlar con sus magnificas flotas tanto la pesca como el comercio de todo tipo de productos en el Atlántico.
Algunas de las naves empleadas por los fenicios fueron: la Pentecontera, de 25 metros de eslora y cincuenta remeros, buque esencialmente mercante; la Trirreme, de 36 metros de eslora y 170 remeros, ochenta y cinco por banda, la Tretera de cuarenta metros de eslora y treinta remos manejados por doscientos cuarenta remeros cuatro por remo, de igual eslora que la anterior pero manejada por trescientos hombres cinco por remo era la Pentera. Estas tres últimas naves conformaron las flotas gaditanas y fenicias que participaron en las guerras Púnicas durante el siglo IV a.d.n.e. Del potencial de la marina fenicia nos puede dar una idea el hecho de que las tres naves que participaron en la aventura de Cristóbal Colón, sólo pudieron transportar un total de noventa hombres.
Así pues, Hannón aprovecho los conocimientos que tenían los gaditanos del litoral atlántico, contratando pilotos y marinos, e intensificó la amistad con los lixitas pastores nómadas de las riveras del río Lixus que puede identificarse con el Draa, al sur de Marruecos. Aquí toman guías lixitas quienes le acompañan hasta Cerne, donde fundaron una colonia que les serviría de base a la segunda etapa. Se cree que río el Kretes, que desembocaba próximo a la colonia de Cerne es el río Senegal. Estudiando las rutas de los periplos tanto del organizado por el faraón Neko o Nekao, como el del legendario Hannón, vemos que es prácticamente imposible que las flotas no realizaran escala en las Islas Canarias, máxime si tenemos en cuenta que la distancia entre la isla de Fuerteventura y el continente es apenas de 97 kilómetros y que en días claros, algunas de las islas se divisan claramente desde determinados puntos del continente. Por otra parte, es de suponer que las corrientes marítimas y el sistema de navegar costeando propio de la época, contribuirían en gran manera al acercamiento de las naves de ambas expediciones a nuestras costas, como es natural en fechas distintas, estas escalas pudieron estar motivadas por la intención de formar colonias fijas y estables, o bien por la necesidad de sembrar los cereales y legumbres necesarios para el sustento de la expedición en su viaje de regreso, los cuales sería recogidos con los demás productos que en la tierra pudieran recolectar, a este fin, dejarían pequeños grupos de personas con semillas y animales de corral en diferentes islas.
Algunos autores aventuran que los expedicionarios hicieron paradas estaciónales para proceder a la siembra, nosotros pensamos que de ser así alargarían demasiado la duración prevista para periplo puesto que tendrían que estar parados durante unos cuatro meses, tiempo mínimo para la siembra y recolección por cada parada realizada con este fin, coincidiendo además los meses en se suele realizar estas labores con los más propicios para la navegación, por ello, creemos que fueron dejando asentamientos de pequeños grupo de colonos como hemos expuesto más arriba. Este hecho queda refrendado no sólo por existencia de grabados alfabetiformes y figurativos libio-púnicos localizados en varios de los yacimientos rupestres de las islas, y por los zoomorfos de la cañada de los ovejeros, (Tenerife) la piedra Zanata y ánforas de factura libio-púnica encontradas en nuestras costas e interior de las islas, así como restos de centros ceremoniales, en la Punta de Rasca, además de salinas y hornos ciegos éstos de forma tronco cónicas y con una serie de peldaños externos que ascienden hacía la boca formando una escalera de caracol, o la ingente cantidad de símbolos representativos de la diosa Tanit (de la que por su excepcional importancia trataremos en un capítulo posterior) que se encuentran en los paneles de grabados rupestres diseminados por los barrancos y cumbres de nuestra geografía, además de las Representaciones de naves de la época Existentes en varias de las islas, especialmente en las de Fuerteventura, Lanzarote, La Palma, Gran Canaria y Tenerife, que algunos autores tratan de confundir con otros de factura claramente posteriores.
Como dato interesante diremos que los grabados geométricos que adornan la cueva pintada de Galdar (Gran Canaria) y otros que se encuentran representados en una muñeca egipcia en forma de sandalia o paleta, que actualmente se encuentra en Museo británico de Londres, tienen los dibujos y colores en una disposición muy similar en cuanto a formas y colores. Creemos que los vestigios de la presencia de los fenicios en las islas, son más que evidentes, y aunque éstas no son admitidas por los sectores más inmovilistas del estamento académico, al final no van a tener más remedio que aceptar la realidad, aunque les cueste reconocer su estrechez de miras o su obcecación. En la actualidad, algunos científicos consientes están abordando una línea de investigación en este sentido, y que indudablemente abrirá nuevas perspectivas para un mejor conocimiento de nuestra historia pre-colonial.
Veamos lo que sobre el tema que venimos tratando nos dice el investigador español don Enrique Gozalbes Cravioto, de quien reproducimos algunos párrafos de un interesante artículo publicado en la revista “Ere”, volumen 9 (diciembre 2000) <<... La revisión que hemos hecho del texto del periplo de Hannón tiene unas indudables implicaciones en la problemática del poblamiento y la colonización de la Canarias en la antigüedad. Desde el rechazo de su carácter de exploración ultrasahariana sitúa la discusión entre dos alternativas:
a) Se trata de un texto falsificado, una especie de “refrito” a partir de otras fuentes antiguas de las que tomó algunos datos y topónimos. Hemos visto más arriba como las objeciones planteadas no sólo no son definitivas sino que son recusables. Únicamente tiene cabida la observación del cuidado que debe ponerse en el trabajo con un texto bastante alterado respecto al original.
b) Se trata de un texto, alterado sobre todo por traducción al griego, de un proceso histórico real. El mismo supone una colonización con libio-fenicios, en el litoral marroquí, sobre todo en su zona septentrional. Y una segunda parte que parece congruente con la anterior, sin desentonar de ella: se trata de una exploración con vistas a una colonización posterior. Dicha exploración, en buena parte, se abría realizado en las islas Canarias.
En los últimos años una interesante línea de investigación viene apuntando a la existencia de una presencia púnica en estas islas. Nuevos hallazgos como la Piedra Zanata, o las ánforas de clara influencia púnica, junto con algunas inscripciónes en lengua neopúnica, va conduciendo a la necesaria revisión de viejos materiales y de algunos restos constructivos. La nueva visión obliga también a revisar antiguos paradigmas y a comenzar a aceptar lo que cada vez es más evidente: el influjo púnico en el poblamiento de Canarias.
El argumento contrario, la falta de móviles para un interés económico, se ha contestado con un elemento que nos parece de una indudable importancia: la atracción que suponía la explotación pesquera. Desde esta misma óptica se ha planteado el problema de que no solamente se trata de unos influjos, de una presencia, sino incluso en la participación en el poblamiento de las islas (tema siempre muy debatido).
Pero al respecto existe un evidente problema centrado en la cronología.
Dentro de esta difícil precisión se ha apuntado la posibilidad de “una primera arribada de gentes a Canarias hacía el siglo VI a. C. así como otras (en número indeterminado) en los siglos posteriores, relacionadas directamente con la situación política y económica que vive cada momento el Mediterráneo occidental.
Y finalmente, también se ha profundizado en las dificultades de un proceso de poblamiento como el de Canarias, dados los paralelos en otras muchas partes. Dificultades que, en opinión de los investigadores, corroborarían la existencia de decisión política púnica, con un proceso de colonización de las Canarias en toda regla. En otros casos también se ha apuntado la posibilidad de que el poblamiento con indígenas africanos fuera realizado por los cartagineses mediante la trasportación de tribus belicosas>>.
Los planteamientos expuestos por Gozalve ya habían sido defendidos en el 1998 en el mismo medio por el Doctor don Rafael González Antón, en un trabajo (como todos los suyos profusamente documentado y magistralmente desarrollado) sobre los primeros poblamientos de las islas. Por la luz que aporta al periodo histórico de que venimos tratando, Creemos interesante insertar algunos párrafos del artículo en cuestión: <<...Este planteamiento nos lleva directamente a buscar el origen y el momento del poblamiento canario dentro del proceso colonizador fenicio-púnico que se lleva a cabo en el Mediterráneo occidental y en el Atlántico durante el primer milenio a.C. Esta nueva perspectiva nos permite emitir una serie de hipótesis instrumentales que nos van a facilitar el camino hacía el entendimiento de nuestro pasado más remoto. Frente a la visión de prehistoria plana o única que aún se viene manteniendo y a las dificultades por vertebrar temporalmente la secuencia prehistórica, creemos que en protohistoria del Archipiélago hemos de distinguir cuatro periodos:
A) Un primer periodo de frecuentación y posterior poblamiento e intercambio cultural entre los pueblos trasplantados y sus trasplantadores y que tiene sus orígenes a lo largo del primer milenio.
B) Un segundo periodo, de tránsito hacía la autarquía, caracterizado por el abandono de los contactos con las poblaciones foráneas.
C) Un tercer periodo de aislamiento y, por consiguiente, de reestructuración política y social, que da lugar a lo que nosotros llamamos ahora propiamente Cultura Canaria.
D) Y, por último, un cuarto periodo, presente de forma desigual en las distintas islas y que comenzaría con la frecuentación de los mares insulares por navegantes europeos a partir del siglo XI>>.
Diferenciar con materiales arqueológicos cada uno de los periodos reseñados resulta prácticamente imposible, sobre todo en las dos primeras fases y hasta hora no ha habido una estructura teórica que lo permitiera. Primero el yacimiento terrestre de El Bebedero (Atoche, et al:1995) que relacionaba el Archipiélago con los romanos y paralelamente la llamada Piedra Zanata (González Antón, et al. 1995) con los feno-púnicos han sido, aunque en distinta intensidad y maneras, descalificados sin aportación de prueba científica alguna. Para algunos, la arqueología ha sido bastante parca en mostrarnos evidencias de la presencia de poblaciones colonizadoras en el archipiélago; para otros, es necesario acometer una revisión de los supuestos teóricos y materiales arqueológicos al uso, en el convencimiento de estas irán aflorando poco a poco. Como señala Alvar, (1988: 429), mientras la arqueología no detecte un asentamiento con cronología segura, los escépticos mantendrán su postura, que (sin embargo) no encuentra suficientes apoyos como para rebatir las ideas contrarias. Esta es la situación en la que nos encontramos. Nosotros añadimos otro periodo para las islas de Tenerife, Hierro, La Palma y en menor medida Gran Canaria, El relato trasmitido por la tamusni y recogido por Espinosa al hablar de “los sesentas del hijo del grande” en Icod o Icoden, los Zanatas, que conformarían las últimas arribadas y asentamientos de origen mazighio Zanata en las islas.
6.2 LOS MAZIGIOS CANARIOS
Como hemos expuesto anteriormente, las Islas Canarias han sido ocupadas en diferentes épocas y por distintos grupos humanos pero que indudablemente todos procedían de un tronco primigenio común, quienes aportaron diferentes elementos culturales acordes con las épocas correspondientes a cada desembarco, es notorio que cuando los europeos en la edad media aportaron a Canarias, la sociedad guanche se encontraba en un franco retroceso de su cultura material debido al aislamiento en que se vieron sumidas las islas como consecuencia en una primera etapa al derrumbe sufrido por el imperio cartaginés provocado por la derrota sufrida de mano de los romanos, y posteriormente, por el retroceso cultural, político y comercial acaecido en la Europa clásica, la cual se sumió en el oscurantismo de la edad media como consecuencia del auge del cristianismo fanático que gobernó al continente europeo, tanto en lo terrenal como en lo espiritual, y cuyas nefastas consecuencias han sido evidentes hasta bien entrado el siglo XX, y aún en el XXI continúan manifestándose en aquellos países llamados del tercer mundo en los que la religión predominante es la católica.
<<La historia, o mejor dicho, la conciencia de la memoria colectiva nos arroja más luz sobre lo que son los imazighen, aunque la mayoría de ellos hayan perdido su lengua autóctona. Por ejemplo, el avance de la arqueología prehistórica (protohistórica) en las Islas Canarias confirma rotundamente la procedencia amazigh de los guanches, por lo que los canarios actuales, totalmente hispanizados, toman cada vez más conciencia de ser imazighen. Igualmente los mauros de Mauritania que hablan solamente el hasania se definen imazighen>>. Esta es la visión que de la realidad actual de Canaria nos da el investigador en Antropología Bereber y Presidente del Colectivo de Documentación y Estudios Amazighs de la Universidad de Granada Rachid Raha Alumed.
Los imazighens fueron fundadores de grandes dinastías, especialmente en la edad medieval, a pesar de ello, no han sido capaces de crear y mantener un estado amazigh con continuidad en el tiempo con una conciencia colectiva común, ni fijar una lengua escrita única. Excepto el Reino Masil de los siglos IV al VII a.d.n.e., y el Imperio Almohade, siglo XII. A pesar de las vicisitudes históricas a que ha estado sometida la comunidad imazighen desde tiempos inmemoriales por fronteras tribales y geográficas, o por parte de potencias extranjeras tales como los icsos, fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, turcos y europeos, han provocado el devenir divergente que han conocido las comunidades norteafricanas, y que se han traducido en una diversidad extraordinaria lingüística y social. No obstante, las comunidades amazighs han conservado sorprendentemente y, en gran medida intacta, su propia idiosincrasia cultural, su mitología compartida y sus raíces lingüísticas comunes, ya sean éstos rifeños, kabilios, sussis, mozabitas o tuareg.
Hoy esta extensa zona consta de cinco países: Mauritania, Maruecos, Argelia, Túnez y Libia, conocida desde hace tiempo como <<berbería>>, y que ahora usando un término árabe se conoce como <<al-Magrib>> (el Occidente), en clara diferenciación de <<Al.Masriq, el Oriente) En estos países la lengua oficial es la árabe, pero existen grande bolsas de verberófonos que se resisten a ser totalmente absorbidos por la lengua árabe.
¿Por qué le llamaban Beréberes?. Término que nunca fue empleado por ellos, quienes se ha denominado siempre como <<imazighen>>, plural de <<amazig>>, cuyo significado es el de <<hombre libre>>. <<Hombre libre>> quiere decir también en sánscrito <<warwara>>, que da <<barbaroi>> en griego, en el sentido de <<extranjero>> y que pasa al latín como <<barbarus>> con un matiz peyorativo, término éste que algunos autores españoles vienen usando con el mismo sentido peyorativo. Ahora bien, ¿es nuestro <<beréber>> el <<barbarus>> latino? Ibn Jaldun no lo cree pues lo deriva del verbo árabe <<barbara>> (alborotar, vociferar, pronunciar palabras ininteligibles). Continua explicando éste sabio y sociólogo árabe del siglo XIV, que, Ifrikos, hijo de Qays ibn Sayfi, rey de Yemen, invadió el Norte de Áfrika (de ahí el nombre de este Continente) y, cuando vio a este pueblo extranjero (¿?) Y oyó su lengua empleó el verbo <<barbara>> para definirla. Y añade Ibn Jaldun que, que por esta razón se llama <<beréberes>> a los habitantes. Sea como sea lo ciertos es que, como hemos dicho estos pueblos de denominan así mismo << imazigen>> es decir <<hombres libres>>. Los contactos continuados de éstos <<beréberes>> con la cultura europea de la época, se inician con el asentamiento fenicio y la fundación de Cartago, por Elisa o Dido, si bien es plausible que los comerciantes fenicios ya practicaban el comercio silencioso en las costas cartaginesas y por consiguiente tenían un amplio conocimiento del país que eligieron para crear la colonia. Por la importancia que posteriormente tuvo esta fundación para el pueblo mazigio, estimo oportuno dar unas ligeras referencias sobre la fundación de Cartago: Cuenta Justino, basado en un relato anterior de Timeo que durante el reinado de Pigmalión de Tiro (fines del siglo IX a. C.) se produjo en la ciudad una grave crisis; el anterior rey, Mattan, había pretendido que le sucediera conjuntamente sus dos hijos, Pigmalión y Elisa, pero el pueblo prefirió al primero, un niño de sólo once años, contra el que debieron intrigar su hermana Elisa y el marido de ésta, Azerbas o Zakerbaal, que era al mismo tiempo su tío y sumo sacerdote de Melkart. En cuanto Pigmalión obtuvo una cierta mayoría de edad y poder, hizo asesinar a Azerbas y se apoderó de sus riquezas.
Elisa tuvo que escapar de Tiro, tras encomendarse a Melkart, la acompañaron en la aventura el jefe de la flota tiria, Bitias, y el noble Barcas, posiblemente antepasado de la familia de Aníbal; recalaron primeramente en Chipre, donde se les unió un séquito de ochenta mujeres destinadas a la prostitución sagrada y el sumo sacerdote de Astarté, (Tanit) con la condición de que se le respetara el derecho hereditario del sacerdocio en el nuevo templo que fueran a fundar. Luego arribaron a la costa tunecina, fueron bien acogidos por sus paisanos de la antigua colonia de Utica, y negociaron con los indígenas y su rey Yarba la compra de un terreno para la nueva ciudad; llegaron a un acuerdo de ocupar una parcela que pudiera delimitarse con la piel de un buey; Elisa recurrió al ardid de cortar la piel en finísimas tiras con las que rodeó una colina que recibió desde entonces el nombre de Byrsa, que significa en griego piel de buey. El rey Yarba admitió el engaño de buena gana, teniendo en cuenta los futuros beneficios que podría reportarle el establecimiento de los fenicios en sus dominios. Transcurrió el tiempo, y la ciudad fue tomando forma, se construyeron los puertos el comercial y el militar, la vida de los fenicios se desarrollaba en relativa calma hasta que un día el rey Yarba, citó a su corte a los diez nobles más importantes de la ciudad y le expuso su propósito de casarse con Elisa de quien se había enamorado, advirtiéndoles que de no aceptar su oferta destruiría la recién construida ciudad. Ante esta delicada situación, los notables trataron de convencer a Elisa de la conveniencia de aceptar la imposición de Yarba para así salvar a la ciudad, la astuta princesa fingió aceptar la oferta y pidió tres meses de plazo para celebrar las bodas, en este tiempo, mandó construir un ara de sacrificios en las afueras de la ciudad en la que sacrificaba algunos animales en honor del dios Melkart, cuando expiraba el plazo convocó al pueblo para un último sacrificio, y en presencia del pueblo después de ofrendar un cordero se dirigió a la muchedumbre diciéndoles: puesto que la salvación de la ciudad necesita de un gran sacrificio seré yo la ofrenda, y sacando un puñal de entre sus ropas se lo hundió en el pecho arrojándose acto seguido a la pira. Así ella prefirió suicidarse sobre una hoguera antes que traicionar la memoria de su marido. Así se cumplió el ciclo fundacional, al establecerse el primer sacrificio humano del ritual que sería el más importante de los cartagineses.
Nos dice Ramón Corzo que: <<la leyenda de Elisa es tan atractiva que sirvió de tema a muchas reelaboraciones literarias, como la de Virgilio en la Eneida, que la presenta bajo el nombre de Dido y como amante de Eneas; de todas estas contaminaciones poéticas sólo conservan verosimilitud los nombres de los reyes tirios, atestiguados por otras fuentes, y el planteamiento de la crisis con ingredientes religiosos y económicos, que son muy aceptables. Sin embargo, ningún otro texto, ni los hallazgos arqueológicos, dan píe a pensar que la ciudad nueva de Cartago iniciara una verdadera política exterior propia hasta fines del siglo VII a. C.>>.
<<Los nuevos fenicios de Cartago adoptaron un modelo político propio; la institución monárquica debió extinguirse con Elisa y el régimen pasó a un sistema democrático; los propios ciudadanos formaron parte del ejercito y crearon una potente armada; la dependencia de Tiro, a la que se enviaban tributos anuales, se presentaba como un diezmo religioso al dios Melkart, no como una sumisión política; los contactos con los vecinos no tenía el carácter de mera resistencia a imperios poderosos, sino que se transformaron en una competencia entre fuerzas similares por el control del mar y las islas en las que chocaban sus intereses. La conclusión de un enfrentamiento tan directo obligaba a la anulación total de uno de los contendientes, de modo que los cartagineses perdieron en la última batalla hasta su propia identidad como pueblo, mientras que las ciudades fenicias originarias conservaron un relativo grado de independencia económica y cultural aún bajo el poder del imperio romano>>.
6.3 ASCENDENCIA DE LOS IMAZIGEN CANARIOS
Como hemos venido exponiendo, los investigadores están de acuerdo en que las islas fueron pobladas por diversas oleadas migratorias, todas procedentes del continente africano, confirma este aserto los materiales arqueológicos últimamente estudiados en diversos yacimientos insulares.
Entre el final del siglo XIX y hasta mitad del XX, hubo un reducido grupo de intelectuales canarios y europeos que tomaron partido por la cultura guanche, naturalmente concebido bajo el prisma que imperaba en Europa en su segunda oleada de conquistas y colonización del Continente Afrikano, tras la pérdida de la mayor parte de las colonias americanas y asiáticas. En esta nueva etapa, convenía al imperialismo europeo destacar la figura del “buen salvaje”, y a esta misión se consagraron buen número de intelectuales, unos de buena fe y otros movidos por intereses “nacionales” o a cambio de prebendas, entre los que se ocuparon del “buen salvaje” guanche. Entre los autores europeos algunos no ocultaron sus deseos de hacernos descender de los primitivos habitantes de sus patrias respectiva, entre ellos destacó Fran Von Loeher, quien dedicó todo un libro, Los Germanos en las Islas Canarias, para tratar de demostrar nuestra ascendencia vándala. En general los autores españoles y españolistas vienen haciendo ímprobos esfuerzos por situar la ascendencia de los canarios, como provenientes de españoles, portugueses, vándalos, flamencos, franceses etc. etc., es decir de cualquier lugar de Europa, menos de nuestros verdaderos orígenes, que es el noroeste africano. No dudando para ello en tevigerzar e incluso falsear algunos aspectos de la historia.
Entre los que han abordado con un mínimo de seriedad los estudios sobre nuestra ascedencia, podemos destacar entre otros muchos, a Millares Torres, René Verneau, S. Berthelot, Juan Bethencourt Alfonso, Juan Álvarez Delgado, Dominik Wolfe, Elías Serra, Alejandro Ciuranescu, Antonio Rumeu etc., en cuanto a las notas que siguen sobre el poblamiento de las islas, vamos a seguir a Bethencourt Alfonso y Buenaventura Bonnet, éste último, autor de acusadas tendencias germanófilas, en nuestra opinión, pero que a pesar de su vehemente “nacionalismo” fue posiblemente, uno de los mejores documentados en su tiempo.
El doctor don Juan Bethencourt Alfonso nos sugiere un contacto entre los primitivos mazigios canarios y el Egipto predinástico, estos contactos pudieron ser directo o indirectos mediante la navegación de altura que según algunos autores, y la arqueología confirma, ya practicaban, o bien en épocas inmediatamente posteriores a través del flujo migratorio de los Rebus (Libios,) o de otros pueblos que mantuvieron relaciones continuadas con los egipcios.
Esta atractiva posibilidad nos la expone el mencionado autor en los siguientes términos: << La existencia en épocas remotas de un Atlántico o íbero-libio, ocupando todo el N. De África, España y otras partes de Europa como refiere la tradición, aunque no es un hecho demostrado ofrece sin embargo visos de certeza, pues sí bien tan basto territorio hallábase habitado por varias razas, no es dudoso que sobresalieran por su ponderación o extensión civilizadora la egipcia, la bereber, o libia y la íbera o vasca, cuyas afinidades comprobadas entre otros medios por el estudio comparativo de sus lenguas, revelan un pasado de estrechas relaciones.>> (Bethencourt Alfonso)
Dividido dicho imperio por las columnas de Hércules destacaban al N. de África Egipto, de tal antigüedad y lejano progreso que su historia positiva alcanza a más de cuatro mil años antes de Cristo, fecha en que ya conocía según el P. Fidel Fita el arte de la navegación y la escritura sobre papiro. La generalidad de las tribus y demás naciones del extremo septentrional del continente situadas a su Oeste, a pesar de tener sus desinencias peculiares, por lo que aparece en las inscripciones hay fundado motivo para creer que los egipcios les daba el nombre genérico de Rebu; pero como en su idioma y escritura no existía la l, por lo cual los extranjeros podían leer la r como l pronunciando Lebu, de aquí el término de Libio que aplicaron los griegos a los moradores de Cirene por ser los primeros que conocieron. Por esto dice el Dr. Meyer en su interesante << Historia del antiguo Egipto>>
<<...todas estas tribus, a las cuales pertenecen también los habitantes de los Oasis, son estrechamente afines entre sí y forman con los habitantes del Noroeste de África, los númidas y los moros, un gran grupo de pueblos que conocemos con los nombres de libios o moros, o con el más moderno de berberiscos>>.
A parte de la recíproca influencia orgánica de los egipcios y demás pueblos del N. de Áfrika, como se deduce del excelente trabajo de Schmidt, <<Del cráneo del antiguo y del moderno egipcio>>, hay testimonios históricos demostrativos de las relaciones y de la compenetración de dichas razas, entre sí y con otras de la orilla opuesta del Mediterráneo.
En las inscripciones de las tumbas tebanas del tiempo de Tutmosis III y sus sucesores, aparece que a Egipto pagaban tributos la Nubia, los oasis libios, los chenus y utentius (también libios) con otros territorios del Oeste, <<las islas del gran mar>> y <<los países que están detrás del gran mar>>; y en los Anales del referido soberano dibujados en las paredes del templo de Karnak, confirmase el pago de estos tributos por <<las islas del gran mar>>, <<todos los países ocultos>>, <<todas las islas de los fenchus o Kaft (Fenicia), la Nubia, Punt, los Oasis libios, la Marmárica y otros territorios libios, los chenus y untetius, <<los países que están detrás del gran mar y los países de delante>>, <<los habitantes de las arenas>>, <<los barbaros de la Nubia>>...<<Los habitantes del Oeste y Este son vasallos tuyos>>.
El rey Seti I, figura realizando una expedición guerrera hacía el Oeste, contra las tribus libias de los tehenus, que probablemente se les rebelaron. Pasa por el primer soberano que introdujo la costumbre de reforzar el ejército egipcio con mercenarios. Ya bajo el solio de Ramasces II (Ransés) existían fuerzas permanentes de libios, de negros de <<hombres vigorosos procedentes de muy lejos por mar>>; pero fueron los libios los que llegaron a constituir casi el ejército nacional. Durante siglos a ellos de debió principalmente la defensa del reino, no ya contra las distintas invasiones que sufrió de las regiones costeras de Europa, de las islas del Mediterráneo o del Asia, sino de las gentes de su propia raza que más de una vez cayeron sobre Egipto. Ramesces III logró rechazar con dichos contingentes una de las tantas irrupciones libias, que se había apoderado de las poblaciones de los territorios occidentales del Nilo, ocupando durantes años el distrito de Kanopos. Más como siguieron aumentando de día en día los mercenarios libios, concluyeron por hacerse dueños del reino el año 939 antes de nuestra era>>.
Otro de los autores interesados por el origen de los libios fue don Rafael Muñoz Jiménez, quien nos expone su visión de la ascendencia de los pueblos libios en los siguientes términos: <<...A través de la iconografía egipcia tenemos algún conocimiento sobre la historia de los antepasados de los libios: son los temehu, que viven durante el Nuevo Imperio y aparecen representados con una coleta que nace en la parte posterior de la cabeza, pero colocada delante de los hombros; además van tatuados. Son dos grupos: los libu, que visten un taparrabo, mientras que los meswes llevan una funda fálica. Los temehu parecen ser los antepasados de los libios. Los libios eran designados por los antiguos egipcios como tehennu, de la raíz hnn, “brillar”: debido al frecuente paso de h a s es fácil deducir la analogía de este cambio con el que ocurre en beréber...
Herodoto señala los mismos rasgos respeto de los libios de Sirte:
Los garamntes viven junto a los masamones, mientras que, por la costa y en dirección hacía occidente, está ocupado por los mákai. Se cortan el pelo, dejando crecerlo como penacho en el centro de la cabeza, afeitándose a ras de piel los lados. (Tal como está documentado usaban los canarios y maxoreros)
Schrader se fija en esta peculiar manera de cortarse el pelo, no solamente los mákai, sino también los maclies y los maxyes. Tiene razón porque los maxyes: se dejan crecer el pelo en la parte derecha de la cabeza y, en cambio, se lo afeita en la parte izquierda; además se embadurnan el cuerpo con minio.
En la época de la dominación romana aparecen los maziges: son nómadas camelleros que plantean conflictos en las colonias del imperio, para cuyo remedio los romanos fortifican el lime, a lo largo de una frontera sinuosa que vigila inteligentemente la irregularidad de los territorios no ocupados>>.
En cuanto a la costumbre de tatuarse el cuerpo, está ampliamente recogida para los antiguos mazigios canarios por destacados cronistas e historiadores: <<...De cebo de pico y con zumo de hierbas hacen de ello una composición, con la cual se untan para hacer su piel gruesa...Suas carnes con zumos de hierbas pintan, estas sus pinturas son de diferentes colores, o sea verde, amarillo, y bermellon, con muchos bellos animalitos, y demás follaje, y otras cosas.>> (Benedetto Bordone)
<<Se dejaban crecer el cabello por lo alto de la cabeza y barba en punta hasta el pecho cortado por sobre la boca, y el cabello por el pescuezo y sobre las orejas...y labraban con fuego (tatuaban) los brazos, enrubiaban el cabello con lejias.>> (Marín de Cubas)
El espacio que estos pueblos protomazigios ocuparon en la época de la expedición de Suetonio Paulinus, se encuentra al otro lado del Atlas. Después se habrían instalado en las pendientes meridionales del Alto Atlas marroquí.
Hay una denominación que parece común para los que habitan esa franja del continente africano. Los makai, los maclies, y los maxyes y después los maziges parecen ser grupos de un mismo pueblo: el protoberéber. Inclusive se puede llegar a decir que esos vocablos registran pronunciaciones locales de una misma palabra, cuyo sonido k se permuta con j, z y h, con arreglo al fenómeno estudiado por Prasse. Según esta ley la palabra temehu sería una variante de las anteriores, a la que se le añade el prefijo beréber t. La palabra maxyes daría lugar a la palabra canaria prehispánica magos, mahos, a la beréber amazig, amahak y a la árabe mayis y mayus. (Rafael Muñóz, 1994)
Los protoberéberes eran animistas: veneraban ciertos lugares reputados como moradas de un poder sobre natural. Ciertas rocas han sido siempre lugares de veneración, como ocurre actualmente. Plinio habla de una roca situada en la Cirenaica, que no se podía tocar, so pena de desencadenar el viento procedente del mar. San Agustín, menciona la “noche del error”, que los cristianos hicieron coincidir con la noche de San Juan, en la que los númidas se bañaban ritualmente en el mar. Nicolás de Damasco, contemporáneo de Augusto menciona cómo, después del orto de las pléyades, hombres y mujeres tenían relaciones sexuales al azar. Un concilio africano en el siglo IV pide a los emperadores que destruyan la idolatría que se da hasta “en la madera y en los árboles”. Atanasio recuerda una divinidad adorada por los norteafricanos a la que llaman Amón. La figura del pez es abundante en los mosaicos tunecinos. Los peces están ligados simbióticamente al falo y ambos servían para eliminar el mal de ojo.>>
Es sobradamente conocido el paralelismo de estas prácticas religiosas continentales, con las practicadas por nuestros ancestros, los cuales tenían sus lugares de culto en determinadas rocas situadas en lugares preeminentes y elevados de nuestra geografía, así como el culto a los árboles especialmente a los Pinos ( Pinos Santos de Terure, La Victoria, Las Nieves etc.), y Dragos, los peces y falos están presentes en muchos yacimientos de grabados rupestres de las islas asociados a otros signos de carácter ritual.
En el grabado de la página anterior, a la derecha podemos observar dos figuras antropomorfas que muestran faldellín y fundas fálicas. El “pico” representa el penacho o trenza, a pocos metros de donde está situado el panel existe otro grupo de grabados que representan una serie de podomorfos. Estos conjuntos de signos corresponden al yacimiento de Khor Zurqan, (Alta Nubia egipcia) estando catalogados como pertenecientes a un periodo comprendido entre 3.200 y 3.500 antes de la era actual occidental.
Continua…
Enero de 2012.
domingo, 29 de enero de 2012
HACENDADOS DE EL REALEXO RELACIONADOS CON GRANCANARIOS
Francisca Fernández Guadarteme, hermana del conquistador grancanario de Tenerife, Hernando Guadarteme, da a luz a la niña Inés Fernández en Gran Canaria de una relación carnal con Álvaro Serrano; casa, luego, en Tenerife con el portugués Fernando Castro –no hay descendencia de este matrimonio-, e Inés Fernández se convierte en la hijastra de Fernando de Castro; Inés Fernández casa con Pedro del Pros, y nacen 2 hijos, fray Miguel y Francisca Fernández Guadarteme; Francisca Fenández Guadarteme –con el mismo nombre que su abuela- casa, en 1542, con uno de hijos del conquistador Francisco Albornoz, Juan Perdomo; de este matrimonio nace un sola hija en 1549, Inés Fernández –homónimo de su abuela-, que casa con el portugués Amaro Borges (223).
Francisca Fernández Guadarteme, hermana del grancanario Hernando Guadarteme, obtiene el heredamiento de El Cuchillo –El Realejo, cerca de Rambla de Castro-, en compensación de haber gastado su marido, Fernando Castro, los 1.000 ducados de su dote; esta propiedad la obtiene Castro por albalá de vecindad; esta herencia va a recaer, con el paso de los años, en Inés Fernández, que casa con el portugués, anteriormente nombrado, Amaro Borges (224).
-Luís de Castro (n.-1542), hijo del portugués Fernando de Castro y repoblador de Tenerife, fundador del Mayorazgo de Castro; obtuvo data el 30 de octubre 1500, y un solar en El Realejo el 23 de junio de 1529, por ser criado del segundo Adelantado (225). Su mujer, María de Torres, era hija del conquistador grancanario Alonso de Córdoba y de la canaria Catalina García (226).
(Hernández Castilla, J.M.:(2010) Los aborígenes de Gran Canaria en Tenerife, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2010a/652/ )
Francisca Fernández Guadarteme, hermana del grancanario Hernando Guadarteme, obtiene el heredamiento de El Cuchillo –El Realejo, cerca de Rambla de Castro-, en compensación de haber gastado su marido, Fernando Castro, los 1.000 ducados de su dote; esta propiedad la obtiene Castro por albalá de vecindad; esta herencia va a recaer, con el paso de los años, en Inés Fernández, que casa con el portugués, anteriormente nombrado, Amaro Borges (224).
-Luís de Castro (n.-1542), hijo del portugués Fernando de Castro y repoblador de Tenerife, fundador del Mayorazgo de Castro; obtuvo data el 30 de octubre 1500, y un solar en El Realejo el 23 de junio de 1529, por ser criado del segundo Adelantado (225). Su mujer, María de Torres, era hija del conquistador grancanario Alonso de Córdoba y de la canaria Catalina García (226).
(Hernández Castilla, J.M.:(2010) Los aborígenes de Gran Canaria en Tenerife, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2010a/652/ )
martes, 24 de enero de 2012
LOS GABINETES CIENTIFICOS o MUSEOS GUANCHINESCOS EN CANARIAS
Raúl E. Melo Dait
Es a partir del siglo XVIII, cuando comenzamos a tener noticias del afán “coleccionista” de muchos de nuestros paisanos, probablemente influenciados por el expolio a los que nos tenían sometidos los viajeros ingleses, franceses y alemanes, principalmente.
El tener en “casa” una momia, esqueleto o cráneo de nuestros antepasados, para poder enseñar a los amigos visitantes, era una práctica común, principalmente entre la gente acomodada, que podía permitirse el lujo de comprar “objetos” pertenecientes a la cultura aborigen, como nos comenta Luís Diego Cuscoy: Este impulso inicial desató una fiebre por la rebusca de yacimientos en la que colaboraron, por un lado el erudito local y el médico, y por el otro el coleccionista. Tener en el gabinete de trabajo y en el despacho una momia o un cráneo, satisfacía en extremo, y si a esto se le añadía la posesión de un vaso o un objeto ornamental, tanto mejor. (Diego Cuscoy, 1953: 135-136)
A mediados de este siglo XVIII, tenemos noticias de un “coleccionista” el Teniente Coronel don Gabriel Román, el cual poseía una momia en su casa: …dicho D. Gabriel Román tiene en su casa, que dicho miércoles, ayer tarde a las sinco me dixo que biniera con él y yo lo bería y abiendo benido sacó de un caxón un cuerpo de un guanche mirlado, todo el aun entero, que ni una uña le falta, con todo su cabello negro, como que lo tenía corto y su montera de pellexa, el cuerpo para fuera; las manos abiertas, una ensima de otra, puestas sobre el enpeine, bueltas adentro; los dedos muy estirados y los de los pies también y como que abía sido atados uno con otro y divididos y así pies y manos. El cuero todo el aun en el cuerpo, sin faltarle nada y las carnes muy secas, ni más ni menos que las carnes de un hombre muy biexo, aunque estas mas pardas y secas[1]…
Se conservan aun algunas Cuevas llenas de cadáveres de Guanches. En 3 de En.º de 1770 vi uno en casa del Then.te Cor.1 D.n Gabriel Román, que estaba entero, i aun con su cabello i dientes[2].
Incluso las autoridades de la época, intentan organizar algún museo, con el fin de poder retener este “material” que estaba siendo expoliado hacia la península y el extranjero: En una región como las Canarias donde la arqueología se ha hecho sin la necesidad de escarbar el suelo, una colección de objetos guanches era una fácil tentación. En cierto momento, la curiosidad era tan viva que el mismo ayuntamiento, a pesar de su pobreza y de la falta de asesoramiento especializado, se dio cuenta de ello. Observó que todos querían momias, y hasta del extranjero, y que solo él no tenía ninguna; acordó por lo tanto mandar que le consigan “algunas momias, procurando que vengan de ambos sexos”. Si no las consiguió el ayuntamiento, las tuvieron algunos aficionados; el primero de ellos fue Megliorini, que tenía en 1821 una momia guanche en su colección que visitaban muchos viajeros y turistas extranjeros y en la que, además de objetos de historia natural, se podían ver muchos objetos del acostumbrado ajuar guanche. (Cioranescu, 1979: Vol. IV 222-223)
Este personaje al que alude Cioranescu, fue don Juan Megliorini y Espínola, capitán del regimiento de Ultonia, quien en las primeras décadas del siglo XIX, creó en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife, un museo de historia natural, ampliada con una importante colección de materiales antropológicos y objetos arqueológicos cuyo material principal se cree procedía de un panteón Real del pueblo de El Sauzal. A su muerte sobre 1837-1839, todas sus pertenencias se pusieron a la venta. Al parecer don Sebastián Pérez Yanes, hacendado de Tacoronte y más conocido por Sebastián Casilda, compró la mayoría de los objetos, consolidando lo que posteriormente sería el Gabinete o Museo de Tacoronte. (Fariña-Tejera, 1998: 17)
Este museo se incrementa con donaciones, algunas oficiales como las de las momias de Araya.
Sebastián Pérez Yanes, nombra heredero universal y albacea testamentario en 1865 a Don Diego Lebrun, a su muerte en 1868, se hicieron a la familia Lebrun varias ofertas de compra, como las de Manuel de Ossuna, en nombre del Instituto de Canarias, Chil y Naranjo en nombre del Museo Canario y más tarde lo intenta la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz para el Ayuntamiento de esa ciudad, sin llegarse nunca a un acuerdo.
El 20 de julio de 1889 sale para Buenos Aires la colección, destino La Plata: “He visto el Museo Casilda y es muy bueno…hay cinco momias, magníficas en la conservación, curiosísimas al extremo, pues el sistema de momificación es completamente diferente del Canario (Víctor Grau[3])
Para saber cual era el inventario de momias que existían en su época en el Museo Casilda de Tacoronte, hemos consultado: “Historia del Pueblo Guanche” T. II. (1994) Apéndice documental Nº 2. El Museo Casilda de Tacoronte: Una pérdida irreparable. de Juan Béthencourt Alfonso. En M. A. Fariña (ed.) Francisco Lemus editor. La Laguna: 519-565. “La Memoria Recuperada” (1998) de Manuel Fariña González y Antonio Tejera Gaspar. Edición de Caja Canarias. Tenerife. “Tenerife y sus seis satélites” (1995) de Olivia Stone Vol. 1: 493-499. Edición del Cabildo de Gran Canaria. Y del texto de Sainte-Marie, (Sainte-Marie, E. de: 1899. Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones existentes en el día 17 de agosto de 1887). En: Boletín de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. Año I, nº 8 y 9: 62-70[4].
Del inventario de Eugenio de Sainte-Marie: “Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones de Pintura, Escultura, Numismática, Cerámica, Etnografía, Antropología e Historia Natural, existentes en el día 17 de agosto de 1887, en cuya fecha pasó una comisión del Instituto Provincial, presidida por el Director, a visitar dicho museo con el fin de adquirirlo para el referido establecimiento”, hemos extraído la Sección Antropológica (Sala Cuarta): “Cuatro momias en bastante buen estado de conservación, de guanches, tales como se encontraron en sus cuevas de sepultura, envueltos en pellejas; descollando entre todos la de una reina, notable por la perfección de sus facciones que se pueden aún apreciar a pesar de los años transcurridos, lo abundante y sedoso de su cabellera, la completa blancura y limpieza de sus dientes y la sonrisa y la resignación que se nota en su semblante, pareciendo como se quiere escaparse de la mortaja que la sujeta.
Veinte y más fragmentos de guanches, cráneos, tibias, fémures, diseminados, más o menos desprovistos de sus tegumentos capilares” (…)
De la obra de Olivia Stone: “Una es de un hombre guanche, no muy bien conservada, de cinco pies y ocho pulgadas de largo. Otra está envuelta en cuero todavía, tal como la encontraron, rodeada y cosida con tiras de cuero de una pulgada de ancho, más o menos, con la funda de cuero atada en la parte alta de la cabeza como se haría con la boca de un saco. (...)”
“Otra momia, de una mujer, que, según dicen, se encontró a medio camino de la cima del Pico, tenía las piernas dobladas hacia atrás por las rodillas hasta tocar las caderas y, en esa posición, medía tres pies y cuatro pulgadas (...)”
“En total hay siete momias en Tacoronte (...)”
Del inventario realizado en 1884 por Juan Béthencourt Alfonso extraemos:
IV-7-1.- Esta momia está en la alhacena, como la anterior (está incompleta) que dicen haberlas encontrado en la Orotava. No es posible estudiar sus envolturas sin destrozarla por el estado en que se encuentra. Lo primero que llama la atención es que se la ve doblada por las rodillas, e inclinada las piernas (sic). El pie derecho está debajo del izquierdo, como se ve en algunos Stos. Cristos; y la mano izquierda está como tapando la derecha, como hacia la mitad de los muslos. La cabeza y cuerpo según se ve; la cabeza caída sobre el hombro izquierdo; y el eje del cuerpo como doblado lateralmente sobre el mismo lado.
Algunas de las correas con que le aseguran sus envolturas son del ancho de dos dedos.
La capucha que cubre la cabeza tiene seis envolturas; y una de ellas sale como la forma de un abanico abierto, por uno y otro lado, con lo más delgado buscando la parte inferior de la barba, donde se anuda; también tiene algunas correas circulares en derredor del cuello, como para ajustarle las pieles al pescuezo.
Los dedos de la mano están como ríspidos. Todo es de color de chocolate. El aspecto del semblante y el desarrollo orgánico hacen creer que es hombre.
IV-7-2.- Está como doblado por el espinazo hacia adelante; y la cabeza caída atrás y como sobre el hombro derecho. Fue encontrado en el Sur de Tenerife. Esta momia le envuelven pieles que indudablemente le fueron puestas hace muy poco tiem¬po, del cráneo le falta una gran parte por la parte posterior (occipital).
Es de cabello rubio, y la cara lampiña; pero debajo de la barba se observan pelos rubios tirando a negro o rojizo, son ralos y escasos.
Por el esquema anterior se observara que el nacimiento del cabello en la frente, es más bajo, como aproximándose al arco superciliar, en la mitad izquierda del fron¬tal que en la derecha; como si fuera un lunar.
El aspecto de mujer, por más que tenga algunos pelos de barba, bajo la barba. Lo demás desnudo. Casi toda la momia es artificial, por más que las partes esenciales del cuerpo pertenecen al mismo individuo. El ropaje y manufactura pertenece al arte.
IV-7-3.- Momia encontrada en el barranco de Badajoz (Güímar). Esta momia está completamente restaurada en sus envolturas; y no es posible estudiarla sin des-coserla. También se conoce que la mano del restaurador alcanzó algo el interior. Está tendida (sic) y que se ve de costado.
IV-7-4.- Esta momia que dice haberse encontrado en la Isleta (de Canaria), la creo completamente restaurada. Está cubierta o mejor envuelta en pieles, pero no sé si como está hoy estaría anteriormente. No ofrece ninguna garantía; si bien puede afirmarse en absoluto que las pieles, cráneo, etc., pertenecieron a los primitivos mo¬radores de las islas Canarias. ¿Pero las pieles, son verdaderamente de la Isleta? Por el aspecto de la cara y oreja, etc., es de mujer.[5]
Aparte habla de que había una “pierna forrada con piel y con correas liadas y una calavera con parte del cuero cabelludo con cabello, color rojizo, parece de mujer”
Grabados rupestres procedentes de Belmaco [La Palma], vasijas y gánigos de barro y madera, pintaderas de Gran Canaria, añepas, cuerdas y tejidos, etc.
Béthencourt Alfonso habla de 4 momias, el Vizconde de San Javier de 6, Sainte-Marie de 4, Olivia Stone de 7, Chil y Naranjo[6] de 10 y Víctor Grau Bassas de solo cinco que llegaron a la Argentina. El dilema es preguntarnos realmente ¿Cuántas momias había en el Museo Casilda? Si nos llevamos por la declaración de Grau Bassas, alguna pudo haber sido vendida para alguna colección particular o extranjera antes de su partida para La Plata.
Según carta que se encuentra en el archivo del Museo Canario, las cinco momias fueron adquiridas por Fernando Cerdeña, pasando luego a don Luís Cerrano y posiblemente una de ellas (La que se encuentra en el Museo de La Plata) a don Ramón Rabanaque, cuyos herederos la donan al Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Hubo otros “gabinetes” hasta hoy desconocidos como el que nos relata el doctor don Mariano Nougués Secall, y que según parece estaba en La Orotava: Sería interminable si quisiese referir aquí todo lo que examinaron mis ojos: pero no debo pasar en olvido el gabinete de antigüedades guanchinescas y de mineralogía de D. Antonio de Lugo y Viña. Además de unos cráneos, uno de los cuales conserva todavía el pelo, tiene varios trozos de momias, anzuelos de los que usaban los guanches para pescar: algunos de ellos son de concha anacarada… (Nougues Secall, 1858: 146)
Otro de los primeros museo que se fundó en Tenerife, fue el llamado Museo Villa Benítez, creado por Don Anselmo J. Benítez en 1874, propietario de la imprenta Benítez, cuya colección pasó al Museo Arqueológico de Santa Cruz: En la colección de Villa Benítez, en Santa Cruz, existen varios restos de momias descubiertos en las proximidades de Anaga, en el Norte de Tenerife. Esas muestras incluyen cráneos, pies y brazos y, en algunos casos, el cabello que es oscuro, aún se adhiere a la calavera. En esta colección se conserva también una momia de un varón de corta estatura envuelta en pieles de cabra muy bien cosidas, y que se localizó en la montaña de Taco, cerca de Santa Cruz. (Hooton, 2005: 80-81)
El siguiente sería el Gabinete Científico fundado por Don Juan Béthencourt Alfonso en septiembre de 1877 en Santa Cruz de Tenerife. El Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife, tenían entre otros como objetivos el estudio de la Historia natural y especialmente el del Archipiélago Canario, dedica importancia especial a la Antropología y Arqueología Prehistórica de Canarias. De esta labor, y fruto de la dirección de Béthencourt Alfonso fueron recogidos en Tenerife más de 500 cráneos, momias y distintos elementos de la cultura material aborigen como “Añepas” y “Banots”. Y gracias a su gestión se recogieron fondos donados entre otros por el Sr. Lebrun y Juan de la Puerta Canseco.
Nació como un anexo del Establecimiento de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife, su principal objetivo era: “El estudio de la ciencia natural, y especialmente el del Archipiélago Canario bajo ese punto de vista”.
Este museo tuvo su primer local en la Plaza de la Constitución Nº 9, pasando luego al claustro bajo el convento de San Pedro Alcántara (San Francisco) de acuerdo con el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Más tarde formó una sección del “Museo Municipal” en el claustro alto del citado convento. Y con muy interesante reglamento:
REGLAMENTO DEL GABINETE CIENTIFICO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE, publicado en 1878 en la imprenta de Manuel Álvarez, de la calle S. Lorenzo 20 en Santa Cruz, que con respecto a la parte arqueológica dice:
ANTROPOLOGIA Y ARQUEOLOGIA PREHISTÓRICAS DE CANARIAS
• Remitir momias, esqueletos, cráneos, huesos, etc. de las antiguas razas de estas islas, expresando si es posible, del modo más detallado el lugar y condiciones en que hayan sido encontrados.
• Remitir así mismo, y con iguales relaciones, todos aquellos instrumentos, armas y útiles que den indicios de haber sido de uso de los guanches, como anzuelos, bastones, palos, lanzas, piedras de molino, gánigos, cuentas de collares, pieles, lesnas, restos de vestidos, de alimentos, de bálsamo etc. etc.
• Dar relación detallada de las cavernas y restos de construcciones del tiempo de los guanches, de las que hicieron viviendas, y de las que destinaron a sepultura, así como de aquellas de que exista tradición de que sirvieron de palacio, o tuvieron algún otro uso particular o notable. En las investigaciones que al efecto se hagan, debe procurarse descubrir si hay alguna inscripción, en cuyo caso se agradecerá la remisión de las mismas, o si esto no es posible, un dibujo de ellas.
A su fallecimiento una parte pasó a la llamada “Institución de don Bernardo Rodríguez” y la otra pasaría a formar parte del Museo Antropológico y de Historia Natural de Santa Cruz de Tenerife, fundado el 31 de diciembre de 1902.
Hay que destacar el material que poseía este Gabinete, principalmente reunidos por sus “corresponsales”, entre los que hay que destacar a don Ramón Gómez del Puerto de la Cruz, que donó 120 cráneos, llegando el gabinete ha poseer hasta 551 cráneos, 44 molinos, vasijas, anzuelos, 18 lanzas y bastones, una momia entera y otra media, etc.
El 2 de septiembre de 1879 se funda el Museo Canario. Será el Dr. Chil y Naranjo, desde su formación médica quien aporta nuevas conclusiones en especial en el estudio de las momias canarias, para las que niega como técnica de momificación la evisceración y extracción del cerebro, así como extracción de sustancias conservantes a través de los orificios naturales. Sin embargo su aportación más notoria fue la creación del Museo Canario de Las Palmas: “En la Casa de Colón, se encuentra el magnífico Museo Canario en cuyas dos salas de antropología se exhiben los restos, admirablemente conservados en muchos casos, de la población aborigen del Archipiélago. Cráneos, pelvis, tibias, esqueletos completos y momias completas, momias en su característica envoltura típica de los enterramientos en gruta, esto es, capas de piel de cabra y tejidos de junco, para ejemplares demostrativos de la fuerte contextura corporal de los primitivos habitantes del Archipiélago, constituyendo la colección ósea más completa del mundo entero de restos de una raza desaparecida que creían en la inmortalidad y eran maestros en la conservación o momificación de los cuerpos”. (Pando Villarroya, 1984)
Entre las colecciones que conserva merecen ser destacados los recipientes cerámicos por su variada tipología y belleza decorativa; los ídolos, con una amplia representación para Gran Canaria; y las llamadas pintaderas, de las que se dispone de más de 200 piezas. Completan el fondo, piezas de industria lítica y ósea, tejidos en pieles y fibras vegetales, material malacológico, restos de fauna y productos vegetales, etc.
Es muy importante las donaciones que recibe el Museo Canario, como la colección perteneciente al Conde de la Vega Grande, don Fernando del Castillo Westerling, que antes de su muerte, hizo el encargo a sus hijos de entregar al Museo Canario, cuantos objetos coleccionaba y guardaba relativos a los primitivos habitantes de Gran Canaria, principalmente encontrados en las zonas de Arguineguin, Mogán y Guayadeque.
Entre los objetos antropológicos y arqueólogos donados destacamos:
1. Una momia completa, con sus correspondientes envolturas de pieles.
2. Un esqueleto incompleto conservando algunas partes blandas momificadas.
3. Fragmento esquelético con partes blandas semi-momificadas. El cráneo está completo y unido a la columna vertebral. Conserva también algunas costillas y un pedazo de miembro toráxico.
4. Varios huesos sueltos y algunos fragmentos momificados.
5. Varios tejidos de junco
6. Una pierna de calzón o pantalón
7. Cincuenta vasijas
8. Una pintadera de barro
9. Una cabeza y dos fragmentos de ídolos de barro
10. Cabellos en que se observan cuatro matices: negro, castaño oscuro, castaño claro y rubio. (El Museo Canario Nº 130, 1901)
En el Museo Arqueológico del Puerto de La Cruz, se conservan varias momias, no expuestas al público y que en su momento fueron estudiadas por la Dra. Ilse Schnidetzky. (Diego Cuscoy, 1960: 57-70) Asimismo una de las mejores colecciones de cerámica aborigen, procedente principalmente de las Cañadas del Teide, así como el ídolo, denominado Guatimac y que pertenecía a don Ramón Gómez.
Una de estas momias pudiera ser la que vio Béthencourt Alfonso en el Museo del farmacéutico D. Ramón Gómez del Puerto de La Cruz: “Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas”. (Béthencourt Alfonso, 1994: 487) Museo que también fue visitado por Hooton en 1915: En el Puerto de la Cruz, el Sr. Ramón Gómez, ha reunido varias antigüedades guanches, entre las que se encuentra una momia muy mal conservada, aunque no tuve la oportunidad de observarla de cerca”. (Hootton, 2005: 80-81)
Manuel de Ossuna y Van Den Heede también tiene en su casa su colección guanchinesca: “Aprovechamos la ocasión de aludir a Museos de Antigüedades, para ver de tranquilizar, con relación con el de la Casa de Ossuna en La Laguna, a cierto corresponsal de prensa que no duerme hace tiempo preocupado por ciertos restos antropológicos que cree deberían figurar en él…
La Casa Ossuna, cuando pasó al Patronato y a cargo del Ayuntamiento de la ciudad, estaba lleno de materiales muy variados, entre ellos destacadamente, polvo, mugre y residuos de todo orden…una momia en descomposición y cantidad de huesos sin procedencia, resultaban incompatibles con los fines del archivo y biblioteca…y se optó por pasarlos al Museo Arqueológico de Tenerife, bajo inventario y depósito”[7].
El Instituto de Canarias de La Laguna crea igualmente su Museo: También completan esta magnífica colección gran número de restos humanos, procedentes de la raza guanche, y curiosas armas y utensilios encontrados las cuevas que sirvieran de albergue a los individuos de las mismas. (La Región Canaria: 31 de octubre de 1899)
En el antiguo Instituto de Canarias, hoy Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, hay en su Museo de Historia Natural, varias vasijas de barro, cráneos y otros materiales aborígenes, una momia:
…”una momia de guanche maltratada”, un pie y una mano igualmente momificados, una flecha, “una especie de espada de hueso hecha pedazos”, un hacha de madera y piedra, una piedra de molino y “una olla de los guanches”. Creemos que la momia, que en el inventario de 1861 se describe como “incompleta y mal conservada”, es la misma citada por Berthelot; la misma que hoy se guarda en el Instituto y que, por haberla asociado a un cráneo y a unas cuentas de collar encontradas en el barranco de Agua de Dios (Tegueste) en la última década del siglo XIX, ha sido considerada como procedente de este lugar y descubierta en esta fecha. Hasta hace muy poco se encontraba aún rodeada de algunos de estos utensilios mencionados en la relación de 1847. La momia, al parecer bien conservada-pese a su mutilación-y en posición poco habitual, es una de las más interesantes piezas con que cuenta el Museo del Instituto. (Fajardo Espínola, 1995: 131-132)
Sebastián Jiménez Sánchez, nos describe esta momia y nos da otra versión sobre su origen:
“En una de las salitas de Historia Natural del Instituto Nacional de Enseñanza Media de la ciudad de La Laguna, se exhibe muy bien conservada, una interesante momia, al parecer de mujer, envuelta desde el cuello a la rodilla en dos capas de pieles adobadas y cosidas admirablemente. La disposición de la momia no es horizontal; presentase con las extremidades abdominales un tanto encogida. Fue hallada en una cueva cementerio del pago de Bajamar, donde llaman Las Goteras o La Laja en 1881”[8]. (Jiménez Sánchez, 1941: 265)
Hay otra versión sobre esta momia y que podría ser la llamada momia 1 de las encontradas en Araya de Candelaria, no solo por su descripción:
Adulto, masculino, sin cabeza, carece de brazos, pierna derecha completa con uñas del pie bien conservadas, y pierna izquierda en que faltan los dedos y el metatarso.
Sino incluso por el siguiente informe:
Por oficio del nuevo Director General de Instrucción Pública, Carlos M.ª Coronado al Director del Museo Arqueológico Nacional de 23 de marzo de 1868, probablemente la mo¬mia 1, pues carece de la cabeza, fue entregada al Gabinete de Historia Natural del Instituto de Canarias… (Melo Dait, 2005)
La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, posee una colección de huesos y otros objetos aborígenes: El 13 de junio de 1923, el socio don José Gutiérrez Penedo hace donación del siguiente material[9]:
1. Un cráneo completo
2. 2 medios cráneos
3. 1 frontal
4. 2 trozos de parietal enlazados
5. 5 pedazos de huesos de cráneo
6. 4 huesos
7. 1 trozo de mandíbula inferior
8. 1 trozo de hueso sacro
9. 1 hueso pequeño
10. 13 tibias
11. 7 peronés
12. 1 trozo de mandíbula con dos muelas
13. 1 trozo de mandíbula con una muela y dos dientes
14. 5 pedazos de cacerolas de barro
15. 1 cuchara del mismo material
16. 3 trozos de cuerda
17. 15 concheros de lapa
18. 1 trozo de concha
19. 4 caracolas
20. 40 cuentas de collar
21. 1 asa de jarra de barro
22. 3 trozos de madera
23. 2 trozos de tubo de barro
24. 38 trozos de basalto, cantos rodados y otras piedras
Además existe un gánigo procedente de la isla de La Palma, junto con otros tres trozos pequeños procedentes de otros gánigos, donados por don Diego Jiménez de Cisneros. Una pieza esférica procedente del Puerto de La Cruz, donación de don Esteban Díaz. Un trozo de piel de traje aborigen y un rosario de cuentas de collar donados por don Mateo Alonso del Castillo.
El Museo Arqueológico de Tenerife posee una de las colecciones de momias más ricas y mejor conservadas. Atendiéndose no tanto a su número como al hecho de pertenecer a una misma cultura, la colección de momias de los aborígenes de la isla de Tenerife, los guanches, se puede considerar una de las más valiosas del mundo. (González Antón, et alií, 1990: 137-138)
El Museo Arqueológico de Tenerife, se inaugura en 1958 con fondos procedentes del Museo Municipal (Sección de Arqueología y Antropología), de la Comisaría Provincial de Excavaciones Arqueológicas, del "Gabinete Científico" y de las adquisiciones de pequeñas colecciones como las del extinguido Museo Villa Benítez, Vallabriga y Casa Ossuna, además de aportaciones de particulares. Así mismo Luís Diego Cuscoy, primer Director del Museo Arqueológico de Tenerife y Comisario Provincial, integra todos los materiales arqueológicos y restos humanos de la prehistoria de Tenerife en una única colección.
En los años 80, el Museo ve incrementado sus fondos con las donaciones procedentes las colecciones de Mazuelas, Massanet, Santiago Melián, Santiago de la Rosa y Hermógenes Afonso (Hupalupa), formadas principalmente por material cerámico y otros útiles aborígenes.
Actualmente se conservan unas 13 momias completas, así como unos 170 restos momificados y unos 200 fragmentos de envolturas de momias (tiras de piel, envolturas mortuorias, etc.[10]). Todos ellos perfectamente estudiados y catalogados. Algunas de las momias así como restos se encuentran expuestas al público. Destacando las colecciones de gánigos, cuentas de collar, banots y añepas, etc.
El Museo Etnográfico y Centro Alfarero "Cha Domitila" de Arguayo (Santiago del Teide), posee una vitrina con varios cráneos y material cerámico, procedente de la zona del Valle de Santiago.
ARCHIVOS, FONDO DOCUMENTAL Y BIBLIOGRÁFICO CONSULTADOS
Archivo Histórico Municipal de La Laguna. Fondo Ossuna. La Laguna. AHMLL
---Fondo Ossuna: Anchieta y Alarcón J. Apuntes: “Guanches”. Manuscrito. Anchieta y otras cosas. Caja 9. (0-9-3). fol. 26r-29r.
Archivos del Museo Canario. Las Palmas.
Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
Instituto de Estúdios Canários. La Laguna
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. La Laguna. RSEAPT
---Verdugo Bartlett, M. Inventario de enseres, objetos y valores pertenecientes a la R.S.E. de Amigos del País de Tenerife, con una nota del nº de volúmenes de su biblioteca y contenido de legajos existentes en su local social (Sala Baja del Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad de La Laguna) cedida por dicha corporación en sesión del 18-11-1903. pp. 16. Manuscrito.
---Libro de Actas.
BETHENCOURT ALFONSO J. (1912/1991) Historia del Pueblo Guanche I. Su origen, caracteres etnológicos, históricos y lingüísticos. En M. A. Fariña (ed.). Francisco Lemus editor. La Laguna.
--- (1912/1994) Historia del Pueblo Guanche II. Etnografía y Organización socio-política. En M. A. Fariña (ed.). Francisco Lemus editor. La Laguna.
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--- (1960): Trabajos en torno a la cueva sepulcral de Roque Blanco. S/C de Tenerife. Publicaciones del Museo Arqueológico. Tenerife.
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[1] Anchieta y Alarcón J. Apuntes: “Guanches”. Manuscrito. Fondo Ossuna. AHMLL.
[2] Esta momia que vio Lope de Guerra, es la misma mostrada a Anchieta y Alarcón.
[3] Archivos del Museo Canario
[4] Actualmente estos boletines se encuentran en un estado totalmente lamentable para su lectura, debido a la “carcoma”.
[5] Esta momia se encuentra en el Museo de La Plata en Argentina. Sala XIX “Antropología Biológica” con la siguiente publicidad: Un ejemplar femenino momificado del grupo Guanche proveniente de las Islas Canarias, colocado en una cesta de fibras vegetales y envuelto en cuero es de especial interés, ya que sólo se han conservado unos pocos en el mundo con estas características.
[6] De Santa Cruz pasé a Tacoronte para visitar el antiguo Museo Casilda, que hoy pertenece al Sr. D. Carlos Lebrún. En él llama principalmente la atención el número de momias, muchas de ellas perfectamente conservadas… Chil y Naranjo G. (2004) Miscelánea. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 100
[7] Crónica arqueológica e Historia del Arte. Revista de Historia de Canarias XXXII 1968-69: 306. La Laguna.
[8] Este lugar de “Las Goteras”, podría referirse a la zona de La Punta del Hidalgo, ya que el descubrimiento de las cuevas de Las Goteras en Bajamar, fue realizado en 1933, y de ahí si proceder muchos de los cráneos que hay en esta colección. Aunque también se llaman Las Goteras el lugar de Araya donde se hallaron las momias de Candelaria.
[9] Libro de actas de fecha 23 de julio de 1923
[10] Estos fragmentos proceden principalmente de Hoya Brunco (La Guancha), las Cañadas del Teide y algunos del Sur de Tenerife.
Es a partir del siglo XVIII, cuando comenzamos a tener noticias del afán “coleccionista” de muchos de nuestros paisanos, probablemente influenciados por el expolio a los que nos tenían sometidos los viajeros ingleses, franceses y alemanes, principalmente.
El tener en “casa” una momia, esqueleto o cráneo de nuestros antepasados, para poder enseñar a los amigos visitantes, era una práctica común, principalmente entre la gente acomodada, que podía permitirse el lujo de comprar “objetos” pertenecientes a la cultura aborigen, como nos comenta Luís Diego Cuscoy: Este impulso inicial desató una fiebre por la rebusca de yacimientos en la que colaboraron, por un lado el erudito local y el médico, y por el otro el coleccionista. Tener en el gabinete de trabajo y en el despacho una momia o un cráneo, satisfacía en extremo, y si a esto se le añadía la posesión de un vaso o un objeto ornamental, tanto mejor. (Diego Cuscoy, 1953: 135-136)
A mediados de este siglo XVIII, tenemos noticias de un “coleccionista” el Teniente Coronel don Gabriel Román, el cual poseía una momia en su casa: …dicho D. Gabriel Román tiene en su casa, que dicho miércoles, ayer tarde a las sinco me dixo que biniera con él y yo lo bería y abiendo benido sacó de un caxón un cuerpo de un guanche mirlado, todo el aun entero, que ni una uña le falta, con todo su cabello negro, como que lo tenía corto y su montera de pellexa, el cuerpo para fuera; las manos abiertas, una ensima de otra, puestas sobre el enpeine, bueltas adentro; los dedos muy estirados y los de los pies también y como que abía sido atados uno con otro y divididos y así pies y manos. El cuero todo el aun en el cuerpo, sin faltarle nada y las carnes muy secas, ni más ni menos que las carnes de un hombre muy biexo, aunque estas mas pardas y secas[1]…
Se conservan aun algunas Cuevas llenas de cadáveres de Guanches. En 3 de En.º de 1770 vi uno en casa del Then.te Cor.1 D.n Gabriel Román, que estaba entero, i aun con su cabello i dientes[2].
Incluso las autoridades de la época, intentan organizar algún museo, con el fin de poder retener este “material” que estaba siendo expoliado hacia la península y el extranjero: En una región como las Canarias donde la arqueología se ha hecho sin la necesidad de escarbar el suelo, una colección de objetos guanches era una fácil tentación. En cierto momento, la curiosidad era tan viva que el mismo ayuntamiento, a pesar de su pobreza y de la falta de asesoramiento especializado, se dio cuenta de ello. Observó que todos querían momias, y hasta del extranjero, y que solo él no tenía ninguna; acordó por lo tanto mandar que le consigan “algunas momias, procurando que vengan de ambos sexos”. Si no las consiguió el ayuntamiento, las tuvieron algunos aficionados; el primero de ellos fue Megliorini, que tenía en 1821 una momia guanche en su colección que visitaban muchos viajeros y turistas extranjeros y en la que, además de objetos de historia natural, se podían ver muchos objetos del acostumbrado ajuar guanche. (Cioranescu, 1979: Vol. IV 222-223)
Este personaje al que alude Cioranescu, fue don Juan Megliorini y Espínola, capitán del regimiento de Ultonia, quien en las primeras décadas del siglo XIX, creó en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife, un museo de historia natural, ampliada con una importante colección de materiales antropológicos y objetos arqueológicos cuyo material principal se cree procedía de un panteón Real del pueblo de El Sauzal. A su muerte sobre 1837-1839, todas sus pertenencias se pusieron a la venta. Al parecer don Sebastián Pérez Yanes, hacendado de Tacoronte y más conocido por Sebastián Casilda, compró la mayoría de los objetos, consolidando lo que posteriormente sería el Gabinete o Museo de Tacoronte. (Fariña-Tejera, 1998: 17)
Este museo se incrementa con donaciones, algunas oficiales como las de las momias de Araya.
Sebastián Pérez Yanes, nombra heredero universal y albacea testamentario en 1865 a Don Diego Lebrun, a su muerte en 1868, se hicieron a la familia Lebrun varias ofertas de compra, como las de Manuel de Ossuna, en nombre del Instituto de Canarias, Chil y Naranjo en nombre del Museo Canario y más tarde lo intenta la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz para el Ayuntamiento de esa ciudad, sin llegarse nunca a un acuerdo.
El 20 de julio de 1889 sale para Buenos Aires la colección, destino La Plata: “He visto el Museo Casilda y es muy bueno…hay cinco momias, magníficas en la conservación, curiosísimas al extremo, pues el sistema de momificación es completamente diferente del Canario (Víctor Grau[3])
Para saber cual era el inventario de momias que existían en su época en el Museo Casilda de Tacoronte, hemos consultado: “Historia del Pueblo Guanche” T. II. (1994) Apéndice documental Nº 2. El Museo Casilda de Tacoronte: Una pérdida irreparable. de Juan Béthencourt Alfonso. En M. A. Fariña (ed.) Francisco Lemus editor. La Laguna: 519-565. “La Memoria Recuperada” (1998) de Manuel Fariña González y Antonio Tejera Gaspar. Edición de Caja Canarias. Tenerife. “Tenerife y sus seis satélites” (1995) de Olivia Stone Vol. 1: 493-499. Edición del Cabildo de Gran Canaria. Y del texto de Sainte-Marie, (Sainte-Marie, E. de: 1899. Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones existentes en el día 17 de agosto de 1887). En: Boletín de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. Año I, nº 8 y 9: 62-70[4].
Del inventario de Eugenio de Sainte-Marie: “Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones de Pintura, Escultura, Numismática, Cerámica, Etnografía, Antropología e Historia Natural, existentes en el día 17 de agosto de 1887, en cuya fecha pasó una comisión del Instituto Provincial, presidida por el Director, a visitar dicho museo con el fin de adquirirlo para el referido establecimiento”, hemos extraído la Sección Antropológica (Sala Cuarta): “Cuatro momias en bastante buen estado de conservación, de guanches, tales como se encontraron en sus cuevas de sepultura, envueltos en pellejas; descollando entre todos la de una reina, notable por la perfección de sus facciones que se pueden aún apreciar a pesar de los años transcurridos, lo abundante y sedoso de su cabellera, la completa blancura y limpieza de sus dientes y la sonrisa y la resignación que se nota en su semblante, pareciendo como se quiere escaparse de la mortaja que la sujeta.
Veinte y más fragmentos de guanches, cráneos, tibias, fémures, diseminados, más o menos desprovistos de sus tegumentos capilares” (…)
De la obra de Olivia Stone: “Una es de un hombre guanche, no muy bien conservada, de cinco pies y ocho pulgadas de largo. Otra está envuelta en cuero todavía, tal como la encontraron, rodeada y cosida con tiras de cuero de una pulgada de ancho, más o menos, con la funda de cuero atada en la parte alta de la cabeza como se haría con la boca de un saco. (...)”
“Otra momia, de una mujer, que, según dicen, se encontró a medio camino de la cima del Pico, tenía las piernas dobladas hacia atrás por las rodillas hasta tocar las caderas y, en esa posición, medía tres pies y cuatro pulgadas (...)”
“En total hay siete momias en Tacoronte (...)”
Del inventario realizado en 1884 por Juan Béthencourt Alfonso extraemos:
IV-7-1.- Esta momia está en la alhacena, como la anterior (está incompleta) que dicen haberlas encontrado en la Orotava. No es posible estudiar sus envolturas sin destrozarla por el estado en que se encuentra. Lo primero que llama la atención es que se la ve doblada por las rodillas, e inclinada las piernas (sic). El pie derecho está debajo del izquierdo, como se ve en algunos Stos. Cristos; y la mano izquierda está como tapando la derecha, como hacia la mitad de los muslos. La cabeza y cuerpo según se ve; la cabeza caída sobre el hombro izquierdo; y el eje del cuerpo como doblado lateralmente sobre el mismo lado.
Algunas de las correas con que le aseguran sus envolturas son del ancho de dos dedos.
La capucha que cubre la cabeza tiene seis envolturas; y una de ellas sale como la forma de un abanico abierto, por uno y otro lado, con lo más delgado buscando la parte inferior de la barba, donde se anuda; también tiene algunas correas circulares en derredor del cuello, como para ajustarle las pieles al pescuezo.
Los dedos de la mano están como ríspidos. Todo es de color de chocolate. El aspecto del semblante y el desarrollo orgánico hacen creer que es hombre.
IV-7-2.- Está como doblado por el espinazo hacia adelante; y la cabeza caída atrás y como sobre el hombro derecho. Fue encontrado en el Sur de Tenerife. Esta momia le envuelven pieles que indudablemente le fueron puestas hace muy poco tiem¬po, del cráneo le falta una gran parte por la parte posterior (occipital).
Es de cabello rubio, y la cara lampiña; pero debajo de la barba se observan pelos rubios tirando a negro o rojizo, son ralos y escasos.
Por el esquema anterior se observara que el nacimiento del cabello en la frente, es más bajo, como aproximándose al arco superciliar, en la mitad izquierda del fron¬tal que en la derecha; como si fuera un lunar.
El aspecto de mujer, por más que tenga algunos pelos de barba, bajo la barba. Lo demás desnudo. Casi toda la momia es artificial, por más que las partes esenciales del cuerpo pertenecen al mismo individuo. El ropaje y manufactura pertenece al arte.
IV-7-3.- Momia encontrada en el barranco de Badajoz (Güímar). Esta momia está completamente restaurada en sus envolturas; y no es posible estudiarla sin des-coserla. También se conoce que la mano del restaurador alcanzó algo el interior. Está tendida (sic) y que se ve de costado.
IV-7-4.- Esta momia que dice haberse encontrado en la Isleta (de Canaria), la creo completamente restaurada. Está cubierta o mejor envuelta en pieles, pero no sé si como está hoy estaría anteriormente. No ofrece ninguna garantía; si bien puede afirmarse en absoluto que las pieles, cráneo, etc., pertenecieron a los primitivos mo¬radores de las islas Canarias. ¿Pero las pieles, son verdaderamente de la Isleta? Por el aspecto de la cara y oreja, etc., es de mujer.[5]
Aparte habla de que había una “pierna forrada con piel y con correas liadas y una calavera con parte del cuero cabelludo con cabello, color rojizo, parece de mujer”
Grabados rupestres procedentes de Belmaco [La Palma], vasijas y gánigos de barro y madera, pintaderas de Gran Canaria, añepas, cuerdas y tejidos, etc.
Béthencourt Alfonso habla de 4 momias, el Vizconde de San Javier de 6, Sainte-Marie de 4, Olivia Stone de 7, Chil y Naranjo[6] de 10 y Víctor Grau Bassas de solo cinco que llegaron a la Argentina. El dilema es preguntarnos realmente ¿Cuántas momias había en el Museo Casilda? Si nos llevamos por la declaración de Grau Bassas, alguna pudo haber sido vendida para alguna colección particular o extranjera antes de su partida para La Plata.
Según carta que se encuentra en el archivo del Museo Canario, las cinco momias fueron adquiridas por Fernando Cerdeña, pasando luego a don Luís Cerrano y posiblemente una de ellas (La que se encuentra en el Museo de La Plata) a don Ramón Rabanaque, cuyos herederos la donan al Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Hubo otros “gabinetes” hasta hoy desconocidos como el que nos relata el doctor don Mariano Nougués Secall, y que según parece estaba en La Orotava: Sería interminable si quisiese referir aquí todo lo que examinaron mis ojos: pero no debo pasar en olvido el gabinete de antigüedades guanchinescas y de mineralogía de D. Antonio de Lugo y Viña. Además de unos cráneos, uno de los cuales conserva todavía el pelo, tiene varios trozos de momias, anzuelos de los que usaban los guanches para pescar: algunos de ellos son de concha anacarada… (Nougues Secall, 1858: 146)
Otro de los primeros museo que se fundó en Tenerife, fue el llamado Museo Villa Benítez, creado por Don Anselmo J. Benítez en 1874, propietario de la imprenta Benítez, cuya colección pasó al Museo Arqueológico de Santa Cruz: En la colección de Villa Benítez, en Santa Cruz, existen varios restos de momias descubiertos en las proximidades de Anaga, en el Norte de Tenerife. Esas muestras incluyen cráneos, pies y brazos y, en algunos casos, el cabello que es oscuro, aún se adhiere a la calavera. En esta colección se conserva también una momia de un varón de corta estatura envuelta en pieles de cabra muy bien cosidas, y que se localizó en la montaña de Taco, cerca de Santa Cruz. (Hooton, 2005: 80-81)
El siguiente sería el Gabinete Científico fundado por Don Juan Béthencourt Alfonso en septiembre de 1877 en Santa Cruz de Tenerife. El Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife, tenían entre otros como objetivos el estudio de la Historia natural y especialmente el del Archipiélago Canario, dedica importancia especial a la Antropología y Arqueología Prehistórica de Canarias. De esta labor, y fruto de la dirección de Béthencourt Alfonso fueron recogidos en Tenerife más de 500 cráneos, momias y distintos elementos de la cultura material aborigen como “Añepas” y “Banots”. Y gracias a su gestión se recogieron fondos donados entre otros por el Sr. Lebrun y Juan de la Puerta Canseco.
Nació como un anexo del Establecimiento de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife, su principal objetivo era: “El estudio de la ciencia natural, y especialmente el del Archipiélago Canario bajo ese punto de vista”.
Este museo tuvo su primer local en la Plaza de la Constitución Nº 9, pasando luego al claustro bajo el convento de San Pedro Alcántara (San Francisco) de acuerdo con el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Más tarde formó una sección del “Museo Municipal” en el claustro alto del citado convento. Y con muy interesante reglamento:
REGLAMENTO DEL GABINETE CIENTIFICO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE, publicado en 1878 en la imprenta de Manuel Álvarez, de la calle S. Lorenzo 20 en Santa Cruz, que con respecto a la parte arqueológica dice:
ANTROPOLOGIA Y ARQUEOLOGIA PREHISTÓRICAS DE CANARIAS
• Remitir momias, esqueletos, cráneos, huesos, etc. de las antiguas razas de estas islas, expresando si es posible, del modo más detallado el lugar y condiciones en que hayan sido encontrados.
• Remitir así mismo, y con iguales relaciones, todos aquellos instrumentos, armas y útiles que den indicios de haber sido de uso de los guanches, como anzuelos, bastones, palos, lanzas, piedras de molino, gánigos, cuentas de collares, pieles, lesnas, restos de vestidos, de alimentos, de bálsamo etc. etc.
• Dar relación detallada de las cavernas y restos de construcciones del tiempo de los guanches, de las que hicieron viviendas, y de las que destinaron a sepultura, así como de aquellas de que exista tradición de que sirvieron de palacio, o tuvieron algún otro uso particular o notable. En las investigaciones que al efecto se hagan, debe procurarse descubrir si hay alguna inscripción, en cuyo caso se agradecerá la remisión de las mismas, o si esto no es posible, un dibujo de ellas.
A su fallecimiento una parte pasó a la llamada “Institución de don Bernardo Rodríguez” y la otra pasaría a formar parte del Museo Antropológico y de Historia Natural de Santa Cruz de Tenerife, fundado el 31 de diciembre de 1902.
Hay que destacar el material que poseía este Gabinete, principalmente reunidos por sus “corresponsales”, entre los que hay que destacar a don Ramón Gómez del Puerto de la Cruz, que donó 120 cráneos, llegando el gabinete ha poseer hasta 551 cráneos, 44 molinos, vasijas, anzuelos, 18 lanzas y bastones, una momia entera y otra media, etc.
El 2 de septiembre de 1879 se funda el Museo Canario. Será el Dr. Chil y Naranjo, desde su formación médica quien aporta nuevas conclusiones en especial en el estudio de las momias canarias, para las que niega como técnica de momificación la evisceración y extracción del cerebro, así como extracción de sustancias conservantes a través de los orificios naturales. Sin embargo su aportación más notoria fue la creación del Museo Canario de Las Palmas: “En la Casa de Colón, se encuentra el magnífico Museo Canario en cuyas dos salas de antropología se exhiben los restos, admirablemente conservados en muchos casos, de la población aborigen del Archipiélago. Cráneos, pelvis, tibias, esqueletos completos y momias completas, momias en su característica envoltura típica de los enterramientos en gruta, esto es, capas de piel de cabra y tejidos de junco, para ejemplares demostrativos de la fuerte contextura corporal de los primitivos habitantes del Archipiélago, constituyendo la colección ósea más completa del mundo entero de restos de una raza desaparecida que creían en la inmortalidad y eran maestros en la conservación o momificación de los cuerpos”. (Pando Villarroya, 1984)
Entre las colecciones que conserva merecen ser destacados los recipientes cerámicos por su variada tipología y belleza decorativa; los ídolos, con una amplia representación para Gran Canaria; y las llamadas pintaderas, de las que se dispone de más de 200 piezas. Completan el fondo, piezas de industria lítica y ósea, tejidos en pieles y fibras vegetales, material malacológico, restos de fauna y productos vegetales, etc.
Es muy importante las donaciones que recibe el Museo Canario, como la colección perteneciente al Conde de la Vega Grande, don Fernando del Castillo Westerling, que antes de su muerte, hizo el encargo a sus hijos de entregar al Museo Canario, cuantos objetos coleccionaba y guardaba relativos a los primitivos habitantes de Gran Canaria, principalmente encontrados en las zonas de Arguineguin, Mogán y Guayadeque.
Entre los objetos antropológicos y arqueólogos donados destacamos:
1. Una momia completa, con sus correspondientes envolturas de pieles.
2. Un esqueleto incompleto conservando algunas partes blandas momificadas.
3. Fragmento esquelético con partes blandas semi-momificadas. El cráneo está completo y unido a la columna vertebral. Conserva también algunas costillas y un pedazo de miembro toráxico.
4. Varios huesos sueltos y algunos fragmentos momificados.
5. Varios tejidos de junco
6. Una pierna de calzón o pantalón
7. Cincuenta vasijas
8. Una pintadera de barro
9. Una cabeza y dos fragmentos de ídolos de barro
10. Cabellos en que se observan cuatro matices: negro, castaño oscuro, castaño claro y rubio. (El Museo Canario Nº 130, 1901)
En el Museo Arqueológico del Puerto de La Cruz, se conservan varias momias, no expuestas al público y que en su momento fueron estudiadas por la Dra. Ilse Schnidetzky. (Diego Cuscoy, 1960: 57-70) Asimismo una de las mejores colecciones de cerámica aborigen, procedente principalmente de las Cañadas del Teide, así como el ídolo, denominado Guatimac y que pertenecía a don Ramón Gómez.
Una de estas momias pudiera ser la que vio Béthencourt Alfonso en el Museo del farmacéutico D. Ramón Gómez del Puerto de La Cruz: “Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas”. (Béthencourt Alfonso, 1994: 487) Museo que también fue visitado por Hooton en 1915: En el Puerto de la Cruz, el Sr. Ramón Gómez, ha reunido varias antigüedades guanches, entre las que se encuentra una momia muy mal conservada, aunque no tuve la oportunidad de observarla de cerca”. (Hootton, 2005: 80-81)
Manuel de Ossuna y Van Den Heede también tiene en su casa su colección guanchinesca: “Aprovechamos la ocasión de aludir a Museos de Antigüedades, para ver de tranquilizar, con relación con el de la Casa de Ossuna en La Laguna, a cierto corresponsal de prensa que no duerme hace tiempo preocupado por ciertos restos antropológicos que cree deberían figurar en él…
La Casa Ossuna, cuando pasó al Patronato y a cargo del Ayuntamiento de la ciudad, estaba lleno de materiales muy variados, entre ellos destacadamente, polvo, mugre y residuos de todo orden…una momia en descomposición y cantidad de huesos sin procedencia, resultaban incompatibles con los fines del archivo y biblioteca…y se optó por pasarlos al Museo Arqueológico de Tenerife, bajo inventario y depósito”[7].
El Instituto de Canarias de La Laguna crea igualmente su Museo: También completan esta magnífica colección gran número de restos humanos, procedentes de la raza guanche, y curiosas armas y utensilios encontrados las cuevas que sirvieran de albergue a los individuos de las mismas. (La Región Canaria: 31 de octubre de 1899)
En el antiguo Instituto de Canarias, hoy Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, hay en su Museo de Historia Natural, varias vasijas de barro, cráneos y otros materiales aborígenes, una momia:
…”una momia de guanche maltratada”, un pie y una mano igualmente momificados, una flecha, “una especie de espada de hueso hecha pedazos”, un hacha de madera y piedra, una piedra de molino y “una olla de los guanches”. Creemos que la momia, que en el inventario de 1861 se describe como “incompleta y mal conservada”, es la misma citada por Berthelot; la misma que hoy se guarda en el Instituto y que, por haberla asociado a un cráneo y a unas cuentas de collar encontradas en el barranco de Agua de Dios (Tegueste) en la última década del siglo XIX, ha sido considerada como procedente de este lugar y descubierta en esta fecha. Hasta hace muy poco se encontraba aún rodeada de algunos de estos utensilios mencionados en la relación de 1847. La momia, al parecer bien conservada-pese a su mutilación-y en posición poco habitual, es una de las más interesantes piezas con que cuenta el Museo del Instituto. (Fajardo Espínola, 1995: 131-132)
Sebastián Jiménez Sánchez, nos describe esta momia y nos da otra versión sobre su origen:
“En una de las salitas de Historia Natural del Instituto Nacional de Enseñanza Media de la ciudad de La Laguna, se exhibe muy bien conservada, una interesante momia, al parecer de mujer, envuelta desde el cuello a la rodilla en dos capas de pieles adobadas y cosidas admirablemente. La disposición de la momia no es horizontal; presentase con las extremidades abdominales un tanto encogida. Fue hallada en una cueva cementerio del pago de Bajamar, donde llaman Las Goteras o La Laja en 1881”[8]. (Jiménez Sánchez, 1941: 265)
Hay otra versión sobre esta momia y que podría ser la llamada momia 1 de las encontradas en Araya de Candelaria, no solo por su descripción:
Adulto, masculino, sin cabeza, carece de brazos, pierna derecha completa con uñas del pie bien conservadas, y pierna izquierda en que faltan los dedos y el metatarso.
Sino incluso por el siguiente informe:
Por oficio del nuevo Director General de Instrucción Pública, Carlos M.ª Coronado al Director del Museo Arqueológico Nacional de 23 de marzo de 1868, probablemente la mo¬mia 1, pues carece de la cabeza, fue entregada al Gabinete de Historia Natural del Instituto de Canarias… (Melo Dait, 2005)
La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, posee una colección de huesos y otros objetos aborígenes: El 13 de junio de 1923, el socio don José Gutiérrez Penedo hace donación del siguiente material[9]:
1. Un cráneo completo
2. 2 medios cráneos
3. 1 frontal
4. 2 trozos de parietal enlazados
5. 5 pedazos de huesos de cráneo
6. 4 huesos
7. 1 trozo de mandíbula inferior
8. 1 trozo de hueso sacro
9. 1 hueso pequeño
10. 13 tibias
11. 7 peronés
12. 1 trozo de mandíbula con dos muelas
13. 1 trozo de mandíbula con una muela y dos dientes
14. 5 pedazos de cacerolas de barro
15. 1 cuchara del mismo material
16. 3 trozos de cuerda
17. 15 concheros de lapa
18. 1 trozo de concha
19. 4 caracolas
20. 40 cuentas de collar
21. 1 asa de jarra de barro
22. 3 trozos de madera
23. 2 trozos de tubo de barro
24. 38 trozos de basalto, cantos rodados y otras piedras
Además existe un gánigo procedente de la isla de La Palma, junto con otros tres trozos pequeños procedentes de otros gánigos, donados por don Diego Jiménez de Cisneros. Una pieza esférica procedente del Puerto de La Cruz, donación de don Esteban Díaz. Un trozo de piel de traje aborigen y un rosario de cuentas de collar donados por don Mateo Alonso del Castillo.
El Museo Arqueológico de Tenerife posee una de las colecciones de momias más ricas y mejor conservadas. Atendiéndose no tanto a su número como al hecho de pertenecer a una misma cultura, la colección de momias de los aborígenes de la isla de Tenerife, los guanches, se puede considerar una de las más valiosas del mundo. (González Antón, et alií, 1990: 137-138)
El Museo Arqueológico de Tenerife, se inaugura en 1958 con fondos procedentes del Museo Municipal (Sección de Arqueología y Antropología), de la Comisaría Provincial de Excavaciones Arqueológicas, del "Gabinete Científico" y de las adquisiciones de pequeñas colecciones como las del extinguido Museo Villa Benítez, Vallabriga y Casa Ossuna, además de aportaciones de particulares. Así mismo Luís Diego Cuscoy, primer Director del Museo Arqueológico de Tenerife y Comisario Provincial, integra todos los materiales arqueológicos y restos humanos de la prehistoria de Tenerife en una única colección.
En los años 80, el Museo ve incrementado sus fondos con las donaciones procedentes las colecciones de Mazuelas, Massanet, Santiago Melián, Santiago de la Rosa y Hermógenes Afonso (Hupalupa), formadas principalmente por material cerámico y otros útiles aborígenes.
Actualmente se conservan unas 13 momias completas, así como unos 170 restos momificados y unos 200 fragmentos de envolturas de momias (tiras de piel, envolturas mortuorias, etc.[10]). Todos ellos perfectamente estudiados y catalogados. Algunas de las momias así como restos se encuentran expuestas al público. Destacando las colecciones de gánigos, cuentas de collar, banots y añepas, etc.
El Museo Etnográfico y Centro Alfarero "Cha Domitila" de Arguayo (Santiago del Teide), posee una vitrina con varios cráneos y material cerámico, procedente de la zona del Valle de Santiago.
ARCHIVOS, FONDO DOCUMENTAL Y BIBLIOGRÁFICO CONSULTADOS
Archivo Histórico Municipal de La Laguna. Fondo Ossuna. La Laguna. AHMLL
---Fondo Ossuna: Anchieta y Alarcón J. Apuntes: “Guanches”. Manuscrito. Anchieta y otras cosas. Caja 9. (0-9-3). fol. 26r-29r.
Archivos del Museo Canario. Las Palmas.
Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
Instituto de Estúdios Canários. La Laguna
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. La Laguna. RSEAPT
---Verdugo Bartlett, M. Inventario de enseres, objetos y valores pertenecientes a la R.S.E. de Amigos del País de Tenerife, con una nota del nº de volúmenes de su biblioteca y contenido de legajos existentes en su local social (Sala Baja del Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad de La Laguna) cedida por dicha corporación en sesión del 18-11-1903. pp. 16. Manuscrito.
---Libro de Actas.
BETHENCOURT ALFONSO J. (1912/1991) Historia del Pueblo Guanche I. Su origen, caracteres etnológicos, históricos y lingüísticos. En M. A. Fariña (ed.). Francisco Lemus editor. La Laguna.
--- (1912/1994) Historia del Pueblo Guanche II. Etnografía y Organización socio-política. En M. A. Fariña (ed.). Francisco Lemus editor. La Laguna.
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--- (2004) Miscelánea. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Las Palmas.
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--- (1960): Trabajos en torno a la cueva sepulcral de Roque Blanco. S/C de Tenerife. Publicaciones del Museo Arqueológico. Tenerife.
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--- (2005) Los antiguos habitantes de las Islas Canarias. Ediciones Idea. Santa Cruz de Tenerife.
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[1] Anchieta y Alarcón J. Apuntes: “Guanches”. Manuscrito. Fondo Ossuna. AHMLL.
[2] Esta momia que vio Lope de Guerra, es la misma mostrada a Anchieta y Alarcón.
[3] Archivos del Museo Canario
[4] Actualmente estos boletines se encuentran en un estado totalmente lamentable para su lectura, debido a la “carcoma”.
[5] Esta momia se encuentra en el Museo de La Plata en Argentina. Sala XIX “Antropología Biológica” con la siguiente publicidad: Un ejemplar femenino momificado del grupo Guanche proveniente de las Islas Canarias, colocado en una cesta de fibras vegetales y envuelto en cuero es de especial interés, ya que sólo se han conservado unos pocos en el mundo con estas características.
[6] De Santa Cruz pasé a Tacoronte para visitar el antiguo Museo Casilda, que hoy pertenece al Sr. D. Carlos Lebrún. En él llama principalmente la atención el número de momias, muchas de ellas perfectamente conservadas… Chil y Naranjo G. (2004) Miscelánea. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 100
[7] Crónica arqueológica e Historia del Arte. Revista de Historia de Canarias XXXII 1968-69: 306. La Laguna.
[8] Este lugar de “Las Goteras”, podría referirse a la zona de La Punta del Hidalgo, ya que el descubrimiento de las cuevas de Las Goteras en Bajamar, fue realizado en 1933, y de ahí si proceder muchos de los cráneos que hay en esta colección. Aunque también se llaman Las Goteras el lugar de Araya donde se hallaron las momias de Candelaria.
[9] Libro de actas de fecha 23 de julio de 1923
[10] Estos fragmentos proceden principalmente de Hoya Brunco (La Guancha), las Cañadas del Teide y algunos del Sur de Tenerife.
DOCUMENTOS, EXPOLIO Y DESTRUCCION DE MOMIAS CANARIAS EN LOS SIGLOS XVIII, XIX Y XX
Raúl E. Melo Dait
Las cuevas de enterramiento han sido ampliamente reutilizadas desde la época de la conquista por agricultores y principalmente por los pastores, ya sea para guardar útiles de labranza o simplemente el ganado, aunque muchas fueron convertidas en viviendas provisionales, con la consiguiente adaptación de su interior y entorno, al fin propuesto. Aparte que han constituido una fuente de aprovechamiento de abono para los campos de cultivo, e incluso de ingresos monetarios obtenidos de investigadores y coleccionistas que demandaban las piezas que guardaban su interior. Deformando para futuros estudios, ya sea las posiciones y orientaciones originales de los cadáveres o el ajuar con que fueron sepultados, y aunque en la mayoría de los yacimientos, existía un ajuar que acompañaba al cadáver, con raras excepciones, muchas veces desaparecido debido al expolio en que fueron sometidos.
Para Canarias las prácticas de embalsamamiento están recogidas por todos los cronistas y fuentes posteriores (Espinosa, Escudero, Abreu Galindo, etc.). Una vez producida la muerte, lavaban al difunto, le abrían el vientre extrayéndole las vísceras. Llenaban el cuerpo con arena, corteza de pino y distintas ramas, cosiéndolo luego con cuidado. Untaban el cuerpo con manteca y lo secaban al sol durante quince días. Lo vestían con sus tamarcos y después de cubrirlos con pieles lo sujetaban con correas de cuero. Los cronistas hablan de un “grupo” de embalsamadores.
Cuando el difunto era un varón, eran los hombres los encargados de estas prácticas. Y si mujer, mujeres.
La momificación es el procedimiento de conservar el cuerpo de la forma más parecida posible a como fue en vida y, por tanto se opone a los otros sistemas de tratamiento del cadáver que, al fin y a la postre, lo que buscan es la destrucción del mismo.
La momificación puede ser de dos grandes tipos: espontánea o natural, producida por un proceso de deshidratación o desecación del cuerpo en condiciones ambientales de baja humedad y normalmente de alta temperatura; y antropogénica o artificial, es decir provocada por el hombre. (Rodríguez Martín-González Antón, 1994: 117)
Con referencia a las etnias que habitaban Tenerife y Gran Canaria, la primera cuestión que salta a la vista implica al ritual de la momificación y puede resumirse como sigue:
1. En Tenerife: El mayor número de momificados y sepultados en cuevas, pertenecen al tipo mediterranoide.
2. En Gran Canaria: Se invierte la relación. Los mediterranoides se entierran, casi siempre, en túmulos y no se momifican. Los cro-mañoides, refugiados en el interior y barrancos del Levante y del Sur, prefieren las cuevas y practican la momificación. (Martín de Guzmán, 1984: 491)
El enterramiento en cueva es el único que se conoce en Tenerife y las destinadas a albergar los cadáveres no responden a una tipología determinada, porque se trata de cuevas naturales. Sólo se elige en función del tamaño cuando se trata de realizar un enterramiento individual o colectivo. Los cadáveres se colocan en posición decúbito supino; de manera excepcional se conoce algún ejemplo en decúbito lateral flexionado hallado en Tacoronte en el siglo XIX y otro en la cueva de Chabaso, en lgueste de Cande¬laria en el siglo XX. En todos existe la idea de separar el cuerpo de la tierra para no contaminar el cadáver con el piso, diferenciando así los dos ámbitos de lo sagrado y lo profano, por lo que los cadáveres se hallan colocados sobre un suelo enlosado de lajas o sobre ramas, yerbas, trozos de madera e incluso sobre tablones de tea o de sa¬bina. Estas parihuelas se conocen con el nombre de Chajascos. Además el recinto funerario se aísla cerrando la entrada de la cueva por una pared de piedras.
Los cadáveres se colocan en el centro de la cueva, como en los laterales, hasta llegar a ocuparla toda cuando se trata de un enterramiento colectivo. La orientación de los inhumados no es constante, no respondiendo a ningún ritual.
Después de acaecida la muerte, el cadáver se sometía a un proceso de conservación conocido como mirlado, aunque de for¬ma genérica se ha popularizado como momificación, término que ha contribuido a confusiones de tipo cultural, cronológico e inclu¬so de orígenes, al utilizarlo como argumento aislado para estable¬cer semejanzas con otras culturas, como la egipcia, al creer que el tratamiento post mortem de los guanches pudiera compararse con las viejas culturas nilóticas. Por otra parte, el mirlado no fue de uso general entre la población, al ser muchos los cadáveres no sometidos a este tratamiento. Entre los cadáveres mirlados, asi¬mismo, parece existir una cierta gradación en la práctica funera¬ria, ya que en las cuevas con enterramientos colectivos se han di¬ferenciado cuerpos no mirlados (momificados), otros de momifi¬cación imperfecta y aquéllos que conservan su integridad corpo¬ral, según ha puesto de manifiesto L. Diego Cuscoy: 1976. Es posible, asimismo, que sea como resultado de una sociedad en la que existe una diferenciación social basada en la posesión de mayor o menor número de ganado. (A. Tejera, A. González, 1987).
La extracción de vísceras, que es uno de los aspectos distinti¬vos de la momificación egipcia, no está suficientemente compro¬bada, aunque conocemos algún documento que relata cómo al Mencey, seguramente como distintivo de su dignidad, se le hacía extraer las vísceras.
Schwidetzky (1963) sostiene que algunos de los cadáveres estu¬diados por ella, parecían haber sido sometidos a un tratamiento especial, como la importante momia del Museo Etnológico Nacio¬nal (Madrid), aunque estos aspectos no están suficientemente conocidos aún, a pesar de los análisis realizados sobre restos guanches. Por ello hemos de seguir haciendo uso de las fuentes literarias.
La diferenciación social establecida entre los guanches se re¬fleja, como hemos dicho, en el mundo funerario, por lo que algu¬nas cuevas, se supone que las mejores, estuvieron destinadas a los personajes principales, ya fueran Menceyes o Nobles que de¬pendían del mismo linaje. (Tejera, 2000: 54-55)
En los últimos estudios realizados sobre cinco momias, la extracción de las vísceras se ha constatado en ellas.
En los trabajos presentados durante el I Congreso Internacional de Estudios sobre Momias: Proyecto Cronos. Patrick Horne y Arthur Aufderheide del York County Hospital de Ontario (Canadá), en su ponencia: Examen de la momia guanche RED-1, en el estudio que se realizó en 1992 en el departamento de Etnología del Redpath Museum, de la McGill University de Montreal, se dieron los siguientes resultados: Parece evidente que ha habido un intento de momificación, pues el cuerpo no posee vísceras, que han sido sustituidas por grava volcánica, musgo, corteza de pino triturada, y otros materiales vegetales.
En los estudios realizados por Gloria Ortega Muñoz y Lázaro Sánchez-Pinto Pérez-Andréu del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife: Análisis de los materiales localizados en la cavidad abdominal de dos momias guanches, con respecto a la denominada Momia TEN-M-50, hallada en Guía de Isora comentaron en su ponencia en el congreso: Se encontró casi completa (le falta la mano derecha y los dedos de la izquierda) y carecía de vísceras. Y en la Momia TEN-M-3B, hallada en el Tablero, barranco de Jagua: Corresponde a un varón de 17-18 años que carece de extremidades inferiores y vísceras.
Y en los estudios realizados a las dos momias recuperadas de Necochea (Vide Infra), el conservador del Museo de Ciencias Naturales, Lázaro Sánchez-Pinto, observa que su composición no difiere de los materiales encontrados en otras momias. Así se detectó lapilli rojo, piedra pómez y tierra; vegetales (mocán, acículas de pino, fragmento de gramíneas, sangre de drago, etc.) y animales (grasa animal solidificada). El estudio sobre los métodos de tratamiento y preparación del cadáver, en ambas momias no permite confirmar la evisceración a pesar de que la momia NEC-1 carece de la parte abdominal que ha desaparecido casi en totalidad. Y la presencia en la momia NEC-2 de restos de diversos órganos internos viene a contradecir lo descrito por las fuentes.
En cuanto a la momificación de los cadáveres, en Gran Canaria, C. del Arco indica que «la momificación se practica entre la población cromañoide del interior, que utiliza las cuevas como lugares de enterramiento, no apareciendo con el tipo mediterráneo que utiliza los túmulos». En un trabajo reciente (Jiménez Gómez, C. del Arco, 1975-6:109), vie¬ne a decir que las remociones de los túmulos ha sido tal, que dificulta conocer el ritual funerario y el acondiciona¬miento de los cadáveres. Insistiendo en esto último, ha de tenerse en cuenta la «metodología» de estudio en el siglo XIX y en los primeros 50-60 años del XX, al des¬trozarse cientos de túmulos en la Isleta, Artenara, etc. Por otra parte, estos enterramientos que se hallan visibles han estado expuestos al pillaje, a las condiciones atmosfé¬ricas diversas y a la acción de los roedores, como lo su¬giere Schwidetzky al estudiar algunos huesos largos que aún presentaban restos momificados y en los que se apre¬ciaba la impronta de aquéllos. Por todo lo expuesto, seguimos creyendo que los enterrados en túmulos especialmente ricos se momificaron con mayor riqueza, si cabe, que los de las cuevas naturales. (González-Tejera, 1990: 194-195)
En la preparación del cadáver se establecía una clara diferencia entre los sexos, de tal forma que para
…conservar los cuerpos difuntos, había hombres para los varones, y mujeres para las hem¬bra… (Abreu Galindo, 1977: 162).
Estas funciones sobre el tratamiento de los cadáveres se hallan también diferenciadas entre los pueblos berberófo¬nos como los tuareg. Desconocemos cuál fue la condi¬ción social en la estructura de la población de estos hom¬bres y mujeres «diputados y señalados» para dichos me¬nesteres.
En Tenerife igualmente la práctica de la momifica¬ción es algo distintivo de sus costumbres funerarias, aun¬que no fue de uso general entre la población, ya que son muchos los ejemplos de cadáveres no momificados, exis¬tiendo incluso una cierta gradación en la práctica funera¬ria, ya que en cuevas de enterramientos colectivos parece existir una diferencia entre cuerpos no momificados, cuerpos de momificación imperfecta y los que conservan la integridad corporal (Diego Cuscoy, 1976: 233-270).
Nos encontramos asimismo ante un fenómeno de clara diferenciación económica y social, como corresponde a una Sociedad con distinciones entre sus componentes.
La extracción de vísceras, según las fuentes, se reser¬vaba sólo al Mencey como distintivo de su dignidad, por¬que ello permite una mejor conservación del cadáver, aunque como hemos visto (Vide Supra) esto no corresponde a la realidad, pues hay momias sin vísceras masculinas como femeninas.
Y tienen la costumbre de que, cuando muere un rey, le extraen las vísceras y las colocan una cesta hecha de hojas de palmera... y después lavan el cuerpo del rey y lo llenan de manteca. (Bonnet, [Diogo Gomes] 1940: 98).
No está del todo suficientemente probado este hecho, aunque como hemos visto para Gran Canaria, y según la opinión de Schwidetzky, estas prácticas se hicieron en algunos cadáveres. Falta un estudio profundo sobre todo el proce¬so de momificación y posterior conservación del muerto, pero mientras tanto, sólo podemos conocerlo según las referencias de las crónicas y los últimos estudios realizados.
LA MOMIFICACION SEGÚN LAS CRONICAS E HISTORIADORES
El tratamiento dado a los cadáveres, es muy repetitivo en casi todos los cronistas, aunque es Abreu Galindo el único autor que habla de extracción de vísceras en Gran Canaria, mientras que otros cronistas explican el proceso de momificación de forma más simple.
De forma general se ha planteado una dicotomía so¬cial en base a la existencia de momificados, pero creemos que en este sentido han de hacerse algunas consideracio¬nes. Los cadáveres momificados se encuentran igualmen¬te en las cuevas naturales funerarias. La diferencia cree¬mos que debe radicar más, en que existía un sistema de extracción de vísceras y otro sin ella. Este dato, señalado por Schwidetzky (1963: 21) de que el «vaciado de vís¬ceras se hizo muy pocas veces» sin extracción del cerebro en ningún caso, es destacado también por Bory de St. Vi¬cent y Chil y Naranjo quienes habían visto momias con aberturas en el abdomen cuidadosamente cosidas, y otras sin estas señales, lo que corrobora la afirmación de Abreu Galindo y, creemos explica mejor esta diferenciación que, asimismo se destaca en base a la diversa tipología fu¬neraria. De igual forma esta diferenciación puede estable¬cerse en la mayor o menor riqueza de envoltura en pie¬les, ya que los momificados en cuevas, generalmente se hallan envueltos en esteras de junco y con pocas pieles. (González-Tejera, 1990:194)
Los naturales desta isla, piadosos para con sus difuntos, tenían por costumbre que, cuando moría alguno dellos, llamaban ciertos hombres (si era varón el difunto) o mujeres (si era mujer) que tenían esto por oficio y desto vivían y se sustentaban, los cuales, tomando el cuerpo del difunto, después de lavado, echábanle por la boca ciertas confecciones hechas de manteca de ganado derretida, polvos de brezo y de piedra tosca, cáscara de pino y de otras no sé que yerbas, y embutíanle con esto cada día, poniéndolo al sol, cuando de un lado, cuando de otro, por espacio de quince días, hasta que quedaba seco y mirlado, que llamaban xaxo.
En este tiempo tenían lugar sus parientes que llorarle y plantearle, que otras obsequias no se usaban; al cabo del cual término, lo cosían o envolvían en un cuero de algunas reses de su ganado, que para este efecto tenían señaladas y guardadas, y así, por la señal y pinta de la piel se conocía después el cuerpo del difunto. Estos cueros los adobaban con mucha curiosidad gamuzados y los teñían con cáscaras de pino, y con mucha sutileza los cosían con correas del mismo cuero, que casi no parecía la costura. En estas pieles adoba¬das cosían y envolvían el cuerpo del difunto después de mir¬lado, poniéndole muchos cueros destos encima, y algunos ponían en ataúd de madera incorruptible, como es tea, hecho todo de una pieza, y cavado no sé con qué, a la forma del cuerpo: y desta suerte lo llevaban a alguna inaccesible cue¬va, puesta en algún risco sajado, donde nadie pudiese llegar, y allí lo ponían y dejaban, habiéndole hecho en esto el último beneficio y honra. Mas los hombres y mujeres que los mirla¬ban, que ya eran conocidos, no tenían trato ni conversación con persona alguna ni nadie osaba llegarse a ellos, porque los tenían por contaminados e inmundos; mas ellos y ellas te¬nian su trato y conversación y cuando ellas mirlaban alguna difunta, los maridos les traían la comida, y por el contrario, etc. (Espinosa, 1980: 44-45)
Y la manera de mirlar los cuerpos era que llevaban los cuerpos a una cueva y los tendían sobre lajas y les vaciaban los vientres, y cada día los lavaban dos veces con agua fría las partes débiles, sobacos, tras las orejas, las ingles, entre los dedos, las narices, cuello y pulso. Y, después de lavados, los untaban con manteca de ganado y echábanles carcoma de pino y de brezo y polvos que hacían de piedra pómez, porque no se dañasen (…) y con cueros de cabra o de ovejas sobados los envolvían y los liaban con correas muy luengas, y los ponían en las cuevas que tenían dedicadas para ello, cada uno para su entierro. (Abreu Galindo, 1977: 300)
Acostumbraban los canarios sepultar sus muertos de esta manera: Preparaban los cadáveres con yerbas y manteca al sol, para que, a modo de cosas aromáticas, se defendiesen lo más que fuese posible de la corrupción. Después los envolvían con muchas pieles preparadas para el mismo objeto, y los apoyaban a las paredes, al interior de las cuevas de los montes. (Torriani, 1978: 114)
…los guanches a fuerza de experimentos, y de repetidas observaciones, consiguieron descubrir el secreto de eternizarlos en cierto modo, y hacer sus saxos (…) y solo por tradición se sabe lo siguiente: Que después de haber extraído las entrañas, y lavado los cuerpos muchas veces con una lexia de pino seca al sol en tiempo del Estío, los ungían con manteca de oveja cocida con yerbas de olor, como espliego, salvia, etc. Hecha esta unción se dexaba desecar el cuerpo, y se repetía tantas veces, quantas se creía necesarias para que el cadáver quedara bien penetrado. Cuando éste estaba bien ligero, era una prueba clara que estaba bien preparado, y entonces le envolvían en pieles de cabra enjutas y al pelo, para menos costo… (Viera y Clavijo, 1776 I: 175-176)
A el difunto lavaban todo con agua caliente cosidas iervas, y con ellas lo estregaban abriámle el vientre por la parte derecha debajo de las costillas a modo de media luna sacaban todo lo de dentro, y por lo alto de la caveza sacaban los sesos y quitado todo hasta la lengua llenavan los huecos de mezcla de arena, cáscaras de pino molida y borujo de yoia o mocanes , y volvían a serle mui curiosamente; lo ungían con manteca, y ponían al sol de día, y de noche a el humo, y por quince días le lloraban haciendo exequias…(Marín De Cubas, 1986: 248)
Solamente otros había mirlados que no les faltaban cabellos ni dientes, encerrados dentros de cuebas, puestos en pie arrimados i otros sentados, i mujeres con niños a los pechos, todos mui enjutitos que casi se les conocían las faiciones con estar de muchísimos años. Y ai cuebas llenas destas osamentas que es admiración. (Morales Padrón, 1978: 387)
La momificación de los cadáveres entre la población aborigen de las Islas Canarias se usó como argumento para encontrar paralelismos con el antiguo Egipto; sin embargo los procedimientos de momificación no fueron idénticos, por cuanto el vaciado de vísceras se realizó en escasas ocasiones y el cerebro no se extrajo nunca, en contraste con aquélla.
LA CUEVA DEL BARRANCO DE HERQUES
Muchos cronistas e historiadores nos hablan de esta famosa cueva que aún hoy en día buscan muchos investigadores y que sería como encontrar el “Santo Grial” para los arqueólogos canarios, aunque para muchos “viejos” del lugar, su descubrimiento significaría el expolio y saqueo de parte no solo de su historia, sino de la profanación de sus antepasados.
Al tiempo que se escriben estas noticias se acaba de descubrir un panteón excelente, cuyo apreciable monumento derrama mucha luz sobre esta parte de nuestra historia antigua. La cueva, aunque de una entrada sumamente difícil, es en lo interior alta, capaz y acompañada de algunos nichos abiertos en la peña. Está en un cerro muy escarpado del barranco de Herques, entre Arico y Güímar, en el país de Abona, y tan llena de momias, que no se contaron menos de mil...A la verdad, yo no había admirado tanto hasta entonces aquel artificio con que estos isleños inmortalizaban sus cuerpos... Las mortajas o forros en que estaban arrollados desde pies a cabeza son unos pellejos de cabra cosidos con primor. Algunos cuerpos tienen hasta cinco o seis, puestos unos encima de otros. Háyanse los varones con los brazos extendidos sobre ambos muslos y las hembras con las manos juntas hacia el vientre. Aun la misma colocación que tienen los saxos en este cementerio es objeto digno de atención, porque están en camas y filas, sobre unos como andamio o catrecillos de madera todavía incorrupta, cuyo espectáculo no tiene nada de honroso. (Viera y Clavijo, 1776 I: 178)
Uno de los primeros que tuvo acceso a una de las grandes necrópolis guanches fue el médico inglés Thomas Nichols en 1652. En Güímar observó en una cueva de 300 a 400 cadáveres, y los guanches que lo acompañaban dijeron que en la isla existían al menos veinte cuevas como aquella... (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Veamos la descripción que de esta cueva nos da este médico:
…los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está esta exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero lo que causa más admiración es que todos los cuerpos están casi enteros. Se ve igualmente en los dos sexos los ojos (pero cerrados), los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales. El autor contó trescientos o cuatrocientos en diferentes cuevas, unos de pié otros echados sobre camas o tarimas de madera.
Un día que el autor había salido con su hurón a coger conejos, caza muy ejercitada en la isla de Tenerife, se perdió este animalejo en una madriguera sin que pudiesen reconocer sus huellas. Uno de los cazadores a quien pertenecía se empeñó en buscarlo entre las rocas y maleza: descubrió la entrada de una cueva de guanchas i entró; pero su temor se descubrió al instante por sus gritos redoblados. Había visto un cadáver de una grandeza extraordinaria, cuya cabeza reposaba en una piedra, los pies en otra y el cuerpo en una tarimilla de palo. El cazador se sosegó alguna cosa acordándose de lo que había oído decir, y de las ideas que tenía sobre las sepulturas de las guanchas, y cortó un buen pedazo de la piel que tenía el muerto sobre el pecho. El escritor de esta relación asegura que estaba más fina y suave que la de nuestros mejores guantes, y tan lejos de podrirse, que el cazador se sirvió de ella para varios usos por espacio de muchos años.
Estos cadáveres estaban tan ligeros como una paja: el autor que había visto algunos, cuya piel estaba ya descosida y destrozada, protexta que se distinguían perfectamente los nervios, tendones y aún los nervios y arterias que parecían otras tantas cuerdecillas. (Rumeu de Armas, 1999: 170)
...El barranco de Herques tiene su fama desde antiguo por localizarse en el mismo una cueva de enterramiento descubierta en el siglo XVII y que fue descrita por
Viera y Clavijo. Esta fama llega hasta nuestros días , incluso apareciendo señalizada en diversos mapas de la isla de Tenerife....ninguno de ellos nos expresa con exactitud la situación de la famosa cueva...la gente no sabe, no contesta y es que hoy la histórica gruta guanchinesca no existe, no se conoce, es un secreto guardado en el risco.
En el Escobonal se ignora lo que ocurrió con este yacimiento (el de 1770) y su localización exacta, aunque por la descripción de Viera, puede ser la conocida cueva de Las Calzadas en dicho barranco...Y nos preguntamos, ¿cómo es posible que la memoria colectiva de un pueblo, en poco más de dos siglos, haya olvidado tan espectacular descubrimiento?... (Rodríguez Delgado, 1994: 132-134)
Los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero, lo que causa más admiración, es que todos los cuerpos están casi esteros. Se ve igualmente en los de los dos sexos, los ojos (pero cerrados) los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales...Los Guanches cuentan que tenían más de veinte cuevas de sus reyes y grandes hombres, incógnitas aún entre ellos, excepto algunos viejos que eran los depositarios de un tan respetable secreto, y que no deberían jamás revelar... En Tenerife, muchas veces era colocado sobre una especie de andas o de pié y adosados a la pared, tal y como describen las fuentes etnohistóricas el panteón de los Menceyes, uno de los cuales fue descubierto en el siglo XVIII y perpetuado en un grabado. (William, 2000)
J. Álvarez Rixo (Puerto de la Cruz 1796-1883) en un cuaderno redactado por él entre 1845 y 1879 recoge información sobre un hallazgo en la comarca de Agache bajo el epígrafe “Otro hallazgo muy notable. El Escobonal (Tenerife)”.
El periódico titulado “Las Noticias” del seis de Agosto de 1876 que se publica en Santa Cruz de Tenerife, hallamos que en aquellos días se había descubierto en el pueblo de El Escobonal, jurisdicción de Güímar, una gran cueva de guanches, la cual yacía oculta bajo un terreno de la pertenencia de un tal Yánez, cuyo labrador al estarla sorribando se le escoletó la barra por dentro de una grieta, no quería perderla y al ahondar para sacarla, descubrió con admiración una caverna de cosa de cien metros de largo y diez de ancho, y en su medio una fuente de buena agua potable, que por razón de aquel lugar carecer de este indispensable elemento, fue muy interesante hallazgo. Había además, dos momias, y restos de otras, un molino, un zurrón con gofio de cebada que dicen estaba capaz de comerse, algunos haces o brazadas de leña de brezo y de retama. Tal vez algún curioso visitante había escrito más circunstanciada descripción. Sea como fuere, podemos numerar este como el décimo o duodécimo descubrimiento de restos de los guanches de Tenerife durante los setenta y seis años del corriente siglo XIX, y no dudamos que todavía ocurrirán más. (Cruz Jiménez-Tejera Gaspar, 1996)
EXPOLIO Y AFAN COLECCIONISTA
La primera noticia de momias guanches fuera de la isla es la del inglés Samuel Purchas, en 1616, quien observó dos en Londres. Un siglo después el francés Puysegur se llevó otras dos procedentes de un barranco de Arico a París.
Viera y Clavijo da noticias sobre este expolio:
En octubre de 1772 el señor Young comandante de un Vergatín inglés, sacó de Tenerife la momia de una guancha[1], que colocó en el Museo Británico. Con este motivo se habló de ella en los papeles públicos como de una gran maravilla. Celebróse la frescura, y buena conservación de las partes del cuerpo, aún las más menudas. Se hizo juicio de que podría ser el cadáver de una mujer muerta mil años há…[2]
En el Gabinete de Historia Natural del Jardín de París se ven dos momias de guanches. Llevolas de la isla de Tenerife en 1776 el Conde de Chastenet de Puysegur, oficial comandante de un buque de guerra, y fueron halladas en una cueva del lugar de Arico. (Viera y Clavijo, 1982: 172-176)
El coleccionismo de momias guanches, era una afición natural en este siglo, principalmente entre los viajeros y visitantes franceses e ingleses:
Mr. Golberry no escatimó esfuerzos para recopilar la información sobre el proceso que observaban los guanches para momificar los cadáveres de sus difuntos, describiendo una momia que había coleccionado y que él mismo había seleccionado entre un gran número de ellas, que aún existían en su tiempo en las cuevas sepulcrales de Tenerife.
…Blumenbach nos informa que él posee una momia, que aunque provista de toda su envoltura, solamente pesa siete libras y media… (William, 2000: 62-64)
Los guanches embalsamaban sus muertos; todos los días se descubren en la isla catacumbas abiertas por aquel pueblo. Todas las personas de la expedición se procuraron fragmentos de las momias que encierran. Mr. Broussonet tuvo la bondad de darme una entera. (Saint-Vincent, 1994: 81)
No obstante sería en el siglo XIX cuando el expolio de estos restos alcanzaría en las islas su cenit. En 1865 existían en el museo Antropológico Nacional de Madrid no menos de cinco momias de Tenerife. Pero, quizás el centro más beneficiado de aquella época con el envío de momias y huesos guanches y canarios fuera el Museo del Hombre de París, donde llegó ingente cantidad de material, llevado sobre todo por René Verneau. (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Viendo las varias centenas de cráneos y esqueletos que he traído de mis expediciones, nadie dudaría de los peligros que tuve que afrontar para conseguirlos. (Verneau, 1881: 226)
Pero no solo fuera del archipiélago irían a parar los productos del expolio. El siglo XVIII se caracterizó en esta tierra, con respecto al mundo aborigen, por su curiosidad hacia las momias, ya que estas evocaban una vida y un mundo lleno de perfecciones. Por ello, no es de extrañar que algunos canarios coleccionaran en sus casas esta clase de especimenes. (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Se conservan aun algunas cuevas llenas de cadáveres de guanches. En 3 de En.º de 1770 vi uno en casa del Then.te Cor.1 D.n Gabriel Román, que estaba entero, i aun con su cabello i dientes.
En los archivos del Museo Antropológico Nacional, hay varias cartas entre sus documentos, de R. Verneau, donde comunica el envío de restos aborígenes, una de ellas con fecha 23 de agosto de 1886 de Las Palmas de Gran Canaria; en ella habla del envío de dos cajones al Museo de Historia natural de Madrid:
…de los cuales uno contiene dieciséis cráneos del barranco de guayadeque…
Afirmaciones como esta, representan un ejemplo del expolio que existió en los siglo XVIII y XIX de investigadores (?) franceses e ingleses de la talla entre otros de: Verneau, Berthelot, etc., enviando gran cantidad de momias y calaveras a museos de toda Europa, en teoría para su estudio, pero, que nunca volvieron a su lugar de origen, como ejemplo tenemos las momias guanches en los museos de Paris, Londres, Munich, Canadá, etc., incluso por la desidia de las autoridades de la época, las que fueron a parar a La Plata en la Argentina.
A este respecto Antonio Rumeu de Armas hace un valioso comentario:
El número de cuevas sepulcrales existentes en Tenerife debió ser importante. Ahora bien, en el siglo XVIII se produjo una sistemática expoliación por partes de aventureros, eruditos y aficionados. Los museos y los Gabinetes Antropológicos de España y Europa reclamaron la posesión de ejemplares, que les fueron generosamente facilitados por vía oficial subrepticia. Pero, andando el tiempo, las momias fueron arrumbadas por carencia de interés o pérdida de la pertinente identificación. Todavía hoy se conservan algunas, ubicadas en las más extrañas galerías. (Rumeu de Armas, 1999: 169-178)
Por su parte Luís Diego Cuscoy se refiere a estas momias, ubicándolas unas en París y otra en la Real Biblioteca de Madrid:
Sabemos que de la región de Arico procedían dos momias que en el siglo XVII se exhibían en el Gabinete de Historia Natural de París y que del barranco de Herques eran las que en el mismo siglo se conservaban en la Real Biblioteca de Madrid.
En el archivo del museo de ciencias Naturales de Madrid figura un documento con el número 506, fechado el 24 de mayo de 1778. Con la referencia “Isla de León”. Se da cuenta de una carta de D. Vicente Tofiño de San Miguel a D, Pedro Dávila remitiéndole, con Joaquín Román, la momia que halló en Tenerife D. Luís Arquedas...le informa que, aunque ha padecido mucho durante el viaje por mar, donde la humedad y calor de la bodega del navío han alterado su conservación por ser el cadáver de los antiguos guanches hace apreciable “esta pieza de historia”.
…varia fue la suerte de las que se extrajeron del yacimiento funerario de Güímar.
Una, en perfecto estado de conservación, convenientemente embalada con lana, salió para la Corte, consignada a D. Francisco Machado. Un capitán de navío francés obtiene autorización para llevarse una momia a Francia. Otra es sacada por D. Lorenzo Vázquez Mondragón con destino “a España”. Finalmente D. Gabriel Román deposita otra momia en su casa.
Sabíamos que en 1772 un inglés capitán de navío, transportó a Inglaterra la momia que todavía hoy se conserva en el Laboratorio Duckworth, de Cambridge.(Diego Cuscoy, 1976: 233-270)
En una momia guanche conservada en Cambridge, se observan los dedos de los pies y de las manos envueltos por separado en tiras de cuero… (William, 2000: 67)
Los diferentes cráneos enviados al departamento de Antropología del Museo para satisfacer la petición del Sr. Quatrefages fueron once. La caja enviada contenía:
1.- Cráneo
2.- Otro cráneo con una gran herida cicatrizada
3.- Otro momificado en parte con las mandíbulas y las vértebras del cuello
4.- 2 piernas (de mujer quizás) momificadas
Estas piezas procedían del barranco Agua de Dios en Tegueste
5.- Un cráneo de un Túmulo de la Isleta, Gran Canaria
6.- Otro de la Cueva de los Huesos cerca de Tafira en Gran Canaria
7.- 2 fémures de la misma cueva
8 y 9.- 2 cráneos de una cueva de Guayadeque en Gran Canaria
10, 11 y 12.- 3 cráneos de una cueva de Los Letreros en El Hierro (Berthelot, 1980: 129)
…los cráneos de los esqueletos de los túmulos de la Isleta en Gran Canaria, de los que el departamento de antropología del Museo de París posee algunos especimenes que les hemos enviado, nos parece que presentan más hermosas proporciones que los de las momias sacadas de cuevas que parecen proceder de épocas más modernas. (Berthelot, 1980: 147-148)
Al mismo tiempo se remitió al Sr. Director de el Museo Etnológico Nacional 69 huesos limpios y varios trozos de pieles adobadas, utilizadas por los aborígenes para envolver las momias de sus difuntos. (Jiménez Sánchez, 1940)
…no concluiremos esta interesante cuestión, sin presentar antes un extracto del informe que Mr. Dubreuil de Montpellier publicó sobre las momias que en 1802 llevó a Paris Mr. Broussonet… (Millares, 1997: 79)
El interés por la búsqueda y coleccionismo de restos arqueológicos en la isla de Tenerife, tuvo su cumbre desde principio del siglo XIX, como nos comenta Alejandro Cioranescu en su “Historia de Santa Cruz”:
En una región como las Canarias, donde la arqueología se ha hecho sin la necesidad de escarbar el suelo, una colección de objetos guanches era una fácil tentación. En cierto momento, la curiosidad era tan viva que el mismo ayuntamiento, a pesar de su pobreza y de la falta de asesoramiento especializado, se dio cuenta de ello. Observó que todos querían momias, y hasta del extranjero, y que solo él no tenía ninguna; acordó por lo tanto mandar que le consigan “algunas momias, procurando que vengan de ambos sexos”. Si no las consiguió el ayuntamiento, las tuvieron algunos aficionados; el primero de ellos fue Megliorini, que tenía en 1821 una momia guanche en su colección que visitaban muchos viajeros y turistas extranjeros y en la que, además de objetos de historia natural, se podían ver muchos objetos del acostumbrado ajuar guanche. (Cioranescu, 1979: Vol. IV 222-223)
La primera mitad del siglo XIX fue una época no solo científicamente estéril, sino más bien funesta para la arqueología. La sociedad, embuida de la teoría rusoniana del buen salvaje, se lanzó a buscar sus restos con afán coleccionista, destrozando definitivamente lo que pudo ser rica fuente e interesante documento para la arqueología. (Pellicer, 1968: 292)
Mucho de este material se exhibe hoy en las salas del Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, y otra parte no menos valiosa, figura en los museos de Madrid, Paris, Londres, Viena, etc. (Jiménez Sánchez, 1864: 72)
Este expolio no solo ocurrió en las islas de Tenerife y Gran Canaria, sino que fue actividad habitual en todas las islas:
Los primeros trabajos arqueológicos llevados a cabo en la isla de La Gomera, datan del año 1945. Como las demás islas del archipiélago, La Gomera registró el paso de un grupo de hombres que en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX recorrieron sus barrancos, lomadas y degolladas en busca de vestigios de los aborígenes. La preocupación de estos hombres fue diversa y no siempre animada por un móvil científico, si exceptuamos a los antropólogos, que en verdad hicieron una labor meritoria, si bien con detrimento y merma del tesoro arqueológico de las islas.
Este impulso inicial desató una fiebre por la rebusca de yacimientos en la que colaboraron, por un lado, el erudito local y el médico, y por el otro el coleccionista. Tener en el gabinete de trabajo o en el despacho una momia o un cráneo, satisfacía en extremo, y si a esto se le añadía la posesión de un vaso o un objeto ornamental, tanto mejor. (Cuscoy, 1953: 135-136)
Con respecto al expolio de momias, procedentes del Museo Casilda de Tacoronte, les remito a la información bastante completa de las obras de Juan Béthencourt Alfonso: Historia del Pueblo Guanche y la de Fariña González y Tejera Gaspar: La Memoria Recuperada. Añadiendo solamente algunas informaciones adicionales:
Álvarez Rixo en el trabajo que comentaremos más adelante nos dice sobre este particular:
En los periódicos de Santa Cruz de Tenerife vimos anunciado el hallazgo de otra gruta de guanches con seis u ocho momias bien conservadas, paréceme que en el pago o Valle de Igueste, de cuyo descubrimiento tomó razones el Gobierno Civil que las hizo conducir a Santa Cruz para dar parte al gobierno supremo y saber que se habría de hacer con las tales momias: y como en España apenas se sabe lo que son las islas Canarias, mucho menos se sabe ni interesan sus momias, y parece que nada se resolvió, permaneciendo olvidadas con riesgo de irse deteriorando. Pasados algunos años, con el laudable objeto de que no acabasen de maltratarse, las pidió y obtuvo para conservarlas en su curioso gabinete de historia natural en Tacoronte D. Sebastián Casilda, en cuya resolución estuvo acertadísimo el Gobierno Civil de la Provincia[3]. (Tejera Gaspar, 1990: 121-136)
En el año 2004, se pudo recuperar por el Museo Arqueológico de Tenerife, dos momias guanches que se encontraban en Argentina[4]. Las Islas así recuperan una parte de su patrimonio que se creía perdido y que fue, como muchos otros registros prehistóricos, hurtado de la geografía insular. Según Antonio Tejera Gaspar: "como mínimo, 50 momias, pero probablemente más", fueron expoliadas a raíz del nacimiento del coleccionismo científico y de la fundación de los grandes museos de ciencias naturales, sobre todo en los siglos XVIII y XIX.
Estas dos momias que ha recuperado el Museo Arqueológico de Tenerife, estaban en Necochea, al sur de Buenos Aires. Éstas procedían del museo Casilda de Tacoronte, fundado por Sebastián Pérez Yanes en Tenerife en el siglo XIX, cuyos fondos fueron vendidos por los herederos tras el fallecimiento del fundador, en torno a 1890.
Es probable que la venta estuviera relacionada con el hecho de que Víctor Grau Bassas, que fuera secretario del Museo Canario, se hubiera establecido en Necochea, donde se convirtió en el primer secretario del Museo de La Plata.
Para saber cual era el inventario de momias que existían en su época en el Museo Casilda de Tacoronte, hemos consultado: Historia del Pueblo Guanche T. II. Apéndice documental Nº 2. El Museo Casilda de Tacoronte: Una pérdida irreparable. (1994) de Juan Béthencourt Alfonso. En M. A. Fariña (ed.) Francisco Lemus editor. La Laguna: 519-565. La Memoria Recuperada (1998) de Manuel Fariña González y Antonio Tejera Gaspar. Edición de Caja Canarias. Tenerife. Tenerife y sus seis satélites (1995) de Olivia Stone Vol. 1: 493-499. Edición del Cabildo de Gran Canaria. Y del texto de Sainte-Marie, (Sainte-Marie, E. de: 1899. Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones existentes en el día 17 de agosto de 1887). En: Boletín de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. Año I, nº 8 y 9: 62-70[5].
Del inventario de Eugenio de Sainte-Marie: Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones de Pintura, Escultura, Numismática, Cerámica, Etnografía, Antropología e Historia Natural, existentes en el día 17 de agosto de 1887, en cuya fecha pasó una comisión del Instituto Provincial, presidida por el Director, a visitar dicho museo con el fin de adquirirlo para el referido establecimiento, hemos extraído la Sección Antropológica (Sala Cuarta):
Cuatro momias en bastante buen estado de conservación, de guanches, tales como se encontraron en sus cuevas de sepultura, envueltos en pellejas; descollando entre todos la de una reina, notable por la perfección de sus facciones que se pueden aún apreciar a pesar de los años transcurridos, lo abundante y sedoso de su cabellera, la completa blancura y limpieza de sus dientes y la sonrisa y la resignación que se nota en su semblante, pareciendo como se quiere escaparse de la mortaja que la sujeta.
Veinte y más fragmentos de guanches, cráneos, tibias, fémures, diseminados, más o menos desprovistos de sus tegumentos capilares (…)
De la obra de Olivia Stone:
Una es de un hombre guanche, no muy bien conservada, de cinco pies y ocho pulgadas de largo. Otra está envuelta en cuero todavía, tal como la encontraron, rodeada y cosida con tiras de cuero de una pulgada de ancho, más o menos, con la funda de cuero atada en la parte alta de la cabeza como se haría con la boca de un saco. (...)
Otra momia, de una mujer, que, según dicen, se encontró a medio camino de la cima del Pico, tenía las piernas dobladas hacia atrás por las rodillas hasta tocar las caderas y, en esa posición, medía tres pies y cuatro pulgadas (...)
En total hay siete momias en Tacoronte (...)
Del inventario realizado en 1884 por Juan Béthencourt Alfonso extraemos:
IV-7-1.- Esta momia está en la alhacena, como la anterior (está incompleta) que dicen haberlas encontrado en la Orotava. No es posible estudiar sus envolturas sin destrozarla por el estado en que se encuentra. Lo primero que llama la atención es que se la ve doblada por las rodillas, e inclinada las piernas (sic). El pie derecho está debajo del izquierdo, como se ve en algunos Stos. Cristos; y la mano izquierda está como tapando la derecha, como hacia la mitad de los muslos. La cabeza y cuerpo según se ve; la cabeza caída sobre el hombro izquierdo; y el eje del cuerpo como doblado lateralmente sobre el mismo lado.
Algunas de las correas con que le aseguran sus envolturas son del ancho de dos dedos.
La capucha que cubre la cabeza tiene seis envolturas; y una de ellas sale como la forma de un abanico abierto, por uno y otro lado, con lo más delgado buscando la parte inferior de la barba, donde se anuda; también tiene algunas correas circulares en derredor del cuello, como para ajustarle las pieles al pescuezo.
Los dedos de la mano están como ríspidos. Todo es de color de chocolate. El aspecto del semblante y el desarrollo orgánico hacen creer que es hombre.
IV-7-2.- Está como doblado por el espinazo hacia adelante; y la cabeza caída atrás y como sobre el hombro derecho. Fue encontrado en el Sur de Tenerife. Esta momia le envuelven pieles que indudablemente le fueron puestas hace muy poco tiem¬po, del cráneo le falta una gran parte por la parte posterior (occipital).
Es de cabello rubio, y la cara lampiña; pero debajo de la barba se observan pelos rubios tirando a negro o rojizo, son ralos y escasos.
Por el esquema anterior se observara que el nacimiento del cabello en la frente, es más bajo, como aproximándose al arco superciliar, en la mitad izquierda del fron¬tal que en la derecha; como si fuera un lunar.
El aspecto de mujer, por más que tenga algunos pelos de barba, bajo la barba. Lo demás desnudo. Casi toda la momia es artificial, por más que las partes esenciales del cuerpo pertenecen al mismo individuo. El ropaje y manufactura pertenece al arte.
IV-7-3.- Momia encontrada en el barranco de Badajoz (Güímar). Esta momia está completamente restaurada en sus envolturas; y no es posible estudiarla sin des-coserla. También se conoce que la mano del restaurador alcanzó algo el interior. Está tendida (sic) y que se ve de costado.
IV-7-4.- Esta momia que dice haberse encontrado en la Isleta (de Canaria), la creo completamente restaurada. Está cubierta o mejor envuelta en pieles, pero no sé si como está hoy estaría anteriormente. No ofrece ninguna garantía; si bien puede afirmarse en absoluto que las pieles, cráneo, etc., pertenecieron a los primitivos mo¬radores de las islas Canarias. ¿Pero las pieles, son verdaderamente de la Isleta? Por el aspecto de la cara y oreja, etc., es de mujer.[6]
Béthencourt Alfonso habla de 4 momias, el Vizconde de San Javier de 6, Sainte-Marie de 4, Olivia Stone de 7, Chil y Naranjo[7] de 10 y Víctor Grau Bassas de solo cinco que llegaron a la Argentina. El dilema es preguntarnos realmente ¿Cuántas momias había en el Museo Casilda?. Si nos llevamos por la declaración de Grau Bassas, alguna pudo haber sido vendida para alguna colección particular o extranjera antes de su partida para La Plata. Si a la Argentina llegaron 5, dos se han recuperado de Necochea, una queda en el Museo de La Plata, nos quedan 2 por localizar e intentar recuperar por nuestras autoridades.
Una de las momias recuperadas nos la describe muy bien Berthelot:
“Al principio de este siglo, unos orchilleros descubrieron otra caverna situada en uno de los barrancos de la costa, entre los pueblos de Tacoronte y El Sauzal (...)
Entre las momias que se sacaron de la cueva de Tacoronte, se encontró una cuyo cuerpo había pertenecido a una vieja, y que había sido desecado en una posición acurrucada, las piernas dobladas sobre las rodillas como las momias Peruanas. La cabeza se hallaba cubierta de una capucha y parecía estar bastante bien conservada; los juanetes de la cara se hallaban muy salientes, la frente estrecha y arrugada, la nariz pequeña y la boca muy hendida”. (Berthelot, 1849: 130-131)
Esta momia se cree descubierta en el barranco de Guayonje en Tacoronte (Escribano-Mederos, 2003).
Hay una incógnita; ¿las 2 momias de Necochea, estaban entre las 5 que llegaron a la Argentina en 1889?, los periódicos de Argentina comentaron lo siguiente:
Las versiones más fidedignas hablan de que un profesional oriundo de Tres Arroyos (Provincia de Buenos Aires) las habría traído al país a principios del siglo pasado y, entre las décadas de 1920 y 1930, donado al establecimiento educativo. Lo cierto es que no existen actas, documentación ni registros patrimoniales al respecto[8].
En cambio, no se sabe a ciencia cierta cómo, cuándo ni por qué fueron a parar a Necochea, explicó la arqueóloga argentina Nora Flegenheimer, que junto al antropólogo y biólogo Ricardo Guichón ayudó a Ruth Rufino en su tarea.
Una de las teorías que se manejan apunta a que las momias fueron el pago a una deuda de juego que alguien tenía con un vecino de Necochea y que llegaron a la ciudad probablemente en la segunda década del siglo XX, señaló la especialista[9].
Si parece ser que las momias no llegaron a Necochea hasta principios del siglo XX, ¿Dónde se encontraban? En la obra Historia de las Islas Canarias Ilustrada sin fecha de edición, aunque se sabe por una ilustración que fue después de 1909 y de autor desconocido, aunque algunos atribuyen a su editor A. J. Benítez y otros a Miguel Maffiotte y La-Roche[10], las dos únicas fotos de momias guanches que aparecen son las hoy recuperadas de Necochea. Un misterio y una incógnita a resolver por los investigadores.
Si las momias de Araya se quedaron en Tenerife, ¿de donde procede la momia que se expone en el Museo Antropológico Nacional o momias según su publicidad y que se encontraba en la biblioteca de la Real Academia de la Historia? (Vide Infra)
Museo Nacional de Etnología
Alfonso XII, 68. Abierto de 10:00 a 19:30. Domingos de 10:00 a 14:00.
Lunes y festivos cierra.
Importante exposición de objetos pertenecientes a los cinco continentes. Destaca su colección de momias guanches
No debemos olvidar que la Ley de Patrimonio Histórico de Canarias (ley 4/1999, de 15 de marzo), en su artículo 62b dice:
Con la categoría de Bien Mueble: todas las momias fardos y mortajas funerarias pertenecientes a las poblaciones prehistóricas de las Islas Canarias, cualquiera sea su actual ubicación y estado de conservación…
DOCUMENTOS EN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Es en los archivos de la Real Academia de la Historia, donde encontramos la mayor documentación sobre el envío de momias y restos guanches a la península Ibérica:
En total hemos encontrado 27 expedientes, entre informes, borradores, oficios, copias, instancias, minutas, etc., formados por 103 folios. Destacaremos solamente los expedientes más significativos.
El primer expediente, de 1851, corresponde al envío por el correspondiente Fernando López de Lara, del contenido de una sustancia orgánica que se encontraba en una cerámica aborigen destruida, junto a cuentas de collar de arcilla y posibles momias cubiertas de pieles, en una cueva funeraria de Vilaflor.
Este expediente es importante porque se produce justo en 1851, el mismo año cuando la Real Academia de la Historia ha remitido una carta circular a todos los correspondientes en la que se envía los nuevos estatutos aprobados en 1850 y a la vez se trata de activar la red de correspondientes provinciales. (Mederos, 2001: 106)
1852/01/08, Signatura: CATF/9/7950/01(3)
Oficio en el que se comunica que se remite un fragmento de bálsamo que usaban los guanches al momificar procedente de Vilaflor que inicialmente estaba dentro de una vasija cerámica. En la misma cueva encontró destruidos restos de pieles de momias, fragmentos cerámicos y cuentas de arcilla.
1855/08/04, Signatura: CATF/9/7950/02(2)
Artículo de prensa sobre el hallazgo de restos momificados guanches de la Montaña de la Camellita (La Orotava, Tenerife). Incluye la mitad superior de un cuerpo humano, varias cabezas, un pie, una mano y pieles de momificación.
Noticia aparecida en el ECO DEL COMERCIO (Santa Cruz de Tenerife) con fecha 4 de agosto de 1855:
Destrucción de un enterramiento de guanches
Con sobrada previsión, pedía nuestro apreciable colega “El Ómnibus” al finalizar sus artículos sobre momias, que se prohibiese con severidad por los Sres. Alcaldes de los pueblos de estas islas a las personas incapaces de apreciar el mérito de las momias de nuestros antiguos aborígenes, que se entrometiesen en extraerlas de los raros enterramientos que aún deben quedar. Un hecho reciente ha venido a demostrar con cuanta razón pedía nuestro colega esa medida. Bastará el simple relato de ese suceso para que nuestros lectores deploren con nosotros la bárbara práctica de destruir esos antiguos y únicos monumentos de las costumbres de los primitivos insulares.
Escriben desde la villa de La Orotava lo siguiente:
En un día de la semana última llegó a esta villa, un tal Quintero, vecino de Vilaflor, y dio por noticia que el custodio del colmenar que se sitúa en la montaña denominada “la Camellita” cerca de la alta cumbre de Guajara, había subido a lo más escarpado del risco, con el intento de descubrir la guarida de un ave de rapiña que le había robado un cuero de conejo clavado en una colmena. Notó que el ave revoloteando, se posó a la entrada de una cueva y a poco penetró en ella. Seguro de cogerla allí, trepó hasta la gruta y al penetrar en su interior halló un completo panteón de momias perfectamente colocadas en camas de lanas, sobre largos palos de tea. El colmenero en ves de dar parte a quien pudiera utilizar este descubrimiento, se apresuró a sacar todas las momias para tener el bárbaro placer de despedazarlas, arrojándolas desde la altura del risco, hasta la llanura. Al saber de este acto de brutalidad se encargó al celador del Ayuntamiento de esta villa, que se trasladase a aquel punto, a fin de recoger los restos que aún fuesen de algún mérito, sin subir a la cumbre, porque el colmenero no le quiso enseñar el sendero, trajo de los restos que se hallaban al pie del risco, varias piezas separas de los cuerpos enteros, entre ellas:
1º.- Un pie en que aún se ve en la planta, el bálsamo de conservación, de color encarnado y parecido a tierra quemada; distinguiéndose muy bien las gotas secas y brillantes.
2º.- Una mano con un dedo perfecto hasta en la uña bien unida todavía.
3º.-Varias cabezas, algunas rubias y otras negro, y pedazos arrancados del cráneo en la caída del risco. La una tenía ceja completa y parte de la otra, las orejas de pequeña forma, y en el cráneo un agujero vuelto a cubrir con la piel original, por donde parece se introducía el bálsamo original.
4º.- Un medio cuerpo de hombre con sus costillas acabadas de romper. Conserva en su lugar parte de las entrañas, y la cabeza tiene los ojos completos, la dentadura ídem. Y la lengua en su sitio. Las patillas son negras y escasas, las cejas en buen estado y solo le falta la punta de la nariz.
5º.- Varios cueros sin pelo con delicadas costuras de correas iguales, algunas blancas, otras bronceadas, en los cuales estaban forrados los cuerpos.
6º.- Un pedazo de piel con pelo color de oro y manchas negras y pardas, hecho de varios trozos y unidos entre si por finas costuras formadas con hebras tan finas que parecen sedas torcidas de dos. El pelo de dicha piel está perfectamente conservado, sin que por más que se tire, se consiga arrancar ninguno. Las uniones están tan bien combinadas con el pelo que solo se puede conocer por el inverso. Esta piel servía de cubierta de un brazo que dicen conserva el colmenero y viene encanalada la piel siguiendo la forma de aquel miembro, que a nuestro entender debe hallarse en el mejor estado de conservación. A juzgar por el de la piel que le servía de envuelto, la cual está como acabada de adobar…
Por fuera de la cueva se encuentran los palos de tea en que descansaban los cadáveres. No han traído ninguno de ellos. Dicen solamente que son largos y de cuatro pulgadas de ancho. También existe mucha lana y varios tejidos, según asegura el que trajo los restos que hemos descrito. No sabemos lo que este hombre designará bajo el nombre de “tejidos o trapos” pues hasta ahora se creía que los guanches desconocían el telar, pero si tejían esteras de junco, palmas, etc.
Con todas estas noticias se animaron a ir a explorar el sitio del descubrimiento, varios señores de esta villa, entre ellos el Conde de Siete Fuente, D. Buenaventura Frías, D. Juan Cullen y D. Rafael Martín Neda. Esperamos completar estas observaciones cuando retornen los mencionados exploradores, pues llevaban la firme resolución de obligar al colmenero a que los guiase al panteón desvastado.
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1855/08/04, Signatura: CATF/9/7950/02(2)
Oficio en el que se comunica el envío de restos momificados guanches de la Montaña de la Camellita (La Orotava, Tenerife). Incluye la mitad superior de un cuerpo humano, un pie y pieles de momificación. Otros restos momificados fueron vendidos a extranjeros. También remite una maza de madera hallada en Tinajo (Lanzarote).
La momia fragmentada, pie y pieles serán enviados en 1857 por el correspondiente, Fernando López de Lara, a la Real Academia de la Historia donde se recibe el 8 de enero de 1858.
1858/02/01, Signatura: GA 1858/1(1)
Minuta de oficio en la que se le comunica la posible pérdida de un cajón con restos de momias procedente de Sta. Cruz de Tenerife que fue enviado a la Academia[11].
1858/04/05, Signatura: GA 1858/1(2)
Minuta de oficio en la que se le comunica la llegada del cajón con restos de momias halladas en las Islas Canarias y una maza de guerra de los aborígenes de la isla de Lanzarote.
1862/06/22, Signatura: CATF/9/7950/05(02)
Con motivo de la visita a Tenerife en 1859 del Archiduque Imperial Fernando Maximiliano, este se interesará en conseguir una momia guanche en buen estado. Un especialista en estos encargos, Diego Benítez de La Orotava (Tenerife), encargará a diversas personas la localización de una cueva con momias. Esto finalmente se logrará en mayo de 1862 cuando Martín Díaz, Salvador Hernández y Agustín Otazu hallaron 4 momias en una cueva del barranco de Araya (Candelaria, Tenerife), en terrenos propiedad de Silvestre de Torres.
Sin embargo, enterado el Alcalde de Candelaria del descubrimiento, informará al Gobernador Civil de la provincia de Canarias, ordenándose su traslado a Santa Cruz de Tenerife en cajas especiales con sumo cuidado. Las momias serán inspeccionadas el 22 de junio de 1862 por tres profesores de ciencias médicas en el despacho del Gobernador Civil de Canarias. (Mederos, 2001: 108)
Copia del informe de tres profesores de medicina sobre cuatro momias aparecidas en Candelaria (Tenerife) de las cuales tres son masculinas y una femenina, la mejor conservada.
Los médicos que realizaron este examen en el despacho del Gobernador Civil de Canarias fueron: D. Bernardo Espinosa, D. Ángel María Izquierdo y D. Bartolomé Saurín, con el siguiente informe:
Momia 1.- Adulto, masculino, sin cabeza, carece de brazos, pierna derecha completa con uñas del pie bien conservadas, y pierna izquierda en que faltan los dedos y el metatarso. Es la segunda mejor conservada.
Momia 2.- Adulto, masculino, cabeza con dentadura, carece de antebrazo y mano izquierda, el antebrazo derecho está incompleto, y conserva las dos piernas con uñas en los dedos de los pies.
Momia 3.- Adulto, masculino, cabeza con una depresión oval de una pulgada sobre la órbita ocular derecha, quizás del impacto de una piedra, ausencia de dientes en la mandíbula superior y de mandíbula inferior. Conserva los brazos y piernas completas, excepto los dedos del pie izquierdo.
Momia 4.- Adulto, mujer, la mejor conservada.
1862/09/22, Signatura: CATF/9/7950/05(06)
Instancia en la que Diego Benítez expone que tiene comisionadas a varias personas en Tenerife para localizar momias, una de ellas para el Archiduque Fernando Maximiliano desde 1859. Tres momias fueron localizadas por uno de sus comisionados, Salvador González pero fueron intervenidas por el Gobernador Civil. La cuarta y mejor momia de una mujer, que ya había adquirido al dueño del terreno, fue igualmente retenida por el Gobernador Civil, solicitando la devolución de esta última momia.
1862/10/13, Signatura: CATF/9/7950/05(03)
El Gobernador Civil, como presidente de la Comisión Provincial de Monumentos de las Islas Canarias, y siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de noviembre de 1854, solicitó el 13 de octubre de 1862 informe para entregar las momias a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como comisión central de Monumentos, que a su vez lo trasladó a la Real Academia de la Historia, por la ausencia de un museo provincial en Canarias y falta de fondos públicos para crear un museo nuevo.
Oficio del Secretario General sobre una comunicación del Gobernador Civil de Canarias que ha remitido a la Real Academia de San Fernando, como Comisión Central de Monumentos, para que informe de la importancia del hallazgo de 4 momias guanches de Tenerife.
1862/09/22, Signatura: CATF/9/7950/05(06)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias en el que solicita el informe sobre las cuatro momias de Tenerife y asimismo se sugiere oír la opinión de la Real Academia de Ciencias Exactas y Físicas y Naturales.
1863/03/03, Signatura: CATF/9/7950/05(11)
El proceso se complicó cuando el especialista en la búsqueda de momias, Diego Benítez, reclamó el 22 de septiembre de 1862 la cuarta momia mejor conservada a la Real Academia de la Historia, amparándose en la ley 45 de 16 de mayo de 1835, título 28, partida 3, que daba derecho al dueño del terreno a la mitad del hallazgo por derecho de acceso y a quienes lo hallaron a la otra mitad por derecho de ocupación.
Resumen del expediente entre 1862-1863 por el cual Diego Benítez solicitó la entrega de la mejor momia guanche aparecida en Candelaria (Tenerife), de un conjunto de cuatro. El Gobernador Civil de Canarias solicitó informe a la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, que fue remitido a la Real Academia de la Historia. El numerario Aureliano Fernández y Guerra devolvió el expediente, solicitándose informe a Pedro Gómez de la Serna.
1863/03/13, Signatura: CATF/9/7950/05(14)
Nota interna acerca de la devolución de la documentación que tenía Aureliano Fernández-Guerra sobre las cuatro momias de Tenerife y del estado actual del Monasterio de Poblet, acordándose que informe sobre las momias Pedro Gómez de la Serna.
1863/10/21, Signatura: CATF/9/7950/05(17)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias al Ministro de Fomento en que el se comunica que lleva dieciséis meses esperando informe de la Real Academia de la Historia sobre las cuatro momias guanches del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) desde su hallazgo en junio de 1862.
1863/10/21, Signatura: CATF/9/7950/05(01)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias al Ministro de Fomento en el que se recuerda el retraso de diecinueve meses del informe sobre las cuatro momias guanches del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife).
1864/04/29, Signatura: CATF/9/7950/05(24)
En el primer informe legal emitido por la Real Academia de la Historia por Pedro Gómez de la Serna y Tully el 9 de mayo de 1864, 19 meses después de su solicitud tras varias reclamaciones, se rechazará esta propuesta por no tratarse de un tesoro compuesto de alhajas, dinero u otros objetos de valor, solicitándose simultáneamente otro informe de tipo histórico-arqueológico a Aureliano Fernández-Guerra y Orbe.
Informe en el que se expone que el Gobernador Civil de Canarias, siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de Noviembre de 1854, mandó requisar 4 momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) para ser entregadas a la Real Academia de la Historia si no hubiese museo provincial o por la escasez de recursos fuese aún imposible su creación. Sin embargo, estas fueron reclamadas por los descubridores apoyándose en la Ley 45, título 23, partida 3, de 15 de Mayo de 1835, por la cual el dueño del terreno, Silvestre de Torres, tiene derecho a la mitad del hallazgo, mientras las tres personas que localizaron las 4 momias tendrían derecho a la otra mita Además, Diego Benítez, por un acuerdo previo con el dueño del terreno, reclamó la momia femenina mejor conservada. Sin embargo, se considera que desde un punto de vista legal la reclamación no tiene lugar ya que la Ley 45 habla de tesoros compuestos de alhajas, dinero u otros objetos de valor. Por ello sugiere su estudio desde un punto de vista histórico-arqueológico.
1864/05/09, Signatura: CATF/9/7950/05(25)
Minuta de oficio de del informe de Pedro Gómez de la Serna sobre las cuatro momias guanches de Tenerife para que se estudie desde un punto de vista histórico-arqueológico.
1867/02/16, Signatura: CATF/9/7950/05(30)
Minuta de oficio en la que se expone que tras disculpar el retraso en emitir el informe, por las ausencias unas veces del Anticuario y otras veces de Salustiano de Olózaga, sugiere la adquisión por el Gobierno de una o todas las momias para el Museo de Ciencias Naturales.
1867/03/06, Signatura: CATF/9/7950/05(31)
El informe definitivo de Fernández-Guerra se remitirá al Director General de Instrucción Pública el 6 de marzo de 1867, 4 años y 5 meses después de su primera solicitud, donde se señalará que mientras no se demostrase que existía un acuerdo del buscador Diego Benítez con el propietario del terreno Silvestre Torres, éste no existió. Por el contrario, según la Ley de Premios de Juan I de 1387, restablecida en la Ley de 16 de mayo de 1835, correspondía al Estado la mitad del tesoro y al denunciante una cuarta parte. Sin embargo, se considera que a las momias no puede aplicárseles la legislación de tesoros por no estar compuesto de alha¬jas, dinero u otros objetos de valor susceptibles de ser objeto de comercio y podían dar lugar a profanaciones. En cambio, según la Ley 3, título 20, libro 8 de la Novísima Recopilación de 6 de julio de 1803, donde se definían los monumentos antiguos, especificándose que quien los descubriese en su propiedad a su costa era su propietario, debiendo determinarse su compra o gratificación por el Estado, por lo que recomendó al Gobierno la adquisición de todas o alguna de las momias para enriquecer el Museo de Ciencias Naturales.
Minuta de oficio en la que se comunica el dictamen sobre las momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya en Candelaria, Tenerife. El Gobernador Civil de Canarias, siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de Noviembre de 1854, mandó trasladar 4 momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) para ser entregadas a la Real Academia de la Historia al no haber museo provincial o por la escasez de recursos fuese aún imposible su creación. Sin embargo, estas fueron reclamadas por los descubridores apoyándose en la Ley 45, título 23, partida 3, de 15 de Mayo de 1835, por la cual el dueño del terreno, Silvestre de Torres, tiene derecho a la mitad del hallazgo por derecho de acceso, mientras las tres personas que localizaron las 4 momias, Martín Díaz, Agustín Otazu y Salvador Hernández, tendrían derecho a la otra mitad por derecho de ocupación. Además, Diego Benítez, por un acuerdo previo con los buscadores de momias y con el dueño del terreno, reclamó la momia femenina mejor conservada. Sin embargo, mientras no se demuestre de forma escrita el acuerdo de Benítez con el propietario del terreno, este contrato entre particulares no existe. Por otra parte, se considera que desde un punto de vista legal la reclamación no tiene lugar ya que la Ley 45 habla de tesoros compuestos de alhajas, dinero u otros objetos de valor que pudiesen ser objeto de comercio. Por tales circunstancias sugiere que debe aplicársele la Ley 3, título 20, libro 8, de la Novísima Recopilación de 6 de Julio de 1803 donde se define los monumentos antiguos y se precisa que quien los descubra en su propiedad particular, Silvestre de Torres, es su propietario y se debe determinar la compra por el Gobierno de todas o alguna de las momias para el Museo de Ciencias Naturales.
1868/11/02, Signatura: CATF/9/7950/05(19)
Oficio de traslado de la Dirección General de Instrucción de Pública de oficio de traslado al Ministro de Fomento en el que se comunica el hallazgo de cuatro momias guanches que se han trasladado a Madrid y se han puesto a disposición de la Real Academia de la Historia a la que se le solicita informa ante las reclamaciones de los descubridores y propietarios del terreno.
1925/02/20, Signatura: CAM/9/7961/090
Minuta de oficio relativo a la cesión en depósito de una momia Guanche, que se conservaba en la Biblioteca de la Academia, al Museo Antropológico.
Excmo. Señor:
En sesión celebrada por nuestra Academia de la Historia el viernes 13 del corriente, su individuo de número, Excmo. Sr. D. Jerónimo Bécker, manifestó a la misma la existencia de una momia en la biblioteca de su cargo hallada en un local de dependencia de su cargo. Manifestó el Sr. Bécker que, para mayor seguridad de la información que sobre el caso querría ofrecer al cuerpo había requerido el concurso del Sr. Mélida y de V. E. y que, sabe, previo examen de dichos restos que, detenidamente habían realizado, dictaminaron se trataba de la momia de un guanche (Canarias). En efecto, de los antecedentes que el Sr. Bécker ha podido reunir, resulta que, en 1862 descubrieron en las cuevas de la Orotava[12] (Canarias) cuatro momias que fueron trasladas al Gobierno Civil de las Islas Canarias y requerido aquel jefe político el concurso de varios médicos que las examinaron estimaron se trataba de unas momias guanches; este dictamen facultativo fue enviado a nuestra academia a principios de 1863, y habiendo surgido dudas a quien pudiera ser atribuidas la propiedad de las momias, informó sobre tal derecho el Sr. Gómez de la Serna. Después la Dirección General de Instrucción Pública solicitó nuevo informe sobre el valor arqueológico y etnográfico sobre los restos, que fue evaluado por el Sr. Fernández Guerra en 1867 proponiendo, entre otros extremos, que las momias fueran adquiridas por el Estado con destino al Museo de Ciencias Naturales. No consta en este expediente, ni le ha podido averiguar el académico bibliotecario Sr. Bécker, a las investigaciones que ha realizado, si tales momias vinieron a España y alguna de ellas a la academia para su examen; pero cree, sin embargo, por lo indicado, que la que de aquí se trata, es una de aquellas, aunque naturalmente, no puede precisarse con fijeza y exactitud.
Enterada la academia de la comunicación de su bibliotecario perpetuo, y considerando que la momia de referencia debiera ser conservada en más adecuado lugar, acuerda cederla en depósito al Museo antropológico que V. E, tan dignamente dirige, y, en consecuencia, en cumplimiento de lo acordado y en nombre de la academia, tengo el honor de hacer entrega a V. E. del mencionado depósito.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Madrid a 20 de febrero de 1925
El secretario interino.
Excmo. Sr. D. Manuel Antón y Ferrándiz, director del Museo Antropológico.
El expediente de las momias de la cueva del Barranco de Araya es el más extenso de la Real Academia de la Historia sobre Canarias y se extiende desde 1862 a 1867, con múltiples reclamaciones sobre el retraso en emitir el informe correspondiente, en ocasiones como les recuerda el Director General de Instrucción Pública hasta de 3 años y 2 meses. La clave la apunta en una nota interna de 26 de febrero de 1867, Fernández-Guerra, quien recuerda la ausencia del anticuario, Antonio Delgado y Hernández, que impedía la celebración de las re¬uniones. A. Delgado, aquejado por un problema de parálisis, se retiró a Bollullos del Conda¬do (Huelva) entre 1859-67, año en que dejó el cargo de anticuario, 12 años antes de su muerte en 1879, pese a su carácter vitalicio, sustituyéndole el propio Fernández-Guerra. (Mederos, 2001: 108-109)
LAS MOMIAS Y LOS VIAJEROS
Las Islas Canarias, por su posición geoestratégica para el tráfico marítimo internacional, se convirtieron a partir del siglo XVI en una región conocida, visitada y explorada por marinos, comerciantes, viajeros y curiosos de todos los imperios coloniales europeos que se dirigían hacia las colonias y que contribuyeron a difundir sus cualidades por todo el mundo. El origen volcánico de las islas, su exuberante vegetación, su clima, el “misterio” del origen de sus antiguos pobladores, de su cultura, en especial la práctica del mirlado de los cadáveres (momificación) atrajeron particularmente el interés de la elite cultural europea ilustrada que las visitaba en sus viajes de exploración. (Santana, 2002: 145)
Muchos fueron los turistas y viajeros extranjeros que visitaron nuestras islas, interesándose por los restos de nuestros aborígenes:
Habíamos oído hablar de un famoso museo en Santa Cruz, montado hace varios años por un viejo comandante español. Encontramos que, como muchas de nuestras colecciones en Gran Bretaña, era un conjunto de toda clase de objetos, huevos de avestruz toscamente tallados…Las únicas cosas de algún valor eran los restos guanches. Los cráneos que me mostraron de estos aborígenes eran decididamente de la raza caucásica, bien formados, con la frente baja, pero no encogida como la del negro; los dientes, en ningún caso, no sobresalían ni estaban limados o los incisivos desgastados. Esta antigua raza embalsamaba a sus muertos y allí tuve la ocasión de ver una pequeña momia femenina, cogida en una cueva hacia algunos años en otro lugar de la isla. No parece que se haya utilizado ninguna clase de preparación antiséptica, excepto en las cavidades, que las vaciaban de su contenido y luego las llenaban con semillas, que se suponen eran del “chenopodium ambrosioides”. Se parecía a las momias de la clase baja que más tarde vi en Egipto. El cuerpo estaba envuelto en una piel o cuero, pero no pude descubrir restos de vendaje o tejido de lino de ninguna clase. Este pueblo, igual que otros, parecía estudiar lo oculto de la muerte; las cuevas en las que se encuentran las momias son casi inaccesibles y los que han sido descolgados a ellas con una cuerda para sacar una, hablan de su excesiva sequedad. (William, 1837/1994: 23-24)
Las momias guanches son bastante imperfectas, según se puede juzgar por la preparación que se les hacía sufrir, y que está citada en muchos puntos. Parece que no las vaciaban todas; sus intestinos quedaban muchas veces en el cuerpo, y en ciertas momias no se ve costura ó hendidura que denote que se haya tratado de extraer alguna cosa de las cavidades del pecho, del bajo vientre o del cráneo. Su sequedad y su color atezado las asemejan a esos cadáveres que la tierra de los cementerios no ha consumido y cuyos restos se encuentran en algunos osarios de nuestras provincias; tienen, sin embargo, un olor bastante agradable y aromático, que el tiempo no ha disipado; muchas veces están llenas de larvas y crisálidas secas, que han vivido después de la preparación, pero que no han podido alterar mucho la momia, con la cual se han conservado bastante. Estas momias llamadas saxo por los que la preparaban, eran, después de su desecación, encerradas en pieles cosidas, que se han conservado muy bien, y en seguida depositadas en grutas respetadas, como el último asilo por los canarios de todas las clases. (Saint-Vincent, 1802/1994: 81)
Se utilizaban algunas cuevas para poner en ellas los cuerpos de los muertos, tras haberlos embalsamados. Se les colocaba de diferentes formas, unos sentados, otros de pie, otros acostados sobre lechos de madera, de forma que los cuerpos se conservaban íntegros y no se descomponían.
La manera que tenían de embalsamar los cuerpos era muy singular, se servían para lavarlos de una decocción hecha de hojas de granados, de diversos tipos de hierbas y flores; a continuación llenaban la cavidad intestinal de los muertos de una mezcla compuesta de manteca, corteza de pino, polvo de madera carbonizada y piedra pómez. (Feuillée, 1724/1997: 103)
MOMIAS EN MUSEOS
Será el Dr. Chil y Naranjo, desde su formación médica quien aporta nuevas conclusiones en especial en el estudio de las momias canarias, para las que niega como técnica de momificación la evisceración y extracción del cerebro, así como extracción de sustancias conservantes a través de los orificios naturales. Sin embargo su aportación más notoria fue la creación del Museo Canario de Las Palmas.
En Tenerife, sería Juan Béthencourt Alfonso, con la creación del Gabinete Científico, el impulsor del primer Museo “Guanchinesco” en esta isla.
Veamos seguidamente algunas de las momias canarias repartidas por el mundo:
La momia que se encuentra actualmente expuesta en el Museo Antropológico Nacional con el número de inventario 3.332 y con las referencias siguientes:
Guanche-Tenerife-España, siglos XI-XIII
Momia masculina adulta. Altura: 1,60 m. de talones a bóveda craneal. Edad ósea 35-40 años. En todo el cuerpo se observan pliegues cutáneos y grietas de tejidos blandos característicos del proceso de momificación. No presenta ninguna incisión que indique estar eviscerado. Las radiografías señalan la presencia de material de relleno, probablemente lodo, presumiblemente realizado por vía rectal.
Las primeras noticias que se conocen sobre la presencia en Madrid de esta momia aparecen en la correspondencia del primer director del Real Gabinete de Historia Natural, Pedro Francisco Dávila.
Según la documentación estudiada, la momia se hallaba entre las colecciones de la Real Biblioteca, desde donde se envió al Gabinete el 3 de octubre de 1776, por orden de Carlos III. En este centro permaneció custodiada en una sala reservada hasta su traslado al edificio del antiguo museo Velasco en 1895.
Probablemente proceda de una cueva sepulcral del barranco de Herques, Tenerife[13].
Según este informe, no coincide la fecha con la que se encontraba en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y cedida en 1925, por lo que ya tenemos 2 momias como mínimo en este Museo.
En 1929 en “Un estudio de los Cráneos antiguos de Canarias, existentes en el Museo Antropológico Nacional” publicado por De las Barras y Aragón en Actas y Memorias de la Sociedad española de Antropología, Etnografía y Prehistoria al hablar del material que posee el Museo dice que la colección de cráneos canarios tiene 63 ejemplares: parte de la colección Velasco, 20 de la expedición de Quiroga que los trajo de Verneau, lo que coincide con la carta de Verneau de 1886 (Vide Supra), otros que mandó a Manuel Antón y otros varios de Agustín Cabrera.
Cuenta el Museo con una lista provisional de C. Robledo Mendo de 1966 que alude a un catálogo de 1914 y en el cual se encuentran unos 31 cráneos de Canarias. (Sierras Delage, 1987: 77)
Con respecto a las momias, hay un documento de 5 de marzo de 1925 que vamos a transcribir:
Dos trozos de momia de guanches de Tenerife, consistente, uno en parte de la cabeza y tronco con algunos huesos sueltos. Parece a primera vista de una mujer y un niño, éste ya con los terceros molares. También un trozo de cuero curtido y con una costura, que parece proceder de un vestido. Fueron enviados estos ejemplares en 1850 por el Gobernador de canarias a la Real Academia de la Historia la cual hace ahora el donativo al Museo.
Las fechas coinciden con la momia encontrada en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y de los restos encontrados en la Montaña de la Camellita en Guajara. (Vide Supra) Siguen documentos sobre las momias encontradas en 1862 en Araya de Candelaria.
En el informe de 1929 citado, sigue diciendo que existen algunas momias de Tenerife en el Museo que están en cuatro vitrinas; en una de ellas hay un ejemplar magnífico:
Se trata de un hombre de alta estatura y perfecto tipo de la raza guanche. Otras dos vitrinas contienen momias en mucho peor estado de conservación, mostrando en parte el esqueleto descarnado, pero se conserva con ellas las pieles en que estaban envueltas y cosidas. (De las Barras y Aragón, 1929: 7)
Aparte de la momia o momias que se conservan en el Museo Antropológico Nacional, encontramos información repartidas por otros lugares de España y nuestras islas:
En el Museo de Antropología Forense, Paleopatología y Criminalística de la Escuela de Medicina legal de la Universidad Complutense de Madrid, se encuentran varios restos:
8. Colección de cráneos exóticos. Consta de un centenar de piezas. Procedentes unas de Egipto (cabezas momificadas), otras de Canarias (momias guanches), del Sahara, de Guinea (cabeza momificada), de la costa occidental de África ecuatorial, cráneos peruanos deformados, cráneos de las Islas Carolinas (chamorros), de Madurai, Sur de la India (con mutilaciones dentarias como adorno), de las Islas Fidji, de otras Islas oceánicas (deformados tabulares erectos y oblicuos), cabezas con momificación espontánea. Se cree al menos que un número no inferior a cuatro son los restos de momias que posee.
En el Museo Arqueológico Nacional hay dos salas dedicadas a las islas Canarias:
Sala 11 y 12.- Prehistoria de las islas Canarias y del Sahara Occidental. “Pintaderas”, cerámicas, industrias lítica y ósea de las islas Canarias. Paleolítico y Neolítico del Sahara.
Descripción de una momia guanche expuesta al público en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, realizada por Béthen¬court Alfonso (por la descripción puede corresponder a la del Museo Antropológico) y que puede corresponder a 1908.
«Momia guanche. Tendida; manos por bajo de la parte externa de los ilíacos, con las manos tendidas sobre la parte anterior externa de los muslos. Dedos gordos (pulgares) de los pies unidos por una co¬rrea. Parece momificado por desecación. Color de la piel amarillento. La cabeza como tumbada sobre el hombro derecho. Brazos tendidos y unidos al cuerpo siguiendo las formas de éste. Tobillos unidos (el de¬recho más arriba que el izquierdo); rodillas unidas, pero la izquierda más arriba que la derecha; pene al parecer muy grande».
El director General de Instrucción Pública, Severo Catalina, comunicará el 12 de octubre de 1867 el envió de dos de las momias al Director del Museo Arqueológico Nacional, que serán remitidas por el Gobernador de Canarias el 13 de marzo de 1868 en el vapor correo Amé¬rica. Se trata de la momia 2, masculina y la momia 4, femenina[14]. Estas se recibirán en el Museo Arqueológico Nacional el 14 de abril de 1868 y serán trasladadas a la recién creada en 1883 sección de antropología, etnografía y prehistoria del Real Museo de Ciencias Natu¬rales en julio de 1885.
Por oficio del nuevo Director General de Instrucción Pública, Carlos M.ª Coronado al Director del Museo Arqueológico Nacional de 23 de marzo de 1868, probablemente la mo¬mia 1, pues carece de la cabeza, fue entregada al Gabinete de Historia Natural del Instituto de Canarias, (no creemos sea vide Infra) donde actualmente se conserva, mientras la momia 3 fue cedida en depósito al Museo de Sebastián Casilda Yánez de Tacoronte y debe tratarse de una de las dos momias que no aparecen registradas en su inventario, descrito por J. Béthencourt en 1884, pero que fue¬ron fotografiadas por Diego Lebrun. (Mederos, 2001: 109)
De entre todas las colecciones de momias repartidas en museos de todas partes del mundo, el Museo Arqueológico y Etnográfico de Tenerife posee una de las más ricas y mejor conservadas. Atendiéndose no tanto a su número como al hecho de pertenecer a una misma cultura, la colección de momias de los aborígenes de la isla de Tenerife, los guanches, se puede considerar una de las más valiosas del mundo. (González Antón, et alií, 1990: 137-138)
El Museo Arqueológico se inaugura en 1958 con fondos procedentes del Museo Municipal (Sección de Arqueología y Antropología), de la Comisaría Provincial de Excavaciones Arqueológicas, del "Gabinete Científico" y de las adquisiciones de pequeñas colecciones como las del extinguido Museo Villa Benítez, Vallabriga y Casa Ossuna, además de aportaciones de particulares. Así mismo Luís Diego Cuscoy, primer Director del Museo Arqueológico de Tenerife y Comisario Provincial, integra todos los materiales arqueológicos y restos humanos de la prehistoria de Tenerife en una única colección.
Actualmente se conservan unas 13 momias completas, así como unos 170 restos momificados. Todos ellos perfectamente estudiados y catalogados. Algunas de las momias así como restos se encuentran expuestas al público.
Una de las momias depositadas en el Museo, se encontraba en la Casa Museo Ossuna de La Laguna:
Aprovechamos la ocasión de aludir a Museos de Antigüedades, para ver de tranquilizar, con relación con el de la Casa de Ossuna en La Laguna, a cierto corresponsal de prensa que no duerme hace tiempo preocupado por ciertos restos antropológicos que cree deberían figurar en él…
La Casa Ossuna, cuando pasó al Patronato y a cargo del Ayuntamiento de la ciudad, estaba lleno de materiales muy variados, entre ellos destacadamente, polvo, mugre y residuos de todo orden…una momia en descomposición y cantidad de huesos sin procedencia, resultaban incompatibles con los fines del archivo y biblioteca…y se optó por pasarlos al Museo Arqueológico de Tenerife, bajo inventario y depósito[15].
Relación de momias y material momificado expuesto actualmente en el Museo Arqueológico de Tenerife:
DESCRIPCION CRONOLOGIA YACIMIENTO
Momia femenina de 20 a 24 años 830 + 50 dc Barranco Badajoz (Güímar)
Momia masculina de 25 a 29 años 940 + 40 dc La Orotava
Antebrazo momificado ---- Desconocido
Cráneo com restos momificados 1195 + 95 dc Roque Blanco (La Orotava)
Cráneo momificado con envolturas de piel de cabra 885 + 75 dc Anaga
Momia de un niño de 7-8 años envuelto en pieles de cabra 1420 + 135 dc Barranco El Infierno (Adeje)
Momia de un hombre de 25 a 30 años cubierto parcialmente con piel de cabra con 6 tiras que lo rodean ---- San Andrés (Santa Cruz)
Momia de feto a término ---- Costa de El Sauzal
Momia de feto de 5 a 6 meses de vida intrauterina ---- Desconocido
Un pie momificado ---- ----
Una mano momificada ---- ----
Dos cráneos momificados ---- ----
En el antiguo Instituto de Canarias, hoy Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, hay en su Museo de Historia Natural, una momia:
…”una momia de guanche maltratada”, un pie y una mano igualmente momificados, una flecha, “una especie de espada de hueso hecha pedazos”, un hacha de madera y piedra, una piedra de molino y “una olla de los guanches”. Creemos que la momia, que en el inventario de 1861 se describe como “incompleta y mal conservada”, es la misma citada por Berthelot; la misma que hoy se guarda en el Instituto y que, por haberla asociado a un cráneo y a unas cuentas de collar encontradas en el barranco de Agua de Dios (Tegueste) en la última década del siglo XIX, ha sido considerada como procedente de este lugar y descubierta en esta fecha. Hasta hace muy poco se encontraba aún rodeada de algunos de estos utensilios mencionados en la relación de 1847. La momia, al parecer bien conservada-pese a su mutilación-y en posición poco habitual, es una de las más interesantes piezas con que cuenta el Museo del Instituto. (Fajardo Espínola, 1995: 131-132)
Sebastián Jiménez Sánchez, nos describe esta momia y nos da otra versión sobre su origen:
En una de las salitas de Historia Natural del Instituto Nacional de Enseñanza Media de la ciudad de La Laguna, se exhibe muy bien conservada, una interesante momia, al parecer de mujer, envuelta desde el cuello a la rodilla en dos capas de pieles adobadas y cosidas admirablemente. La disposición de la momia no es horizontal; presentase con las extremidades abdominales un tanto encogida. Fue hallada en una cueva cementerio del pago de Bajamar, donde llaman Las Goteras o La Laja en 1881. (Jiménez Sánchez, 1941: 265)
En el Museo Arqueológico del Puerto de La Cruz, se conservan varias momias, no expuestas al público y que en su momento fueron estudiadas por la Dra. Ilse Schnidetzky. (Diego Cuscoy, 1960: 57-70)
Una de estas momias pudiera ser la que vio Béthencourt Alfonso en el Museo del farmacéutico D. Ramón Gómez del Puerto de La Cruz:
Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas. (Béthencourt Alfonso, 1994: 487)
Museo Canario: Fundado en 1879, por Gregorio Chil y Naranjo entre otros.
Actualmente en la sala 6 dedicada a la conservación de los cadáveres, se exhibe el cuerpo de un individuo joven procedente de Arguineguín. La excelente mortaja funeraria que lo envuelve, compuesta por diversas capas de piel, denota su pertenencia a la alta jerarquía social.
La Sala 7 se dedica a la Antropología Física. Los restos antropológicos se muestran en esta sala siguiendo los criterios expositivos de los fundadores de El Museo Canario. Más de mil cráneos, así como otros restos óseos, nos ofrecen un testimonio de los caracteres antropológicos de la población aborigen.
La sala 8 se dedica a la Paleopatología y el mundo funerario. Se muestran dos maquetas: La primera de ellas reproduce un enterramiento tumular, donde el gran túmulo de La Guancha, en Gáldar, ha servido de ejemplo para dar a conocer estas construcciones de piedra seca que aparecen cubriendo la fosa o cista donde se depositaba el cadáver. La segunda maqueta recrea una cueva funeraria, en la que se pueden observar varios cuerpos envueltos en fardos funerarios que han sido depositados sobre tablones de madera acompañados de su ajuar funerario.
Otro de los temas tratados en esta sala son los estudios paleopatológicos, que nos permiten determinar las enfermedades y traumatismos de poblaciones antiguas. Las fracturas producidas por accidentes o actividades violentas, las enfermedades reumáticas, los tumores y las deformaciones congénitas son las patologías más frecuentes, detectándose también "intervenciones quirúrgicas" como las trepanaciones.
El Museo Canario, posee actualmente 20 momias, albergadas en el Fondo de Arqueología y Prehistoria de Canarias de dicha Institución. Asimismo, proceden todas de Gran Canaria, concretamente de Guayadeque (Agüimes-Ingenio), Acusa (Artenara), Arguineguín (Mogán-San Bartolomé) y otras sin determinar[16].
Inglaterra: Museo de Cambridge; este museo tiene entre sus fondos, una momia guanche que llegó allí en 1772 de la mano de un tal capitán Young, patrón del barco Weasel. Igualmente en el Museo Británico existen o al menos existieron varias momias procedentes de Canarias.
Canadá: Montreal; El Redpath Museum de la McGill University custodia una momia guanche procedente del barranco de Santos (Santa Cruz de Tenerife). Este ejemplar fue enviado allí por el Dr. Lambert en 1892.
Alemania: Göttinger; El Institut für Anthropologie de la universidad de Göttinger exhibe una momia guanche, perteneciente a la colección Blumenbach, encontrada en 1802.
Argentina: La Plata; El Museo de Ciencias Naturales, aún conserva una momia perteneciente al antiguo Museo Casilda de Tacoronte, que se cree es de Gran Canaria.
Francia: París; El Museo del Hombre conserva seis momias de distintos lugares de Tenerife.
LA INCULTURA DE UN PUEBLO
Desde hace siglos, los restos de nuestros antepasados, fueron usados no solo para blanquear caminos, abono de tierras y como nos comentaba un cabrero hace años en Tegueste, como vitamina para el ganado. (Trituraban los huesos y se los daban a comer a las cabras).
A veces la desidia y la incultura de la gente de nuestros campos y otra más actual, la depredación realizada por muchos cazadores, que con el solo afán de diversión, destruyen un Patrimonio Histórico irrecuperable.
Es muy frecuente encontrar en cuevas de enterramiento encima de los restos óseos: latas de sardinas, de cervezas, colillas, etc., dando un claro ejemplo de esta incultura.
Veamos algunas muestras que nos han dejado algunos investigadores e historiadores:
…en Tenerife, vence el temor, pero en verdad que de extraña manera: destruyendo el objeto que lo infunde, que por ser el cráneo, símbolo y figura de la muerte, acaba siendo aplastado bajo piedras o lanzado al abismo.
En estas necrópolis suelen encontrarse intactos todos los huesos del esqueleto, a excepción del cráneo. (Diego Cuscoy, 1946: 253)
…quien accedió a la altura de la cueva y tras observar el afloramiento de restos óseos procedió al vaciamiento total y llevar todos los hallazgos a su domicilio. (Arco-Atienza, 1983: 323)
Álvarez Rixo, nos habla de este expolio, principalmente en la zona de Tegueste:
El año 1845 me escribió el Sr. Prebendado D. Antonio Pereyra Pache¬co venerable cura del lugar de Tegueste, lamentando la rusticidad desti¬nada de nuestra gente con respecto a los restos de las momias y utensilios de los antiguos Guanches que por casualidad de vez en cuando suelen encontrarse, y dice así la carta.
«Nadie me daba razón ni sabía hubiese una cueva donde habitase el Rey de Tegueste: oía por casualidad nombrar un sitio llamado Tagoror, lo encamino y veo hay en él una cueva baja y otra alta, sin duda sus viviendas de verano e invierno: pregunto a algunos viejos si han encontrado en ellas fragmentos de Guanches, y con indiferencia contestan que hasta ahora pocos años, una de ellas estaba cerrada su entrada con una laja y dentro había grandes huesos sobre poyos, calaveras, molinos y cuentas de barro, cuyas cosas los pastores al encerrar ganado en ellas, lo botaban y hacían pedazos.
Ainda más: en una cueva eminente en el risco llamado la Atalaya, en la que solamente colgados con sogas pueden entrar, una mujer de Tejina (casada hoy con D. Felipe Carvallo, tuvo la osadía de penetrarla para sacar el polvo que ellos llaman carambola’ con el que abonan las tierras algunos en Tejina, encontróse un cuerpo entero y bien conservado de una guancha, y su ilustración le sugirió la idea de arrojarla desde la entrada hasta verla caer abajo en polvo.
En este año 1876, se ha encontrado otra cueva sepulcral en Tegueste con algunas momias guanchinescas; díjose que 9 a 12 y parece que ha visto corrido parejas con las anteriores en la destrucción; pues hemos visto y examinado un pie y algún otro fragmento que por vía de regalo hicieron a un amigo nuestro en La Laguna procedente de dichas momias de Tegueste.
Igualmente nos cuenta casos en otros lugares de nuestra isla:
En el mes de Septiembre de 1859, al estar unos rústicos icodalteros en las faldas del Teyde sacando y aprovechando alguna sal nacrón (sic) que otros ciudadanos inteligentes les compraban a razón de 9, a 10 reales de plata cada quintal; y de cuya explotación nada se dijo en los periódicos, a causa de la duda de si molestaría el gobierno a los especuladores por haber emprendido la obra sin su participación: al ir dichos rústicos buscando algún covacho o nuevo criadero de la expresada sal,3 hacia la falda oriental del Teyde, descubrieron una cueva sepulcral de guanches, cuya entrada estaba tapiada con una pared de piedra seca; hallándose dentro siete momias de ambos sexos; otros dijeron que veinte, colocadas sobre banquillos o andamios en sus ataúdes usuales fabricados de toscos tablones de tea, y algunas de dichas momias parece que también estaban de pie. Des¬cubrir aquel venerando (sic) depósito, y acometer a los rústicos el vértigo de la destrucción, todo fue uno; y comenzaron a destrozar y derriscar por aquellos precipicios todas las momias llevándose los tablones para sus casas de Icod el Alto. Pero enterados que dichas momias eran objetos muy apreciados y por lo tanto podían valerles algo de los sujetos curiosos que lo supiesen; recogieron algunos fragmentos que vendieron, y uno de ellos consistente en una mano, obtuvo D. Diego M. Álvarez vecino del Puerto de la Cruz en cuyo poder la examinamos asaz perfecta y transparente. También se dijo, haberse encontrado en dicha gruta, algunos gánigos, tallitas y pedazos de piel de cabrito con pelo, muy fina y gamuzada.
En el Barranco de Ajabo junto a la Villa de Adeje a fines del año 1876 ó 77 fue hallada una otra cueva tapiada que contenía un hombre momia muy bien conservado. El labriego ignorante que lo halló, lo regaló a otro menos torpe que él, sin que sepamos cuál ha sido su paradero.
Séase dicho guanche encontrado en el Barranco de Ajabo, u otro pos¬terior, tenemos entendido fue comprado por cuatro onzas de oro y ha sido llevado para la Habana en la fragata Trinidad (sic) que zarpó de Santa Cruz de Tenerife o de Gran Canaria en este mes de Enero de 1878. Supone¬mos que para colocar dicha Momia en algún Gabinete de Historia natural o por especulación para ganar mostrando esta rareza en aquel risco y curioso público.
…a fines del propio mes de enero (1878) pasó por el camino de mi propiedad de Luz, una estrecha caja o cajón en que iba colocada la Momia de una Guancha bien conservada, encontrada en una cueva en la jurisdicción de Adeje. Al pasar sus conductores por la villa de Icod de los Vinos les ofrecieron cuatro onzas de oro por la tal Momia, pero ellos rehusaron y siguieron para Santa Cruz donde esperaban alcanzar mayor utilidad de su hallazgo. Gracias a Dios que ya nuestros aldeanos van cono¬ciendo el provecho que pueden obtener por estas curiosidades de nuestro país y no las arrojan al mar o a los precipicios cuál antes han tenido de costumbre. (Tejera Gaspar, 1990: 121-136)
Diego Cuscoy también se encontró con estas destrucciones:
Sin que se sepan los motivos, las momias fueron extraídas desordenadamente, rotas las pieles de envoltura, desarticulados los miembros y lanzado todo por una altura de seis metros. (Diego Cuscoy, 1960: 20)
Personas relevantes de la época como Manuel de Ossuna y Van Den Heede, regalan cráneos, como vemos en la contestación de una carta de Lord Bute[17]:
No puedo permitir que usted me mande el cráneo, porque no soy craneologista y no tengo colecciones de tales cosas, pero le doy a V. las gracias por la oferta de la misma manera.
Como anécdota curiosa veamos una carta dirigida por el Dr. Jorge Víctor Pérez de La Orotava a Manuel de Ossuna y Van Den Heede a principios del siglo XX[18]:
…No puedo menos que eludir aquí, que a principios del año pasado, visitó esta isla un profesor Norte-Americano[19], experto en estos estudios antropológicos, y habiendo marchado al sur de nuestra isla, a explorar multitud de cuevas, donde existen restos de los guanches, y donde nadie le impide la entrada a pastores y cabreros que destrozan todo lo que gustan, no ocupándose para nada de esto, quienes debieran, volvió de su excursión casi preso por la Guardia Civil dicho profesor (a quien se me asegura había dado con anterioridad recomendaciones el que era hasta entonces nuestro Gobernador Civil, y que si se procedió a última hora así, fue por “clamoreos” de nuestra prensa, que bien pudiera en lugar de ello, hacer campaña, para que nuestro gobierno, envíe pronto una comisión científica, a hacer estos estudios, y no impedir de este modo intempestivo que profesores extranjeros lo hagan, pues recuerda esto el refrán de “el perro del Hortelano”): no diré más.
Era costumbre habitual de la época, el llevar a visitar cuevas con momias a los viajeros notables que visitaban nuestra tierra:
En su descenso alcanzaron la aldea de Chinama en Granadilla, donde fueron recibidos por Antonio González del Castillo, quien les recibió con gran hospitalidad y les llevó a ver cuevas con momias guanches. (Hernández González, 2003)
Veamos seguidamente otras referencias sobre este tema:
…La parte final versa sobre los «guanchios». El buen Dr. Pugh era muy apreciado en Güímar porque no cobraba a los pobres, de manera que lo llevaron a las cuevas donde guardaban 300 ó 400 momias de sus antepasados, lo que lo convertía en un ser excepcional pues todo extranjero que entraba en tales cuevas era inexorablemente ejecutado. Sin embargo, en otra ocasión en que alguien andaba cazando con un hurón, descubrió una cueva con más momias, en las que tal vez pensaba Mr. Pugh cuando, tras el interés mostrado por los caballeros de la Royal Society acerca de la existencia de «esos enanitos de las bóvedas de Canarias», expresó a W. Croone sus esperanzas de proporcionar a la Sociedad un par de guanches embalsamados. (Solís Santos, 2004: 575-602)
Manuel de Ossuna en sus incursiones por Anaga, nos cuenta igualmente estos expolios y destrucciones:
…También existe no muy lejos de aquella otra donde dicen Vegeril, descubierta por dos pastores en 1860 que tuvieron la inadvertencia de destruir las innumerables momias y otros restos allí conservados. Finalmente citaremos la gruta descubierta en1889 también por otros pastores de las que fueron extraídos diez esqueletos y una momia bastante completa.
Los periódicos de la provincia anunciaron entonces el hallazgo y pudimos poco después adquirir varios restos. En 1890 visitamos esta caverna en compañía de nuestro amigo Sr. Cabrera, encontrándose en tal ocasión los maxilares inferiores que faltaban a los cráneos de los dichos diez esqueletos así como otros varios restos nuevos que se hallaban a alguna profundidad bajo tierra. (Ossuna, 1896)
Luís Diego Cuscoy en 1949, nos comenta en La Victoria, otro expolio:
En cierta ocasión hubimos de visitar una cueva que se había descubierto con motivo de la construcción de un acueducto y en la cual se encontraron dos momias que los obreros destruyeron bárbaramente y arrojaron al fondo del barranco. (Diego Cuscoy, 1953: 108-109)
Aparte de la isla de Tenerife, también se ha constado la técnica de momificación en Gran Canaria, y como no podía ser menos, no se libraron ni del expolio ni de las destrucciones:
El año de cincuenta y ocho había hecho un viaje a El Ingenio, llamado para visitar un enfermo y terminada mi misión, pregunté si se encontraban momias, huesos, jarros, tejidos u otros objetos pertenecientes a los canarios, contestándome se hallaban en abundancia en “la cueva de los canarios” en Guayadeque, y lo sabían porque de las cuevas estaban sacando guano para venderlo a los que se ocupaban del cultivo de la cochinilla. Quise ver esos guanos y me condujeron a un estercolero y entre los numerosos restos allí acumulados de tejidos, cueros, pedazos de loza, de barro, huesos humanos la mayor parte de ellos rotos al intento, vi una envoltura, la cogí y me encontré con un antebrazo al que le faltaba parte de la mano y solamente había unos huesos del metacarpo y todo el carpo unido por sus ligamentos. (Chil y Naranjo, 2004: 190)
El cementerio de Aguamastel, hermosa gruta llena de momias colocadas cuidadosamente, respetuosamente, a lo largo de sus paredes cubiertas de pinturas, fue hace años descubierto por los obreros que construyeron la carretera que atraviesa estos lugares. La piqueta y el azadón hábilmente manejados hicieron polvo los despojos de aquel poblado. (Batllory, 1901: 75)
LAS POYATAS O MESAS FUNERARIAS
El topónimo “poyata” se ha dado a lugares destinados por los aborígenes para secar los cadáveres, antes de su momificación. Principalmente cuando se descubrió en el lugar llamado “Punta poyata”, en Taganana, una piedra denominada por los lugareños como la piedra del guanche, una gran piedra plana de aproximadamente 1m de ancho por 2 de largo, apoyada sobre tres grandes rocas.
Este topónimo lo encontramos igualmente en San Miguel de Abona, La poyata por encima de Aldea Blanca y en El Hierro: poyata y Punta de la poyata en la zona de El Golfo.
En el barranco de Guayadeque, hay una cueva de forma circular y techo abovedado, que comunica con otra pequeña interior. Tiene en el centro como único vestigio curioso, una gran piedra casi plana y redonda, como de un metro de diámetro. (¿Ara o mesa funeraria?) (Jiménez Sánchez, 1964: 72)
En varias cuevas de enterramiento, hemos encontrado este tipo de piedras lisas, como en el Roque Jama (Arona) y en la Caldera de Pedro Gil en los altos de Arafo.
LOS DESCUBRIMIENTOS DE MOMIAS
Siempre ha existido la polémica en cuanto a las islas en que la práctica de momificación se realizaba. Sabino Berthelot afirmaba que solo se practicaba en Tenerife y La Palma, mientras de Chil y Naranjo encontraba momias en el barranco de Guayadeque en Gran Canaria, y comentaba haber visto una momia de El Hierro, perfectamente conservada y que era propiedad de D. Aquilino Padrón.
René Verneau afirmaba haber encontrado restos momificados en La Gomera y El Hierro.
El norteamericano Earnest Albert Hooton comenta que probablemente se momificara en todas las islas, excepto en Lanzarote y Fuerteventura.
Este investigador hace el primer estudio paleopatológico sistemático en las islas. Conrado Rodríguez Martín hace un resumen en tres aspectos fundamentales: El detallado análisis de la dentición, a través de las caries, sarros, atriciones, abscesos… Presta gran atención al elevado número de traumatismos, entre los que sobresale la trepanación, únicamente realizado por la técnica de barrenado, bien cicatrizada en la mayoría de los casos. Y, con respecto a la momificación, observó dos aspectos muy interesantes, el primero que el buen estado de conservación podría deberse al clima, y el segundo, que el pelo rubio de las momias podría ser el resultado de una despigmentación del cabello post mortem, es decir, una vez que ha fallecido el individuo. (Rodríguez Martín, 1989: 33)
Para Mª Carmen del Arco Aguilar la momificación está demostrada en Tenerife, Gran Canaria, La Gomera y El Hierro.
Hay que tener en cuenta que muchas veces se habla de momias, cuando en realidad son cadáveres, por lo que después de un estudio de los trabajos realizados sobre este tema, en artículos, información oral, prensa, etc., hemos sacado la siguiente relación:
TENERIFE
ADEJE
Barranco del Infierno: 1 momia infantil. Actualmente expuesta en el Museo Arqueológico de santa Cruz, según parece hallada por Béthencourt Alfonso.
Ref. Cuscoy 1968: 242
Ucazme: Enterramiento colectivo de siete individuos. Los vestigios de momificación se encontraron en los restos de carne adheridos al hueso y correspondieron a tres individuos: dos mujeres y un hombre; Miembro superior derecho y mano momificada femenina, extremidad superior con mano momificada femenina y columna, pelvis y extremidades inferiores sin pie momificados.
Ref. González Antón y Arco Aguilar 1995: 29-42
Barranco del Agua-Ifonche: Varias momias encontradas en 1847.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
Barranco de Abapio: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
Barranco de Ajabo: 1 momia masculina
Ref. Tejera 1990: 130
ARICO
Barranco Juan Andrés: Varias momias, dos de ellas llevadas al Gabinete de Historia Natural de París en el siglo XVIII según Viera y Clavijo.
Ref. Cuscoy 1968: 241
ARONA
Barranco de Amara: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
La Fajana-Guasa: Varias momias enzurronadas.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
BUENAVISTA
Teno: Momia masculina.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
CANDELARIA
Laderas de Araya: Varias momias, una infantil.
Ref. Cruz Jiménez et alii., 1973: 46
Cumbres de Araya: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 240
Cueva de la Gambuesa-Araya: 1 momia sobre tabla de sabina.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 485
Malpaís de Candelaria: Datación de muestras de tejido muscular de restos momificados: 1.133 + 77 D.C.
Ref. Eres 1993: 103. Tenerife
Barranco las Goteras-Araya: 4 momias
Ref. R. A. H.
EL ROSARIO
Barranco Jagua: 1 momia, junto a huesos de un adulto y un niño. Fue la primera vez que se describió un enterramiento con el cadáver todavía in situ. La momia se encontraba sobre cinco tablones de tea y soportada por cuatro.
Ref. Cuscoy 1957: 62-75
GRANADILLA
Barranco de Gorda: 3 momias que fueron destruidas.
Risco Bermejo-Chiñama: 2 momias
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
GUIA DE ISORA
Chajajo: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 242
Cueva del Retamar: 2 cadáveres con señales de momificación. Yacimiento expoliado. Hallazgo de diversas pieles de cabra, provistas de distintos cosidos, es interpretado como vestigios de las envolturas funerarias, y exponente de la práctica de un ritual de amortajamiento.
Ref. Cuscoy-Arco 1984
Cueva la Canal: Una mujer con restos de momificación.
Ref. González Antón 2000: 131-139
GÜIMAR
Cueva de la Hoya de Juan Luís: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 486
LA GUANCHA
Hoya Brunco: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 238
LA LAGUNA
Barranco Milán: Varias momias destruidas.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 149-156
LA OROTAVA
Roque Blanco: 3 momias, dos adultos y 1 infantil. El estado de los restos humanos descubiertos, revela la práctica de enterramientos antiguos y de otros más modernos, por simple observación se dedujo que los cadáveres más antiguos estaban sin momificar, así lo confirmaron los huesos hallados y momificados los más modernos.
Ref. Cuscoy 1960: 13-30
LA VICTORIA
Risco Caído – Barranco Hondo: 2 momias destruidas.
Ref. Cuscoy 1953: 107-110
LAS CAÑADAS
Llano Maja: 3 cabezas de perro 1 momificada. El uso del perro se ha excluido como ofrenda alimenticia, asimilándose con la idea de animales guía o compañeros del muerto (Cuscoy: 1851, 1965, 1968). Evidentemente dada la parquedad de la información, son muchos los interrogantes que se abren sobre el tratamiento funerario de que son objeto los perros. Por ejemplo, la práctica de momificación aplicada a estos animales, solo se constata en un único individuo, a partir de la conservación parcial de tejidos blandos, por lo que habría que tener en cuenta otras posibilidades tafonómicas como un origen natural y fortuito de tal fenómeno, determinado por las condiciones ambientales que se dan en esta zona. (Alberto Barroso 1999)
Ref. Álvarez Delgado 1947: 99-111, Cuscoy 1965: 33-49
Roque y Cueva de los Cochinos-Cañada del Hoyo-Ucanca: 1 Momia enzurronada, boca abajo.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 489
Montaña la Camellita – Guajara: Varias momias, restos enviados a Madrid.
Ref. Arroyo 1959, “Eco del Comercio” 4/8/1855
Cueva del Salitre: Restos de momificación, pieles apergaminadas.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 48-59
SAN MIGUEL
Barranco Pilón: Momia infantil. Considerado como el primer descubrimiento de un enterramiento infantil, solo y aislado, que se estudió en Tenerife. Por su estrechez no entra un adulto, por lo que existe la hipótesis de que pudieron participar niños en el acto funerario. La momia fue envuelta de la cabeza a los pies con pieles de cabra sin pelo, bien curtidas y algunas finamente gamuzadas, la envoltura tenía cuatro capas de piel.
Ref. Cuscoy 1962: 23-32
Cueva de Uchova: 6 momias desaparecidas (información oral y artículos de prensa)
Ref. Cuscoy 1952
SANTA CRUZ
Barranco de San Andrés: 1 momia de las mejores conservadas, hoy expuesta en las vitrinas del Museo Arqueológico.
Ref. Museo Arqueológico de Tenerife
Cueva Vegeril - Anaga: Varias momias destruidas.
Laderas de Icorbo – Anaga: 1 momia.
Ref. Ossuna 1896
Roque de Tierra – Anaga: 5 cadáveres cubiertos con pieles de cabra
Ref. Guimerá Ravina 1973: 207-212
El Chorrillo: Una momia. Datación de tejido muscular de restos momificados: 1.257 + 81 D.C.
Ref. Eres 1993: 103 Tenerife
SANTA URSULA
Barranco Los Naranjos: 2 momias.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 129-130
TACORONTE
Barranco Guayonje: 1 momia depositada en el Museo Casilda de Tacoronte, recuperada de Necochea (Argentina).
Ref. Berthelot 1849: 130
GRAN CANARIA
En la Gran Canaria también conocían el arte de embalsamar los cuerpos: Fajábanlos después con correas sutiles, les vestían sus Tamarcos, y los colocaban de pie derecho en las Catacumbas, o cuevas destinadas para este fin. (Viera y Clavijo, 1776 I: 180)
En Gran Canaria, de un lado estaría la población mediterránea de los túmulos, socialmente superior, pero que no practica la momificación, de otro, una población también superior, que practica la momificación y que deposita a sus muertos en cuevas (Schwidetzky, 1963: 12)
ARTENARA
Acusa: Varias momias envueltas en tejido de junco y 2 pieles, dentro de una especie de caja, construida con cortezas de drago y tea. Conservaban sus ojos, tráqueas, esófagos, pulmones, etc., y pelos en la barba. En un estudio sobre una piel de momia dio la siguiente datación: GRO-1188, 1380 + 60 B.P = 550AD-780AD.
Ref. Jiménez Sánchez 1941: 257. 1964: 73. Arco et alii. 1977: 75 Martín Rodríguez et alii. 2003: 235
ALDEA DE SAN NICOLAS
Cerro de los Picachos de Tirajacás: Fragmentos de mortajas de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1960b
AGAETE
Lomo Guayedra: Envolturas funerarias de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1960c
AGÜIMES
Risco Pintado: Envolturas funerarias de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1952
Guayadeque: Una momia infantil
Ref. Grau Bassas 1880
Guayadeque: Varias envolturas de momias. Pieles de cabra perfectamente adobadas y admirablemente cosidas, utilizadas para envolver las momias. Una de las cabezas (Nº 826 del Museo Canario) conserva sus ojos y sesos. Datación de pieles de momias: GRO-1189, 1410 + 60 BP = 520AD-770AD. GRO 1190, 1120+ 60 BP = 780AD-1020AD
En el ajuar se encontró una especie de diadema, hallada en la frente de una momia, formada por una tira de cuero curtida a la que se une por un fino cordón anudado, cuentas semiesféricas de Conus.
Ref. Jiménez Sánchez 1946: 72. Arco et Alii. 1977: 75
GUIA
El Morro: 2 momias recubiertas con envolturas de junco y pieles
Ref. Fusté Ara 1960, Jiménez Sánchez 1960a
SAN BARTILOME DE TIRAJANA
Barranco del Hornillo: Varios cráneos mutilados, mandíbulas y huesos largos, etc., envueltos en sudarios y esterillas de junco. Los esqueletos aparecieron superpuestos, en camadas y dentro de sus respectivas esterillas.
Ref. Jiménez Sánchez 1964: 135-136
Arguineguin: Varias momias, consideradas como las más grandes y mejor conservadas. Una de las cuales se encuentra expuesta en el Museo Canario. Una de ellas de 2 m. de altura, fue donada por el Conde de la Vega Grande.
Ref. Jiménez Sánchez 1941: 260. 1946: 70
SANTA LUCÍA DE TIRAJANA
El Pajito: Varias momias
Ref. Jiménez Sánchez 1960a
TELDE
Silva: Varias momias de pie
Ref. Hernández Benítez 1958
LA GOMERA
SAN SEBASTIAN
Degollada de la Vaca: Descubierta en 1943, se encontraron los restos de un hombre mayor y una mujer joven. El cráneo de la mujer con restos de momificación: parte del frontal hasta el borde del parietal izquierdo se hallaban recubiertos de piel.
Ref. Cuscoy 1946: 252-259
LA PALMA
No poseyeron con igual perfección los antiguos pueblos de La Palma, y se vio la prueba, cuando en 1758 se descubrió el cadáver de un isleño Palmes dentro de cierta gruta, pues aunque estaba entero, al instante que se secó al ayre, se disolvió en polvos. (Viera y Clavijo, 1776 I: 180)
Chil y Naranjo afirmaba que los Auaritas seguían prácticas de momificación, aunque los historiadores anteriores lo negaban: Aunque no he visto escrito por ninguno de ellos, se que se han encontrado momias conservadas por el embalsamiento, (Chil y Naranjo, 1878 II: 92)
PUNTALLANA
El espigón: Varios cuerpos aparecieron forrados de pieles y colocados sobre una yacija vegetal, en posición decúbito lateral flexionado.
Ref. Afonso Rodríguez 1997
MAZO
Belmaco: 1 momia. (?)
Ref. Antonio Rodríguez López, informe a la Real Academia de la Historia de fecha 9/10/1859 y Signatura: CATF/ 9/7950/04 (4)
FONDO DOCUMENTAL Y BIBLIOGRAFICO CONSULTADO
ARCHIVOS y BIBLIOTECAS
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Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. La Laguna
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Museo Antropológico Nacional. Madrid
Museo Arqueológico Nacional. Madrid
Museo Arqueológico de Tenerife
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[1] Esta momia fue donada en 1892 al Redpath Museum, de la McGill University de Montreal, Canadá. Para mayor información: I. Congreso internacional de Estudios sobre Momias. Proyecto Cronos. Horne, Patrick; & Aufderheide, Arthur. York County Hospital, Ontario, Canadá. Universuty of Minnesota-Duluth. “Examen de la momia guanche RED-1” Puerto de la Cruz.
[2] Pero fue un error el asegurar que se encontró con otros en una cueva de la Cima del Pico. En este paraje no hay tales sepulturas. Dixose también que le compró; pero en Tenerife no se hace trafico de estos cuerpos, y solo daría alguna gratificación a los paisanos, que acaso entrarían con sobrado riesgo en la caverna sepulcral. (Viera y Clavijo, 1776 II: 172n)
[3] Suponemos se refiere al descubrimiento de Araya, publicados en El Guanche en los números 285 de 30-5-1862, 286 de 6-6-1862 y 535 de 15-7-1865, donde informa de su traslado al Museo Casilda.
[4]Para una mayor información sobre este tema; consultar en: www.museosdetenerife.com/paginas/MNHA
[5] Actualmente estos boletines se encuentran en un estado totalmente lamentable para su lectura, debido a la “carcoma”.
[6] Esta momia se encuentra en el Museo de La Plata en Argentina. Sala XIX “Antropología Biológica” con la siguiente publicidad: Un ejemplar femenino momificado del grupo Guanche proveniente de las Islas Canarias, colocado en una cesta de fibras vegetales y envuelto en cuero es de especial interés, ya que sólo se han conservado unos pocos en el mundo con estas características.
[7] De Santa Cruz pasé a Tacoronte para visitar el antiguo Museo Casilda, que hoy pertenece al Sr. D. Carlos Lebrún. En él llama principalmente la atención el número de momias, muchas de ellas perfectamente conservadas… Chil y Naranjo G. (2004) Miscelánea. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 100
[8] Cable publicado por la Agencia AIBA NOTICIAS el 28/08/03
[9] “La Nueva Provincia” Bahía Blanca. República de Argentina. 31/08/03
[10] Juan Álvarez Delgado, atribuye esta obra a su editor, con bastante razonamiento, ver: Revista de Historia de Canarias XXXII (1968-69) “La Historia de Canarias de A. J. Benítez” 175-182. Atribuyendo el año de publicación como 1916.
[11] Se refiere a las piezas encontradas en la montaña de la Camellita en La Orotava.
[12] Suponemos por las referencias y fechas, se trata de las momias de Araya, en Candelaria.
[13] Revista Antropología Física, Museo Nacional de Antropología. Madrid 1993: 14
[14] Se habla de las momias encontradas en Araya de Candelaria.
[15] Crónica arqueológica e Historia del Arte. Revista de Historia de Canarias XXXII 1968-69: 306. La Laguna.
[16] Información facilitada por el propio Museo Canario.
[17] AHMLL Fondo Ossuna, correspondencia con Lord Bute en cajas: 17 (1 y 2), 175 (7 y 8).
[18] AHMLL. Fondo Ossuna, caja 17-2. Correspondencias, cartas varias.
[19] Creemos que probablemente pudo haber sido el profesor Earnest A. Hooton, de la universidad de Harvard (EE
Las cuevas de enterramiento han sido ampliamente reutilizadas desde la época de la conquista por agricultores y principalmente por los pastores, ya sea para guardar útiles de labranza o simplemente el ganado, aunque muchas fueron convertidas en viviendas provisionales, con la consiguiente adaptación de su interior y entorno, al fin propuesto. Aparte que han constituido una fuente de aprovechamiento de abono para los campos de cultivo, e incluso de ingresos monetarios obtenidos de investigadores y coleccionistas que demandaban las piezas que guardaban su interior. Deformando para futuros estudios, ya sea las posiciones y orientaciones originales de los cadáveres o el ajuar con que fueron sepultados, y aunque en la mayoría de los yacimientos, existía un ajuar que acompañaba al cadáver, con raras excepciones, muchas veces desaparecido debido al expolio en que fueron sometidos.
Para Canarias las prácticas de embalsamamiento están recogidas por todos los cronistas y fuentes posteriores (Espinosa, Escudero, Abreu Galindo, etc.). Una vez producida la muerte, lavaban al difunto, le abrían el vientre extrayéndole las vísceras. Llenaban el cuerpo con arena, corteza de pino y distintas ramas, cosiéndolo luego con cuidado. Untaban el cuerpo con manteca y lo secaban al sol durante quince días. Lo vestían con sus tamarcos y después de cubrirlos con pieles lo sujetaban con correas de cuero. Los cronistas hablan de un “grupo” de embalsamadores.
Cuando el difunto era un varón, eran los hombres los encargados de estas prácticas. Y si mujer, mujeres.
La momificación es el procedimiento de conservar el cuerpo de la forma más parecida posible a como fue en vida y, por tanto se opone a los otros sistemas de tratamiento del cadáver que, al fin y a la postre, lo que buscan es la destrucción del mismo.
La momificación puede ser de dos grandes tipos: espontánea o natural, producida por un proceso de deshidratación o desecación del cuerpo en condiciones ambientales de baja humedad y normalmente de alta temperatura; y antropogénica o artificial, es decir provocada por el hombre. (Rodríguez Martín-González Antón, 1994: 117)
Con referencia a las etnias que habitaban Tenerife y Gran Canaria, la primera cuestión que salta a la vista implica al ritual de la momificación y puede resumirse como sigue:
1. En Tenerife: El mayor número de momificados y sepultados en cuevas, pertenecen al tipo mediterranoide.
2. En Gran Canaria: Se invierte la relación. Los mediterranoides se entierran, casi siempre, en túmulos y no se momifican. Los cro-mañoides, refugiados en el interior y barrancos del Levante y del Sur, prefieren las cuevas y practican la momificación. (Martín de Guzmán, 1984: 491)
El enterramiento en cueva es el único que se conoce en Tenerife y las destinadas a albergar los cadáveres no responden a una tipología determinada, porque se trata de cuevas naturales. Sólo se elige en función del tamaño cuando se trata de realizar un enterramiento individual o colectivo. Los cadáveres se colocan en posición decúbito supino; de manera excepcional se conoce algún ejemplo en decúbito lateral flexionado hallado en Tacoronte en el siglo XIX y otro en la cueva de Chabaso, en lgueste de Cande¬laria en el siglo XX. En todos existe la idea de separar el cuerpo de la tierra para no contaminar el cadáver con el piso, diferenciando así los dos ámbitos de lo sagrado y lo profano, por lo que los cadáveres se hallan colocados sobre un suelo enlosado de lajas o sobre ramas, yerbas, trozos de madera e incluso sobre tablones de tea o de sa¬bina. Estas parihuelas se conocen con el nombre de Chajascos. Además el recinto funerario se aísla cerrando la entrada de la cueva por una pared de piedras.
Los cadáveres se colocan en el centro de la cueva, como en los laterales, hasta llegar a ocuparla toda cuando se trata de un enterramiento colectivo. La orientación de los inhumados no es constante, no respondiendo a ningún ritual.
Después de acaecida la muerte, el cadáver se sometía a un proceso de conservación conocido como mirlado, aunque de for¬ma genérica se ha popularizado como momificación, término que ha contribuido a confusiones de tipo cultural, cronológico e inclu¬so de orígenes, al utilizarlo como argumento aislado para estable¬cer semejanzas con otras culturas, como la egipcia, al creer que el tratamiento post mortem de los guanches pudiera compararse con las viejas culturas nilóticas. Por otra parte, el mirlado no fue de uso general entre la población, al ser muchos los cadáveres no sometidos a este tratamiento. Entre los cadáveres mirlados, asi¬mismo, parece existir una cierta gradación en la práctica funera¬ria, ya que en las cuevas con enterramientos colectivos se han di¬ferenciado cuerpos no mirlados (momificados), otros de momifi¬cación imperfecta y aquéllos que conservan su integridad corpo¬ral, según ha puesto de manifiesto L. Diego Cuscoy: 1976. Es posible, asimismo, que sea como resultado de una sociedad en la que existe una diferenciación social basada en la posesión de mayor o menor número de ganado. (A. Tejera, A. González, 1987).
La extracción de vísceras, que es uno de los aspectos distinti¬vos de la momificación egipcia, no está suficientemente compro¬bada, aunque conocemos algún documento que relata cómo al Mencey, seguramente como distintivo de su dignidad, se le hacía extraer las vísceras.
Schwidetzky (1963) sostiene que algunos de los cadáveres estu¬diados por ella, parecían haber sido sometidos a un tratamiento especial, como la importante momia del Museo Etnológico Nacio¬nal (Madrid), aunque estos aspectos no están suficientemente conocidos aún, a pesar de los análisis realizados sobre restos guanches. Por ello hemos de seguir haciendo uso de las fuentes literarias.
La diferenciación social establecida entre los guanches se re¬fleja, como hemos dicho, en el mundo funerario, por lo que algu¬nas cuevas, se supone que las mejores, estuvieron destinadas a los personajes principales, ya fueran Menceyes o Nobles que de¬pendían del mismo linaje. (Tejera, 2000: 54-55)
En los últimos estudios realizados sobre cinco momias, la extracción de las vísceras se ha constatado en ellas.
En los trabajos presentados durante el I Congreso Internacional de Estudios sobre Momias: Proyecto Cronos. Patrick Horne y Arthur Aufderheide del York County Hospital de Ontario (Canadá), en su ponencia: Examen de la momia guanche RED-1, en el estudio que se realizó en 1992 en el departamento de Etnología del Redpath Museum, de la McGill University de Montreal, se dieron los siguientes resultados: Parece evidente que ha habido un intento de momificación, pues el cuerpo no posee vísceras, que han sido sustituidas por grava volcánica, musgo, corteza de pino triturada, y otros materiales vegetales.
En los estudios realizados por Gloria Ortega Muñoz y Lázaro Sánchez-Pinto Pérez-Andréu del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife: Análisis de los materiales localizados en la cavidad abdominal de dos momias guanches, con respecto a la denominada Momia TEN-M-50, hallada en Guía de Isora comentaron en su ponencia en el congreso: Se encontró casi completa (le falta la mano derecha y los dedos de la izquierda) y carecía de vísceras. Y en la Momia TEN-M-3B, hallada en el Tablero, barranco de Jagua: Corresponde a un varón de 17-18 años que carece de extremidades inferiores y vísceras.
Y en los estudios realizados a las dos momias recuperadas de Necochea (Vide Infra), el conservador del Museo de Ciencias Naturales, Lázaro Sánchez-Pinto, observa que su composición no difiere de los materiales encontrados en otras momias. Así se detectó lapilli rojo, piedra pómez y tierra; vegetales (mocán, acículas de pino, fragmento de gramíneas, sangre de drago, etc.) y animales (grasa animal solidificada). El estudio sobre los métodos de tratamiento y preparación del cadáver, en ambas momias no permite confirmar la evisceración a pesar de que la momia NEC-1 carece de la parte abdominal que ha desaparecido casi en totalidad. Y la presencia en la momia NEC-2 de restos de diversos órganos internos viene a contradecir lo descrito por las fuentes.
En cuanto a la momificación de los cadáveres, en Gran Canaria, C. del Arco indica que «la momificación se practica entre la población cromañoide del interior, que utiliza las cuevas como lugares de enterramiento, no apareciendo con el tipo mediterráneo que utiliza los túmulos». En un trabajo reciente (Jiménez Gómez, C. del Arco, 1975-6:109), vie¬ne a decir que las remociones de los túmulos ha sido tal, que dificulta conocer el ritual funerario y el acondiciona¬miento de los cadáveres. Insistiendo en esto último, ha de tenerse en cuenta la «metodología» de estudio en el siglo XIX y en los primeros 50-60 años del XX, al des¬trozarse cientos de túmulos en la Isleta, Artenara, etc. Por otra parte, estos enterramientos que se hallan visibles han estado expuestos al pillaje, a las condiciones atmosfé¬ricas diversas y a la acción de los roedores, como lo su¬giere Schwidetzky al estudiar algunos huesos largos que aún presentaban restos momificados y en los que se apre¬ciaba la impronta de aquéllos. Por todo lo expuesto, seguimos creyendo que los enterrados en túmulos especialmente ricos se momificaron con mayor riqueza, si cabe, que los de las cuevas naturales. (González-Tejera, 1990: 194-195)
En la preparación del cadáver se establecía una clara diferencia entre los sexos, de tal forma que para
…conservar los cuerpos difuntos, había hombres para los varones, y mujeres para las hem¬bra… (Abreu Galindo, 1977: 162).
Estas funciones sobre el tratamiento de los cadáveres se hallan también diferenciadas entre los pueblos berberófo¬nos como los tuareg. Desconocemos cuál fue la condi¬ción social en la estructura de la población de estos hom¬bres y mujeres «diputados y señalados» para dichos me¬nesteres.
En Tenerife igualmente la práctica de la momifica¬ción es algo distintivo de sus costumbres funerarias, aun¬que no fue de uso general entre la población, ya que son muchos los ejemplos de cadáveres no momificados, exis¬tiendo incluso una cierta gradación en la práctica funera¬ria, ya que en cuevas de enterramientos colectivos parece existir una diferencia entre cuerpos no momificados, cuerpos de momificación imperfecta y los que conservan la integridad corporal (Diego Cuscoy, 1976: 233-270).
Nos encontramos asimismo ante un fenómeno de clara diferenciación económica y social, como corresponde a una Sociedad con distinciones entre sus componentes.
La extracción de vísceras, según las fuentes, se reser¬vaba sólo al Mencey como distintivo de su dignidad, por¬que ello permite una mejor conservación del cadáver, aunque como hemos visto (Vide Supra) esto no corresponde a la realidad, pues hay momias sin vísceras masculinas como femeninas.
Y tienen la costumbre de que, cuando muere un rey, le extraen las vísceras y las colocan una cesta hecha de hojas de palmera... y después lavan el cuerpo del rey y lo llenan de manteca. (Bonnet, [Diogo Gomes] 1940: 98).
No está del todo suficientemente probado este hecho, aunque como hemos visto para Gran Canaria, y según la opinión de Schwidetzky, estas prácticas se hicieron en algunos cadáveres. Falta un estudio profundo sobre todo el proce¬so de momificación y posterior conservación del muerto, pero mientras tanto, sólo podemos conocerlo según las referencias de las crónicas y los últimos estudios realizados.
LA MOMIFICACION SEGÚN LAS CRONICAS E HISTORIADORES
El tratamiento dado a los cadáveres, es muy repetitivo en casi todos los cronistas, aunque es Abreu Galindo el único autor que habla de extracción de vísceras en Gran Canaria, mientras que otros cronistas explican el proceso de momificación de forma más simple.
De forma general se ha planteado una dicotomía so¬cial en base a la existencia de momificados, pero creemos que en este sentido han de hacerse algunas consideracio¬nes. Los cadáveres momificados se encuentran igualmen¬te en las cuevas naturales funerarias. La diferencia cree¬mos que debe radicar más, en que existía un sistema de extracción de vísceras y otro sin ella. Este dato, señalado por Schwidetzky (1963: 21) de que el «vaciado de vís¬ceras se hizo muy pocas veces» sin extracción del cerebro en ningún caso, es destacado también por Bory de St. Vi¬cent y Chil y Naranjo quienes habían visto momias con aberturas en el abdomen cuidadosamente cosidas, y otras sin estas señales, lo que corrobora la afirmación de Abreu Galindo y, creemos explica mejor esta diferenciación que, asimismo se destaca en base a la diversa tipología fu¬neraria. De igual forma esta diferenciación puede estable¬cerse en la mayor o menor riqueza de envoltura en pie¬les, ya que los momificados en cuevas, generalmente se hallan envueltos en esteras de junco y con pocas pieles. (González-Tejera, 1990:194)
Los naturales desta isla, piadosos para con sus difuntos, tenían por costumbre que, cuando moría alguno dellos, llamaban ciertos hombres (si era varón el difunto) o mujeres (si era mujer) que tenían esto por oficio y desto vivían y se sustentaban, los cuales, tomando el cuerpo del difunto, después de lavado, echábanle por la boca ciertas confecciones hechas de manteca de ganado derretida, polvos de brezo y de piedra tosca, cáscara de pino y de otras no sé que yerbas, y embutíanle con esto cada día, poniéndolo al sol, cuando de un lado, cuando de otro, por espacio de quince días, hasta que quedaba seco y mirlado, que llamaban xaxo.
En este tiempo tenían lugar sus parientes que llorarle y plantearle, que otras obsequias no se usaban; al cabo del cual término, lo cosían o envolvían en un cuero de algunas reses de su ganado, que para este efecto tenían señaladas y guardadas, y así, por la señal y pinta de la piel se conocía después el cuerpo del difunto. Estos cueros los adobaban con mucha curiosidad gamuzados y los teñían con cáscaras de pino, y con mucha sutileza los cosían con correas del mismo cuero, que casi no parecía la costura. En estas pieles adoba¬das cosían y envolvían el cuerpo del difunto después de mir¬lado, poniéndole muchos cueros destos encima, y algunos ponían en ataúd de madera incorruptible, como es tea, hecho todo de una pieza, y cavado no sé con qué, a la forma del cuerpo: y desta suerte lo llevaban a alguna inaccesible cue¬va, puesta en algún risco sajado, donde nadie pudiese llegar, y allí lo ponían y dejaban, habiéndole hecho en esto el último beneficio y honra. Mas los hombres y mujeres que los mirla¬ban, que ya eran conocidos, no tenían trato ni conversación con persona alguna ni nadie osaba llegarse a ellos, porque los tenían por contaminados e inmundos; mas ellos y ellas te¬nian su trato y conversación y cuando ellas mirlaban alguna difunta, los maridos les traían la comida, y por el contrario, etc. (Espinosa, 1980: 44-45)
Y la manera de mirlar los cuerpos era que llevaban los cuerpos a una cueva y los tendían sobre lajas y les vaciaban los vientres, y cada día los lavaban dos veces con agua fría las partes débiles, sobacos, tras las orejas, las ingles, entre los dedos, las narices, cuello y pulso. Y, después de lavados, los untaban con manteca de ganado y echábanles carcoma de pino y de brezo y polvos que hacían de piedra pómez, porque no se dañasen (…) y con cueros de cabra o de ovejas sobados los envolvían y los liaban con correas muy luengas, y los ponían en las cuevas que tenían dedicadas para ello, cada uno para su entierro. (Abreu Galindo, 1977: 300)
Acostumbraban los canarios sepultar sus muertos de esta manera: Preparaban los cadáveres con yerbas y manteca al sol, para que, a modo de cosas aromáticas, se defendiesen lo más que fuese posible de la corrupción. Después los envolvían con muchas pieles preparadas para el mismo objeto, y los apoyaban a las paredes, al interior de las cuevas de los montes. (Torriani, 1978: 114)
…los guanches a fuerza de experimentos, y de repetidas observaciones, consiguieron descubrir el secreto de eternizarlos en cierto modo, y hacer sus saxos (…) y solo por tradición se sabe lo siguiente: Que después de haber extraído las entrañas, y lavado los cuerpos muchas veces con una lexia de pino seca al sol en tiempo del Estío, los ungían con manteca de oveja cocida con yerbas de olor, como espliego, salvia, etc. Hecha esta unción se dexaba desecar el cuerpo, y se repetía tantas veces, quantas se creía necesarias para que el cadáver quedara bien penetrado. Cuando éste estaba bien ligero, era una prueba clara que estaba bien preparado, y entonces le envolvían en pieles de cabra enjutas y al pelo, para menos costo… (Viera y Clavijo, 1776 I: 175-176)
A el difunto lavaban todo con agua caliente cosidas iervas, y con ellas lo estregaban abriámle el vientre por la parte derecha debajo de las costillas a modo de media luna sacaban todo lo de dentro, y por lo alto de la caveza sacaban los sesos y quitado todo hasta la lengua llenavan los huecos de mezcla de arena, cáscaras de pino molida y borujo de yoia o mocanes , y volvían a serle mui curiosamente; lo ungían con manteca, y ponían al sol de día, y de noche a el humo, y por quince días le lloraban haciendo exequias…(Marín De Cubas, 1986: 248)
Solamente otros había mirlados que no les faltaban cabellos ni dientes, encerrados dentros de cuebas, puestos en pie arrimados i otros sentados, i mujeres con niños a los pechos, todos mui enjutitos que casi se les conocían las faiciones con estar de muchísimos años. Y ai cuebas llenas destas osamentas que es admiración. (Morales Padrón, 1978: 387)
La momificación de los cadáveres entre la población aborigen de las Islas Canarias se usó como argumento para encontrar paralelismos con el antiguo Egipto; sin embargo los procedimientos de momificación no fueron idénticos, por cuanto el vaciado de vísceras se realizó en escasas ocasiones y el cerebro no se extrajo nunca, en contraste con aquélla.
LA CUEVA DEL BARRANCO DE HERQUES
Muchos cronistas e historiadores nos hablan de esta famosa cueva que aún hoy en día buscan muchos investigadores y que sería como encontrar el “Santo Grial” para los arqueólogos canarios, aunque para muchos “viejos” del lugar, su descubrimiento significaría el expolio y saqueo de parte no solo de su historia, sino de la profanación de sus antepasados.
Al tiempo que se escriben estas noticias se acaba de descubrir un panteón excelente, cuyo apreciable monumento derrama mucha luz sobre esta parte de nuestra historia antigua. La cueva, aunque de una entrada sumamente difícil, es en lo interior alta, capaz y acompañada de algunos nichos abiertos en la peña. Está en un cerro muy escarpado del barranco de Herques, entre Arico y Güímar, en el país de Abona, y tan llena de momias, que no se contaron menos de mil...A la verdad, yo no había admirado tanto hasta entonces aquel artificio con que estos isleños inmortalizaban sus cuerpos... Las mortajas o forros en que estaban arrollados desde pies a cabeza son unos pellejos de cabra cosidos con primor. Algunos cuerpos tienen hasta cinco o seis, puestos unos encima de otros. Háyanse los varones con los brazos extendidos sobre ambos muslos y las hembras con las manos juntas hacia el vientre. Aun la misma colocación que tienen los saxos en este cementerio es objeto digno de atención, porque están en camas y filas, sobre unos como andamio o catrecillos de madera todavía incorrupta, cuyo espectáculo no tiene nada de honroso. (Viera y Clavijo, 1776 I: 178)
Uno de los primeros que tuvo acceso a una de las grandes necrópolis guanches fue el médico inglés Thomas Nichols en 1652. En Güímar observó en una cueva de 300 a 400 cadáveres, y los guanches que lo acompañaban dijeron que en la isla existían al menos veinte cuevas como aquella... (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Veamos la descripción que de esta cueva nos da este médico:
…los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está esta exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero lo que causa más admiración es que todos los cuerpos están casi enteros. Se ve igualmente en los dos sexos los ojos (pero cerrados), los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales. El autor contó trescientos o cuatrocientos en diferentes cuevas, unos de pié otros echados sobre camas o tarimas de madera.
Un día que el autor había salido con su hurón a coger conejos, caza muy ejercitada en la isla de Tenerife, se perdió este animalejo en una madriguera sin que pudiesen reconocer sus huellas. Uno de los cazadores a quien pertenecía se empeñó en buscarlo entre las rocas y maleza: descubrió la entrada de una cueva de guanchas i entró; pero su temor se descubrió al instante por sus gritos redoblados. Había visto un cadáver de una grandeza extraordinaria, cuya cabeza reposaba en una piedra, los pies en otra y el cuerpo en una tarimilla de palo. El cazador se sosegó alguna cosa acordándose de lo que había oído decir, y de las ideas que tenía sobre las sepulturas de las guanchas, y cortó un buen pedazo de la piel que tenía el muerto sobre el pecho. El escritor de esta relación asegura que estaba más fina y suave que la de nuestros mejores guantes, y tan lejos de podrirse, que el cazador se sirvió de ella para varios usos por espacio de muchos años.
Estos cadáveres estaban tan ligeros como una paja: el autor que había visto algunos, cuya piel estaba ya descosida y destrozada, protexta que se distinguían perfectamente los nervios, tendones y aún los nervios y arterias que parecían otras tantas cuerdecillas. (Rumeu de Armas, 1999: 170)
...El barranco de Herques tiene su fama desde antiguo por localizarse en el mismo una cueva de enterramiento descubierta en el siglo XVII y que fue descrita por
Viera y Clavijo. Esta fama llega hasta nuestros días , incluso apareciendo señalizada en diversos mapas de la isla de Tenerife....ninguno de ellos nos expresa con exactitud la situación de la famosa cueva...la gente no sabe, no contesta y es que hoy la histórica gruta guanchinesca no existe, no se conoce, es un secreto guardado en el risco.
En el Escobonal se ignora lo que ocurrió con este yacimiento (el de 1770) y su localización exacta, aunque por la descripción de Viera, puede ser la conocida cueva de Las Calzadas en dicho barranco...Y nos preguntamos, ¿cómo es posible que la memoria colectiva de un pueblo, en poco más de dos siglos, haya olvidado tan espectacular descubrimiento?... (Rodríguez Delgado, 1994: 132-134)
Los cuerpos están cosidos con pellejos de cabra, y con correas de la misma especie, y las costuras tan iguales y unidas, que no se puede sin admiración alabar su maravilloso arte. Cada cubierta está exactamente proporcionada según la estatura del cuerpo. Pero, lo que causa más admiración, es que todos los cuerpos están casi esteros. Se ve igualmente en los de los dos sexos, los ojos (pero cerrados) los cabellos, la nariz, los dientes, los labios, la barba, y hasta sus partes naturales...Los Guanches cuentan que tenían más de veinte cuevas de sus reyes y grandes hombres, incógnitas aún entre ellos, excepto algunos viejos que eran los depositarios de un tan respetable secreto, y que no deberían jamás revelar... En Tenerife, muchas veces era colocado sobre una especie de andas o de pié y adosados a la pared, tal y como describen las fuentes etnohistóricas el panteón de los Menceyes, uno de los cuales fue descubierto en el siglo XVIII y perpetuado en un grabado. (William, 2000)
J. Álvarez Rixo (Puerto de la Cruz 1796-1883) en un cuaderno redactado por él entre 1845 y 1879 recoge información sobre un hallazgo en la comarca de Agache bajo el epígrafe “Otro hallazgo muy notable. El Escobonal (Tenerife)”.
El periódico titulado “Las Noticias” del seis de Agosto de 1876 que se publica en Santa Cruz de Tenerife, hallamos que en aquellos días se había descubierto en el pueblo de El Escobonal, jurisdicción de Güímar, una gran cueva de guanches, la cual yacía oculta bajo un terreno de la pertenencia de un tal Yánez, cuyo labrador al estarla sorribando se le escoletó la barra por dentro de una grieta, no quería perderla y al ahondar para sacarla, descubrió con admiración una caverna de cosa de cien metros de largo y diez de ancho, y en su medio una fuente de buena agua potable, que por razón de aquel lugar carecer de este indispensable elemento, fue muy interesante hallazgo. Había además, dos momias, y restos de otras, un molino, un zurrón con gofio de cebada que dicen estaba capaz de comerse, algunos haces o brazadas de leña de brezo y de retama. Tal vez algún curioso visitante había escrito más circunstanciada descripción. Sea como fuere, podemos numerar este como el décimo o duodécimo descubrimiento de restos de los guanches de Tenerife durante los setenta y seis años del corriente siglo XIX, y no dudamos que todavía ocurrirán más. (Cruz Jiménez-Tejera Gaspar, 1996)
EXPOLIO Y AFAN COLECCIONISTA
La primera noticia de momias guanches fuera de la isla es la del inglés Samuel Purchas, en 1616, quien observó dos en Londres. Un siglo después el francés Puysegur se llevó otras dos procedentes de un barranco de Arico a París.
Viera y Clavijo da noticias sobre este expolio:
En octubre de 1772 el señor Young comandante de un Vergatín inglés, sacó de Tenerife la momia de una guancha[1], que colocó en el Museo Británico. Con este motivo se habló de ella en los papeles públicos como de una gran maravilla. Celebróse la frescura, y buena conservación de las partes del cuerpo, aún las más menudas. Se hizo juicio de que podría ser el cadáver de una mujer muerta mil años há…[2]
En el Gabinete de Historia Natural del Jardín de París se ven dos momias de guanches. Llevolas de la isla de Tenerife en 1776 el Conde de Chastenet de Puysegur, oficial comandante de un buque de guerra, y fueron halladas en una cueva del lugar de Arico. (Viera y Clavijo, 1982: 172-176)
El coleccionismo de momias guanches, era una afición natural en este siglo, principalmente entre los viajeros y visitantes franceses e ingleses:
Mr. Golberry no escatimó esfuerzos para recopilar la información sobre el proceso que observaban los guanches para momificar los cadáveres de sus difuntos, describiendo una momia que había coleccionado y que él mismo había seleccionado entre un gran número de ellas, que aún existían en su tiempo en las cuevas sepulcrales de Tenerife.
…Blumenbach nos informa que él posee una momia, que aunque provista de toda su envoltura, solamente pesa siete libras y media… (William, 2000: 62-64)
Los guanches embalsamaban sus muertos; todos los días se descubren en la isla catacumbas abiertas por aquel pueblo. Todas las personas de la expedición se procuraron fragmentos de las momias que encierran. Mr. Broussonet tuvo la bondad de darme una entera. (Saint-Vincent, 1994: 81)
No obstante sería en el siglo XIX cuando el expolio de estos restos alcanzaría en las islas su cenit. En 1865 existían en el museo Antropológico Nacional de Madrid no menos de cinco momias de Tenerife. Pero, quizás el centro más beneficiado de aquella época con el envío de momias y huesos guanches y canarios fuera el Museo del Hombre de París, donde llegó ingente cantidad de material, llevado sobre todo por René Verneau. (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Viendo las varias centenas de cráneos y esqueletos que he traído de mis expediciones, nadie dudaría de los peligros que tuve que afrontar para conseguirlos. (Verneau, 1881: 226)
Pero no solo fuera del archipiélago irían a parar los productos del expolio. El siglo XVIII se caracterizó en esta tierra, con respecto al mundo aborigen, por su curiosidad hacia las momias, ya que estas evocaban una vida y un mundo lleno de perfecciones. Por ello, no es de extrañar que algunos canarios coleccionaran en sus casas esta clase de especimenes. (Rodríguez Maffiotte, 1995: 37)
Se conservan aun algunas cuevas llenas de cadáveres de guanches. En 3 de En.º de 1770 vi uno en casa del Then.te Cor.1 D.n Gabriel Román, que estaba entero, i aun con su cabello i dientes.
En los archivos del Museo Antropológico Nacional, hay varias cartas entre sus documentos, de R. Verneau, donde comunica el envío de restos aborígenes, una de ellas con fecha 23 de agosto de 1886 de Las Palmas de Gran Canaria; en ella habla del envío de dos cajones al Museo de Historia natural de Madrid:
…de los cuales uno contiene dieciséis cráneos del barranco de guayadeque…
Afirmaciones como esta, representan un ejemplo del expolio que existió en los siglo XVIII y XIX de investigadores (?) franceses e ingleses de la talla entre otros de: Verneau, Berthelot, etc., enviando gran cantidad de momias y calaveras a museos de toda Europa, en teoría para su estudio, pero, que nunca volvieron a su lugar de origen, como ejemplo tenemos las momias guanches en los museos de Paris, Londres, Munich, Canadá, etc., incluso por la desidia de las autoridades de la época, las que fueron a parar a La Plata en la Argentina.
A este respecto Antonio Rumeu de Armas hace un valioso comentario:
El número de cuevas sepulcrales existentes en Tenerife debió ser importante. Ahora bien, en el siglo XVIII se produjo una sistemática expoliación por partes de aventureros, eruditos y aficionados. Los museos y los Gabinetes Antropológicos de España y Europa reclamaron la posesión de ejemplares, que les fueron generosamente facilitados por vía oficial subrepticia. Pero, andando el tiempo, las momias fueron arrumbadas por carencia de interés o pérdida de la pertinente identificación. Todavía hoy se conservan algunas, ubicadas en las más extrañas galerías. (Rumeu de Armas, 1999: 169-178)
Por su parte Luís Diego Cuscoy se refiere a estas momias, ubicándolas unas en París y otra en la Real Biblioteca de Madrid:
Sabemos que de la región de Arico procedían dos momias que en el siglo XVII se exhibían en el Gabinete de Historia Natural de París y que del barranco de Herques eran las que en el mismo siglo se conservaban en la Real Biblioteca de Madrid.
En el archivo del museo de ciencias Naturales de Madrid figura un documento con el número 506, fechado el 24 de mayo de 1778. Con la referencia “Isla de León”. Se da cuenta de una carta de D. Vicente Tofiño de San Miguel a D, Pedro Dávila remitiéndole, con Joaquín Román, la momia que halló en Tenerife D. Luís Arquedas...le informa que, aunque ha padecido mucho durante el viaje por mar, donde la humedad y calor de la bodega del navío han alterado su conservación por ser el cadáver de los antiguos guanches hace apreciable “esta pieza de historia”.
…varia fue la suerte de las que se extrajeron del yacimiento funerario de Güímar.
Una, en perfecto estado de conservación, convenientemente embalada con lana, salió para la Corte, consignada a D. Francisco Machado. Un capitán de navío francés obtiene autorización para llevarse una momia a Francia. Otra es sacada por D. Lorenzo Vázquez Mondragón con destino “a España”. Finalmente D. Gabriel Román deposita otra momia en su casa.
Sabíamos que en 1772 un inglés capitán de navío, transportó a Inglaterra la momia que todavía hoy se conserva en el Laboratorio Duckworth, de Cambridge.(Diego Cuscoy, 1976: 233-270)
En una momia guanche conservada en Cambridge, se observan los dedos de los pies y de las manos envueltos por separado en tiras de cuero… (William, 2000: 67)
Los diferentes cráneos enviados al departamento de Antropología del Museo para satisfacer la petición del Sr. Quatrefages fueron once. La caja enviada contenía:
1.- Cráneo
2.- Otro cráneo con una gran herida cicatrizada
3.- Otro momificado en parte con las mandíbulas y las vértebras del cuello
4.- 2 piernas (de mujer quizás) momificadas
Estas piezas procedían del barranco Agua de Dios en Tegueste
5.- Un cráneo de un Túmulo de la Isleta, Gran Canaria
6.- Otro de la Cueva de los Huesos cerca de Tafira en Gran Canaria
7.- 2 fémures de la misma cueva
8 y 9.- 2 cráneos de una cueva de Guayadeque en Gran Canaria
10, 11 y 12.- 3 cráneos de una cueva de Los Letreros en El Hierro (Berthelot, 1980: 129)
…los cráneos de los esqueletos de los túmulos de la Isleta en Gran Canaria, de los que el departamento de antropología del Museo de París posee algunos especimenes que les hemos enviado, nos parece que presentan más hermosas proporciones que los de las momias sacadas de cuevas que parecen proceder de épocas más modernas. (Berthelot, 1980: 147-148)
Al mismo tiempo se remitió al Sr. Director de el Museo Etnológico Nacional 69 huesos limpios y varios trozos de pieles adobadas, utilizadas por los aborígenes para envolver las momias de sus difuntos. (Jiménez Sánchez, 1940)
…no concluiremos esta interesante cuestión, sin presentar antes un extracto del informe que Mr. Dubreuil de Montpellier publicó sobre las momias que en 1802 llevó a Paris Mr. Broussonet… (Millares, 1997: 79)
El interés por la búsqueda y coleccionismo de restos arqueológicos en la isla de Tenerife, tuvo su cumbre desde principio del siglo XIX, como nos comenta Alejandro Cioranescu en su “Historia de Santa Cruz”:
En una región como las Canarias, donde la arqueología se ha hecho sin la necesidad de escarbar el suelo, una colección de objetos guanches era una fácil tentación. En cierto momento, la curiosidad era tan viva que el mismo ayuntamiento, a pesar de su pobreza y de la falta de asesoramiento especializado, se dio cuenta de ello. Observó que todos querían momias, y hasta del extranjero, y que solo él no tenía ninguna; acordó por lo tanto mandar que le consigan “algunas momias, procurando que vengan de ambos sexos”. Si no las consiguió el ayuntamiento, las tuvieron algunos aficionados; el primero de ellos fue Megliorini, que tenía en 1821 una momia guanche en su colección que visitaban muchos viajeros y turistas extranjeros y en la que, además de objetos de historia natural, se podían ver muchos objetos del acostumbrado ajuar guanche. (Cioranescu, 1979: Vol. IV 222-223)
La primera mitad del siglo XIX fue una época no solo científicamente estéril, sino más bien funesta para la arqueología. La sociedad, embuida de la teoría rusoniana del buen salvaje, se lanzó a buscar sus restos con afán coleccionista, destrozando definitivamente lo que pudo ser rica fuente e interesante documento para la arqueología. (Pellicer, 1968: 292)
Mucho de este material se exhibe hoy en las salas del Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, y otra parte no menos valiosa, figura en los museos de Madrid, Paris, Londres, Viena, etc. (Jiménez Sánchez, 1864: 72)
Este expolio no solo ocurrió en las islas de Tenerife y Gran Canaria, sino que fue actividad habitual en todas las islas:
Los primeros trabajos arqueológicos llevados a cabo en la isla de La Gomera, datan del año 1945. Como las demás islas del archipiélago, La Gomera registró el paso de un grupo de hombres que en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX recorrieron sus barrancos, lomadas y degolladas en busca de vestigios de los aborígenes. La preocupación de estos hombres fue diversa y no siempre animada por un móvil científico, si exceptuamos a los antropólogos, que en verdad hicieron una labor meritoria, si bien con detrimento y merma del tesoro arqueológico de las islas.
Este impulso inicial desató una fiebre por la rebusca de yacimientos en la que colaboraron, por un lado, el erudito local y el médico, y por el otro el coleccionista. Tener en el gabinete de trabajo o en el despacho una momia o un cráneo, satisfacía en extremo, y si a esto se le añadía la posesión de un vaso o un objeto ornamental, tanto mejor. (Cuscoy, 1953: 135-136)
Con respecto al expolio de momias, procedentes del Museo Casilda de Tacoronte, les remito a la información bastante completa de las obras de Juan Béthencourt Alfonso: Historia del Pueblo Guanche y la de Fariña González y Tejera Gaspar: La Memoria Recuperada. Añadiendo solamente algunas informaciones adicionales:
Álvarez Rixo en el trabajo que comentaremos más adelante nos dice sobre este particular:
En los periódicos de Santa Cruz de Tenerife vimos anunciado el hallazgo de otra gruta de guanches con seis u ocho momias bien conservadas, paréceme que en el pago o Valle de Igueste, de cuyo descubrimiento tomó razones el Gobierno Civil que las hizo conducir a Santa Cruz para dar parte al gobierno supremo y saber que se habría de hacer con las tales momias: y como en España apenas se sabe lo que son las islas Canarias, mucho menos se sabe ni interesan sus momias, y parece que nada se resolvió, permaneciendo olvidadas con riesgo de irse deteriorando. Pasados algunos años, con el laudable objeto de que no acabasen de maltratarse, las pidió y obtuvo para conservarlas en su curioso gabinete de historia natural en Tacoronte D. Sebastián Casilda, en cuya resolución estuvo acertadísimo el Gobierno Civil de la Provincia[3]. (Tejera Gaspar, 1990: 121-136)
En el año 2004, se pudo recuperar por el Museo Arqueológico de Tenerife, dos momias guanches que se encontraban en Argentina[4]. Las Islas así recuperan una parte de su patrimonio que se creía perdido y que fue, como muchos otros registros prehistóricos, hurtado de la geografía insular. Según Antonio Tejera Gaspar: "como mínimo, 50 momias, pero probablemente más", fueron expoliadas a raíz del nacimiento del coleccionismo científico y de la fundación de los grandes museos de ciencias naturales, sobre todo en los siglos XVIII y XIX.
Estas dos momias que ha recuperado el Museo Arqueológico de Tenerife, estaban en Necochea, al sur de Buenos Aires. Éstas procedían del museo Casilda de Tacoronte, fundado por Sebastián Pérez Yanes en Tenerife en el siglo XIX, cuyos fondos fueron vendidos por los herederos tras el fallecimiento del fundador, en torno a 1890.
Es probable que la venta estuviera relacionada con el hecho de que Víctor Grau Bassas, que fuera secretario del Museo Canario, se hubiera establecido en Necochea, donde se convirtió en el primer secretario del Museo de La Plata.
Para saber cual era el inventario de momias que existían en su época en el Museo Casilda de Tacoronte, hemos consultado: Historia del Pueblo Guanche T. II. Apéndice documental Nº 2. El Museo Casilda de Tacoronte: Una pérdida irreparable. (1994) de Juan Béthencourt Alfonso. En M. A. Fariña (ed.) Francisco Lemus editor. La Laguna: 519-565. La Memoria Recuperada (1998) de Manuel Fariña González y Antonio Tejera Gaspar. Edición de Caja Canarias. Tenerife. Tenerife y sus seis satélites (1995) de Olivia Stone Vol. 1: 493-499. Edición del Cabildo de Gran Canaria. Y del texto de Sainte-Marie, (Sainte-Marie, E. de: 1899. Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones existentes en el día 17 de agosto de 1887). En: Boletín de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. Año I, nº 8 y 9: 62-70[5].
Del inventario de Eugenio de Sainte-Marie: Catálogo de los objetos contenidos en el Gabinete del Sr. Casilda, de Tacoronte, en las distintas secciones de Pintura, Escultura, Numismática, Cerámica, Etnografía, Antropología e Historia Natural, existentes en el día 17 de agosto de 1887, en cuya fecha pasó una comisión del Instituto Provincial, presidida por el Director, a visitar dicho museo con el fin de adquirirlo para el referido establecimiento, hemos extraído la Sección Antropológica (Sala Cuarta):
Cuatro momias en bastante buen estado de conservación, de guanches, tales como se encontraron en sus cuevas de sepultura, envueltos en pellejas; descollando entre todos la de una reina, notable por la perfección de sus facciones que se pueden aún apreciar a pesar de los años transcurridos, lo abundante y sedoso de su cabellera, la completa blancura y limpieza de sus dientes y la sonrisa y la resignación que se nota en su semblante, pareciendo como se quiere escaparse de la mortaja que la sujeta.
Veinte y más fragmentos de guanches, cráneos, tibias, fémures, diseminados, más o menos desprovistos de sus tegumentos capilares (…)
De la obra de Olivia Stone:
Una es de un hombre guanche, no muy bien conservada, de cinco pies y ocho pulgadas de largo. Otra está envuelta en cuero todavía, tal como la encontraron, rodeada y cosida con tiras de cuero de una pulgada de ancho, más o menos, con la funda de cuero atada en la parte alta de la cabeza como se haría con la boca de un saco. (...)
Otra momia, de una mujer, que, según dicen, se encontró a medio camino de la cima del Pico, tenía las piernas dobladas hacia atrás por las rodillas hasta tocar las caderas y, en esa posición, medía tres pies y cuatro pulgadas (...)
En total hay siete momias en Tacoronte (...)
Del inventario realizado en 1884 por Juan Béthencourt Alfonso extraemos:
IV-7-1.- Esta momia está en la alhacena, como la anterior (está incompleta) que dicen haberlas encontrado en la Orotava. No es posible estudiar sus envolturas sin destrozarla por el estado en que se encuentra. Lo primero que llama la atención es que se la ve doblada por las rodillas, e inclinada las piernas (sic). El pie derecho está debajo del izquierdo, como se ve en algunos Stos. Cristos; y la mano izquierda está como tapando la derecha, como hacia la mitad de los muslos. La cabeza y cuerpo según se ve; la cabeza caída sobre el hombro izquierdo; y el eje del cuerpo como doblado lateralmente sobre el mismo lado.
Algunas de las correas con que le aseguran sus envolturas son del ancho de dos dedos.
La capucha que cubre la cabeza tiene seis envolturas; y una de ellas sale como la forma de un abanico abierto, por uno y otro lado, con lo más delgado buscando la parte inferior de la barba, donde se anuda; también tiene algunas correas circulares en derredor del cuello, como para ajustarle las pieles al pescuezo.
Los dedos de la mano están como ríspidos. Todo es de color de chocolate. El aspecto del semblante y el desarrollo orgánico hacen creer que es hombre.
IV-7-2.- Está como doblado por el espinazo hacia adelante; y la cabeza caída atrás y como sobre el hombro derecho. Fue encontrado en el Sur de Tenerife. Esta momia le envuelven pieles que indudablemente le fueron puestas hace muy poco tiem¬po, del cráneo le falta una gran parte por la parte posterior (occipital).
Es de cabello rubio, y la cara lampiña; pero debajo de la barba se observan pelos rubios tirando a negro o rojizo, son ralos y escasos.
Por el esquema anterior se observara que el nacimiento del cabello en la frente, es más bajo, como aproximándose al arco superciliar, en la mitad izquierda del fron¬tal que en la derecha; como si fuera un lunar.
El aspecto de mujer, por más que tenga algunos pelos de barba, bajo la barba. Lo demás desnudo. Casi toda la momia es artificial, por más que las partes esenciales del cuerpo pertenecen al mismo individuo. El ropaje y manufactura pertenece al arte.
IV-7-3.- Momia encontrada en el barranco de Badajoz (Güímar). Esta momia está completamente restaurada en sus envolturas; y no es posible estudiarla sin des-coserla. También se conoce que la mano del restaurador alcanzó algo el interior. Está tendida (sic) y que se ve de costado.
IV-7-4.- Esta momia que dice haberse encontrado en la Isleta (de Canaria), la creo completamente restaurada. Está cubierta o mejor envuelta en pieles, pero no sé si como está hoy estaría anteriormente. No ofrece ninguna garantía; si bien puede afirmarse en absoluto que las pieles, cráneo, etc., pertenecieron a los primitivos mo¬radores de las islas Canarias. ¿Pero las pieles, son verdaderamente de la Isleta? Por el aspecto de la cara y oreja, etc., es de mujer.[6]
Béthencourt Alfonso habla de 4 momias, el Vizconde de San Javier de 6, Sainte-Marie de 4, Olivia Stone de 7, Chil y Naranjo[7] de 10 y Víctor Grau Bassas de solo cinco que llegaron a la Argentina. El dilema es preguntarnos realmente ¿Cuántas momias había en el Museo Casilda?. Si nos llevamos por la declaración de Grau Bassas, alguna pudo haber sido vendida para alguna colección particular o extranjera antes de su partida para La Plata. Si a la Argentina llegaron 5, dos se han recuperado de Necochea, una queda en el Museo de La Plata, nos quedan 2 por localizar e intentar recuperar por nuestras autoridades.
Una de las momias recuperadas nos la describe muy bien Berthelot:
“Al principio de este siglo, unos orchilleros descubrieron otra caverna situada en uno de los barrancos de la costa, entre los pueblos de Tacoronte y El Sauzal (...)
Entre las momias que se sacaron de la cueva de Tacoronte, se encontró una cuyo cuerpo había pertenecido a una vieja, y que había sido desecado en una posición acurrucada, las piernas dobladas sobre las rodillas como las momias Peruanas. La cabeza se hallaba cubierta de una capucha y parecía estar bastante bien conservada; los juanetes de la cara se hallaban muy salientes, la frente estrecha y arrugada, la nariz pequeña y la boca muy hendida”. (Berthelot, 1849: 130-131)
Esta momia se cree descubierta en el barranco de Guayonje en Tacoronte (Escribano-Mederos, 2003).
Hay una incógnita; ¿las 2 momias de Necochea, estaban entre las 5 que llegaron a la Argentina en 1889?, los periódicos de Argentina comentaron lo siguiente:
Las versiones más fidedignas hablan de que un profesional oriundo de Tres Arroyos (Provincia de Buenos Aires) las habría traído al país a principios del siglo pasado y, entre las décadas de 1920 y 1930, donado al establecimiento educativo. Lo cierto es que no existen actas, documentación ni registros patrimoniales al respecto[8].
En cambio, no se sabe a ciencia cierta cómo, cuándo ni por qué fueron a parar a Necochea, explicó la arqueóloga argentina Nora Flegenheimer, que junto al antropólogo y biólogo Ricardo Guichón ayudó a Ruth Rufino en su tarea.
Una de las teorías que se manejan apunta a que las momias fueron el pago a una deuda de juego que alguien tenía con un vecino de Necochea y que llegaron a la ciudad probablemente en la segunda década del siglo XX, señaló la especialista[9].
Si parece ser que las momias no llegaron a Necochea hasta principios del siglo XX, ¿Dónde se encontraban? En la obra Historia de las Islas Canarias Ilustrada sin fecha de edición, aunque se sabe por una ilustración que fue después de 1909 y de autor desconocido, aunque algunos atribuyen a su editor A. J. Benítez y otros a Miguel Maffiotte y La-Roche[10], las dos únicas fotos de momias guanches que aparecen son las hoy recuperadas de Necochea. Un misterio y una incógnita a resolver por los investigadores.
Si las momias de Araya se quedaron en Tenerife, ¿de donde procede la momia que se expone en el Museo Antropológico Nacional o momias según su publicidad y que se encontraba en la biblioteca de la Real Academia de la Historia? (Vide Infra)
Museo Nacional de Etnología
Alfonso XII, 68. Abierto de 10:00 a 19:30. Domingos de 10:00 a 14:00.
Lunes y festivos cierra.
Importante exposición de objetos pertenecientes a los cinco continentes. Destaca su colección de momias guanches
No debemos olvidar que la Ley de Patrimonio Histórico de Canarias (ley 4/1999, de 15 de marzo), en su artículo 62b dice:
Con la categoría de Bien Mueble: todas las momias fardos y mortajas funerarias pertenecientes a las poblaciones prehistóricas de las Islas Canarias, cualquiera sea su actual ubicación y estado de conservación…
DOCUMENTOS EN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Es en los archivos de la Real Academia de la Historia, donde encontramos la mayor documentación sobre el envío de momias y restos guanches a la península Ibérica:
En total hemos encontrado 27 expedientes, entre informes, borradores, oficios, copias, instancias, minutas, etc., formados por 103 folios. Destacaremos solamente los expedientes más significativos.
El primer expediente, de 1851, corresponde al envío por el correspondiente Fernando López de Lara, del contenido de una sustancia orgánica que se encontraba en una cerámica aborigen destruida, junto a cuentas de collar de arcilla y posibles momias cubiertas de pieles, en una cueva funeraria de Vilaflor.
Este expediente es importante porque se produce justo en 1851, el mismo año cuando la Real Academia de la Historia ha remitido una carta circular a todos los correspondientes en la que se envía los nuevos estatutos aprobados en 1850 y a la vez se trata de activar la red de correspondientes provinciales. (Mederos, 2001: 106)
1852/01/08, Signatura: CATF/9/7950/01(3)
Oficio en el que se comunica que se remite un fragmento de bálsamo que usaban los guanches al momificar procedente de Vilaflor que inicialmente estaba dentro de una vasija cerámica. En la misma cueva encontró destruidos restos de pieles de momias, fragmentos cerámicos y cuentas de arcilla.
1855/08/04, Signatura: CATF/9/7950/02(2)
Artículo de prensa sobre el hallazgo de restos momificados guanches de la Montaña de la Camellita (La Orotava, Tenerife). Incluye la mitad superior de un cuerpo humano, varias cabezas, un pie, una mano y pieles de momificación.
Noticia aparecida en el ECO DEL COMERCIO (Santa Cruz de Tenerife) con fecha 4 de agosto de 1855:
Destrucción de un enterramiento de guanches
Con sobrada previsión, pedía nuestro apreciable colega “El Ómnibus” al finalizar sus artículos sobre momias, que se prohibiese con severidad por los Sres. Alcaldes de los pueblos de estas islas a las personas incapaces de apreciar el mérito de las momias de nuestros antiguos aborígenes, que se entrometiesen en extraerlas de los raros enterramientos que aún deben quedar. Un hecho reciente ha venido a demostrar con cuanta razón pedía nuestro colega esa medida. Bastará el simple relato de ese suceso para que nuestros lectores deploren con nosotros la bárbara práctica de destruir esos antiguos y únicos monumentos de las costumbres de los primitivos insulares.
Escriben desde la villa de La Orotava lo siguiente:
En un día de la semana última llegó a esta villa, un tal Quintero, vecino de Vilaflor, y dio por noticia que el custodio del colmenar que se sitúa en la montaña denominada “la Camellita” cerca de la alta cumbre de Guajara, había subido a lo más escarpado del risco, con el intento de descubrir la guarida de un ave de rapiña que le había robado un cuero de conejo clavado en una colmena. Notó que el ave revoloteando, se posó a la entrada de una cueva y a poco penetró en ella. Seguro de cogerla allí, trepó hasta la gruta y al penetrar en su interior halló un completo panteón de momias perfectamente colocadas en camas de lanas, sobre largos palos de tea. El colmenero en ves de dar parte a quien pudiera utilizar este descubrimiento, se apresuró a sacar todas las momias para tener el bárbaro placer de despedazarlas, arrojándolas desde la altura del risco, hasta la llanura. Al saber de este acto de brutalidad se encargó al celador del Ayuntamiento de esta villa, que se trasladase a aquel punto, a fin de recoger los restos que aún fuesen de algún mérito, sin subir a la cumbre, porque el colmenero no le quiso enseñar el sendero, trajo de los restos que se hallaban al pie del risco, varias piezas separas de los cuerpos enteros, entre ellas:
1º.- Un pie en que aún se ve en la planta, el bálsamo de conservación, de color encarnado y parecido a tierra quemada; distinguiéndose muy bien las gotas secas y brillantes.
2º.- Una mano con un dedo perfecto hasta en la uña bien unida todavía.
3º.-Varias cabezas, algunas rubias y otras negro, y pedazos arrancados del cráneo en la caída del risco. La una tenía ceja completa y parte de la otra, las orejas de pequeña forma, y en el cráneo un agujero vuelto a cubrir con la piel original, por donde parece se introducía el bálsamo original.
4º.- Un medio cuerpo de hombre con sus costillas acabadas de romper. Conserva en su lugar parte de las entrañas, y la cabeza tiene los ojos completos, la dentadura ídem. Y la lengua en su sitio. Las patillas son negras y escasas, las cejas en buen estado y solo le falta la punta de la nariz.
5º.- Varios cueros sin pelo con delicadas costuras de correas iguales, algunas blancas, otras bronceadas, en los cuales estaban forrados los cuerpos.
6º.- Un pedazo de piel con pelo color de oro y manchas negras y pardas, hecho de varios trozos y unidos entre si por finas costuras formadas con hebras tan finas que parecen sedas torcidas de dos. El pelo de dicha piel está perfectamente conservado, sin que por más que se tire, se consiga arrancar ninguno. Las uniones están tan bien combinadas con el pelo que solo se puede conocer por el inverso. Esta piel servía de cubierta de un brazo que dicen conserva el colmenero y viene encanalada la piel siguiendo la forma de aquel miembro, que a nuestro entender debe hallarse en el mejor estado de conservación. A juzgar por el de la piel que le servía de envuelto, la cual está como acabada de adobar…
Por fuera de la cueva se encuentran los palos de tea en que descansaban los cadáveres. No han traído ninguno de ellos. Dicen solamente que son largos y de cuatro pulgadas de ancho. También existe mucha lana y varios tejidos, según asegura el que trajo los restos que hemos descrito. No sabemos lo que este hombre designará bajo el nombre de “tejidos o trapos” pues hasta ahora se creía que los guanches desconocían el telar, pero si tejían esteras de junco, palmas, etc.
Con todas estas noticias se animaron a ir a explorar el sitio del descubrimiento, varios señores de esta villa, entre ellos el Conde de Siete Fuente, D. Buenaventura Frías, D. Juan Cullen y D. Rafael Martín Neda. Esperamos completar estas observaciones cuando retornen los mencionados exploradores, pues llevaban la firme resolución de obligar al colmenero a que los guiase al panteón desvastado.
……………………………………………………………………………
1855/08/04, Signatura: CATF/9/7950/02(2)
Oficio en el que se comunica el envío de restos momificados guanches de la Montaña de la Camellita (La Orotava, Tenerife). Incluye la mitad superior de un cuerpo humano, un pie y pieles de momificación. Otros restos momificados fueron vendidos a extranjeros. También remite una maza de madera hallada en Tinajo (Lanzarote).
La momia fragmentada, pie y pieles serán enviados en 1857 por el correspondiente, Fernando López de Lara, a la Real Academia de la Historia donde se recibe el 8 de enero de 1858.
1858/02/01, Signatura: GA 1858/1(1)
Minuta de oficio en la que se le comunica la posible pérdida de un cajón con restos de momias procedente de Sta. Cruz de Tenerife que fue enviado a la Academia[11].
1858/04/05, Signatura: GA 1858/1(2)
Minuta de oficio en la que se le comunica la llegada del cajón con restos de momias halladas en las Islas Canarias y una maza de guerra de los aborígenes de la isla de Lanzarote.
1862/06/22, Signatura: CATF/9/7950/05(02)
Con motivo de la visita a Tenerife en 1859 del Archiduque Imperial Fernando Maximiliano, este se interesará en conseguir una momia guanche en buen estado. Un especialista en estos encargos, Diego Benítez de La Orotava (Tenerife), encargará a diversas personas la localización de una cueva con momias. Esto finalmente se logrará en mayo de 1862 cuando Martín Díaz, Salvador Hernández y Agustín Otazu hallaron 4 momias en una cueva del barranco de Araya (Candelaria, Tenerife), en terrenos propiedad de Silvestre de Torres.
Sin embargo, enterado el Alcalde de Candelaria del descubrimiento, informará al Gobernador Civil de la provincia de Canarias, ordenándose su traslado a Santa Cruz de Tenerife en cajas especiales con sumo cuidado. Las momias serán inspeccionadas el 22 de junio de 1862 por tres profesores de ciencias médicas en el despacho del Gobernador Civil de Canarias. (Mederos, 2001: 108)
Copia del informe de tres profesores de medicina sobre cuatro momias aparecidas en Candelaria (Tenerife) de las cuales tres son masculinas y una femenina, la mejor conservada.
Los médicos que realizaron este examen en el despacho del Gobernador Civil de Canarias fueron: D. Bernardo Espinosa, D. Ángel María Izquierdo y D. Bartolomé Saurín, con el siguiente informe:
Momia 1.- Adulto, masculino, sin cabeza, carece de brazos, pierna derecha completa con uñas del pie bien conservadas, y pierna izquierda en que faltan los dedos y el metatarso. Es la segunda mejor conservada.
Momia 2.- Adulto, masculino, cabeza con dentadura, carece de antebrazo y mano izquierda, el antebrazo derecho está incompleto, y conserva las dos piernas con uñas en los dedos de los pies.
Momia 3.- Adulto, masculino, cabeza con una depresión oval de una pulgada sobre la órbita ocular derecha, quizás del impacto de una piedra, ausencia de dientes en la mandíbula superior y de mandíbula inferior. Conserva los brazos y piernas completas, excepto los dedos del pie izquierdo.
Momia 4.- Adulto, mujer, la mejor conservada.
1862/09/22, Signatura: CATF/9/7950/05(06)
Instancia en la que Diego Benítez expone que tiene comisionadas a varias personas en Tenerife para localizar momias, una de ellas para el Archiduque Fernando Maximiliano desde 1859. Tres momias fueron localizadas por uno de sus comisionados, Salvador González pero fueron intervenidas por el Gobernador Civil. La cuarta y mejor momia de una mujer, que ya había adquirido al dueño del terreno, fue igualmente retenida por el Gobernador Civil, solicitando la devolución de esta última momia.
1862/10/13, Signatura: CATF/9/7950/05(03)
El Gobernador Civil, como presidente de la Comisión Provincial de Monumentos de las Islas Canarias, y siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de noviembre de 1854, solicitó el 13 de octubre de 1862 informe para entregar las momias a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como comisión central de Monumentos, que a su vez lo trasladó a la Real Academia de la Historia, por la ausencia de un museo provincial en Canarias y falta de fondos públicos para crear un museo nuevo.
Oficio del Secretario General sobre una comunicación del Gobernador Civil de Canarias que ha remitido a la Real Academia de San Fernando, como Comisión Central de Monumentos, para que informe de la importancia del hallazgo de 4 momias guanches de Tenerife.
1862/09/22, Signatura: CATF/9/7950/05(06)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias en el que solicita el informe sobre las cuatro momias de Tenerife y asimismo se sugiere oír la opinión de la Real Academia de Ciencias Exactas y Físicas y Naturales.
1863/03/03, Signatura: CATF/9/7950/05(11)
El proceso se complicó cuando el especialista en la búsqueda de momias, Diego Benítez, reclamó el 22 de septiembre de 1862 la cuarta momia mejor conservada a la Real Academia de la Historia, amparándose en la ley 45 de 16 de mayo de 1835, título 28, partida 3, que daba derecho al dueño del terreno a la mitad del hallazgo por derecho de acceso y a quienes lo hallaron a la otra mitad por derecho de ocupación.
Resumen del expediente entre 1862-1863 por el cual Diego Benítez solicitó la entrega de la mejor momia guanche aparecida en Candelaria (Tenerife), de un conjunto de cuatro. El Gobernador Civil de Canarias solicitó informe a la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, que fue remitido a la Real Academia de la Historia. El numerario Aureliano Fernández y Guerra devolvió el expediente, solicitándose informe a Pedro Gómez de la Serna.
1863/03/13, Signatura: CATF/9/7950/05(14)
Nota interna acerca de la devolución de la documentación que tenía Aureliano Fernández-Guerra sobre las cuatro momias de Tenerife y del estado actual del Monasterio de Poblet, acordándose que informe sobre las momias Pedro Gómez de la Serna.
1863/10/21, Signatura: CATF/9/7950/05(17)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias al Ministro de Fomento en que el se comunica que lleva dieciséis meses esperando informe de la Real Academia de la Historia sobre las cuatro momias guanches del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) desde su hallazgo en junio de 1862.
1863/10/21, Signatura: CATF/9/7950/05(01)
Oficio de traslado del Gobernador Civil de Canarias al Ministro de Fomento en el que se recuerda el retraso de diecinueve meses del informe sobre las cuatro momias guanches del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife).
1864/04/29, Signatura: CATF/9/7950/05(24)
En el primer informe legal emitido por la Real Academia de la Historia por Pedro Gómez de la Serna y Tully el 9 de mayo de 1864, 19 meses después de su solicitud tras varias reclamaciones, se rechazará esta propuesta por no tratarse de un tesoro compuesto de alhajas, dinero u otros objetos de valor, solicitándose simultáneamente otro informe de tipo histórico-arqueológico a Aureliano Fernández-Guerra y Orbe.
Informe en el que se expone que el Gobernador Civil de Canarias, siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de Noviembre de 1854, mandó requisar 4 momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) para ser entregadas a la Real Academia de la Historia si no hubiese museo provincial o por la escasez de recursos fuese aún imposible su creación. Sin embargo, estas fueron reclamadas por los descubridores apoyándose en la Ley 45, título 23, partida 3, de 15 de Mayo de 1835, por la cual el dueño del terreno, Silvestre de Torres, tiene derecho a la mitad del hallazgo, mientras las tres personas que localizaron las 4 momias tendrían derecho a la otra mita Además, Diego Benítez, por un acuerdo previo con el dueño del terreno, reclamó la momia femenina mejor conservada. Sin embargo, se considera que desde un punto de vista legal la reclamación no tiene lugar ya que la Ley 45 habla de tesoros compuestos de alhajas, dinero u otros objetos de valor. Por ello sugiere su estudio desde un punto de vista histórico-arqueológico.
1864/05/09, Signatura: CATF/9/7950/05(25)
Minuta de oficio de del informe de Pedro Gómez de la Serna sobre las cuatro momias guanches de Tenerife para que se estudie desde un punto de vista histórico-arqueológico.
1867/02/16, Signatura: CATF/9/7950/05(30)
Minuta de oficio en la que se expone que tras disculpar el retraso en emitir el informe, por las ausencias unas veces del Anticuario y otras veces de Salustiano de Olózaga, sugiere la adquisión por el Gobierno de una o todas las momias para el Museo de Ciencias Naturales.
1867/03/06, Signatura: CATF/9/7950/05(31)
El informe definitivo de Fernández-Guerra se remitirá al Director General de Instrucción Pública el 6 de marzo de 1867, 4 años y 5 meses después de su primera solicitud, donde se señalará que mientras no se demostrase que existía un acuerdo del buscador Diego Benítez con el propietario del terreno Silvestre Torres, éste no existió. Por el contrario, según la Ley de Premios de Juan I de 1387, restablecida en la Ley de 16 de mayo de 1835, correspondía al Estado la mitad del tesoro y al denunciante una cuarta parte. Sin embargo, se considera que a las momias no puede aplicárseles la legislación de tesoros por no estar compuesto de alha¬jas, dinero u otros objetos de valor susceptibles de ser objeto de comercio y podían dar lugar a profanaciones. En cambio, según la Ley 3, título 20, libro 8 de la Novísima Recopilación de 6 de julio de 1803, donde se definían los monumentos antiguos, especificándose que quien los descubriese en su propiedad a su costa era su propietario, debiendo determinarse su compra o gratificación por el Estado, por lo que recomendó al Gobierno la adquisición de todas o alguna de las momias para enriquecer el Museo de Ciencias Naturales.
Minuta de oficio en la que se comunica el dictamen sobre las momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya en Candelaria, Tenerife. El Gobernador Civil de Canarias, siguiendo lo prescrito en el artículo 33 del Real Decreto de 15 de Noviembre de 1854, mandó trasladar 4 momias guanches halladas en una cueva del Barranco de Araya (Candelaria, Tenerife) para ser entregadas a la Real Academia de la Historia al no haber museo provincial o por la escasez de recursos fuese aún imposible su creación. Sin embargo, estas fueron reclamadas por los descubridores apoyándose en la Ley 45, título 23, partida 3, de 15 de Mayo de 1835, por la cual el dueño del terreno, Silvestre de Torres, tiene derecho a la mitad del hallazgo por derecho de acceso, mientras las tres personas que localizaron las 4 momias, Martín Díaz, Agustín Otazu y Salvador Hernández, tendrían derecho a la otra mitad por derecho de ocupación. Además, Diego Benítez, por un acuerdo previo con los buscadores de momias y con el dueño del terreno, reclamó la momia femenina mejor conservada. Sin embargo, mientras no se demuestre de forma escrita el acuerdo de Benítez con el propietario del terreno, este contrato entre particulares no existe. Por otra parte, se considera que desde un punto de vista legal la reclamación no tiene lugar ya que la Ley 45 habla de tesoros compuestos de alhajas, dinero u otros objetos de valor que pudiesen ser objeto de comercio. Por tales circunstancias sugiere que debe aplicársele la Ley 3, título 20, libro 8, de la Novísima Recopilación de 6 de Julio de 1803 donde se define los monumentos antiguos y se precisa que quien los descubra en su propiedad particular, Silvestre de Torres, es su propietario y se debe determinar la compra por el Gobierno de todas o alguna de las momias para el Museo de Ciencias Naturales.
1868/11/02, Signatura: CATF/9/7950/05(19)
Oficio de traslado de la Dirección General de Instrucción de Pública de oficio de traslado al Ministro de Fomento en el que se comunica el hallazgo de cuatro momias guanches que se han trasladado a Madrid y se han puesto a disposición de la Real Academia de la Historia a la que se le solicita informa ante las reclamaciones de los descubridores y propietarios del terreno.
1925/02/20, Signatura: CAM/9/7961/090
Minuta de oficio relativo a la cesión en depósito de una momia Guanche, que se conservaba en la Biblioteca de la Academia, al Museo Antropológico.
Excmo. Señor:
En sesión celebrada por nuestra Academia de la Historia el viernes 13 del corriente, su individuo de número, Excmo. Sr. D. Jerónimo Bécker, manifestó a la misma la existencia de una momia en la biblioteca de su cargo hallada en un local de dependencia de su cargo. Manifestó el Sr. Bécker que, para mayor seguridad de la información que sobre el caso querría ofrecer al cuerpo había requerido el concurso del Sr. Mélida y de V. E. y que, sabe, previo examen de dichos restos que, detenidamente habían realizado, dictaminaron se trataba de la momia de un guanche (Canarias). En efecto, de los antecedentes que el Sr. Bécker ha podido reunir, resulta que, en 1862 descubrieron en las cuevas de la Orotava[12] (Canarias) cuatro momias que fueron trasladas al Gobierno Civil de las Islas Canarias y requerido aquel jefe político el concurso de varios médicos que las examinaron estimaron se trataba de unas momias guanches; este dictamen facultativo fue enviado a nuestra academia a principios de 1863, y habiendo surgido dudas a quien pudiera ser atribuidas la propiedad de las momias, informó sobre tal derecho el Sr. Gómez de la Serna. Después la Dirección General de Instrucción Pública solicitó nuevo informe sobre el valor arqueológico y etnográfico sobre los restos, que fue evaluado por el Sr. Fernández Guerra en 1867 proponiendo, entre otros extremos, que las momias fueran adquiridas por el Estado con destino al Museo de Ciencias Naturales. No consta en este expediente, ni le ha podido averiguar el académico bibliotecario Sr. Bécker, a las investigaciones que ha realizado, si tales momias vinieron a España y alguna de ellas a la academia para su examen; pero cree, sin embargo, por lo indicado, que la que de aquí se trata, es una de aquellas, aunque naturalmente, no puede precisarse con fijeza y exactitud.
Enterada la academia de la comunicación de su bibliotecario perpetuo, y considerando que la momia de referencia debiera ser conservada en más adecuado lugar, acuerda cederla en depósito al Museo antropológico que V. E, tan dignamente dirige, y, en consecuencia, en cumplimiento de lo acordado y en nombre de la academia, tengo el honor de hacer entrega a V. E. del mencionado depósito.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Madrid a 20 de febrero de 1925
El secretario interino.
Excmo. Sr. D. Manuel Antón y Ferrándiz, director del Museo Antropológico.
El expediente de las momias de la cueva del Barranco de Araya es el más extenso de la Real Academia de la Historia sobre Canarias y se extiende desde 1862 a 1867, con múltiples reclamaciones sobre el retraso en emitir el informe correspondiente, en ocasiones como les recuerda el Director General de Instrucción Pública hasta de 3 años y 2 meses. La clave la apunta en una nota interna de 26 de febrero de 1867, Fernández-Guerra, quien recuerda la ausencia del anticuario, Antonio Delgado y Hernández, que impedía la celebración de las re¬uniones. A. Delgado, aquejado por un problema de parálisis, se retiró a Bollullos del Conda¬do (Huelva) entre 1859-67, año en que dejó el cargo de anticuario, 12 años antes de su muerte en 1879, pese a su carácter vitalicio, sustituyéndole el propio Fernández-Guerra. (Mederos, 2001: 108-109)
LAS MOMIAS Y LOS VIAJEROS
Las Islas Canarias, por su posición geoestratégica para el tráfico marítimo internacional, se convirtieron a partir del siglo XVI en una región conocida, visitada y explorada por marinos, comerciantes, viajeros y curiosos de todos los imperios coloniales europeos que se dirigían hacia las colonias y que contribuyeron a difundir sus cualidades por todo el mundo. El origen volcánico de las islas, su exuberante vegetación, su clima, el “misterio” del origen de sus antiguos pobladores, de su cultura, en especial la práctica del mirlado de los cadáveres (momificación) atrajeron particularmente el interés de la elite cultural europea ilustrada que las visitaba en sus viajes de exploración. (Santana, 2002: 145)
Muchos fueron los turistas y viajeros extranjeros que visitaron nuestras islas, interesándose por los restos de nuestros aborígenes:
Habíamos oído hablar de un famoso museo en Santa Cruz, montado hace varios años por un viejo comandante español. Encontramos que, como muchas de nuestras colecciones en Gran Bretaña, era un conjunto de toda clase de objetos, huevos de avestruz toscamente tallados…Las únicas cosas de algún valor eran los restos guanches. Los cráneos que me mostraron de estos aborígenes eran decididamente de la raza caucásica, bien formados, con la frente baja, pero no encogida como la del negro; los dientes, en ningún caso, no sobresalían ni estaban limados o los incisivos desgastados. Esta antigua raza embalsamaba a sus muertos y allí tuve la ocasión de ver una pequeña momia femenina, cogida en una cueva hacia algunos años en otro lugar de la isla. No parece que se haya utilizado ninguna clase de preparación antiséptica, excepto en las cavidades, que las vaciaban de su contenido y luego las llenaban con semillas, que se suponen eran del “chenopodium ambrosioides”. Se parecía a las momias de la clase baja que más tarde vi en Egipto. El cuerpo estaba envuelto en una piel o cuero, pero no pude descubrir restos de vendaje o tejido de lino de ninguna clase. Este pueblo, igual que otros, parecía estudiar lo oculto de la muerte; las cuevas en las que se encuentran las momias son casi inaccesibles y los que han sido descolgados a ellas con una cuerda para sacar una, hablan de su excesiva sequedad. (William, 1837/1994: 23-24)
Las momias guanches son bastante imperfectas, según se puede juzgar por la preparación que se les hacía sufrir, y que está citada en muchos puntos. Parece que no las vaciaban todas; sus intestinos quedaban muchas veces en el cuerpo, y en ciertas momias no se ve costura ó hendidura que denote que se haya tratado de extraer alguna cosa de las cavidades del pecho, del bajo vientre o del cráneo. Su sequedad y su color atezado las asemejan a esos cadáveres que la tierra de los cementerios no ha consumido y cuyos restos se encuentran en algunos osarios de nuestras provincias; tienen, sin embargo, un olor bastante agradable y aromático, que el tiempo no ha disipado; muchas veces están llenas de larvas y crisálidas secas, que han vivido después de la preparación, pero que no han podido alterar mucho la momia, con la cual se han conservado bastante. Estas momias llamadas saxo por los que la preparaban, eran, después de su desecación, encerradas en pieles cosidas, que se han conservado muy bien, y en seguida depositadas en grutas respetadas, como el último asilo por los canarios de todas las clases. (Saint-Vincent, 1802/1994: 81)
Se utilizaban algunas cuevas para poner en ellas los cuerpos de los muertos, tras haberlos embalsamados. Se les colocaba de diferentes formas, unos sentados, otros de pie, otros acostados sobre lechos de madera, de forma que los cuerpos se conservaban íntegros y no se descomponían.
La manera que tenían de embalsamar los cuerpos era muy singular, se servían para lavarlos de una decocción hecha de hojas de granados, de diversos tipos de hierbas y flores; a continuación llenaban la cavidad intestinal de los muertos de una mezcla compuesta de manteca, corteza de pino, polvo de madera carbonizada y piedra pómez. (Feuillée, 1724/1997: 103)
MOMIAS EN MUSEOS
Será el Dr. Chil y Naranjo, desde su formación médica quien aporta nuevas conclusiones en especial en el estudio de las momias canarias, para las que niega como técnica de momificación la evisceración y extracción del cerebro, así como extracción de sustancias conservantes a través de los orificios naturales. Sin embargo su aportación más notoria fue la creación del Museo Canario de Las Palmas.
En Tenerife, sería Juan Béthencourt Alfonso, con la creación del Gabinete Científico, el impulsor del primer Museo “Guanchinesco” en esta isla.
Veamos seguidamente algunas de las momias canarias repartidas por el mundo:
La momia que se encuentra actualmente expuesta en el Museo Antropológico Nacional con el número de inventario 3.332 y con las referencias siguientes:
Guanche-Tenerife-España, siglos XI-XIII
Momia masculina adulta. Altura: 1,60 m. de talones a bóveda craneal. Edad ósea 35-40 años. En todo el cuerpo se observan pliegues cutáneos y grietas de tejidos blandos característicos del proceso de momificación. No presenta ninguna incisión que indique estar eviscerado. Las radiografías señalan la presencia de material de relleno, probablemente lodo, presumiblemente realizado por vía rectal.
Las primeras noticias que se conocen sobre la presencia en Madrid de esta momia aparecen en la correspondencia del primer director del Real Gabinete de Historia Natural, Pedro Francisco Dávila.
Según la documentación estudiada, la momia se hallaba entre las colecciones de la Real Biblioteca, desde donde se envió al Gabinete el 3 de octubre de 1776, por orden de Carlos III. En este centro permaneció custodiada en una sala reservada hasta su traslado al edificio del antiguo museo Velasco en 1895.
Probablemente proceda de una cueva sepulcral del barranco de Herques, Tenerife[13].
Según este informe, no coincide la fecha con la que se encontraba en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y cedida en 1925, por lo que ya tenemos 2 momias como mínimo en este Museo.
En 1929 en “Un estudio de los Cráneos antiguos de Canarias, existentes en el Museo Antropológico Nacional” publicado por De las Barras y Aragón en Actas y Memorias de la Sociedad española de Antropología, Etnografía y Prehistoria al hablar del material que posee el Museo dice que la colección de cráneos canarios tiene 63 ejemplares: parte de la colección Velasco, 20 de la expedición de Quiroga que los trajo de Verneau, lo que coincide con la carta de Verneau de 1886 (Vide Supra), otros que mandó a Manuel Antón y otros varios de Agustín Cabrera.
Cuenta el Museo con una lista provisional de C. Robledo Mendo de 1966 que alude a un catálogo de 1914 y en el cual se encuentran unos 31 cráneos de Canarias. (Sierras Delage, 1987: 77)
Con respecto a las momias, hay un documento de 5 de marzo de 1925 que vamos a transcribir:
Dos trozos de momia de guanches de Tenerife, consistente, uno en parte de la cabeza y tronco con algunos huesos sueltos. Parece a primera vista de una mujer y un niño, éste ya con los terceros molares. También un trozo de cuero curtido y con una costura, que parece proceder de un vestido. Fueron enviados estos ejemplares en 1850 por el Gobernador de canarias a la Real Academia de la Historia la cual hace ahora el donativo al Museo.
Las fechas coinciden con la momia encontrada en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y de los restos encontrados en la Montaña de la Camellita en Guajara. (Vide Supra) Siguen documentos sobre las momias encontradas en 1862 en Araya de Candelaria.
En el informe de 1929 citado, sigue diciendo que existen algunas momias de Tenerife en el Museo que están en cuatro vitrinas; en una de ellas hay un ejemplar magnífico:
Se trata de un hombre de alta estatura y perfecto tipo de la raza guanche. Otras dos vitrinas contienen momias en mucho peor estado de conservación, mostrando en parte el esqueleto descarnado, pero se conserva con ellas las pieles en que estaban envueltas y cosidas. (De las Barras y Aragón, 1929: 7)
Aparte de la momia o momias que se conservan en el Museo Antropológico Nacional, encontramos información repartidas por otros lugares de España y nuestras islas:
En el Museo de Antropología Forense, Paleopatología y Criminalística de la Escuela de Medicina legal de la Universidad Complutense de Madrid, se encuentran varios restos:
8. Colección de cráneos exóticos. Consta de un centenar de piezas. Procedentes unas de Egipto (cabezas momificadas), otras de Canarias (momias guanches), del Sahara, de Guinea (cabeza momificada), de la costa occidental de África ecuatorial, cráneos peruanos deformados, cráneos de las Islas Carolinas (chamorros), de Madurai, Sur de la India (con mutilaciones dentarias como adorno), de las Islas Fidji, de otras Islas oceánicas (deformados tabulares erectos y oblicuos), cabezas con momificación espontánea. Se cree al menos que un número no inferior a cuatro son los restos de momias que posee.
En el Museo Arqueológico Nacional hay dos salas dedicadas a las islas Canarias:
Sala 11 y 12.- Prehistoria de las islas Canarias y del Sahara Occidental. “Pintaderas”, cerámicas, industrias lítica y ósea de las islas Canarias. Paleolítico y Neolítico del Sahara.
Descripción de una momia guanche expuesta al público en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, realizada por Béthen¬court Alfonso (por la descripción puede corresponder a la del Museo Antropológico) y que puede corresponder a 1908.
«Momia guanche. Tendida; manos por bajo de la parte externa de los ilíacos, con las manos tendidas sobre la parte anterior externa de los muslos. Dedos gordos (pulgares) de los pies unidos por una co¬rrea. Parece momificado por desecación. Color de la piel amarillento. La cabeza como tumbada sobre el hombro derecho. Brazos tendidos y unidos al cuerpo siguiendo las formas de éste. Tobillos unidos (el de¬recho más arriba que el izquierdo); rodillas unidas, pero la izquierda más arriba que la derecha; pene al parecer muy grande».
El director General de Instrucción Pública, Severo Catalina, comunicará el 12 de octubre de 1867 el envió de dos de las momias al Director del Museo Arqueológico Nacional, que serán remitidas por el Gobernador de Canarias el 13 de marzo de 1868 en el vapor correo Amé¬rica. Se trata de la momia 2, masculina y la momia 4, femenina[14]. Estas se recibirán en el Museo Arqueológico Nacional el 14 de abril de 1868 y serán trasladadas a la recién creada en 1883 sección de antropología, etnografía y prehistoria del Real Museo de Ciencias Natu¬rales en julio de 1885.
Por oficio del nuevo Director General de Instrucción Pública, Carlos M.ª Coronado al Director del Museo Arqueológico Nacional de 23 de marzo de 1868, probablemente la mo¬mia 1, pues carece de la cabeza, fue entregada al Gabinete de Historia Natural del Instituto de Canarias, (no creemos sea vide Infra) donde actualmente se conserva, mientras la momia 3 fue cedida en depósito al Museo de Sebastián Casilda Yánez de Tacoronte y debe tratarse de una de las dos momias que no aparecen registradas en su inventario, descrito por J. Béthencourt en 1884, pero que fue¬ron fotografiadas por Diego Lebrun. (Mederos, 2001: 109)
De entre todas las colecciones de momias repartidas en museos de todas partes del mundo, el Museo Arqueológico y Etnográfico de Tenerife posee una de las más ricas y mejor conservadas. Atendiéndose no tanto a su número como al hecho de pertenecer a una misma cultura, la colección de momias de los aborígenes de la isla de Tenerife, los guanches, se puede considerar una de las más valiosas del mundo. (González Antón, et alií, 1990: 137-138)
El Museo Arqueológico se inaugura en 1958 con fondos procedentes del Museo Municipal (Sección de Arqueología y Antropología), de la Comisaría Provincial de Excavaciones Arqueológicas, del "Gabinete Científico" y de las adquisiciones de pequeñas colecciones como las del extinguido Museo Villa Benítez, Vallabriga y Casa Ossuna, además de aportaciones de particulares. Así mismo Luís Diego Cuscoy, primer Director del Museo Arqueológico de Tenerife y Comisario Provincial, integra todos los materiales arqueológicos y restos humanos de la prehistoria de Tenerife en una única colección.
Actualmente se conservan unas 13 momias completas, así como unos 170 restos momificados. Todos ellos perfectamente estudiados y catalogados. Algunas de las momias así como restos se encuentran expuestas al público.
Una de las momias depositadas en el Museo, se encontraba en la Casa Museo Ossuna de La Laguna:
Aprovechamos la ocasión de aludir a Museos de Antigüedades, para ver de tranquilizar, con relación con el de la Casa de Ossuna en La Laguna, a cierto corresponsal de prensa que no duerme hace tiempo preocupado por ciertos restos antropológicos que cree deberían figurar en él…
La Casa Ossuna, cuando pasó al Patronato y a cargo del Ayuntamiento de la ciudad, estaba lleno de materiales muy variados, entre ellos destacadamente, polvo, mugre y residuos de todo orden…una momia en descomposición y cantidad de huesos sin procedencia, resultaban incompatibles con los fines del archivo y biblioteca…y se optó por pasarlos al Museo Arqueológico de Tenerife, bajo inventario y depósito[15].
Relación de momias y material momificado expuesto actualmente en el Museo Arqueológico de Tenerife:
DESCRIPCION CRONOLOGIA YACIMIENTO
Momia femenina de 20 a 24 años 830 + 50 dc Barranco Badajoz (Güímar)
Momia masculina de 25 a 29 años 940 + 40 dc La Orotava
Antebrazo momificado ---- Desconocido
Cráneo com restos momificados 1195 + 95 dc Roque Blanco (La Orotava)
Cráneo momificado con envolturas de piel de cabra 885 + 75 dc Anaga
Momia de un niño de 7-8 años envuelto en pieles de cabra 1420 + 135 dc Barranco El Infierno (Adeje)
Momia de un hombre de 25 a 30 años cubierto parcialmente con piel de cabra con 6 tiras que lo rodean ---- San Andrés (Santa Cruz)
Momia de feto a término ---- Costa de El Sauzal
Momia de feto de 5 a 6 meses de vida intrauterina ---- Desconocido
Un pie momificado ---- ----
Una mano momificada ---- ----
Dos cráneos momificados ---- ----
En el antiguo Instituto de Canarias, hoy Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, hay en su Museo de Historia Natural, una momia:
…”una momia de guanche maltratada”, un pie y una mano igualmente momificados, una flecha, “una especie de espada de hueso hecha pedazos”, un hacha de madera y piedra, una piedra de molino y “una olla de los guanches”. Creemos que la momia, que en el inventario de 1861 se describe como “incompleta y mal conservada”, es la misma citada por Berthelot; la misma que hoy se guarda en el Instituto y que, por haberla asociado a un cráneo y a unas cuentas de collar encontradas en el barranco de Agua de Dios (Tegueste) en la última década del siglo XIX, ha sido considerada como procedente de este lugar y descubierta en esta fecha. Hasta hace muy poco se encontraba aún rodeada de algunos de estos utensilios mencionados en la relación de 1847. La momia, al parecer bien conservada-pese a su mutilación-y en posición poco habitual, es una de las más interesantes piezas con que cuenta el Museo del Instituto. (Fajardo Espínola, 1995: 131-132)
Sebastián Jiménez Sánchez, nos describe esta momia y nos da otra versión sobre su origen:
En una de las salitas de Historia Natural del Instituto Nacional de Enseñanza Media de la ciudad de La Laguna, se exhibe muy bien conservada, una interesante momia, al parecer de mujer, envuelta desde el cuello a la rodilla en dos capas de pieles adobadas y cosidas admirablemente. La disposición de la momia no es horizontal; presentase con las extremidades abdominales un tanto encogida. Fue hallada en una cueva cementerio del pago de Bajamar, donde llaman Las Goteras o La Laja en 1881. (Jiménez Sánchez, 1941: 265)
En el Museo Arqueológico del Puerto de La Cruz, se conservan varias momias, no expuestas al público y que en su momento fueron estudiadas por la Dra. Ilse Schnidetzky. (Diego Cuscoy, 1960: 57-70)
Una de estas momias pudiera ser la que vio Béthencourt Alfonso en el Museo del farmacéutico D. Ramón Gómez del Puerto de La Cruz:
Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas. (Béthencourt Alfonso, 1994: 487)
Museo Canario: Fundado en 1879, por Gregorio Chil y Naranjo entre otros.
Actualmente en la sala 6 dedicada a la conservación de los cadáveres, se exhibe el cuerpo de un individuo joven procedente de Arguineguín. La excelente mortaja funeraria que lo envuelve, compuesta por diversas capas de piel, denota su pertenencia a la alta jerarquía social.
La Sala 7 se dedica a la Antropología Física. Los restos antropológicos se muestran en esta sala siguiendo los criterios expositivos de los fundadores de El Museo Canario. Más de mil cráneos, así como otros restos óseos, nos ofrecen un testimonio de los caracteres antropológicos de la población aborigen.
La sala 8 se dedica a la Paleopatología y el mundo funerario. Se muestran dos maquetas: La primera de ellas reproduce un enterramiento tumular, donde el gran túmulo de La Guancha, en Gáldar, ha servido de ejemplo para dar a conocer estas construcciones de piedra seca que aparecen cubriendo la fosa o cista donde se depositaba el cadáver. La segunda maqueta recrea una cueva funeraria, en la que se pueden observar varios cuerpos envueltos en fardos funerarios que han sido depositados sobre tablones de madera acompañados de su ajuar funerario.
Otro de los temas tratados en esta sala son los estudios paleopatológicos, que nos permiten determinar las enfermedades y traumatismos de poblaciones antiguas. Las fracturas producidas por accidentes o actividades violentas, las enfermedades reumáticas, los tumores y las deformaciones congénitas son las patologías más frecuentes, detectándose también "intervenciones quirúrgicas" como las trepanaciones.
El Museo Canario, posee actualmente 20 momias, albergadas en el Fondo de Arqueología y Prehistoria de Canarias de dicha Institución. Asimismo, proceden todas de Gran Canaria, concretamente de Guayadeque (Agüimes-Ingenio), Acusa (Artenara), Arguineguín (Mogán-San Bartolomé) y otras sin determinar[16].
Inglaterra: Museo de Cambridge; este museo tiene entre sus fondos, una momia guanche que llegó allí en 1772 de la mano de un tal capitán Young, patrón del barco Weasel. Igualmente en el Museo Británico existen o al menos existieron varias momias procedentes de Canarias.
Canadá: Montreal; El Redpath Museum de la McGill University custodia una momia guanche procedente del barranco de Santos (Santa Cruz de Tenerife). Este ejemplar fue enviado allí por el Dr. Lambert en 1892.
Alemania: Göttinger; El Institut für Anthropologie de la universidad de Göttinger exhibe una momia guanche, perteneciente a la colección Blumenbach, encontrada en 1802.
Argentina: La Plata; El Museo de Ciencias Naturales, aún conserva una momia perteneciente al antiguo Museo Casilda de Tacoronte, que se cree es de Gran Canaria.
Francia: París; El Museo del Hombre conserva seis momias de distintos lugares de Tenerife.
LA INCULTURA DE UN PUEBLO
Desde hace siglos, los restos de nuestros antepasados, fueron usados no solo para blanquear caminos, abono de tierras y como nos comentaba un cabrero hace años en Tegueste, como vitamina para el ganado. (Trituraban los huesos y se los daban a comer a las cabras).
A veces la desidia y la incultura de la gente de nuestros campos y otra más actual, la depredación realizada por muchos cazadores, que con el solo afán de diversión, destruyen un Patrimonio Histórico irrecuperable.
Es muy frecuente encontrar en cuevas de enterramiento encima de los restos óseos: latas de sardinas, de cervezas, colillas, etc., dando un claro ejemplo de esta incultura.
Veamos algunas muestras que nos han dejado algunos investigadores e historiadores:
…en Tenerife, vence el temor, pero en verdad que de extraña manera: destruyendo el objeto que lo infunde, que por ser el cráneo, símbolo y figura de la muerte, acaba siendo aplastado bajo piedras o lanzado al abismo.
En estas necrópolis suelen encontrarse intactos todos los huesos del esqueleto, a excepción del cráneo. (Diego Cuscoy, 1946: 253)
…quien accedió a la altura de la cueva y tras observar el afloramiento de restos óseos procedió al vaciamiento total y llevar todos los hallazgos a su domicilio. (Arco-Atienza, 1983: 323)
Álvarez Rixo, nos habla de este expolio, principalmente en la zona de Tegueste:
El año 1845 me escribió el Sr. Prebendado D. Antonio Pereyra Pache¬co venerable cura del lugar de Tegueste, lamentando la rusticidad desti¬nada de nuestra gente con respecto a los restos de las momias y utensilios de los antiguos Guanches que por casualidad de vez en cuando suelen encontrarse, y dice así la carta.
«Nadie me daba razón ni sabía hubiese una cueva donde habitase el Rey de Tegueste: oía por casualidad nombrar un sitio llamado Tagoror, lo encamino y veo hay en él una cueva baja y otra alta, sin duda sus viviendas de verano e invierno: pregunto a algunos viejos si han encontrado en ellas fragmentos de Guanches, y con indiferencia contestan que hasta ahora pocos años, una de ellas estaba cerrada su entrada con una laja y dentro había grandes huesos sobre poyos, calaveras, molinos y cuentas de barro, cuyas cosas los pastores al encerrar ganado en ellas, lo botaban y hacían pedazos.
Ainda más: en una cueva eminente en el risco llamado la Atalaya, en la que solamente colgados con sogas pueden entrar, una mujer de Tejina (casada hoy con D. Felipe Carvallo, tuvo la osadía de penetrarla para sacar el polvo que ellos llaman carambola’ con el que abonan las tierras algunos en Tejina, encontróse un cuerpo entero y bien conservado de una guancha, y su ilustración le sugirió la idea de arrojarla desde la entrada hasta verla caer abajo en polvo.
En este año 1876, se ha encontrado otra cueva sepulcral en Tegueste con algunas momias guanchinescas; díjose que 9 a 12 y parece que ha visto corrido parejas con las anteriores en la destrucción; pues hemos visto y examinado un pie y algún otro fragmento que por vía de regalo hicieron a un amigo nuestro en La Laguna procedente de dichas momias de Tegueste.
Igualmente nos cuenta casos en otros lugares de nuestra isla:
En el mes de Septiembre de 1859, al estar unos rústicos icodalteros en las faldas del Teyde sacando y aprovechando alguna sal nacrón (sic) que otros ciudadanos inteligentes les compraban a razón de 9, a 10 reales de plata cada quintal; y de cuya explotación nada se dijo en los periódicos, a causa de la duda de si molestaría el gobierno a los especuladores por haber emprendido la obra sin su participación: al ir dichos rústicos buscando algún covacho o nuevo criadero de la expresada sal,3 hacia la falda oriental del Teyde, descubrieron una cueva sepulcral de guanches, cuya entrada estaba tapiada con una pared de piedra seca; hallándose dentro siete momias de ambos sexos; otros dijeron que veinte, colocadas sobre banquillos o andamios en sus ataúdes usuales fabricados de toscos tablones de tea, y algunas de dichas momias parece que también estaban de pie. Des¬cubrir aquel venerando (sic) depósito, y acometer a los rústicos el vértigo de la destrucción, todo fue uno; y comenzaron a destrozar y derriscar por aquellos precipicios todas las momias llevándose los tablones para sus casas de Icod el Alto. Pero enterados que dichas momias eran objetos muy apreciados y por lo tanto podían valerles algo de los sujetos curiosos que lo supiesen; recogieron algunos fragmentos que vendieron, y uno de ellos consistente en una mano, obtuvo D. Diego M. Álvarez vecino del Puerto de la Cruz en cuyo poder la examinamos asaz perfecta y transparente. También se dijo, haberse encontrado en dicha gruta, algunos gánigos, tallitas y pedazos de piel de cabrito con pelo, muy fina y gamuzada.
En el Barranco de Ajabo junto a la Villa de Adeje a fines del año 1876 ó 77 fue hallada una otra cueva tapiada que contenía un hombre momia muy bien conservado. El labriego ignorante que lo halló, lo regaló a otro menos torpe que él, sin que sepamos cuál ha sido su paradero.
Séase dicho guanche encontrado en el Barranco de Ajabo, u otro pos¬terior, tenemos entendido fue comprado por cuatro onzas de oro y ha sido llevado para la Habana en la fragata Trinidad (sic) que zarpó de Santa Cruz de Tenerife o de Gran Canaria en este mes de Enero de 1878. Supone¬mos que para colocar dicha Momia en algún Gabinete de Historia natural o por especulación para ganar mostrando esta rareza en aquel risco y curioso público.
…a fines del propio mes de enero (1878) pasó por el camino de mi propiedad de Luz, una estrecha caja o cajón en que iba colocada la Momia de una Guancha bien conservada, encontrada en una cueva en la jurisdicción de Adeje. Al pasar sus conductores por la villa de Icod de los Vinos les ofrecieron cuatro onzas de oro por la tal Momia, pero ellos rehusaron y siguieron para Santa Cruz donde esperaban alcanzar mayor utilidad de su hallazgo. Gracias a Dios que ya nuestros aldeanos van cono¬ciendo el provecho que pueden obtener por estas curiosidades de nuestro país y no las arrojan al mar o a los precipicios cuál antes han tenido de costumbre. (Tejera Gaspar, 1990: 121-136)
Diego Cuscoy también se encontró con estas destrucciones:
Sin que se sepan los motivos, las momias fueron extraídas desordenadamente, rotas las pieles de envoltura, desarticulados los miembros y lanzado todo por una altura de seis metros. (Diego Cuscoy, 1960: 20)
Personas relevantes de la época como Manuel de Ossuna y Van Den Heede, regalan cráneos, como vemos en la contestación de una carta de Lord Bute[17]:
No puedo permitir que usted me mande el cráneo, porque no soy craneologista y no tengo colecciones de tales cosas, pero le doy a V. las gracias por la oferta de la misma manera.
Como anécdota curiosa veamos una carta dirigida por el Dr. Jorge Víctor Pérez de La Orotava a Manuel de Ossuna y Van Den Heede a principios del siglo XX[18]:
…No puedo menos que eludir aquí, que a principios del año pasado, visitó esta isla un profesor Norte-Americano[19], experto en estos estudios antropológicos, y habiendo marchado al sur de nuestra isla, a explorar multitud de cuevas, donde existen restos de los guanches, y donde nadie le impide la entrada a pastores y cabreros que destrozan todo lo que gustan, no ocupándose para nada de esto, quienes debieran, volvió de su excursión casi preso por la Guardia Civil dicho profesor (a quien se me asegura había dado con anterioridad recomendaciones el que era hasta entonces nuestro Gobernador Civil, y que si se procedió a última hora así, fue por “clamoreos” de nuestra prensa, que bien pudiera en lugar de ello, hacer campaña, para que nuestro gobierno, envíe pronto una comisión científica, a hacer estos estudios, y no impedir de este modo intempestivo que profesores extranjeros lo hagan, pues recuerda esto el refrán de “el perro del Hortelano”): no diré más.
Era costumbre habitual de la época, el llevar a visitar cuevas con momias a los viajeros notables que visitaban nuestra tierra:
En su descenso alcanzaron la aldea de Chinama en Granadilla, donde fueron recibidos por Antonio González del Castillo, quien les recibió con gran hospitalidad y les llevó a ver cuevas con momias guanches. (Hernández González, 2003)
Veamos seguidamente otras referencias sobre este tema:
…La parte final versa sobre los «guanchios». El buen Dr. Pugh era muy apreciado en Güímar porque no cobraba a los pobres, de manera que lo llevaron a las cuevas donde guardaban 300 ó 400 momias de sus antepasados, lo que lo convertía en un ser excepcional pues todo extranjero que entraba en tales cuevas era inexorablemente ejecutado. Sin embargo, en otra ocasión en que alguien andaba cazando con un hurón, descubrió una cueva con más momias, en las que tal vez pensaba Mr. Pugh cuando, tras el interés mostrado por los caballeros de la Royal Society acerca de la existencia de «esos enanitos de las bóvedas de Canarias», expresó a W. Croone sus esperanzas de proporcionar a la Sociedad un par de guanches embalsamados. (Solís Santos, 2004: 575-602)
Manuel de Ossuna en sus incursiones por Anaga, nos cuenta igualmente estos expolios y destrucciones:
…También existe no muy lejos de aquella otra donde dicen Vegeril, descubierta por dos pastores en 1860 que tuvieron la inadvertencia de destruir las innumerables momias y otros restos allí conservados. Finalmente citaremos la gruta descubierta en1889 también por otros pastores de las que fueron extraídos diez esqueletos y una momia bastante completa.
Los periódicos de la provincia anunciaron entonces el hallazgo y pudimos poco después adquirir varios restos. En 1890 visitamos esta caverna en compañía de nuestro amigo Sr. Cabrera, encontrándose en tal ocasión los maxilares inferiores que faltaban a los cráneos de los dichos diez esqueletos así como otros varios restos nuevos que se hallaban a alguna profundidad bajo tierra. (Ossuna, 1896)
Luís Diego Cuscoy en 1949, nos comenta en La Victoria, otro expolio:
En cierta ocasión hubimos de visitar una cueva que se había descubierto con motivo de la construcción de un acueducto y en la cual se encontraron dos momias que los obreros destruyeron bárbaramente y arrojaron al fondo del barranco. (Diego Cuscoy, 1953: 108-109)
Aparte de la isla de Tenerife, también se ha constado la técnica de momificación en Gran Canaria, y como no podía ser menos, no se libraron ni del expolio ni de las destrucciones:
El año de cincuenta y ocho había hecho un viaje a El Ingenio, llamado para visitar un enfermo y terminada mi misión, pregunté si se encontraban momias, huesos, jarros, tejidos u otros objetos pertenecientes a los canarios, contestándome se hallaban en abundancia en “la cueva de los canarios” en Guayadeque, y lo sabían porque de las cuevas estaban sacando guano para venderlo a los que se ocupaban del cultivo de la cochinilla. Quise ver esos guanos y me condujeron a un estercolero y entre los numerosos restos allí acumulados de tejidos, cueros, pedazos de loza, de barro, huesos humanos la mayor parte de ellos rotos al intento, vi una envoltura, la cogí y me encontré con un antebrazo al que le faltaba parte de la mano y solamente había unos huesos del metacarpo y todo el carpo unido por sus ligamentos. (Chil y Naranjo, 2004: 190)
El cementerio de Aguamastel, hermosa gruta llena de momias colocadas cuidadosamente, respetuosamente, a lo largo de sus paredes cubiertas de pinturas, fue hace años descubierto por los obreros que construyeron la carretera que atraviesa estos lugares. La piqueta y el azadón hábilmente manejados hicieron polvo los despojos de aquel poblado. (Batllory, 1901: 75)
LAS POYATAS O MESAS FUNERARIAS
El topónimo “poyata” se ha dado a lugares destinados por los aborígenes para secar los cadáveres, antes de su momificación. Principalmente cuando se descubrió en el lugar llamado “Punta poyata”, en Taganana, una piedra denominada por los lugareños como la piedra del guanche, una gran piedra plana de aproximadamente 1m de ancho por 2 de largo, apoyada sobre tres grandes rocas.
Este topónimo lo encontramos igualmente en San Miguel de Abona, La poyata por encima de Aldea Blanca y en El Hierro: poyata y Punta de la poyata en la zona de El Golfo.
En el barranco de Guayadeque, hay una cueva de forma circular y techo abovedado, que comunica con otra pequeña interior. Tiene en el centro como único vestigio curioso, una gran piedra casi plana y redonda, como de un metro de diámetro. (¿Ara o mesa funeraria?) (Jiménez Sánchez, 1964: 72)
En varias cuevas de enterramiento, hemos encontrado este tipo de piedras lisas, como en el Roque Jama (Arona) y en la Caldera de Pedro Gil en los altos de Arafo.
LOS DESCUBRIMIENTOS DE MOMIAS
Siempre ha existido la polémica en cuanto a las islas en que la práctica de momificación se realizaba. Sabino Berthelot afirmaba que solo se practicaba en Tenerife y La Palma, mientras de Chil y Naranjo encontraba momias en el barranco de Guayadeque en Gran Canaria, y comentaba haber visto una momia de El Hierro, perfectamente conservada y que era propiedad de D. Aquilino Padrón.
René Verneau afirmaba haber encontrado restos momificados en La Gomera y El Hierro.
El norteamericano Earnest Albert Hooton comenta que probablemente se momificara en todas las islas, excepto en Lanzarote y Fuerteventura.
Este investigador hace el primer estudio paleopatológico sistemático en las islas. Conrado Rodríguez Martín hace un resumen en tres aspectos fundamentales: El detallado análisis de la dentición, a través de las caries, sarros, atriciones, abscesos… Presta gran atención al elevado número de traumatismos, entre los que sobresale la trepanación, únicamente realizado por la técnica de barrenado, bien cicatrizada en la mayoría de los casos. Y, con respecto a la momificación, observó dos aspectos muy interesantes, el primero que el buen estado de conservación podría deberse al clima, y el segundo, que el pelo rubio de las momias podría ser el resultado de una despigmentación del cabello post mortem, es decir, una vez que ha fallecido el individuo. (Rodríguez Martín, 1989: 33)
Para Mª Carmen del Arco Aguilar la momificación está demostrada en Tenerife, Gran Canaria, La Gomera y El Hierro.
Hay que tener en cuenta que muchas veces se habla de momias, cuando en realidad son cadáveres, por lo que después de un estudio de los trabajos realizados sobre este tema, en artículos, información oral, prensa, etc., hemos sacado la siguiente relación:
TENERIFE
ADEJE
Barranco del Infierno: 1 momia infantil. Actualmente expuesta en el Museo Arqueológico de santa Cruz, según parece hallada por Béthencourt Alfonso.
Ref. Cuscoy 1968: 242
Ucazme: Enterramiento colectivo de siete individuos. Los vestigios de momificación se encontraron en los restos de carne adheridos al hueso y correspondieron a tres individuos: dos mujeres y un hombre; Miembro superior derecho y mano momificada femenina, extremidad superior con mano momificada femenina y columna, pelvis y extremidades inferiores sin pie momificados.
Ref. González Antón y Arco Aguilar 1995: 29-42
Barranco del Agua-Ifonche: Varias momias encontradas en 1847.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
Barranco de Abapio: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
Barranco de Ajabo: 1 momia masculina
Ref. Tejera 1990: 130
ARICO
Barranco Juan Andrés: Varias momias, dos de ellas llevadas al Gabinete de Historia Natural de París en el siglo XVIII según Viera y Clavijo.
Ref. Cuscoy 1968: 241
ARONA
Barranco de Amara: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
La Fajana-Guasa: Varias momias enzurronadas.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
BUENAVISTA
Teno: Momia masculina.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 488
CANDELARIA
Laderas de Araya: Varias momias, una infantil.
Ref. Cruz Jiménez et alii., 1973: 46
Cumbres de Araya: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 240
Cueva de la Gambuesa-Araya: 1 momia sobre tabla de sabina.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 485
Malpaís de Candelaria: Datación de muestras de tejido muscular de restos momificados: 1.133 + 77 D.C.
Ref. Eres 1993: 103. Tenerife
Barranco las Goteras-Araya: 4 momias
Ref. R. A. H.
EL ROSARIO
Barranco Jagua: 1 momia, junto a huesos de un adulto y un niño. Fue la primera vez que se describió un enterramiento con el cadáver todavía in situ. La momia se encontraba sobre cinco tablones de tea y soportada por cuatro.
Ref. Cuscoy 1957: 62-75
GRANADILLA
Barranco de Gorda: 3 momias que fueron destruidas.
Risco Bermejo-Chiñama: 2 momias
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 487
GUIA DE ISORA
Chajajo: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 242
Cueva del Retamar: 2 cadáveres con señales de momificación. Yacimiento expoliado. Hallazgo de diversas pieles de cabra, provistas de distintos cosidos, es interpretado como vestigios de las envolturas funerarias, y exponente de la práctica de un ritual de amortajamiento.
Ref. Cuscoy-Arco 1984
Cueva la Canal: Una mujer con restos de momificación.
Ref. González Antón 2000: 131-139
GÜIMAR
Cueva de la Hoya de Juan Luís: Varias momias.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 486
LA GUANCHA
Hoya Brunco: Varias momias.
Ref. Cuscoy 1968: 238
LA LAGUNA
Barranco Milán: Varias momias destruidas.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 149-156
LA OROTAVA
Roque Blanco: 3 momias, dos adultos y 1 infantil. El estado de los restos humanos descubiertos, revela la práctica de enterramientos antiguos y de otros más modernos, por simple observación se dedujo que los cadáveres más antiguos estaban sin momificar, así lo confirmaron los huesos hallados y momificados los más modernos.
Ref. Cuscoy 1960: 13-30
LA VICTORIA
Risco Caído – Barranco Hondo: 2 momias destruidas.
Ref. Cuscoy 1953: 107-110
LAS CAÑADAS
Llano Maja: 3 cabezas de perro 1 momificada. El uso del perro se ha excluido como ofrenda alimenticia, asimilándose con la idea de animales guía o compañeros del muerto (Cuscoy: 1851, 1965, 1968). Evidentemente dada la parquedad de la información, son muchos los interrogantes que se abren sobre el tratamiento funerario de que son objeto los perros. Por ejemplo, la práctica de momificación aplicada a estos animales, solo se constata en un único individuo, a partir de la conservación parcial de tejidos blandos, por lo que habría que tener en cuenta otras posibilidades tafonómicas como un origen natural y fortuito de tal fenómeno, determinado por las condiciones ambientales que se dan en esta zona. (Alberto Barroso 1999)
Ref. Álvarez Delgado 1947: 99-111, Cuscoy 1965: 33-49
Roque y Cueva de los Cochinos-Cañada del Hoyo-Ucanca: 1 Momia enzurronada, boca abajo.
Ref. Béthencourt Alfonso 1994: 489
Montaña la Camellita – Guajara: Varias momias, restos enviados a Madrid.
Ref. Arroyo 1959, “Eco del Comercio” 4/8/1855
Cueva del Salitre: Restos de momificación, pieles apergaminadas.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 48-59
SAN MIGUEL
Barranco Pilón: Momia infantil. Considerado como el primer descubrimiento de un enterramiento infantil, solo y aislado, que se estudió en Tenerife. Por su estrechez no entra un adulto, por lo que existe la hipótesis de que pudieron participar niños en el acto funerario. La momia fue envuelta de la cabeza a los pies con pieles de cabra sin pelo, bien curtidas y algunas finamente gamuzadas, la envoltura tenía cuatro capas de piel.
Ref. Cuscoy 1962: 23-32
Cueva de Uchova: 6 momias desaparecidas (información oral y artículos de prensa)
Ref. Cuscoy 1952
SANTA CRUZ
Barranco de San Andrés: 1 momia de las mejores conservadas, hoy expuesta en las vitrinas del Museo Arqueológico.
Ref. Museo Arqueológico de Tenerife
Cueva Vegeril - Anaga: Varias momias destruidas.
Laderas de Icorbo – Anaga: 1 momia.
Ref. Ossuna 1896
Roque de Tierra – Anaga: 5 cadáveres cubiertos con pieles de cabra
Ref. Guimerá Ravina 1973: 207-212
El Chorrillo: Una momia. Datación de tejido muscular de restos momificados: 1.257 + 81 D.C.
Ref. Eres 1993: 103 Tenerife
SANTA URSULA
Barranco Los Naranjos: 2 momias.
Ref. Álvarez Delgado 1947: 129-130
TACORONTE
Barranco Guayonje: 1 momia depositada en el Museo Casilda de Tacoronte, recuperada de Necochea (Argentina).
Ref. Berthelot 1849: 130
GRAN CANARIA
En la Gran Canaria también conocían el arte de embalsamar los cuerpos: Fajábanlos después con correas sutiles, les vestían sus Tamarcos, y los colocaban de pie derecho en las Catacumbas, o cuevas destinadas para este fin. (Viera y Clavijo, 1776 I: 180)
En Gran Canaria, de un lado estaría la población mediterránea de los túmulos, socialmente superior, pero que no practica la momificación, de otro, una población también superior, que practica la momificación y que deposita a sus muertos en cuevas (Schwidetzky, 1963: 12)
ARTENARA
Acusa: Varias momias envueltas en tejido de junco y 2 pieles, dentro de una especie de caja, construida con cortezas de drago y tea. Conservaban sus ojos, tráqueas, esófagos, pulmones, etc., y pelos en la barba. En un estudio sobre una piel de momia dio la siguiente datación: GRO-1188, 1380 + 60 B.P = 550AD-780AD.
Ref. Jiménez Sánchez 1941: 257. 1964: 73. Arco et alii. 1977: 75 Martín Rodríguez et alii. 2003: 235
ALDEA DE SAN NICOLAS
Cerro de los Picachos de Tirajacás: Fragmentos de mortajas de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1960b
AGAETE
Lomo Guayedra: Envolturas funerarias de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1960c
AGÜIMES
Risco Pintado: Envolturas funerarias de junco
Ref. Jiménez Sánchez 1952
Guayadeque: Una momia infantil
Ref. Grau Bassas 1880
Guayadeque: Varias envolturas de momias. Pieles de cabra perfectamente adobadas y admirablemente cosidas, utilizadas para envolver las momias. Una de las cabezas (Nº 826 del Museo Canario) conserva sus ojos y sesos. Datación de pieles de momias: GRO-1189, 1410 + 60 BP = 520AD-770AD. GRO 1190, 1120+ 60 BP = 780AD-1020AD
En el ajuar se encontró una especie de diadema, hallada en la frente de una momia, formada por una tira de cuero curtida a la que se une por un fino cordón anudado, cuentas semiesféricas de Conus.
Ref. Jiménez Sánchez 1946: 72. Arco et Alii. 1977: 75
GUIA
El Morro: 2 momias recubiertas con envolturas de junco y pieles
Ref. Fusté Ara 1960, Jiménez Sánchez 1960a
SAN BARTILOME DE TIRAJANA
Barranco del Hornillo: Varios cráneos mutilados, mandíbulas y huesos largos, etc., envueltos en sudarios y esterillas de junco. Los esqueletos aparecieron superpuestos, en camadas y dentro de sus respectivas esterillas.
Ref. Jiménez Sánchez 1964: 135-136
Arguineguin: Varias momias, consideradas como las más grandes y mejor conservadas. Una de las cuales se encuentra expuesta en el Museo Canario. Una de ellas de 2 m. de altura, fue donada por el Conde de la Vega Grande.
Ref. Jiménez Sánchez 1941: 260. 1946: 70
SANTA LUCÍA DE TIRAJANA
El Pajito: Varias momias
Ref. Jiménez Sánchez 1960a
TELDE
Silva: Varias momias de pie
Ref. Hernández Benítez 1958
LA GOMERA
SAN SEBASTIAN
Degollada de la Vaca: Descubierta en 1943, se encontraron los restos de un hombre mayor y una mujer joven. El cráneo de la mujer con restos de momificación: parte del frontal hasta el borde del parietal izquierdo se hallaban recubiertos de piel.
Ref. Cuscoy 1946: 252-259
LA PALMA
No poseyeron con igual perfección los antiguos pueblos de La Palma, y se vio la prueba, cuando en 1758 se descubrió el cadáver de un isleño Palmes dentro de cierta gruta, pues aunque estaba entero, al instante que se secó al ayre, se disolvió en polvos. (Viera y Clavijo, 1776 I: 180)
Chil y Naranjo afirmaba que los Auaritas seguían prácticas de momificación, aunque los historiadores anteriores lo negaban: Aunque no he visto escrito por ninguno de ellos, se que se han encontrado momias conservadas por el embalsamiento, (Chil y Naranjo, 1878 II: 92)
PUNTALLANA
El espigón: Varios cuerpos aparecieron forrados de pieles y colocados sobre una yacija vegetal, en posición decúbito lateral flexionado.
Ref. Afonso Rodríguez 1997
MAZO
Belmaco: 1 momia. (?)
Ref. Antonio Rodríguez López, informe a la Real Academia de la Historia de fecha 9/10/1859 y Signatura: CATF/ 9/7950/04 (4)
FONDO DOCUMENTAL Y BIBLIOGRAFICO CONSULTADO
ARCHIVOS y BIBLIOTECAS
Archivo Histórico Municipal de La Laguna. Fondo Ossuna. La Laguna
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. La Laguna
Real Academia de la Historia. Archivo. Antigua, Historia y Arqueología de las Civilizaciones, Gabinete de Antigüedades. Madrid
Museo Antropológico Nacional. Madrid
Museo Arqueológico Nacional. Madrid
Museo Arqueológico de Tenerife
Museo Canario. Las Palmas
Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
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[1] Esta momia fue donada en 1892 al Redpath Museum, de la McGill University de Montreal, Canadá. Para mayor información: I. Congreso internacional de Estudios sobre Momias. Proyecto Cronos. Horne, Patrick; & Aufderheide, Arthur. York County Hospital, Ontario, Canadá. Universuty of Minnesota-Duluth. “Examen de la momia guanche RED-1” Puerto de la Cruz.
[2] Pero fue un error el asegurar que se encontró con otros en una cueva de la Cima del Pico. En este paraje no hay tales sepulturas. Dixose también que le compró; pero en Tenerife no se hace trafico de estos cuerpos, y solo daría alguna gratificación a los paisanos, que acaso entrarían con sobrado riesgo en la caverna sepulcral. (Viera y Clavijo, 1776 II: 172n)
[3] Suponemos se refiere al descubrimiento de Araya, publicados en El Guanche en los números 285 de 30-5-1862, 286 de 6-6-1862 y 535 de 15-7-1865, donde informa de su traslado al Museo Casilda.
[4]Para una mayor información sobre este tema; consultar en: www.museosdetenerife.com/paginas/MNHA
[5] Actualmente estos boletines se encuentran en un estado totalmente lamentable para su lectura, debido a la “carcoma”.
[6] Esta momia se encuentra en el Museo de La Plata en Argentina. Sala XIX “Antropología Biológica” con la siguiente publicidad: Un ejemplar femenino momificado del grupo Guanche proveniente de las Islas Canarias, colocado en una cesta de fibras vegetales y envuelto en cuero es de especial interés, ya que sólo se han conservado unos pocos en el mundo con estas características.
[7] De Santa Cruz pasé a Tacoronte para visitar el antiguo Museo Casilda, que hoy pertenece al Sr. D. Carlos Lebrún. En él llama principalmente la atención el número de momias, muchas de ellas perfectamente conservadas… Chil y Naranjo G. (2004) Miscelánea. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 100
[8] Cable publicado por la Agencia AIBA NOTICIAS el 28/08/03
[9] “La Nueva Provincia” Bahía Blanca. República de Argentina. 31/08/03
[10] Juan Álvarez Delgado, atribuye esta obra a su editor, con bastante razonamiento, ver: Revista de Historia de Canarias XXXII (1968-69) “La Historia de Canarias de A. J. Benítez” 175-182. Atribuyendo el año de publicación como 1916.
[11] Se refiere a las piezas encontradas en la montaña de la Camellita en La Orotava.
[12] Suponemos por las referencias y fechas, se trata de las momias de Araya, en Candelaria.
[13] Revista Antropología Física, Museo Nacional de Antropología. Madrid 1993: 14
[14] Se habla de las momias encontradas en Araya de Candelaria.
[15] Crónica arqueológica e Historia del Arte. Revista de Historia de Canarias XXXII 1968-69: 306. La Laguna.
[16] Información facilitada por el propio Museo Canario.
[17] AHMLL Fondo Ossuna, correspondencia con Lord Bute en cajas: 17 (1 y 2), 175 (7 y 8).
[18] AHMLL. Fondo Ossuna, caja 17-2. Correspondencias, cartas varias.
[19] Creemos que probablemente pudo haber sido el profesor Earnest A. Hooton, de la universidad de Harvard (EE